CAPÍTULO XXIV

¡A PELEAR!

¿Puede haber algo peor que saber que en los próximos días el alimento seguirá escaseando?

(Hace tres años)

Aprovechando el anonimato que la noche les proveía, la rubia y su amado pelinegro se alejaron del resto de sus compañeros para disfrutar de esos maravillosos momentos de paz.

Junto al río, fundidos en una amoroso abrazo los dos permanecían en silencio.

"Hace frió", ella se quejo.

"Lo sé, sin embargo sabes que no puede ser de otra manera", él contesto estrechándola aún más contra su pecho.

"Armand, sabes que es muy arriesgado. Si nos descubren..."

"Ha pasado casi año, confía en que no lo harán", él replico y acto seguido silencio sus labios con un beso.

"Te amo"

"Y yo a ti", él replico y soltando el agarre que en ella ejercía, llevo su mano dentro de su bolso de cuero. "Tengo un regalo para ti"

"¿Un regalo?", emocionada cuestiono.

"Si, mira", dijo y entonces le mostró una bella y fina bufanda azul.

"¿Cómo.. cómo la conseguiste?", Mina cuestiono sabiendo cuan difícil era hacerlo.

Colocándosela al rededor del fino cuello, Armand replico; "Eso no importa. ¿Te gusta?"

"Y mucho", ella contesto y luego lo beso en los labios.

De pronto la luz de una linterna se poso sobre sus pálidos rostros y al instante aquellas voces se dejaron escuchar, interrumpiendo su intimo momento.

"¿Qué es esto?", cuestiono su mal encarado comandante.

"Lo sabia", añadió el segundo a mando.

Sabiéndose descubiertos, ambos jóvenes temblaron ante la actitud que el comandante pudiera adoptar.

"Deberíamos arrestarlos por desacato"

"Juzgarlos", otro más intervino. "Saben a la perfección que este tipo de relaciones están prohibidas"

"Preparar un juicio toma tiempo, así que opino que sean enviados a otros batallones, uno apartado del otro a forma de correctivo", el comandante sentencio.

"No, no pueden hacernos eso" , interrumpió la rubia Mina. "No pueden separarme de mi esposo"

"Entonces tendrá que elegir, cabo Mina... aceptan ser enviados a diferentes unidades... o enfrentarse a una corte marcial y aceptar la sentencia que se les dicte"

Ante sus amenazas, Armand hablo; "Entonces separemos"

"¿Armand?", titubeante ella lo miro.

"Es mejor así, Mina. No quiero que te enfrentes a una condena", entristecido murmuro.

"Buena elección, muchacho"

"Serán destinados al amanecer"

"Es mi culpa, castigueme a mi", la rubia pidió.

"El castigo debe ser justo. Así que ambos serás arrestados lo que queda de la noche para que no puedan seguir hablando"

"Ya escucharon, caminen"

"No", de forma inútil ella volvió a expresar.

"No te preocupes, Mina. Estaré bien, te prometo que te escribiré", el grito mientras era apartado de su amada.

"Te estaré esperando, Armand", ella gimió.

"Si la guerra termina, regresa a casa y espérame ahí", fue lo ultimo que él pudo decirle.


(Presente)

Reuniendo el valor necesario para informarles las nuevas disposiciones, el rubio se presento en el edificio que ocupaba el pequeño batallón que le quedaba.

"Buenos días", saludo Fiódor mientras se afeitaba.

"Buenos días"

"Es muy temprano, ¿Te echaron de casa?", bromeando pregunto el regordete sujeto.

"Por supuesto que no", soltando una ligera risa Haruka replico.

En ese puto la puerta principal se abrió, dando paso a la rubia Mina.

"Buenos días", saludo de forma poco cortes. Y por la mirada que al rubio le dirigió, fue fácil darse cuenta de que seguía molesta con él.

"Buenos días", siguiéndola con la mirada, ambos hombres respondieron.

"Mina, espera", corriendo detrás de ella, el coronel pidió una vez que le dio alcance.

"¿Para qué?", sin tomarle mucha importancia ella siguió su camino.

Ante la escena que esos dos le ofrecieron, el tuerto hombre sonrió y negó con la cabeza.

"Porque es una orden, teniente", él le contesto con tono enérgico. "¿Quiere recibir una amonestación por indisciplina y la arreste por desacato?"

Ella se detuvo, adoptando una posición de firmes.

"Ibas al camio principal a la espera de los batallones, ¿Verdad?"

"Si, señor",ella contesto.

"Descansa... voy a pedirte que no te vayas, hay algo de lo que quiero hablar con todos ustedes"

No muy convencida, ella lo observo.

"Es una orden, teniente", él le recordó.

Por su parte Fiódor no pudo evitar volver a sonreír.

"Como usted ordene, coronel", sin otra opción, ella replico volviendo sus pasos hacia el interior del edificio.

"¿Todo bien?", pregunto el regordete sujeto mientras se refrescaba la cara.

"Así parece"

Uno a uno aquellos hombres y mujeres fueron despertando, así que esperando a que todos terminaran de desayunar, Haruka procedió a darles tan valiosa información.

"Hay algo que necesito comunicarles", expreso sabiendo que se molestarían, sin embargo en sus manos no estaba el poder hacer algo por cambiar tan lamentable situación.

"¿Qué ocurre?", cuestiono Kirill, el nuevo comandante.

Posando la mirada en Mina, se mordió los labios, sin embargo no podía seguir ocultándolo; "Ayer ya muy tarde tuve una reunión con el general Volkov y digamos que no les tengo buenas noticias. En primera porque los batallones que se supone y hace días debieron comenzar a llegar...", en ese punto hizo silencio.

"¿Por qué no han llegado?", con evidente preocupación, pregunto la rubia enfermera.

"Porque en estos momentos el ejercito del Occidente esta peleando contra el emperador de la nación del Sol. Ellos fueron llamados a filas para ayudar a combatirla"

Ante esas palabras la poca esperanza que aún dormía en el corazón de Mina desapareció. "No, es imposible", gimió presa de un dolor que ninguno de sus cuidados podría curar.

"Lamento no tener buenas noticias para ti, ni para ninguno de nosotros", Haruka contesto.

"Es tan injusto", ella dijo y llorando se dio a la huida.

"Espera", grito la medico con intenciones de detenerla.

"Deja que llore su pena, nada podemos hacer por ella", señalo Kirill.

"¿Hay más mala noticias?", pregunto Nikolai.

"Efectivamente, las raciones extras que recibimos serán recortadas y enviadas a ese frente"

"Eso es injusto"

"Así de mal están las cosas"

"Por lo que dices entonces tendré que olvidarme de los insumos que pedí", abatida la cirujano se lamento.

"Me temo que si", el coronel replico.

"Esta noticia lo único que provocara será más descontento entre los oficiales... y peor aún, más violencia en contra de los civiles... algunos abusan de ellos y los primeros estragos comienzan a hacerse presentes"

"Lo sé y lo único que por ahora puedo decirles, es que estén al pendiente de las nuevas ordenes que puedan llegar", Haruka concluyo.


(Del otro lado. Esa tarde)

Cuidando no llamar la atención ni mucho menos levantar sospechas, Haruka ingreso en aquella bodega.

"Buenos días", saludo para con un soldado, con quien había logrado cambiar la preciosa joya que la aguamarina le confió para tal propósito.

"Buenos días", replico el sujeto, quien era el encargado especial de recibir y entregar las raciones que les correspondían a los más altos mandos. Así que no era de extrañarse que muchos otros oficiales e incluso civiles acudieran con él para hacer una especie de trueque clandestino. "Lo siento, pero hoy no podre ayudarte. ¿No has escuchado las ultimas noticias?

"Así es, pero te aseguro que lo que tengo para ti es algo que no podrás rechazar"

"Pues sino se trata de una buena botella de vino, entonces no quiero nada. Ayer recibí una docena de cajas ¿y qué crees?, ninguna era para mi... así son las cosas por aquí. Mientras los altos mandos se regocijan en la buena comida y pueden darse ciertos lujos, a nosotros nos dan las migajas"

Ante sus lamentaciones el rubio asintió; "Entonces si podemos hablar de negocios"

"Lo dudo", contesto el otro sin descuidar sus ocupaciones.

"¿Ah no?, entonces mira", el coronel dijo y entonces de su abrigo tomo la botella que de manos del general Volkov recibió.

Ante esa imagen el sujeto pensó que se trataba de una vaga alucinación; "¡Vaya!, ¿Cómo la conseguiste?"

"Mejor dime, ¿Qué dices?", cuestiono observando el interés que a su rostro asomo.

"¿Qué pides a cambio?", fue la pregunta obligada.

"Seis kilos de granos y una docena de enlatados", Haruka señalo.

El solado asintió y arrebatandosela de las manos, la abrió y se la llevo a los sedientos labios; "Trato hecho. Toma lo que quieras. Dudo que lo noten"

Contento porque en mucho tiempo él y la aguamarina no tendrían que preocuparse por alimentos, Haruka guardo lo mejor que pudo encontrar.


(Del otro lado)

Nerviosa, la rubia Mina se detuvo ante la casi derrumbada puerta y antes de llamar, con la manga de su camisa se limpio el rostro para que no notaran que había estado llorando.

"Veniste", sorprendido aquel teniente exclamo al verla.

"Lamento no haber podido hacerlo anoche. Casi me descubren", contesto.

"Por favor, pasa", replico el sujeto.

"¿Cómo están?", cuestiono la enfermera mientras se dirigía hacia el sitio donde el mal herido hombre reposaba.

"Creo que él esta un poco mejor"

"Despierta", Mina le ordeno.

Poco a poco Nicolás fue abriendo los ojos, volviendo a encontrarse con aquella uniformada mujer.

"Te traje unos medicamentos que tienes que tomar... podrías conseguirme agua", dijo respectivamente para con ambos hombres.

"Gracias", incrédulo el civil siseo.

De forma ligera ella se encogió de hombros.

Y fue que habiéndose ocupado de él, se dirigió hacia la habitación donde la mujer reposaba.

Ella aunque consiente, seguía muy débil.

"Vine para ver como estaban tú y tu esposo", expreso Mina acercándose a ella. "Traje medicamentos para la fiebre y el dolor... son escasos, así que tendrán que ser cuidados con ellos"

"Gracias", contesto ella tratando de sonreirle.

Y aunque deseaba echarse a llorar, Mina fue fuerte y se contuvo. Así que tomando su instrumental se concentro en la revisión. "Tu pulso es irregular", de forma seca expreso.

Notando la aflicción que la embargaba y el llanto que estaba a punto de nublarle la hermosa mirada, Rei hablo; "¿Estas bien?"

"No te importa", fría la joven replico.


(Cerca de ahí)

Mientras avanzaba por las desechas calles, la castaña meditaba y pensaba en su buena amiga.

"Cada uno de nosotros ha pasado por una tragedia. Perdí a mi hermano y contrario a Mina, al menos sé donde esta él, sin embargo ella desconoce si su esposo esta vivo, o fue hecho prisionero. Por lo que nos resta de vida, estamos condenados a cargar con nuestro dolor", pensó.

Deteniéndose frente a la puerta del hogar de Dietter, respiro profundo antes de llamar, sin embargo de nueva cuenta no fue necesario. La puerta estaba tan lastimada, que amenazaba con caerse a pedazos.

Y apenas ingreso, observo que ahí seguían la mujer y los dos niños.

"Este lugar esta a punto de derrumbarse, sin embargo entiendo porqué no se han ido. Pese a todo este es su hogar, lo único que les queda", pensó.

"*¿Qué desea?*", cuestiono el mayor de los chiquillos.

En lugar de responder, la castaña se acerco a la mesa, colocando ahí su bolso de cuero.

Intrigado, el menor camino hacia ella para echar un vistazo. "*¿Es comida?*", cuestiono al ver lo que parecía ser una lata de guisantes.

"*Nada las cosas van para bien nadie", finalmente se atrevió a hablar y en el idioma de los tres, aunque haciendo un uso incorrecto de su lengua. "*Poco es lo logre ustedes conseguir*", añadió colocando al lado de los enlatados un paquete de galletas.

Sabiendo de primera mano que ellos no eran amables con los civiles y mucho menos con las mujeres, exigiéndoles algo a cambio, desconfiada la joven madre le dirigió la mirada.

"*Si, es comida*", dijo el mayor, deseando poder aunque fuera olfatear un poco de aquellos alimentos. Y apenas iba a tomarlos, su madre lo detuvo.

"*No*"

"*¿Eres estúpida?*", molesta la capitana mascullo. "*¿Quieres tus morir hijos hambre?*"

"*¿Qué quiere a cambio?*", fue la pegunta obligada por parte de la mujer.

La castaña negó con la cabeza, dibujando en sus labios una mueca de indiferencia; "*De nada ustedes, pero mejor ocultarlos de hombres esos*", expreso y sin decir nada más, se dirigió hacia la calle.

"*¿Mamá?*", impacientes cuestionaron ambos chiquillos.

"*Tenemos que ocultarlos, de lo contrario esos hombres podrían robarnos*", finalmente expreso la joven.

Ante lo que acababa de hacer, Lita pensaba; "No sé porque lo he hecho... pero después de todo ellos y yo hemos perdido a alguien importante. Todos la estamos pasando mal"


(Más allá)

Caminando de regreso al que se había convertido en su hogar, fue que al pasar por un edificio que algo llamo su atención, haciendo que se detuviera.

Y es que ante esa imagen Haruka no pudo evitar sonreír al pensar en la aguamarina.

"*Sostenlo*", dijo un anciano para con el que parecía ser su nieto.

"*Si*", contesto un pequeño mientras que con dificultad de sus manos tomaba un tabique. Ellos contrario a los demás, habían decidido comenzar la reconstrucción y limpieza de su hogar.

Era cierto, desde que llego no había visto niños. Así que en ese momento lo alegro ver que al menos quedaba uno, el cual parecía ser de la misma edad que su pequeño Fiódor cuando murió.

Sintiéndose observado, el chiquillo volvió la mirada y entonces contemplo al soldado del Sur.

"*Ven*", Haruka lo llamo.

"*No*", temeroso el niño contesto, aunque sintiéndose bastante tentado por lo que él oficial le ofrecía.

"*Aléjese, maldito. Ustedes lo dejaron huérfano*", le grito el hombre mientras corría hacia su nieto para protegerlo.

Entendiendo su sentir, el rubio no dijo nada, tan solo se limito a dejar a su alcance el par de latas, luego en silencio continuo su camino.

El anciano al contemplar lo que ese sujeto les obsequiaba, las tomo.

"*¿Es comida?*", hambriento el pequeño cuestiono.

"*Si, vamos a dentro*", contesto el viejo...

Ingresando en el recibidor y colocando sobre la mesa del mismo el pesado macuto, Haruka se quedo en silencio.

"Estaremos bien, si, estaremos bien", pensó tratando de convencerse de que así sería. "Mujer, tienes que venir", emocionado alzo la voz para llamarla.

"Diga", ella pidió colocándose a pocos pasos de él.

"No sabes lo que he visto de camino aquí... un niño, he visto un niño. Así que estoy seguro de que quedan muchos de ellos"

Emocionada Michiru sonrió; "Qué alegría saber que no solo quedamos adultos"

"Así es. Quizás pronto regreses a enseñar", él expreso mientras que del saco iba extrayendo lo que logro conseguir. "A cambio de la botella me dieron todo esto. Si somos cuidadosos, te aseguro que estaremos bien durante algún tiempo, o al menos hasta que las cosas vayan un poco mejor"

"¡Vaya, son muchas cosas!", replico ella al ver que entre los alimentos había no solo diversos enlatados, sino también leche en polvo.

"Mira, tenemos frutas en conserva... hacía ya mucho que no veía una de estas"

Viendo uno de los envases, ante lo que contenía la joven se quedo sin palabras; "¿Es real?"

"Si, mujer. Pronto será navidad, así que estaba pensando que podríamos reservarla para esa noche"

"De acuerdo"

"Iré a asearme, luego tomaremos café con leche y comeremos galletas", contento y risueño se dirigió hacía el segundo piso.

Ante esa imagen Michiru también sonrió, pensando que por más duro que fuera, no podía ocultar su verdadera naturaleza, la cual era de la un hombre bueno.

En ese punto lejos, muy lejos estaban de imaginar lo que estaba a punto de acontecer...


(Cuartel general)

Presuroso y sin llamar a la puerta de su superior, el coronel Pavlov ingreso en la oficina del general Volkov.

"¿Qué significa este acto de insubordinacion?", con el entrecejo fruncido, cuestiono ante su imprudencia.

"Lo lamento, general, pero es que le traigo el ultimo informe que ha llegado", empalidecido replico mientras le entregaba un par de documentos. Y fue ente la desencajada mueca de su rostro, que el mayor supo que algo no iba bien, así que dándole una rápida lectura se llevó la mano a la sudorosa frente.

"Ha pasado justo lo que temía", dejándose caer en su silla negó con la cabeza, luego se desabotono la calurosa camisa.

"Es una orden que tiene que ser cumplida pasado mañana, general"

"Como si hubiera tiempo para prepararnos"

"No hay de otra, una orden es una orden"

"Es muy arriesgado, imagina las consecuencias que esta decisión puede traernos", molesto arrojo los papeles sobre el escritorio. "Ahora solo espero que nuestro propio ejercito no se revele en nuestra contra por lo que vamos a hacerle"

Pensativo Pavlov asintió.

"Primero fue el informarles que sus raciones serán destinadas a los soldados que pelean en el frente Occidental... ahora... ahora ¿De qué forma voy a decirle a estos hombres que en dos días muchos de ellos tendrán que abandonar la ciudad?, ¿De qué forma voy a decirles que serán enviados a ese frente para continuar peleando esta maldita guerra?. Mucho han hecho como para regresar al campo de batalla"

"Sin duda estarán furiosos"

"Y como sabemos, muchos de ellos ahora si morirán", presa del horror Volkov murmuro.


Notas de autor;

Kaiohmaru; Al menos nuestros personajes no han perdido toda su humanidad. Si, serán tiempos duros en los que no habrá comida, si así es muy difícil conseguir alimento. Nadie querrá cambiar su comida por joyas o dinero.

Michelle; Es verdad, aun en medio e su desamor hacia su esposa Haruka se mantuvo fiel a su esposa. Quizás es mejor así, que ninguno de los dos demuestre lo que siente porque sino todo se tornaría más difícil.

Isavellcota; No habrá tiempo para que Haruka se moleste con ella por el dibujo. Hay cosas que son más preocupantes que el haya tomado los lapices. Pobres de todos ellos :(

Kyoky; Mina esta entre la espada y la pared, seguir esperando o darlo por perdido. Aunque regresando al frente podrá seguir buscándolo. Haruka es cruel, pero no tanto. No sería capaz de herirla más allá de lo que ya lo ha hecho.