CAPÍTULO XV
¿HOMBRE O DEMONIO?
(Hace siete años. Noviembre de 1928)
"A formar", un oficial, portando su uniforme pardo, en medio de la fría noche grito.
De los camiones bajo una centena de hombres y obedeciendo su mandato, a lo largo de la acera se formaron.
"Conocen la orden", el hombre añadió con firme voz y alzando su mano, ellos respondieron al abominable saludo, acompañándolo con un sonoro ¡Hail H.!
Un disparo al aire fue la señal y entonces aquellos oficiales rompieron la formación dejando que a lo largo de las calles se escucha el retumbar de sus pesadas botas.
Ante el disparo, el eco de sus pasos y el alboroto que comenzaba a hacerse, la aguamarina despertó.
Sentándose sobre la cama se quedo en silencio y entonces, los cristales de los edificios vecinos comenzaron a reventar ante los disparos de los uniformados.
"¿Qué sucede?", se cuestiono y apenas se iba a reincorporar, en las paredes de su habitación contemplo el rojizo reflejo de las llamas que comenzaban a devorar un centro religioso.
La puerta de su habitación se abrió, dando paso a Heinre , su padre. "Michiru, ¿Estas bien?"
"Si, padre... ¿Qué sucede?", confundida pregunto y luego avanzo hacia la ventana, contemplando como esos oficiales destruían los anchos escaparates de las tiendas de la otra calle.
"No lo sé... aléjate de la ventana. Es peligroso"
"Salgan y a formar", uno de los uniformados grito mientras que de un edificio y haciendo uso de la violencia, sacaba a una familia entera.
"Esos son los Ferber", murmuró la joven.
"¿Qué pasa?", horrorizado Heinre pregunto al ver como sus vecinos de mas allá también eran formados.
"Suban... suban al camión", un oficial ordeno y entonces por la fuerza comenzó a empujarlos hacia ellos.
"Debemos llamar a la policía", Michiru expreso mientras tomaba el teléfono.
"No, no llames... Esto sin duda es orquestado por la autoridad", dijo al ver las retorcidas cruces en sus uniformes. Sin embargo en ese instante una preocupación más lo sacudió. "Gunther, ¿Dónde esta", temiendo que a esa hora estuviera en la calle, dirigió sus pasos hacia su habitación, la cual estaba vacía.
"No lo sé"
"¡Maldición!", mascullo tomando su abrigo con intención de salir a buscarlo, sin embargo en ese punto alguien llamo a su puerta.
"¿Padre?", embargada por el horror la joven cuestiono.
"Vuelve a la cama. Yo iré a ver que sucede", ordeno y componiendo su nerviosa postura, camino hacia la entrada y atendiendo, se encontró con uno de esos oficiales. "Bu... buenas noches"
El sujeto hizo el saludo militar y al instante pidió; "Documentos"
"Si, por supuesto", dijo y tomándolos de su abrigo, se los entregó.
"¿Vive solo?"
"No, con mis dos hijos... ahora duermen", titubeante replico.
Corroborando el apellido del sujeto, le devolvió su identificación; "Cierre bien sus puertas. Estamos por marcharnos"
"¿Qué... qué sucede?", pregunto.
"Nada de lo que una persona decente como usted tenga que preocuparse. Ahora estamos limpiando las calles de esos indeseables... marcamos sus negocios con el fin de diferenciarlos de los nuestros. A partir de mañana usted solo podrá comprar en los debidamente establecidos"
"¿Indeseables?"
"No se preocupe, señor... esos no volverán a molestarlo... irán a prisión"
"¿Prisión?... ¿Qué hicieron?", conociendo de toda la vida a aquellas respetables familias, preocupado cuestiono.
"Contaminar nuestra literatura y nuestra música. Si no hacemos nada para detenerlos, lo harán con nuestra raza... ahora vaya a la cama, o tendré que arrestarlo por desacato"
"Entiendo. Buenas noches", concluyo Heinre cerrando la puerta.
"¿Qué sucede, padre?", cuestiono Michiru al ver como el color había huido de sus mejillas.
"No... no es nada... es solo una inspección"
De pronto alguien llamo a la puerta y pensando que el hombre había regresado, a Heinre no le quedo de otra mas que abrir y entonces, Gunther ingreso.
"¿Dónde estabas?", cuestiono su padre al verlo cubierto de polvo y hollín.
"Ayudando a los soldados", orgulloso contestó. "Debieron verlo"
"¿Ver qué?"
"En la plaza estaban quemando sus sucios e infames libros"
Ante esa maldita alegría, Henire lo abofeteo. "No sabes lo que dices"
"Quién no lo entiende eres tú, padre. Por su culpa perdimos la Gran Guerra... ahora deben pagar por haber sumido a nuestra nación en la miseria"
"Ve a la cama. Hablaremos mañana", ordeno.
Y así como sucedió en esa nación, había sucedido en todas aquellas que se habían anexado a los ideales de un solo hombre.
Aún sus habitantes no lo sabían, pero esa noche fue el preámbulo a la abominable guerra racial que estaba por azotar la mitad del continente...
(Presente. Esa noche)
Y apenas la oscuridad llego, el cielo de la capital se ilumino con los fuegos artificiales que fueron lanzados para acompañar el festejo.
Y aunque en esa parte del mundo la guerra ya había concluido, pronto iniciaría una en la que las armas ya no serían utilizadas...
En ese punto ya no había buenos ni malos. Esos hombres y mujeres estaban tan cegados por el alcohol, el dolor, la tristeza y la rabia, que la violencia en todas sus formas no tardo en hacerse presente...
"El infierno se abrió y dejo escapar a estos demonios", una anciana chillo al verse acorralada.
"Si ustedes no lo hubieran abierto, nosotros no estaríamos aquí", burlón el soldado le contesto.
"Los hombres nos hirieron, pero son sus mujeres quienes van a pagar cada una de sus humillaciones", otro añadió.
"Dijeron que nuestra raza era inferior y con ese discurso intentaron deshacerse de todo los pueblos del mundo para dominarlo, ahora ¿Dónde están los súper hombres?" un cuarto agregó.
Pocas eran la edificaciones que seguían en pie, ofreciendo con sus debilitados muros un escondite para aquéllos que de los vencedores trataban de escapar.
"Tenemos que salir de este lugar", dijo el asustado Nicolas para con su esposa.
"¿A dónde iremos?", contesto la pelinegra Rei.
"A dónde podamos ir... podemos intentar llegar a donde esta el ejercito de la nación del Occidente", dijo y abriendo la puerta, se encontró con dos oficiales.
"Buenas noches", alcoholizado saludo uno de ellos.
"Buenas noches", temeroso el hombre respondió mientras que con su cuerpo trataba de bloquearles la vista hacia lo que quedaba de su hogar.
"Muévete", el segundo chillo y empujándolo, ingresaron en el recibidor. "¿Te vas?, ¿A dónde?", pregunto contemplando el equipaje. "¿Ocultas a alguien?"
"¿No nos van a acompañar en nuestro festejo?"
"No... No me voy, tampoco oculto a nadie", titubeante replicó.
Uno de ellos corrió hacia los sucios muebles para abrir los cajones y de ellos tomar lo que valioso le pudiera resultar.
"¿Vives sólo?", el segundo hombre, apuntándole con su arma, cuestiono.
"Si"
Escuchando el lloriqueo de un pequeño, ambos soldados sonrieron y viéndose entre si, golpearon al joven y luego corrieron hacia el lugar desde donde el sonido provenía.
Y apenas ingresaron en la habitación, contemplaron a la joven, quien en sus brazos sostenía a su hijo.
"¿A dónde vas?", pregunto uno de ellos mientras le bloqueaba el paso.
"Aléjense", de forma inútil ella ordeno.
Cuanta razón tenía Haruka al señalar que las mujeres eran quienes más podían llegar a sufrir las consecuencias de la guerra...
Pero, ¿Quién podría detenerlos?... ¿Quién podría decirles como actuar?, si el dolor y el recuerdo de lo vivido por siempre permanecería en sus memorias.
Muchos de ellos habían visto sus aldeas y ciudades arder, otros habían perdido a sus familias en manos de sus opresores. Si, estaban tan enfurecidos que habían confundido el sentimiento de justicia con el de venganza. Y es que después de padecer semejantes horrores ¿Quien podría pensar con claridad?
(En el refugio)
Aterrorizada por lo que afuera pasaba y temiendo que ellos ingresaran, la descubrieran y también la sometieran, la aguamarina permanecía oculta en un rincón.
Cubriéndose los oídos ante las burlonas palabras de aquellos sujetos y el clamor de sus vecinos, tuvo valor para observar a través de la ventana.
Entonces pudo contemplarlos. Ellos corrían por las calles mientras que de los edificios, las alcantarillas y los escombros sacaban a los vencidos oficiales y a los civiles que en vano trataron de ocultarse.
Entonces pensó en la noche que los comercios fueron incendiados y muchos de sus vecinos arrestados. Si en ese entonces los habitantes de esa nación y de todas aquellas que creyeron en ese maldito discurso hubieran predicho su fatídico desenlace ¿Habrían cedido ante las ambiciones de un solo hombre?.
Pensando que aunque el rubio era duro con ella, gritara y la culpara de cualquiera que fuera su dolor, debía reconocer que era muy afortunada por estar ahí.
Echándose a llorar, se derrumbo sobre el suelo al sentirse culpable por no poder hacer nada por todos aquellos que no correrían su misma suerte...
Y entonces de nueva cuenta amaneció, colando los primeros rayos del sol a través de la diminuta ventana y golpeando con su suave caricia el rostro de la hermosa aguamarina.
Ante su toque, la mujer se sobresalto y de golpe se sentó sobre el improvisado lecho.
"No... No debí quedarme dormida", murmuró escuchando las burlonas palabras que de afuera provenían.
Desplazándose con cuidado por la casa, observo que el comandante se había quedado dormido sentado a la mesa de la cocina.
Sintiendo un leve movimiento él despertó y tomando su arma le apunto a la joven.
Confundido a causa de lo que la noche anterior había bebido y la somnolencia, tardo unos segundos en asimilar donde es que se encontraba.
"¡Maldición!", pensó y ante el molesto reflejo de la luz del sol se llevo la mano al rostro. "Hace tanto tiempo que no dormía, que no me di cuenta de en que momento lo hice", dijo y luego tomo la botella, descubriendo que estaba vacía.
"Buenos días", ella titubeo.
Haruka no respondió, tan solo se limito a ponerse de pie y dirigiendo sus pasos hacia el otro piso, se encerró en su habitación.
Michiru no dijo nada, así que tomando las pocas provisiones que les quedaban, comenzó con la preparación del desayuno.
No más de diez minutos después el rubio regreso vistiendo un uniforme limpio y llevando en las maltratadas manos su macuto. "Necesito que remiendes y laves lo que hay aquí", ordeno arrojándolo sobre una de las sillas, luego se sentó frente a la mujer a la espera de que su desayuno estuviera listo.
En silencio y con miedo ella continuó en lo suyo, él por su parte fijo su mirada en ella, recorriendo así su menuda figura.
"El combate termino, sin embargo afuera hay una batalla muy diferente... pasan cosas terribles... supongo que sabes a que me refiero, ¿No?", cuestiono luego de un largo silencio.
"Si, comandante", evitando pensar en lo sucedido la noche que él la salvo, le sirvió el plato.
"Llegue a este lugar para liberarlo, es por eso que no quiero que luego vayas a ir por ahí diciendo que soy un pervertido que te retuvo contra tu voluntad... así que vuelvo a preguntarte ¿Quieres que te deje ir para que busques lo que queda de tu hogar... o deseas quedarte aquí conmigo?", cuestiono esperando que eligiera lo que a ambos conviniera.
"Hice un trato con usted", contestó con la mirada baja.
Ante sus palabras no solo por lo que significaban, él sonrió.
Y es que si bien la consideraba su enemiga, también debía reconocer que el volver a ese sucio lugar y encontrarse con ella comenzaba a resultarle agradable.
Fueron cuatro años los que estuvo vagando, cuatro años en los que a cada segundo su vida peligro, ¿Acaso su presencia le devolvía un sentido de pertenencia?.
En ese punto Haruka negó con la cabeza, como queriendo alejar esa idea de él. Así que esperando escapar a esos sentimentalismos, se puso de pie y dejo que la silla cayera al suelo.
"¿Se encuentra bien?", preocupada cuestiono Michiru.
"No te incumbe", él contesto comenzando a alejarse por el pasillo con dirección a la salida. "Ocultate, este infierno apenas y comienza"
Ella lo observo, recordando como ante ella se había derrumbado y como había vuelto a sobreponerse; "No, no puede ser un hombre malo, la guerra lo ha perdido", pensó.
Haruka apenas abrió la puerta se detuvo y frunciendo el entrecejo con extrañeza se volvió para con ella; "¿Cómo... cómo te llamas?"
Ante su pregunta ella se quedo en silencio. Era verdad, en todo ese tiempo que tenían de conocerse él jamas se lo había preguntado y ni aun siquiera ella sabía el del él.
"Michiru, comandante", replico sabiendo que terminaría por olvidarlo así como olvido muchos otros.
Haruka le dirigió una última mirada y sin decir más se retiro.
(Más allá)
Y tal y como lo habían planeado la noche anterior, esa mañana lo llevaron a cabo.
Kirill, Fiódor y los demás tratando de ignorar lo que a su alrededor acontecía, se disponían a dedicarle un ultimo adiós a su amigo Alexei.
Mizuno, la cirujano, lloraba al lado del rubio Nikolai.
"Debí ignorarlo, debí llevarlo al quirofano", murmuró viendo como poco a poco el improvisado féretro de su hermano era enterrado en esa tierra extranjera.
"No te tortures con esa idea, después de todo fue su deseo quedarse para ser testigo de nuestro triunfo", expreso Amy.
"Si mi madre viviera, no me perdonaría lo que ha acontecido. ¿De qué forma podría verla al rostro y decirle que su hijo mayor murió porque yo lo traje a esta guerra?"
Ante esa terrible escena Mina baja mirada; "Armand, ¿Dónde estarás?", se pregunto y entonces del bolsillo de su camisa militar tomo la hermosa bufanda que él y junto a un precioso río le había obsequiado.
En silencio y conociendo que era lo que le ocurría, Haruka la contemplaba.
(En el refugio)
Tal y como él se lo había ordenado, la joven tomo el macuto, sacando de el las sucias prendas.
"¿Qué es esto?", se preguntó cuando al suelo cayo el bolso de cuero que el comandante siempre llevaba al hombro y el cual contenía un paquete de lápices de colores. Esa simple imagen volvió a recordarle a sus pequeños alumnos. "¿Ellos... Ellos estarán bien?", sin mucha esperanza espero que así fuera.
Haciéndolo a un lado, continuo revisando los bolsillos de los uniformes y los abrigos, entonces descubrió que el comandante había dejado olvidado sus documentos. Así que pensando que salir a buscarlo sería la peor de las decisiones, los coloco sobre la mesa y luego fue a lavar las cosas...
Las horas siguieron transcurriendo sin que él regresara.
Observando las pertenencias y deseando conocer un poco más sobre él tomo la identificación, descubriendo que el rubio era originario de una ciudad llamada Vrostov. Además era un par de años mayor que ella y aun más importante, antes que ser soldado y ser ascendido a comandante, su nombre era Haruka.
Luego, luego contemplo la ya muy desgastada fotografía en la que aparecía un niño de quizás cuatro o cinco años.
Ante esa imagen ella sonrió. "No, un hombre que llora y guarda la fotografía de un niño no puede ser malo, mucho menos es un monstruo"
Tan concentrada estaba en la imagen, que no escuchó cuando la puerta principal se abrió y dio paso a él, quien se había detenido a pocos pasos de ella.
Ante la sombra que su alta y esbelta figura proyecto sobre el suelo, asustada ella se volvió; "Co.. comandante, olvido sus cosas", titubeante expreso.
Aliviado Haruka contemplo sobre la mesa el resto de sus pertenencias; "Pensé que los había perdido", expreso sonriendo.
"No era mi intención... Revise los bolsillos para comprobar que estuvieran vacíos y entonces vi que olvido esto", esperando que comenzara a gritar por haber husmeado entre sus cosas, le entrego la fotografía mientras que resignada aceptaba cualquiera que fuera el castigo.
El rubio sonrió aún mas, perdiéndose en la imagen de su pequeño; "Mira, este es mi hijo Fiódor... y compre esos lápices de colores para obsequiárselos en su cumpleaños", dijo conteniendo su llanto ante el recuerdo de esa mañana.
Por su parte Michiru sonrió con un poco más de confianza y es que no solo sabía de donde provenía y cual era su nombre, sino que había descubierto que él era un hombre como cualquier otro, con una esposa y un hijo que impacientes y luego de cuatro años de ausencia, esperaban su heroico regreso...
Notas de autor;
En medio de la dureza de Haruka, de su odio y su dolor, lo único que lo mantiene humano es el recuerdo de su familia.
Kaiohmaru; Si, la guerra no la inicio la gente, la iniciaron los altos mandos, sin embargo los civiles la apoyaron. Tienen cierto grado de responsabilidad, aunque también es cierto que nada hubieran podido hacer por detenerla.
Michelle; Lo que sucedió es que la gente confió de más en él cuando les dijo justo lo que ellos querían oír. Se aprovecho de la terrible crisis que les dejo la primera guerra, culpo gente y con el cuento de regresarles la gloria de lo que fue el imperio antes de volverse república, los cego. No se discute que si los saco del problema financiero en el que estaban, llegando a ser una nación muy prospera y poderosa, pero por declararle la guerra a todo el mundo volvieron a caer en una crisis más grande y aun peor que lo económico, esta el hecho de que con su discurso de odio e ideales raciales sometió a mucha gente inocente.
Isavellcota; Creo que termine por confundirte aún más, perdón. Decidí tomar de contexto el momento más crudo y hórrido de la historia, el cual tuvo de telón a Adolf H (el líder del Norte al que describo se base en él). La historia se centra en algo así como el frente oriental, en el cual se enfrento el ejercito Germano contra el heroico ejercito Soviético (quienes se llevaron la peor parte de la guerra). Trato de no entrar en muchos detalles, por eso escribo haciendo uso de pistas.
