CAPÍTULO LIV
INCERTIDUMBRE
Aunque no se atrevieran a hablar de lo que sentían, a ambos les bastaba que el uno estuviera ahí para el otro.
Y aún era de madrugada cuando el rubio también despertó.
Ella, de espaldas a él, en vano se esforzó para que no la escuchara llorar.
"¿Estás bien?", reincorporandose un poco, cuestionó el coronel.
"Si, no es nada", limpiándose el llanto Michiru contestó.
"¿Entonces por qué lloras?", insistió mientras que con el dorso de la mano le limpiaba las lágrimas que volvieron a resbalar.
"Es un motivo muy tonto"
"¿Estás segura?"
Ella asintió. "Tuve un sueño, eso es todo", expresó y luego se llevó la mano al vientre.
"Supongo que debió haber sido muy malo, tanto como para hacerte llorar. ¿No?"
Ante la preocupación que se dibujó en el rostro del hombre, Michiru no pudo evitar soltar una corta risa, que no fue de otra cosa más que de pena; "Fue algo sin importancia. Estaba soñando que comía manzanas y entonces desperté... ¡Dioses, soy una tonta!"
Ante sus palabras el rubio no dijo nada. "No no es tonto", afligido porque a esa hora poco podía hacer, penso. "Trata de volver a dormir. Ojalá y pronto amanezca", volviendo a recostarse expresó.
(En algún lugar del mundo)
"General, ha llegado la respuesta del general Volkov", expresó aquel coronel para con el mayor.
Mikhailov tomó el documento y dándole una rápida lectura, sonrió. "Perfecto, ha aceptado"
"¿De qué forma hay que proceder?"
"Resulta imposible enviar a todos nuestros muchachos. Así que la única solución que encuentro factible, es que se haga un sorteo en el que todos participen. Aquellos que sean seleccionados viajarán a Tremlin. Luego podrán volver y será turno de que el resto vaya. Así que vaya preparando todo, en dos días lo haremos"
"Como usted ordene, señor"
(Casa de los Kremer)
Avergonzada por la niñería cometida durante la madrugada, la aguamarina se ocupaba de limpiar el recibidor.
"En cuanto termine, me sentare a tejerte algo", contenta expresó para con su bebé.
Entonces ese diálogo tan íntimo fue interrumpido por alguien que con insistencia llamó a su puerta.
"Quizás es Helen, o la médico", lejos de imaginar lo que estaba a punto de acontecer, con paso seguro camino al encuentro.
Pero apenas abrió, la sonrisa que en su rostro se dibujó se desvaneció por completo.
No, no era Helen ni mucho menos la médico, sino dos de esos soldados. Reconociendo por sus uniformes que se trataba de un capitán mientras que el hombre que llevaba el arma en las manos y hacía guardia, era un oficial de menor rango.
"Buenos días", titubeante la joven saludo.
"¿Es usted Michiru K?", cuestionó el capitán.
"S... si. ¿Qué... qué pasa?", temerosa cuestiono.
"Tiene que acompañarnos", el sujeto replicó.
"¿Perdón?", creyendo haber mal entendido, la aguamarina fue sacudida por un violento escalofrío.
"Lo que escucho, por orden del general Volkov tiene que venir con nosotros a la oficina de gobierno provisional"
Ante esa nada convencional petición, imposible le fue no ser embargada por los más terribles pensamientos. Llevándose una mano al vientre, no supo qué decir y ni siquiera pudo moverse.
Advirtiendo que la joven estaba en cinta, juguetón el capitán sonrió; "No tiene de qué preocuparse, no tendrá que caminar", dijo mientras señalaba el camión militar que aguardaba por ellos, así como si esa fuera la mayor preocupación de ella. "Además la traeremos de vuelta"
"Si, por supuesto. I... ire por mi chaqueta"
"De acuerdo. Aquí esperamos", el capitán contestó.
A prisa Michiru ingresó en el recibidor y tomando papel y lápiz, dejó una nota para el coronel en la que le informaba lo sucedido. Esperando con ello que fuera a buscarla si no regresaba.
"¡Dios mío! ¿Qué querrán?. ¿Sin saberlo me habré metido en problemas?", pensó la joven mientras los acompañaba hacia el vehículo.
"No tiene de qué preocuparse. Como le dije, la orden es que la traigamos de vuelta", sonriendo para darle confianza, señaló el capitán.
"¿Qué intenciones guardan estos hombres?, ¿Me van a herir?... No lo creo, pudieron haberlo hecho en casa y sin necesidad de sacarme de ella", presa del miedo pensó.
"Deje que le ayude", dándole la mano, coqueto el capitán expresó.
"Gracias", replicó y apenas subió al transporte, descubrió que no era la única civil que en el viajaría, cosa que la tranquilizo un poco, aunque con esos sujetos no se sabía.
"¿Estaremos en problemas?. ¿Por qué habremos sido llamados?", fue la pregunta que asaltó la cabeza de esos hombres y mujeres.
(Del otro lado)
Sentado detrás de su escritorio, el tuerto hombre se encargaba de entregar las raciones que a sus camaradas les correspondían.
"¿Qué tienes para nosotros?", cuestionó el coronel.
"Arroz, carne, leche y jamón", expresó y tomando su báscula, en ella fue poniendo los alimentos. Luego colocó a su alcance una cajetilla de cigarros.
"¿Qué guardas en la caja?", sabiendo que siempre había algo bueno para intercambiar el tabaco, Haruka cuestionó.
"Sardinas, manzanas y galletas de mantequilla. ¿Hay algo que te interese?"
"Toma los cigarrillos"
"¿Qué quieres a cambio?"
"Manzanas", respondió recordando lo sucedido durante la madrugada.
"Trato hecho", replicó Fiódor entregandole un par de esos frutos.
Y fue ante su aroma, que por un momento el rubio se vio tentado a comerlas, así que para deshacerse de esa idea las colocó dentro de su bolso. "Ya será otro día cuando le hable sobre lo que necesito", contento por haber conseguido los frutos pensó.
Y ambos habrían seguido su conversación, sin embargo fueron interrumpidos por el oficial de correos que acababa de llegar.
"¿Es usted el coronel Haruka T.?"
"Si", replicó.
"Aviso de parte del general Volkov", expresó el hombre extendiéndole el sobre, luego procedió a retirarse.
"¿Ahora que?", dándole una rápida lectura, el coronel frunció el entrecejo.
"¿Malas noticias?"
"Coloca esta petición a la vista de todos", entregandole el papel a Fiódor, sin mucho ánimo expreso. "No sé si sean malas noticias, pero el general Volkov busca voluntarios que quieran ir de intercambio a la nación del emperador del sol"
"¿Iras?", cuestionó el tuerto hombre.
"Por supuesto que no, además dudo mucho que alguno de los nuestros quiera ir estando tan cerca de regresar a casa"
"Y tú, ¿Ya piensas en regresar?"
"Allá voy", el coronel sonrió y dándose la vuelta, emprendió el camino a casa. "Mi hogar esta donde ella este", sonriendo murmuro.
(Oficina de gobierno provisional)
Ingresando en el edificio, la aguamarina observó a todos los civiles que sin importar su edad, habían sido reunidos. Y como es de esperarse, el nerviosismo asomaba al rostro de cada uno de ellos.
"¿Por qué nos habrán llamado?", cuestionó un hombre para con quienes hacían fila desde temprano.
"No lo sabemos", era la respuesta que unos y otros ofrecían.
"¿Nos habrán acusado de algo?... ¿Habré sido llamada por las raciones que recibí sin trabajar?, no, el coronel dijo que todo estaba en orden... ¿Será que me llamaron porque Gunther fue a la guerra?", siendo presa de esas y otras dudas, impaciente y muy nerviosa la aguamarina esperaba su turno...
Entonces la puerta se cerró detrás de ella.
"Bu... buenas tardes", saludo mientras avanzaba hacia el escritorio.
"Tome asiento", el oficial detrás de l ordenó sin dirigirle la mirada, y es que la tenía fija en los documentos que formaban aquel expediente. "Veamos, Michiru K. Veinticua... veinticinco años de edad, soltera y por oficio tiene el de profesora de preescolar, ¿Es correcto?", luego de un largo silencio expresó.
"Si, coronel", replicó.
"Soy comandante", el hombre la corrigió y luego contempló su vientre, cosa que para ella no pasó desapercibida.
"Si, comandante", temerosa rectificó.
El comandante, que era un hombre calculador, se quedó meditando y luego sonrió un poco; "¿Hace cuanto que está en cinta?"
"Hace ya casi seis meses", imaginando que era lo que estaba pensando, respondió.
"¿Recibe atención médica y las raciones extra que le corresponden?"
"Si, por supuesto"
"¿Imagina por qué ha sido llamada?", fue la pregunta que siguió.
"No, comandante", sin atreverse a verlo a los ojos, contestó.
"Bien, le recuerdo que hace algunos meses se hizo el censo de civiles y usted llenó este formulario. Como sabe, la reconstrucción de la ciudad sigue avanzando y con ello hay cosas que deben regresar a la normalidad"
Atenta ella iba escuchando.
"Los hospitales así como las escuelas pronto volverán a funcionar y en base a los datos recabados, estamos buscando a todos los profesionistas para que regresen a sus trabajos. Así que ¿Le interesa recuperar su puesto como profesora en el preescolar?"
"Si, por supuesto", emocionada señaló.
"¿Cree que el padre de su hijo se lo permita?", deseando saber más sobre ese asunto tan íntimo, el muy ladino se atrevió a cuestionar.
"Si, por supuesto", segura de ello contestó. " Si, es el padre de mi hijo, pero aún así no puedo depender totalmente de él. Tengo que esforzarme por mi bebé", pensó.
"A cambio recibirá raciones en mejor cantidad y calidad, además un pago monetario el cual mejorará en cuanto las condiciones lo permitan. Dentro de algunos días será llamada a recibir nuevas instrucciones", añadió el comandante.
Fue así que luego de firmar los documentos correspondientes, la joven abandonó el lugar.
Y tal y como el capitán se lo dijo sucedió, siendo que ella era la última civil que quedaba en el camión luego de que el resto fueran devueltos a sus hogares o lugares de trabajo provisional.
Pero lo que volvió a sumirla en el nerviosismo de antes, fue la juguetona manera en la que el capitán la veía a través del espejo retrovisor.
"*Es bonita*", luego de un largo e incómodo silencio por fin habló.
"*Lo es*", también observándola, contestó su subordinado.
El capitán soltó una burlona carcajada y acto seguido hizo una seña obscena.
El otro también rió y murmuró algo que la aguamarina no alcanzó a escuchar, aunque de haberlo hecho de poco habría servido ya que ella no habría entendido, pero bastaban sus expresiones como para darle una idea.
"*No, no quiero meterme en problemas. Sigue conduciendo*", el capitán ordenó.
(Mientras tanto)
Contento porque logró conseguir un par de esos frutos, en la distancia Haruka contempló su hogar.
"Espero y sean tan dulces como los de sus sueños", pensó apenas ingresó en el recibidor. "Mujer, ya llegué", anunció y lo único que obtuvo por respuesta, fue ese abrumador silencio. "¿Estás en casa?", preguntó dirigiendo sus pasos hacia la habitación que juntos ocupaban, donde tampoco la encontró. "Supongo que habrá salido... pondré esto en la cocina", murmuró mientras dirigía sus pasos hacia ese punto.
Caminando hacia la estufa noto que dejó los alimentos a medio cocinar, cosa que le pareció muy extraña.
Pero fue al avanzar hacia el comedor que encontró la nota que ella dejó; "Han venido dos oficiales con la orden de que los acompañe a la oficina de gobierno provisional..."
Ante esas inesperadas palabras, un escalofrío sacudió su cuerpo, provocando que dejara caer el paquete.
"Se la han llevado... ¿Por qué?", recordando los terribles interrogatorios que hacía mucho tiempo se hicieron en el Sur y a los cuales sometieron a la población civil en búsqueda de espías, pálido titubeo "No, no es posible... quizás se trató de una trampa para hacerla salir", corriendo hacia la entrada para ir a buscarla, fue presa de los más terribles pensamientos.
Y apenas salió a la calle, observó que de un camión del ejército la aguamarina bajó.
Ante esa imagen respiro aliviado, aunque no del todo.
"¿Qué pasó?, ¿Estás bien?, ¿Te hicieron algo?", agitado comenzó a examinarla de cerca.
Asintiendo, la joven se sujetó a él, dejando que un par de lágrimas resbalaran por sus pálidas mejillas; "Todo el camino tuve miedo... no entendía de qué hablaban y pensé que me iban a herirme"
"Vamos a dentro", ayudándole a ingresar dejó que se sentara en el sillón, luego le llevo un vaso de agua para que se tranquilizara.
"Muchas gracias"
Haruka, sin poder evitar encontrarse en ese estado, se arrodilló ante ella. "Por favor dime que paso"
Dándole un sorbo a la fresca bebida, procedió a responder; "Muy temprano vinieron dos soldados preguntando por mi, traían la orden de llevarme a la oficina de gobierno provisional. Ahí un comandante tenía mi expediente con los datos que di cuando el censo. Me explico que pronto las escuelas serán abiertas y desean que vuelva a ocupar mi puesto de trabajo"
Ante sus palabras el coronel relajo sus tensos miembros. "¿Aceptaste?"
"Si, coronel"
"Me alegra mucho que pronto vuelvas con tus alumnos"
"A mi también", replicó y luego se mordió los labios. "¿Cuántos de ellos seguirán vivos?", afligids pensó.
"Casi lo había olvidado, tengo algo para ti", sonriendo señaló.
"¿Para mí?"
"Si", dijo y caminando hacia la cocina regreso con las manzanas.
"¡Vaya. Muchas gracias!", emocionada exclamó.
"Comelas"
"Lo haré luego de la cena", contenta replicó.
(Lejos de ahí)
Y entonces la noche cayó, dejando las calles en una casi total oscuridad, oscuridad que con su cobijo permite cualquier tipo de clandestinidad, y aún más en esas terribles condiciones.
"Gane", arrojando las cartas sobre la improvisada mesa, dijo un capitán para con su comandante.
"Entonces toma tu premio", replicó el otro extendiendole la botella de vodka que le apostó.
"Lo siento, comandante. Pero usted sabe que así es esto del juego"
"No me quejo, ya será otro día", encogiéndose de hombros exclamó.
"Es hora de que me vaya", vistiendo su abrigo, en el bolsillo interno colocó la botella.
"Pero mañana quiero la revancha"
"De acuerdo", expresó el capitán mientras que con paso cauteloso abandonaba el lugar.
(En casa de los Kremer)
Michiru tomó el dulce fruto y llevándolo a sus labios, le dio un mordisco.
"Hacía mucho que no comía manzanas", dijo tratando de recordar cuándo fue la última vez que lo hizo.
"Es cierto, desde que comenzó la guerra no había vuelto a ver una", replicó Haruka deseando aunque fuera un pequeño bocado.
"Coma", ella pidió ofreciéndole el fruto.
"No, estoy bien. Hazlo tú", contestó escapando a su mirada, pero sobre todo a la tentación.
"Por favor, compartamos", ella añadió.
"Esta bien", sonriendo, él le dio un mordisco. "Gracias"
"¿Estaba muy preocupado por mi?"
"¿Cómo no estarlo?, eres la madre de mi hijo y si algo llegara a pasarte me dolería mucho", difícil le resultó guardarse su sentir.
"¿De verdad?"
"Si. No tengo porque mentirte", contestó fijando su mirada en la suya.
(Cerca de ahí)
El eco que producían las botas ante el valiente caminar del joven capitán se dejaba escuchar a lo largo de la solitaria acera.
"Mañana volveré a ganarle", contento con su premio murmuró. "¿Cuándo podré regresar a casa?", se cuestionó mientras todo su pensamiento lo ocupaba con el recuerdo de su familia. "Espero y sea en el próximo tren", agregó y entonces un disparo rompió la botella al mismo tiempo que el alegre sujeto caía sobre sus rodillas.
Llevansose una mano al adolorido pecho, con horror contempló cómo su negra sangre emanaba, manchando el adoquinado suelo. "No", gimió mientras que las últimas fuerzas escapaban de él.
"¿Qué ha pasado?", gritó un oficial corríendo en su auxilio. "Un médico, necesito un médico"
Sin embargo la ayuda de nada serviría, el capitán había muerto.
Notas de autor;
Michelle; Nicolás se convirtió en todo un patán. Él era bueno, pero lo que le ha pasado lo ha utilizado para un beneficio nada honroso. Mina no es tonta como para dejarse convencer por él.
Kaiohmaru; Ese sujeto declaro la guerra, pero mucho de lo que en ella pasó fue por decisión y responsabilidad de sus soldados. Nicolás hizo cosas malas por voluntad propia y porque debía acatar órdenes, lo que le pasó es el reflejo de sus acciones.
Isavellcota; No te preocupes, Haruka no se va a ir ni habrá otra guerra. Nicolás va que vuela para convertirse en otro Isao Kaioh :X
Kyoky; Gracias por seguir al pendiente de mi historia :D. En capítulos pasados varias veces deje señales de que Mina había despertado cierto interés en él y podríamos decir que el muy inútil (no porque le falte una brazo, sino por abandonar a su familia), confundió sus atenciones con algo que solo existe en su cabeza. Haruka es todo un papá pollo con su pollito XD.
