CAPÍTULO XXXII

CELEBRACIÓN

(Hace varios meses)

Poco a poco el atardecer comenzaba a caer, sin embargo en esas condiciones poco podían disfrutar de el, si desde la madrugada pasada se encontraban en combate.

"Desde aquí se pueden ver las montañas, una vez que las traspasemos habremos llegado a su frontera. Entonces nada podrán hacer para detenernos", riendo dijo el tuerto Fiódor.

"Se ven tan cerca, pero al mismo tiempo están tan lejos", replico Kirill volviendo a cargar su arma.

"Será mejor darnos prisa si es que queremos llegar cuanto antes... granada", Haruka grito y luego arrojo el artefacto hacia el otro lado.

"Estos hijos de perra no se rinden", mascullo el briago Yakov.

"¿De verdad pensaste que tan fácilmente nos dejarían seguir acercándonos?", bromeando replico el joven Aleksei.

"¡Demonios!", de pronto chillo la castaña al ser alcanzada por una bala.

"¿Dónde te dieron?", cuestiono su amado corriendo en su auxilio.

"En una pierna... ¡maldición!", gimió viendo como la negra y abundante sangre emanaba.

"No te muevas", recomendó la rubia enfermera mientras le aplicaba un improvisado vendaje. "¿Crees qué puedes seguir peleando?"

"Me han herido en una pierna, Mina. No en las manos ni en los brazos", contesto y volviendo a tomar a su inseparable Vasia, continuo disparando.

"Falta poco para que se rindan", Haruka expreso y entonces en medio de esa espesa capa de polvo y humo, al otro lado del camino pudo distinguir algo. "¿Es real?", se cuestiono ante el rojizo de lo que parecía ser una flor. "Si, es una rosa", emocionado pensó y entonces abandono la trinchera para aventurarse en medio de ese feroz fuego cruzado.

"¿Pero qué demonios haces, comandante?", cuestiono el tuerto hombre al verlo arrastrarse por sobre las piedras.

"Eres un tonto", grito Kirill tratando de sujetarlo por la bota.

"¿A dónde vas?", fue la pregunta obligada por parte de sus camaradas, sin embargo él no se detuvo ni tampoco respondió, perdiéndose de la vista de todos ellos.

"¿Dónde esta?", agitada cuestiono la enfermera.

"¿Lo habrán herido?"

Por su parte y avanzando un poco más, el rubio llegó a ese punto y agachando la cabeza lo más que pudo para que ninguna bala lo alcanzara, con sus desnudas manos comenzó a revolver la seca tierra para desenterrarla, y una vez que lo hizo se quito el pesado casco para ahí sembrarla.

"Hacía ya varios años que no contemplaba una rosa... quizás es la ultima que queda en el mundo", satisfecho expreso, olvidándose por un instante de lo que a su alrededor pasaba.


(Presente. Mañana siguiente)

Y entonces se llegó esa fecha tan especial, la cual sería acompañada por el blanco de la nieve.

"Hoy es noche buena y mañana navidad... que triste que la guerra no haya terminado antes... pero al menos él esta bien", pensó Michiru al ver a su amado abandonar el lugar. Luego se sentó detrás del escritorio del señor Kremer para terminar el dibujo que hacía tiempo había comenzado y el cual le entregaría durante la cena.

Por su parte Haruka iba de camino al edificio donde el resto de sus compañeros estaba, ¿El motivo?, recoger las raciones que le correspondían.

"Buenos días, coronel", bastante sonriente dijo Fíodor Matveyev desde detrás de su escritorio.

"Buenos días", replico lejos de saber que él ya conocía su secreto.

"En mucho tiempo esta será nuestra primera navidad en paz y que mejor para celebrar, que los buenos alimentos que nos han enviado"

"¿Qué tienes para mí?", cuestiono el rubio.

De las cajas el hombre comenzó a sacar y a colocar sobre la mesa los valiosos enlatados; "Aceitunas, sardinas, galletas, refrescos... leche en polvo... cigarros y vodka"

"¡Vaya, ahora si que se lucieron!", contesto mientras los iba guardando dentro de su macuto.

"Espero y para año nuevo nos vuelvan a consentir así"

"Yo también, aunque sería mejor si fuera comida real"

El regordete sujeto sonrió de forma juguetona; "¿Sabes, coronel?, tengo algo que podría interesarte"

"¿Ah, si?, ¿De qué se trata?", no tomándole mucha importancia, el rubio cuestiono.

El tuerto hombre sonrío una vez más y con un ligero ademan le indico que viera lo que ocultaba dentro de una de las cajas.

"¿Son reales?", fue la pregunta obligada. Y es que sin duda logro despertar todo su interés.

"Y de muy buena calidad". Haciendo un ademan para que se acercara un poco más, le hablo al oído; "Te aseguro que si los utilizas de forma inteligente, pasaras un muy buen tiempo", guiñándole el ojo y siendo conocedor por experiencia propia, Fiódor rió un poco.

Entendiendo que no le sería nada barato adquirir esos dos productos, Haruka hizo la segunda pregunta obligada; "Sabes que el dinero ahora no vale, así que ¿Qué pides a cambio?"

"Muy sencillo, coronel. Los cigarrillos y el alcohol"

"Trato hecho", sin dudar el rubio replico y luego con rapidez tomo los tres paquetes que el hombre coloco sobre la mesa.

"Supongo que hoy y mañana estarás muy ocupado y no vendrás a celebrar con nosotros, ¿Verdad?"

"Supones bien", Haruka dijo y luego rió.

Fue así que muy emocionado con lo que logro conseguir, regreso al edificio.

Y apenas ingreso en el recibidor, se encontró con la aguamarina de pie en una de las sillas del comedor principal.

"¿Qué haces, mujer?"

"Sin nieve y decoración no puede ser navidad. Así que buscando un poco en el sótano, encontré estos adornos... nos falta un árbol, pero creo que así es suficiente", colocando una guirnalda en uno de los muros, sonrió.

"Esta perfecto", expreso satisfecho.

"Para la cena cocinare guisantes y la lata de jamón... si tuviéramos aceitunas, la cena estaría completa"

"Ven aquí", él dijo y luego coloco el macuto sobre el mesa. "Fui a recoger las raciones para la celebración y me han dado esto"

"¿Refrescos?", cuestiono sorprendida. "Hacía mucho que no veía uno"

"Así es, no tenemos alcohol para brindar, pero si gaseosas", contento porque consideraba que había hecho un magnifico trato con Fiódor, hizo a un lado el resto de las cosas para que ella no contemplara lo que ahí guardaba para más tarde. "Mira lo que hay aquí", tomando uno de los frascos se lo entrego.

Abriéndolo para aspirar su aroma, Michiru se emociono aún más; "Son aceitunas"

"Así es, podría decirse que tendrás una cena de navidad casi completa"

"Será un magnifico banquete", satisfecha señalo.

"No tengo ninguna duda", él concluyo y tomando el resto de sus pertenencias se dirigió al segundo piso...

Fue así que hacía las nueve de la noche que todo estuvo listo para su festejo privado.

El aroma de los alimentos en combinación con el de la nieve, sin duda harían de la velada una noche inolvidable.

"Veo que lograste preparar un magnifico platillo", el rubio reconoció ante la deliciosa presentación de los alimentos.

"Espero y sea de su agrado", pensando que luego de la cena él se iría a celebrar con sus compañeros, triste bajo un poco la mirada.

"Eso tenlo por seguro", abriendo los refrescos, se llevo el suyo a los labios. "Delicioso"

Por su parte Michiru se sirvió un poco de las aceitunas en conserva, siendo que hasta hacía poco las odiaba. Cosa extraña y es que con el café le sucedía todo lo contrario.

"¿Sabes?, estando en el frente en noches de celebración como esta se hacía una tregua. Las armas se guardaban y no volvían a ser disparadas hasta que pasaran... aún así en todos estos años esta es mi primer navidad en paz", sirviendo su plato expreso.

"Para nosotros tampoco era fácil. Sé que no se compara con estar en el frente, pero en el ultimo año los alimentos comenzaron a escasear y conforme ustedes iban avanzando, el miedo comenzó a apoderarse de todos al punto de que muchos comenzaron a abandonar la ciudad", dijo y luego llevo un bocado a sus labios, un bocado que bien podía ser comparado con un pedazo de gloria.

"Por hoy y mañana tendremos un banquete, así que deja las preocupaciones a un lado y concéntrate en disfrutar esta noche", Haruka contesto llevado un trozo de aquella carne a su boca. "¡Vaya!. Hacía mucho que no comía jamón, tanto que había olvidado que tan delicioso es"

"Me alegra mucho que le guste", recordando que él le prometió que regresaría y juntos lo comerían, suspiro. "Coronel, lo había olvidado por completo. Aquí esta su medalla", agrego colocandola a su alcance.

"Es cierto. Yo también me había olvidado de ella, pero dime ¿Te gusta?", pregunto.

"Si, es muy bonita", fue su respuesta.

"Entonces te la obsequio", replico y luego centro su atención en los alimentos.

"No, no puedo aceptarla", ruborizada la aguamarina expreso mientras que ligeramente negaba con la cabeza.

"Si puedes"

"Pero a..."

"Recuerda que parte de nuestro trato es no cuestionarme ni contradecirme, así que es una orden que la aceptes", lejos de sonar molesto como cuando se lo hizo saber, señalo.

"Es cierto... muchas gracias", sus labios dijeron. "Sin duda él me mintió cuando me prometió que regresaría... Si en estos momentos esta conmigo es solo porque el tren lo devolvió a este sitio... ¿Pero qué cosas estoy pensando?, es obvio que mil veces habría preferido regresar con su familia antes que volver por su medalla"

Lejos de imaginar lo que la mujer estaba pensando, Haruka volvió a beber. Y fue en ese silencio que ambos continuaron disfrutando de la cena hasta que llegó la hora del postre, el cual consistió en un par de galletas y un poco de mantequilla.

"Coronel, ¿Puedo hacerle una pegunta?"

"Habla, ya estas preguntando", él replico.

"Disculpe que lo moleste con tonterías, pero podría decirme como es que esa rosa termino sembrada en un casco", dijo y luego señalo hacia el rincón, donde la tenía para protegerla del gélido clima.

"También me había olvidado de ella... que bueno que no la dejase a la intemperie" sonriendo dijo. "Fue hace como un año... en medio de una batalla cerca de la frontera la encontré junto al camino... así que abandone la seguridad de mi trinchera para poder tomarla. Y lo hice porque en todo ese tiempo no contemple una rosa, así que pensé que era la ultima que quedaba. Al no tener donde plantarla lo hice en el casco, de esa forma me sería fácil transportarla y protegerla. Ya luego habrá tiempo de sembrarla en un lugar más adecuado"

"¡Vaya!"

"Es extraño", Haruka dijo y luego se quedo pensativo, recordando mucho de lo que en combate vivió.

"¿Eh?"

"Yo pensé que era mi imaginación, pero luego descubrí que se trataba de una percepción colectiva. Y es que en la guerra no hay colores... todo pasa frete a tus ojos con un tono grisáceo a excepción del rojo de la sangre... así que cuando contemple el carmín de sus pétalos no pude evitar emocionarme... incluso en medio de ese infierno los sonidos de la naturaleza dejan de existir..."

Atenta Michiru iba escuchando, hasta que de forma abrupta él mismo cambio el tema de conversación.

"¿Sabes?, tengo un regalo para ti", dijo y poniéndose de pie camino hacia el otro lado de la habitación, luego del mueble tomo su macuto.

Ante esas inesperadas palabras la aguamarina se sorprendió. "¿Un regalo?, ¿Para mí?"

"Por supuesto, es navidad y es la costumbre... Aquí tienes", volviendo a tomar asiento frente a ella le entrego los paquetes que con Fiódor Matveyev intercambio. Paquetes que por supuesto carecían de toda formalidad y presentación, y es que los envolvió en un trozo de papel que hasta hacía poco había sido un mapa.

"Muchas gracias", ruborizada contesto mientras los abría. "¡Vaya!", emocionada añadió.

"Espero y te gusten... recuerdo que hace mucho tiempo me dijiste que te gustaría tener uno"

"Si y mucho", tomando las dos barras de jabón y la tablilla de chocolate, las llevo a nariz para disfrutar de su fresco aroma. "Jamás me lo imagine", agrego y luego abrió el dulce bocadillo para compartir con él.

"Guárdala para ti", él fue gentil al rechazarla.

Y aunque en otras circunstancias esas son cosas que pueden llegar a ser superfluas, en ese momento para ella significaron un todo.

Esperando que no se molestara por lo que estuvo haciendo, la aguamarina se mordió los labios; "Yo también tengo un regalo para usted"

"¿Si?"

Apenada Michiru camino hacia el estudio y tomando del cajón lo que más temprano había guardado, regreso al comedor. "Disculpe mi atrevimiento, pero es que viendo que la fotografía de su hijo estaba rota, me permití hacer este dibujo de él... habría preferido hacer una pintura, pero olvide mis acuarelas"

Haruka lo tomo, sonriendo ante la preciosa imagen de su pequeño. "Muchas gracias... no te equivocaste en su color de cabello"

"Iba a enviárselo en mi primera carta he iba a conservar la fotografía hasta que usted volviera, de esa forma evitaría que siguiera maltratándose, o que llegara a perderse con el correo"

"Bien pensado"

"Solo espero y su hijo no se moleste cuando descubra que estuve utilizando sus lapices de colores"

Ante esas palabras Haruka sonrió débilmente. "No lo lamentes, mujer. Él no se molestara"

Aliviada porque su reacción no fue la que esperaba, sonrió con confianza.

Y aunque ambos sonreían y conversaban de forma animosa, en silencio luchaban contra sus sentimientos.

"Sé que esta mal, pero aún así nada gano con pretender engañarme. Lo amo y también lo deseo... ¿Qué puedo o qué debo hacer?", pensó Michiru.

"¡Maldición!... dije que no volvería a hacerlo y sin embargo no niego que me gustaría mucho dormir con ella", sin tampoco poder tolerarlo Haruka se debatía. "Una vez más... si, solo una y entonces me olvidare de lo que sucedió"

"Espero y ella me perdone", pensando en esa desconocida mujer que sabía y era su esposa, la aguamarina se puso de pie con intenciones de avanzar hacia él, sin embargo él se le adelanto, quedando frente a ella.

Sin decir nada Michiru entrelazo sus dedos en su rubio cabello mientras que con presura él hacía a un lado los cubiertos, luego la empujo sobre la mesa.

"¡Ah!", ella se quejo apenas lo tuvo dentro. Acto seguido le echo los brazos al cuello.

Haruka deslizo sus manos por entre sus suaves piernas, luego se detuvo ante lo estorboso que le resultaron las ropas. "Te prefiero completamente desnuda, vamos a la habitación", murmuro a su oído y luego la tomo en sus brazos para llevarla escaleras arriba.

Ingresando la dejo sobre el lecho para terminar de desnudarla, descubriendo que durante su ausencia había perdido un poco de peso, sin embargo eso no significo que la encontrara menos atractiva.

Así que haciendo a un lado cualquier pensamiento que lo pudiera distraer, se concentro en recorrer todo su cuerpo.

"¡Dioses!", ella siseo ante el lascivo toque de sus labios en su encendida intimidad.

Haciendo una pausa Haruka termino de desnudarse, luego se inclino sobre ella para besarla. "¿Me extrañaste?", cuestiono y luego la embistió un poco.

Mordiéndose los labios para no gemir de forma abierta, ella cerró los ojos y asintió.

"¿Mucho?", no conforme con su respuesta, volvió a hacerlo.

"¡Ah!, s... si", agitada replico mientras lo envolvía en sus brazos.

Ante esa imagen Haruka sonrió, tomándola por las muñecas; "¿Sabes?... Yo también te extrañe", dijo mientras comenzaba a poseerla.

¿Qué si esa sería su ultima vez juntos?, ellos bien sabían que no sería así. Porque de esa forma era la única en la que podían expresar parte de lo que sentían.


Notas de autor;

EverlastingMyLove; Exacto, se perdería toda la confianza que alguna vez se le tuvo, no por la relación en si, pero en cuanto que se comporto de esa forma y a saber que otras cosas igual de perversas no hizo. Sin embargo así es la guerra, pero aún así hay cosas que no se justifican.

Kaiohmaru; Cierto, ellos no siempre fueron malos, pero tampoco se puede fiar de ellos. Si, pobre tipo, aprendió a la mala que no puede gritarle a Michi xd.

Michelle; Del odio al amor hay un paso, y ellos lo dieron con sus respectivos tropezones. Son unos cobardes.

isavellcota; En ese entonces el trueque se convierto en una especie de método para sobrevivir. Y aunque ya han pasado muchos años de esa guerra, aún en los libros se habla y se juzgan esas cuestiones, pero ese será tema para más adelante. Jajaja, sin duda ese hombre ensucio todo su uniforme.

Kyoky; Son las circunstancias las que han mantenido a Haruka así de controlado, aunque si tiene historia. Así es, ahora Michi tiene que aguantarse que hablen de ella. Ya veremos como le va en ese aspecto.