CAPÍTULO LXXIII

ENTRETEJIENDO EL MAL

La luz del nuevo día se coló a través de la ventana, golpeando los sonrosados rostros de aquellos dos.

Sabiéndose envuelta en los brazos de su amado, Michiru sonrió. "¿Tú también estás contento?", pensó sintiendo a su bebé.

Él, con una mano apoyada en el vientre de la joven, también despertó ante aquellos tiernos golpes, pero prefirió quedarse quieto, disfrutando a través de su piel la sensación.

"Está vivo", contento pensó y luego cerró los ojos, dibujando en sus labios una sonrisa.

Por su parte la aguamarina giró sobre su cuerpo, quedando frente a él. "¿Aún duerme?"

El rubio abrió los ojos, fijando la mirada en la de ella; "Ya no"

"Lamentó haberlo despertado"

"Tú no lo hiciste", acomodándole el cabello que cayó por su frente, expresó.

"¿A que se refiere con que yo no?", riendo un poco fue la pregunta a la que se vio obligada.

"Fue... ", replicó señalando su vientre.

"Ya entiendo. Es muy agradable, ¿Verdad?"

"Por supuesto", contestó.

"Coronel, hay algo muy importante que quiero hablar con usted"

"Solo dilo"

De forma ligera se mordió los labios y sin que sus temores la abandonaran, comenzó; "Pensé que usted estaba interesado en que lo entregara al cuidado del estado"

"¿Por qué habría de estarlo?. Eres su madre, ¿Por qué habría de obligarte a separarte de una parte que es tuya?... pero dime ¿Tú lo consideraste?"

"No, nunca... aunque...", volviendo a ser presa de una idea aún más maldita, se mordió los labios.

"¿Qué sucede?"

"Sabe que estoy sola, no me queda nadie y es por eso que no puedo evitar pensar que si muero nadie se hará cargo de mi bebé. Me aterra la idea de que termine abandonado en uno de esos lugares"

"Nada pasará, esa es una preocupación bien arraigada en las mujeres", replicó recordando a Misaki, que más de una vez le exteriorizó sus más terribles miedos.

"Aún así dígame, ¿Es verdad lo que dijo la otra noche?, ¿Se haría cargo de él?, ¿Si tiene que volver a su hogar lo llevará con usted?, ¿Está dispuesto a protegerlo?"

El rubio asintió; "Es mi hijo y no hay algo que no haría por él, o por ella"

"Y si preguntan por su madre, ¿Les dirá que es una mujer del Norte?, ¿Les hablara de mí?"

"Siempre, no tengo nada que ocultar y nadie tiene por qué preguntar. A nadie le debo respuestas"

"Y a mi hijo ¿Le dirá cómo sucedieron las cosas?"

"Solo si tú lo deseas"

Michiru asintió, limpiándose las lágrimas que resbalaron por sus mejillas. "¿Trabajaran juntos en la granja?"

"Si, como en mi familia ha sido tradición. Aunque si decidiera dedicarse a otra cosa poco podré hacer, a menos que desee unirse al ejército. Eso jamás", expresó recordando a Endimion, un joven de cabellos negros y profundo mirar que por su edad bien pudo haber sido comparado con un niño y cuya muerte había afectado a todo el batallón, y es que pereció a los pocos minutos de iniciar su primera y ultima batalla. "Pero ¿Y si algo me ocurre a mi?"

"Usted sobrevivió a la guerra, no hay algo que pueda doblegarlo"

"Respondeme"

"Le hablaría de usted y de su hermano. Se sentirá orgulloso de saber que su padre fue un héroe"

Haruka negó con la cabeza mientras se ponía de pie; "Sólo nos hacemos daño, mejor dejemos esa conversación"

"Tiene razón", ruborizada asintió.

Gentil el rubio le dedico un sonrisa; "¿Y si le pido que sea mi esposa?, eso la haría sentir más tranquila, aunque sin duda se vería obligada a aceptar. ¡Demonios!, ¿Qué hago?", apretando el puño penso.


(Centro de la ciudad)

Arrastrando lo poco que les quedaba, aquella pareja de viejos avanzaba.

"¿Crees que sigue en pie?", preguntó Helga cuya profesión era o había sido la de médico.

Observando la destrucción que aún se alzaba a lo largo de las calles, el farmacéutico Wilbur, su esposo, cerró los ojos y negó con la cabeza. "Tenemos que estar preparados para lo que vayamos a encontrar"

"Jamás pensé que nos veríamos desplazados. Así debieron sentirse ellos cuando comenzó la invasión", observando a los oficiales del ejército del Sur, ella contestó.

Llegando al punto indicado ambos se quedaron de pie, contemplando que aunque con fracturas, su hogar seguía ahí.

"¿Es real?", cuestionó la mujer.

"Si, es real"

Ambos sonrieron y dejando caer sus pertenencias, a prisa se echaron a correr hacia la construcción.

"Sigue en pie, sigue en pie", ella repetía.

De su bolsillo él tomó la llave para entrar, pero desde el interior un oficial abrió.

"¿Usted quién es?, ¿Está es mi casa?", molesto el señor Wilbur vociferó.

"¿Su casa?"

"Si, es mi casa", el viejo rectifico.

"Wilbur, por favor cálmate", temiendo que aquel mal encarado sujeto llegara a lastimarlos, Helga intervino.

"¿Son ustedes los Kremer?", revisando los documentos que el rubio previamente le entregó, el oficial cuestionó.

"Si, somos los propietarios de este lugar. ¿Por qué pregunta?"

"Lamento informarle que no puede pasar, son órdenes del coronel Haruka T."

"¿Y dónde puedo encontrarlo?, ¿Con qué derecho me impide ingresar a mi hogar?", molesto el farmacéutico cuestionó.

"En esta dirección puede hacerlo, él les dará indicaciones a seguir y podrá responder todas sus dudas", entregándoles un trozo de papel con los datos, el soldado volvió a asegurar la puerta.


(Oficinas de gobierno provisional)

Esperando poder reunirse con Ivanovich, impaciente aquel oficial esperaba.

Y fue luego de un par de minutos que la puerta de la oficina por fin se abrió, permitiéndole el paso.

"Señor", el hombre cuyo uniforme dejaba saber que se trataba de un sanitario, se dirigió a él con los debidos honores.

"¿Y bien?"

"Aquí están los resultados, señor", dijo entregándole los documentos correspondientes.

"¿Cuáles son sus observaciones?", colocándose las lentillas Ivanovich pidió. Y es que poco tiempo tenía para detenerse a leer el informe completo.

"Los tres sujetos murieron por envenenamiento"

"Lo sabía. Esto enviará a Morozov y sus cómplices a prisión. Hemos resuelto el problema", aliviado expresó, pensando que podía concentrarse por completo en el caso del oficial asesinado por un civil.

El médico negó con la cabeza; "Lo dudo, señor. Las muestras encontradas en la bodega que me hicieron llegar están limpias"

"¿Qué quiere decirme?"

"Tres veces revise los resultados y no corresponden. Es decir, el alcohol sobrante que se encontró junto a los tres cadáveres es lo que los mató, pero no se trata del mismo alcohol que Morozov y sus cómplices estaban elaborando"

"¿Podría ser más explícito?"

"La composición es diferente, señor. Ambos fueron elaborados por manos inexpertas. Incluso encuentro variantes en la destilación"

"¿Me está dando a entender que hay más de una persona fabricandolo?"

"Me temo que sí, señor"

Ante sus palabras Ivanovich frunció el entrecejo; "¡Demonios!, los problemas no acaban... tendremos que volver a hablar con Morozov"


(En los campos)

Habiendo llegado al sitio que previamente el oficial les indicó, la pareja de ancianos aguardaba.

"¿Qué va a decirnos ese hombre?", él cuestionó. "¿Que nuestra casa le pertenece porque nosotros destruimos la suya?", molesto masculló.

"Espera, no saques conjeturas", su mujer recomendó.

"No debiste acompañarme, sabes que estos sujetos no respetan ni a una mujer que por su edad bien podría ser su madre"

"No soy tan vieja, querido", entrelazando su brazo al de él, la mujer murmuró.

La puerta por fin se abrió, dando paso al regordete Fiódor. "Pueden pasar"

"Es usted muy amable, comandante", Helga sonrió.

"Capitán Fiódor Matveyev, a sus ordenes", pícaro corrigió a lo que el señor Kremer le lanzó una mirada poco amigable.

Así pues ambos ingresaron en la oficina, contemplando al rubio que detrás del escritorio se encargaba de revisar diversos documentos.

"¿Coronel?", dudando, el farmacéutico se dirigió.

"¿Esperaban ver a un viejo?", levantando la mirada, el rubio la posó en ambos.

"No... no es eso", ante el atractivo joven Helga balbuceó, por su parte Wilbur se aclaró la garganta.

"Así que ustedes son los señores Kremer, pero por favor tomen asiento"

"Si, señor", ambos respondieron.

Haruka sonrió y abriendo el cajón de su escritorio, a su alcance colocó unos chocolates, chocolates que el viejo ignoro.

"¿Son reales?", incrédula la señora Kremer preguntó.

"Y de buena calidad, siéntase libre de tomar todos los que quiera"

Wilbur volvió a aclararse la garganta para dar paso a lo importante; "Coronel, llegue a mi casa y un oficial no me dejo pasar, ¿Por qué si es mi propiedad?... ¿Fue usted quien dio la orden?"

"Si, fui yo", el rubio replicó. "Esa casa me fue entregada luego de que tomáramos la ciudad, se supone que iba a servirme de cuartel"

"¿Mi casa un cuartel?", imaginando las atrocidades que ahí pudieron haberse cometido en contra de civiles, titubeó.

"No es lo que piensa, señor Kremer. Me resultó una lastima que tan hermosa construcción sirviera para semejante propósito, suficiente estaba sufriendo con los constantes bombardeos. Así que la utilice para motivos personales, en especial el sótano, donde encontré sus raciones las cuales me vi obligado a tomar", recordando que ahí se ocultó su amada, lo que le permitió salvarse de ser encontrada la vez que aquellos sujetos ingresaron buscando alimentos, durante un momento se quedó en silencio. "Se de muy buena fuente que huyeron ante nuestro avance, ¿Dónde estuvieron todo este tiempo?"

"Del lado de la ciudad que quedó bajo el dominio del ejército de su majestad, el rey", Helga replicó, recordando lo que el ministro de propaganda dijo sobre el ejército del Sur, mezclando en sus palabras la realidad con un gramo de mentira.

"Sabía que si estaban bien tarde que temprano volverían. Ahora se preguntaran porque se les prohibió el paso. Fue porque sus muros se debilitaron aún más a causa de la última lluvia, en cualquier momento puede derrumbarse"

"Pero es nuestro hogar...", Wilbur intentó expresar.

"Y yo no estoy diciendo lo contrario, señor Kremer. Su hogar nos sirvió de refugio a mi mujer y a mi. Ella ha regresado a su hogar, así que a forma de agradecimiento el suyo está siendo reconstruido. No guardo ninguna intención de despojarlos de lo que es suyo", dijo entregándoles un par de llaves. "Por lo pronto podrán quedarse en el sitio que les indicaré"

"¿Nos está mintiendo?"

"No, yo mismo les informare cuándo es que podrán volver"


(En la prisión)

Revisando el dictamen que el médico le entregó, Ivanovich esperaba a que Morozov fuera presentado ante él.

"Esto se está complicando", pensó.

Luego de un par de minutos la puerta se abrió, dando pasó al sujeto en cuestión, el cual era custodiado por dos oficiales.

"Señor", intentó saludar, pero a causa de las esposas en sus muñecas esa simple tarea le resultó difícil.

"Siéntese", ordenó fijando su inquisidora mirada en la suya.

"¿Qué ocurre? , ¿Ya se definió nuestra situación?", nervioso preguntó.

"Sargento Morozov, ¿Hay más grupos de oficiales elaborando alcohol clandestino?"

El joven se encogió de hombros y negó con la cabeza.

"¿Va responderme usted o debo interrogar a sus amigos?", tomándolo por la camisa prosiguió.

"Ya le dije que no lo sé, señor. Pero no sería de extrañar que no fuéramos los únicos... de igual modo no dudo que haya civiles haciéndolo. La prohibición también afecta a ellos"

Ivanovich no respondió y poniéndose de pie, furioso dirigió sus pasos hacia la salida. "Es algo que ya había pensado, si es así será aún más difícil dar con su procedencia"

"¿Nuestro alcohol mató a esos hombres?", temeroso ante la respuesta que podría recibir, pero que necesitaba conocer, Morozov preguntó.

El hombre, sin darle la cara y abriendo la puerta, respondió; "Usted y sus hombres pueden estar tranquilos, más no los exime de sus responsabilidades, mucho menos del debido castigo"


(En casa de la aguamarina)

Y aunque él no le dijo que regresaría, ella preparo la cena y la mesa para dos.

"Estoy segura de que vendrá", expreso al mismo tiempo que observaba por la ventana, descubriendo que él se aproximaba. "Si, ahí esta", emocionada se dirigió a abrir.

El rubio ingresó y dejando sobre la mesa del recibidor lo que previamente había comprado, caminó hacia ella.

"Buenas noches", depositando un beso en su mejilla saludo.

"Buenas noches", ruborizada respondió.

"Tengo muy buenas noticias para ti, ¿Sabes quienes volvieron a la ciudad?"

Pensando en su hermano, por un segundo ella dudo; "No"

"Los Kremer"

"¿De verdad?"

"Así es, todo este tiempo estuvieron en el territorio que controla el ejército de su majestad, el rey de no sé donde. Pensaron que mi intención era despojarlos de su hogar, pero se quedaron más tranquilos luego de informarles que no guardaba esas intenciones"

"Espero y pronto puedan regresar, necesito darles las gracias"

"Cuando sea posible yo mismo les daré el aviso"

"Estarán muy contentos"

"Sin duda", replicó. "Esto no puede seguir esperando, así que seré sincero con ella. Entonces voy a pedirle que sea mi esposa", decidido a todo, pensó.


(Cerca de ahí)

Aunque existía la prohibición, las severas penas a las que se enfrentaban aquellos que desobedecieran poco parecían importar.

Y es que ahí, en una no muy alejada y oscura calle estaba apunto de llevarse a cabo un clandestino intercambio.

"¿Buscas algo?", cuestiono aquel chiquillo de cabellos negros al oficial que acaba de pasar su lado.

"Si, pero tú no puedes ofrecérmelo", pensando en compañía, replicó el hombre.

"¿Seguro?", mostrándole lo que ocultaba en en una caja, el chiquillo que no era otro más que Wilhem, aquel joven que había sido testigo del fallido intercambio entre Kozlov y Morozov además del arrestó de este último, cuestionó.

"¿Es de buena calidad?, ¿Es seguro beberlo?", preguntó el oficial mientras mantenía la mirada fija en la botella.

"Por supuesto. Pido diez marcos por cada una, tengo seis"

"Confiaré en ti. Dame cinco", expresó entregándole el dinero acordado.

"¿Vas a venderlas entre tus camaradas?", burlón el civil preguntó.

"No te importa", el soldado contestó y tomándolas, a prisa comenzó a alejarse.

"Espero y así sea, mientras nosotros seguiremos elaborando nuestro plan", Wilhem murmuro y apenas se dio la vuelta con intenciones de marcharse, una voz se lo impidió.

"¿Es alcohol?", cuestiono un viejo que todo lo atestiguo.

"No te importa", contestó.

"Me importa... dame un poco, o iré a reportarte"

Wilhem lo ignoró, continuando su camino, sin embargo el sujeto no se daría por vencido.

"¿No me vas a dar un poco?"

El chiquillo apretó el puño; "No puedo, no a ti. Así que por favor no insistas"

"¿Por qué no puedo pagarlo?"

"Porque no puedes beberlo", replicó volviéndose hacia él.

"¿Y ellos si?, ¿Está envenenado?", riendo fueron las dos preguntas que siguieron.

"No... ¡demonios!... está bien, toma un poco", expresó ofreciéndole un trago.

Con prisa el viejo pegó los sedientos labios a la botella, bebiendo con vivo interés y manchando aún más su sucia camisa.

"Poco importará, es muy viejo", Wilhem pensó desviando la mirada.

Sin embargo hubo algo que a uno lo distrajo y al otro lo hizo derrumbarse. Y ese algo fue un disparo hecho desde la distancia, el cual terminó impactando la espalda del anciano, dándole una muerte rápida.

"¿Qué?, ¿Ahora?", preocupado el chiquillo chillo.

Luego cuatro disparos más fueron hechos, irrumpiendo la tranquilidad de la madrugada y dejando a tres oficiales muertos y a uno mal herido.


Notas de autor;

szer; Ella entendió que con herir a Michi nada ganaba. Bien o mal, haya muerto o no, Gunther obtuvo lo que merecía y eso debe ser suficiente como para acallar su rencor, aparte está el hecho de que va a ser madre y por su hijo debe volver a comenzar. Entre Haruka y Michi todo está en paz, ojalá y así siga y como dices, que los demás olviden lo sucedido.

Michelle; Mientras Haruka no se decida a hablar seguirá siendo carcomido por las dudas. Con su silencio se hace y le hace daño a Michi. No creo que Lita deba decirle nada, ella bien sabe que Gunther no fue bueno y terminó por convertirse en un monstruo. Saber que su hermano ordenó tal barbarie terminaría por destruirla.

Kaiohmaru; Al menos la condicionada funcionó para bien, Haruka no puede ir y venir a su antojo porque lo único que logra es que Michi piense mal de sus intenciones. Y de paso le da de qué hablar a los demás.

Isavellcota; Pedirle a Lita que deje de sentir lo que siente hacia Gunther y los demás es imposible. El odio y el dolor son sentimientos difíciles de desterrar, pero entiende que a Michi no tiene porqué molestar, ella solo es la hermana del hombre que le hizo tanto daño. Ojalá Haruka se anime a formalizar esa familia, no se va a poder resistir a su pollito.

Kyoky; No eres la única que está contenta. Estuvo mal porque ahora ella piensa que Haruka está ahí solo por su hijo, pero la verdad es que él se lo tenía bien merecido. Dice amarla y preocuparse por ella, pero va y viene y se tiene que esconder como si ella fuera su amante, negándole su lugar no solo como mujer, sino como madre de su pollito. También se lo merece por hablarle como lo hizo. Si, ya es hora de que Lita también sane, sin duda su bebé será un gran apoyo.