CAPÍTULO LII
DESCONCIERTO
(Hace dos años)
Terriblemente perturbado, el rubio Haruka revisaba los mapas que sin orden permanecían sobre su improvisado escritorio. Y es que hacía dos días y con pocos instantes para reaccionar logró percatarse de la trampa que el enemigo les había tendido, lo que permitió salvar muchas vidas.
"¡Demonios!", expresó el rubio y luego se llevó ambas manos a la cabeza.
Del otro lado del escritorio, Kirill trataba de no imaginar el cruel destino que les habían deparado. "No cabe duda que peor que morir, es caer hecho prisionero"
"Por fortuna logramos rodearlos y tomarlos por sorpresa. No se lo esperaban", el aún comandante, replicó.
"Todos están muy nerviosos y a la espera de nuevas órdenes"
"La orden es que por nada del mundo deben bajar la guardia. Al amanecer nos movilizaremos", Haruka expresó mientras se ponía de pie.
"Si, señor", adoptando la posición de firmes replicó el otro y luego se dispuso a dar el aviso.
Haruka abandonó la tienda de campaña y llevando la mano al bolsillo de su pantalón, tomó el arma que ahí guardaba. En silencio e indeciso la contemplo.
Dirigiendo sus pasos hacia la improvisada tienda de campaña que servía como hospital, ingresó en ella, observando a Amy y Mina, quienes sin tiempo para pensar en lo sucedido se hacían cargo de los heridos que la última batalla dejó.
"¿Se encuentra bien, comandante?", cuestionó la rubia enfermera al ver sus pálidas mejillas.
"Si, pero hay algo de lo quiero hablar contigo"
"Si", avanzo un par de pasos para hacer de su plática algo privado.
"Casi... casi caímos en la trampa y es por eso que quiero darte esto", el rubio expresó al mismo tiempo que le mostraba el arma.
"Co... comandante, no creo que yo..."
Él asintió, interrumpiendo; "Sé que durante todo este tiempo te has negado a tener una, pero hoy sabes que es lo mejor en caso de una verdadera emergencia"
No muy segura, la joven la observó.
"Mina, hay destinos que son peores que la muerte y más tratándose de una mujer en estas circunstancias. Si alguna vez te encuentras acorralada por el enemigo...", titubeante y esperando que no fuera necesario, intento decir.
"Entiendo, comandante. Gracias", ella respondió, guardandola en el bolsillo de su abrigo.
(Presente. Dos semanas después)
Emocionada porque la noche anterior el rubio le dijo que al amanecer la llevaría a ver el avance que se estaba llevando a cabo en la reconstrucción de su hogar, la aguamarina sonreía.
"¿Ya estás lista?", cuestionó mientras se componía el cabello.
"Si, coronel", ella contestó y tomando su chaqueta la vistió para hacerle frente a la fresca brisa que luego del amanecer se hacía presente, aunque con esa prenda poco o nada podría ocultar su estado. "¡Vaya!", rió un poco al ver que no del todo le cerraba.
Así pues y sin deseos de retrasarse, ambos salieron a la calle.
"Poco a poco los escombros están siendo retirados, aunque tardará varios años en volver a ser la ciudad que conociste", él señaló.
"No importa cuanto tarde", ella contestó.
Y mientras avanzaban, al igual que en aquella ocasión Michiru iba atrayendo la atención.
"Observala", de forma poco discreta una mujer dijo para con otra.
"¿Qué se cree?"
Pensando que las miradas que le lanzaron no eran otra cosa mas que producto de su imaginación, la joven siguió su camino, pero entonces un par de calles más allá sucedió lo mismo.
"Avergonzada debería estar. No puede caminar al lado de ese hombre"
"Se comporta como lo que es, como una traidora y una..."
"Está en cinta, ¿Él será el padre?"
"Después de lo que pasó, ni ella lo ha de saber. Pero si es de alguno de ellos, hace mucho que debió haber hecho lo que la mayoría, deshacerse de eso"
De forma desvergonzada esas tres mujeres continuaban murmurando. Buena suerte la suya que el rubio no las escuchara, o de lo contrario se habrían arrepentido.
Él, orgulloso y con la mirada erguida, avanzaba ignorando a su paso lo que a su alrededor acontecía, no así la aguamarina, quién no pudo evitar bajar la mirada.
"¿Estás bien?", notando la desencajada mueca que se formó en su rostro, cuestionó.
"Si, coronel", ruborizada asintió.
"¿Te avergüenza que tus vecinos te vean conmigo?", fue la pregunta que siguió.
"Eso jamás", ella contestó fijando su enamorada mirada en la de él. "Que todos sepan que lo amo. No me importa como me llamen. Él y mi bebé son lo más importante para mí", volviendo a dibujar en su rostro la pérdida sonrisa, se sujetó a su brazo, continuando así el resto del camino.
Doblando la esquina, en la cercana distancia contemplaron el alboroto que en torno a un edificio desde la noche pasada se formó.
"¿Qué habrá ocurrido?", cuestionó Michiru ante el ir y venir de esos hombres y mujeres.
"No lo sé, voy a investigar", él contestó.
"Por favor no me deje sola", aferrándose a su brazo pidió.
"No lo haré... *Capitán, ¿Que ha pasado?*", deteniendo a un oficial, cuestionó en su propio idioma.
"*Anoche encontramos muerto a un teniente. Fue en ese callejón y por la evidencia encontrada, se ha concluido que estando ebrio él mismo se disparó*"
"*¿Un suicidio?*", frunciendo el entrecejo Haruka cuestionó. Y fue ante su gesto que Michiru concluyó que de algo grave debía tratarse.
"*Si*"
"*Rara epidemia se ha suscitado*", pensó. "*Puede retirarse, capitán*"
"*Si, señor*"
"¿Qué sucede, coronel?", ella cuestionó.
"Nada de importancia, anoche dos ebrios discutieron y se hirieron en ese callejón", mintió para no preocuparla.
"¿Nos vamos?"
"Si, este lugar no es para ti"
Avanzando un par de calles más, por fin llegaron al punto indicado, donde un grupo de personas levantaban los muros del que sería su nuevo hogar.
"En unos meses todo estará listo y podrás volver. Espero y sea antes de que el bebé nazca. También espero que sea de tu agrado"
"Por supuesto que sí... ¡Vaya, muchas gracias!... Aún no se cual será la habitación de mi bebé, aunque tendré mucho tiempo para decidirlo", emocionada exclamó.
"Debo preguntárselo... pero no sé si este sea el momento indicado. No quiero que se vea forzada a darme una respuesta que solo a mi me beneficie", pensó posando la enamorada mirada en ella.
(Lejos de ahi)
Trabajando en la reconstrucción de uno de los edificios de gobierno, la pelinegra Rei conversaba con sus amigas.
"Hay tanto trabajo que hacer, que parece imposible que un día vaya a terminar", señaló una de ellas.
"Recuerden que con calma todo es posible. La paciencia es una virtud", la alguna vez belicosa diosa contestó mientras pensaba en su amado Nicolás, a quien desde entonces no había vuelto a ver, y aunque su pequeño hijo seguía preguntando por él, no dejaba que la tristeza la embargara, manteniéndose fuerte para ambos.
"¿Saben en quien estuve pensando el otro día?"
"No, ¿En quién?", preguntó otra de las jóvenes.
"En la hija de Heinre, el que era profesor en la universidad. Ella era profesora de preescolar, ¿No?"
"Es verdad, me había olvidado de Michiru", contestó la pelinegra. "No la he vuelto a ver desde que nos encomendaron defender la ciudad. De eso hace ya muchos meses"
"¿Qué habrá sido de ella?"
"¿Qué más?, quizás murió durante el asedio, es... era muy bonita, así que en el peor de los casos fue capturada y ya saben el resto"
"Espero y haya tenido mejor suerte que nosotras", recordando su infierno Rei contesto, luego negó con la cabeza como tratando de olvidar. De esa forma continuó trabajando, hasta que producto de la extenuación, de un momento a otro perdió el conocimiento...
La joven poco a poco fue abriendo los ojos sin poder reconocer los muros que la rodeaban, hasta que se encontró con esa misteriosa belleza de rubia cabellera.
"Que bueno que ya despertaste", dijo mientras colocaba a su alcance los alimentos.
"¿Qué pasó?", cuestionó llevándose la mano a la adolorida cabeza.
"Te desmayaste mientras trabajabas", Mina replicó y luego caminó hacia ella para revisar su pulso.
"¿Qué hora es?"
"Pasan de las dos de la tarde"
"¿Y pase todo este tiempo sin conocimiento?"
"Así es. ¿Hay alguna razón por la que creas que sucedió?"
"Supongo que se debe al cansancio", dijo y mordiéndose los labios, con ambas manos se cubrió el encendido rostro.
Gesto que no pasó desapercibido para la alguna vez divina deidad; "Hay algo más, ¿Verdad?"
Reí titubeó; "No… no estoy segura, pero creo que…", no pudo continuar.
Ese silencio Mina lo supo interpretar.
"Por favor no pienses mal, de ser así Nicolás es el padre"
"No hay motivo para que estés triste. Un hijo siempre debe ser motivo de alegría", dijo y acto seguido se mordió los labios.
La pelinegra sonrió un poco; "Es verdad, después de lo que sucedió y de haber perdido uno, se supone que me sería imposible volver a concebir"
"Entonces ¿A qué se debe esa tristeza?", limpiándole las lágrimas que habían resbalado por sus mejillas, Mina cuestionó.
La joven se encogió de hombros; "A qué hace ya mucho que no he vuelto a saber de él. El día que pensé que había regresado para quedarse a nuestro lado, él y yo... luego se fue y he aquí las consecuencias"
"Lo lamento mucho", expreso. "¿Qué se creen los hombres?, ¿Qué solo existimos para servirlos?"
Entonces el amargo llanto se hizo presente; "Creo que él ya tiene a alguien más"
"Es mejor que no te tortures con suposiciones que lo único que hacen es herirte. Ahora iré por la médico, si lo deseas ella es quien puede confirmar o no tu estado"
"De acuerdo"
Y apenas la rubia caminó hacia el recibidor, la puerta principal se abrió, dando paso al oficial de correos.
"Buenas tardes", saludo con tono juguetón.
"Buenas tardes... ¿No me digas que de nuevo me traes una carta anónima?", cuestiono.
"Supones bien", contestó colocándola a su alcance. "Con tu permiso"
Con presura Mina rompió el sobre y tomando la única página que contenía, frunció el entrecejo.
"Contrario a sus otras cartas, en esta me pide que hoy nos veamos… a las siete y treinta minutos", confundida murmuró.
(Casa de Dietter)
"Estoy aburrido. Quiero salir a jugar", expresó el menor de los niños.
Ante sus deseos su madre negó con la cabeza; "Aunque ya te sientes mejor, sabes que debes guardar reposo. ¿Quieres que la fiebre regrese y tengas que volver al hospital?"
"Por supuesto que no", contestó mientras apoyaba el rostro sobre las palmas de sus manos.
"Entonces se paciente, tendrás mucho tiempo para hacerlo... pronto será verano"
"Ya sé que puedo hacer", el niño dijo y entonces corrió hacia lo que quedaba de su habitación y tomando unos trozos de papel viejo, regresó al recibidor, dónde se sentó sobre el suelo.
"Me parece una buena idea que quieras emplear el tiempo libre en estudiar, no sabemos cuánto más van a tardar las escuelas en ser abiertas"
Ante sus erradas suposiciones el chiquillo negó con la cabeza; "No voy a estudiar, mamá… ¿Recuerdas que paso cuando el gato de la tía Hilda se perdió?, lo encontró luego de pegar carteles por toda la ciudad. Podemos hacer lo mismo para encontrar a papá… ¿Me ayudan a hacerlos?"
Su hermano mayor negó con la cabeza y fruncio el entrecejo; "Eres un tonto. No puedes comparar a papá con un gato, además ya va siendo hora de que aceptes que él está muerto", cansado de sus niñerías, grito.
Esa revelación termino por empalidecer al niño; "No es verdad"
"Karl, no digas eso", molesta su madre pidio.
"Es la verdad, mamá. Tú lo sabes y todo este tiempo nos lo has ocultado. Por eso no ha regresado"
"Cállate, eres un mentiroso", rompiendo en llanto su hermanito gimió. "Papá está vivo y pronto va a volver, él lo prometió"
Su madre caminó hacia él y alzando su mano lo abofeteó, provocando que la sangre emanara. "Cállate"
Con dolor, se llevó la mano a la mejilla, dejando que el llanto lo embargara; "Es la verdad, ya deja de fingir que todo está bien"
"¿Verdad que miente?, mamá"
Ante el llanto de ambos y sus heridas, la mujer dejó que sus lágrimas también libres fluyeran, refugiando a sus dos hijos contra su pecho. Ellos con fuerza se sujetaron a ella.
"Por favor perdóname. No supe de qué otra manera reaccionar", pidió a su pequeño.
"¿Verdad que papá está bien?, ¿Verdad que él va a regresar?"
"Con mi silencio solo los estoy dañando, sin embargo nada puedo hacer. Me duele mucho verlos sufrir", entristecida penso.
(Casa de los Kremer)
Ella, de espaldas a él, se ocupaba de la preparación de la cena.
Él, observándola en silencio, se encerró en sus propios pensamientos.
"Es mi hijo y como tal estoy en la obligación de responder como lo que soy, su padre. Pero ¿Hasta qué punto será muy atrevido de mi parte pedirle que me permita darle mi nombre, si es mas que claro que no tengo ningun derecho sobre ese bebé?... quizás hasta llegue a pensar que mi intención es separarla de el"
"¿Necesita algo?", descubriendo de que él estaba ahí, ella pregunto.
"No, estoy bien", expresó al mismo tiempo que dirigía sus pasos hacia el estudio.
Ingresando en la habitación, del bolsillo de su camisa tomó aquella moneda, la cual observó con vivo interés.
"Pero qué idea tan mas estupida. Es más que obvio que jamás aceptaría convertirse en la esposa del hombre que abusó de ella... aunque demuestre lo contrario, por mi solo ha de sentir asco y verguenza", afligido murmuró.
Ella llamo a la puerta, interrumpiendolo. "Coronel, ya está lista la cena", desde detrás anuncio.
"Gracias, ire en un momento", replicó y volviendo a guardar la moneda en su bolsillo, negó con la cabeza; "Lo que más deseo no son otra cosa más que imposibles, porque aunque ella accediera yo no podría llevarla conmigo al Sur, pero tampoco podríamos quedarnos en este lugar. No me importa que digan de mí, pero me duele mucho que a ella la señalen"
(Lejos de ahí)
Sin saber qué esperar y llegando a pensar que podría tratarse de una trampa, es que Mina se hizo acompañar por el arma que el rubio aquella mañana le entregó.
Y así, sin decirle a nadie sobre ese encuentro se dirigió al sitio acordado.
"No, no creo que haya sido él quien las envió", aún pensando en ese, su antiguo amante del frente, confundida negó con la cabeza.
Ese no tan desconocido hombre que le dió cita, observándola desde la cercana distancia, sonrió y emergiendo con paso ligero de entre las sombras, se plantó ante ella.
"*Me alegra mucho que hayas venido*", de forma tosca expresó en el idioma de la joven.
Ante su inesperada presencia, molesta Mina frunció el entrecejo; "¿Tú?"
Notas de autor;
Michelle; No te preocupes, Haruka no se va a meter en problemas por firmar sin poner atención.
Kaiohmaru; Amy jamás haría diferencia entre sus pacientes, y ni aún estando en combate se atrevería. Eso habla muy bien de ella no solo como profesional, sino como persona.
Isavellcota; Cada vez que Mina esta a punto de vivir en paz, algo se le atreviesa y se lo impide :(, ya va siendo hora de que obtenga su bien merecida felicidad. Si bien es cierto que Haruka no amaba a su esposa, no significa que llegaría a engañarla, aunque fingir amor también es una clase de engaño.
