CAPÍTULO XXV

LA ULTIMA NOCHE

Preocupada por la hora, la cirujano Mizuno contemplaba a través de la ventana, observando las fogatas que los oficiales habían encendido. De más allá, un lejano grito llego a ella, provocando que su corazón se exaltara más de lo que ya estaba.

"¿Sabes a dónde más pudo haber ido?", cuestiono a la castaña.

"No, aunque imagino que como siempre fue al camino principal"

Kirill, quien acababa de llegar negó con la cabeza; "No, no estaba ahí"

"Maldición", mascullo la medico. "Espero y este bien y no haya corrido la mala fortuna de encontrarse con alguien que pueda herirla"

"¿Qué posibilidades hay de que haya decidido regresar a su hogar?", cuestiono Dimitri.

"Lo veo poco probable", contesto la joven Masha.

"Si al amanecer no aparece, tendremos que avisarle al coronel", expreso Fiódor.

La medico se quedo pensando, luego negó con la cabeza; "A menos que... no... no lo creo", expreso ante lo que acababa de imaginar.

"Yo también pensé lo mismo, cariño, sin embargo lo creo poco probable", contesto el tuerto hombre.

Mientras tanto no muy lejos de ahí, luego de lo sucedido y conociendo el pronostico de su paciente, la rubia enfermera decidió pasar la noche en aquel edificio.

"¿Cómo sigue?", cuestiono el teniente.

"Al menos la hemorragia se detuvo", cansada expreso.

"Va a recuperarse, ¿verdad?"

"Si, pero le llevara algún tiempo... ahora no sé que tan bueno sea que ella lo sepa", mordiéndose los labios expreso.

"¿Tú que opinas?", cuestiono el oficial.

"Pienso que lo mejor es dejarlo así, al parecer desconocía su estado... aunque la verdadera pregunta es... olvídalo. Después de una perdida como esta muchas mujeres no se recuperan, y no hablo del malestar físico... aunque... hay cosas aún mucho perores de las que menos lo hacen", expreso pensando en todo lo que había tenido que pasar con ambos sujetos.

"¿Qué hay del hombre?", fue la pregunta obligada.

"Él esta bien, pero ¿Dónde esta el soldado que te acompañaba?"

"Ni idea", encogiéndose de hombros el tanquista replico.


(Mañana siguiente)

Sin imaginar la orden que desde la capital había llegado y la cual debía ser acatada al día siguiente, apenas Haruka abandono la casa fue alcanzado por un mensajero.

"Buenos días, coronel", saludo el oficial, quien si apenas era un chiquillo.

"Buenos días... ¿Hay algún mensaje para mi?"

"Así es, señor. Lo envía en general Volkov", expreso mientras le entregaba el documento.

El rubio lo tomo y dándole una rápida lectura, negó con la cabeza. "No, esto debe tratarse de una maldita broma, ¿no?"

"No, no lo es, señor. Aunque a todos nosotros nos gustaría que así fuera. Con su permiso, tengo que seguir entregando los mensajes"

Incrédulo Haruka observo en todas direcciones, contemplando los camiones militares que habían llegado con suministros.

"Desde esta madrugada hay mucho movimiento. ¿Sabes qué pasa?", cuestiono Kiriill. "Trate de preguntar y la única respuesta que recibí fue que debo esperar la orden de mi superior inmediato"

"Ha acontecido lo peor que a un soldado le puede pasar después de ganar la guerra... ve y llama a los demás"

Obedeciendo, el comandante ingreso en el edificio, dando la orden de que todos debían reunirse en la calle.

Así que pasando revista, Haruka noto la ausencia de la rubia enfermera. "Mina, ¿Dónde esta Mina?"

"Desde ayer no sabemos nada de ella, señor", fue Lita quien replico.

"Maldición, ¿Habrá decidido regresar a casa?"

"Esperemos si y no se haya metido en problemas", expreso la cirujano.

Haruka negó con la cabeza y molesto frunció el entrecejo; "Es una impulsiva... pero demos paso a la información, luego nos ocuparemos de buscarla. Como sabrán, la guerra continua en el frente Occidental, lugar al que serán destinadas las raciones extras que recibimos... y no solo ellas"

"¿Qué... qué quiere decir?", pensando que había mal entendido, la castaña cuestiono.

"Han enviado una orden y una lista... están pidiendo que muchos de nosotros vayamos a ese frente"

"¿Qué?", atónitos ante sus palabras, el murmullo entre todos ellos no se hizo esperar.

"No todos ustedes están en la lista... Fiódor... Kirill... Nikolai... incluido yo tengo que ir", nombrando a todos los hombres que debían tomar el tren que partiría al día siguiente, expreso.

"¿Qué hay del resto de nosotros?", pregunto Dimitri.

"El resto tendrá que esperar nuevas ordenes, serán llamados en caso de que falten refuerzos... de igual modo todas las mujeres tendrán que permanecer aquí hasta nuevo aviso"

"No, me niego. Sobreviví a toda la maldita guerra, vencí ¿Y ahora me piden que vaya y muera?... deben haber perdido la cabeza", molesto el impulsivo Nikolai expreso.

"Entiendo que esto es peor que lo que se nos informo, sin embargo no tenemos de otra más que obedecer", Haruka señalo. "Mizuno, voy a pedirte que comiences la revisión de cada uno de los que están en la lista, dependerá de ti quien va y quien no"

"Entiendo", sin aliento si apenas pudo murmurar.


(Lejos de ahí)

Tumbada en uno de los sillones la rubia enfermera por fin se entregaba al descanso, y es que hasta muy entrada la madrugada estuvo al pendiente de la mujer.

El sol poco a poco se fue colando a través del ventanal, golpeando con su toque su pálido rostro.

"¿Qué... qué sucede?", se pregunto al escuchar el bullicio que de la calle provenía, así que poniéndose de pie, observo a través de la ventana como los oficiales corrían de aquí a allá.

"¡Maldición!", con una evidente mueca de preocupación, a su espalda chillo el teniente.

"¿Qué sucede?, ¿Llegaron los batallones?", pregunto esperando que a eso se debiera el alboroto.

"Sabes que ellos no vendrán... tengo que irme... así que voy a pedirte un favor", dijo mientras que en su macuto iba guardando sus cosas.

"¿Un favor?"

"Escucha", tomándola por los hombros la miro a los ojos. "Ha llegado una nueva orden, sabes que lejos de aquí hay una guerra que se esta peleando en contra del emperador, es por eso que muchos de nosotros hemos sido llamados para ayudar al ejercito de Occidente a combatirla"

"Eso significa que yo también tengo que ir"

"No... las mujeres y otros oficiales se quedan... así que es por eso que quiero pedirte que te ocupes de esta mujer"

Ante sus palabras ella no supo que responder.

"Te detuve a ti porque no quería que nuestra enfermera lo supiera... por favor, solo eso te pido", tomando sus manos entre las suyas, el hombre murmuro.


(Centro de mando)

Observando por la ventana el escándalo que la nueva orden provoco, el general esperaba noticias.

"Los mensajes ya fueron entregados, general. ¿Qué es lo que ahora procede?",

"Por ahora nada. Dudo mucho que la guerra termine hoy o mañana y ya no haya necesidad de que estos hombres vayan a morir"

Pavlov no supo que decir , al igual que su superior estaba profundamente mortificado.

"Ahora ve y llama a Ivanov para que prepare mis cosas", volviéndose hacia él, encendió un puro.

"Sé que no debo cuestionarlo, pero ¿Con qué objeto?"

Exhalando el humo, el hombre asintió un poco; "Porque yo llegue a este lugar con todos estos hombres, así que es injusto que ellos vayan y yo me quede sentado detrás de ese escritorio esperando recibir sus certificados de defunción. Solo piensa en sus familias, en sus madres, en sus hijos y esposas, saben que sus hombres vencieron y están a salvo, así que ¿Cómo crees que se van a tomar el recibir tan malas noticias?. Lo único que lograremos es que me tilden de cobarde por no compartir su mismo destino"

"Entonces yo también iré a preparar mis cosas", expreso Pavlov.

"No, tú te quedas. Por lo pronto llama a Ivanov, luego trae papel y la maquina. Antes de partir tengo que enviar un ultimo mensaje a nuestra capital", pensativo el hombre volvió a observar a través de la ventana.


(Del otro lado de la ciudad)

"¿Cómo te has sentido?", cuestiono la cirujano mientras se encargaba de revisar al rubio Haruka.

"Bien", contesto y luego tomo aire.

"¿No has tenido fiebre... dolor, erupciones?", fue la pregunta que siguió, y es que eran los primeros indicios de las infecciones que últimamente se estaban presentando.

"Nada de eso"

"Bien, estas en condición de ir y combatir"

"Gracias", contesto de forma seca y mientras se colocaba la camisa.

Y apenas el coronel abandono la tienda de campaña, se encontró con la rubia la enfermera.

"¿Dónde estabas?", molesto cuestiono.

"Por ahí", contesto.

"¿Por ahí?, esa no es una respuesta, teniente. Sus compañeros estuvieron buscándola"

"Coronel, ¿Es verdad lo que escuche?", cambiando la conversación cuestiono.

"Lamentablemente si"

"Entonces pido permiso permiso para ir con ustedes", plantándose de forma firme, exclamo.

Ante sus palabras Haruka negó con la cabeza; "Sabes que es imposible. En primera porque no estas en la lista, en segunda la orden es que las mujeres se quedan"

"Pero yo debo ir, tengo que hacerlo"

"Escucha, tienes que quedarte aquí. Mizuno te necesita en la clínica"

"Podría hacer la excepción y llevarme"

"Yo no he dado la orden, así que será mejor que te quedes... además no sabemos si él esta en el frente o...", a punto de decirlo guardo silencio.

"O quizás esta muerto", murmuro siendo consciente de que cabía esa enorme posibilidad

Tomándola por los hombros, el coronel hablo; "Siempre has sido una mujer muy impulsiva, la prueba de ello es que decidiste acompañarlo en este infierno, además esta lo que aquella tarde hiciste para salvarnos... te transfirieron a mi unidad para que te convirtieras en mi problema.. y como eres mi responsabilidad te digo que por favor pienses que es lo que él hubiera querido. Así que no puedo llevarte porque para ti la guerra ya termino, será mejor que regreses a tu casa y ahí lo esperes"

Ante sus palabras la enfermera bajo la mirada y se mordió los labios, si, era lo que Armand hubiera dicho.


(Esa noche)

Sabiendo que esa era la ultima noche que estaría en la ciudad y sobre todo, que sería la ultima vez que disfrutaría del calor de hogar y sobre todo de la compañía de la aguamarina, Haruka regreso una hora antes de lo habitual.

Ingresando en el recibidor cambio la preocupada expresión de su rostro y sonriendo, se quito el gorro y el abrigo para colgarlos en el perchero. Luego y en silencio se sentó en el incomodo sillón.

"Buenas noches", ella saludo lejos de sospechar que había algo que el hombre le ocultaba.

"Buenas noches", él replico fingiendo esa inexistente alegría.

"Hace mucho frío, iré a traerle su café"

"No, lo beberemos después. Ahora quiero tomar una ducha", dijo y con pasos rápidos se dirigió a su habitación.

Esa actitud para nada extraño a la mujer, quien se ocupo de poner agua en la tetera.

Fue así que como cada noche, ambos tomaron la cena, luego frente a la chimenea bebieron su acostumbrada taza de café. Todo estaba en aparente calma hasta que el coronel dejo su asiento.

"Te espero en la habitación", ordeno con ese tono de autoridad.

"Si, por supuesto", ella replico.

Sin añadir nada más Haruka ingreso en los aposentos de la joven y cerrando la puerta detrás de él, negó con la cabeza; "Es por esto que no quería... soy un tonto por...", haciendo a un lado esos pensamientos, encendió la calefacción.

Unos minutos después la puerta volvió abrirse dando paso a la aguamarina, quien sin decir nada comenzó a desnudarse.

El rubio camino hacia ella y sonriendo, expreso; "No, deja que yo lo haga". Despojándola del vestido, con las manos y los labios comenzó a recorrerla.

Después de todo era su ultima noche juntos.

Michiru, deseando entregarse a él, comenzó a desabotonarle la camisa. No, ya no le temía, más eso no significaba que no estuviera nerviosa.

Dejándose caer sobre el lecho, hicieron a un lado las palabras y es que ¿Acaso hacían falta.

Bastaba esa forma en la que ambos se veían para darse cuenta de que había algo que él intentaba esconder detrás de su frialdad mientras que ella lo hacía detrás de su sumisión. Si, ambos eran cobardes y preferían callarse antes que ceder.

Michiru, envolviéndolo en sus brazos de forma silenciosa pedía ese toque de sus labios. Haruka, adivinándolo la beso.

"¿Por qué?, ¿Por qué esta aquí conmigo pudiendo estar en cualquier otro lado?... ¿Por qué accedí a esto?, ¿Le dará lo mismo otra que yo?", la aguamarina se pregunto. "Si, muy seguramente si"

"Incluso ahora mismo soy un tonto", por su parte él pensó.

Reflejándose en su mirada, la joven se mordió los labios a punto de gemir más que su nombre.

Y es que no, por ningún motivo él debía saber lo que ella guardaba en su corazón, pero no porque fuera orgullosa. Él pensaba lo mismo, pero tampoco porque se tratara de su orgullo.

"A lo largo de estos años... como yo ¿Cuentas mujeres más llegaron a amarlo?... ¿Cuantas de ellas se callaron?, ¿De cuantas de ellas se burlo?", continuó torturándose con preguntas que sabía y jamás obtendrían respuesta alguna. "Michiru, eso no importa porque ahora es tuyo, solo tuyo", pensó y entonces lo empujo un poco.

Ante lo que él pensó y era una muestra de rechazo, hizo una pausa y frunció el entrecejo.

Comprendiendo que la había mal interpretado, la aguamarina lo atrajo hacia ella y luego de besarlo giro sobre él, tomando el control total de la situación.

Ante su actuar Haruka sonrió, posando las manos en sus caderas para guiarla.

"¿Así esta bien?", agitada cuestionó esperando no parecerle una torpe.

Asintiendo, el rubio echo la cabeza hacia atrás, disfrutando de las caricias que ella ejercía en él.

Deslizando las manos por sobre el pecho de su amado, la joven se inclino un poco para besarlo y entregarse a aquella plancheta sensación...

Ella, abrazada a la almohada, disfrutaba de aquellas caricias mientras veía como poco a poco la oscuridad de la noche se iba disipando.

Haruka beso su espalda una vez más, luego se tumbo a su lado, formándose entre los dos el silencio.

"¿Por qué... ¿Por qué aquella noche no me dijiste que era tu...?", intento preguntar, sin embargo la joven interrumpió.

"Le dije que no era casada, además supuse que se daría cuenta", ruborizada contesto, deseando en silencio poder recostar la cabeza en su pecho.

"Lo hice, además que no estés casada no significa..."

"Para mi si, fui educada de esa forma", replico aún más ruborizada que antes.

"Entiendo", recordando la noche que ella decidió acompañarlo y hacer el trato, bastante pensativo contesto.

Llenándose de valor, Michiru estuvo a punto de entrelazar sus dedos con los del hombre, sin embargo no pudo hacerlo porque en ese momento el rubio se reincorporo y luego comenzó a vestirse.

"Tengo que irme", dijo con ese tono frió y sin atreverse a darle la cara.

"¿irse?", cuestiono ella, y es que era que más temprano que de costumbre.

"Así es, tengo que irme", rectifico.

"Iré a asearme, luego le preparare el desayuno", tomando su ropa, estuvo a punto de abandonar la cama.

"No es necesario, tendrás que tomarlo sola", contesto con la mirada baja.

"Entonces lo esperare para cenar"

"No, no me esperes, cena sola", él replico.

"Por favor, dígame que pasa", ella pidió al ver su derrotada postura.

Alzando la mirada, la poso sobre la joven; "Ayer recibimos nuevas ordenes... sabes que del otro lado del mundo la guerra continua y yo fui llamado para ir a pelearla", finamente tuvo valor para expresarlo.

Ante sus palabras, Michiru se quedo muda mientras que un violento escalofrió recorría sus miembros.


Notas de autor;

Kaiohmaru; Con esto regresamos al inicio de la historia. La guerra sigue y en consiguiente muchos de ellos morirán. Ambos se han perdido.

Michelle; Tienes razón, enamorarse en esas circunstancias es muy doloroso. Es verdad, aunque Haruka es frió procura que ella este bien. Esa Mina es capa de irse colgada del tren XD.

Isavellcota; Esa maldita guerra sigue separando a las personas, y aún peor es que sigan muriendo. Queda esperar como le va a uno y a otro.

Kyoky; De una forma u otra todos desean enmendar lo que en el frente estuvieron obligados a hacer, es decir, recuperar esa humanidad que parecía perdida. La mayoría de ellos no son malos por naturaleza, fueron las circunstancias las que los orillaron a actuar así. Y pues Haruka ni porque tiene que irse ha cedido a sus sentimientos :(. No sé si ya es tarde como para que se sinceren.