CAPÍTULO XXVII
AUSENCIA
Imparable el tren avanzaba, completando con ese su tercer día de recorrido mientras que impacientes aquellos hombres aguardaban que volviera a detenerse para poder descender y descansar un poco.
Observando a través de una de las ventanas Haruka se llenaba la vista con aquellos maltratados campos, los cuales y a pesar de la proximidad del invierno comenzaban a tapizarse de ese bello verde. Luego de cuando en cuando en la distancia podía ver a familias enteras, quienes arrastrando sus pocas pertenencias, regresaban a lo que quedaba de sus hogares. Otras veces por como esos caminantes lucían y vestían, podía reconocer a aquellos que tuvieron la mala fortuna de haber caído como prisioneros en los campos de trabajo forzado que los hombres del Norte en su monstruosa ambición diseñaron.
"Me alegra mucho que para ellos la guerra ya haya terminado", pensó al ver como un chiquillo les dedicaba un adiós.
A pocos pasos de él y para mantenerse entretenidos, algunos soldados jugaban a las cartas, otros yacían tumbados tratando de conciliar el sueño mientras que unos cuantos leían las noticias que en la ultima estación les entregaron.
"Mira", expreso Kirill acercándose a él. "Ya comenzaron los juicios de aquellos que ordenaron este infierno", agrego y luego le entrego el diario para que viera los rostros de tan infames perpetradores.
"¿Qué destino les aguardara?"
"Se habla de prisión perpetua y pena de muerte por sus crímenes", expreso Fiódor. "Incluso juzgan a las mujeres que contribuyeron en sus planes"
"Luego de someter a la mitad del mundo, ¿Qué esperaban?", Haruka dijo mientras le daba una rápida hojeada. "Una lastima que el autor principal este muerto y eso lo exima de enfrentarse a la justicia"
"Cierto, pero en muchos años nadie olvidara lo que hizo, y eso debe ser suficiente para que nadie más lo intente. Por haberle dado su apoyo, toda esa gente esta condenada a cargar con una vergüenza que será eterna"
En ese punto Kirill se quedo pensativo, luego con un evidente tono de preocupación hablo; "¿Creen que Mina esta bien?"
"Sin dudarlo. Mejor de lo que estaría en este tren o en combate", dijo Fiódor volviendo a tomar el diario para intentar refrescarse con el.
"Tienes razón, un par de huesos rotos no se compara en nada con el peligro que hay aquí o ahí", señalo el coronel. "Siempre ha sido muy impulsiva", recordando lo que en pleno combate hizo, negó con la cabeza.
"Y valiente, sin embargo no podíamos permitírselo a ella ni al muchacho", agrego Fiódor.
"Espero y nos perdone"
"No tiene nada que perdonarnos porque sabe y sabemos que hicimos lo correcto", el coronel concluyo.
(En la improvisada clínica de la cirujano Mizuno)
Sentada junto a aquella cama, la rubia Mina a través de la ventana observaba como algunos civiles habían decidido dejar sus escondites para caminar por las aún deshechas calles, aunque no del todo era seguro hacerlo.
Y es que si bien con la partida de la mitad de los soldados del Sur todo estaba en aparente calma, debía reconocerse que podía respirarse cierto aire de nerviosismo entre los que quedaban. No es de extrañar, los alimentos escaseaban y temían ser los próximos en abordar ese maldito tren.
"¿Ya comenzó a nevar?", adolorido cuestiono el joven Nikolai.
"Aún no, pero supongo que lo hará a eso de la madrugada", expreso la rubia viendo las densas nubes que sobre la cuidad se amontonaron, luego observo el vendaje que ella llevaba en el brazo. "¿Cómo estas?"
"Me duele mucho, más que cuando me dispararon", contesto el rubio observando su fracturada pierna. "¿Qué hay de ti?"
"También me duele", replico y luego volvió a observar a través de la ventana.
Ante su silencio e imaginando que era lo que estaba pensando, Nikolai se mordió los labios; "Mina... lo lamento mucho, pero no podía..."
"Esta bien", interrumpió.
La puerta se abrió, dando paso a la cirujano, quien incrédula por como Kirill y los demás actuaron, pero al mismo tiempo satisfecha, contemplo a sus dos pacientes.
"Mejor decisión ellos no pudieron haber tomado", expreso y luego procedió a revisar sus heridas.
Pero ¿Qué fue lo que ocurrió como para que por un lado agradecieran y por otro lo lamentaran?
-Flashback. Hace varias tardes-
Y sin que hubiera una alegré marcha de despedida, las pesadas puertas de los vagones fueron cerradas, dejándolos en una casi completa oscuridad.
De esa forma y hacía las siete de la tarde comenzó su lento avance, dejando atrás la estación y provocando en quienes lo ocupaban un profundo sentimiento de vacío.
No, no había emoción ni algarabía alguna por ir al frente, y es que para ellos el combate ya había terminado y regresar a el les parecía un completo suicidio antes que un acto heroico.
"Aquí vamos de nuevo", triste pensó Nikolai, recordando la primera vez que abordo uno que llevaba como destino la capital del Sur, la cual debían defender de manos de sus infames opresores.
Hacía calor como resultado de que solo en ese vagón viajaran al menos cincuenta hombres, todos provenientes de diferentes batallones y entre los que había soldados, marineros y pilotos.
Haruka, dispuesto a cumplir su promesa de sobrevivir y regresar, afligido se sentó sobre el duro suelo, Kirill pensando en su familia y en las palabras de Amy, encendió un cigarrillo...
Impaciente y muy nervioso, Nikolai observaba a su alrededor, contemplando en cada uno de esos hombres el miedo que asomaba a sus rostros, el cual difícilmente admitirían de forma abierta.
Hasta que hubo algo que atrajo toda su atención. Y es que en un rincón, encorvada y envuelta en un capote yacía una persona.
"¿Mina?", mal imaginando cuestiono, luego ante lo que pensó y era una remota posibilidad, negó con la cabeza.
Y en efecto, no estaba equivocado porque aprovechando el tumulto que en la estación se formo, ella logro abordar.
Intranquilo, el joven se acerco al rubio Haruka, hablando en voz baja para no atraer la atención del resto; "Coronel, creo que tenemos un pequeño problema"
"¿Pequeño?, yo diría que enorme", contesto sin imaginar lo que estaba punto de escuchar.
"No, coronel... ¿Ve esa figura ahí?", siendo discreto, señalo.
"Si, ¿Qué con ella?... Debe tratarse de un soldado que esta aburrido"
"No. Estoy casi seguro de que se trata de Mina, señor... de alguna forma logro abordar este maldito tren"
"¡Maldición!, siempre ha sido una impulsiva", molesto expreso.
"¿Qué pasa?", cuestiono Fiódor al ver su nerviosismo.
"Por favor no hagas un escándalo, pero creemos que ahí tenemos a Mina"
"¡Demonios!, ¿Qué estaba pensando cuando abordo?", chillo Kirill.
"Algo tenemos que hacer, no puede estar aquí... si se dan cuenta tendremos serios problemas y entonces no podremos hacer nada por ella", Haruka murmuro.
"El tren avanza lento", replico Fiódor.
"¿Estas pensando arrojarla fuera del vagón?", incrédulo cuestiono el chiquillo.
"Es lo mejor... corre más peligro aquí", expreso Haruka. Negando con la cabeza y procurando no atraer la atención de nadie, poco a poco se fue acercando a la envuelta figura y una vez que quedo a su alcance, le descubrió el rostro.
Ella, sabiéndose descubierta, estuvo a punto de hablar, sin embargo él le indico que se callara. "Ven aquí", dijo y tomándola de la mano para que se reincorporara con cuidado, los cuatro trataron de que nadie más la viera.
"¿Qué esconden?", habiendo notado su sospechoso actuar, uno de aquellos hombres cuestiono.
"No es nada", dijo Haruka.
"No, esos algo esconden", alguien más grito, atrayendo la atención el resto.
Encontrándose frente a lo que podía convertirse en un motín y sin tiempo para pensar, con presura Nikolai abrió la pesada puerta.
"¿Qué esconden?", volvieron a cuestionar.
"Muy seguramente se trata de comida"
Sin tiempo para trazar un plan de escape, Haruka y Kirill tomaron a la rubia por la camisa y con fuerza la arrojaron fuera del vagón, provocando que la mujer se golpeara y rodara sobre el suelo.
"Regresa a casa. Es una orden", el coronel grito.
"¿Qué hicieron?", incrédulos por lo que acababan de atestiguar e imaginando que aquello no había terminado bien, horrorizados aquellos hombres gritaron, observando a través de las ventanas.
"¿Era una mujer?"
"No, era un chiquillo cuyo nombre no estaba en la lista", contesto Kirill.
Nikolai observo como la enfermera se reincorporaba, esperando que se encontrara bien. "Perdónanos, no podemos llevarte con nosotros"
Fiódor lo contemplo y negando con la cabeza, lo tomo por el uniforme y al igual que en el caso de la rubia, lo arrojo fuera del tren. "Vete, muchacho. La guerra para ustedes ya termino... regresen a casa... sean felices"
Mina y Nikolai, ambos heridos y con algún miembro fracturado, observaron como el tren seguía su camino, alejándolos de tan cruel destino.
Bien o mal, sus heridas en nada se comparaban con lo que hubieran podido vivir...
-Fin flashback-
"Es hora de los medicamentos", expreso la cirujano mientras pensaba que Kirill y los demás también debieron saltar.
(Casa de los Kremer. En el ático)
Tres noches, tres noches desde que se marcho el hombre que amaba.
Sobre la mesa del fondo la llama de una vela que amenazaba con extinguirse alumbraba débilmente y junto a ella, reposaba la fotografía del comandante que del diario recorto y la cual había estado contemplando durante un largo rato.
Un poco más allá y tumbada sobre la improvisada cama, estaba ella.
Entristecida, cansada, con fiebre y sin ningún animo, así había pasado los últimos dos días. Ni aun siquiera había tenido fuerza para probar bocado.
"Tengo mucho frió", murmuro aún y cuando su cuerpo estaba cubierto por el sudor.
Luego de cuando en cuando llegaba a ella el rumor de lo que afuera pasaba, llenándola de un profundo nerviosismo.
"Tengo mucho miedo. ¿Cuando es que él va a volver?", gimió aferrándose a la almohada.
(Lejos de ahí)
Ante la oscuridad que todo lo domino, Haruka sonrió un poco al recordar a la aguamarina.
"Si estuviera con ella, sería la hora de la cena. Luego podríamos tomar café y galletas", suspiro al tener que conformarse con el recuerdo de esos buenos días. "Luego podríamos ir a la cama sin preocupación alguna", dejando que unas cuantas lágrimas libre fluyeran, se llevo la mano al bolsillo de su camisa para tomar su pañuelo, descubriendo que en ese sitio poco seguro había guardado el trozo de papel con los datos que ella le entrego. "En cuanto llegue voy a escribirle, además es mi deber sobrevivir", guardándolo, sonrió con esperanza. "Espero y este bien y no tenga ningún problema", lejos de imaginar que había caído enferma, añadió a sus pensamientos.
"¿Sigues pensando en Mina?", cuestiono el tuerto Fiódor.
"No, ahora es otra cosa la que me preocupa"
"¿Otra cosa?... ¿O otra persona?", esperando que confesara que era aquello que lo afligía, cuestiono.
No dispuesto a ceder, Haruka negó con la cabeza y sonrió; "No, nada de eso"
(En el edificio)
Admitiendo que había tomado la decisión correcta, siendo que se ultimo momento hizo caso a su esposa y renuncio a la idea de ir con ellos, Dimitri la contemplaba.
"No sé que estaba pensando cuando dije que iría. Muy seguramente ella habría hecho lo mismo que Mina. Yo no hubiera podido vivir en paz sabiendo el peligro que corría", pensó y luego le acomodo el cabello que caía por su frente.
Ella en silencio lo agradecía. "A nosotros dos la guerra nos unió, por nada del mundo podía permitir que nos separara. Ahora espero y acabe pronto y todos los que se marcharon en el tren regresen con bien"
(Casa de los Kremer)
Y entonces la primera nevada de la temporada se hizo presente, transformando ese frío clima en uno más hostil, lo cual no es de extrañar. La ciudad estaba deshecha y el viento se arrastraba golpeando sin encontrar obstáculo que se lo impidiera.
La luz de la vela por fin se extinguió, dejando el ático en penumbra.
"Si el estuviera en casa, todo sería diferente. Ninguno de los dos tendría miedo", hambrienta, pero sin fuerza para moverse, gimió.
El viento rugía, golpeando con violencia los débiles cristales que quedaban y colándose dentro de aquella gélida habitación.
"Tengo que sobrevivir para ver su regreso", pensando que todo entre ellos ya había terminado y que él jamás regresaría a su lado, pero tratando de convencerse de que así sería, hizo un esfuerzo que fue más allá de sus capacidades, logrando salir de la cama.
Deseando un poco más de calor, pero sabiendo que le sería imposible encender la chimenea, no porque no pudiera sino porque no quería llamar la atención de nadie, además de que pasar la noche en alguna de las habitaciones no era la mejor opción, se dispuso a abandonar el ático con intenciones de ir al segundo piso y buscar otra manta.
Encendiendo otra vela, contemplo una de las conservas y sin detenerse a ver que era la abrió, devorando en su totalidad el amargo contenido.
"Odio las aceitunas", pensó, sin embargo en ese momento poco le importo, resultandole por primera vez deliciosas.
Cuidando sus pasos abandono el ático y fue que al pasar por el recibidor que algo llamo toda su atención, provocando en ella un violento escalofrío.
"No, no puede ser", pálida expreso mientras contemplaba lo que reposaba sobre la mesa del centro.
(En el tren)
Sin poder hacer nada más que aceptar lo que estaba pasando, Haruka recargo la cabeza contra la pared del vagón. Y es que con el constante movimiento y el ensordecedor ruido le resultaba imposible conciliar el sueño.
"¿Cómo estos hombres pueden dormir en estas condiciones?... no cabe duda, muy rápido me acostumbre a la vida hogareña", pensó envolviéndose en sus miembros en un intento por mantenerse caliente. "Si esta maldita guerra no hubiera comenzado, estaría en casa con mi esposa y mi hijo", pensó y llevando la mano al bolsillo de su pesado abrigo, un escalofrío sacudió sus de por si fríos miembros.
"No, no es posible", mascullo al mismo tiempo que se reincorporaba e inquieto llevaba las manos a sus demás bolsillos, luego busco en su bolso de cuero y el macuto. "¡Maldición!", gimió presa del horror. "Los he olvidado... no, muy seguramente los he perdido", expreso viendo como la noche se cernía sobre todos los campos, los cuales poco a poco comenzaban a tupirse con el blanco y gélido de la nieve. Tarde, muy tarde era para volver.
(En la ciudad)
Habiéndose olvidado de lo mal que se encontraba y del frió, sentada en el incomodo sillón la aguamarina lloraba sin consuelo, en primera por la ausencia de su amado, en segunda por lo que acababa de descubrir, imaginando como es que él debía sentirse.
"Muy seguramente el coronel ya debió darse cuenta de que olvido los lapices de colores y la fotografía de su hijo", ella expreso contemplando la sonrisa del pequeño Fiodór.
(En el tren)
Cubriéndose los labios en un intento por no delatar su llanto, en silencio Haruka maldecía.
"Soy un estúpido, era lo único que de mi hijo me quedaba y lo he perdido para siempre", apretando su puño gimió.
Notas de autor;
Kaiohmaru; Difícilmente ambos admitirán que se quieren. Ambos tienen poderosos motivos para no hacerlo, aunque son injustificados.
Michelle; Con esa impulsividad lo único que Mina logra es ponerse en peligro, pero al menos se dieron cuenta a tiempo.
Isavellcota; Cierto, no hay nadie que cuide de ella. Esta totalmente desamparada :(
Kyoky; Fue su ultima oportunidad de hablar con claridad y la dejaron pasar :(. Y a decir verdad lo siento más por Michi. Haruka sufre, pero más ella.
