CAPÍTULO IX
EN LLAMAS
Y en medio de la aún fría madrugada, se hizo de día...
Bajo sus pesadas y desgastadas botas, la tierra se estremecía con violencia, el polvo se elevaba y lo poco que quedaba en pie se desquebrajaba con un terrible rugido.
Y ahí en ese infierno, aún sin poder creer lo que acontecía, la hermosa rubia Mina observaba a su alrededor.
El humo se alzaba en grandes columnas, el negro cielo iluminado por el surcar de los pesados misiles y la sonora sinfonía creada por el rugir de la pesada artillería, era algo que ya no la atemorizaba y muy por el contrario le resultaba una bella composición. Las chispas y la ceniza que en torno a ellos caía, le daba a todo un aspecto místico.
Fue a través de esos cuatro años de combate que del campo de batalla logro sacar a más de cien hombres heridos, recibiendo por ello sus bien merecidos honores, aunque en más de una ocasión fue alcanzada por un par de balas enemigas. Sin embargo eso no importaba ya, después de todo y contra todo pronóstico había sobrevivido. Su emoción era tanta que no podía creer que había llegado hasta Tremlín, la capital de la nación que en su contra había iniciado la guerra.
Con un sonrisa en sus rosados labios, contemplaba esa destrucción. Si, era igual a la que esos hombres habían dejado en su amada patria, sin embargo esta le resultaba divina, regocijando en la más pura alegría su agitado corazón.
"¡Vaya!", expreso observando como los cielos eran abarrotados por el volar de los aviones.
"Menudos imbéciles, ese enclenque ha dejado que los civiles se hagan cargo de defender su asquerosa capital", conduciendo su pesado tanque entre los escombros, un oficial gritó.
"¿Qué se siente?. No pensaron que llegaríamos hasta aquí, ¿Verdad?", recordando la noche que había decidido unirse a ellos, el joven Nikolai rompió a llorar, no porque estuviera triste, sino por la emoción a haber sobrevivido a ese infierno que todo lo devoraba.
"Pronto hermano, pronto podremos regresar a nuestro hogar", replico Alexei.
Más allá y en el edifico que habían logro tomar y que servía como hospital, los cirujanos se encargaban de atender a sus compañeros heridos.
"La guerra esta a punto de terminar, los hombres ya no deberían morir", Mizuno, la medico en jefe, expreso ante la gran cantidad de pacientes que ese día había operado.
"Amy, Amy", con dificultad un hombre grito a su espalda.
Al escuchar la voz que la llamaba, la tibia sangre de sus miembros se heló y volviendo la mirada, contempló al pelinegro Kirill, su pareja desde hacía tres años, quien había sido herido en un muslo.
Ante esa imagen la médico se quedó sin aliento, haciéndola volver a aquel maldito instante.
"No quiero morir, no ahora", gimió aferrándose a ella.
"No, no lo voy a permitir, tú no vas a morir", contesto contendido su amargo llanto.
Un poco más allá, la castaña Lita en compañía de su inseparable Vasia, desde el techo de un edificio disparaba.
"He cumplido mi promesa, hermano... logre llegar a la tierra de tu asesino", moviéndose con dificultad a causa del negro peso que llevaba en el pecho, sonreía ante el hermoso tintineo de las medallas que no solo había conseguido por sus logros, sino de cada oficial del Norte que por su mano había perecido.
A pocas calles de donde el ejercito el Sur se encontraba y aún convencidos de que ocurriría un milagro y lograrían echar en retirada a esos hombres, los civiles comandados por los pocos oficiales que quedaban, desde hacía cinco días inútilmente intentaban repeler el feroz ataque.
"*Ya no podemos seguir peleando... las balas comienzan a escasear*", cansado un hombre señalo.
"*Debemos esperar a que nos lleguen nuevas ordenes*", un oficial contesto.
"*Somos civiles, no podremos seguir resistiendo*"
"*Ese desgraciado nos abandono, nos dejo en este maldito infierno que él creo", una joven mascullo.
"*Será mejor rendirnos, quizás de esa forma evitemos represalias", una mujer opino.
"*Rendirnos?, jamás*", un mal encarado soldado grito.
Entre ellos se encontraba la pelinegra Rei, quien hacía cuatro años y en la estación de tren había despedido a su amado. Él como muchos otros contra su voluntad tuvo que ir y pelear. Y aunque había regresado, lo hizo siendo ya un hombre incompleto debido a que en su mano derecha una granada había estallado, arrancándole por completo el brazo.
"*¿Estas bien, Nicolas?*", cuestiono ella al verlo moverse con dificultad.
"*Lo estoy*", contesto mientras que con su mano izquierda de forma un útil trataba de disparar.
"*Déjame ayudarte*"
"*No, será mejor que te vayas y te ocultes. Yo me quedare aquí*", fue su respuesta.
"*Pero...*"
"*Ve por el niño y márchense, esta guerra ya esta perdida*", triste agrego, más no porque le pesara verse vencido, sino porque todo lo que se avecinaba.
Del otro lado de la ciudad y también tratando de resistir, entre los que peleaban había un hombre de edad muy avanzada, el cual si apenas y podía sostener el arma que le habían confiado.
"*Ya no protegemos la ciudad, protegemos nuestras vidas*", no dejaba de repetir.
A su lado he intentando ayudarle a cargarla, la hermosa aguamarina lo escucho, sin embargo no pudo articular palabra alguna. Estaba enmudecida a causa del horror.
"*Maldito sea el momento en que ese hombre nos arrastro a este infierno, maldita sea la hora en que creímos en sus sueños, maldito sea el instante en que permitimos que nuestros jóvenes se envenenaran con su discurso y fueran a pisotear el orgullo de esos hombres", continuo murmurando, luego con la sucia manga de su camisa se limpio el cansado rostro.
Pensando en Gunther, quien había partido hacía el Sur para ir y hacerles la guerra, la joven recordó su efímera emoción al hablar de esa victoria que claramente nunca existió.
"*¿Dónde están los súper hombres?, ¿Dónde están las armas que harían un milagro?, nada de eso existe. Todo fue un engaño*", riendo de forma nerviosa el viejo murmuro, hasta que contemplando a la asustada joven, por un instante se quedo en silencio. Entonces cambio el semblante de su rostro y el tono de su voz; "*Mírate, tan solo eres una niña, no deberías estar aquí*"
"*Pero la orden fue resistir bajo pena de muerte*"
El anciano observo la cubeta de municiones que le habían entregado y descubriendo que ya solo le quedaban dos balas, temblando las cargo en la recamara del arma; "*Será mejor que te vayas ahora. Aquí ya no hay nada que hacer. Es cuestión de tiempo para que tomen la ciudad... así que ve y trata de ocultarte*"
"*Debo ayudarlo*", fue su respuesta, no porque estuviera convencida de que ese milagro llegaría, sino por la terrible amenaza que los oficiales les habían hecho.
"*No, tienes que irte. Por lo que nuestros hijos les hicieron, esos oficiales ya no son hombres sino embravecidas bestias en busca de presa para llevar a cabo su venganza, y no los culpo, yo también estaría rabioso... ocultate y procura que estos no te agarren viva... que el arma sea tu ultima alternativa, si es que me entiendes, dijo colocandola en sus manos.
Michiru en ese momento recordó las palabras de su padre, quien le había dicho que si los del Sur vencían, ellos estarían condenados a sufrir las consecuencias sin importar que tan inocentes fueran. Y es que en ellos cobrarían cada una de las ofensas sufridas.
"*Vete ahora, el sujeto ordeno cuando observo que el oficial que los comandaba se había distraído.
Obedeciendo, la aguamarina abandono la trinchera y volviendo un poco la mirada, observo al anciano desplomarse ante la bala enemiga que lo había alcanzado, bala que quizás y el destino había reservado para ella.
Fue entonces que la joven observo a su alrededor. Contemplando entre el humo y la ceniza lo poco que quedaba de aquella bella ciudad.
Los flores se habían marchitado en pleno verano, de las arboledas no quedaban más que las cercadas jardineras mientras que de los balcones pendían las aberrantes, sucias y desgarradas banderas.
Y entonces por aquella avenida observo el avanzar de un pesado tanque. Eran ellos, los oficiales del ejercito del Sur que poco a poco tomaban su tierra.
Así que ya sin poder hacer nada más que huir, se perdió entre los escombros en un intento por pasar desapercibida...
"Salgan", grito un oficial hacia el interior de lo que en otro tiempo fuera un majestuoso edificio. Sin embargo el silencio fue la única respuesta. "¿No piensan salir?", pregunto mientras que de su capote sacaba una bomba de humo. "Contare hasta tres… uno… dos..." y antes siquiera de terminar, la activo y la arrojo dentro.
"*Desgraciado*", un hombre gritó y se lanzo sobre él.
El soldado se giro y en ese instante lo golpeo en la cabeza con la culata de su arma; "¿Qué se siente?", pregunto escupiendo sobre él.
"*Por favor, no nos lastime*", un joven pidió al ver a su padre sobre el suelo.
"Nosotros pedimos clemencia cuando ustedes se atrevieron a atacarnos… y no nos la dieron", furioso el hombre con su arma comenzó a golpear al chiquillo. "Tus amigos asesinaron a mi madre", añadió mientras lo pateaba en el vientre.
"Creyeron que podían ir a nuestros hogares a hacernos la guerra, ahora miren quienes piden nuestro perdón", enloquecido y ebrio Yakov gritaba ferozmente mientras que de vez en cuando bebía un poco de combustible.
"No pensaron que nosotros vendríamos hasta aquí a pelear", otro agregó mientras que disparaba hacia el cielo.
"Estos hijos de perra no tardan en rendirse"
"¿Rendirse?...no, ni aún así habremos de darles tregua... ellos quemaron mi aldea"
"Comandante, la ciudad pronto será nuestra, ¿Cuando terminaremos de ingresar en ella?"
"Cuando nos den la orden", contesto Haruka y entonces por primera vez en cinco días se quito el casco. "Es cuestión de días, horas o quizás minutos para que se de por concluida esta guerra", respondió mientras que empapando un trozo de tela en un poco de agua, del rostro se limpiaba el polvo y la pólvora que lo cubría.
"Las grandes ciudades siempre tienen prostíbulos, ¿Creen que haya alguno abierto?", cuestiono Yakov y luego volvió a disparar hacia el aire.
El rubio sonrió; "Con tanta destrucción dudo que encuentres alguno en pie", replico vertiendo un poco del agua de su cantimplora en la rosa que llevaba en una vieja bota.
"No entiendo porque cuidas esa estúpida flor… la cuidas más a ella que a ti mismo", uno de sus hombres se acerco para contemplar su hermosura.
El comandante sonrió mientras que con su navaja le quitaba las hojas marchitas; "Durante poco más de cuatro años hemos estado en guerra, durante casi dos no contemple ninguna rosa y cuando encontré esta supe que tenía que preservarla… quizás es la ultima que queda en este lugar"
"La guerra te ha ablandado"
"En medio de tantos horrores hace falta un poco de belleza", replico el hermoso rubio.
"Tienes razón, pero ¡anda!, vamos a buscar con quien pasar la noche. Vamos a buscar uno de esos lugares", replico Yakov tomándolo del brazo para que se reincorporara. "Dime la verdad, ¿Hace cuanto que no estas con una mujer?"
Haruka se quedo pensando un momento; "Desde que salios de Voskov"
"Eso es mucho tiempo… ven… vamos. Estoy seguro que encontraremos con quien pasar una buena noche y celebrar"
"Agradezco tu ofrecimiento, pero prefiero quedarme y seguir peleando. Pronto amanecerá y necesitaras todas tus energías. Además sobreviví a toda la guerra, no quiero enfermar y que aquello se me caiga pedazos", dijo soltando una carcajada.
El sujeto escucho sus burlonas palabras y observándolo un momento, negó con la cabeza y dibujando una sonrisa en sus labios, replico; "No cabe la mínima duda, esa mujer tenía razón"
"¿A qué te refieres?", el rubio pregunto clavando su enardecida mirada en la de él. Sabia a la perfección que era lo que había dado a entender.
"Qué pienso que estar entre tantos hombres te ha afectado… te has vuelto afeminado… o quizás la guerra te ha vuelto incapaz de estar con una mujer", soltando una carcajada se giró para continuar su camino.
"¿Qué has dicho?", el comandante se puso de pie y avanzando hacia él, lo tomo por la solapa del sucio abrigo.
"Lo que has escuchado… o eres afeminado… o has perdido tu masculinidad"
"Ni lo uno ni lo otro… sí no fueras hombre ahora mismo te mostraría lo que puedo hacer", grito enfurecido, luego con su puño lo golpeo en el rostro, fundiéndose así en una batalla sobre los escombros.
Amy, la cirujano en jefe, quién ya había terminado de operar a Kirill, observo que esos dos estaban discutiendo muy cerca de donde convalecientes los hombres aguardaban recuperase, así que al instante intervino; "No pelen, no ahora que estamos por entrar en la ciudad", gentilmente expreso. "Los heridos los están escuchando, por favor no mengüen sus esperanzas"
"Eres un estúpido, Haruka… demuéstrame que aún eres hombre", con violencia Yakov tomo a la pelizul de las muñecas. "Es una mujer"
"No tengo nada que demostrarte. Suéltala", enfurecido el rubio ordeno.
"Porque eres incapaz de hacerlo. Amy, ¿Qué dices si tú y yo… ahora?", el embriagado sujeto la tomó con más fuerza. "Kirill no se va a enterar"
"No", asqueada contesto resistiéndose a sus labios.
"¿Qué haces?", el comandante pregunto al ver las intenciones que ese sujeto tenía para con su compañera.
"Lo sabes", contesto forcejeando con ella.
Haruka en ese punto la liberarlo de ese tosco agarre; "Sea lo que sea que ahora estés pensando, mejor olvídalo… es tu compañera, no deberías tratarla de esa forma"
"Ya me tienes harto", el sujeto grito empujando a la joven médico contra la mesa.
"Por ella estas vivo, ¿De esa forma le agradeces sus cuidados?"
"No confundas las cosas, gracias a mi ella y la estúpida enfermera han sobrevivido. Yo las he mantenido con vida, así que es justo que de alguna forma compensen mis sacrificios"
"Todos hemos hecho sacrificios, las médicos, las enfermeras y todas las mujeres que han ayudado para que hoy estemos aquí, porque bien pudieron quedarse en sus hogares y sin embargo vinieron a pelear una guerra que es de hombres"
"Es su problema porque lo hicieron", contesto.
"Ellas vinieron para cuidarnos, ¿Ya olvidaste quien paso la noche en vela cuando casi te arrancan la pierna?, ¿Ya olvidaste que ellas fueron quienes te cuidaron cuando te infestaste de parásitos?... ellas están aquí para curar nuestras heridas, no para ser tratadas de esta forma tan deshonrosa. Merecen nuestro respeto"
"¡Va!, lo dices por esa estúpida promesa que le hiciste a ese imbécil. Sé que al igual que yo estas ansioso"
"¿Y que si es así?, nosotros no somos bestias como para actuar como ellos lo hicieron, pero si es la voluntad de ella yo no puedo hacer nada por impedirlo... Mizuno, ¿vas a ir con él?"
"No", asustada la mujer contesto.
"Ya la escuchaste, deja que se vaya… y si es que vuelves a molestarla, no tendré consideración de ti… cuento con muchos oficiales, pero solo una doctora y una enfermera. Ellas me son más útiles que tú"
"Maldito, pero juro te juro que te arrepentirás", Yakov grito y volviendo a beber, se desplomo sobre el suelo, quedando inconsciente.
"Que bueno que ya se durmió", el rubio murmuro y entonces lo esposo a los cimientos del edificio. De es forma ese sujeto esperaría hasta que el amanecer llegara y sus pensamientos se aclararan.
Notas de autor;
Se que ya era hora de que diéramos un giro a la historia, y he aquí que Haruka y sus amigos llegaron a la tierra de sus enemigos, entre los que están Rei y Michiru.
Kaiohmaru; El hermano de Michiru fue arrastrado en la locura de ese sujeto. Y personas como Gunther, arrastraron a personas como Haruka a convertirse en lo mismo. Es triste, pero así es.
Michelle; Gracias, quizás pueda hacerlo la próxima semana.
Isvellcota; Es sujeto arrastro a su gente en el odio sin ver que algún día ese odio se volvería en su contra. Su orgullo lo cegó al punto de no ver que los mas inocentes pagarían por ello.
Kyoky; Nuestro querido grupo se vio arrastrado hasta ese lugar, era lo que ellos deseaban, llegar costara lo que costara. Y si, no todos los que van a pelear lo hacen por gusto, entre ellos hay quienes no desean hacerlo, y aplica para ambos bandos. Si, espero y la inspiración no me deje y si lo hace, que regrese xd.
