CAPÍTULO XIII

QUEBRANTÓ

(Hace cuatro años)

La primavera floreció una vez más y con ello la alegría de todos los habitantes de aquella ciudad.

De los ventanales pendían las ondeantes y rojinegras banderas. Mas allá y por la avenida, envueltos en sus negros uniformes los soldados desfilaban mientras entonaban una marcha militar. Y fue que al pasar frente a la cancillería, orgullosos alzaban su mano ante las grotescas cruces retorcidas.

Y ahí contemplándolos, estaba la preciosa aguamarina, reconociendo entre los oficiales a Gunther, quien al igual que los demás se había dejado arrastrar por el venenoso discurso de aquel hombre.

"¿Te gusta?", una voz masculina preguntó a su espalda, haciendo que ella se volviera.

"¡Helmut!", expresó reconociendo al castaño amigo de su hermano.

"No sabía que estas cosas te atraían. Aunque supongo que cambiaste de opinión luego de que Gunther se uniera a la guardia del canciller"

"Si, así fue", mintió al mismo tiempo que desviaba la mirada, como deseando dar por terminada la conversación. Sabía que él estaba interesado en ella, interés que ella no compartía.

El castaño sonrió y acercándose un poco más a ella intento decir algo, sin embargo y para buena fortuna de la mujer, un pequeño niño interrumpió; "Buenos días, profesora Michiru"

"Buenos días", agradeciendo su inocente presencia se inclino a su altura, observando que el niño llevaba un traje militar, el cual era idéntico al de los adultos.

Ante su inoportuna intromisión, Helmut frunció el entrecejo y apretó el puño. "Maldito mocoso", pensó.

"¿Le gusta mi uniforme?", cuestiono el chiquillo.

"Si por supuesto, es muy bonito", contestó por compromiso, pensando muy para sus adentros que era inhumano que incluso los niños fueran contaminados con la ideología de los adultos. "¿Dónde están tus papás?", cuestiono al ver que estaba solo.

"Están por ahí... ", confundido el pequeño no supo hacia donde señalar.

"Te has perdido. Ven, vamos a buscarlos", encontrando el pretexto perfecto para huir del castaño, Michiru expreso.

"Espera... no... no te vayas", el hombre pidió. "Yo quería preguntarte... No, no es nada", acobardado y sin mucho animo se encogió de hombros.

"Bien, adiós", dijo ella y en compañía de su alumno comenzó a alejarse.


(Presente)

Desde que el innombrable sujeto había muerto, seis días habían transcurrido y tal y como lo había ordenado, los pocos oficiales que quedaban se encargaban de comandar las tropas civiles en un inútil intento por seguir defendiendo la capital.

De día el humo y el polvo se alzaba ante el rugir de la pesada artillería mientras que de noche, el sonido de la metralla se confundía con el clamor de los civiles que siendo descubiertos, eran sometidos por los oficiales del Sur.

Un poco más allá, ya sin fuerza para continuar y en medio del feroz fuego cruzado, la rubia Mina se arrastraba por entre los escombros para poder auxiliar a uno de sus compañeros que había caído ante el impacto de una bala.

"Resiste", pidió una vez que estuvo a su lado.

"Pierde cuidado, no pienso morir hoy"

"Esto te va a doler", aplicando presión en su pierna para detener el flujo de sangre, comenzó a vendarle.

"En cuatro años de combate jamás me habían herido", molesto el soldado mascullo. "A ti, ¿Cuantas veces te han herido?"

"Tres veces", contestó recordando cada una de ellas.

El sujeto sonrió y depositando un rápido beso en sus labios, señalo; "Te conozco desde hace mucho tiempo, pero nunca había tenido el valor de decírtelo... Me recuerdas a mi esposa, a quien no he visto en cuatro años"

"La victoria pronto será nuestra, pronto volverás a su lado"

Por su parte recostada sobre su pecho, la castaña Lita, quien había llegado hasta ahí para vengar a su hermano, hacía uso de su inseparable Vasia

"¡Demonios!", mascullo y luego a fuertes voces maldijo.

Preocupado su amado Dimitri dejo su puesto y arrastrándose hasta donde ella estaba, con presura comenzó a examinarla de cerca; "¿Te han herido?, ¿Estas bien?"

"Lo estoy, pero las balas comienzan a escasear", dijo mientas se reincorporaba.

"Tengo un arma, tiene suficientes balas. Úsala", tomándola del bolsillo de su abrigo, se la ofreció.

"Gracias, pero no puedo aceptarla. Si he de ganar está guerra será gracias a mi Vasia"

"¿Qué planeas hacer?" el joven pregunto.

"Ir a buscarlas", decidida a conseguirlas aunque tuviera que arriesgar su vida, valiente la mujer replicó.

El terrible sonido de los misiles que surcaban los cielos era algo que al igual que a sus compañeros, ya no le asustaba. Se había acostumbrado a ellos.

Dentro del improvisado hospital, la medico se encargaba de atender a los últimos heridos que con ayuda de la rubia Mina llegaban.

En el centro de la ciudad, aún muy adolorido el rubio Haruka también peleaba. Fue entonces que entre la espesa capa de humo, observo la negra silueta que a pocos metros de ellos se alzaba.

"Ahí esta la cancillería. Desde ese lugar esta maldita guerra fue ordenada. Falta tan poco para tomarla y declarar nuestra victoria", emocionado pensó y sin tregua volvió a accionar su arma.

En ese momento el reloj marco las doce en punto, anunciando con ello la llegada de la madrugada y un nuevo día y así como sucedió aquella mañana, de uno de los pocos alta voces que quedaban, emergió la desconocida voz.

"Atención, atención a todos los habitantes de esta nación y al ejército extranjero"

Ante el mensaje el combate se detuvo.

"Les habla el general Wagner, representante del gobierno de Dutland, nación del Norte, para informarles que el día de hoy en la capital, el ministro de propaganda ha muerto mientras comandaba al ejército. Ahora es mi deber hacerles de su conocimiento que a partir de este momento a las tropas civiles y a los oficiales de nuestros regimientos se les ordena un cese al fuego el cual iniciara a partir de que termine este mensaje y hasta nuevo aviso. Al ejercito extranjero se le pide que respete esta tregua que fue pactada con los altos mandos de su gobierno en un intento por llegar a un acuerdo que beneficie a ambas naciones. Sin nada mas que agregar, doy por finalizado este comunicado"

Ante esas palabras y respetando la orden dada, las armas fueron guardadas y la pesada artillería de ambos ejércitos fueron silenciadas.

"¿Qué hacemos?", cuestiono un oficial para con su comandante.

"Acatar la orden recibida. Así que será mejor que se retiren a descansar sin que bajen la guardia", expreso Haruka para con el pequeño regimiento que comandaba.

Lita en compañía de su amado Dimitri comenzó a recorrer las calles en búsqueda de municiones.

"Ya debe de estar muy pesado, ¿No?", cuestiono el pelinegro al ver la solapa de su abrigo.

"No", orgullosa de sus negras cruces de acero, sonrió.

"Dime, ¿Qué vas a hacer cuando la guerra termine?"

"Regresar a mi aldea para reconstruirla. ¿Qué harás tú?"

"De eso mismo quería hablarte", ruborizado deposito un corto beso en sus labios. Así que deteniendo su avance, fijo su mirada en la de ella; "En cuanto se declare nuestra victoria, ¿Deseas convertirte en mi esposa?"

Ella no pudo evitar reír un poco. "¿Por qué bromeas de esa forma?"

"No estoy bromeando. Mucho hemos pasado para llegar hasta aquí. Es por eso que quiero volver contigo convertida en mi esposa"

Maravillada ante su proposición y embargada por la más pura alegría, ella no supo que decir, sin embargo basto el beso que depósito en sus labios para que él comprendiera que aceptaba.

"No se diga más, en cuanto la capitulación se firme celebremos nuestra boda. Nos casaremos a pie de la cancillería"

Un poco más allá él rubio y el resto de su compañeros se reunieron junto al fuego para disfrutar de los escasos alimentos.

Animado Fiódor tomo su concertina y entonces se sentó sobre lo que quedaba de la acera para entonar sus hermosos versos. Contentos algunos de ellos comenzaron a bailar en torno a él. Era su pequeño festejo ante su inminente victoria.

"¿Qué deseas que cante para ti?", cuestion.

"Algo alegre", replico el rubio.

El hombre se quedo pensando y entonces comenzó a cantar aquella marcha de despedida que hacía cuatro años en cada estación de tren había sonado, solo que en ella declaraba su triunfó.

Ante la alegría de los demás Mina bajo la mirada. Y es que en ese momento todo su pensamiento lo ocupo él, su amado Armand, de quien hacía ya poco más de dos años no tenía noticias.

"Ya no estés triste, cariño", expreso el tuerto Fiódor al ver que por un instante su mirada se nublo. "Pronto la guerra terminara y entonces podrás regresar a tu hogar. Y el día menos pensado, tu esposo también lo hará"

"Tienes razón", contestó esperando que ese milagro aconteciera.

Masha observo a sus compañeros y entonces hizo aquella pregunta; "¿Dónde esta Yakov?"

"Es verdad, hace días que no lo veo", replico Fíodor.

"Muy probablemente esta por ahí festejando... ya saben como es. Y si no es así, muy seguramente murió", despreocupado contesto uno de sus compañeros. "Mejor dime, ¿Qué vas hacer cuando regreses?"

"Abrazar a mis hijos"

"Y tú, ¿Olya?"

"Quitarme este maldito uniforme. Estoy harta de la ropa de hombre. Quiero hacer cosas de mujer"

Ante la duda que rondo sobre la desaparición de Yakov, Haruka guardo silencio. Después de todo él era el único que sabía lo que en realidad había sucedido con él. Así es la guerra, en ella mueren y desparecen hombres, algo a lo que ya estaban acostumbrados.

"Yo planeo casarme", contento Nikolai dijo.

"¿Con quien, si ni prometida tienes?", riendo Alexei señalo.

"Soy un héroe, cualquier mujer querrá casarse conmigo"

Kirill con la cabeza apoyada en el regazo de la cirujano Mizuno, suspiro; "Victoria, cuanto hemos sufrido para que ese día llegue" expresó mientras llevaba la mano al bolsillo de su abrigo y de el tomaba un par de fotografías, las cuales contemplo con amor. "Después de cuatro largos años por fin podre regresar al lado de mi esposa y mis hijos. Que contentos van a estar cuando me vean ... Amy, ¿Qué va a ser lo primero que harás cuando regreses?"

"Ir a casa de mis padres, luego reconstruir mi clínica", recordando a su amado Richard, bajo la mirada.

"No estés triste, mujer. Eres muy fuerte, sé que estarás bien"

En completo silencio Haruka seguía escuchando los maravillosos planes que unos y otros hacían.

"Es verdad, ¿Qué voy a hacer cuando la guerra termine?", se pregunto sabiendo que no tenía a donde llegar.

Fiódor lo contemplo y luego cuestiono;"Comandante, ¿Qué vas a hacer cuando regreses?"

De forma ligera el rubio se encogió de hombros; "Aún no lo sé, supongo que volveré a trabajar mi tierra"

Mina observo su rostro y comprendiendo cual era su dolor, en silencio lo vio alejarse de ellos.

"Es cierto, a él nadie lo espera", entristecida pensó.


(Cerca de ahí)

Recostada sobre la improvisada cama, la hermosa aguamarina cerró los ojos ante el silencio que se había ordenado. Deseando ser presa de un pesado descanso para evitar seguir pensando.

"Espero y el comandante este bien", murmuro esperando su regreso.

Sentándose sobre el incomodo lecho, las lagrimas comenzaron a resbalar por sus pálidas mejillas al recordar a sus preciosos alumnos, a quienes hacía semanas no veía.

"Mi padre dijo que yo era muy afortunada porque ellos eran pequeños y no tendrían que ir a la pelear, sin embargo la guerra ha llamado a sus puertas. ¿Aún... Aún quedaran niños en esta ciudad?", embargada por la tristeza se pregunto.

De pronto la puerta principal se abrió, provocando en ella el terror, sin embargo en cuanto escucho y reconoció los pesados pasos que se desplazaban por el salón, la tranquilidad regreso a ella. Así que saliendo de su escondite se presento ante el comandante.

"Dígame la verdad, ¿La guerra ya término?"

Haruka negó con la cabeza; "No, pero esperamos y sea pronto"

"Ojalá y así sea"

Recordando todo lo que alrededor de la fogata había escuchado, se quedo en silencio, luego se sentó sobre el sucio sillón.

"¿Se siente bien?, ¿Le duele la herida?", preocupada cuestiono.

"Deseo volver a casa", murmuro por lo bajo para que ella no lo escuchara.

"Iré a prepararle café y comida"

"No es necesario", contesto con la mirada baja.

Michiru se mordió los labios, había tantas cosas que quería saber, sin embargo no se atrevía a cuestionar. Más llenándose de valor, se dirigió a él; "Comandante, ¿Puedo hacerle una pregunta?"

"Ya estas preguntando, así que continua", sonriendo expreso.

"Entonces dígame... en la ciudad... ¿Aún quedan niños?"

Él no supo que responder, y es que desde que habían llegado no había visto a ninguno, así que tan solo se limito a encogerse se hombros.

Ella comprendió su silencio y por eso no insistió.

"Supongo que tienes frío y ese lugar es muy incomodo. Pasare la noche en este lugar, así que si lo deseas, puedes ocupar la habitación que en un principio te mostré"

"Gracias, comandante"

"Ve a dormir", ordeno.

"Gracias", ella contesto.

Haruka se quedo en silencio y escuchando que la mujer se dirigía al segundo piso, se volvió hacia ella. "Espera un momento"

Atusada ella obedeció.

"¿Me... me estabas esperando?"

"Siempre espero por usted, comandante", fue su respuesta.

"Bien, puedes irte a descansar"


(En el centro de la ciudad)

Envuelto en su sucio uniforme, un oficial del Norte se revolvía el negro y sucio cabello.

"No podemos perder esta guerra", mascullo mientras que a través de la ventana observaba lo que el consideraba un prematuro festejo por parte del ejército del Sur. "Malditos imbéciles, rendirse no es una opción, no es lo que Él quería"

Aún cegado por ese malévolo discurso y confiando que aún podían ganar, preparo su arma y observando a través de la mirilla a uno de sus enemigos, le apunto a la cabeza.


(En el refugio)

No deseando otra cosa más que dormir, la hermosa aguamarina preparo el lecho, luego se recostó entre las cálidas sabanas.

Cerrando los ojos, bien habría podido descansar a no ser porque en ese instante aquellos pesados pasos la hicieron estremecer. Era él, el comandante quien se había detenido a pocos pasos de su habitación.

Nerviosa observo como lentamente el picaporte giro y entonces la puerta cedió, contemplando al hombre que desde el umbral de la misma la observaba.

"¡Dioses!", embargada por el miedo gimió.

Haruka sin decir nada la miro hasta que ingresando en sus aposentos cerró la puerta detrás de él. Luego con paso lento comenzó a avanzar hacia ella.

No cabía duda, decidido estaba a reclamarla como suya.

Entendiendo que estaba ahí para tomar su parte del trato, Michiru acepto con resignación someterse a su voluntad. Después de todo era mejor estar ahí con él, que en la ciudad y rodeada por todos esos demonios.

El comandante sonrió y quedando frente a ella, la empujo sobre la cama.

Sabiendo que no podría escapar, Michiru cerró los ojos cuando él acerco su rostro al del ella para besarla. Él por su parte la envolvió en sus brazos, sintiéndola estremecerse sin oponer ninguna resistencia.

"¿De verdad me deseas?, ¿Quieres tenerme?", cuestiono deslizando las manos por sobre su piel.

No pudiendo negarse la joven asintió y luego las lagrimas comenzaron a resbalar con su rostro. Lo único que de verdad deseaba era apartarlo de ella y huir, sin embargo no podía hacerlo o de lo contrario se enfrentaría al verdadero infierno.

Él la deseaba por mero placer, porque hacía ya mucho tiempo que no estaba con una mujer, porque pensaba que merecía su compañía. Y aunque a él le resultaba muy fácil llegar a someterla y hacer con ella lo que quisiera, prefería hacer las cosas de otra manera, sabiendo muy bien que lo único que ella sentía hacia él, era repulsión.

Y apenas Haruka iba a comenzar a desnudarla, el sonido de un disparo lo distrajo, haciendo que soltara el ligero agarre que ejercía sobre ella.

"¿Qué... ?", molesto no solo por la interrupción, sino porque habían violado el pacto, se reincorporo para dirigirse hacia la ventana.

Nerviosa, pero agradeciendo que la liberara, la mujer salió del lecho; "¿Quien ha disparado?"

"No lo sé. Regresa al sótano y escóndete. El verdadero infierno esta por desatarse", él mascullo escuchando como el combate se reanudaba.

Ya no había marcha atrás, esa noche la guerra tenía que ganarse costara lo que costara porque ya no habría tregua ni suplica que a ellos los detuviera.

Pero, ¿Quien había disparado?. Había sido él, el oficial del Norte que aprovechando el silencio y la distracción a la que el ejercito extranjero se entregaba, que desde la ventana había asesinado a uno de esos hombres.


Notas de autor;

Contrarió a lo que pensé, pude actualizar ambas historias. Si un viernes no puedo por favor no piensen que dejare la historia abandonada. Mientras pueda actualizar de forma continúa, lo haré.

Había olvidado mencionarlo. Cuando menciono Norte y Sur, me refiero a que los países aquí escritos están ubicados en esos puntos cardinales, no es que así se llamen. Recuerden que estamos centrados en algo así como la segunda guerra mundial.

Isavellcota; Gracias a ti por seguir leyendo mis historias.

Michelle; Haruka esta equivocado al ver a Michiru como culpable, sin embargo ella nada pueden hacer por cambiar su pensamiento, después de todo su gente le dio tanto poder a ese hombre, muchos ignorando iba a suceder.

Kaiohmaru; Ambos tienen que escucharse para que puedan sanar lo que sienten, en especial Haruka, que por un lado esta enfadado y por el otro desea conservar su humanidad.

Fatima Aiveth; Gracias, espero y esta historia siga siendo de tu agrado. Tienes razón, en una historia todo puede pasar y como vemos, tenemos a un Haruka completamente diferente al que conocimos.

Kyoky; Esa gente siguió peleando porque había severas sanciones a quienes no lo hicieran, además porque deseaban repeler esa amenaza, ya no por sus ideales, sino porque comprendían la magnitud del problema que se avecinaba si ellos ganaban. Lo hicieron por sobrevivir.