CAPÍTULO XXVIII
PROFUNDO PESAR
(Vrostov. Hace cinco años)
Agitado, nervioso y con la camisa empapada a consecuencia de la ligera lluvia que caía, Haruka regresaba a la granja.
"¡Maldición!", se quejo al ver que la madrugada lo había sorprendido. "Misaki va a matarme", murmuro y luego negó con la cabeza, como tratando se deshacerse de aquellos pensamientos.
Viendo que estaba a pocos metros de su hogar, corrió lo más rápido que pudo he ingresando por la puerta de la cocina, contemplo a su esposa, quien se ocupaba de lavar los platos de la cena.
"¿Dónde esta?", cuestiono sin tiempo para tomar aliento.
"Duerme", de forma seca replico la mujer.
"Iré a verlo", el rubio expreso dirigiendo sus pasos hacia la habitación de su pequeño.
Misaki apretó el puño al mismo tiempo que se volvía para con él; "No, déjalo dormir"
Comprendiendo que su esposa estaba molesta y con justa razón, Haruka asintió, relajando sus tensos miembros. "Lamento mucho... "
"Nada ganas con hacerlo", replico mientras guardaba el pastel que había preparado para la ocasión, el cual su hijo ni siquiera probo.
"Misaki, sabes que no era mi intención retrasarme", comprendiendo que no tenía excusa, de forma inútil dijo en su defensa.
"¿Retrasarte?... es media noche, Haruka. Hace horas que paso la hora de la cena", molesta alzo la voz. Algo nada natural en ella.
"Lo sé, pero..."
"¿Dónde estabas?", fue la pregunta obligada.
"Tuve un problema, por eso no pude llegar a tiempo", desviando la mirada, susurro.
Poco convencida, su esposa siguió con lo suyo; "¿De verdad?"
Haruka asintió y caminando hacia ella, la envolvió en sus brazos; "¿Por qué habría de mentirte?"
"Quizás porque me ocultas algo", no pudiendo resistirse a él, le echo los brazos al cuello.
"Fui a la ciudad a cobrar el dinero de la ultima cosecha, luego hice un parada y bebí algo. No me di cuenta de que ya era tarde", a punto de besarla, se detuvo.
"¿Y eso te hizo olvidar el cumpleaños de tu hijo?, vaya escusa la tuya, mi amor. Además ese no es un problema, como quieres hacérmelo ver", contemplando como sus mejillas se empalidecían, frunció el entrecejo.
"No lo olvide, es solo que..."
"No digas nada más, a mí no me debes ninguna explicación. Se la debes a Fiódor", relajando sus expresiones sonrió. "Lo que de verdad importa es que estas en casa. Estaba muy preocupada. Pensé que algo te había ocurrido"
"Perdóname, te juro que no volverá a pasar. Ahora iré a darle las buenas noches"
"Hazlo, pero por favor no vayas a despertarlo"
Haruka no dijo nada más, dirigiendo sus pasos hacia la habitación que ocupaba el niño. Y a penas se encontró de pié ante la puerta, negó con la cabeza. "Soy un maldito imbécil, estuve a punto de...", avergonzado pensó. "No volverá a pasar, no volverá a pasar", dijo en voz baja.
Cambiando la afligida expresión de su rostro ingreso, contemplando a su pequeño, quien estaba profundamente dormido.
Haruka camino hacia la cama he inclinándose un poco sobre él, deposito un corto beso en su frente.
"¿Papá?", cansado preguntó.
"Perdóname, te juro que no volverá a pasar"
"Esta bien", contesto devolviendo el beso en su mejilla. "Quédate aquí, conmigo", abrazándolo pidió.
"Lo haré", dijo él recostándose a su lado y mientras le acomodaba el cabello que caía por su frente.
(Presente)
Y luego de tanto caminar, confundido Haruka observo en todas direcciones, descubriendo que a pocos pasos de él se encontraba su hogar.
Contemplado las flores que adornaban el jardín, sonrió ante el dulce aroma que de ellas se desprendía.
En ese punto nervioso volvió la mirada hacia su casa y dirigiendo sus veloces pasos hacia ella, ingreso por la puerta de la cocina, donde contemplo a su hijo, quien sentado a la mesa y concentrado en sus deberes esperaba a que los alimentos terminaran de cocinarse.
Sin poder creer lo que veía y siendo recorrido por un frío escalofrió, Haruka se quedo en silencio, como tratando de asimilar que era lo que pasaba.
Fiódor noto su presencia y volviéndose hacia él, emocionado sonrió; "Papá, que bueno que ya llegaste", dejando su asiento, camino hacia él, abrazándole por las piernas.
Incrédulo el rubio no supo como corresponder. "¿Qué ha pasado?, ¿Acaso me quede dormido y todo fue un mal sueño?", se cuestiono al verlo bien, al verlo sonreír con alegría, al verlo vivo.
"¿Estas bien?", confundido cuestiono su hijo.
"¿Y la guerra?", sin casi fuerza para sostenerse, fue la pregunta que formulo. "¿Y el tren?... ¿Dónde están los demás?"
"¿Qué guerra?, papá. ¿Bebiste?", riendo el niño cuestiono.
Ante su desconocimiento y sus palabras, el hombre rápidamente concluyó que todo lo que vivió a lo largo de esos cuatro años tan solo se trato de una pesadilla, muy seguramente producto del cansancio y el calor del medió día. Cosa que no era de extrañar, estaban en esa época del año en la que el clima llega a ser insoportable.
Sin poder contener su emoción, el rubio rompió a llorar de forma abierta, inclinándose a su altura para estrecharlo contra su pecho, luego beso sus mejillas. "No sabes cuanto te extrañe"
"Eso es es imposible, papá. Te fuiste esta mañana... ¿Por qué lloras?", cuestiono limpiándole el rostro.
"Porque estoy muy contento. Porque estas aquí, conmigo", replico volviendo a besarlo.
Fiódor rió un poco; "Jamás he llorado porque estoy contento"
Pensando en su esposa, Haruka observo en todas direcciones; "¿Dónde... dónde esta mamá?, ¿Salio?"
"Fue por manzanas para cocinar pastel", replico el chiquillo.
"Vamos a buscarla", deseado poder arreglar las cosas entre los dos, tomo la mano del niño y luego caminaron hacia la salida.
De pronto la puerta se abrió. Nervioso, pero contento Haruka espero a que la castaña ingresara y entonces, esa mujer lo hizo.
"Buenas tardes", saludo Michiru y caminando hacia él lo beso en los labios, entrelazando sus finos dedos en ese rubio cabello. "Que bueno que ya regresaste"
Ante esa imagen y su toque Haruka empalideció, apartándose de ella con rapidez... algo, algo no estaba bien.
El sol se coló por la ventana del vagón, sorprendiendo al rubio quien tumbado sobre el duro suelo de madera en algún momento de la madrugada termino siendo vencido por el cansancio.
Todo había sido producto de un sueño.
Reincorporándose un poco, apoyo la cabeza contra el muro. "Fue bueno mientras duro", pensó observando sus brazos, sintiendo como de ellos se escapaba el calor de su hijo.
"¿Estas bien?", cuestiono el tuerto Fiódor al verlo tan confundido.
"Lo estoy... es solo que...", llevándose la mano a la frente no pudo continuar. Estaba profundamente desorientado.
"A mí también me ha pasado muchas veces. Despertaste, estas en la realidad... pronto el tren se detendrá y podrás bajar para que tomes aire", ofreciéndole un poco de agua señalo.
"Gracias"
Y tal y como el tuerto hombre dijo sucedió. Luego de unos minutos por fin la maquina detuvo su andar para que aquellos hombres pudieran descender.
Haruka bajó con presura y corriendo hacia un árbol, se inclino un poco para liberar su revuelto estomago. "¡Maldición!. Jamás volveré a viajar en tren. Aunque eso signifique que tendré que volver a casa caminando"
(En la capital)
Dejando atrás su convalecencia, pero aún con dolor, Mina salio a la calle.
No, no estaba molesta con la decisión que Haruka y los demás tomaron porque por increíble que pareciera, comenzaba a resignarse a que su esposo, como ella lo llamaba, jamás regresaría.
Así pues y sin importarle que la nieve siguiera cayendo, continuó su camino.
(Cerca de ahí)
De pie ante el ventanal y con la mirada perdida, Nicolás observaba lo que quedaba de las construcciones del alrededor.
Su esposa, quien ya se encontraba mejor, contemplándolo en ese estado camino hacía él, luego coloco la mano sobre su hombro. "¿Nicolás?"
"¿Eh?", estremeciéndose ante su toque, bastante confundido se volvió hacia ella.
"¿Estas bien?, ¿Tienes fiebre?", colocando la mano en su frente, ella cuestionó.
"Si, no... No te preocupes", replico con los labios secos y las mejillas pálidas.
"¿Estas seguro?"
"Si, es sólo que..."
"¿Aún te duelen los dedos?", tomando con cuidado su mano, le revisó el vendaje.
"Si, eso es", replicó mientras que avergonzado bajaba la mirada.
Ella, entendiendo que era lo que ocurría, no insistiría y respetaría su silencio; "¿Me ayudas con el niño?", cuestiono en un intento por distraerlo y liberarlo de los pensamientos que acudían a torturarlo.
"Si, por supuesto", replico y tomando al chiquillo en sus brazos beso su mejilla. Luego se sentó con él en las rodillas.
"Papá, galletas", su pequeño pidió.
"Lo siento, no tengo", sin poder detener su llanto, impotente replicó.
Deteniéndose ante ese ya bien conocido edificio Mina respiro profundo, esperando que aquella familia de tres se encontrará bien, sobre todo la mujer, cuyo estado había sido el más crítico.
Sí, había vuelto para cumplir la promesa que al tanquista le hizo y la cual consistía en que dentro de lo posible se haría cargo de la convaleciente pelinegra.
Y luego de llamar lo primero que la rubia noto, fue que la puerta ya no amenazaba con caerse, y es que de forma muy rústica había sido reparada.
Luego de unos instantes alguien acudió a su llamado. Era la pelinegra quien en cuanto vio a la uniformada mujer, titubeó; "Bue... buenos días"
Descubriendo que sus mejillas estaban ligeramente coloreadas, Mina asintió un poco.
"Pase", Rei señaló a lo que la enfermera accedió.
Ingresando en el recibidor, la rubia contempló que ella y el castaño habían comenzado con la limpieza de su hogar. Algo que no era de extrañar, y es que muchos civiles estaban haciendo lo mismo, aunque no había materiales como para reconstruir.
"Sabía que no lo había soñado", Rei dijo.
"¿Perdón?", no habiendo entendido, la rubia cuestionó.
"Estaba tan mal, que pensé que todo se había tratado de un sueño", replico tocando sus manos. "¿Desea tomar un poco de café?"
"No es necesario, sólo vine a revisar sus heridas"
"Gracias a su ayuda estamos muy bien. Incluso mi esposo pensó que su presencia se había tratado de una alucinación. ¿De qué forma podemos pagarle?... soy una tonta, por favor siéntese"
"No estoy aquí para cobrar algo. Simplemente pase para ver como estaban"
Rei se mordió los labios; "Disculpe, pero las calles están casi vacías, ¿Dónde está la mayoría de ellos?, ¿Regresaron a su tierra?"
"La guerra que ustedes iniciaron continúa del otro lado del mundo. Muchos fueron llamados para ir y pelearla... incluidos los dos hombres que estaban aquí. Uno de ellos me pidió que viniera a atenderlos"
Recordando el terrible infierno que les hicieron pasar, Rei respiro aliviada, aunque difícilmente llegaría a olvidarlos.
(En casa de los Kremer)
Estremeciéndose ante la fría ventisca que se colaba a través de una cuarteadura, la aguamarina despertó.
"¡Dioses!", confundida dijo al darse cuenta de que en el sillón y con la fotografía en sus manos, había caído presa del cansancio. "Hace mucho frío", murmuro abrazándose a su cuerpo.
Luego de unos minutos se puso en pie y caminando hacía una de las ventanas, descubrió que seguía nevando.
"¿Dónde estará el coronel?, ¿Ya habrá llegado a su destino?. Espero y pronto escriba, de esa forma podre informarle que no tiene que preocuparse porque aquí dejo sus cosas". Observando hacia el jardín, contempló aquello que hasta el momento para ella había pasado desapercibido.
Y ese algo era un rosal, el cual hacía mucho tiempo y junto a uno de los caminos el rubio encontró y sembró en un casco.
"Va marchitase", Michiru pensó y saliendo, la rescató de las garras del invierno. Así que llevándola dentro la colocó sobre la mesa de la cocina; "¡Vaya!, es muy hermosa", acariciando sus pétalos, sonrió.
(En algún lugar del Norte)
Triste y sin ningún apetito, el rubio contemplaba a los demás.
"Hubiera preferido no despertar. Entonces podría estar al lado de mi hijo. Esa es la única forma en la que ahora puedo verlo", pensó al recordar su sueño y que olvido sus cosas.
"¿Te sientes bien?", cuestiono Kirill al ver sus pálidas mejillas.
"Si", Haruka replicó.
"Deberías ver al medico del tren", contesto Fiódor.
"Es verdad. Deberías reportar que no estas en condición de pelear", recomendó Kirill.
"Solo estoy cansado, además lo que me sucede difícilmente se cura con medicamentos"
Un poco mas allá, en silencio el general Volkov observaba a todos esos hombres.
"¿No hay mensaje?", cuestionó al encargado de las comunicaciones.
"Ninguno, señor"
"¡Maldición!", enfadado mascullo. "Escucha bien, si llega algún mensaje y sin importar la hora, debes informarme"
"Como usted ordene, señor"
(En casa de los Kremer)
Habiendo tomado el desayuno, el cual dadas las condiciones no fue abundante, Michiru se sentó sobre el improvisado lecho y flexionando las piernas hacia su pecho, en ellas apoyo el boceto en el que hacía días estaba trabajando.
"En cuanto sepa donde se encuentra el coronel, voy a enviarle el dibujo. En la carta le diré que me quedare con la fotografía hasta que él regrese. De esa forma si durante el viaje se pierde la correspondencia, aquí estará a salvo"
(En el tren. Esa noche)
Sin hacer ningún esfuerzo para dormir, Haruka yacía recostado sobre el duro suelo del vagón, recordando con amargura la noche en la que por estúpido se perdió la celebración de cumpleaños de su hijo.
"Si ese día no me hubiera detenido a beber, yo habría llegado a tiempo y las cosas con Misaki habrían estado bien. Entonces esa maldita mañana no hubiéramos estado enfadados. Sí, reconozco que yo tuve culpa de parte de nuestros problemas, pero también es cierto que ella debió escucharme", pensó y luego negó con la cabeza. "Ahora nada gano con lamentarlo, en nada cambia lo que sucedió"
Reincorporándose un poco, se acerco a la ventana para observar los nevados campos.
"La extraño más de lo que imagine y de lo que puedo permitirme", susurro pensando en la aguamarina. "Desde la otra madrugada no puedo dejar de pensar en la noche en que nos encontramos, y si, reconozco que todo este tiempo mi comportamiento fue el de un imbécil. A toda costa ella buscaba sobrevivir y yo estaba tan enfadado que lo único que hice fue aprovecharme de su situación y aceptar su trato... Ahora soy consciente de que entre lo que yo le hice y Yakov iba a hacer no hay mucha diferencia. Mi comportamiento es injustificable y ahora espero que pueda perdonarme, aunque claramente es un imposible... es algo que jamás podrá olvidar"
Fingiendo que dormía, Fiódor lo observaba. Y es que no importaba que tanto el coronel intentara ocultar que algo le pasaba, si su solo silencio hablaba por si solo.
"Quizás lo mejor para ambos es que yo me aleje. Porque pese a lo que por ella siento, no debo quererla, mucho menos amarla. Debo resignarme a que aunque fue mía, nunca lo fue del todo porque fue por la fuerza. Y si no me sincere con ella es porque soy un hombre que esta condenado a perder lo que más ama. Además merezco que me odie porque ella jamás podría amar al hombre que la humillo, al hombre que muy probablemente asesino a su hermano"
Notas de autor;
He ahí porque Haruka no se sincero con ella. No es que sea un hombre orgulloso, sino que sabe que después de todo no la merece, además de que sabía que en algún momento iba a perderla y en cierto modo para él resulta menos doloroso que no haya habido una relación más sentimental entre los dos.
Isavellcota; Ambos son conscientes de sus sentimientos, pero son cobardes. Haruka tiene razón al callarse, no porque vaya a perderla, pero es que luego de lo que le hizo, entiende que no tiene cara de hablar de cariño. En efecto, Haruka murmuraba el nombre de una mujer a la que no conocía, y lo hacía de forma inconsciente. Si no lo hizo cuando estaba con Michiru, es porque ella era esa mujer.
Kaiohmaru; Con ellos si se cumplió el dicho. Haruka la odiaba y Michiru le temía. Si se hubieran sincerado muy seguramente Haruka ya no hubiera ido a la guerra.
Michelle; No, ninguno de los dos hubiera podido sincerarse. Los dos tienen grandes motivos como para no ceder.
Kyoky; Ambos dadas las circunstancias pasan por un infierno, diferente dadas las condiciones, pero al final de cuentas un infierno. No sé quien esta en la peor condición.
