CAPÍTULO XXII

¿VENGANZA O JUSTICIA?

(Hace dos años)

Agitada, con los labios secos y la mirada perdida, la castaña corría a través de los bosques llevando en sus manos la pesada metralleta.

Y es que hacía un par de horas y en cuestión de minutos, la aldea donde nació y creció había sido reducida a escombros por el ejercito del Norte. Sus vecinos fueron masacrados y las mujeres hechas prisioneras. Ella fue abusada y su hermano asesinado, además en medio de su rabia, se había cobrado la vida de su atacante.

De esa forma la tarde la sorprendido huyendo, pensando que ellos estarían deseosos de reclamar venganza por lo que les hizo. Hasta que deteniéndose, volvió la mirada para contemplar como el humo seguía alzándose por encima de los abedules. El silencio que dominaba el alrededor le hizo entender que estaba sola y nadie aguardaba para darle caza.

Aferrando sus ensangrentadas manos al arma y decidida a enfrentarlos si era el caso, emprendió el camino de regreso.

Y apenas llego, contemplo lo poco que quedaba.

Los graneros habían sido saqueados e incendiados, minando los campos a la espera de que el ejercito del Sur los pisara.

"Desgraciados", gimió y volviendo la mirada hacía el cumulo de paja, contemplo a su hermano, junto a él, reposaba el cadáver de aquel soldado.

Inclinándose sobre Vasia, le limpio el sucio rostro; "Hermano, te juro que he de vengarte. Te juro que he de llegar a la tierra de tu asesino", dijo y entonces contemplo al rubio y regordete hombre. "Hijos de perra, ni siquiera se ocuparon de sepultarlo", expreso y acto seguido lo pateo con fuerza.

El gélido viento se arrastro por entre el bosque, golpeando con su violento toque el menudo cuerpo de la joven Lita.

Haciendo a un lado la metralleta, se inclino sobre el cadáver de aquel extranjero para despojarlo del pesado abrigo, el cual se había teñido con la sangre de él y la de su hermano.

Contemplándolo a detalle, Lita observo que a la altura del pecho llegaba una negra cruz hecha de hierro, que no era otra cosa más que una medalla.

"Muy seguramente la recibiste por hacernos la guerra, pues por lo que te hice ahora me pertenece", dijo y llevando la mano al bolsillo interno para revisarlo, de el extrajo un par de documentos. Fijando la enardecida mirada en ellos, sonrió; "Ahora sé que te llamabas Dietter", pensó y devolviéndolo a su sitio, se coloco la prenda. "Esperare a que nuestro ejercito pase por aquí y cuando lo haga, me iré con ellos"

De pronto un golpe seco en su espalda la hizo caer.

"Agh", chillo aquel hombre elevando en el aire un madero para volver a golpearla.

"Soy yo", dijo ella al ver que su atacante era su vecino Igor, quien había enmudecido a consecuencia del horror vivido.

Reconociéndola detrás de aquel maldito uniforme, el sujeto relajo sus miembros.

"Niña, pensé que a ti también te habían llevado con ellos", la más anciana de las aldeanas, a quien perdonaron porque *no viviría mucho, contenta sonrió al verla a salvo.

"Corrí con mejor suerte", sin poder llorar su pena, contemplo su alrededor. "Será mejor que comencemos a sepultarlos"


(Presente)

Despertando ante el canto de los primeros pajarillos, Lita abrió los ojos.

Quedándose en silencio y sin moverse, contemplo el fresco rostro de Dimitri, quien aún dormía.

"La guerra nos llevo a estar juntos", expreso y luego deposito un beso en sus labios. "Eres lo único bueno que ella me ha dejado"

Sin hacer ruido y orgullosa por haber vencido, de nueva cuenta vistió uno de sus viejos uniformes, para ser exactos, el primero que recibió cuando se unió a ese batallón. Luego sobre el se coloco el pesado abrigo del soldado del Norte, en el cual llevaba todos sus trofeos de guerra, que no eran otra cosa mas que las negras cruces que pertenecieron a todos esos oficiales que por su mano murieron. Esa si duda era una imagen que infundía miedo.

Y una vez que comprobó que en su bolsillo siguieran aquellos documentos, con paso seguro se dirigió a la salida.

Mina al verla pasar a su lado de inmediato entendió que era lo que pretendía y conociendo sus poderosos motivos, no tuvo valor para retenerla. Después de todo y como si se tratara de una condena, cada uno de ellos debía hacerle frente a los demonios de su pasado.


(Casa de los Kremer)

El viento del amanecer se colo en la habitación sin que este tomara por sorpresa al rubio y a la aguamarina, quienes pasaron gran parte de la madrugada hablando y durmiendo poco.

La intimidad se había vuelto la única manera en la que podían expresaban lo que de forma abierta se negaban a admitir.

Él, yaciendo al lado de ella, en silencio contemplaba el techo. Desnuda, ella se cubría con la sabana mientras que con fuerza se aferrada a la almohada.

Michiru deseaba tanto que fuera él quien la abrazara y que de su sus labios escapara aunque fuera una cariñosa palabra. Deseaba tanto recostar la cabeza sobre su pecho y escuchar como se contraía su corazón, sin embargo se conformo con el hecho de que durante la madrugada no hubiera huido de ella.

"Quizás...", pensó y luego estiro un poco su mano para poder entrelazar sus dedos con los de él y, apenas iba a hacerlo, se mordió los labios y negó con la cabeza, haciendo a un lado todas sus esperanzas. "No, no puedes ni debes amarlo. Este hombre jamás podrá ser tuyo"


(Mientras tanto)

Recordando lo que aquella mañana vivió en la aldea, contra su voluntad a su cabeza volvió el sonido de los terribles gritos de sus vecinos y su hermano, quienes habían sucumbido ante la ira de aquellos demonios con piel de hombres. Apretando el puño, sus dientes rechinaron.

"Vasia, te prometí que llegaría a la capital y aquí estoy. Ahora quiero ver sus rostros… quiero saber por que nos dieron ese trato", recordando el fuego sobre los tejados, contuvo su llanto.

De esa forma Lita siguió avanzando un par de calles más hasta que deteniéndose, tomo los documentos de su abrigo y comprobando que estaba en el sitio indicado, dirigió sus pasos hacia un debilitado edificio.

Respirando profundo se detuvo ante la puerta y sabiendo que más podía encontrar detrás, con dificultad trago saliva.

No, no fue necesario que llamara porque la misma estaba abierta y apenas la empujo un poco, tres oficiales pertenecientes a otro batallón abandonaron el lugar.

"Buenos días", al verla, saludaron extrañados.

"Buenos días", ella replico con tono serio.

Con el entrecejo fruncido, uno de ellos la observo a detalle; "Veamos, eres parte de nuestro ejercito con grado de capitana, sin embargo llevas un abrigo del ejercito del Norte. Eso es algo muy raro"

"Es verdad, ¿Por qué?", cuestiono otro. "¿Eres una traidora, una espía?"

"¿Qué significan esas medallas?... ¿Por qué llevas esa metralleta si no es de las nuestras?", el tercero también pregunto.

La castaña torció los labios y al instante contesto; "En efecto, este abrigo pertenencia a uno de esos demonios. Ellos atacaron la aldea donde vivía, la prenda y esta medalla eran del hombre que asesino a mi hermano, ahora me pertenecen porque yo me deshice de él"

"¿Y el resto?", tocando las negras y tintineantes cruces, el más burlón de los tres cuestiono.

Ella volvió a sonreír y aún más orgullosa que antes, contesto; "Cada una representa a uno de esos hombres, del pecho se las quite luego de que perecieran bajo mi metralleta"

"Ahora entiendo"

"Pero qué historia tan más interesante"

"Adelante. Diviértete", habiendo dicho, despreocupados los tres sujetos siguieron su camino.

De esa forma la castaña penetro en lo que quedaba de lo que sin duda había sido un lindo hogar. Y apenas se desplazo por el recibidor, fue recibida con un golpe en su espalda.

"*Fuera*", grito un chiquillo de no mas de diez años, quien estaba armado con una vieja escoba.

"*Aléjese*", llorando, uno aún más pequeño ordeno.

Ante ellos que no representaban ninguna amenaza, la castaña no dijo nada, luego siguió recorriendo el lugar.

"*Que se vaya*", ordeno el mayor al mismo tiempo que volvía a golpearla. "*¿No me escucho?*"

La mujer sonrió y lejos de obedecer lo que ella considero una tonta orden, lo empujo sobre el suelo, logrando despojarlo de su primitiva arma. "Eres un imbécil", grito en su propio idioma.

Ante el actuar de la joven, el más pequeño rompió a llorar de forma abierta al mismo tiempo que huía hacia la habitación vecina.

Siguiéndolo, Lita ingreso en ella y entonces contemplo a una mujer, posiblemente la madre de los dos infantes.

"*Aléjese, ¿Qué más quiere?*", cuestiono en voz alta, luego abrazo a su hijo en un intento por consolarlo.

La capitana la observo a detalle, contemplando los golpes en su rostro y el sucio y rasgado vestido que llevaba encima.

"*Vayase, mucho sus amigos ya nos han molestado*", ordeno el mayor mientras se interponía entre ella y su madre en señal de protección. "*El ministro de propaganda tenía razón, las mujeres que sirven en tu ejercito son monstruos*"

Imaginando los horrores que los tres estaban viviendo, la castaña bajo la mirada; "No, no son monstruos. Están tan asustados como yo lo estaba", pensó.

"¿Qué desea?", temerosa, en el idioma del Sur cuestiono la mujer, y es que poco había aprendido de sus captores.

La capitana no respondió, dedicándose a recorrer el lugar y contemplando en sus muros los cuadros que pendían.

Ante uno que atrajo toda su atención, ella se detuvo.

Y es que en esa fotografía, un rubio y regordete hombre sonreía posando para la cámara en lo que parecía ser una tarde de Domingo.

"Dietter", murmuro reconociendo esa mirada y esas sonrojadas mejillas.

Si, no solo había llegado a la tierra del asesino de su hermano, sino también a su hogar, conociendo en el proceso a su familia.

Con extrañeza los dos niños y la mujer contemplaron el roto y sucio abrigo que la envolvía sin saber que hasta hacía dos años le perteneció a su padre y esposo. Sin embargo ella pronto intuyo que cada medalla significaba una vida arrancada, ¿De quienes?, imposible saberlo.

La capitana Lita sonrió y tomando la fotografía, se sentó frente a ellos. Y fue después de un largo silencio que torció los labios y poniéndose de pie, con violencia la arrojo hacia el suelo, haciendo que el cristal terminara de romperse.

"*¿Qué haces?. Es mi padre*", grito el mayor de los niños lanzándose sobre el objeto para recogerlo.

"*No*", temiendo que ella lo golpeara como hicieron los otros, en vano su madre trato de detenerlo.

Entonces los labios de la joven se abrieron y sin poder contener su rabia y su llanto, comenzó a gritar; "Yo también dije no y él no me escucho... ¿Por qué?… ¿Qué les hicimos?, ¿Por qué envenenaron mi tierra con sus malditas bombas?"

Asustados por el tono de su voz, lo tres se quedaron en silencio sin entender que dijo.

"Yo vivía con mi hermano y eramos felices. Nada le hizo a este maldito cerdo y en cambio él lo asesino... él... él no era el hombre bueno de las fotografías, no era el hombre que ustedes conocieron, era un ser vil y sin alma, un demonio", grito recordando lo vivido.

De nueva cuenta ellos no lograron comprender, pero bastaba con verla en ese terrible estado para saber que estaba furiosa.

Sin poder continuar, la joven enmudeció y abandono el lugar a toda prisa.

"Suficiente están sufriendo, sin embargo deben entender que no son nuestras victimas, sino victimas de sus propias acciones. Dietter fue quien los condeno"


(En casa de los Kremer)

Con la firme intención de salir, de pronto y junto a la mesa del recibidor Haruka se quedo pensativo.

Desde la otra habitación, Michiru lo observaba en silencio, tratando de adivinar que era lo que estaba pensando.

El rubio llevo la mano al bolsillo interno de su saco y tomando de el la fotografía de su hijo, que era el único recuerdo que de él le quedaba, sonrío.

"Esta muy maltratada", murmuro en su idioma, viendo como comenzaba a romperse no solo de las esquinas, sino también del fondo. Fue así que tomando uno de los porta retratos de los Kremer lo abrió para sacar del fondo la foto que en otro tiempo ellos pusieron y la cual sería sustituida por la del chiquillo. "Así esta mejor, no quiero que siga maltratándose, mucho menos quiero perderla", pensó y también ahí coloco la que aquella tarde le hicieron durante la boda de la castaña.

Devolviendo el objeto a su sitio, a su lado acomodo los lapices de colores.

Ante su acción, Michiru de inmediato comprendió de que se trataba.

"Mujer, mujer", él la llamo.

"Diga", saliendo a su encuentro pidió.

"Entonces dime, ¿Aceptas qué haga algo con la joya?", cuestiono.

"Si, por supuesto. Espero que de algo sirva"

"Bien", Haruka dijo y entonces camino hacia la salida.

"Espere", ella pidió.

Él se detuvo, volviéndose hacia la joven; "Sé que no debo cuestionarlo, pero ¿Verdad que esta noche vendrá?"

Contemplando su suplicante mirada, en su rostro Haruka fingió esa burlona mueca; "Por supuesto que si, esta es mi casa", replico.

"Gracias"

Sin decir nada más él tan solo asintió, emprendiendo el camino hacia la ciudad.


(Cerca de ahí)

Contemplándola en la distancia, Mina sonrió al ver que la castaña volvía.

Lita por su parte en su momento pensó que en cuanto encontrara a la familia de ese hombre estaría contenta, pero la realidad era muy diferente, y es que la tristeza se había apoderado de ella. Y es que después de todo con conocerlos, ¿Qué había ganado?, si todo el mal se lo hizo ese hombre, quien yacía bajo tierra.

Observando su semblante e imaginando que había estado haciendo, Mina salio a su encentro; "¿Los encontraste?"

"No, se han ido", en voz baja susurro.


(Casa de los Kremer)

Contenta porque él le dijo que regresaría, la aguamarina tomo las sucias prendas para lavarlas.

Y fue que al pasar junto a la mesa del recibidor, se detuvo para una vez más contemplar aquella fotografía.

Tomándola, no pudo evitar sonreír ante la imagen del niño. "Tienes los ojos del coronel, pero supongo que te pareces más a tu madre", murmuro al ver que el cabello del pequeño parecía ser un poco más oscuro que el del rubio. "¡Dioses!, esta muy maltratada", agrego ante los dobleces que muchas veces él hizo para guardarla. "Sin duda herr Hoffman haría un buen trabajo restaurándola", pensó y luego centro su atención en la otra. "El coronel es muy guapo"

Decidida a continuar con lo suyo avanzo un par de metros hasta que deteniéndose, volvió la mirada y contemplo lo que sobre la mesa él había dejado.

Ante eso ella sonrió y dirigiendo sus pasos hacia lo que en otro tiempo fue el estudio del señor Kremer, comenzó a revolver los cajones.

Encontrando lo que buscaba lo dejo sobre el escritorio, luego regreso al recibidor y tomado el porta retrato y los lapices de colores, se sentó y acto seguido comenzó a realizar unos finos trazos sobre el blanco papel.

"El coronel ha hecho mucho por mi, así que espero y esto le guste", contenta expreso. "Él dijo que compro estos lapices de colores para ti, así que espero y cuando veas que están usados me perdones por haberlos tomado prestados", lejos de conocer cual era la realidad del hombre, murmuro. "Tratare de ser lo más cuidadosa posible para que el dibujo quede igual", concluyo concentrada en lo que hacía.


Notas de autor;

Luego de más de veinte capítulos y conociendo lo que vivieron unos y están viviendo otros, ¿Que piensan?, ¿Es justificable que el Sur les de el mismo trato que los del Norte les dieron a ellos?. ¿Es justicia o es venganza?, recuerden que sea cual sea su respuesta es valida, después de todo no podemos juzgar ni bien ni mal porque no estamos en sus zapatos. A titulo personal yo pienso que actúan así porque están molestos y confundidos entre una cosa y otra.

Que Haruka tuviera una familia en un principio se prestaba a que íbamos a tener una historia de amor prohibido con Michiru de villana.

Kaiohmaru; Si, ellos empiezan a sospechar que Haruka tiene un secreto, Fiódor en especial piensa que ha comenzado a enamorarse de una civil mientras que Amy piensa que ha estado abusando de una (por lo que vemos, algo muy común). Más que ocultar sus sentimientos detrás de lo sexual necesitan hablar, ahí tenemos a Michiru, que no se ha dado cuenta de que Haruka esta tontamente disponible.

Michelle; Más que presión social fue la irresponsabilidad de Haruka y Misaki la que los puso en ese matrimonio. Haruka y Michiru necesitan trabajar sus sentimientos, y sobre todo necesitan hablar.

Isavellcota; Se caso por cariño y por compromiso, pero no por amor, que triste no solo para él, sino también para su esposa y su hijo, pero es la consecuencia de la irresponsabilidad de ambos. "La de turno", exactamente así se siente Michiru, no solo porque él "esta casado", sino porque se siente utilizada. Michiru es una especie de "Esposa de guerra" (así hay quienes han llamado a las mujeres que en el frente se convertían en las amantes de sus compañeros soldados casados) y como vemos Amy es una de ellas. Luego abordaremos ese tema.

Kyoky; Haruka puede llegar a ser mu cruel con ella, pero hay que recordar que hay detrás. Si, todos han pasado por muchos horrores y todos van arrastrado los demonios de su pasado, que son cosas a las que tarde que temprano tendrán que enfrentarse y soltar. Por sobrevivir en ese mundo, nuestros personajes han tenido que hacer cosas que los lastiman, y un ejemplo de ello es Mina, quien por ahí arrastra ciertas cosas, sin embargo no podemos juzgarles.