CAPÍTULO XVI

¡ADIÓS!

(Hace varias semanas)

Feroz, el asedio continuaba sobre lo que hacía apenas unos días fue una hermosa ciudad, dejando como resultado no solo destrucción, sino incontables bajas en ambos bandos.

Y fue que habiendo escapado no solo de la prisión a la que el rubio lo había confinado por desacato, el mal encarado Yakov avanzaba dando tumbos por aquellas deshechas calles.

"Ese maldito me tiene harto", mascullo limpiándose el rostro con la manga de su sucia camisa. "Mientras él se puede tomar ciertos permisos, el resto tenemos que conformarnos con seguir vivos... cree que no sé que es lo que estuvo haciendo", murmuro llevándose a los labios la botella de alcohol que de la enfermería había robado.

Y estaba tan embriagado que hasta el momento no se había percatado de que a cierta distancia el comandante lo seguía, pero no porque él le preocupara.

En esos cuatro años que estuvieron vagando en busca de su victoria, muchas veces se vio en la necesidad de arrestarlo, lo cual no era otra cosa más que las consecuencias que traían consigo sus graves faltas y su terrible comportamiento.

"Sin duda busca que beber y a quien herir", recordando el incidente de la otra noche con la cirujano, pensó.

La embriaguez, la densa capa de polvo y humo no dejaban ver que había más allá de sus narices. Además las balas que se estrellaban cerca de él parecían no preocuparle.

Fue entonces que entre las sombras que los altos muros proyectaban sobre los escombros, que el perverso sujeto pudo distinguir a quien se convirtiera en su victima. Así que sonriendo, comenzó a seguirla al interior de aquel edificio.

"Te tengo", Haruka mascullo detrás de sus pasos, y fue después de unos instantes que escucho la voz de una mujer.

"*Aléjese*"

"*No*", Yakov le contesto.

Ante la discusión que provenía del segundo piso, el rubio corrió hacia ese sitio he ingresando en la habitación, desde la puerta contemplo la grotesca escena.

"*Abre las piernas*", el hombre ordeno a lo que la aquella aguamarina se negó.

"Ya dijo que no lo desea, suéltala", el rubio interrumpió...


(Presente)

"No, no puede ser verdad, muy seguramente lo he mal entendido... no pueden pedirle que vaya a seguir peleando", pensó la mujer y acto seguido bajo la cabeza.

"El tren partirá esta tarde, nos llevara a un puerto y entonces tendremos que tomar un portaaviones que nos conducirá a la isla", expreso el coronel.

"No.. no es posible. Debe tratarse de un error", ella susurro, llegando a concluir que era presa de una hórrida pesadilla.

"Quisiéramos que así fuera, sin embargo es la realidad. Por lo que vemos, la guerra no terminara antes de navidad"

Conteniendo su tristeza, la joven asintió; "Así parece"

Haruka también asintió un poco, como quien acepta su destino; "No hay necesidad de que te lo siga ocultando... la reconstrucción de la ciudad iba a comenzar antes de que este año finalizara. A cambio del trabajo de los civiles, como pago recibirían raciones extras, sin embargo esas tareas se pospusieron y solo recibirán las raciones que por derecho les corresponden"

"Entiendo", bajando la mirada Michiru se mordió los labios. Lo que en esos momentos menos le importaba era la reconstrucción o la escasez de alimentos.

"Ahora..."

"No, por favor no se vaya aún", expreso mientras salia de la cama. "Al menos tomemos un ultimo desayuno juntos", ella pidió deseando posponer un poco su partida.

"Esta bien", replico el coronel mientras dejaba a un lado su camisa.


(En el edificio)

Tomando su macuto, presuroso Dimitri comenzó a guardar en el sus pocas pertenencias.

"Que bueno que no me deshice de mis viejos uniformes", expreso y es que aunque estaban rotos en algo podrían servir.

La castaña, observando lo que hacía, a prisa encamino sus pasos hacia él; "¿Qué haces"

"Preparo mis cosas, no quiero olvidar nada", dijo y abriendo uno de los cajones, tomo una cuchara. "En medio de la guerra contar con esto es una especie de bendición", colocandola en el bolsillo de su pantalón, se echo el bulto al hombro.

"¿Pretendes ir al frente?", fue la pregunta obligada por parte de su esposa.

"Por supuesto", contesto.

Ante sus palabras ella frunció el entrecejo y despojadolo del macuto, lo arrojo sobre la cama; "¿Por qué?"

"Porque es mi obligación", contesto mientras lo volvía a tomar y encaminaba sus pasos hacia la salida.

"Sabes que no lo es, esa es una guerra que a nosotros no nos concierne. Esa gente a nosotros no nos hizo nada", bloqueándole el paso expreso.

"Lo sé, pero no quiero que digan que soy un cobarde por no ir con ellos"

"Sabes que no lo dirán, ninguno de esos hombres desea seguir peleando. Y es por eso que no puedo permitir que vayas", Lita replico.

"Ya he tomado una decisión"

"Entonces tendrás que llevarme contigo, así como alguna vez dijimos que haríamos si es que había otra guerra", valiente la mujer expreso.

"Lita, sabes que no es posible. La orden fue que todas las combatientes se queden"

"Entonces tú también debes quedarte, tu nombre no esta en la lista y no tienes nada que ir a hacer. Si nos llaman, entonces iremos juntos. Así que por ahora tendrás que escoger entre tu esposa y tu orgullo", firme sentencio.


(Cerca de ahí)

Bebiendo directo de la botella, el rubio Nikolai lloraba.

"Estoy harto, hermano", dijo para con aquel cumulo de tierra. Que no era otra cosa más que la improvisada tumba que para el pelinegro Alexei habían preparado. "Espero y algún día me perdones por haberte traído a morir a esta maldita nación. ¿Sabes?, creo que a mi también me llego mi hora"

Observándolo desde una prudente distancia, Fiódor Matveyev negó con la cabeza. "Es tan injusto... los hombres no deberían morir tan jóvenes y menos en la guerra"


(Casa de los Kremer)

El sonido de los pesados camiones que llegaban y de todas aquellas voces que llenaban las ruinosas calles, irrumpían con el silencio que dominaba hasta el ultimo rincón de la casona.

El, ya duchado, sin apetito alguno contemplaba su fría taza de café.

Ella, en la misma situación, no sabía que decir. Además, ¿Qué ganaría, si los altos mandos ya habían decidido su trágico destino?


(En la improvisada clínica de la cirujano Mizuno)

"¿Tienes todo listo?", cuestiono la medico.

"Por supuesto", contesto Kirill mientras hacía una ultima revisión. "Ya solo falta que el tren parta"

Ante sus palabras la peliazul tan solo se limito a asentir un poco.

"Amy, ¿Estas llorando?", fue la pregunta obligada al ver que ella se esforzaba por no mostrarle la cara.

"Por supuesto que no, ¿Por qué habría de hacerlo?", tratando de sonreír y no dándole la mínima importancia, se volvió hacia él.

El rubio por su parte se encogió de hombros. Aunque también deseaba llorar, se mantendría fuerte por los dos. Después de todo con hacerlo nada ganaban.

La mujer camino hacia el escritorio y abriendo el cajón, tomo algunos medicamentos los cuales guardo en el bolsillo de la camisa del hombre; "Sabes que son escasos, cuídalos porque podrías necesitarlos"

"Dime la verdad, ¿Estas bien?", pregunto él tomando la mano de la mujer para evitar que huyera.

"Por supuesto", contesto de forma seca.

"No me mientas"

Ante su toque y ya no pudiendo tolerarlo, por fin la mujer se desmorono, refugiando la cabeza en su pecho; "Escuchaste al coronel, tu nombre esta en la lista, pero de mí depende quien va y quien no... podría ... "

Kirill negó con la cabeza y silencio sus labios con un corto beso; "No, no es necesario. Es mi deber ir"

"Sabes que tienes que considerarlo ahora mismo porque una vez que abordes el tren no habrá marcha atrás. No me escuches a mí, pero piensa en tu esposa y tus hijos, ellos saben que estas aquí, que venciste ¿De verdad quieres volver a darles preocupaciones?"

"Ellos saben que vencí, pero también saben que soy un soldado. Son conscientes de que combatir es mi obligación"

"No, más que ser un soldado eres un maldito egoísta", ella replico dándole la espalda.

Un poco más allá y habiéndose resignado a que no podría acompañarlos, con la cabeza baja la rubia Mina pensaba en su amado y como el destino se empeñaba en separarlos.

"¿Acaso debo aceptar que jamás lo volveré a ver?", se pregunto mientras veía como los soldados corrían de aquí a allá.


(En el centro de mando)

Ingresando en la oficina del mayor, el coronel Pavlov hizo el saludo militar. "Ya esta todo listo, señor"

"Bien. ¿Ha habido respuesta a nuestra petición?", cuestiono el general Volkov mientras revisaba los documentos que más temprano había recibido.

"Ninguna, señor. Y pienso que no la habrá", contesto y luego bajo la mirada. "Estos hombres ya están condenados"

"Es justo lo que me temía. Eres testigo de que hice lo humanamente posible por evitar este destino", expreso mientras tomaba su abrigo. "Es hora de ir al anden, el tren partirá en una hora"

"Como usted ordene, señor"

En ese punto Volkov rió un poco y negó con la cabeza; "Lo que son las cosas, hace algunas semanas nos mofábamos de que el tren se marchara con los combatientes que quedaban del ejercito del Norte, ahora lo hará con nosotros... ni modo, así de dura es la vida de un soldado", expreso mientras cerraba la puerta.


(Casa de los Kremer)

Aún sin poder asimilar lo que estaba ocurriendo, en silencio la aguamarina observaba al coronel alistarse.

"¿Por qué las cosas tienen que ser así?", se pregunto sabiendo que dijera lo que dijera o hiciera, jamás podría retenerlo porque antes que ser un soldado, no era un hombre libre.

Haruka sin tampoco hablar, en su macuto guardo sus limpias camisas, agradeciendo en silencio que la mujer decidiera no tirarlas.

"Sabía que tarde que temprano se iría de mi lado, pero no imagine que fuera a ser así", pensó la mujer. "¿Por qué tiene que volver a ese infierno?, ¿Por qué tiene que pelear una guerra que no es la suya?"

Con pasos lentos, como deseado posponer el momento de partir, del perchero el rubio tomo su abrigo y el gorro. Había llegado la inminente hora de su despedida.

"Iré a traerle los enlatados", luego de un rato por fin ella hablo. Así que tratando de ocultarle su tristeza, dirigió sus pasos hacia el lugar donde los mantenían ocultos.

El coronel negó con la cabeza; "No es necesario, conservalos para ti. No sabemos durante cuanto tiempo más seguirán escaseando"

"Pero..."

"Es una orden. Cuatro años me las arregle para vivir con las pocas raciones que nos otorgaban, puedo hacerlo otro año", tratando de sonar despreocupado, replico.

"¿Cree que la guerra se extienda otro año?", agitada ella cuestiono.

"Probablemente, aunque cabe la enorme posibilidad de que en cuanto lleguemos y ante la presión de tener más combatientes en su contra, el emperador decida ponerle fin. Ahora todo depende de él"

"Ojála y así sea"

"Con la partida de la mitad de nosotros puede que llegue a ser un poco seguro el caminar por las calles, aunque la falta de alimentos puede llegar a dificultarlo todo"

Y aunque ella lo oía, no lo escuchaba. En esos momentos todo pasaba frente a ella como a través de un cristal.

"Escucha, tienes que cuidarte y mucho. Si decides salir tiene que ser solo porque es una urgencia. A toda costa evita caminar por las calles alejadas o solitarias... tampoco camines cerca de ellos o de las las ruinas y los escombros... muchos de ellos están al asecho y podrían llevarte dentro de los túneles. Tampoco te fíes mucho de los civiles, ni porque son tus amigos. Cuando hay hambre la gente se vuelve mezquina y brutal"

"Si, coronel"

"Con los alimentos que tienes estarás bien durante un tiempo. Y recuerda que no importa que tan incomodo pueda ser ese lugar, ahí estarás a salvo"

"Si, coronel", ella replico deseando que de ultimo momento sucediera un milagro que le impidiera ir.

Haruka camino hacia la puerta y abriéndola, dejo que el prematuro viento del invierno se colara dentro del recibidor. Luego tomo su rifle, el cual también se colgó al hombro.

Ante su inminente partida, Michiru bajo la mirada. De esa forma evitaría que él se diera cuenta de que estaba a punto de romper a llorar.

No deseando irse, Haruka sonrió un poco y luego le levanto el rostro para que lo viera a los ojos. Entonces de su camisa tomo el ultimo reconocimiento que del general Volvkov recibió.

"Toma", dijo colocando la medalla en su mano.

"Es muy bonita", ella replico sin mucho animo.

"Lo es y por eso te la dejo. Quiero que la cuides por mí, no quiero perderla"

"Le prometo que lo haré", contesto y luego en manos del hombre coloco un trozo de papel. "Esta es la dirección de este edifico, esta otra es la del lugar donde vivía. Por favor escríbame, me alegrara muchos saber que se encuentra bien... No voy a ir a ningún otro lado"

"Lo haré en cuanto sepa en donde estoy", dijo guardándola en el bolsillo de su camisa. Luego la tomo por los hombros. "Cuídala, te prometo que volveré por ella"

"Se lo prometo, pero por favor usted también cuídese mucho"

"Lo haré", dijo y luego deposito un corto beso en sus labios.

No pudiendo tolerar más ese dolor, ella lo abrazo, deseando retenerlo entre sus brazos para siempre, sin embargo en la lejanía el sonido del tren le recordó que no sería posible.

"En noche buena abre la lata de jamón y cómela"

Ella negó con la cabeza; "No, lo haremos juntos cuando la guerra termine y regrese. No importa si tarda dos años o más"

"¿Es una promesa?"

"Si, coronel"

Contra su voluntad Haruka soltó el agarre que ejercía en ella y dándose la vuelta, dio dos pasos, luego se detuvo y volviéndose, recordó lo que durante la madrugada ella le dijo; "Lamento mucho... haberte despojado de algo que era muy valioso para ti"

"No, no lo lamente", ruborizada y sonriendo un poco ella contesto.

"Entonces adiós", él replico comenzando el camino hacia la estación.

"Adiós", ella contesto recordando como hacía cuatro años se despidió de Gunther, su hermano, entonces agradeció no tener que hacerlo del hombre que amaba porque sin duda le resultaría aún más doloroso. Y por extraño que parezca, no se equivoco.

"Por esto, por esto es que no quería acostumbrarme a las cosa buenas... perdí mi casa, a mi esposa y a mi hijo, ahora la he perdido a ella", el rubio pensó mientras que con el dorso de la mano se limpiaba las lagrimas. "Al menos a ella si pude decirle adiós"

Observado como en la distancia su figura se iba tornando pequeña, Michiru por fin rompió a llorar de forma abierta; "No, no pude decirle que lo amo porque este hombre jamás me perteneció. Fue mio a medias y ahora... ahora se ha marchado de mi lado...", observando la hermosa medalla, la sujeto contra su pecho. "Si el sobrevive, sé que no va a volver a mí, pero me consuela mucho saber que regresara al lado de su esposa y su hijo, quienes en cuatro años no lo han visto... y yo... yo me conformare con quedarme con su recuerdo", lejos de saber que le quedaba tanto de él, pensó. "Haruka, me alegra mucho que esa noche el destino nos haya reunido"


Notas de autor;

Kaiohmaru; Y si, las personas que se declararon la guerra o están muertas o escondidas, dejando que otros la pelen.

Michelle; Por como todos dicen que Mina es una impulsiva, si es posible que lo haga xd. Cierto, muchos de ellos sobrevivieron a esa guerra, pero no hay garantía de que sobrevivan a esta.

Isavellcota; Haruka sigue negándose a admitirlo. Ninguno de los dos cede y eso es porque ambos tienen motivos para no hacerlo. Haruka regresa al peligro y Michiru se queda en el. Que triste :(