CAPÍTULO XXI
PROHIBIDO SENTIR
(Hace poco más de dos años)
Silencio, bendito silencio el que dominaba la noche luego de la terrible batalla librada.
Las estrellas brillaban, la bruma se extendía sobre el rió, atrayendo a los pocos insectos a beber de su agua.
Y ahí sentado sobre el fresco pasto, el rubio contemplaba los oscuros cielos, tratando de reconocer en ellos la dirección en la que quedaba el que había sido su hogar, evitando con ello pensar que detrás de las altas montañas el enemigo los esperaba.
La cirujano, observándolo, salio a su encuentro.
"Deberías recostarte. Tu herida podría abrirse", expreso, y es que durante la mañana había recibido un disparo en su espalda.
"Estoy bien", fue la corta respuesta que Haruka ofreció.
Ella, aspirado del ambiente ese delicioso aroma a hierba húmeda, se sentó a su lado. "Hay tanta paz, que es difícil pensar que estamos en guerra"
"Es por eso que estoy aprovechando estos momentos de quietud, no sé si mañana a esta hora estaré vivo", con mucho dolor expreso.
"Tienes razón", dijo ella observando hacia el río, trayendo a la memoria el recuerdo de su amado Richard.
"Si no estuviéramos en guerra, ¿Qué estarías haciendo en estos momentos?"
Ella sonrió, abrazándose a sus rodillas; "Estaría en mi clínica al lado de mi esposo, o en casa ocupándome de mi hijo. ¿Qué hay de ti?"
El rubio también sonrió, trayendo a la memoria los días en los que fue feliz; "Estaría en mi granja, ayudando a mi hijo con su tarea o arropándolo en su cama. Luego haría el amor con mi esposa", dijo y entonces la mirada se nublo a consecuencia del llanto, sin embargo fue fuerte al contenerlo. "Por estar a su lado, no me importaría que me reclamara y me acusara de cosas que jamás sucedieron. Jamás la engañe y sin embargo murió convencida de que tenía una amante", recordando su ultima noche juntos, con la sucia manga de su camisa se limpio el rostro.
"Aunque todos nosotros seguimos con vida, de alguna forma la hemos perdido. Si sobrevivimos, después de la guerra no volveremos a ser los mismos"
"Tu aún estas a tiempo de reconstruir tu hogar, será mejor que regreses"
"No puedo hacerlo, aquí tengo una misión y he de cumplirla. Así se lo prometí a él", ella concluyo.
(Presente)
Desde lo sucedido esa noche y siendo que a la mañana siguiente él no cruzo palabra con ella, ocho días con sus respectivas ocho noches habían transcurrido.
Y fue durante ese tiempo que el rubio pocas veces se presento en lo que fue el hogar de los Kremer, donde Michiru permanecía oculta. Y es que la violencia en todas sus formas seguía azotando las calles, siendo la más común la que se ejercía sobre las civiles.
El tercer día él paso por ahí y lo hizo para llevarle alimentos y poder estar con ella, sin embargo la encontró indispuesta.
"No, no es necesario. Son cosas de mujeres", ella expreso cuando él le pidió que viera a la medico.
Él, comprendiendo que trató de decirle no insistió, continuando sus visitas de forma esporádica para compartir con ella los alimentos y hablar, aunque eso no significaba que se quedara a dormir.
Preocupada y temiendo que alguien la descubriera, Michiru pasaba las horas en desvelo sin saber que desde el otro lado de la acera y ocultándose entre las sombras, él vigilaba que nadie irrumpiera en el lugar, luego antes del amanecer se retiraba para que ella no lo notara.
Pero, ¿Por qué Haruka había tomado esa decisión?, ¿A qué podía deberse ese ambiguo actuar?
No, no lo hacia porque la aguamarina poco le importara, sino porque simplemente quería alejarse de ella.
Y fue durante sus ausencias que aquellas dudas acompañadas de equivocadas conjeturas tomaron fuerza en Michiru.
"¿Por qué se fue de mi lado?, ¿Soy aburrida?... ¿Me extrañara?... ¿Encontró otra mujer?", ante la ultima pregunta se sentó sobre el improvisado lecho. Cubriéndose el rostro con ambas manos, negó con cabeza para alejar lo que considero un ridículo pensamiento; "Eso no debería importarme. Después de todo un hombre como él jamás se fijaría en una mujer como yo, a quien considera su enemiga", aferrándose a su almohada, rompió a llorar en silencio. "No debo quererlo, no debo quererlo", gimió una y otra vez, como si eso fuera a evitar su sentir.
Pero, ¿Dónde estaba Haruka?, ¿Había encontrado a alguien más a quien ofrecerle su ayuda?, ¿Acaso otra mujer había logrado ganarse su afecto, cosa que ella no pudo?
La respuesta a esas dos ultimas interrogantes resulta negativa, porque todo ese tiempo él estuvo donde sus amigos, compartiendo con ellos un piso, el cual se encontraba a pocas calles de ahí.
Fue así que la mañana del noveno día llegó.
Arrastrándose por entre las deshechas calles el viento golpeaba, anunciado que el invierno poco a poco comenzaba a hacerse presente y quien sabe, quizás pronto los sorprendería con la primera nevada de la temporada.
De esa forma y envuelto en su pesado abrigo, Haruka recorría el lugar.
"Hoy llegan las provisiones. No lo olvides", expreso el tuerto Fiódor al verlo pasar.
"No lo haré", replico desde la distancia, continuando su camino.
"¿Qué es lo que le ocurre?", cuestiono Kirill ante los prolongados silencios en los que el rubio últimamente se enfrascaba.
"¿Tú qué crees que puede ser?"
"Quizás extraña el combate"
"No, más bien que le esta sucediendo lo mismo que otros de estos hombres"
"¿Estará enfermo?"
"No me refiero a eso, sino que hay cosas que son inevitables", replico Fiódor mientras que ligeramente negaba con la cabeza. "No debe olvidar qué lo trajo a este lugar, de lo contrario le traerá más sufrimiento del que ya esta pasando", pensó.
Doblando la acera Haruka se detuvo ante los escombros de lo que hasta hacía unos cuantos meses había sido el hogar de un profesor y sus dos hijos.
Contemplando las rocas se coloco en cuclillas para tomar una, trayendo a la memoria como su granja había sido reducida a cenizas, recordando como bajo sus escombros habían sido sepultados sus recuerdos y también... negando con la cabeza trato de alejar esos pensamientos, lo cual resultaba inútil porque eran cosas que para siempre permanecerían en su corazón.
"Nacimos en lugares apartados, hablamos en diferentes idiomas y sin embargo en algo somos muy similares, y eso es que los dos estamos solos. La guerra nos quito todo", murmuro pensando en la aguamarina. "Quizás es hora de que regrese a mi tierra, al lugar al que nací y donde reposan Misaki y mi pequeño Fiódor", pensó y luego con fuerza apretó el puño al recordar a sus vecinos, quienes no hicieron nada para ayudarlos y tan solo se esforzaron por echarlo de su propio hogar. "Hijos de perra, muy seguramente piensan que yo también morí", molesto mascullo. "Yo ya no pertenezco a ningún lugar", reincorporándose emprendió el camino de regreso.
(Cerca de ahí)
Sentada detrás de una modesta mesa, pensativa y en silencio la castaña Lita contemplaba a Vasia, la metralla que perteneció a Dieter, su abusador y asesino de su hermano.
Observándola, Mina trataba de imaginar que era lo que pasaba por su cabeza.
"No, no soy una cobarde", la castaña pensó y luego con destreza desarmo el arma para limpiarla.
No deseando molestarla, como cada mañana y desde hacía ocho días la joven abandono el edificio con intenciones de ir a la avenida principal que conducía al centro de la ciudad. ¿El motivo?, esperar a que los batallones comenzaran a llegar y ser de las primeras en contemplarlo.
Y apenas salio a la calle, se encontró con el rubio, quien al verla detuvo su camino.
"Buenos días", saludo esperando poder disculparse con ella por no haberle dado tan valiosa información.
"Buenos días", dejándolo a su paso aún molesta ella replico de forma seca.
Ante esa actitud que era de esperarse, Haruka se encogió de hombros.
"Esta confundida", expreso la cirujano Mizuno, viendo como su buena amiga se alejaba.
"¿Por qué?", cuestiono él.
"Ha pasado ya mucho tiempo. No sabe que esperar", ella contesto. "Escribiré a la capital. Necesitamos insumos, medicamentos y profilácticos, las primeras infecciones ya comienzan a manifestarse entre nuestros hombres", cambiando la conversación, agrego.
"Pide lo que necesites, firmare la solicitud"
"Por favor cuídate", recomendó sabiendo que muy seguramente había alguien.
"Gracias", contesto.
Por su parte la rubia Mina seguía su camino; "Han pasado tres años desde que nos despedimos... si él regresa, ¿Será capaz de reconocerme?", se pregunto y ante el gélido toque del viento, en el cuello se coloco la hermosa bufanda azul que durante su ultimo invierno juntos él le obsequio. "Armand, hay tanto que tengo que contarte, pero también tanto que tienes que perdonarme"
(Esa tarde)
"A formar", grito el tuerto Fiódor al mismo tiempo que se sentaba detrás del escritorio.
"¿Qué hay para nosotros?", cuestiono Masha, quien era la primera en la fila.
"Patatas, pan, avena, azúcar, mantequilla y café", expreso mientras que de los sacos iba sacando y pesando lo que a cada uno de ellos le correspondía. "Aunque les toca raciones dobles deben ser cuidadosos con ellas, no sé cuando volveremos a recibir"
"Y yo que pensé que una vez que acabara la guerra comeríamos mejor", expreso Nikolai mientras guardaba lo suyo.
"Saben que aún no termina, en el Oriente se sigue peleando", contesto el regordete sujeto.
"¿Sabes cuando iniciara el racionamiento para los civiles?", pensando en la aguamarina, cuestiono el rubio.
"Aún no, pronto se llevara a cabo el censo para conocer cuantos quedan... ¿Por qué estas interesado?", deseando conocer cual era su secreto, fue la pregunta obligada.
"No, por nada" nervioso replico.
"El estado se encargara de ello", contesto.
"Gracias", evitando parecer interesado en ese asunto, Haruka contestó tomando su macuto.
(En casa de los Kremer)
A causa de la proximidad del invierno, con cada día que transcurra comentaba a oscurecer de forma prematura, lo cual se traducía en que Michiru tendría que ocultarse cada vez más temprano, aunque esa no era su principal preocupación...
Tomando del fondo del hueco uno de los sacos con los alimentos que él le había llevado, descubrió que sus escasas provisiones estaban por agotarse, siendo que ya solo le quedaba un par de galletas y un enlatado.
¿Qué si ya se había cansado de comer lo mismo? en efecto, sin embargo en esas circunstancias hasta las migajas se guardan y pueden llegar a resultar un banquete. Es mejor comer eso a nada.
Hambrienta estuvo a punto de abrir lo que le quedaba, luego desistió ante la idea de que al día siguiente no tendría nada.
"Es más que obvio que él no va a regresar, además no puedo depender totalmente de él... algo debo hacer", pensó y luego del fondo tomo las cosas valiosas que esa noche él le ordeno empacar. "El dinero ahora no vale nada, pero me quedan las joyas, que no son muy valiosas... espero y mi familia pueda perdonarme por cambiarlas por pan", sabiendo que eso significaba salir y estar expuesta, se mordió los labios, luego negó con la cabeza ante las ideas que acudieron a llenarle el pensamiento, las cuales no estaban alejadas de la realidad. "Es un riesgo que debo correr... ¡Dios mío!, ayúdame", a punto de romper a llorar, se cubrió el rostro.
Estaba tan concentrada en sus pensamientos, que ni siquiera se dio cuenta de en que momento la puerta cedió, dando paso al rubio, quién con cierta extrañeza la contemplaba.
"Buenas noches", saludo.
Ante su inesperada presencia, agitada y pálida la mujer se volvió. "Buenas noches", titubeante replico.
"Apuesto a que pensaste que no volvería", contento por verla, pero torciendo en sus labios la sonrisa que llevaba para no demostrárselo, dijo.
"No, por supuesto que no. Esta es su casa", replico conteniéndose para no lanzarse en sus brazos y agradecerle que estuviera ahí.
"¿Qué haces?"
"Revisaba las provisiones que me quedan"
"Pues es tu día de suerte", dijo y acto seguido le mostró el macuto. "Ven conmigo"
Obedeciendo la mujer se reincorporo no sin antes guardar entre su bolsillo una de aquellas joyas.
"No es mucho, pero es suficiente para los próximos días", Haruka expreso comenzando sacar las raciones que le correspondían.
"Es más que suficiente", contenta ella contestó...
Fue así que disfrutando de una buena taza de café, los dos conversaban.
"¿Coronel?"
"Dime"
"Yo... antes de que usted llegara estaba considerando salir", titubeante expresó.
"¿Salir?"
"Si, no hoy... mis provisiones estaban agotándose y yo pensé que podría intercambiar con alguien esto", dijo y luego le mostró lo que previamente había tomado.
"Es una pieza muy bonita", expreso observándola de cerca.
"¿Cree que sirva?"
"Por supuesto que sirve. Sabes que el dinero ahora no vale nada, afuera se intercambia esto y... por comida, a veces migajas. Pero también sabes que es un riesgo muy grande el que correrías... he visto que hay quienes no se conforman con solo obtener lo material y exigen lo otro. Yo no te retengo, así que si prefieres ser tú quien lo haga, puedes ir"
"No, me aterra pensar..."
"¿Confías en mi?", cuestiono él.
"Usted es el único en quien confió", dijo aun y cuando él se comportara así con ella y es que ¿Qué podría esperar de un total extraño?
"Bien", dijo y luego la puso en el bolsillo de su camisa. Poniéndose de pie, se coloco el abrigo. "Tengo que irme", agrego caminando hacia la salida.
"¿Irse?", agitada ella también se puso de pie.
"Así es"
"Sabe que no tiene que hacerlo... esta es su casa", ella contesto.
Haruka se volvió hacia ella y entonces hablo en su idioma para que ella no entendiera; "Tengo que hacerlo... no quiero acostumbrarme a las cosas buenas"
Ella no supo que decir a eso; "¿Por qué no puede quedarse?", con tono suplicante volvió a insistir
"Confórmate con saber que es imposible". Negando con la cabeza y apenas camino fuera, ella lo detuvo con cinco simples palabras.
"Por favor, hágalo esta noche"
Ante su petición él se volvió, fijando su mirada en la de ella. "¿De verdad quieres que me quede?"
Michiru no respondió con palabras, en su lugar dejo que las acciones hablaran por si solas, así que titubeante camino hacía él, depositando un corto beso en sus labios.
Siendo duro, Haruka la aparto de él en clara señal de rechazo, sin embargo ¿De qué forma podía resistirse a esos labios y al suave toque de sus manos?
Haciendo a un lado cualquier pensamiento la envolvió en sus brazos y se rindió ante sus besos...
Encerrados en aquella habitación, ambos disfrutaban de su compañía y las más provocativas caricias.
Él no decía nada, pero aprovechaba el que ella tuviera los ojos cerrados para poder admirarla en la forma en que quería hacerlo, no como aquella noche, pero si con el alma. "No, no puedes quererla por lo que te hicieron, tampoco debes hacerlo porque...". Torciendo la sonrisa en sus labios, fingió esa mueca burlona para no demostrarle su verdadero sentir.
Ella, disfrutando de su cercanía, del aroma de su sudor y de las quejas que de su pecho emanaban, se aferraba a él, buscando sus labios para presionar con ellos los suyos y ahogar en ese toque las palabras que deseosas aguardaban escapar.
"Ahhh", gemía presa de ese vaivén. "No, no puedes quererlo" , pensaba cada vez que estaba a punto de confesárselo.
"¿Ocurre algo?", cuestiono él mientras hacía una pausa.
"No, no es nada", sonriendole y entrelazando sus dedos en su rubio cabello, murmuro.
"Bien", fue la corta respuesta. Sentándose, la atrajo hacia él para que quedara sobre su regazo y poder envolverla entre sus brazos.
Dejando que continuara, Michiru se aferro a él con todas sus fuerzas, permitiendo que el llanto emanara y libre corriera por sus mejillas y el hombro del rubio; "No, no puedes quererlo. Mucho menos debes amarlo... él no puede ser tuyo porque no es un hombre libre... porque ya le pertenece a otra mujer", entristecida porque no podría aspirar a nada más mas que ser su compañía, pensó.
Notas de autor;
Cuando supieron que en esta historia Haruka era casado, ¿Qué pensaron?
Su relación se ha tornado sexual. Utilizan lo del dichoso "trato" como pretexto para entregarse a su pasión, y es que no pueden ser abiertos con sus sentimientos, pero sabemos que hay algo más de parte de los dos. Y como vemos ambos tienen sus motivos para callarse.
Kaiohmaru; Todos luchan contra la sombra de su pasado, siendo que inocentes pagan por ello, como en el caso de Michiru, pero Haruka actúa así porque no quiere demostrarle ese afecto que ha comenzado a experimentar por ella, cosa que no se le justifica.
Michelle; Ambos están en una constante lucha, ninguno quiere ceder. Haruka por miedo y Michiru porque como vimos, piensa que Haruka no es libre, además de que "la odia"
Isavellcota; Creo que quien más esta sufriendo en esa "relación" es Michiru. Para ella todo es más difícil, desde sobrevivir hasta callarse lo que siente. Pobre :(
