CAPÍTULO X

IRA Y DOLOR

(Tres noches después)

Calle a calle la feroz batalla continuaba, el rugir de las metrallas y el retumbar de la pesada artillería no había cesado ni un instante.

Y ante su impacto, los cristales se reventaban, hiriendo a aquellos que detrás de ellos trataban de repeler el ataque.

"Estoy cansado de pelear. Quiero dormir", a punto de derrumbarse, Nikolai murmuro.

"Resiste, hermano. La guerra pronto acabará y entonces regresaremos a nuestro hogar... deseo mucho quitarme las botas y correr descalzo sobre el húmedo pasto", dándole animo, Alexei contesto. "Nos recibirán como a los grandes héroes"

"Tienes razón, si ya hemos llegado hasta aquí debemos continuar"

De los ventanales colgaban las blancas banderas, y es que prudentes muchos civiles habían decidido rendirse, escapando para ocultarse en los sótanos o los subterráneos a la espera de que todo terminara.

Otros ante el inminente triunfo de sus enemigos habían decidido seguir fieles a su líder, continuando la ya inútil defensiva mientras que unos cuantos habían puesto fin a sus futuros sufrimientos.

"*No, esto no esta perdido*", un hombre murmuro ante el retumbar de la pesada artillera.

"*Debemos hacerles frente, no somos cobardes como para ocultarnos como ratas*", otro añadió.

Un anciano ante sus palabras rompió a reír; "*¿Y qué vas a hacer?, ¿Pegarles con rocas?, ¿Aún esperas que un milagro ocurra?*"

"*Pues deberíamos intentarlo, ¿Vamos a dejar que se adueñen de todo?, ¿Permitiremos que se burlen de nosotros?*"

"*Ellos tienen razón, ¿Dónde está nuestro orgullo?, ¿Vamos a permitir que nos pisoteen?*", un chiquillo añadió.

Entre ellos molesta una mujer se alzo; "*Esto es culpa de los hombres, si ellos no hubieran ido a hacerles problemas, nada de esto estaría pasando*"

"*Mejor no hables, si mal no recuerdo tú festejaste cuando tu hijo se fue a hacerles la guerra, ¿Ya lo olvidaste?*", su vecina interrumpió.

Mientras tanto ebrio y sin importarle morir en medio de ese fuego cruzado, dando tumbos Yakov se movía entre los escombros. Apoyándose de cuando en cuando en los muros para poder mantenerse en pie.

"No debí beber tanto", expreso y acto seguido se llevo la vacía botella a los labios. "¡Maldición!", rompiéndola contra el suelo continuó su pesada caminata, observando como poco a poco las calles comenzaban a quedarse solitarias ante el inminente avance de sus compañeros. "Se están marchando, los civiles se están rindiendo", sonrió al contemplar como todo era consumido por las llamas.

Y fue en ese preciso momento que entre la densa capa de humo y polvo y aún con la vista nublada a causa de lo que había bebido, en la cercana distancia alcanzo a distinguir algo que poderosamente llamo su atención.

"¿Será posible?", burlón se pregunto ante esa borrosa visión. Y aunque eran pocos los edificios que seguían en pie, sus interiores bien podían servir de refugio.

Convencido, el mal encarado sujeto comenzó arrastrar sus torpes pasos hacia la debilitada construcción. La cual amenazaba con derrumbarse de un momento a otro.

Quedando de pie ante la sucia puerta, no hizo falta que llamara o que a golpes la derivara, porque estaba abierto. Así que esperando que no se tratara de una emboscada tendida por el enemigo tomo su arma y con ella la empujo, ingresando en lo que en otro tiempo había sido el hogar de un profesor universitario y sus dos hijos.

"Esto esta a punto de caerse", mascullo al contemplar las lastimadas paredes.

Y fue gracias a las llamas que se alzaban del otro lado de la acera, que en medio de esa abrumadora oscuridad pudo distinguir una negra sombra.

"Un piano", emocionado expreso mientras dirigía sus pasos hacia el salón.

Contemplando los sucios gabinetes, abrió los cajones para guardar en sus bolsillos lo que ahí pudiera encontrar, hasta que un ligero ruido en la planta alta lo distrajo, recordandole lo que previamente había creído ver.

"Quizás estoy de suerte", burlón murmuro y limpiándose el rostro, cosa que era casi imposible a causa de la suciedad que lo cubría, se acomodo el gorro y entonces en silencio comenzó a recorrer el lugar.

Afuera la batalla continuaba, sin embargo poco le importo.

"Sé que ahí estas, deja de ocultarte", pensó y llegando al pie de la escalera, del ambiente aspiro ese inconfundible aroma a acuarelas.

Yakov continuo avanzando y una vez que subió, a su paso fue abriendo las puertas de las vacías habitaciones, hasta que llegando a la ultima, la empujo y entonces sonrió al contemplar que de espaldas a él y concentrada en reunir lo necesario para darse a la huida, había una mujer.

"¡Vaya!", murmuro para si mismo, mantenido en esa menuda figura su ansioso mirar.

Era ella, la hermosa aguamarina quien ingenuamente había salido de su escondite y regresado a su hogar para terminar de tomar sus pocas pertenencias.

Del ambiente la joven percibió el desagradable aroma de aquel sudor, haciendo que rápidamente volviera la cabeza hacia la puerta, la cual y con un fuerte golpe Yakov cerró detrás de él.

"*¡Hola!*", dijo en su idioma para que ella pudiera entender.

"*¿Qué... qué quiere?*", contemplando que se trataba de un oficial del Sur pregunto embargada por el horror. Era de esperarse que se encontrara en ese estado luego de haber escuchado las más terribles historias, historias en las que ellos eran retratados como seres sin razón.

"Que valiente eres al hablarme de esa manera", observándola con detenimiento, su respiración se volvió pesada, como la de una agitada bestia.

"No... no pude estar aquí", ella contesto.

"Ven, ven conmigo", amable el sujeto pidió.

Michiru tomo la lámpara que reposaba sobre uno de los muebles, alzándola en el aire de forma amenazante; "No se acerque, si lo hace se la romperé en la cabeza"

"No, no te voy a hacer daño", sonriendo añadió. "Ven, ven conmigo, este edificio pronto se va a derrumbar"

"Vayase"

Él negó con la cabeza. "Vamos a fuera"

"¿Qué quiere", pregunto ella ante su insistencia.

"Pero que pregunta tan más tonta", contesto escupiendo hacia un costado. "Deja eso y ven aquí", amable volvió a pedir. "¿Tienes hambre?"

"Aléjese", grito temerosa al verlo avanzar hacia ella. Fue entonces que recordando el arma y los dos tiros que en ella quedaban, la saco de su abrigo y le apunto. "No siga, o voy a dispararle", de forma inútil ordeno.

"No eres capaz", contestó Yakov imaginando que detrás de ese sucio rostro y ese cabello enredado, debía haber una bella mujer.

Ella, trayendo a la memoria las palabras de su padre y las del anciano y viendo el odio que de los ojos del oficial emanaba, la llevo a su cabeza y entonces jalo el gatillo, sin embargo para su mala suerte esta no respondió.

"Tonta", él chillo y entonces corrió hacia ella, escalando por encima de la cama para poder apresarla. Y una vez que lo hizo, la sujeto contra el muro y la despojo del arma; "Eres muy joven como para morir", gimió y luego acaricio sus cabellos. "Eres muy bonita, pero también eres estúpida", grito y de un manotazo la empujo sobre el lecho. Luego con presura se echo sobre ella. "Hace mucho que no veo a una mujer", rasgándole el de por si maltratado vestido, intentó besarla.

"No, no. Por favor no se atreva", llorando imploro.

"Cállate y abre las piernas"

"No. Aléjese. Tome lo que quiera", Michiru replicó.

"Eso mismo voy a hacer. Ahora abre las piernas ¿O quieres que también te meta un plomazo?", riendo coloco el arma a la altura de su cabeza.

Asqueada la joven obedeció contra su voluntad; "Por favor, no me haga esto"

Yakov olía mal, sus dientes estaban sucios y su rostro estaba cubierto no solo por cicatrices, sino por el acné, dándole con ello y su actuar la apariencia de un verdadero monstruo.

"Cállate", grito desabrochándose el pantalón, luego la sujeto con una mano mientras que con la otra trataba de desnudarla.

"No, mejor mateme"

Verla horrorizada, hizo que el oficial riera a carcajadas; "Muerta no me sirves para nada... eres muy bonita, te voy a llevar al burdel, los muchachos me pagarán bien por ti", amenazo.

Ante sus palabras la joven comenzó a pelear con todas las fuerzas que en ella había, llegando a arañarlo muy cerca del ojo; "No, eso no. Mateme", deseaba provocarlo para que le disparara. Porque era mejor morir que sobrevivir y verse totalmente humillada.

"Ya te dije que no... quiero ser el primero", dijo decidido a perpetrar el más grotesco de los actos.

De pronto la habitación se lleno con el aroma del siempre irritante tabaco.

"Déjala, ya dijo que no lo desea", alguien expreso desde el otro lado de la habitación.

Reconociendo su voz Yakov sonrió, volviendo la inquieta mirada hacia la entrada ; "Que bueno que llegaste. Esta perra me esta dando problemas, ven y sujétala. Luego yo lo haré"

Con una de sus manos dentro del bolsillo del pantalón, Haruka se encogió de hombros, luego y con la mirada fija en la joven comenzó a caminar hacia ellos.

"No, no. Por favor señor, ayúdeme", ella dijo para con el aquel oficial cuyo rostro no podía ver a causa de tanta suciedad que lo cubría, pero que por su voz sabia que debía tratarse de un hombre joven.

Indiferente el comandante sonrió y arrojando el cigarrillo al suelo lo piso con su pesada bota, luego se sentó en el diván del fondo.

"Ven y sujetala… ¡Ah, ya entiendo! El jefe va primero", riendo de forma descarada Yakov se reincorporo un poco. "Entonces ven y termina cuanto antes"

"Por favor, señor. Ayúdeme", embargada por el llanto, la aguamarina suplico.

Observandola sin ningún interés, él no se movió, luego desvío la mirada hacia la ventana.

"¿Te conformas con ver?... pues si tú no quieres yo si", grito y entonces volvió a besarla.

"No", la joven se resistió.

"Ya dijo que no quiere. No la forces", calmado el otro interrumpió.

"Maldito seas, a mi no me vas a decir que hacer", reincorporándose, Yakov tomo el arma que a la joven le había quitado. "Largate"

Por su parte Haruka no se movió.

"La otra noche te obedecí porque comprendí que de cierta forma tenias razón, pero hoy no. Ella no debería importarte, ¿Ya olvidaste lo que gente como ella nos hizo?"

"No lo he olvidado", su comandante contesto.

"¿Entonces?"

"Nosotros no somos como ellos, no somos bestias", apuntándole con su arma replico.

"Pues si no es mía tampoco será tuya", grito y jalando el gatillo, las balas no abandonaron la recamara. "¿Qué?", se pregunto contemplando que era la que le había quitado a ella.

"Te lo dije", Haruka mascullo y disparándole al mal encarado hombre, este se derrumbo sobre la asustada joven. Ante eso ella se paralizo, y es que si él le había disparado a su compañero, ¿Qué podía esperar?.

"Ya me tenías harto", el rubio dijo y apartándolo de ella lo pateo con fuerza.

Horrorizada la joven poso la mirada en él, quien tranquilo y como si no hubiera sucedido nada, comenzó a recorrer la habitación.

"¿Es tu esposo?", iracundo cuestiono al ver la fotografía de aquel pelinegro oficial, luego la arrojo al suelo y con su pesado pie rompió el cristal.

"Es mi hermano", sin atreverse a protestar contestó.

"Pues si supieras la clase de monstruo en el que se convirtió no lo tendrías en un altar, ¿Dónde esta ahora?"

Michiru se encogió de hombros y negó con la cabeza.

"Gente como él recorría nuestras aldeas, saqueaban y las incendiaban no sin antes...", en ese punto prefirió callar ante lo que había visto. "¿Vives sola?"

"No... mi esposo esta defendiendo la ciudad y no tarda en regresar"

Haruka poso su inquisidora mirada en ella y torciendo los labios, se volvió hacia el armario para revisarlo; "Es extraño que no tengas su fotografía, además no guardas ropa suya ni en tu mano llevas sortija alguna... ¿Me estas mintiendo?"

"No... No soy casada", sabiéndose descubierta respondió temerosa, y es que ingenuamente pensó que esa mentira podría salvarla.

El comandante frunció el entrecejo y luego se abalanzo sobre ella; "Veo que tienes miedo, pero estoy seguro de que no lo tenías cuando tu hermano fue a hacernos la guerra. Estoy seguro de que tú y los tuyos se mofaban de nuestra desgracia, mientras el hambre azotaba nuestras calles, ustedes disfrutaban lo que sus soldados saqueaban ,¿No?", cuestiono con su rostro muy cerca del de la joven mujer.

"Jamás", dijo mientras seguía llorando. "La guerra a mi jamas me importo… déjame ir"

"No, no voy a dejarte ir", expreso y alzo su mano para abofetearla, sin embargo no lo hizo.

"Por favor"

Haruka negó con la cabeza y luego contra el lecho volvió a sujetarla con fuerza; "¿A dónde iras?, ya es tarde. Debiste huir cuando tuviste oportunidad"

"Por favor, señor. Yo sé que usted no quiere esto"

"No sabes nada", liberándola de su agarre, se reincorporo y luego camino hacia el tocador con la intención de arreglarse el cabello. Más cuando contemplo su reflejo en el cristal, no se reconoció. Estaba tan sucio que él mismo se tuvo miedo.

"Por favor, déjeme ir", ella pidió.

"¿Por qué no te fuiste antes?", fue la pregunta obligada.

"No huí porque no quería dejar mi casa, aquí crecí"

"Muy conmovedor. Yo no tengo casa, tus amigos destruyeron mi granja y con ello todo lo bueno que poseía", expreso y luego se sentó en el diván.

"No sé de que habla, yo no ordene la guerra"

"No lo hiciste, pero sé que lo disfrutabas. Sé que apoyabas cada una de las decisones de ese desquiciado", él grito con rabia.

"Se equivoca, la guerra no da victoria a nadie, solo muerte y desgracia", sollozo.

"Desnúdate", ordeno.

"No"

"Tienes sangre de ese maldito", dijo y tomando uno de los vestidos que había sobre el suelo, se lo arrojo en el rostro.

Michiru obedeció. Haruka se dio la vuelta para ofrecerle cierta privacidad, aunque contemplo todo a través del espejo del tocador, posando su lasciva mirada en esa pálida piel.

"Por favor, señor. Déjeme ir", imploro mientras volvía a vestirse.

El comandante se volvió hacia ella y sonriendo de forma grotesca, expreso; "Mujer, debiste huir cuando tuviste la oportunidad de hacerlo… o debiste ser valiente y terminar con tu miserable existencia… sabes que no te puedo dejar ir", habiendo dicho su duro semblante cambio a uno más relajado.

"Se lo imploro, tome todo lo que desee, mi padre guardaba cosas muy valiosas", la joven señalo y luego se dirigió hacia el flojo tablón que había en el suelo.

"No me entiendes, ¿Verdad?... esta bien, te daré dos opciones, pero ninguna es negociable", dijo dirigiendo sus peligrosos pasos hacia ella.

"¿Qué... qué opciones?", la sucia mujer lo miro a los ojos, contemplando en ellos el aberrante brillo que había en los de Yakov.

El comandante sonrió sabiendo cual sería su respuesta; "Te dejo huir en medio de una ciudad llena de escombros y con el riesgo de que mis hombres te encuentren y hagan de ti lo inimaginable… o...", dijo y entonces hizo una pausa.

"¿O qué, señor?"

Avanzando un paso más y quedando a pocos centímetros de ella, le acaricio las mejillas y el cabello, haciendo que ella se estremeciera; "O vienes conmigo. Puedo ocultarte y a mi lado estarás... a salvo", propuso.

Ante su trato Michiru se sorprendió. Era verdad, no tenía opciones y negociar no era algo a lo que él se fuera a prestar. Así que sin tiempo para pensar, contesto; "Voy con usted"

"Entonces trae contigo todas tus cosas y la comida que tengas disponible, pronto hará frió y necesitaras ropa abrigadora, trae las joyas y todo lo que consideres de valor, las necesitaras más adelante", Haruka dijo y entonces comenzó a tomar aquello que el considero y podría servirles.

Ella de inmediato se apresuro a guardarlos en una maleta. "Estoy lista", aún temerosa y comprendiendo que algo tramaba, se dirigió a él.

El rubio sonrió y tomando el pesado equipaje, comenzaron a descender por aquella deteriorada escalera. "Espera aquí", ordeno y luego con presura salio a la calle.

Tomando su pistola he inspeccionando que nadie le viera, corrió hacia el auto que le habían asignado y entrando en él y poniéndolo en reversa, se estaciono lo más cerca posible.

Descendiendo del el abrió el porta equipaje; "Espero y no te moleste viajar incomoda, pero si ellos se dan cuenta que oculto a una mujer...", ante esa idea no pudo continuar.

La mujer de cabellos aguamarina sin pensarlo obedeció, subiendo junto con las cosas que previamente habían preparado.

"Más vale que no hagas ruido, si nos descubren son capaces de matarme y a ti... a ti... Cállate", ordeno y cerrando la cajuela, emprendió la marcha hacia un rumbo desconocido.

Temblando y aún sin poder creer todo lo que estaba sucediendo, Michiru se cubrió los labios, escuchando como a su alrededor seguía el infernal bombardeo.


Notas de autor;

En un comentario me dijeron que cuando ambos se contrataran sería algo muy bonito, pues ya vemos que no. Haruka esta muy molesto con todos ellos y Michiru tiene miedo.

Por favor perdonen si encuentran muchas mas faltas de ortografía que de costumbre, batalle mucho para editar el capítulo.

Kaiohmaru; Indirectamente si. Si ese hombre no hubiera envenenado a su gente con su ideología, ellos no habrían ido a hacerles problemas a sus vecinos y entonces la guerra no hubiera iniciado y ellos no habrían llegado hasta su tierra.

Michelle; Aquí esta la actualización.

Isavellcota; Y lo peor es que él inició una guerra a la que no fue a pelear, dejo que otros lo hicieran y cuando ya todo estuvo perdido, abandono a su gente.

Kyoky; Así es, Amy perdió a su pareja, ¿Cómo?, son cosas que poco a poco iremos descubriendo, por eso decidí escribir a dos tiempos, de lo contrario el capítulo de hoy se hubiera retrasado mucho. Yakov en el capítulo anterior actuó bajo el mal consejo del alcohol, en este también, aunque mezclado con todos los malos sentimientos como la ira, la tristeza, el odió y el dolor que a través de esos años de conflicto él acumuló hacia ellos. Por supuesto que nada de eso justifica su actuar. Ahora queda ver como cada uno va a lidiar con sus sentimientos. Igualmente :)