CAPÍTULO LXIX
"SOLO MÍO"
(Prisión. Mañana siguiente)
Nervioso y sin que nadie le hubiera informado nada sobre su situación, el sargento Morozov esperaba en el sitio que previamente le indicaron.
Y fue hacia el mediodía que la puerta por fin se abrió, dando paso a Ivanovich.
"Señor", poniéndose de pie saludo.
"Vuelva a sentarse, sargento", haciendo lo propio colocó su portafolio sobre el escritorio, luego comenzó a revisar algunos documentos. "Veamos, su apellido es Morozov. Es originario del Suroeste, veintitrés años de edad, bibliotecario y hace tres que pertenece a nuestro ejército, llegando a acumular pocas faltas por indisciplina. ¿Es correcto?"
"Si, señor"
"¿Conoce el motivo por el que fue arrestado?"
"Si, señor"
"He de suponer que sabe sobre cierta prohibición, ¿No es así?"
"Si, señor",
"Entonces es consciente de la grave falta que cometió, ¿No?"
"Por supuesto", balbuceante asintió.
"Más le vale que a partir de ahora coopere con la debida investigación, de lo contrario cualquier tipo de encubrimiento podría resultarle muy perjudicial"
Morozov asintió; "Somos un grupo de oficiales los que aprovechamos la prohibición para fabricar y distribuir alcohol etílico"
"¿Cómo lo realizan?"
El hombre rió de forma nerviosa; "Estando en combate y ante la escasez aprendimos muchas cosas"
"¿Dónde lo elaboran?"
Recobrando la debida compostura, el sargento se aclaró la garganta; "En una pequeña bodega al Norte de la ciudad"
"¿Cuántos hombres están involucrados?"
"En total somos siete, señor"
"¿Alguno de sus superiores está enterado?"
"No"
"Específicamente ¿En qué consisten sus actividades, sargento?"
"Solo soy el encargado de venderlo", encogiéndose de hombros y de forma despreocupada replicó.
"¿Nada más?", con tono irónico Ivanovich prosiguió.
"Si"
"Lamento informarle que lo que usted considera una mínima participación no es algo que lo exima de sus responsabilidades, sargento"
Ante sus palabras el hombre bajó la mirada.
"Creo que usted aún no es muy consciente de lo sucedido"
"Lo soy, señor"
Ivanovich negó con la cabeza; "En el hospital hay tres hombres muertos y pensamos que es a consecuencia de lo que ustedes están distribuyendo"
"¿Qué?, no, no es posible... le aseguro que es seguro beberlo. Nosotros lo hacemos antes de venderlo"
"¿Piensa que le estoy mintiendo?", golpeando la mesa, Ivanovich grito.
"Por supuesto que no, pero..."
"No hay pero que lo justifique. Así que ayudemos para que usted pueda ayudarse. Exactamente, ¿En dónde está ubicada esa bodega?", extendiéndole un mapa de la ciudad, pidió.
"En esta calle, señor"
"Bien. Enviaré a un grupo de oficiales para que detengan sus actividades y hagan el arresto correspondiente"
"Ya les dije lo que querían, ¿Cuándo podré irme?"
Ante esa inesperada pregunta Ivanovich rió y negó con la cabeza; "¿Irse?, ¿A dónde?"
"Ah, yo..."
"Contrario las órdenes de Volkov, sargento. Además aún falta el dictamen del médico. De eso dependerá si sus amigos y usted son acusados y condenado por homicidio"
"¿Homicidio?", pálido balbuceó.
De pronto la puerta se abrió, dando paso a dos oficiales que esposado llevaban a Kozlov.
"Mire, parece que tenemos un invitado más"
"¡Demonios!", reconociendo al hombre de la otra noche, el joven masculló.
"¡Vaya, volvemos a encontrarnos, sargento. ¿Ahora vende alcohol dentro de la prisión?", burlón el capitán se dirigió.
Observando la expresión de ambos, Ivanovich prosiguió; "¿Entonces confirma que de este hombre lo consiguió"
"Si", sentándose frente a él, Kozlov volvió a acusar. "¿Hoy no tienes nada para ofrecerme?"
(Oficina de gobierno, provisional)
De pie ante el general Volkov, el rubio esperaba por nuevas indicaciones.
"Hizo un magnífico trabajo, coronel", orgulloso expresó el hombre. "Gracias a su oportuna intervención la ciudad seguirá siendo segura para todos"
"Yo no hice nada más que arrestarlo, señor. Fueron esos dos capitanes los que descubrieron lo que ese sujeto estaba haciendo"
"Es usted muy modesto, coronel. Habrá que premiar su valentía"
"Habló con la verdad. Son ellos quienes merecen el debido reconocimiento", contestó.
"Déjelo en nuestras manos, ahora puede retirarse. Lo mantendremos informado"
"Como usted ordene, señor", el rubio replicó avanzando hacia la salida.
"Recuerde que si necesita algo, cualquier cosa por mínima que sea, no dude en pedirlo, coronel"
"Así será, señor"
En silencio Volkov lo observó marcharse, luego abrió el cajón de su escritorio. "Ya habrá momento de decirle que llegó la respuesta a su solicitud. Espero que de verdad haya dado por terminado ese vergonzoso asunto y se decida volver al Sur", murmuró.
(A pocas calles de ahí)
Aburrida y sin encontrar distracción alguna a causa de la lluvia, Mina y la castaña capitana conversaban.
"Bonito día de descanso, ¿No crees?", cuestionó la rubia.
"No hay que quejarnos, peor era cuando teníamos que avanzar en medio de la tormenta o el granizo", replicó la otra recordando la última vez que los tanques se quedaron varados a consecuencia del lodo. "Más tarde Dimitri y yo iremos al cine, ¿Vienes con nosotros?, te serviría de distracción"
"Agradezco la invitación, pero no deseo ser inoportuna", replicó y entonces alguien llamó a la puerta. "Debe ser Mizuno que algo olvidó", dijo y atendiendo, su sonrisa se desdibujó. "¿Si?"
"¿Podemos hablar?", cuestionó aquella castaña, a quien reconoció como la esposa de Armand.
Mina asintió; "Por favor pasa"
La mujer ingresó, pero al ver que se encontraba ante la presencia de una capitana se detuvo y saludó.
"Las dejo para que conversen con total confianza, ojalá te decidas a venir con nosotros... con su permiso", dirigiendo sus pasos hacia la salida, Lita expresó.
Y fue luego de quedarse a solas que Mina tomó la palabra; "Tome asiento y dígame a qué se debe su visita"
Alisa obedeció; "Mucho tuve que investigar para saber en qué clínica podía encontrarla"
"No responde mi cuestionamiento", la rubia replicó.
"A que hay verdades que necesito conocer. ¿Quién es usted?"
"Teniente Mina Aino, enfermera en jefe de esta unidad", haciendo el debido saludo, orgullosa contestó.
Riendo un poco la mujer negó con la cabeza; "Sabe que no me refiero a eso... ¿Quién es?"
"Mejor dime, ¿Qué es lo que quieres saber? ¿Hasta qué punto deseas escuchar lo que tengo para decir?", harta del pelinegro y los problemas que comenzaba a acarrearle, cuestionó.
"Ahora si comenzamos a entendernos... Desde que llegamos Armand no es el mismo, hace días que no sé de él y estoy muy segura de que vino a este lugar para que tú lo atendieras"
"Efectivamente, fue atendido por una herida en la mano... si mal no recuerdo la curación la llevó a cabo una enfermera civil", mintió.
"Hace unos minutos dijiste que tenías mucho que decir, entonces responde ¿Eres tú la mujer que decidió acompañarlo?", altiva fijó la mirada en la de ella.
"Hay cosas que forman parte del pasado y que ya no son importantes, o al menos así yo lo veo, que él piense lo contrario te aseguró que nada tiene que ver conmigo... te sugiero que no te preocupes tanto, debe estar por ahí holgazaneando. Mejor preocupate por ti misma"
"Es todo lo que necesito saber", poniéndose de pie, la castaña caminó hacia la salida.
"No pierdas el tiempo corriendo detrás de imposibles, luego podrías arrepentirte"
Ante esas palabras Alisa apretó el puño y sin decir nada, comenzó a alejarse.
"No cabe duda, Armand es más molesto que una llaga abierta. Espero que ella recapacite y a tiempo huya de él", Mina murmuró.
(Del otro lado)
Pensativa, Mizuno se detuvo ante la puerta de la aguamarina, dudando en llamar.
"Aunque no lo parezca y ellas piensen lo contrario, esto también es muy duro para mí", murmuró pensando en su propio hijo, a quien por motivos diferentes tuvo que renunciar.
Respirando profundo y meditando un poco sus palabras, reunió el valor necesario para tocar.
Pasados unos segundos la aguamarina atendió. "Buenos días, por favor pase"
"Muchas gracias... esta mañana la capitana Kino me informo dónde podría encontrarte, espero no ser inoportuna"
"Por supuesto que no lo es", tomando el abrigo de la médico lo puso a secar, luego sirvió té y galletas.
Por su parte la peliazul tomó asiento. "¿Cómo has estado?"
"Muy bien, debo reconocer que usted tenía mucha razón, se ha vuelto muy inquieto", colocando la mano sobre su vientre, contenta expresó.
La médico se mordió los labios, sin embargo era el protocolo que debía seguir. "No sé si sea el momento indicado, pero estoy obligada a esto"
"¿Ocurre algo?"
"Dentro de poco tu hijo va a nacer y...", no pudo continuar. "Creo que es mejor que vuelva después...", poniéndose de pie, tomó los documentos que había colocado sobre la mesa.
"Por favor digame que pasa, no me deje con la preocupación", lejos de imaginar lo que estaba a punto de escuchar, Michiru pidió.
Titubeante Mizuno se volvió hacia ella; "En un principio te hice una pregunta... pregunta que respondiste de forma afirmativa, pero hoy me veo obligada a repetirla. Dime, una vez que tu bebé nazca, ¿Deseas conservarlo?, ¿Está dentro de tus posibilidades hacerte cargo?"
Ante lo terrible que la pregunta le resultó, la aguamarina se estremeció. "¿Qué?"
"Es el protocolo que el gobierno provisional nos ha impuesto, como tu médico y conociendo tu situación... es mi obligación reportar esta información"
"¿El coronel está detrás de esto?, ¿Desea separarme de mi hijo?, ¿Por qué?", agitada cuestionó.
"Por supuesto que no, esto se trata de una orden superior"
"Si, estoy segura de que desea seguir molestándome y nada mejor que hacerlo con mi hijo. ¿Cuándo va a dejarnos en paz?, ¿Qué no obtuvo ya lo que buscaba?"
"Él no está enterado de esto. Lo sucedido en meses pasados no es algo que nuestros superiores desconozcan. Es por ello que necesitamos saber si las futuras madres desean conservar a sus hijos, o entregarlos para que el estado se ocupe de buscarles hogares que se hagan cargo de ellos... en caso de no encontrarles uno, será el mismo estado quien se encargue de su crianza y educación"
"¿Quieren que entregue a mi bebé para cuando haya una guerra sea el primero al que envíen a pelearla?, ¿Sacrificaran a los hijos de sus enemigos porque a nadie le importaron, ni aún siquiera a sus madres?, ¿El daño que les hicimos no ha sido pagado ya y ahora quieren que lo paguemos así?", fue la serie de preguntas a las que la joven se vio obligada.
"No estás forzada a hacerlo, tan solo se trata de una opción a considerar", Mizuno contestó.
Michiru asintió, luego se limpió las lágrimas que acudieron a nublarle la mirada. "Que tristeza, son inocentes de lo que nosotros hicimos y ustedes nos hicieron, pero sin duda siempre habrá quien los señale con vergüenza. A mi no me importa nada de eso, es mío, la única familia que me queda. Así que no importa que tan difícil me resulte o que de mi hablen y lleguen a condenarme, haré todo lo que esté a mi alcance para que estemos bien"
Ante su firme decisión Mizuno rompió los documentos; "Entonces hagamos como si esta plática jamás hubiera sucedido... Ahora demos paso a otro asunto igual de importante, cuando el momento llegue, ¿A quien llamarás para que esté a tu lado?"
La joven se quedó pensando; "Diría que a mi amiga Rei, pero ella está muy ocupada con sus propias cosas, así que llamaré a Helen"
"¿No tienes a nadie más?"
Michiru bajó la mirada y negó con la cabeza, luego contestó las preguntas que siguieron mientras Mizuno iba escribiendo los datos correspondientes.
"¿Qué hay del coronel?, ¿Deseas que te acompañe?"
"A él poco le importa su hijo, mucho menos yo, así que no encuentro necesidad de molestarlo", recordando lo que le gritó, conteniendo su propio enojó expresó.
"De acuerdo. Eso es todo lo que necesitaba saber. ¿Hay algo que necesites?"
"No, estoy bien"
"Imaginó que estas pensando que esto es algo que compartiré con él, pero para tu tranquilidad te informo que no será así. Este es un asunto totalmente confidencial"
"Gracias por todo"
(Cerca de ahí)
Cerrando la calle que el sargento había señalado en el mapa, al menos una docena de oficiales esperaban la orden de Ivanovich.
"Ahora", gritó a lo que los hombres se apresuraron hacia la puerta para golpearla.
"Abran, es una orden del comandante Ivanovich", uno de ellos anunció.
Pero los que dentro se ocultaban no respondieron, corriendo hacía la salida trasera de la bodega en un intento por escapar.
Ante la presión del exterior la puerta por fin se abrió, sorprendiendo a los seis sujetos.
"Alto", ordenó Ivanovich mientras que sobre las mesas contemplaba todo lo necesario para sus actividades. "Están bajo arresto por desobedecer las órdenes del general Volkov... ustedes, lleven la evidencia correspondiente para que sea analizada en el hospital"
"Cómo usted ordene, señor"
"Después de esto la ciudad volverá a ser segura para nuestros hombres y la población civil", orgulloso concluyó.
(Esa noche)
Abrazada a su almohada, sin encontrar consuelo la aguamarina lloraba ante el terrible pensamiento que desde la tarde se apoderó de ella.
"Dios mio, ahora más que nunca soy consciente de que mi bebé y yo estamos muy solos... si algo llega a ocurrirme ¿Qué va a pasar con él?... a ese hombre poco le importará y sin duda será enviado a uno de esos lugares donde al igual que otros pequeños será olvidado. No sabrá el nombre de su madre ni mucho menos el de su padre… Mañana iré a buscarlo para hablar con él y pedirle que por favor no lo abandone", murmuró. "No, no puedo hacerlo, luego de lo que con tanto odio grito, es casi seguro que piensa que no es suyo, además hirió mi orgullo ... ¡Dioses, ¿Qué debo hacer?"
Mientras tanto y detrás de un muro, un sujeto observaba el hogar de la joven.
"¡A la mierda!, si no es ahora no será nunca", arrojando a un lado lo que quedaba de su cigarrillo, comenzó a avanzar en esa dirección, pero observando que uno de esos soldados se acercaba, desvío sus cojos pasos hacia el otro lado de la acera.
El oficial, que no era otro más que Haruka, se detuvo ante su misteriosa apariencia; "¿Está todo en orden?", cuestionó con tono de autoridad.
El sujeto, ocultando su rostro detrás de una espesa barba, se acomodando el sombrero; "Si, señor"
"Bien, puede continuar su camino", firme replicó.
El civil obedeció, aunque no de muy buena gana; "Estoy harto de seguir sus malditas órdenes, estoy cansado de tener que bajar la cabeza ante ellos. Y aún más, no puedo perdonarles lo que me hicieron", apretando el puño masculló.
Ignorando cuál era el sentir de ese hombre y sin imaginar que su amada sufría en silencio, como cada noche el rubio se quedó vigilando el lugar.
Notas de autor;
Michelle; Haruka merece sufrir, aunque de paso la hace sufrir a ella y eso no está bien, pobre de nuestro pollito. Así es, esa bebida no está regulada y he ahí que esté causando estragos en quien la consume.
Kaiohmaru; Pollito merece todo lo bueno del mundo, y que bueno que Michi acepta que tiene cero culpa de lo que su papá le hizo. Haruka merece estar ahí parado, desvelándose y viéndola desde lejos, eso le enseñará a pensar mejor las cosas.
Isavellcota; Desde mi punto de vista Mina es uno de los personaje que más ha sufrido, y puedo decir que incluso más que Michiru o la misma Amy. Y es que aunque no lo parezca las tres tienen un algo en común. Otra cosa es que cada una carga con cierta culpa, aunque la sienten de manera diferente. Ay no, me imaginé a Günther celoso de Haruka y pollito xd.
szar; Haruka en lugar de hacerle un bien a Michi hizo todo lo contrario. No se imagina el calvario que ella está viviendo. Lo que ella menos necesita son problemas y sin embargo siempre están acecho. Mina está igual, cuando creía que todo estaba en orden aparece no solo ese sujeto, sino su esposa para molestarla.
