CAPÍTULO XXXVII
MALAS DECISIONES
(Hace cuatro años. En algún lugar del Sur)
Cubierto con su propia sangre y ahogado en un agónico dolor, el castaño Nicolás aferraba su mano a la sucia sabana de la camilla en la que era transportado.
"Agggr", grito con las pocas fuerzas que le quedaban y mientras todo a su alrededor comenzaba a tornarse nebuloso.
"Pónganlo sobre la mesa... ¿Qué le ha pasado?", cuestiono el medico a cargo. Tomando las tijeras, comenzó a cortarle el rasgado y sucio uniforme.
"Una granada defectuosa le estalló en la mano", nervioso ante el rojizo de la abundante sangre, Heinrich, su comandante replico.
"Necesito anestesia", ordeno otro de los cirujanos.
"Me duele mucho, por favor haga algo para que se detenga", a punto de perder la conciencia, Nicolás grito.
"Tienes que tranquilizarte para que pueda ayudarte... Por favor, que alguien lo sostenga con fuerza", aplicándole lo que había pedido para llevar a acabo la operación, el cirujano pidió.
"Este hombre ha perdido mucha sangre, si la hemorragia continua entrara en shock y lo habremos perdido", vertiendo alcohol en la sanguinolenta herida, alguien mas añadió.
"¡Maldición!", sin que el medicamento lo hubiera ayudado, Nicolás se sacudió con violencia, provocándose un dolor aún mas terrible.
"No hay tiempo para que el anestésico surta efecto, hay que operar de inmediato"
Ante sus palabras el castaño se reincorporó un poco, tomando al sujeto por la sucia bata. "Mateme, por favor", balbuceo.
"No digas estupideces, vas a estar bien... gasas"
"¿Qué no me escucho?, le estoy pidiendo que me mate", al borde del colapso volvió a susurrar.
"Sabes que no puedo hacer eso, va en contra de mi ética profesional y los preceptos de la medicina", el jefe de los médicos contestó.
"Entonces déjeme morir, se lo suplico", el castaño gimió y acto seguido perdió el conocimiento.
"¿Cree que va a sobrevivir?", cuestionó Heinrich.
"Eso espero, aunque si lo hace tendrá que irse a casa... Es imposible que yo pueda salvarle el brazo", el cirujano contesto.
(Presente. Dos días después)
Sentados a la mesa, el rubio y la aguamarina tomaban los primeros alimentos del día.
"Recuerda que hoy por la tarde vendrá la cirujano Mizuno a verte, me dijo que va a traerte algunas cosas. Además espero que hoy también haya buenas raciones", el coronel dijo y luego bebió un poco de café.
Michiru asintió contenta, y es que las de la noche anterior además de ser variadas, habían sido de buena calidad.
"¿Hay algo qué necesites?"
"Estoy bien, coronel", ruborizada contesto.
"De acuerdo. Es hora de irme", poniéndose de pie, Haruka camino hacia el perchero para tomar el gorro y colocarse el pesado abrigo.
"Hoy hace mas frío que ayer", ella señalo.
"Es cierto, sin duda se aproxima una nueva nevada", él contesto y dirigiendo sus pasos hacía ella, deposito un corto beso en sus labios. "Cuídate y si decides salir no olvides mis recomendaciones"
"Gracias, coronel", sintiendo como sus mejillas hervían de pena, desvío un poco el rostro para que no notara el tono rojizo que se apodero de ella.
"Hasta luego", dedicándole una última sonrisa, abandono el lugar.
Pensativa a causa de su comportamiento, la aguamarina sonrió. "Desdé hace varías noches duerme y despierta a mi lado. Aunque me odia, supongo que tiene miedo de que decida marcharme, llevándome a su bebé", murmuró he ingresando en el incomodo sótano que en un principió ocupo y donde mas de una vez él la tomo, reviso sus pocas pertenecías para buscar las fotografías que de casa llevo consigo y entre las cuales estaba la del rubio que del diario corto.
Sentándose sobre la improvisada cama, sonrió ante la imagen del viejo Heinre, su padre.
"Él deseaba mucho un nieto, si viviera ¿Qué pensaría de que voy a ser madre?, supongo que estaría muy contento", dijo, pero entonces esa sonrisa se desdibujó al contemplar la fotografía de Gunther. "Sin duda él me odiaría por haberme entregado a ese hombre, sin embargo no me importaría que llegará a opinar. Después de todo es mi hijo y no tiene ninguna culpa"
Mientras tanto un también muy pensativo Haruka avanzaba por aquellas calles.
"No puedo negar que tengo miedo. No solo la amo, sino que ahora voy a tener un hijo con ella, con quien se supone y debería ser mi enemiga... ¡Dioses!, luego de todo lo que hice ¿Merezco que me este pasando lo mas bueno del mundo?, ¿Merezco dar vida?", se cuestionó y luego sonrió, aunque esa mueca no duro mucho y dio paso a una totalmente diferente. "Aunque ella ríe no sé si esa felicidad que demuestra es genuina... después de todo muy en el fondo para ella no debe ser fácil estar esperando al hijo de un maldito, un hijo que fue concebido de esa forma", recordando que estuvo a punto de herirla la noche que se conocieron, su corazón se agitó.
"Estacionate un poco mas cerca", Fiódor expreso mientras le hacía señas al sujeto que manejaba el pesado camión, lo que hizo que el rubio se distrajera.
"¿Qué pasa?", fue la pregunta obligada.
"Envió directo desde la capital para la cirujano", expreso el tuerto hombre.
Saliendo del edificio y colocándose el estetoscopio al rededor del cuello para no perderlo, Mizuno acudió a recibirlo.
"Ya era hora", subiendo a la parte trasera del mismo, abrió una de las cajas para corroborar que el contenido fuera el indicado.
"¿Esta completo?", cuestiono el coronel.
"Así parece. Han llegado batas quirúrgicas, instrumental, medicamentos y preservativos que espero y frenen la propagación de enfermedades"
"Necesito su firma de recibido", expreso el conductor a lo que el rubio y la peliazul accedieron.
"Más tarde podre pasar a verla", murmuro la capitana para que nadie salvo Haruka la escuchara.
"De acuerdo"
(Del otro lado de o ciudad)
Y entonces el gélido viento comenzó a arrastrarse, golpeando con fuerza como anunciando que de un momento a otro de nueva cuenta comenzaría a nevar.
"¡Demonios!", cansado, por tercera vez chillo el castaño Nicolás.
"¿Ocurre algo?", cuestiono su esposa, la bella Rei.
"Me ocurre todo", molesto señalo mientras que con su mano sana trataba de palear.
Observándolo con burla y conociendo su limitación, el soldado del Sur que se lo ordeno negó con la cabeza. "¡Ey tú!, lamento decirte que esos escombros deben limpiarse hoy, así que más te vale que te des prisa. No todos tenemos tu tiempo"
"¡Maldito!", el castaño mascullo, aunque no fue lo suficientemente cuidadoso como para que él no lo escuchara.
Furioso, el mal encarado soldado camino hacia él; "¿Qué has dicho?"
"No ha dicho nada, señor", temiendo que lo castigara, su esposa intervino.
"Tú no te metas", el oficial contestó apartándola de su camino. "El problema es entre este imbécil y yo"
"No digas nada, Rei", ordeno Nicolás, fijando su encendida mirada en la del hombre.
"Según me dijeron perdiste el brazo mientras estabas peleando en el Sur, ¿No?", exhalando el humo del cigarrillo, torció los labios.
El castaño asintió sin deseos de recordar lo sucedido.
"Dime, ¿Estuviste en la ciudad de Kazarev?"
"No"
"Pues que bueno, porque yo soy originario de ese lugar. Aún así supongo que lo que te sucedió lo tenías bien merecido, ¿No?". Cambiando la burlona expresión de su rostro, el soldado prosiguió con enojó, llevándolo a tomarlo del abrigo; "¿De cuantas mujeres abusaste?, ¿Cuantos niños y hombres murieron por tu culpa?, ¿Cuantas aldeas y ciudades incendiaste?"
Esas palabras y el violento agarre provocaron que con impotencia Nicolás apretara el puño y la mandíbula. Y fue ante esa reacción que el soldado rió un poco.
"Lo sabia. En ese entonces te sentías invencible, pero ahora no eres mas que un maldito inútil, un despojó de hombre"
En otras circunstancias el castaño habría respondido, sin embargo se contuvo o de lo contrario quién terminaría pagando sería su esposa.
"Dime como es que ocurrió, ¿Uno de los nuestros te disparo?", el sujeto continuó molestándolo.
Nicolás guardó silencio, sin embargo su frente pronto se perlo con un frío sudor, cosa que no paso desapercibida para nadie.
"Vuelve a trabajar, maldito inútil", el oficial le ordeno y luego le dio la espalda.
"Como me gustaría olvidar todo aquello, sin embargo no puedo. Hubiera preferido morir que verme obligado a recordar ese maldito día", pensó, dejando que el llanto lo embargara.
"¿Estas bien?", cuestiono su esposa mientras que de forma cariñosa apoyaba su mano en su hombro.
Y fue ante su noble gesto que con molestia él frunció el entrecejo, escapando a ella de forma poco amable; "Hazme el favor de no volver a tocarme", chillo y dándole la espalda, se fue a trabajar al otro lado del camino, dejando a su mujer con mil dudas.
(Casa de los Kremer)
Habiendo terminado sus quehaceres, la aguamarina revolvió los cajones de la señora Kremer en busca de algo con que entretenerse. Fue así que sentándose frente a la chimenea, se concentro en su labor.
"En invierno mi madre solía tejer bufandas para nosotros, así que yo voy a tejerle una al coronel. Solo espero terminarla antes de que nevé"
De pronto alguien llamo a su puerta, a lo que de inmediato acudió a abrir.
"Buenas tardes", saludo la capitana Mizuno.
"Buenas tardes, por favor pase y siéntese. En un momento le traeré café"
"Gracias, pero no es necesario. Mejor dime, ¿Cómo has estado?", cuestiono la peliazul.
"Mucho mejor que antes. Ya no estoy tan cansada ni con náuseas como al inicio", replico la aguamarina tomando asiento frente a ella.
"Conforme las semanas avancen muchos malestares desaparecerán, luego vendrán otros, pero no tienes de que preocuparte. Es totalmente normal. Ahora revisare tu presión"
"De acuerdo", desnudando su brazo la joven se relajó.
Haciendo uso de su instrumental, la medico asintió satisfecha; "Esta normal, pero aún y cuando te sientas bien será mejor que no te extralimites. Necesitas un poco de hierro, sin embargo no puedo venir a diario para administrártelo, así que te dejaré estas píldoras. No olvides tomar una tableta cada tercer día"
"Muchas gracias"
"No hay de que. Ahora con tu permiso, debo volver al hospital... calculo que volveré a venir en un par de semanas, pero si necesitas atención el coronel sabe en donde encontrarme", expreso y abandonando el edificio, del pálido rostro se limpio las lágrimas que durante su visita contuvo. "¡Ah!, mi bebé", pensó mientras se iba alejando.
(Esa tarde)
"¿Qué tienes para nosotros el día de hoy?", cuestiono el rubio.
"Ha llegado cereal, leche y carne seca. Además la cirujano me ha pedido que les entregué esto", Fiódor dijo y luego junto a las raciones que le correspondían colocó un par paquetes, acto seguido de forma juguetona le guiño el ojo. "Ve y diviértete"
"¿Qué es?... ¡oh si!, ya se que son", tomándolos y viendo que se trataban de preservativos, Haruka sonrió un poco. "Llegan tarde", pensó guardándolos junto a sus otras cosas.
"Si necesitas más ve a donde la cirujano, últimamente ha diagnosticado muchas enfermedades desagradables"
"Lo haré", expreso y luego de forma presurosa dirigió sus pasos a casa.
(Del otro lado)
Aún molesto por lo sucedido durante la jornada, inquieto Nicolás caminaba de un lado a otro.
"¿Qué es lo que te ocurre?", deseando respuestas, cuestiono su mujer.
"Que ya estoy harto de todo esto. Esos malditos nos tratan como si fuéramos sus esclavos. ¿Qué no nos han hecho pagar lo suficiente?, ¿Cuándo es que se van a largar?", grito y luego con el puño golpeo la mesa, provocando que su hijo rompiera en llanto. "Si, merezco que me haya pasado esto"
Tomando al pequeño en sus brazos, Rei negó con la cabeza. "Por favor no vuelvas a decir eso. Bien sabes que nada de lo ocurrido fue tu culpa"
"No, no puedo callarme. Soy un maldito cobarde y un inútil. Mi obligación es protegerte a ti y a mi hijo y sin embargo desde que volví no he podido hacerlo... es por eso que creo... creo que es mejor que tú sigas por tu cuenta. No quiero que continúes cargando conmigo"
Ante esas palabras, la pelinegra se empalideció. "¿Qué has dicho?"
Llenó de impotencia, Nicolás se volvió hacia ella; "Lamento haberte gritado, pero creo que es lo mejor... solo soy un maldito estorbó y me avergüenza que me vean a tu lado. ¿A ti no?"
"No, no creo que tu decisión tenga que ver con que lo que te paso, mas bien tiene que ver con lo que me paso a mi, ¿Verdad?... Estas molesto porque esos dos..."
Recordando los malos momentos que ese par de sujetos les hicieron pasar, Nicolás negó con la cabeza; "No, por supuesto que no. Lo que te sucedió no fue tu culpa"
"Entonces, ¿A qué se debe tu decisión?"
"A que consideró que necesitas un hombre, uno de verdad que sepa cuidar de ti. Yo solo soy un maldito despojo... mírame, ni siquiera puedo cargar a mi hijo, ya no puedo abrazarte como antes. ¿Cómo se supone que he de ser un pilar para ti?", expreso y encaminándose hacia salida, con violencia cerró la puerta detrás de él.
Sin poder creerlo, la mujer se quedo sin aliento.
"¡Dios mio!, Nicolás. Desdé que volviste no eres el mismo, ¿Qué fue lo que te ocurrió ahí?, ¿Qué hiciste como para que estés tan atormentado?"
(En casa de los Kremer)
Encendiendo el fuego de la chimenea, Haruka contemplaba las rojizas y danzantes flamas que de ella emanaban, recordando con esa imagen el fuego que todo lo devoraba.
"Debo sobreponerme a todo aquello", pensó cerrando los ojos, como tratando de olvidar ese maldito infierno.
"Que bueno que aún no ha comenzado a nevar", expreso la aguamarina, distrayendo.
"Aún falta mucho para que llegué la primavera", el contesto mientras ponía un poco de leña. "¿Así esta bien?"
"Si, pero como le decía, me dará tiempo", ella contesto sentándose en uno de los cómodos sillones para continuar su labor.
"¿Qué haces?"
"Le estoy tejiendo una bufanda"
"¿A mi?"
"Por supuesto, hace mucho frío y espero terminarla antes de la tormenta. Así estará mejor abrigado"
"Gracias", ruborizado el rubio exclamo.
"No tiene que agradecerme, usted ha hecho mucho por mi y ahora por mi bebé"
Ante esas palabras sus mejillas se encendieron aún mas; "Ah, yo... también es mi bebé y... ¿Sabes?... yo estaba pensando que..."
"La guerra... la guerra ya termino", por la calle y a fuertes gritos un oficial expreso, interrumpiendo al titubeante coronel.
"¿Qué ha dicho?", corriendo hacia la ventana para ver de que se trataba, el rubio y la aguamarina fueron testigos del alboroto que en las calles comenzaba a formarse.
"La guerra ya termino, el emperador finalmente se ha rendido", el oficial continuo gritando para que todos escucharan la buena nueva.
Notas de autor;
Kaiohnaru; Si antes Haruka no dejaba que nadie la molestara, ahora menos. Nos damos cuenta de que él nunca fue malo, algo que Amy sabe y es que pasar cuatro años juntos le ha permitido conocerlo incluso mejor que Michiru (ella solo lo conoce en la intimidad, Amy sabe sus pesares).
Michelle; Esta Michiru es diferente a la de la otra historia. No podemos comparar lo que le sucedió en su otra vida con lo que le esta pasando ahora (Considero que Saburro fue mas brutal). En ese entonces se resigno a perder y se volvió una pesimista, ahora ve con alegría y entusiasmo sea cual sea el futuro que le espera a ella y a su bebé.
isavellcota; Sin Haruka (admitamos que hubo momentos en los que fue un completo imbécil y lo odiamos), la vida de Michi se habría convertido en un verdadero infierno (Nada mas hay que recordar a Yakov y multipliquemos un poco), así que podríamos decir que la habría pasado mil veces peor que en el fic anterior. No defendamos a Haruka, pero hay que reconocer que con ella fue consciente. Y si se preocupa por ella es porque la quiere y sabe que ese bebé es suyo porque como bien dices, otros se habrían desaparecido luego de herirla (recordemos las veces que casi la atrapan).
Kyoky; Muy cierto, Haruka como buen granjero y papá pollo que es presume y se precupa por sus pollitos XD. Que bueno que Fiódor no tuvo gemelo, sino Haru diria "llevese dos por el precio de uno" XD. Si, poco a poco Michi ira conociendo mas gente.
