CAPÍTULO XVI

¿AMIGO O ENEMIGO?

(Hace dos años)

Proveniente de las altas montañas, el gélido viento se arrastraba golpeando a su paso las menudas figuras de aquellos hombres y mujeres que buscaban un refugio donde resguardarse a la espera de que la noche llegara.

"Una aldea", un oficial, haciendo uso de sus binoculares, grito al ver como en la distancia se alzaban las débiles columnas de humo.

Lejos de alegrarse, unos se miraron a otros, sin embargo fue Dimitri el primero en hablar; "¿Creen que llegamos tarde?", cuestiono.

"No lo sabremos hasta acercarnos... vamos", titubeante su rubio comandante respondió.

Y es que muchas veces ya había sucedido, que viendo en la distancia una aldea o pueblo, luego de la emoción por encontrar comida y refugio, la desilusión llegaba al descubrir que el enemigo la había reducido a cenizas.

Así que esperando encontrar solo restos, siguieron avanzando.

Un niño que jugaba cerca de los cultivos observo el batallón. Rompiendo a llorar, corrió hacia su escondite mientras que a fuertes voces gritaba; "Soldados, ahí vienen los soldados"

Ante el aviso, los hombres salieron armados con sus herramientas de siembra, pero reconociendo sus rojas banderas, respiraron aliviados al mismo tiempo que presurosos dirigían sus pasos hacia ellos.

"No hay nada que temer, son nuestros hombres", un anciano grito y al instante los demás habitantes fueron emergiendo de entre la hierva para ver el heroico desfile.

"Es verdad, se trata de nuestro ejercito", una mujer añadió.

"Buenos días", saludaron.

"Pensamos que eran ellos quienes habían regresado", contenta una anciana expreso y tomando el joven rostro de Alexei, comenzó a besarlo.

"Lamentamos no haber sabido que venían para haber preparado una fiesta"

Aliviados el rubio y los demás fueron testigos de que contrario a las demás aldeas, esa todavía estaba medianamente habitada.

"¿A dónde van?", pregunto un joven observando sus rifles y el titntineante brillo en sus pechos.

"Hacia el norte", orgulloso Kirill contesto.

"Falta mucho para que lleguen", señalo el más viejo de todos.

"Ahora buscamos un refugio y comida... continuaremos nuestra caminata al amanecer. Así que nos quedaremos aquí", Haruka señalo.

"Entonces sean bienvenidos"

Fue así que apenas la noche llegó, para calentarse se sentaron junto al fuego para escuchar su trágica historia.

"Fue hace cerca de un año, ellos llegaron de madrugada y quemaron el pueblo y luego minaron los campos. Quienes sobrevivimos nos encargamos de limpiarlos. Ahora reconstruimos nuestros hogares"

"Fue terrible... asesinaron a mis hermanos y hermanas. Me salve porque estaba en el bosque cortando leña", entristecido un joven refirió.

"Esos no perdonaban a nadie...", recordando la brutalidad que habían ejercido en su contra, una joven expreso mientras se aferraba a su bebé, el eterno recuerdo de lo que le había sucedido.

Imaginando los horrores que ella y otras chiquillas tuvieron que soportar en manos de sus verdugos, observaron al hijo de su enemigo, que no era otra cosa más que una victima más. Tristemente esa era una historia que muchas veces habían escuchado.

"La cena ya esta lista", una mujer expreso poniendo a calentar lo poco que les quedaba.

"Tengo hambre, mamá", un chiquillo dijo al ver como los humeantes alimentos eran servidos.

"Lo sé, pero primero deben comer los soldados para que puedan ganar la guerra", su madre replico.

Ante esas palabras Haruka bajo la mirada. Y es que en medio de su pobreza y el dolor compartían el pan al mismo tiempo que se esforzaban por continuar sobreviviendo en medio de ese infierno.

"Mientras nuestros niños pasan hambre, los suyos disfrutan de lo que sus soldados roban de nuestras aldeas", impotente un hombre murmuro.


(Presente. Mañana siguiente)

En grandes grupos y cantando, los vencedores ingresaban en la cancillería.

Tomando del suelo el carbón que había dejado la batalla, en sus deterioradas paredes escribían emotivos mensajes, algunos siendo más osados agregaban insultos mientras que otros plasmaban sus nombres y las ciudades de las que provenían.

"Vasia y yo, Lita, hemos vencido", escribió la castaña.

"Yo, Mizuno, he sobrevivido a toda la guerra", escribió la medico.

"Mina, la voluntaria de Vladstok los ha vencido"

Haruka por su parte y en compañía de otros oficiales, iba recorriendo los edificios que seguían en pie, tratando en vano de sacar de su memoria lo que en el subterráneo escondite de H. había visto. Sin embargo sería inútil porque esa maldita escena constantemente se repetía. Y es que muchos civiles y sin importar la edad, al verse vencidos decidieron seguir fieles a su líder a fin de evitar las terribles humillaciones que se avecinaban.

"¿Por qué?", confundido se pregunto. Si bien era cierto que en los últimos momentos de batalla esos hombres y mujeres estuvieron aterrorizados a consecuencia de su derrota, decidiendo ese desenlace para escapar de la venganza que azotaba las calles, ¿Qué no se supone que el instinto de supervivencia es más fuerte que el miedo?.

En medio de sus dudas, un escalofrió recorrió su espalda al recordar a la aguamarina; "Michiru... no debí dejarla sola", gimió y entonces emprendió la rápida carrera hacia el refugio...

Mientras tanto ahí y oculta la mujer esperaba a que él regresara, viendo como de cuando en cuando algún oficial pasaba y con rifle en mano echaba un vistazo a través de la diminuta ventana en busca de presa.

"Qué no me vea", horrorizada murmuraba cada vez que alguien merodeaba.

De pronto la puerta principal se abrió con violencia y luego unos pesados y rápidos pasos se dejaron escuchar a lo largo del salón con dirección a donde ella estaba, rompiendo a su paso un par de cristales.

"Son... son ellos... me van a...", embargada por los más terribles pensamientos y recordando las terribles palabras y acciones de Yakov, aferro sus menudas manos a una barra de metal en un intento por protegerse. Convencida estaba de que si tenía que pelear y morir entonces lo haría antes que verse ultrajada.

Entonces la escondida puerta del sótano se abrió de un golpe, dando paso al nervioso y agitado comandante.

Sin detenerse a tomar un poco de aliento él corrió hacia la mujer y tomándola por los brazos con fuerza, fijo su enardecida mirada en ella. Sin poder decir nada, la examino a detalle.

Ella lo único que en sus ojos pudo ver fue odio, mas sintiéndose aliviada dejo a un lado su improvisada arma.

"Pe... pensé que tú... mejor olvídalo", expreso relajando su tensa figura y liberándola de su violento agarre.

"¿Qué... qué sucede?", cuestiono sin imaginar a que podía deberse ese extraño arrebato.

Haruka se quito el gorro y se desabrocho el cuello de la camisa en un intento por refrescarse, luego se sentó frente a ella.

"Vengo de la cancillería y otros edificios", dijo acomodándose el cabello que había caído por su frente, luego rió un poco para evitar parecer preocupado, cosa que no podía permitirse experimentar por ella. "Ese tal Wolfgang H... ese hombre al que tanto veneraban con fe ciega no era un guerrero como se los hizo creer, mucho menos un enviado de los mitológicos dioses, ¿Sabes por qué?"

Lógico fue que ella negara con la cabeza.

"Porque mucho alrededor de él es una mentira, tan solo un mito que creo para poder engañarlos... dejo que los civiles se hicieran cargo de la ciudad mientras él se escondió bajo tierra. Ordeno que pelearan una guerra que claramente ya estaba perdida... y si, murió, pero no peleando contra nosotros ni mucho menos comandando al ejercito. El muy cobarde se suicido y luego pidió que incineraran sus restos para evitar que nosotros lo descubriéramos"

Ante esas palabras la aguamarina se quedo boquiabierta. Y es que era algo que jamás hubiera imaginado.

"Era un cobarde, no fue capaz de aceptar su derrota, así que prefirió terminar con su miserable existencia. Y si crees que estoy mintiendo déjame decirte que algunos de sus hombres de confianza fueron capturaros, ellos se lo dijeron a nuestros hombres y luego nos guiaron para que nosotros mismos lo viéramos"

"Sacrifico muchas vidas, fue lo mejor que pudo hacer", ella murmuro.

"No, debió enfrentar a la justicia. Debió ser juzgado por un tribual militar y condenado por sus crímenes. Al rededor del edificio se encontró media docena de hombres muy parecidos a él. Puedo hasta asegurar que muchas veces no era él quien se presentaba ante ustedes, sino sus dobles"

La mujer respiro aliviada al saber que esa amenaza había terminado, aunque al caer la noche había otra por parte de sus libertadores.

"Tenía una esposa... la encontraron junto a él"

"¿Una esposa?"

"Así es", dijo y luego se quedo en silencio, como tratando de asimilar lo que en el subterráneo había visto. "El ministro de propaganda tampoco murió en combate. Puedo entender su cobardía, sin embargo no... no entiendo como es que pudo arrastrar con él a su familia... su esposa... sus hijos", negando con la cabeza mascullo y luego con sus puños arrugo su pantalón.

"¿A qué se refiere?", ella cuestiono imaginando lo peor.

"No puedo terminar de entender la maldita influencia que H. ejercicio en ustedes. Porque muchos civiles decidieron seguirlo aún después de su muerte... ahora dime, ¿Por qué lo hicieron?", tomándola con violencia, la sujeto por los hombros. "¿Por qué no querían verse vencidos?, ¿Por qué seguían fieles a él?... ¿Por qué tenían miedo de nosotros?... ¿Por que arrastraran a sus hijos con ellos?"

Ante esas palabras ella titubeo.

"Nuestra gente lucho mucho por sobrevivir aún y cuando tus amigos ejercieron tanto mal sobre ellos, ¿Por qué ustedes se rindieron?, ¿Por qué?... nuestros niños querían vivir y en cambio ustedes estregaron a los suyos a un maldito ideal, ¿Por qué les hicieron esto?, ¿Qué culpa tenían ellos?", recordando a su pequeño y a todos aquellos que en el camino encontró, grito.

Ella no supo que responder, aunque pensó que probablemente tomaron esa decisión porque muchas veces el ministro de propagaba les hablo sobre la violencia con la que ellos podían llegar a actuar. Después todo ella misma y en su contra jalo el gatillo de su arma cuando se vio acorralada por aquel hombre.

Liberándola poco a poco de su agarre, él bajo la mirada y relajo el tono de su voz; "Vine porque pensé que tú también habías decidido...", en ese punto no pudo continuar, pero la idea de que ella terminara con su vida lo perturbo. Había visto tanta muerte que no toleraría una más, mucho menos la de ella, a quien comenzaba a acostumbrarse.

"¿Qué.. qué pensó?", olvidándose por un momento que parte del trato era no cuestionarlo, Michiru pregunto fijando su mirada en la de él.

"Olvídalo", escapando a esos sentimentalismos y a su marino mirar se dio media vuelta y entonces encendió la lampara que sobre la mesa había dejado. "Sostenla", ordeno y acto seguido centímetro a centímetro comenzó a revisar el suelo.

Ella al instante obedeció

"¿Sabes quien vivía en esta casa?", luego del silencio que se formo entre los dos, él pregunto.

"Si, comandante. Aquí viven los Kremer"

"Sabes a qué se dedicaban?"

"El señor Wilbur es farmacéutico y su esposa Helga es medico. Dicen que una noche fue llamada a la cancillería para que atendiera a H. Son un matrimonio mayor que nunca tuvo hijos"

Ante sus palabras Haruka sonrió; "¿Sabes donde están ahora?"

La aguamarina negó con la cabeza, luego de forma titubeante relato; "Cuando ustedes traspasaron la frontera mucha gente comenzó a huir. Desconozco si ellos lograron salir de la ciudad, había severas sanciones para quienes intentaran abandonarla. Luego llego la orden, hombres, mujeres, ancianos y niños debíamos protegerla, entonces comenzaron los improvisados entrenamientos militares"

"¿Por eso te quedaste?"

Ella asintió un poco y luego murmuro con nula esperanza; "Porque tenía miedo a las represalias, además para esperar a que mi hermano regresara"

"Entiendo", contesto el rubio y pisando uno de los tablones del suelo, este produjo un sonido seco. "Acerca la luz", pidió. Tomando una navaja cuya empuñadura era adornada con el emblemática cruz retorcida, levanto la pieza casi suelta y al instante descubrió que se trataba de un improvisado escondite. "Lo sabia"

"Perdone que pregunte, pero ¿Qué es?"

"Eso mismo vamos a ver... Cuando tenía mi granja, una parte de mi cosecha servía para alimentar a los soldados del frente, la otra parte para venderla, si embargo bajo el suelo del ático yo ocultaba un poco de ella para mi familia", dijo y del fondo de la caja de madera que lo resguardaba, tomo un pesado saco. "Por este simple objeto la gente más buena es capaz de volverse mezquina... y eso es porque durante la guerra puede llegar a valer más que el mismo oro", agrego recordando a sus vecinos, quienes no hicieron nada por ayudar a su esposa y su hijo.

"Espero y sea comida", ella pensó.

Con el filo de la navaja Haruka rompió el nudo que lo protegía y entonces pudo contemplar lo que contenía.

"Es arroz, avena y harina... mirá, tenemos fruta y alimentos en conserva", contento expreso ante su tesoro. "Ahí afuera se intercambia... ya sabes qué por una simple patata o unos cuantos granos de avena... debes reconocer que eres muy afortunada al tener todo esto". Terminando de sacar lo comestible, en el fondo encontró una caja de metal. "Mirá, son medicamentos", dijo mostrándoselos. "En el hospital son necesarios, pero también nosotros podemos llegar a requerirlos, así que los conservaremos. Procura no desperdiciar los alimentos, la guerra continua en muchos lugares y seguirán escaseando en los próximos meses"

Y aunque la mujer estaba contenta, hubo algo que por un instante la entristeció.

"¿Sucede algo?", cuestiono el comandante al contemplar su mueca de aflicción.

"No, no es nada... pero me hubiera gustado encontrar un poco de jabón", murmuro, y es que al igual que el café, el que se comercializo durante durante los últimos meses era de pésima calidad.

"No digas tonterías. Ahora lo más importante es la comida"

"Si, comandante"

"En los próximos días comenzaran a racionar los alimentos para los civiles, eso te incluye a ti. Pero primero se llevara a cabo un censo poblaciónal"

Sabiendo que eso significaba salir y exponerse a ser capturada, ella titubeo.

"No te preocupes, a mi me tocan dobles. De alguna forma podre arreglármelas para traerte lo que te corresponde. Recuerda que tenemos un trato, eso incluye compartir. Cuando sea seguro salir podrás ir personalmente"

"Gracias, comandante"

"Mejor no agradezcas y para la cena prepara un poco de ese arroz", dijo él y tendiéndole el saco para que ella lo tomara, sin que fuera su intención rozo sus dedos con los suyos.

Ante ese ligero toque ella no pudo evitar sonrojarse, luego contemplo sus carnosos labios, labios que en dos ocasiones y por la fuerza ya la habían besado. Fue así como un incomodo silencio se formo entre los dos.

"Ahora tengo que irme", escapando a su marino mirar él expreso con tono severo.

"Por favor, regrese con bien", ella murmuro.

"Lo haré. Espera a que este en casa para que puedas moverte con más libertad", colocándose el gorro salio a la calle no sin antes asegurar la puerta.

Michiru observo los alimentos y esperando a que el volviera, se hizo aquella forzosa pregunta; "¿Acaso estaba preocupado por mi?. Más allá de lo que le ofrecí, ¿De verdad le intereso?", luego negó con la cabeza ante esa remota posibilidad. "Por supuesto que no, Michiru. Eres una tonta sentimentalista. Él jamás se preocuparía por ti porque te considera su enemiga. Él solo te mantiene a su lado porque tienen un trato. Pero ya verás que en cuanto te cobre lo que hace por ti, se canse y se busque a otra, se deshará de ti", afligida pensó mientras que de forma inútil trataba de sonreír.


Notas de autor;

Kaiohmaru; Poco a poco Haruka se esta ablandando, aunque demuestre lo contrario. Michiru lo esta viendo y ya no le tiene tanto miedo, aunque con él nada es seguro. Fue muy afortunada al encontrarse con él, porque como vimos/vemos cualquier otro y en venganza ya la hubiera maltratado, aunque lo que él hace por ella no es porque sea buena gente, sino que hay un costo que por cierto, ella aún no ha pagado.

Michelle; Fue un cobarde, se suicido dejando a la gente con el problema. Y aún así la gente siguió y sigue creyendo en sus ideas de supremacía. Hace poco en un documental ex oficial alegaba que seguía fiel y volvería hacer lo que hizo.

Isavellcota; Fue mi culpa crear esa confusión, cuando me di cuenta ya era muy tarde.

Kyoky; Justo al final tuvo que morir, es triste, pero así ocurre. Es cierto, Haruka y Michiru están en igualdad de condición, él no tiene a donde ir ni con quien, ella al menos esta en la ciudad donde nació, aunque no puede ni salir a la calle. Si bien es cierto que él tiene a sus compañeros no es lo mismo que tener una familia, ella sabe que su hermano jamás regresara. Podemos decir que se tienen el uno al otro.