CAPÍTULO III
LA CIRUJANO DEL SURESTE
(A 60 kilómetros de la granja)
Y apenas el anochecer se aproximaba, en todo el territorio se debía acatar la orden que desde la capital el hombre de hierro había dado;
Las luces de las calles y de los hogares debían permanecer apagadas, sumiendo los alrededores en una total oscuridad. Y debía hacerse en un intento por evitar que el enemigo los tomara por objetivo. Sin embargo en aquel lugar el esfuerzo había resultado inútil, y es que por sorpresa lo hicieron durante la mañana, cuando sus habitantes se ocupaban en cavar zanjas al rededor de la ciudad.
Y aunque casi todo estaba en penumbra, los escombros seguían ardiendo, dejando en el aire una espesa capa de polvo y humo, lo que los hacía aún más vulnerables ante aquellas feroces águilas de acero.
Un poco más allá y habiendo resistido el terrible ataque, para fortuna de los habitantes que habían logrado sobrevivir se alzaba aquella construcción.
Ahí, dentro de una pequeña y y acogedora habitación que si apenas era iluminada por una tenue luz, había una mesa sobre la cual y en completo desorden reposaba un puñado de papeles. Junto a él un sillón de viejo cuero se hacía presente.
Del otro lado, exhausta, con los brazos y la cabeza apoyados sobre la fría mesa de operaciones, entregada al ya tan merecido descanso se encontraba una joven mujer envuelta en su sucio uniforme blanco.
Acompañando su sueño, del ambiente se apodero el dulce sonido de una melodía que provenía de un viejo fonógrafo, el cual hacía tiempo y en agradecimiento uno de sus pacientes le había obsequiado.
A cada nota sus casi desfallecidos miembros se iban relajando, su dormida conciencia se elevaba y era transportada hacía un lugar lejano y de pronto, un terrorífico grito seguido por las sonoras alarmas la sacaron de su descanso y la devolvieron a tan hórrida realidad. Una realidad con olor a químico, sangre y muerte.
"Se acerca un bombardeo", aterrado un hombre abrió las puertas del nosocomio, dando fuertes gritos para que todos los que ahí se ocultaban se previnieran ante el inminente ataque.
De nuevo ese hueco sonido se apodero de los cielos y entonces los vientres de aquellas aves de acero se abrieron, dejando caer sobre los escombros sus pesadas y destructivas cargas.
"No de nuevo, por favor", la medico murmuro y sin haberse despertado por completo se puso de pie, dirigiendo sus temblorosos pasos a través de los abarrotados pasillos.
Ante el terrible estruendo la tierra se estremeció con violencia, como amenazando con desquebrajarse y engullirlos a todos en sus entrañas. De los techos la luces comenzaron a pender y de las vitrinas los frascos resbalaron con los pocos medicamentos que quedaban, desperdiciándose sobre el sucio suelo.
Un poco más allá y sin poder escapar, no porque no pudieran hacerlo, sino porque era el único lugar que les ofrecía cierta seguridad, embargados por el más puro miedo hombres y mujeres se agazapaban unos con otros en un inútil intento por protegerse. Y como si se tratara de un desgarrador coro, el desesperado llanto de los más jóvenes y viejos inundo el lugar.
"¿Ya termino?", un hombre cuestiono escuchando como los aviones se alejaban.
"Así parece", otro replico mientras se reincorporaba.
"Tenemos que ir a buscar a los heridos", uno más alzo la voz.
"¿Crees que quedara alguno vivo?"
"¿Cómo vamos a saberlo, sino vamos?", replico mientras se dirigía a la entrada.
"No, no pueden salir... esos desgraciados podrían volver a hacerlo", preocupada una joven expreso.
De pronto la puerta se abrió, dejando entrever a un anciano; "Esos malditos lo hicieron de nuevo... ¿Qué no están conformes con lo de esta mañana?", llevándose la mano a la herida en su frente, se tiño con el rojo brillante de su sangre.
Detrás de él un joven ingreso, llevando en los brazos a un pequeño. "Un medico, necesito un doctor... encontré a este niño en las calles, esta mal herido"
Corriendo en su auxilio, la medico lo tomo y sin decir palabra alguna lo coloco sobre el frío suelo, donde comenzó a examinarlo.
"La tierra debería abrirse y tragárselos a todos", el anciano que había llegado chillo.
"¿Qué les hicimos como para que nos den este trato?", más allá una mujer gimió.
El caos poco a poco se fue apoderando del lugar mientras que en los pasillos eran atendidos los heridos del bombardeo anterior.
"No les hicimos nada. Debemos dejar de culparnos", la medico encargada replico mientras que en vano trataba de reanimar al lastimado chiquillo.
"¿Podrá salvarlo?"
"Lo lamento, no hay nada que pueda hacer", contesto ella mientras lo cubría con la sabana. "Por favor no se lo digas a nadie, de lo contrario se podrán mas nerviosos. Lo ultimo que necesitamos es que esta gente sea presa de la ansiedad", dijo en voz baja para que nadie salvo él la escuchara.
"De acuerdo... tan solo era un niño"
"La guerra nos trata a todos por igual, a la muerte poco le importa la edad. Ella no hace distinción alguna". Y aunque por su profesión estaba acostumbrada a pelear con la muerte, la imagen de aquel pequeño la perturbo, sumiéndola en terribles pensamientos.
"Cómo me gustaría reventarles la cara a esos mal nacidos hijos de la mala entraña que los pario", un chiquillo que apenas y estaba saliendo de la adolescencia, exclamo.
"Deja de decir estupideces, Nikolai... ¿En que podría ayudar un mocoso como tú?"
"En mucho, ya estoy harto de esta situación", apretando su puño golpeo el agrietado muro.
"Debiste escucharte, estabas llorando", en medio de su nerviosismo Alexei, su hermano, rió.
"¿Y acaso tú no hiciste lo mismo?", replico enfadado.
Del otro lado del pasillo un joven hombre de cabellos castaños y también envuelto en su blanco, pero rasgado uniforme, observo a su amada y negando con la cabeza, dejo de lado al paciente que atendía para dirigirse hacia ella.
"¿Qué haces aquí?, deberías ir a dormir", molesto cuestiono tomándola por los hombros.
"No puedo hacerlo", replico ella aún observando al inerte pequeño.
"Nada podemos hacer… están mal heridos y los medicamentos escasean. Tú tampoco estas bien, pero aún estas viva... así que por favor ve a dormir"
"No puedo"
"Te lo estoy pidiendo no como medico, pero si como tú esposo que soy"
"Aquí hay mucho trabajo que atender", contesto ella. "Así lo prometí"
"Te entiendo, sin embargo pareciera que en nada nuestro trabajo hace la diferencia", el hombre contesto y luego le beso la frente.
"Nos equivocamos, ¿Verdad?", al borde del llanto la mujer se llevo la mano al frágil y si apenas abultado vientre.
"No, Amy. No nos equivocamos. Paso porque tenía que pasar, además no sabíamos que este problema se avecinaba"
"Quizás debí... en cuanto me di cuenta...", murmuro debilitante y sin fuerzas para terminar la funesta frase.
"No, por favor no vuelvas a pensar en ello. Ya verás que pronto esto terminara y podremos regresar a nuestra antigua vida"
"¿De verdad crees que este infierno acabara?... Yo en verdad lo dudo. Cada día se torna peor, y me parece egoísta de mi parte tener un hijo ahora, solo vendrá a sufrir como el resto de los niños"
"Ten fe, mujer. Ya verás que nuestro hijo nacerá el día que esta guerra termine", expreso él en un intento por devolverle a su esposa la esperanza que en momentos como esos la abandonaba.
"Entonces deja que por hoy termine mi trabajo, debo ayudar a esos pobres niños que aún tienen oportunidad"
"Si eso quieres hacer, entonces ve. No te detendré", contesto y luego la volvió a besar, solo que en los labios.
"Gracias por comprender", la mujer dijo y entonces continuo con lo que hacia. Más al darse cuenta de que su bata estaba manchada de sangre, se deshizo de ella. Buena fue su elección ante lo que se avecinaba.
En medio de esa confusión de nueva cuenta aquella sirena volvió a sonar, anunciando que un nuevo bombardeo se avecinaba.
"Hijos de perra", el joven Nikolai grito. "Juro que el día menos pensado voy a partirles la cara"
"Ya cállate, no eres más que un tonto llorón", nervioso Alexei, lo envolvió en sus brazos con la firme intención de protegerlo.
Y aún con la tierra estremeciéndose, las casi derrumbadas puertas del nosocomio se abrieron con violencia y entonces aquellas figuras envueltas en sus uniformes irrumpieron en el lugar.
Colocándose de forma estratégica a lo largo de los pasillos, los oficiales apuntaron sus largas armas en un intento porque nadie huyera.
Ante esa hórrida imagen el griterío no se hizo esperar y es que ¿Acaso esos miserables se atreverían a acabar con los mal heridos?, ¿Qué amenaza representaban como para que hubieran tomado esa decisión?
"¿Qué hacen?", valiente Amy alzo la voz ante la falta de una clara visibilidad. "Aquí solo hay civiles heridos"
No, no todo podía estar perdido, porque en en medio de la confusión el joven Alexei sonrió. "Son los nuestros"
"Es cierto, nuestros soldados han venido a auxiliarnos", embargada por la esperanza una mujer señalo.
En efecto, era su ejercito el que se hacía presente y por sus impecables uniformes, aquellos desdichados pronto supusieron que habían llegado desde la capital.
"¿Quién esta a cargo de este lugar?", el más alto en rango alzo la voz.
"Mi esposo, el doctor Richard", sin poder comprender que era lo que pretendían, la peliazul señalo hacia el hombre de blanco.
"Ven, acércate", el mal encarado hombre ordeno.
Sin imaginar lo que estaba a punto de escuchar, el castaño obedeció; "¿Qué sucede?"
"En quince minutos te quiero a ti, a todos los médicos y demás personal sanitario en el camión que afuera espera"
"¿Quince minutos?... ¿A todos?", confundido el medico pregunto.
"¿No escuchaste bien?", impaciente el oficial lo empujo. "A todos... incluidos a todos aquellos que estén en condición de pelear"
"Si, por supuesto que entendí, es solo que ... la mayoría de estos hombres están heridos... necesitan ser atendidos... la clínica no puede quedarse sin personal que se encargue de ellos"
El oficial torció los labios y negó con la cabeza; "Aún así quiero que tú y todos los hombres en buena condición se suban a ese maldito camión. Afuera hay una guerra y necesito hombres para pelearla"
"Soy medico, este es mi hospital y no puedo abandonarlo… mis pacientes... ¿Quién se ocupara de ellos?", volvió a expresar, no porque fuera cobarde, sino porque estaba en su razón.
"Vas al frente, ahí tendrás demasiados. Así que obedece, de lo contrario tendré que arrestarte por desacato"
Ante su orden, un anciano se acerco al oficial; "Nosotros... los viejos y heridos... ¿Qué podemos hacer para detener a esos hijos de perra?"
"Mujeres, ancianos y niños se ocuparan de seguir cavando zanjas alrededor de la ciudad, de esa forma evitaran que esos desgraciados con sus tanques ingresen a ella"
Asintiendo el viejo se volvió para con el medico; "Ve, muchacho. Porque entre más médicos vayan, más rápido este infierno terminara. Nosotros nos ocuparemos de los heridos"
Sin saber que decir Richard lo contemplo y asintió. Era verdad, ellos podrían hacer una gran diferencia.
Ante ese intercambio de palabras y la orden dada, el joven Nikolai se puso de pie; "Yo voy con ustedes"
"No seas estúpido, hermano", tomándolo por la camisa Alexei lo retuvo.
"No soy estúpido y tampoco soy cobarde. Deseo terminar con esta guerra"
"Eres demasiado joven", burlón el oficial le dirigió una corta mirada. "Necesito hombres, no niños"
"Si, soy joven, pero le prometo que le seré útil"
El oficial negó con la cabeza y luego lo golpeo en la frente, haciendo que la sangre emanara; "Quédate, haces falta en la ciudad"
Rechinando sus dientes en el más puro coraje, pero no por lo que le había hecho, Nikolai negó con la cabeza; "¿Qué no me escucho?... quiero ir"
El mal encarado hombre asintió ante esa bravura; "Entonces ve al camión, pero debes entender que los armas escasean. De ser necesario tendrás que pelear con las manos"
"No tengo miedo, señor", emocionado corrió hacia la entrada.
"Eres un idiota, Nikolai, pero yo voy contigo", Alexei dijo, siguiendo los valientes pasos de su hermano menor.
"¿Viste eso?... los jóvenes son más arrojados que tú"
"Entiendo, pero por favor sea paciente y deme cinco minutos para despedirme de mi esposa y preparar mis cosas"
"Que sean dos", el oficial ordeno y dándole la espalda, abandono el lugar en compañía de los demás soldados.
Richard observo a la peliazul y entonces expreso; "Me voy al frente"
"¿Por qué?", cuestiono ella sin poder creer que fuera una realidad.
"Me requieren ahí para curar a los heridos… no quiero dejarte sola, pero debo ir junto a los demás médicos"
"Entonces yo me voy contigo", decidida a todo contesto.
"No puedes y sabes porque… quédate y espérame. Voy a volver"
"No puedo dejarte ir solo, soy medico y mi deber es acompañarte... así lo prometimos cuando abrimos esta clínica", fijando su mirada en la de él, señalo.
"Es diferente… en cuanto sepa mi ubicación te escribiré", contesto el hombre y entonces comenzó a preparar sus instrumentos. "Será mejor que te ocultes, de lo contrario también te llevaran a ti... ocúpate de los heridos, aquí haces mucha falta"
"Un minuto y nos vamos", desde el umbral de la puerta el hombre alzo la voz.
"Nada podemos hacer ya por muchas de estas personas… los que están mejor pueden hacerse cargo de los heridos. Ellos se quedaran a proteger la ciudad", expreso ella tomando la mano de su esposo.
"Es hora", el oficial dijo y viendo que el medico tardaba, ingreso y entonces con violencia lo tomo por la blanca bata.
"No, por favor no se lo lleven", desesperada Amy suplico.
"En el frente hacen falta buenos médicos. En el camión ya tengo dos que encontré en el pueblo vecino. Luego iremos rumbo a dos ciudades más y de ahí a defender la capital"
"Entonces llévame con él, no nos separe", embargada por el llanto pidió.
"Amy, cállate. No haga caso a esta mujer", asustado, Richard suplico.
El oficial sonrió y entonces asintió con la cabeza; "¿Eres enfermera?"
"No, señor. Soy cirujana y por eso le pido que por favor me lleve a mi también"
Ante sus palabras el sujeto sonrió; "Hacen falta más mujeres valientes que vayan a la guerra... ven, ahí harás mucha falta... Vasili no me lo creerá cuando se lo diga", dijo posando la incrédula mirada en aquella menuda joven.
Mientras tanto afuera esperaba aquel grupo de hombres y mujeres. Y aunque ellas eran pocas en comparación con los varones, con su heroico esfuerzo lograrían una marcada diferencia sobre el enemigo.
Así pues los Mizuno subieron al camión.
"¿A dónde vamos?", pegunto Nikolai.
"A la capital", contesto un regordete sujeto de cabellos negros, mirada oscura y hoyuelos en las mejillas, luego le ofreció un cigarrillo.
"Gracias, pero no fumo"
Ante sus palabras el hombre sonrió; "Eres demasiado blando, pero bastaran tres días en combate para que cambies... toma, espero y te quede"
"Hermano, no sé si hicimos bien", por lo bajo Alexei murmuro.
"Es lo correcto, si ahí morimos al menos habremos hecho algo por nuestra tierra", contesto mientras vestía el bello uniforme que el regordete sujeto le había entregado.
Y mientras el camión se alejaba entre los ardientes escombros, por vez ultima los esposos observaron lo que hasta hacía unos minutos representaba su hogar y ese maravilloso sueño llamado clínica, la cual y con tanto sacrificio habían logrado levantar.
"¿Crees que algún día regresaremos?", cuestiono ella sin imaginar todo el horror que estaba por atestiguar.
"No lo sé, Amy. No lo sé", concluyo él mientras que en sus brazos se echaba a llorar.
Notas de autor;
Contrario a las historias pasadas, en esta desde el principio estamos conociendo el dolor de cada personaje.
La historia anterior de cierto modo sirvió de preámbulo para esta, ¿Recuerdan que Amy quería convertirse en medico?, pues bien, aquí la tenemos. Y su pena es grande, porque estando en cinta se ha marchado a la capital. Es muy valiente.
Así iremos conociendo la tristeza de cada uno de nuestros personajes principales, aunque de nueva cuenta en esta historia no tendremos a Serenity, y es que aún no es su tiempo de renacer.
La próxima semana si actualizare la otra historia.
Isavellcota; Y apenas es el inicio, apenas vamos conociendo a nuestros protagonistas. Se vienen muchas cosas.
Michelle; Así es, creo que esta vida será en cierto modo mas difícil que la otra, el contexto es aún más doloroso porque incluye el odio de toda una nación.
Kaiohmaru; No, Gunther no es el villano de esta historia. El principal villano esta en las sombras y es ese hombre que dio la orden de iniciar la guerra, pero habrá más, aunque no del todo se les puede llamar de esa forma.
Kyoky; Y yo me reí con tu comentario. Esta historia la tenía pensada desde el 2018, cuando inicie la primera. Con ello ya tenía el plot de algunos capítulos, pero es hasta hoy que la presento. Es por eso que conserva algunos elementos de esa otra vida, y bien podríamos decir que regresamos al inicio xd. Es cierto, ese hermano de Michiru no aporta nada bueno, él fue a la guerra por mero gusto y porque su "papá" en cierta forma lo envió para que dejara en paz a su hija.
