CAPÍTULO V
SIN UN ULTIMO ADIÓS
Durante la mayor parte de la madrugada los aviones que se dirigían hacia la capital sobrevolaron a baja altura mientras que la espesa lluvia golpeo el techo del granero, más eso no fue impedimento alguno como para que el rubio se entregara al descanso...
Antes siquiera de que el alba comenzara a despuntar, en grandes parvadas las aves comenzaron a inundar los nublados cielos. Y fue ante su diverso canto que el rubio despertó.
Aún con los ojos cerrados, siguió pensando en todo aquello que sin razón alguna su esposa había dicho. Y es que por más que él le jurara que no había nadie más, ella se empeñaba en descubrir esa inexistente verdad. Mas que no la amara no significaba que en algún momento la hubiera engañado con alguna otra mujer. Siendo que todo ese mal entendido surgió luego de que Haruka rechazara a una joven, quien furiosa se había encargado de esparcir aquellas mal intencionadas habladurías, las cuales y para su mala suerte su esposa creyó.
Comprendiendo que seguir acostado no le beneficiaba en nada se reincorporo, dirigiendo sus pasos hacia su hogar. Entrando en la habitación que compartía con la castaña tomo ropa limpia para darse una ducha...
Fue así que bien vestido y peinado al hombro se colgó su bolso de cuero he ingresando en la cocina, observo a su esposa frente al fogón mientras que sobre la mesa ya estaba servido su desayuno. Al lado del plato reposaba la lista de cosas que debía ir a comprar.
Haruka contemplo a la mujer con verdaderas intenciones de hablarle y disculparse por lo sucedido la noche pasada, mas ante el incomodo silencio por parte de ella, él también calló. No porque fuera orgulloso, sino porque no era su deseo el perturbar cuales fueran sus íntimos pensamientos. Así que haciendo a un lado el dinero que ella le había dejado y sin tocar los alimentos, guardo el trozo de papel y luego dirigió sus pasos hacia la ciudad.
Avanzando por las tranquilas calles, las personas que le conocían lo saludaban a su paso, él con gentileza correspondía a sus buenas atenciones. Sin embargo en ese momento todo lo que ocupaba su pensamiento era el reconciliarse con la castaña.
"Soy un estúpido, no debí hablarle así... quizás debo ceder a lo que me pide, después de todo es mi esposa... quizás eso llegue a arreglar nuestros problemas", se lamento para sus adentros al mismo tiempo que ingresaba en la ferretería.
"Buenas días", saludo el hombre que atendía el mostrador.
"Buenos días"
"Que sorpresa verte por aquí, pensé que te habías ido al frente"
"No, es solo que estoy muy ocupado con la siembra"
"¿Qué necesitas?", pregunto el sujeto.
"Medio kilogramo de clavos y una brocha mediana. Y un paquete de lapices de colores", sonriendo dijo al recordar el encargo de su pequeño.
"¿Estás haciendo reparaciones?", cuestiono el otro mientras reunía todo.
"Así es, la cerca de mi casa", respondió sacando el dinero de su bolsillo.
"¿Sabias que hay soldados reclutando gente para ir y combatir?", el hombre dijo colocando las cosas sobre el mostrador. .
"Si, por supuesto"
"Llegaron ayer, sin embargo en la madrugada llegó un camión más. Están del otro lado de la ciudad. Sería bueno que te unieras a ellos. Hacen falta hombres jóvenes con tú. Yo soy un pobre viejo que solo serviría como simple carne de cañón"
Haruka sonrió y negó con la cabeza; "No es que sea un cobarde, es solo que en la guerra nadie gana. Todos perdemos algo"
"Considérelo. La paga es demasiado buena. Ofrecen raciones de primera para ti y tu familia, y si algo llega a sucederte en combate, serás todo un héroe para tu nación. Tu esposa y tu hijo quedaran asegurados con una muy buena pensión"
"Hasta que esos desgraciados no llamen a mi puerta yo no voy a ningún lado. Además si me marcho, ¿Quien los va a cuidar a ellos?" dejando el dinero sobre el mostrador, replico.
"Considerarlo"
"Voy a pensarlo", expreso y apenas salio a la calle, observo a tres jóvenes, quienes por haberse unido alegres lucían sus nuevos uniformes.
"Iremos a la guerra"
"Pagaran por haber atacado nuestras ciudades"
"Se van a arrepentir de lo que nos hicieron"
Ante esa imagen y esas palabras el rubio se asqueo, y es que la resultaba grotesco que alguien se emocionara tanto por morir, y aún mas de forma tan prematura.
De pronto y contra todo pronostico la hasta entonces inquebrantable paz de la mañana fue interrumpida por el terrible llanto de las hasta entonces mudas sirenas, anunciando con su trágica melodía que en la distancia se aproximaban las águilas de acero del enemigo.
"No, no puede ser", Haruka mascullo ante ese inquietante y monstruoso sonido. Recordando así que la noche anterior le había dicho a su hijo que mientras no las escuchara llorar, no tenía de que preocuparse.
Provenientes del Norte, asustadas las aves huían en grandes parvadas, acompañando con sus graznidos aquella retorcida sinfonía.
Y aunque embargado por el más puro de los miedos, el joven inicio la carrera hacia la granja. Tenía que llegar cuanto antes para poder acompañar a su mujer y a su hijo, quienes debían estar igual de horrorizados.
Levantando la mirada hacia el cielo, entonces contemplo como esas águilas abrieron sus vientres de acero, liberando así su pesada carga.
De un momento a otro la tierra se estremeció con violencia y los cristales se reventaron ante el paso del invisible impacto.
Sin poder hacer nada por mantener el equilibrio el rubio cayó, golpeándose en la frente.
El griterío y llanto se apodero del lugar, sin que aquellos miserables cobardes les dieran tregua alguna.
Débil el rubio levanto un poco la cabeza, sintiendo como su tibia sangre resbalaba por su sucio rostro, más lo único que pudo contemplar fue aquella espesa capa de humo y polvo que se apodero de todo el alrededor. Mas allá los aviones seguían volando, destruyendo todo a su paso.
Recobrando un poco de esa perdida conciencia y recordando a su familia, hizo un esfuerzo que bien pudo rayar en lo sobrehumano, así que reincorporándose por fin pudo reiniciar la dura caminata.
Huyendo en sentido contrario a él, horrorizado por todo lo que en el camino había atestiguado, un joven a fuertes voces gritaba; "Destruyeron el hospital", con el brazo y la pierna herida se desplazaba con dificultad.
Aturdido a causa del hueco sonido y el violento golpe, Haruka no logro escucharlo, y es que su cabeza dolía y sus oídos chillaban.
Reconociéndolo, el sujeto se detuvo y tomándolo por la camisa, grito muy cerca de él; "Destruyeron la granja"
"¿Eh?"
"Tu granja fue destruida, esta ardiendo", volvió a gritar.
"No entiendo", contesto el rubio limpiándose el sucio rostro. Observando hacia el otro lado de la acera, contemplo a los tres inertes jóvenes que orgullosos presumían sus uniformes militares.
"Tu granja fue atacada", el hombre pausadamente dijo para que él pudiera comprender.
"No, no es posible... mi esposa... mi hijo", sin importarle sus propias heridas, sino ellos dos, con dificultad comenzó a correr hacia su hogar. Contemplando en el camino gran parte de la devastación causada por aquellos demonios.
Todo ardía bajo las furiosas llamas y entre los escombros frías aquellas figuras reposaban.
Y aunque deseaba detenerse para ayudar a los heridos que a gritos clamaban su atención, no podía permitirse el perder ese valioso tiempo. Debía ir en busca de su familia, quienes estarían aterrorizados por el ataque.
"Tengo que llegar", tambaleante, la terrible combinación de desgarradoras escenas hicieron que el rubio utilizara todas sus energías para arribar cuanto antes.
Entonces en las lejanías diviso lo que hasta hacía unos minutos había sido su amado hogar. Era verdad, una bomba la había alcanzado, destruyéndola casi por completo.
Del otro lado del granero sus vecinos se amontonaban entre los escombros para apagar las llamas que amenazaban con devorar lo poco que en el interior quedaba.
"Mi hijo, mi esposa ¿Dónde están?", escapando a esa desgarradora primera impresión, sin aliento gimió mientras se abría paso entre los curiosos.
"Señor, no puede pasar. Las llamas lo consumen todo", dos hombres lo detuvieron.
"Maldita sea, déjenme entrar. Tengo que ir por mi esposa y mi hijo", empujándolos, inútilmente trato de escapar a su agarre.
"No puedes hacer nada, de lo contrario también morirás", sin pensar lo que esas palabras provocarían en el joven, un tercer hombre exclamo.
"No es verdad. Tengo que ir por ellos. Deben estar ocultos en el sótano, así como lo planeamos"
"Entiende, ya no puedes hacer nada. Los hombres ya intentaron entrar y el fuego no se los permitió", su vecina, quien a veces cuidaba del pequeño Fiódor, lo sujeto por la camisa. "Entiendo tu dolor, pero por favor también piensa un poco en ti"
"No, no es posible... estoy seguro de que me están esperando... deben estar ocultos", importándole poco el desgarrador dolor que lo corroía, logro escapar a ellos para correr en dirección a la granja...
Embargado por el llanto y con la cabeza baja, el rubio permanecía en silencio, y es que no quería ser testigo de cómo poco a poco todo se resumía a escombros, ceniza y polvo. Además de que nada había podido hacer por los suyos.
"Maldito soy. Si me hubiera detenido a hablar con Misaki, ellos estarían vivos, o yo estaría con ellos", pensó sintiendo como su pecho se desgarraba en la más pura de las tristezas. "Soy un maldito cobarde"
Erigiendo la mirada, entonces contemplo aquella grotesca escena. Y es que ahí y en lo que quedaba del granero, hombres y mujeres se amontonaban sobre los escombros para robar la cosecha que él había guardado solo para ellos tres.
A esos infelices no les importaba el fuego que todo lo rodeaba, ni que la construcción amenazara con derrumbarse sobre sus cabezas. Tan solo les importaba tomar el esfuerzo de su trabajo.
"Desgraciados. Si así se hubieran preocupado por mi esposa y mi hijo, ellos estarían vivos. No cabe duda, esta es la verdadera naturaleza del hombre", murmuro.
Furioso uno de esos sujetos se acerco a él y sin importarle la pena que amenazaba con asesinarlo, lo tomo por la desgarrada camisa, luego lo golpeo en el de por si ensangrentado rostro; "Eres un imbécil… te mereces esto y más", luego lo pateo con fuerza.
Ante ese inesperado ataque y aun más ante sus palabras, Haruka se fue a los golpes contra él; ¿Qué es lo que te sucede?... ¿Por qué hablas de esa manera?, ¿Qué no ves que mi esposa y mi hijo han muerto?"
"¿Y eso a mi que me importa?... mantenías escondido ese trigo y ese arroz mientras que nosotros hubiéramos muerto de hambre... me alegro, eso te sucede por cobarde"
"¿Qué lo merezco?... eres un hijo de perra", el rubio chillo y lanzándose contra él, lo derivo sobre el suelo.
"¿Te has vuelto loco?", cuestiono otro hombre mientras que en vano trataba de separarlos.
"Se ha burlado de mi familia", expreso Haruka continuando el ataque.
"No, sabes que él no quiso decir eso. Sabes que no es culpable de lo que paso... mejor ven... ayúdanos a sacar lo que queda en el granero"
Asqueado el rubio negó con la cabeza, luego frunció el entrecejo; "Es grotesco lo que dicen... mi esposa y mi hijo murieron y a ustedes les importa más el estúpido granero"
"Nada se pudo hacer por ellos, pero aún podemos hacer algo por nosotros... debemos sacar los granos que quedan ahí"
"¿Hay más cereales en la casa?", alguien pregunto sin importarle la pena del hombre.
"Váyanse al infierno. Esos sacos ya están malditos, y espero y les sirvan de mucho y les eviten lo que estoy sufriendo", escupió mientras les daba la espalda...
Hacía esa tarde y de forma presurosa se llevaron a cabo los primitivos funerales, en los que el rubio tuvo que soportar sobre él las desagradables y acusadoras miradas de sus vecinos.
"Lo siento mucho, es algo que tienes que aceptar", dijo un anciano, colocando su mano sobre el hombro del joven.
"¿Aceptarlo?, ¿Cómo?, mi hijo y mi esposa han muerto"
"Cálmate", ordeno.
"¿Quiere que me calme?", desesperado y furioso grito. "Esos malditos desgraciados se preocuparon más por salvar la maldita cosecha que por haber hecho algo por ellos"
"Por favor no grites. Están tan asustados como tú... no hagas un escándalo mayor"
"Que me importan ellos, al diablo con todo y todos. ¿De qué me sirvió el que siempre fuera bueno?, ¿De verdad merezco lo que me sucedió?"
"Sabes que no..."
"Cállese, no me importan sus malditas escusas"
El anciano camino hacia él para hablar a su oído; "Será mejor que te marches hasta que se tranquilicen... están furiosos contigo por haber ocultado y maldecido los alimentos. Muchos hablan de... ve y escóndete"
"Si de verdad quieren matarme, entonces los reto a que lo hagan. Me harían un gran favor", grito para que todos ellos le escucharan.
Si, la ira y la tristeza se habían mezclado en su hasta entonces noble corazón. Había enterrado a su esposa y a su hijo y ya no tenía un lugar a donde ir. Lo había perdido todo en cuestión de minutos. Y por si eso fuera poco sus vecinos lo repudiaban.
Así que vagando entre lo que quedaba de la ciudad, en completa soledad lloraba su mas amarga pena.
"No cabe duda, se volvió loco", una mujer murmuro al verlo pasar por su ventana.
"Es un hipócrita. Era bien sabido que engañaba a su esposa", más adelante otra murmuro.
"Es un castigo lo que le sucedió. Eso de esconder la cosecha no habla muy bien de él"
"Su abuelo y su padre eran hombres muy buenos. En cambio él es un egoísta que caro ha pagado por ello"
Ignorandolas él continuo su camino. Lamentándose a cada paso el haberse ido a dormir sin haber arreglado las cosas con su esposa, sin haber hablado con ella aquella mañana, sin haber besado por vez ultima a su hijo, quien desesperado grito por él apenas y la sirena sonó.
"¿De verdad lo merezco?... Nada, ya no tengo nada. Solo mi estúpida vida", experimentando un odio que iba más allá de él, con fuerza apretó su puño y rechino los dientes. "Será mejor que me reúna con ellos", murmuro.
Recordando su bolso de cuero, llevo la mano dentro de él y tomando el paquete de lapices de colores que había comprado para su pequeño, de nueva cuenta rompió a llorar. "Debí colocarlos junto a él", gimo y volviendo su nublada vista hacia la izquierda, en la cercana distancia contemplo aquel puesto militar, el cual se había mantenido en pie aún luego del ataque.
Si, ahí estaban reclutando a los jóvenes que desearan ir y pelear. Mas luego de lo sucedido nadie había querido unirse. Haber contemplado la devastación que el enemigo había causado sobre sus hogares los había acobardado, y es que si así había sido en esa ciudad, ¿Cómo sería en un verdadero campo de batalla.
Lejos de experimentar miedo, el rubio dirigió sus pasos hacia él y colocándose frente al oficial que estaba detrás del escritorio, hablo; "Me uno a ustedes"
"¿Estas seguro?", el mal encarado hombre pregunto.
"Por supuesto. Le prometí a mi hijo que yo no iría a la guerra hasta que ellos no me buscaran, lo hicieron y me han convertido en esto", replico furioso. Y aunque precia que no pensaba con claridad, la verdad era que estaba muy lucido. Entonces sobre el escritorio dejo caer su identificación.
El oficial torció la boca, como emulando una sonrisa; "Entonces ve, soldado. Ellos vinieron buscando tomar nuestra amada tierra, pero gracias a ti y todos los que van no lo lograran... y algún día estoy seguro, tú caminaras sobre lo que quede de sus ciudades, entonces mil veces se arrepentirán de haberte herido"
"¿A dónde vamos?"
"A defender la capital", dijo y poniéndose de pie, de una pila de ropa tomo un uniforme militar, un par de botas y un pesado abrigo. "El invierno se acerca y eso nos dará mucha ventaja, porque para cuando este llegue la capital será libre y tu estarás rumbo al Norte, rumbo a sus hogares". Volviéndose hacia el otro lado, tomo una arma, un gorro y un macuto para que en el guardara las pocas pertenencias que le quedaban; "Ve a que los médicos curen tus heridas, nos iremos al anochecer. Y por favor cuida tus botas, el gorro y el fusil. Son muy codiciados por esos malditos"
Así pues dentro del saco coloco sus cosas, pensando como en un instante su vida había cambiado por completo y quizás para siempre.
"Malditos sean todos", conteniendo su ira chillo mientras vestía su nueva ropa.
Si, estaba furioso y en sus ojos ya no había un brillo humano, sino el de un embravecida bestia que consideraba que alguien debía pagar por lo que a el le habían hecho.
Pero, ¿Podría volver a ser ese noble hombre?
Notas de autor;
Feliz navidad a todos y todas ;)
Lo que Isao le hizo a Haruka no se compara con esto. Ese hombre lo hirió en lo físico y también en lo emocional, pero eso de haberlo despojado de esa forma de su familia, va aún más allá.
En el capitulo 53 de "fragmentos de una vida", hice una pequeña referencia a esta historia. Esta es la historia que Setsuna le prometió a Hotaru.
Si, que Haruka les haya negado ese alimento a sus vecinos es mezquino, pero lo hizo pensando en su familia. ¿Lo ven?, no se le puede juzgar ni bien, ni mal. Y así sucederá muchas veces, no podremos juzgarles porque están asustados y furiosos.
Kaiohmaru; Exactamente, ella era una mujer buena, pero caprichosa. Haruka fue paciente con ella y por eso nunca se alejo de ellos.
Michelle; Tarde que temprano los dos se van a reencontrar, aunque aun falta para que ello suceda. No se me desesperen. Esa mujer solo pensaba en ella, Haruka estaba en lo correcto al decir que cometerían un error.
Isavellcota; Así lo considero mejor, de lo contrario nos tomaría mucho tiempo ese reencuentro entre los dos. Su esposa no del todo pensaba con claridad. Otro hijo les hubiera traído más problemas.
