CAPÍTULO XIX
DUDAS
(Hace cuatro años. En algún lugar del Sur)
Pensado que sus acciones jamás se volverían en su contra y confiando en las erradas decisiones de su líder, aquel comando avanzaba por entre las calles de la ciudad que acababa de tomar.
"Si todas las batallas son así de fáciles, ganaremos la guerra el próximo año", Heinrich, su comandante expreso.
"¿Próximo año?, más bien creo que podríamos hacerlo en las próximas semanas", contesto un regordete sujeto.
"Liberaron la capital, cosa que parecía imposible. Espero y esto no se siga prolongando más de lo pensado", respondió un pelinegro.
"¿Tú que piensas, Nicolás?", cuestiono el primero en hablar.
El joven, pensando en su esposa y en su hijo, de quienes impaciente esperaba sus cartas, se encogió de hombros; "Espero y termine pronto. De preferencia esta misma mañana"
"Lo mismo digo. Comienzo a aburrirme de las reservas con las que contamos. Comemos y bebemos lo mismo, además pocas veces nos divertimos", bostezando un hombre más se les unió.
"Y ni hablar de lo otro"
"No hay que quejarnos, al final la paga será buena. Aunque no se comparara con ver el glorioso triunfo de nuestra raza"
Entre risas y bastante despreocupados los cinco hombres junto al batallón siguieron avanzando por entre las ruinas, hasta que en la distancia un leve ruido los distrajo.
"Ahí, ahí queda gente", preparando su arma, su comandante les hizo una seña para que estuvieran alerta.
"Muy seguramente son civiles"
"Así parece"
"Será mejor no molestarlos", expreso Nicolás.
"Podrían estar armados"
"No creo que se atrevan a atentar contra nosotros, en numero nuestro comando los supera", y apenas el pelinegro termino de decir, con violencia cayo al suelo al ser sorprendidos por una lluvia disparos que provenía de uno de los edificios.
"No debimos confiarnos", mascullo el regordete soldado mientras que él y los demás accionaban sus metrallas...
Y justo como lo pensaron sucedió, y es que pronto pudieron deshacerse de la amenaza, aunque su costo fue perder tres de sus hombres.
"Debemos asegurarnos de que en ese edificio ni en los demás queden personas armadas... Granada", ordeno el comandante.
De su cinturón Nicolás tomo una y corriendo hacia uno de los deshechos ventanales la arrojo dentro.
El griterío de quienes ahí se ocultaban no se hizo esperar, luego sobrevino el silencio y el polvo que en torno a la construcción se elevo.
"Avancen", su jefe ordeno y al instante un grupo de hombres se apodero del lugar.
Fue entonces cuando Nicolás contemplo tan terrible escena, escena que termino por helar sus huesos.
"Bien hecho, hombre", sonriente su comandante lo felicito mientras palmeaba su hombro.
"¿Qué... que he hecho?", se pregunto con la mirada fija y sin color en las mejillas.
Uno de sus compañeros se acerco a él para hablarle con tono burlón; "Así son las cosas por aquí. Para sobrevivir tienes que actuar antes que el enemigo... ¿Gustas un cigarrillo?"
Sin poder desviar la mirada, horrorizado él negó con la cabeza; "¿Qué he hecho?... no pensé...", sin fuerza no pudo continuar.
"¿Pensar?. No estas aquí para pensar, sino para actuar", Heinrich mascullo.
"La primera vez es difícil, pero ya verás que pronto te acostumbraras"
"Es cierto, deberías estar feliz porque nos has salvado. No podíamos arriesgarnos a que volvieran a tomarnos por sorpresa", despreocupado uno más replico.
(Presente. En alguna lugar de la ciudad)
No, no todos habían corrido con la buena suerte de la joven Michiru...
Derrumbándose sobre el suelo de lo que quedaba del recibidor, un trozo del lastimado techo cayo con violencia, estremeciendo con su hueco sonido a tres de los cinco habitantes del piso.
Y fue ante el golpe que temeroso aquel chiquillo se echo a llorar, encontrando refugio en brazos de su amorosa madre.
"Todo esta bien. No tengas miedo", contesto la pelinegra Rei.
Frente a ella y tendido sobre una sucia manta y a ras del suelo, en vano una vez más Nicolás trato de reincorporarse. "Pensé que todo se trataba de una pesadilla", gimió.
"No te esfuerces, podrías lastimarte aún más", dijo ella devolviéndolo a su posición original.
Él, mal herido a causa de la golpiza recibida, con un ojo hinchado y dos dedos de su mano sana fracturados, muy apenas pudo negar con la cabeza; "¿Dónde están?", cuestiono tratando de ver a su alrededor.
Su esposa, también herida, respondió; "Salieron esta mañana"
"Espero y no regresen". Ya no pudiendo contener su tristeza, la rabia y el dolor que no solo provenía de sus heridas, impotente el hombre se echo a llorar; "Cuanto te ha pasado es mi culpa", expreso tratando de sujetar su mano.
"No es verdad", ella contesto de forma gentil. Y aunque también deseaba llorar, se contuvo para evitar preocuparlo aún más.
"Lo es", replico recordando el instante en que por primera vez piso la tierra de sus verdugos; "Te juro que yo no quería, pero no pude negarme", volvió a balbucear. "Perdóname"
"Nada ganas con lamentarte"
"Hubiera preferido morirme, sin embargo sobreviví a ese día solo para ver como tú... ellos... maldita sea", chillo. "Tienes todo el derecho a odiarme"
"Cuando regresaste jure que jamás te haría preguntas porque sé que para ti no fue nada fácil, pero ¿Quieres contarme que sucedió?", la pelinegra cuestiono mientras que de la frente le limpiaba el sudor, producto de la fiebre que desde hacía días lo aquejaba.
El asintió, dejando que las lagrimas libres volvieran a fluir. "La guerra no se pelea contra civiles y sin embargo yo...", no pudo continuar ante el recuerdo de lo vivido. "Es un castigo, todo esto es un castigo por lo que a esa gente le hice... un castigo que tú y mi hijo están pagando. La guerra convierte en monstruos a lo hombres... incluso lo hizo conmigo después de...", en ese punto el sonido de un par de botas que se acercaban no le permitió seguir.
Eran los dos oficiales del sur que había ocupado su casa.
"Hemos vuelto", dijo uno de ellos sentándose a la mesa. "Tenemos hambre"
"¿Qué no escuchaste?", dijo el segundo y acercándose a ella, de los brazos le quito al chiquillo.
Asustado el pequeño negó con la cabeza. El hombre por su parte camino hacia la mesa y luego se sentó con él sobre sus rodillas.
"¿Qué haces?", mal encarado el otro cuestiono.
El oficial sonrió y tomando de su bolsillo un par de galletas que en el edificio vecino había encontrado, las coloco en sus manitas. Ante su gesto el hambriento niño dudo.
"Puedes comerlas. Las traje para ti", dijo el solado.
"No deberías desperdiciar la comida, y mucho menos dándosela a los hijos de estos imbéciles. Ellos robaron nuestras ciudades, dejando a nuestros niños sin alimento", huraño mascullo ante su noble acción.
"Tengo hijos y los extraño. Además hace ya mucho que no tengo un bebé en los brazos", señalo comenzando a cantar en su extranjero idioma, arrancándole así una sonrisa al inocente. Dirigiéndole la mirada a la mujer, esa amable actitud cambio para dar paso a los gritos; "Y tú date prisa. Tendremos invitados"
Observando la forma en que se comportaban, Nicolás volvió a lamentarse; "Soy un maldito inútil. No puedo proteger a mi esposa, no puedo sostener a mi hijo y ni siquiera puedo hacer algo para echar a esos dos de mi casa", murmuro desviando la avergonzada mirada.
Esa era una escena que aquí y allá se repetía...
(Mientras tanto)
Luego de haber encontrado madera y herramientas, Haruka se ocupaba de reparar la puerta del refugio.
"Hiciste bien al ocultarte ahí, agradécele a los Kremer que hayan hecho ese hueco para ocultar sus provisiones"
Recordando los terribles minutos que ahí tuvo que pasar, cubriéndose los labios para que su agitada respiración no la delatara, Michiru asintió.
"¿Lo habrán hecho para ocultarse ellos?... como sea, supongo que debió resultarte muy incomodo, ¿No?"
"No, no lo fue", replico ella pensando que cualquier incomodidad no se comparaba con lo que estuvo a punto de sucederle. Convencida estaba de que si tenía que permanecer ahí por el resto del día, entonces lo haría.
"Ya esta listo", él dijo mientras se reincorporaba y guardaba los clavos sobrantes.
"Gracias, comandante", murmuro en voz baja.
"¿Sabes?, estaba pensando que quizás debería enviar a dos de mis hombres de confianza para que vigilen el edificio. De esa forma podrías estar más tranquila"
Ella negó con la cabeza; "No, no confió en nadie que no sea usted. Ellos y los demás podrían llegar a pensar que lo hace porque oculta algo"
"Tienes razón. Más que una buena idea lo único que lograría sería exponerte aún más"
Contemplando las marcas que con sus uñas había dejado en el rostro del rubio en un intento por defenderse de lo que ella pensó era un ataque por parte de esos hombres, la joven bajo la mirada y se mordió los labios, luego de forma titubeante se dirigió a él; "¿Comandante?"
"¿Ocurre algo?", indiferente cuestiono.
"Lamento mucho haberlo golpeado y arañado... pensé que eran ellos. Usted sabe que no era mi intensión lastimarlo"
"Así déjalo. No tiene importancia"
"Además... yo... anoche... estaba muy asustada y ni siquiera tuve tiempo de agradecerle sus atenciones... gracias por lo que ha hecho por mi y por los cosas que me trajo"
Ante sus palabras Haruka ergio la mirada, sonrió y dejo escapar una ligera risa. Dibujando en su rostro una mueca burlona, con gentileza le acomodo el cabello que había caído por su frente; "No confundas las cosas, no creas que lo hago porque soy un buen hombre. Recuerda que tenemos un trato, así que ya sabes de que forma quiero que me sigas agradeciendo"
"Es verdad. Disculpeme", sintiendo como sus rostro se encendía aún más, replico.
Si decir nada Haruka camino hacia la entrada y tomando del perchero su gorro, se colgó el rifle en el hombro. "Lo había olvidado, al atardecer habrá un desfile. Estoy seguro de que podrás verlo a través de la ventana... quizás entre los protagonistas reconozcas a alguien"
Ella aunque no entendió, tan solo asintió. Sabia que era mejor no cuestionarlo.
El rubio por su parte abrió la puerta y apenas iba a salir, pensativo se quedo en silencio. Entonces volvió sus pasos hacia ella y depositando un corto beso en sus labios, expreso; "Cuídate"
Ante ese inesperado toque de labios ella se sonrojo y sus miembros temblaron, pero no a causa del miedo: "Por favor regrese a casa"
"Lo haré", contesto y cerrando la puerta detrás de él camino hacia lo que quedaba de la ciudad.
Sin aliento, la aguamarina a través de la ventana del recibidor observo como el hombre se alejaba.
(Del otro lado)
"Fue un trabajo arduo, sin embargo nuestros muchachos lo lograron para que todo estuviera listo para hoy. Las vías del tren fueron restablecidas casi en su totalidad", expreso el general Volkov.
"Sin duda hicieron un buen trabajo", orgulloso un comandante señalo.
"¿A qué hora comenzara el desfile?", cuestiono el tiente Ivanovich.
"Esta previsto que el tren parta hacia las siete de la noche", contesto el coronel Pavlov.
A pocos pasos de ahí y haciéndose de un buen lugar para poder contemplar el evento, la cirujano Mizuno y todos ellos esperaban a que se diera la hora acordada.
"Estaremos en primera fila", el tuerto Fiódor, tomando de su bolsillo una botella de vodka, brindo.
"En nuestra capital se pondrán muy contentos", la castaña Lita emocionada sonrió.
"Es un magnifico regalo", Mina agrego.
"Buenos días", Haruka saludo. "Veo que han conseguido excelentes lugares"
"La ocasión lo merece", la cirujano expreso mientras que con atención observaba el rostro del rubio hombre, quien a la altura de la mejilla llevaba un par de rasguños. "¿Estas bien?", cuestiono.
"Si, ¿Por qué la pregunta?", cuestiono con tono despreocupado y mientras se sentaba a su lado.
"No, no es nada", replico ella imaginando como es que había conseguido ese par de marcas que no eran otra cosa más que de defensa. Así que pensando que no le concernía entrometerse en sus asuntos y mucho menos en los de esa índole, dejo los interrogatorios a un lado.
(En el sótano)
Pensativa Michiru había pasado las ultimas horas a la espera de que él regresara, y mientras lo hacia, no podía evitar pensar en lo ocurrido esa mañana.
"Él... él me ha besado. Bueno, no es la primera vez que lo hace, pero esta vez fue diferente porque no fue durante... ¿Por que lo habrá hecho?", se cuestiono y luego se dejo caer sobre el improvisado lecho, recordando como es que las primeras veces lo hizo por la fuerza y luego en la intimidad. Negando con la cabeza, la mujer rió un poco ante el absurdo pensamiento que la había asaltado; "Michiru, no puedes confundir las cosas. Ese sujeto ya te dijo que solo se preocupa por ti porque le perteneces y como tal no va a dejar que nadie te ponga la mano encima, cosa que le agradezco, pero de ahí en más no hay nada. Sería muy tonto de tu parte que tú comiences a darle interpretaciones que no son"
Sin embargo hubo algo que pronto la distrajo.
Y es que las paredes comenzaron a estremecerse y los cristales a vibrar, como amenazado con estallar.
Ante esa combinación de elementos y pensando que un nuevo combate se avecinaba, Michiru se asomo por la diminuta ventana y entonces contemplo los pesados tanques que recorrían las calles.
"¿Qué ocurre?", temerosa se cuestiono.
"¿Qué no escucharon?, caminen", un oficial del Sur grito.
"Muévanse, ¿Quieren que los hagamos avanzar por la fuerza?", otro mascullo
"Malditos cerdos"
"Van a disfrutarlo", uno más agrego.
"No sería mala idea enviarlos a sus propios campos de trabajo", entre el gentío alguien vocifero.
En ese punto y tal y como el comandante se lo dijo, a través de la diminuta ventana Michiru pudo contemplar que era lo que sucedía.
Envueltos en sus sucios uniformes y formando grandes columnas, los oficiales que del ejercito del Norte quedaban y que eran los mismos que comandaron a los civiles, caminaban ante la mirada y las burlonas palabras de los soldados del Sur.
"¿Es este el desfile del que el comandante hablo?", ella se cuestiono.
Un disparo irrumpió y entonces frente a sus ojos uno de los vencidos soldados se desplomo.
"¿Que haces?", cuestiono un teniente ante el joven soldado que al azar había disparado, luego de las manos le quito el rifle.
"Sus malditos amigos atacaron mi ciudad... abusaron de mi madre y mis hermanas... que se pudran. Merecen esto y más", mascullo para que los demás lo escucharan.
"Es verdad, tienen que pagar. Ellos no perdonaron a los nuestros cuando los hicieron prisioneros" alguien más vocifero.
La aguamarina no entendió que dijo el chiquillo, pero por como lloraba bien pudo deducir que tan fuertes eran sus motivos.
"Es verdad, dejen que nosotros nos hagamos cargo de ellos"
"¿A dónde los llevan?... es cierto, el comandante dijo que su ejercito estaba buscando a nuestros soldados para evitar que junto a los civiles organizaran una revuelta. Muy seguramente los llevan a esas prisiones del Sur que él describió", dijo para si misma.
Ellos, derrotados, heridos y humillados, a su paso ignoraban las burlonas palabras, los escupitajos y los golpes de quienes los habían vencido. Y aunque deseaban poder defenderse entendían que les sería inútil, así que tragándose su coraje ni siquiera protestaron.
"Mírenlos, ya no son nada"
"El ejercito que iba a dominar al mundo ha sido derrotado"
"Los civiles deberían dejar sus escondite para que vengan a verlos", uno de los tantos comandantes que ahí había rió y tomando a uno de esos hombres, lo golpeo en el rostro, luego lo devolvió a las filas.
Era verdad, ¿Dónde estaba la gloria de lo que alguna vez fue un poderoso ejercito?, ¿A dónde se había ido el orgullo de esos super hombres?, ¿Qué sería de ellos a partir de ese momento?
"Intentaron despojarnos de nuestra nación invadiéndola, pisoteándola mientras pensaban que no haríamos nada por protegerla. Intentaron tomar nuestra capital y no lo lograron. Pues sepan que él día de hoy regresaran a ella, pero ya no como el ejercito que alguna vez fueron, sino como prisioneros para que desfilen por sus calles y ante la mirada de nuestra gente", el general Volkov grito para con todos ellos.
"Conocerán al hombre de acero. Son un regalo para él"
Ante sus palabras el vitoreo por parte del ejercito del Sur no se hizo esperar.
Recordando la primera vez que contemplo un desfile en honor a H., Michiru negó con la cabeza; "Ninguno de nosotros pensó que algún día esto sucedería. Si ese hombre hubiera sabido que algún día su gente desfilaría ante su enemigo, jamás les hubiera declarado esa guerra". Pensando en su hermano volvió a sentarse y luego se echo a llorar; "Gunther, ¿Cuanta gente sufrió por tu culpa?, ¿Cuantas mujeres...?. El comandante tiene razón, es mejor si moriste. Solo espero y antes te hayas arrepentido de todo lo que hiciste", gimió.
Notas de autor;
Haruka dice una cosa y luego demuestra otra. Esta jugando con Michi ;(.
Kaiohmaru; Por un lado la cuida, pero nos damos cuenta de que Haruka actúa de dos maneras. Por un lado su sentir es genuino y al mismo tiempo le demuestra lo contrario.
Michelle; Haruka confunde a Michiru. Él sabe que sin él ella estaría en peligro y digamos que se aprovecha de ello para hacerle saber que solo lo hace por algo a cambio, aunque como vemos él mismo no puede evitar sentirse doblegado ante ella.
Isavellcota; En efecto, Haruka tiene miedo y es por eso que actúa indiferente.
Kyok; Así es, muy en el fondo Haruka quiere proteger a Michiru porque no pudo hacerlo con su familia, pero al mismo tiempo la ve como culpable. Es por eso que para no demostrarle que si le preocupa se comporta así. Por el contrario Michiru ve más allá de él, ella si le tiene cierto afecto.
