CAPÍTULO XXIII

INÚTIL ESPERA

Desde entonces tres días habían transcurrido, siendo que durante ese tiempo y hacía la misma hora Haruka regresaba a casa de los Kremer.

Contenta porque él estuviera ahí con ella y porque logro cambiar la joya y con ello obtener alimento para las próximas dos semanas, la aguamarina agradecía en silencio, aunque bien comprendía que él lo prefería de otras formas.

Hacía frío, así que en un intento por mitigarlo ambos se reunieron en el recibidor y ante el calor de la chimenea.

Él, sentado frente a ella, leía el diario que durante la mañana Fiódor le entrego junto con las raciones que le correspondían.

Ella, sin entender los negros encabezados de la portada, luego de un largo silencio por fin abrió los labios; "Disculpe, ¿Qué informan?"

"Son las ultimas noticias sobre la guerra que se sigue peleando en el frente Occidental"

"Ojalá y termine antes de navidad", mordiéndose los labios y pensando en ese infierno que parecía no tener fin, expreso.

"Esperemos y así sea", dijo dejando a un lado lo que hacía.

Por su parte Michiru tomo el diario para darle una rápida hojeada, descubriendo que entre sus paginas había una foto del rubio; "Me gustaría mucho poder leerlos"

"¿Para qué?", cuestiono el.

"Solo me gustaría hacerlo... quizás algún día decida visitar su nación. Aunque por lo que ha pasado entiendo que no seré bien recibida"

Haruka asintió un poco, pero no porque estuviera de acuerdo con lo ultimo; "Quizás te has preguntado como es que puedo hablar tu idioma... fue en la escuela donde aprendí un poco. Sin embargo no lo domine lo suficiente como para llegar a sostener una conversación como la que estamos llevando a cabo"

Con atención ella lo escuchaba.

"En mi batallón hay una cirujana, quien siendo muy joven lo aprendió casi en su totalidad, así que en medio de la guerra algunos de nosotros nos vimos obligados a también hacerlo, siendo ella quien nos instruyo", dijo y luego guardo silencio.

Ella por su parte no insistiría y dejaría que él continuara si es que era su deseo, cosa que así sucedió.

"Más de una docena de veces muchos hombres del ejercito del Norte cayeron como prisioneros nuestros. Había que interrogarlos para obtener información valiosa que no solo nos permitiera sobrevivir, sino vencer"

"Ya entiendo", ante esas palabras Michiru asintió un poco y bajo la mirada al imaginar que muy probablemente ese fue el destino de Gunther.

Comprendiendo más o menos que estaba pensando, el rubio hablo; "Estas pensando en tu hermano, ¿Verdad?"

La aguamarina ligeramente volvió a asentir, solo que de forma casi imperceptible.

"Muchos de esos hombres estaban heridos, algunos de ellos murieron a consecuencia de ello, otros si sobrevivieron. Así que si te consuela saberlo, al menos en mi batallón no se cometieron atropellos, no que yo me haya dado cuenta. Entregamos a esos prisioneros a las autoridades para hicieran lo correspondiente. Lo que haya pasado después no dependió de nosotros"

"Supongo que de igual manera muchos de sus soldados cayeron prisioneros de ellos, ¿Verdad?"

Haruka asintió, recordando que de esa forma había perdido al menos una centena de hombres; "Si, muchos de ellos fueron asesinados, otros puestos en esos campos de trabajo forzado". Tomando la agenda que en uno de los edificios encontró, hizo algunas anotaciones, luego se la entrego. "Podrías comenzar aprendiendo nuestro alfabeto, te será útil"

"Gracias, sin embargo hay algo que me gustaría pedirle"

"¿Qué es?, si esta dentro de mis posibilidades sabes que algo podre hacer"

Michiru sonrió un poco al mismo tiempo que sus mejillas se encendían con un bello tono rojizo; "¿Me regala el diario?... para estudiarlo"

"Si, por supuesto"

"Gracias", ella expreso, y es que aunque lo quería para poder aprender un poco del idioma del coronel, lo que más llamo su atención fue su fotografía, la cual deseaba conservar...

Encerrada en la habitación que él le había asignado como suya, la recorto y la guardo entre las pocas pertenencias que le quedaban y junto a las fotografías de sus padres y su hermano.

Ese representaba todo su tesoro.


(Mañana siguiente)

Como desde hacía ya muchos días, apenas el alba llego de nueva cuenta la rubia Mina salio rumbo al camino principal que conducía a la ciudad a la espera de que comenzaran a llegar los batallones faltantes, sin embargo y por lejos ese sería su día de suerte.

¿Acaso esa era una señal para que dejara de esperar?, quizás si, quizás no, sin embargo de una cosa si hay que estar y muy seguros, y es que la respuesta era algo que a ninguno de ellos le agradaría...


(Cuartel general. Del otro lado de la ciudad)

Sentado detrás de su escritorio, el general Volkov conversaba con el coronel Pavlov.

"No cabe la mínima duda, cometimos un gravisimo error", expreso el hombre de mayor rango mientras se servia una amarga bebida.

"Yo no lo creo así", despreocupado el otro se encogió de hombros.

"Debemos aceptarlo", replico llevando la copa a sus temblorosos labios.

"Podemos decir que se trato de eso, un simple rumor"

El general negó con la cabeza; "¿Un rumor que salio de mis labios?. Nadie va creer semejante mentira, lo mejor es enfrentar las consecuencias. Estábamos tan concentrados y orgullosos de nuestra victoria, que nos olvidamos de ese otro asunto"

"¿Qué sugiere?"

"Hacerle frente al error. Así que voy a pedirte que comiences a redactar el mensaje que será entregado a todos los coroneles y comandantes. Necesitan estar al tanto de lo sucedido"

"Se hará como usted diga, general", poniéndose de pie, el hombre hizo el saludo militar.

"Ahora no nos queda de otra más que esperar nuevas ordenes... me temo que un problema más grande se nos viene encima, y no solo hablo de lo sanitario y el asunto de las raciones", mortificado negó con la cabeza, como tratando de alejar tan terribles ideas.

"¿Usted cree qué...?"

"Lo creo", cabizbajo el hombre concluyo.


(Del otro lado)

Avanzando por aquellas calles rumbo al lugar indicado, Mina mantenía el paso.

"¡Oye tú!", desde el umbral de una puerta un oficial, quien llevaba un chiquillo en los brazos, la llamo.

Ella, contemplando que se trataba de un tanquista, desde cierta distancia replico; "¿Qué se te ofrece?"

Del interior de la casa la voz de un segundo hombre interrumpió; "Anatoly, ni siquiera te atrevas"

La rubia si entender porque ambos discutían, se limito a encogerse de hombros para seguir su camino.

"Por favor, ven", el hombre desde la puerta volvió a pedir.

"No, ya te dije que yo me opongo", saliendo a su encentro, su compañero volvió a ordenar.

"¿De qué se trata?", intrigada cuestiono la rubia.

El soldado que la llamo salio y caminando hacia ella, se quito el gorro; "Soy el teniente Anatoly y necesito de tu ayuda. Por favor, ven conmigo", tomándola de la mano con intenciones de llevarla dentro, expreso.

"Ese truco ya me lo sé", molesta contesto la mujer tratando de liberarse de su agarre.

"Exacto, no vengas", el otro irritado expreso.

"Cállate, Oleg". Riendo un poco negó con la cabeza para con ella; "No se trata de eso que estas pensando. No te voy a lastimar, eres de las nuestras. Solo que hay algo que tienes que ver"

"Imbécil", el otro chillo abandonando el lugar.

"Supongamos que te creo, ¿De qué se trata?"

El teniente observo en todas direcciones y cerciorándose de que nadie escuchara, a su oído susurro; "Tengo dos enfermos en casa"

"¿Civiles?"

Él asintió; "Mi amigo esta molesto porque te he detenido"

"¿Quieres que los cure?"

"Si no es molestia. Puedo pagarte"

Desconfiando en él, pero dándole el beneficio de la duda, Mina lo acompaño dentro del edificio.

Ingresando en lo que quedaba del recibidor, contemplo que tumbado sobre el suelo yacía un mal herido hombre.

"Es él"

Inclinándose sobre el civil, la enfermera inicio la revisión.

"Tiene los dedos fracturados", dijo al ver el improvisado vendaje que llevaba en la mano que le quedaba. "¿Sabes cómo se llama?"

"No, pero sé que perdió la otra mano en el Sur"

Presa del terrible dolor el sujeto abrió los ojos, encontrándose de frente con la rubia mujer. "¿Quien eres?", temeroso cuestiono.

"Soy la teniente Aino, sirvo como enfermera en el ejercito del Sur y he venido a ayudarte"

"¿Va estar bien?", cuestiono el oficial aún con el niño en sus brazos.

"Supongo que si, pero mucho va a depender de tu amigo y tú. Voy a inmovilizare la mano con un vendaje y a administrarle medicamentos", expreso sabiendo que ambos eran los responsables de su estado. "¿Dónde esta el otro enfermo?", sin muchos deseos de conversar con la gente que les hizo la guerra, prosiguió.

"En la habitación", el tanquista expreso indicándole el camino.

Así que siendo conducida por el oficial, ambos ingresaron en una de las habitaciones del segundo piso.

Fue que ahí y sobre la cama ella pudo observar que había una mujer.

"Hace días que esta enferma, ha tenido mucha fiebre", el sujeto, aún sosteniendo al hijo de la pareja, expreso.

"Mamá", el niño murmuro tendiéndole los brazos para que ella lo tomara, sin embargo a causa de su estado ella no lo escucho.

"Creo que también necesita medicamentos", medianamente preocupado dijo el soldado.

"A simple vista puedo deducir que esta enferma a causa de la mala comida... pero también necesita que la dejen en paz para que pueda recuperarse"

En ese punto la pelinegra abrió los ojos, encontrándose con la hasta entonces desconocida rubia y uniformada mujer.

"¿Quien es usted?", con un débil murmuro cuestiono.

"Soy la teniente Aino y he venido ayudarte... ¿Cómo te llamas?"

"Rei", contesto ella mientras que al borde de la inconsciencia observaba sus hermosos ojos azules.


(Del otro lado)

Deseado conversar un asunto de suma importancia con el general Volkov, nervioso Haruka esperaba ser recibido.

"Puede pasar", luego de un buen rato expreso la bella asistente.

"Gracias". Abriendo la puerta contemplo al hombre detrás de su escritorio, quien se ocupaba de firmar una orden.

"Buenas tardes, coronel. Que gusto verlo por aquí", contento expreso el general Volvok, dejando a un lado lo que previamente ocupaba su tiempo. "Por favor tome asiento"

"Gracias", esperando poder hacer la petición que tan impaciente lo tenía, Haruka obedeció.

"¿Esta aquí porque recibió el informe?"

"No, no he recibido nada", extrañado replico.

"Es toda una casualidad que haya venido hoy a mi oficina. Será de los primeros en saberlo", dijo y entonces del cajón de su escritorio tomo una botella, la cual coloco sobre la mesa; "Es un obsequio para usted. Es un delicioso vino Francés"

"¡Oh!, gracias"

"Antes que cualquier otra cosa debo darle cierta información"

"¿Sucede algo, general?"

"La verdad es que si, es algo que debe ser del conocimiento de todos los coroneles y comandantes. Como sabe, la reconstrucción de la ciudad estaba prevista para que comenzara en dos semanas, sin embargo se pospondrá hasta que inicie el próximo año"

"Entiendo"

"La orden recibida es que se va a realizar un censo entre los civiles para conocer el numero exacto de ellos, en base a ello comenzaran a ser repartidos los cupones correspondientes los cuales podrán ser cambiados por comida. Es un derecho, no podemos permitir que mueran de hambre. Luego serán divididos en grupos para que comiencen la reconstrucción de la ciudad, recibiendo a cambio de su trabajo el doble de cupones"

Atento el rubio escuchaba tan valiosa información.

"Muy bonito, ¿No?. Pues todo cambio. En estos días debieron llegar los batallones que se quedaron en el camino para apoyarnos con esas labores, sin embargo su ausencia se debe a que fueron enviados a pelear la guerra que continua en el frente occidental"

Ante esas palabras Haruka se estremeció.

"Las raciones dobles que se tenían contempladas para aquellos civiles que trabajaran serán destinadas a ese frente. Incluso las que ustedes reciben se verán afectadas"

Sabiendo que no había que discutir, preocupado el hombre se limito a asentir.

"Estamos a las espera de nuevas ordenes, así que por lo pronto voy a pedirle que el día de mañana se lo comunique a sus hombres"

"Si, señor"

Habiéndose olvidado de lo que tenía que hablar con él, perturbado el rubio abandono el lugar.

"En estas condiciones ni el dinero, ni el oro servirán para conseguir alimento", murmuro observando la botella que el hombre le había obsequiado y la cual sin duda era costosa. "¿De qué forma voy a decirle a mis hombres que ya no recibirán comida extra?, ¿De qué forma voy a decirle a Mina que quizás él esta peleando esa guerra?"


(En el edificio. Esa tarde)

A prisa y temiendo ser descubierta, Mina ingreso en la improvisada enfermería.

Abriendo los cajones, con rapidez comenzó a revisar los casi vacíos frascos de medicamentos. Contemplando aquellos que podrían servirle, de ellos tomo unas cuantas píldoras las cuales escondió en los bolsillos de su camisa.

"¿Estas bien?", cuestiono la cirujano al verla tan nerviosa.

"Lo estoy", agitada replico.

"¿Tampoco hoy hubo noticias?, ¿Verdad?", pregunto pensando que su alterado estado podía deberse a ello.

"Así es", contesto observando el reloj. Y es que estaba a punto de anochecer y no podría regresar al edificio para poder llevarle a la pareja lo que necesitaban.


(Casa de los Kremer)

Sentada detrás del escritorio, Michiru seguía trabajando en el dibujo.

"Debo ser lo más cuidadosa posible para no equivocarme", expreso mientras que en un trozo de papel hacía mezclas de color con los lapices del pequeño Fiódor.

De pronto la puerta se abrió, dando paso al rubio hombre. Por su parte la aguamarina guardo lo que hacía.

"Buenas noches", sonriendo saludo ella saliendo a su encuentro.

"Buenas noches", el replico y deshaciéndose del abrigo y el gorro, se dejo caer sobre el incomodo sillón.

Por su semblante, la aguamarina de inmediato intuyo que algo no iba como de costumbre.

"¿Se encuentra bien?, ¿Tiene fiebre?", fueron las preguntas obligadas.

"Estoy bien, por favor siéntate", pidió con un ligero ademan.

"¿Qué es lo que sucede?"

"Fui a tratar un asunto de importancia con un alto mando, sin embargo fue imposible... pero si me informaron que en las próximas semanas los civiles comenzaran a recibir los cupones que por derecho les corresponden, aunque será algo muy raquítico"

"Es mejor eso a nada", sin conocer que era lo que en realidad pasaba, alegre ella contesto.

"La reconstrucción de la ciudad se llevara a cabo hasta el próximo año. Para hacerlo los civiles serán divididos en grupos de trabajo", ocultándole que la idea era que recibieran un pago por ello, añadió. "Como te dije, algo podre hacer para que tu hogar sea de los primeros"

"Muchas gracias", contenta ella contesto.

Sin afán de preocuparla, él también sonrió. "Él día de mañana espero poder conseguir un poco más de provisiones"

"Iré por las joyas"

"No, no es necesario, mira", expreso mostrandole la botella de vino. "Es un obsequio que me han dado, es muy fino y valioso. En otras circunstancias podríamos beberla, sin embargo es más importante comer, ¿No?"

"Es cierto"

"Mañana iré a cambiarla. Ahora necesito algo caliente, tengo frío", poniéndose de pie, dirigió sus pasos hacía su habitación para asearse.

Ante su extraña actitud, Michiru lo siguió con la mirada, comprendiendo que algo no estaba bien, así que haciendo a un lado los cuestionamientos, encendió el fuego para poner a hervir el café.


Notas de autor;

Isavellcota; Creo yo que en esas circunstancias el coraje ciega y lleva a las personas a actuar de esa forma. En esta historia todos son muy humanos, y podríamos decir que todos son villanos. Mina no es mala, ella simplemente hizo lo posible por sobrevivir.

Michelle; Así es, Misaki si lo amaba, pero para que una relación así funcione los dos tienen que amar. Haruka es así con nuestra protagonista para no mostrarse débil.

Kaiohmaru; Luego de ese actuar muchos de ellos se arrepentirán, mientras tanto siguen desquitándose con quien pueden. Actúan así por el coraje del momento.