DISCLAIMER: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer pero todo lo demás es mío.
Grupo de Facebook: Feeling the Reading: Bella Bradshaw.
.
️
.
El embarazo de Giselle trajo consigo cambios en el horario de trabajo de Garret.
-Ahora que voy a ser padre no puedo pasarme semanas enteras fuera de casa. Tenemos que pensar algo, contratar a alguien o no sé. Al menos hasta que el niño tenga un año o así, no quiero dejar a Giselle sola. Lo siento amigo, siento que te estoy dejando tirado- expresa Garret con tristeza.
-No pasa nada, te entiendo, no eres solo mi manager también eres mi amigo y soy muy feliz por ti, por tu bebé, aunque evidentemente me entristece saber que el equipo se rompe- responde Edward golpeándole la espalda en señal de apoyo.
-No se rompe, no estoy renunciando- dice Garret riendo.
-Pero te bajas de los escenarios-
-Me bajo del jet privado, nada más- ambos se ríen de la respuesta de Garret- todo el trabajo que podamos hacer desde la oficina o desde el estudio yo voy a estar allí y también en algún viaje pero no en todos evidentemente.
Edward asiente estando de acuerdo.
-Podemos buscar a alguien que esté contigo en los viajes mientras yo sigo trabajando desde Los Angeles- propone.
-¿A quién? Eso sí que me preocupa, la persona con la que viaje necesito que sea de confianza, que me entienda, que respete mis manías y soporte tanto el ritmo de trabajo como los viajes.
-Encontraremos a alguien, estoy seguro. Yo mismo haré el proceso de selección y tú decidirás a quién eliges.
-¡Qué pereza!- Expresa Edward suspirando.
Los tres nos reímos de la cara de Edward.
Más tarde esa noche cuando nos preparábamos para dormir volvimos a hablar del tema.
-¿Qué emoción predomina en ti?- le pregunto mientras me echo crema hidratante en las piernas.
Edward ya está metido en la cama a mi lado mirando cosas en su teléfono.
Levanta la vista para encontrarse con mis ojos.
-Respecto a Garret- le aclaro.
-Me gustaría ser capaz de ser solo feliz por él pero no puedo. Me preocupa quién va a ocupar su puesto y además estamos en marzo empezando ya la temporada, o sea que esa persona no va a tener tiempo de adaptación. Los managers son importantes, son los que hablan con los dueños de los clubs, agendan fechas… no sé, tiene que tener don de gentes.
-¿Por qué no cogéis a alguien de tu equipo? Alguien que ya conozcas.
-¿A quién?
-Yo no les conozco tan bien como tú- me río.
-Cada uno tiene su puesto y su función, si cojo al contable para hacer el trabajo de Garret tendré que contratar a un nuevo contable.
-Eres muy pesimista- le regaño dándole un golpecito en la pierna sobre las mantas.
Edward se ríe y agarra mi brazo tirándome contra su pecho.
-Pero así te gusto-
-De momento- digo riéndome antes de darle un beso rápido sobre los labios.
Durante los siguientes días Edward y Garret entrevistaron a varios candidatos a manager, incluso uno viajó con Edward hasta San Diego para un show.
Ninguno cumplió todos los requisitos que Edward exigía.
-¿Es demasiado estructurado?- pregunto riéndome.
Estamos en el camerino de Edward esperando a que comience su set en una discoteca en el distrito de Sunset Strip, en Los Ángeles.
-Tío yo no sé cómo llevo años aguantándote, eres más quisquilloso que otra cosa- le dice Garret a Edward.
-No vale ninguno- dice Edward abriendo una botella de agua.
-Si yo estuviese en tu lugar hubiera cogido a Albert- le digo a Edward devolviéndole el brillante curriculum de Albert, el último candidato al que Edward acaba de rechazar por ser demasiado estructurado.
-Mira, mira que calendario me ha hecho- me responde enseñándome una foto en su teléfono.
Era un horario mensual del mes de marzo, dispuesto por días y con diferentes colores. Rosa para las actuaciones en discotecas, verde para festivales, azul para trabajo en el estudio. Había puesto hasta el tiempo de descanso.
-Bueno eso está bien, yo no lo habría puesto tan estricto porque al final sabemos que la hora de comienzo y final de un show es orientativo y lo que en teoría es una hora puede convertirse en tres. Pero es organizado- le digo devolviéndole el móvil.
-Tú también piensas como yo, sabes que en este trabajo el tiempo es relativo- me responde Edward.
-He tenido que aprender por las malas, si no, no puedo ver a mi novio- le digo con sarcasmo.
-Tu novio tiene mucha suerte- me dice Edward sonriendo.
-Eso creo- le respondo guiñándole un ojo.
-Bella- me llama Garret- ¿Tú estudiaste publicidad y marketing verdad?
-Así es-
-¿Por qué no eres yo en los viajes con Edward? Tienes estudios, sabes como funciona este mundillo, ya conoces a mucha gente y sobre todo ya conoces a Edward, la convivencia no va a ser un problema.
-¿Yo?- pregunto incrédula.
Nunca me he planteado llevar la carrera de Edward, me parece una gran responsabilidad.
-Tú. Sí, ¿por qué no? Sería perfecto- dice Garret sonriente.
-Porque no- responde tajante Edward a mi lado.
Le miro con el ceño fruncido por el tono frío que ha usado.
Ha entrevistado a gente mucho menos preparada que yo.
-Yo creo que podría hacerlo muy bien, además ella ya viaja con nosotros muchas veces para verte a ti. Ya es parte del equipo y te conoce, mejor que yo si cabe- termina riéndose.
-He dicho que no- dice serio Edward mirando a Garret.
-¿Cuál es tu problema conmigo?- le pregunto ofendida.
Edward me mira frunciendo el ceño y sabe que estoy enfadada. No me gusta nada su postura, ni su tono.
Es verdad que es apresurado y que nunca me lo había planteado pero ahora que Garret me ha puesto esa idea en la cabeza me parece que es la respuesta para acabar con la distancia de una vez por todas en nuestra relación sin que yo tenga que renunciar a mi trabajo. Es la mejor solución.
Además aunque hace ya tiempo que no llevo la carrera de nadie, me apetece, y concretamente trabajar con Edward y su alocado ritmo de trabajo siento que va a ser todo un reto lleno de aprendizaje a nivel profesional.
-No tengo ningún problema contigo, eres una profesional de los pies a la cabeza pero eres mi novia, no mi manager y quiero que esa diferencia siga existiendo.
-Garret va a seguir siendo tu manager, no sería su sustituta, solo te acompañaría estando de viaje, cosa que ya hago si quiero verte- le recrimino.
-No Bella y por favor no quiero discutir ahora. Salgo al escenario en 5 minutos y luego tengo que coger un avión a Dubai. No tengo tiempo para esta conversación.
-Esta conversación ya ha empezado por si no te has dado cuenta- le digo enfadada levantándome de la silla.
-Bella- dice cogiéndome del brazo.
-¡No Edward!- sacudo el brazo para librarme de él y salir del camerino.
-¿No podías haberlo consultarlo antes conmigo?- le regaña a Garret.
Salgo del camerino dando un portazo muy enfadada por varias razones.
Razón uno, mi novio no me ve capaz de hacer mi trabajo cuando se trata de él.
Razón dos, nos está negando la posibilidad de tener una relación normal, de vernos a diario y convivir más allá del periodo de vacaciones.
Razón tres, no tiene tiempo para discutir este tema.
Tras salir a tomar el aire vuelvo al camerino completamente desierto porque Edward ya está en el escenario y le espero sentada en un taburete mirando el móvil. A media noche la puerta del camerino se abre y entran muchas personas eufóricas, entre ellas Edward.
-¿Qué tal?- pregunto quitándome los cascos y bloqueando el móvil.
-Ha sido brutal- responde sonriente llegando hasta mi abrazándome.
Intenta darme un beso, como siempre que acaba un set, pero giro levemente la cara y me besa en la comisura de los labios.
Frunce el ceño y le miro duramente cuando nos alejamos. Estamos rodeados de gente, no quiero dar que hablar mañana.
La celebración dura otra media hora hasta que Garret recuerda a todos que tienen un avión que coger en unas horas.
En el coche Garret viene con nosotros, lo cual agradezco porque va hablando con Edward y eso alivia la tensión entre él y yo.
Aunque evidentemente el comodín de Garret queda obsoleto en cuanto entramos en casa y aparcamos el coche.
-¿Vas a seguir cabreada toda la noche?- pregunta sacando cosas del maletero.
-No tienes tiempo de hablar hasta dentro de unos días ¿no?- respondo con acidez dándome la vuelta y metiéndome en casa.
-No quiero discutir, no quiero estar a 11 husos horarios de diferencia contigo estando enfadados. No quiero romper nuestra norma, no quiero estar sin hablar contigo si no te voy a poder ver- me grita a la espalda.
Me giro para enfrentarle llena de ira de nuevo.
-Es que esto no es una simple discusión por ver quién paga la cena o por algún malentendido Edward. Has entrevistado a gente que no me llega ni a la suela del zapato a nivel profesional, los has dado al menos esa oportunidad, pero a mí ni si quiera quieres dármela.
-Ya te lo he dicho, eres mi novia, te quiero, te respeto, te admiro, quiero pasar el resto de mi vida contigo pero no quiero que seas mi manager.
-¿Por qué no Edward? ¿No confías en mi capacidad laboral? ¿O no quieres convivir conmigo diariamente más allá del tiempo de vacaciones que pasamos juntos?
-Sabes que quiero pasar contigo cada minuto- me responde serio.
-¿Y cómo lo vas a hacer? ¿Vas a dejar de ser dj o pretendes que yo deje mi trabajo y te siga como una fan alrededor del mundo? ¿Cómo con tu trabajo vamos a construir una relación si no nos vemos nada más que un par de veces al mes?
-¿Cómo el ser mi manager va a ayudar a construir nuestra relación? Cosa que por cierto pensaba que ya estábamos haciendo.
-Porque compartiríamos más tiempo, podríamos ser una pareja normal que se ve a diario o casi a diario.
-Nunca vas a tener una relación normal a mi lado Isabella, pensé que ya lo sabías cuando decidiste estar conmigo- suspira.
-Tu trabajo nos pone las cosas difíciles pero tu tozudez es lo que hace que esto sea imposible. ¡No voy a vivir toda la vida así! Trabajar contigo sería perfecto porque yo no tendría que renunciar a mi carrera y podríamos pasar más tiempo juntos. Siento que tú estás cómodo con esta situación pero yo no, ya no me vale el vernos a ratos- confieso finalmente.
-Escúchame atentamente porque creo que estás hablando sin saber. Ser mi manager no tiene nada de romántico, no creo que meter el ámbito laboral en medio de nuestra relación vaya a ayudarnos, todo lo contrario. Y no quiero esa vida para ti, no quiero que vivas en un avión, que los cambios de hora te destrocen, que no recuerdes ni los países en los que has estado porque no has pasado más de cuatro horas en él.
-Entiendo lo que me dices pero debes tener clara una cosa. Yo te quiero, yo quiero compartir mi vida contigo y si tu vida consiste en todo eso que me acabas de decir y tú no quieres eso para mí, ¿cómo lo hacemos? ¿Qué futuro tenemos juntos?
La cara de Edward se transforma en una expresión de dolor.
-No lo sé, lo sabremos con el tiempo. Conseguiremos organizarnos para que ninguno tenga que renunciar a su vida.
-No quiero más tiempo si no hay un plan a corto plazo Edward- le digo seria.
-¿Qué estás diciendo?- pregunta con temor.
-Que me he dado cuenta de que estar en este limbo de vernos cuando podamos ya no me vale. Quiero tener un plan de futuro contigo que incluya el vivir juntos tanto tiempo como podamos compartir.
-Vale, lo pensaremos cuando vuelva pero ser mi manager no es la solución.
-Pues que pena para ti porque soy una gran profesional y me gustaría trabajar contigo, indistintamente de que seas mi pareja, me gusta ese trabajo, me llama la atención.
-No sabes lo que dices. No vas a trabajar para mí, fin del asunto- dice cerrando el maletero y pasando a mi lado para entrar en casa.
Entro detrás de él pero manteniendo la distancia.
Son casi las dos de la mañana y el avión sale a las cinco así que Edward tiene como mucho una hora antes de volver a conducir hasta el aeropuerto.
Oigo el agua caer por las tuberías, señal de que se está duchando así que aprovecho para subir a la habitación y ponerme el pijama.
Sobre la cama hay una gran maleta negra abierta llena de ropa.
Cuando termino de cambiarme de ropa vuelvo a bajar a la cocina para comer algo, estoy hambrienta.
Me preparo un bol de yogur con frutas y semillas de chía y cuando estoy terminando de cortar el plátano escucho bajar la maleta por las escaleras.
Edward entra a la cocina sin mirarme para coger las barritas energéticas que se lleva siempre de viaje y que guarda en el cajón de la cafetera.
Él también se ha cambiado de ropa, lleva un pantalón de chándal gris y una sudadera negra.
Sale de la cocina y oigo abrir y cerrar varias cremalleras.
El sonido de su teléfono resuena en toda la casa rompiendo el tenso silencio.
-En diez minutos estoy fuera- le oigo decir.
Luego no oigo nada más pero aparece bajo el marco de la puerta.
-Me voy- dice mirando como guarda el móvil en el bolsillo de su pantalón.
-Vale-
Nos miramos esperando que alguno haga el próximo movimiento.
-¿Ni si quiera vas a despedirte de mí?
-Sigo enfadada Edward- respondo saliendo de detrás de la encimera.
-¿Podemos hacer un paréntesis de cinco minutos? Viajo al otro lado del mundo y quiero despedirme de mi novia en condiciones- se cruza de brazos.
-La conversación de hoy no ha terminado, no he dejado zanjado ese tema y me siento decepcionada de que no me quieras en tu equipo tanto como profesional de la publicidad como novia. Así que lo que ocurra en los próximos cinco minutos no cambia nada- le advierto acercándome a él.
-Para por un momento por favor, para con ese tema- exclama cerrando los ojos.
Para cuando él termina de hablar estamos uno frente al otro. Extiendo mi mano para tocarle el brazo y él tira de mí envolviéndome en sus brazos.
Noto como me da un beso en el pelo, luego en la frente, en la nariz y finalmente en los labios.
Su mano cubre todo el lado izquierdo de mi cara sujetándome a la vez que su otra mano que está en mi zona lumbar me empuja contra él. Mis manos viajan detrás de su cabeza acariciándole el pelo que aún está húmedo y bajando por su espalda para meterlas por debajo de la sudadera. Siento su abdomen, la línea de vello que baja hasta su pubis y sus costillas.
Su mano baja hasta mi culo, lo agarra con fuerza y lo suelta.
Me muerde el labio inferior, tira de él entre sus dientes y cuando lo suelta pasa la punta de su lengua por el mismo lugar como queriendo curar su mordisco.
Rompo el beso para respirar y apoyo mi cabeza en su pecho.
Oigo su corazón bombear.
Sus manos se introducen con delicadeza por debajo de mi camiseta del pijama, me acaricia el abdomen con suavidad, tanta que me hace cosquillas.
Siento como entierra su nariz en mi pelo para respirar su olor mientras que yo subo la cabeza para besarle el cuello.
-Tienes que irte- le digo separándome de él.
Asiente volviendo a atraerme contra su cuerpo.
Nos damos un último beso y nos separamos del todo.
-Me escribes cuando llegues- le pido.
-Cuenta con ello- dice extendiendo el mango de la maleta hacia arriba.
-Buen viaje- le deseo al pasar por mi lado.
-Hasta el miércoles- responde dándome un pico antes de abrir la puerta.
Cuando la puerta se cierra, se cierra también el paréntesis de los cinco minutos y la conversación de esta noche vuelve a mi cabeza. No puedo evitar recordar una y otra vez sus negativas, sus palabras vienen a mi mente como disparos de un arma automática.
Edward no lo entiende pero me gusta su mundo, me gusta el mundo de los sets, los festivales, los viajes, el ajetreo, el buen rollo entre djs, todo, me gusta todo. Por eso trabajar en este mundo, su mundo, es una necesidad que no sabía que sentía hasta que Garret la ha desbloqueado.
Paso una noche horrenda por varios motivos.
El primero porque estoy sola en una casa enorme y el silencio es atronador.
El segundo porque revivo una y otra vez la conversación con Edward y me doy cuenta de que la burbuja que llevo meses aguantando ha estallado.
El tercero y es el principal motivo por el que no duermo es porque no veo una salida para nosotros. Siento que Edward no está igual de comprometido con la relación que yo y eso asusta. Él está bien así, viéndonos de manera esporádica y manteniendo cada uno sus vidas de manera independiente. Recuerdo sus palabras sobre que no quiere exponerme a los viajes, al ritmo de vida que él lleva pero al mismo tiempo él no va a cambiar su trabajo por mí, entonces no logro ver una solución. Porque yo no voy a ser su fan y seguirle allá donde vaya pero tampoco voy a ser la paciente mujer que espera en casa a que vuelva su marido.
Siento que él quiere un tipo de relación y yo otra. Tristemente es algo que ya me resulta conocido.
De repente me siento muy cansada, decepcionada y desanimada.
Intento disfrutar el sol y de la piscina pero al mismo tiempo estar aquí, sin Edward y tras todo lo de ayer me hace sentir mal. Siento que yo no pertenezco aquí.
Cuando salgo de la ducha el teléfono está sonando y me sorprende ver el número de Edward.
-¿Hola?- respondo.
-Hola nena.
-¿Has llegado ya?
-No, hemos tenido que hacer una escala en Londres y estoy con Garret esperando en la terminal al próximo vuelo.
-¿Y todo bien?
-Sí-
La línea se queda en silencio unos segundos donde ninguno sabe qué añadir.
-No me gusta estar así contigo- dice él finalmente.
-¿Así cómo? ¿Cada uno en una punta del mundo? Porque me da la impresión de que sí te gusta eso- digo dejando salir el enfado y la decepción que llevan gestándose dentro de mí toda la noche.
Edward suspira al otro lado de la línea.
-Sabes de sobra que no es así.
-¿Lo sé? No sé nada. Tú siempre dices que quieres que estemos juntos todo el tiempo y que ojalá llegue el día en el que vivamos juntos pero luego no haces nada para lograrlo.
-En qué puto momento se le ocurrió a Garret hacer ese comentario, lo ha jodido todo- expresa enfadado.
-No es culpa de Garret y esto no es por lo del trabajo, es por nosotros Edward. Llevo meses sintiendo que algo no está bien, que nos falta algo y lo que ocurre es que esta relación, tal y como está ahora ya no me llena, no me hace feliz.
-Bella…
-Cuando hablamos en Brujas la única solución que me diste fue seguir como hasta ahora. Siento que estoy estancada y que la relación no avanza y lo que es peor es que tampoco veo a corto ni largo plazo que eso vaya a cambiar. Pensaba que era una cuestión de tiempo, que había que ir paso a paso, poco a poco, pero luego veo a Garret y a Giselle que se conocen de hace dos días y eso no les ha impedido vivir juntos, ni casarse, ni tener un hijo. Así que no es cuestión de tiempo, es cuestión de ganas, de querer…
-Me dijiste que no querías casarte ni tener hijos- me recuerda serio.
-Y no quiero.
-Entonces no te entiendo.
Suspiro limpiándome las lágrimas.
-Me gustaría que apostases por mí tan fuerte como Garret por Giselle. Cuando lo sabes lo sabes, él lo dijo y yo siento que tú no lo sabes. Siento que no estás tan comprometido en esta relación como yo. No veo disposición de tu parte a avanzar y eso me está matando porque yo ya estoy en otro punto, quiero vivir contigo, empezar un plan de vida juntos.
-Y yo también. Pero tú trabajas en Barcelona, vives allí.
-Mi contrato acaba en tres meses. Yo estoy dispuesta a no renovar el contrato si hubiera una opción sobre la mesa para vivir juntos.
Cuando las palabras salen de mi boca me doy cuenta de cómo suena. Suena a ultimátum.
-Muy bien, muy bien, lo que quieras- responde él rápidamente poniéndose nervioso.
-Quiero que tú quieras. Quiero eso, que ambos queramos lo mismo, estar en la misma página porque siento que llevamos meses en puntos diferentes y no es justo. No es justo que yo esté esperando más y tampoco es justo que te presione a ti para ello.
-Bella eres lo más importante para mí, me dan igual las páginas porque yo quiero estar contigo.
-Necesito saber que tú quieres, que te apetece avanzar y no por mí. Que la decisión sea completamente tuya, no quiero que hagas algo de lo que no estás seguro porque a largo plazo no va a salir bien.
-¿Por qué no voy a estarlo?
-Principalmente porque esta conversación ha salido ahora por mí y porque ayer dejaste muy claro que no quieres que siga tu ritmo de vida. Así que no sé, piénsalo, valóralo todo y si realmente quieres estar conmigo dime cómo, cómo proyectas nuestro futuro. Piensa qué estás dispuesto a hacer para que esto funcione porque yo lo tengo claro pero tú no. Y no me digas lo contrario porque cuando dejamos las palabras para pasar a los hechos es entonces cuando me choco contra el muro.
-Bella…
-Necesito pensar en nosotros y tú también tienes que pensar, sin mí. Pensar de verdad. Así que voy a volver a Barcelona.
-¡No! Escúchame, no te vayas. Voy a volver mañana y hablamos todo esto pero no te vayas- me pide alzando la voz.
-Tengo que irme- le digo llorando- porque si tú no estás tan comprometido en esto como yo, si nuestros objetivos dentro de la relación son diferentes yo no puedo seguir contigo y es muy doloroso seguir aquí sabiendo lo que puedo tener y lo que puedo perder. Necesito estar sola, en mi casa, en mi zona segura. Y tú necesitas pensar solo, en tu casa, sin mí. Pensar si lo que yo quiero es lo mismo que lo que tú quieres o si tan solo estás intentando complacerme por miedo a perderme.
-Por favor no te vayas.
Oigo a Garret por detrás diciendo algo como que tienen que embarcar.
-Por favor tómate este tiempo para pensar en todo. Si decides seguir conmigo yo necesito tener un plan a corto plazo que consista en vivir juntos.
-¿Si decido seguir contigo?- pregunta extrañado.
-Sí.
-No voy a valorar ninguna opción que consista en no estar juntos.
-Edward, eres la persona que quiero pero esta no es la relación que quiero, ya no más. Por eso me enfadé tanto ayer porque trabajar para ti supondría estar más tiempo juntos. No es tanto por el trabajo si no por lo que supondría para nosotros como pareja.
-Mi trabajo no tiene las mejores condiciones del mundo precisamente. No quiero eso para ti.
-Lo sé, la cuestión es que quieres estar conmigo y crear un proyecto de vida juntos pero no quieres exponerme a tu ritmo de vida, ¿cómo pretendes hacerlo? Por todo esto es por lo que te digo que necesitamos pensar, cada uno por su lado.
-Lo entiendo. No estoy de acuerdo con que tengamos que pensar separados pero entiendo tu punto de vista.
-Vale. Tienes que irte y yo tengo que colgar- le aviso escuchando de nuevo a Garret meterle prisa.
-¿Puedo llamarte luego?
-Avísame cuando llegues al hotel y yo te llamo- le prometo antes de cortar toda comunicación.
Nunca en mi vida he sentido tanta incertidumbre.
Saber qué hacer y no poder.
Me siento mal si me quedo y me siento mal si me voy.
Racionalmente sé que tengo que irme, pensar, decidir, poner las cosas en claro pero mi lado irracional me pide que me quede, que espere a Edward, que hablemos juntos.
Sé que si me quedo terminaré aceptando lo que sea que él me diga con tal de no separarnos así como también sé que él me ofrecerá todo lo que le pido con tal de no perderme así no sea lo que él quiera.
Quedarme aquí tan solo provocaría alargar nuestro problema en el tiempo, sin darle una solución.
Así que totalmente contrariada comienzo a preparar mi maleta tras haber comprado un vuelo a Barcelona con escala en Nueva York para esta tarde.
Sé que Edward no me creerá pero me costó muchísimo salir de la casa y cerrar la puerta tras de mí sabiendo que existe la posibilidad de nunca más volver aquí.
Cogí un taxi al aeropuerto que me costó un riñón e hice uso de las pastillas para dormir que Edward tiene en su baño. Hicieron efecto en el primer vuelo porque la azafata tuvo que despertarme cuando llegamos al JFK pero en cuanto puse un pie en la terminal me desperté completamente retomando el estado de nervios e intranquilidad que llevaba conmigo desde que salí de casa de mi novio.
Tenía dos horas antes de tomar el siguiente avión así que decido ir a un puesto de prensa y coger un periódico nacional mientras me tomo un zumo de naranja embotellado.
Me siento en los sillones con barras metálicas en los laterales para leer el periódico y saco el teléfono de mi bolso, desactivo el modo avión y me conecto a la red wifi.
Veo que Edward me ha llamado dos veces y tengo un whatsapp suyo.
Intento hacer un cálculo mental de las horas, los tiempos y los husos horarios pero me hago un lío y desisto.
Me meto en la aplicación de mensajes y abro su chat, es un mensaje de voz que no dudo en escuchar.
-Bella no sé cuándo vas a oír este mensaje porque te he llamado y tu móvil está apagado. No te vayas, por favor, te pido que no te vayas a Barcelona. Ha habido un cambio y voy a volver antes a casa, espérame, hablaremos cara a cara y solucionaremos todo. La conversación de hace un rato me ha dejado… descolocado y también algo cabreado. ¿Por qué no me has dicho antes todo esto? Que querías vivir conmigo, que nuestra relación no te hace feliz, ¿por qué has esperado a que yo estuviera en la otra punta del mundo para decírmelo? Sinceramente, no sabía que estábamos así de mal y no es justo que me haya tenido que enterar por teléfono a miles de kilómetros. Quiero arreglar esto, quiero estar contigo, desde hace más de un año no contemplo mi vida sin ti y por supuesto no existe ningún escenario futuro donde tú y yo no estemos juntos. No sé cómo hacerlo, no sé exactamente qué quieres que haga o qué quieres que te diga pero mientras sea contigo quiero hacerlo, lo que sea nena, te amo y lo sabes. Espérame en casa por favor, llego en unas horas- se despide.
Me limpio discretamente las lágrimas que surcan mis mejillas avergonzada porque la familia con hijos sentada frente a mí me vea llorar.
Le llamo inmediatamente pero su móvil está apagado.
Le mando varios mensajes que termino borrando porque ninguno expresa bien lo que quiero decirle.
Me tomo unos minutos para escribir en las notas del Iphone todo lo que pienso y organizar las ideas.
En vez de un audio largo decido mandarle varios audios cortos.
-Hola Edward- comienzo y paro porque no sé como seguir- acabo de escuchar tu audio. Tienes razón en estar enfadado por como te he hecho saber lo que pienso, no es el mejor momento, ni las mejores maneras. Tienes que saber que yo tampoco tenía las cosas tan claras hasta el otro día. Obviamente desde el día uno en que estuve contigo yo siempre he sentido que quería pasar más tiempo juntos pero últimamente tus horarios se han vuelto más frenéticos y se nos ha hecho cada vez más difícil vernos. Eso me ha hecho darme cuenta de que paso más tiempo echándote de menos que disfrutando de tu compañía y que la única solución es vivir juntos porque aunque nuestra relación nunca va a ser convencional tampoco puede ser a distancia para siempre. Las cosas se han precipitado desde que vine a Los Ángeles porque a mi anhelo de avanzar contigo se sumó el ser testigo de como otras parejas avanzan en las suyas. Tu hermanastro va a ser padre, Garret y Giselle van a ser padres, ¡se han casado!- me río con incredulidad- siento que todos avanzan y nosotros no.
-Sé que quieres estar conmigo, sé que me quieres en tu vida en 20 años pero no sé cómo. Nuestra relación no es tan fácil como las de otros, soy plenamente consciente, sé que para avanzar juntos tenemos que hacer cambios drásticos en nuestras vidas y es ahí cuando no sé hasta que punto tú estás dispuesto a llegar. Es por eso por lo que me he ido, para dejarte pensar, sin presiones. Siento que te he puesto entre la espada y la pared y no es justo, yo sé cómo se siente hacer algo de lo que no estás seguro solo por no perder a esa persona y también sé cómo acaba. No quiero eso para nosotros.
-Estoy en Nueva York, en el aeropuerto, por eso tenía el móvil apagado. No sabes las ganas que tengo de cogerme un avión a Los Ángeles y volver contigo pero no puedo. No puedo hacer eso porque si voy y tú me pides seguir como hasta ahora pero viéndonos más voy a aceptar, voy a aceptar todo lo que me des con tal de no perderte, así como tú. Terminas el audio diciéndome que mientras sea conmigo aceptarás lo que sea y no quiero eso, quiero que seas plenamente consciente de lo que supondría vivir juntos, mudarme yo o mudarte tú, los cambios que habría que hacer en nuestra rutina actual. Quiero que cuando demos el siguiente paso los dos estemos convencidos y sepamos lo que estamos haciendo, no quiero que nos guíe el miedo de perder al otro, la desesperación, eso no. Tal vez tú no estás listo aun para dar ese paso y voy a esperar a que lo estés siempre y cuando sepas que en algún momento lo estarás, lo que no puedo hacer es seguir como hasta ahora, fluyendo, sin llegar a ninguna parte y sin vistas en el horizonte a hacerlo próximamente. Solo quiero darte tiempo para pensar sin mí en casa presionándote con mi presencia, no quiero interferir en tu decisión. Sé que separarme de ti y decirte que lo hago porque te amo no tiene sentido pero lo tiene, créeme que te amo. Eres… lo más importante de mi vida Edward- le confieso antes de colgar.
Los whatsapps no le llegan, solo un tick lo que me extraña.
Cuando me toca abordar el segundo avión que me lleva hasta Barcelona los mensajes siguen sin llegarle.
Tengo la inmensa suerte de que me toque ventanilla y me paso el vuelo mirando por la ventana.
No sé si he hecho bien, más allá de irme o de quedarme, no sé si soltar todo ahora ha sido adecuado o no. Tal vez si me hubiera callado y le hubiera sacado el tema en un mes o dos más las cosas habrían resultado diferentes, o tal vez no.
No lo sé.
Cuando el avión llega a Barcelona estoy molida, me duele la espalda, el cuello, las piernas las tengo agarrotadas y me siento sucia.
Es pronto por la mañana pero nada más llegar a la recogida de equipajes me doy cuenta de que hay algo extraño en el ambiente.
La terminal del Prat que siempre está atestada de gente está prácticamente vacía.
La sensación continúa cuando cojo el taxi hasta mi casa y no hay casi gente esperando.
-¿Por favor puede subir usted la maleta al maletero?- me pide el taxista.
Extrañada de que no lo haga él pero cansada y deseando llegar a mi casa, cojo la maleta y la meto en el maletero. Pesa bastante.
El trayecto también es extraño, no hay casi coches ni gente por las calles.
Para rematar el taxista desinfecta el datafono con gel hidroalcohólico antes y después de pasar mi tarjeta de crédito.
Menudo obseso de la limpieza, pienso una vez bajo del taxi y camino hasta mi portal.
Nada más llegar a casa me recibe el olor a cerrado y la oscuridad.
Abro las ventanas dejando entrar la luz y me tiro en el sofá.
La espalda me está matando. Malditos vuelos transoceánicos.
Enciendo el teléfono y veo que los whatsapps siguen sin llegarle a Edward.
Empiezo a preocuparme porque hace horas o tal vez un día entero que llegó a Londres y debería llevar en Dubai el tiempo suficiente como para poder encender el teléfono.
Tal vez su móvil se ha estropeado o quizás han ido directos al show y no ha podido conectarse al wifi del hotel.
O tal vez necesita tiempo para pensar y no quiere ver si he respondido a sus mensajes.
Me duele esta última opción pero, ¿no es eso lo que le he pedido?
Con el pesar de todo mi cuerpo me levanto del sofá y deshago la maleta. La suerte de haberte quedado en casa de tu novio es que puedes lavar la ropa y eso me libra de poner unas tres lavadoras en este momento.
Doblo todo y lo meto al armario.
Cuando acabo estoy tan cansada que me duermo sobre la cama sin si quiera retirar el edredón.
Despierto horas después, ya es más de medio día, lo sé por la luz que entra por la ventana.
Voy hasta la nevera para comprobar lo que ya sabía, que está vacía. Tan solo me queda medio limón reseco, agua embotellada, cerveza y botes de salsas.
Bebo agua mientras cojo la libreta que tengo pegada al frigorífico para hacer la lista de la compra.
Apunto bastantes cosas y valoro la opción de hacer dos viajes al Mercadona porque no voy a poder con todo.
Me visto y salgo de casa para encontrarme de nuevo las calles vacías, sin gente y sin coches.
Me empiezo a preocupar y me siento hasta insegura caminando por la calle.
Cuando entro al supermercado una de las cajeras me grita en catalán algo que no llego a comprender.
Me señala la puerta de salida.
¿Pero qué he hecho? Me pregunto a mí misma.
En ese momento uno de los chicos que está haciendo cola para pagar se acerca a mí y me habla en inglés.
-Tienes que ponerte guantes, es obligatorio- me dice señalando la caja de guantes que hay junto a la puerta.
-¿Desde cuándo es obligatorio?
-Es por salud, por el coronavirus- dice volviendo a la caja.
Miro a la cajera que ahora me sonríe.
¡Anda y que te den bruja!
Cojo un carro de la compra y voy metiendo las cosas que tengo apuntadas.
Tampoco hay mucha gente en el supermercado pero me llama la atención porque han ampliado la sección del papel higiénico, ahora ocupa un pasillo entero.
Termino mi compra y cargada como una mula vuelvo hasta casa.
Coloco la compra en el frigorífico y enciendo la tele para ver qué coño pasa en esta ciudad que todos se han ido de vacaciones a la vez.
No es hora de noticias así que busco un canal donde hablen de algo extraordinario que haya pasado.
Entonces haciendo zapping me encuentro con un programa donde sale el presidente del gobierno español diciendo que estamos en estado de alarma desde el día 14 de marzo, o sea desde ayer pienso mirando la fecha de hoy en mi smartwatch.
Luego la imagen se acaba y empiezan la tertulia entre ellos. No me interesa.
Apago la tele y cojo el portátil para buscar qué es un estado de alarma en España.
No lo entiendo muy bien pero hay una web que te indica una serie de cosas que no se pueden hacer:
Durante el periodo establecido, la circulación deberá realizarse individualmente y se limitará a actividades de primera necesidad, tales como compras de alimentos o medicamentos, asistencia a centros sanitarios o entidades financieras, retorno a la residencia habitual o asistencia a personas vulnerables. También se exceptúan los desplazamientos al lugar de trabajo.
Los comercios de hostelería podrán prestar exclusivamente servicio a domicilio, mientras que otro tipo de locales de espectáculos, o donde se realicen actividades culturales, artísticas, deportivas, y similares deberán suspender su apertura estos días.
Igualmente, se suspende la actividad escolar presencial en todos los niveles educativos en favor de actividades educativas online durante este periodo.
La declaración de estado de alarma afectará a todo el territorio nacional durante los próximos 15 días naturales, prorrogable en los términos y con los requisitos previstos en la normativa aplicable.
¿Qué coño me estás contando? Digo alucinada frente a la pantalla del ordenador.
O sea que durante los próximos 15 días no puedo salir de casa nada más que para ir a comprar, ir al médico o ir al trabajo.
¡El trabajo!
Me meto en la plataforma virtual de la oficina y veo un montón de emails.
Se suspende la actividad presencial.
Podéis pasar a recoger los equipos si vuestro puesto lo requiere.
Tenéis adjunto un justificante de transporte para poderos trasladar a la oficina y a vuestra casa.
-Estoy alucinando- digo cogiendo el móvil para llamar a Ona.
-Dime Bella- me responde al segundo timbre.
-Ona acabo de volver a España y no sé qué pasa aquí. ¿Voy a por el portátil a la oficina? ¿Qué hacemos?
-O sea que no sabes nada- suspira.
-Nada.
-El virus chino ha sido declarado pandemia, están muriendo cientos de personas a diario y los hospitales están saturadísimos así que el gobierno ha decidido meternos a todos en casa 15 días para reducir los contagios y aliviar la presión hospitalaria. En cuanto al trabajo pues no lo sé, estoy esperando a que me llamen de recursos humanos a ver qué hacemos. Tenemos varias campañas a la mitad pero con esta mierda tampoco sé si van a salir adelante, la gente está preocupada por no morirse, no por el lanzamiento del nuevo Galaxy S20.
-Vale el lanzamiento de ese teléfono es en tres semanas pero hay otras muchas campañas enfocadas a verano que esas sí saldrán, no creo que esto dure mucho más de esos 15 días, un mes a lo máximo. Hay que seguir trabajando.
Ona se ríe al otro lado.
-¿Has salido a la calle?
-Sí, no hay nada.
-Pues eso, no hay nada abierto que no sean supermercados u hospitales así que quién va a invertir en publicidad. Nadie. No sé tengo un mal presentimiento, creo que esto es más grande de lo que nos dicen y aquí nadie sabe nada.
-¿Entonces qué hago?
-Quedarte en casa. La oficina está cerrada, cuando me llamen de recursos humanos pues ya veremos. Lo nuestro es considerado actividad no esencial por tanto no está justificado que vayamos a trabajar.
Siento como si estuviera en medio de una película y me fuera a despertar. Ayer estaba al otro lado del mundo y hoy no tengo permiso para salir de casa.
Mientras sigo pensando en lo loco que es todo esto suena mi teléfono.
Es Edward.
-Edward- respondo rápidamente.
-Te has ido- dice serio.
-Sí. Estoy en Barcelona.
Suspira al otro lado.
-Te pedí por favor que me esperases.
-Lo sé pero cuando escuché tu audio yo ya estaba en el aeropuerto de Nueva York.
-¿Cuándo tomaste la decisión de irte? ¿Ni si quiera valoraste mi petición de que no te fueras cuando hablamos la primera vez?
Me quedo en silencio eligiendo las palabras para decir a continuación.
-¿Has escuchado mis mensajes?
-No, acabo de llegar a casa. La actuación en Dubai se canceló por el coronavirus, estuvimos atrapados en el aeropuerto de Londres horas antes de poder volver a Los Ángeles. Llevo más de un día sin dormir presionando a todas las aerolíneas para que pudieran hacernos un hueco en un avión que me trajera de vuelta lo más rápidamente posible a Los Ángeles para hablar contigo y cuando llego a casa me doy cuenta de que a ti te ha faltado tiempo para irte.
-¿Crees que la decisión de irme ha sido fácil para mí?- pregunto dolida.
-Sí, porque siempre huyes- me recrimina.
-Ahora no estoy huyendo.
-¿Y cómo llamas a lo que has hecho?
-Te lo dije, creo que ambos necesitamos pensar.
-Y lo entiendo pero, ¿no podías pensar aquí? ¿O esperar a que yo volviera y quizás luego irte? Se supone que ibas a estar conmigo tres semanas y solo ha pasado semana y media- expresa frustrado.
-Si me hubiera quedado allí y hubiera estado contigo ambos habríamos terminado aceptando cosas de las que no estamos seguros con tal de no perder al otro.
Edward se queda callado no sabiendo qué responder.
-¿Qué es lo que quieres Bella? Dime lo que quieres y lo tendrás.
-Eso es precisamente lo que no quiero, que cedas a lo que yo quiero sin valorar antes lo que implica para ti. ¿Qué quieres tú?
-Estar contigo.
-¿Cómo?
-No lo sé- suspira.
-¿Ves? ¿Y si te propongo que te vengas a vivir conmigo? Dirías que sí con tal de que no acabase nuestra relación y tal vez en unos meses te darías cuenta de que no tomaste la decisión adecuada porque estabas guiado por el miedo.
-No pasará.
-Edward para. Sé que te he soltado una bomba que no te esperabas y tal vez fallé en las formas, en cómo lo hice pero lo hecho, hecho está. Tomémonos unas semanas, pensemos bien en nuestro futuro y luego decidiremos.
-¿Unas semanas? ¿Cuánto tiempo necesitas?
En realidad yo no necesito tiempo, es él el que necesita tiempo pero no lo sabe aún.
-En España no podemos salir de casa durante 15 días. Nos lo han prohibido.
-¿Qué?
-El coronavirus ha saturado los hospitales y el gobierno ha impuesto un estado de alarma. No puedo ir ni a trabajar, solo a comprar y al médico, así que no puedo viajar y tú tampoco puedes venir.
-Estupendo- expresa enfadado y frustrado.
-Solo serán 15 días, hemos estado separados mucho más tiempo que eso otras veces- intento animarle.
-Pero no estando así, no estando mal. Ni si quiera sé qué quieres qué hagamos en este tiempo, ¿vamos a hablar o tampoco? ¿Videollamadas o ley del hielo? Estoy enfadado.
-Lo sé y lo siento. Sí, vamos a hablar, siempre que tú quieras vamos a hablar.
-¿Segura?
-Segura. Edward sé que ahora no lo entiendes pero te juro que esta decisión la tomo porque te amo.
Él ríe con ironía.
-Yo creo que cuando verdaderamente amas a alguien te sientas a hablar con él para solucionar las cosas juntos.
Una puñalada en el corazón me habría dolido menos que ese comentario.
Oigo un sonido procedente del teléfono y me lo alejo de la oreja para ver la pantalla negra.
-¿Edward?- pregunto varias veces.
Finalmente me doy cuenta de que el teléfono se ha quedado sin batería.
Voy hasta mi habitación para buscar el cargador pero no doy con él. Reviso incluso el interior de la maleta para encontrarla completamente vacía. Remuevo toda la casa solo para constatar lo que ya sabía, me he olvidado el cargador en Los Ángeles. Estupendo.
.
️
.
¡Hola! Se avecina una pandemia y cada uno está en un país. Sin duda esta circunstancia será un punto de inflexión para la pareja, ¿saldrán reforzados? ¿Los separará?
Espero leer vuestras teorías en los reviews.
La semana que viene mi vida ya vuelve a ser normal así que cada review recibirá un adelanto del siguiente capítulo.
¡Muchas gracias por leer!
