CAPÍTULO LXXIX
ENEMIGO OCULTO
(Hace tres años. En algún lugar del Sur)
Con una retorcida sonrisa y sin que a su rostro asomara un ápice de culpabilidad por la masacre que en la aldea ordenó, de vez en cuando Günther contemplaba a su asustada presa.
Ella, la joven Mileva, sabiendo que a cada segundo se iban adentrando más en el espeso bosque, no pensaba en otra cosa que no fuera escapar de esa pesadilla a ojos abiertos.
"¿Me tienes miedo?", rompiendo con el tenso silencio, él preguntó mientras le acariciaba la pálida mejilla.
Sin poder llorar a causa del horror que la recorría, asintió de forma ligera.
"¿Por qué?, no soy un hombre malo", respondió.
Ante la actitud de su superior, el cabo que conducía los observó a través del espejo retrovisor. "Es injusto que el si pueda permitirse ciertas cosas", pensó.
"Dime, ¿Me tienes miedo?", volvió a preguntar a lo que la joven esta vez negó con la cabeza. "Así está mejor... mira, ya hemos llegado"
Los autos detuvieron su marcha y al instante los oficiales que los ocupaban descendieron a la espera de recibir nuevas indicaciones.
"Baja, hazlo con cuidado", ignorándolos, él pelinegro ordenó y ella obedeció.
Observando que se encontraban en un improvisado campamento militar, las más terribles ideas la embargaron al punto de hacerla temblar.
"Por favor ven conmigo", sonriendo para devolverle la confianza, fue la orden que siguió.
Por su parte la joven no se movió.
"¿No vas a hacerlo?", Günther gritó avanzando hacia ella, luego cambió esa tosca mueca. "Ya te dije que no hay motivo para tener miedo. Como te habrás dado cuenta para bien y para mal aquí mando yo. Ninguno de mis hombres va a lastimarte, a menos de que yo les ordene lo contrario, así que solo de ti depende que cambié de parecer, ¿De acuerdo?"
Ante sus amenazas y sabiendo cuales eran sus perversas intenciones, accedió a acompañarlo a su improvisada tienda de campaña.
"No dices nada, pero sé que te preguntas porque no ordene que fueras puesta en el camión junto con tus amigas, pero ¿Estas segura de que deseas saber la respuesta?", preguntó fijando una juguetona mirada en ella, luego procedió a servirse un trago.
Mileva asintió, pero no porque le importara sino a causa de sus amenazas. Sin embargo, de su respuesta no dependía que Günther hablara. Él había decidido por los dos.
"Te dije que me recuerdas a alguien, ese alguien es mi hermana", dijo entrelazando los dedos en sus cabellos turquesa.
La mujer no emitió palabra, pero fue esa extraña confesión la que le devolvió cierta confianza. "Si le recuerdo a alguien que ama, entonces no puede ser tan malo como para herirme", concluyó de forma apresurada.
Llevando el trago a sus sedientos labios, el pelinegro se recostó en su improvisada cama. "Ahora desnúdate"
Creyendo haber mal entendido, Mileva frunció el entrecejo y no se movió.
"¿Qué no me escuchaste?", gritó arrojando el vaso al suelo.
Con prisa ella obedeció, pero permaneciendo en sus interiores.
"Así está mejor", posando una mirada aún más perversa que su sonrisa, Günther avanzó hacia ella y una vez que estuvieron frente a frente la envolvió en un maldito abrazo, que no era otra cosa más que el preámbulo al infierno.
La respiración de la chiquilla se volvió pesada y sus miembros fueron envueltos en un frío escalofrío. "Si le recuerdo a su propia hermana, ¿Por qué me hace esto?", a punto de desvanecerse se preguntó.
"¿Crees que estoy enfermo?", cuestiono luego de haberla besado.
Ella no fue capaz de responder.
"Voy a hacerte una confesión. Llegue a odiar a todos los hombres que la rodeaban porque yo sería el único que jamás podría poseerla, pero de alguna forma hoy eso cambiará porque te tengo a ti", señalo mientras deslizaba sus toscas manos por su erizada piel. "¿Sabes?, olvide mencionar que durante mucho tiempo yo también creí estar enfermo y llegué a castigarme por ello, pero hace no mucho descubrí que ella no es mi hermana, al menos no de sangre", añadió antes de consumar el más grotesco y humillante de los actos.
Y de nuevo la eterna pregunta, de haber sabido que a consecuencia de sus sanguinarias acciones algún día su amada se encontraría en la situación de esa inocente mujer, ¿Habría actuado como lo hizo?
(Presente. Oficina de gobierno provisional)
Sentado detrás del escritorio que dispusieron para él, Otto, el joven que fue arrestado luego de que tratara de auxiliar al hombre que Helmut asesinó, sin saber que el médico en jefe de su unidad fue uno de los arrestados, pasaba el tiempo estudiando.
"¿Hasta cuándo voy a estar en este maldito lugar?", cerrando el libro murmuró y acto seguido observó a través de la única ventana abierta. "Deseo que todo esto termine cuanto antes, tengo que volver a la clínica y sobre todo con mi familia", pensó.
De pronto la puerta se abrió, dando pasó a un comandante.
"Vístete, tienes que venir conmigo", ordenó.
"¿Perdón?"
"Lo que escuchaste, toma tus cosas y sígueme"
"Dígame, ¿Ya encontraron al culpable?"
"Mientras estabas aquí pasaron cosas que ni te imaginas. Ya te enterarás"
"¿Cómo qué?"
"Ya te dije que cosas que ni te imaginas. Entra", ordenó abriendo la puerta.
Habiendo sido conducido a una habitación apartada, por él esperaban varios oficiales entre los que estaban Ivanovivh y Pavlov.
"Señor Otto Bach, le aseguro que no tiene de qué preocuparse. Se trata de una ronda de reconocimiento. Por favor ayúdenos a hacer justicia", Ivanovich señaló.
"Como usted diga, señor"
Así pues Morozov y sus cómplices fueron ingresados en el lugar. "¿Los reconoce?"
Otto negó con la cabeza; "Era de noche, no pude ver bien su rostro"
"Observelos bien, ¿Alguno de ellos fue el que dio muerte al oficial?"
"No lo sé", nervioso contestó.
Y así pasó una hora, hora en la que en rondas de seis sujetos trató de identificar al perpetrador de esa noche.
Ante lo infructífero que su búsqueda estaba resultado y pensando en los seis civiles encontrados en la bodega y el que se suicidó, Ivanovich procedió; "Acompáñeme al anfiteatro"
Otto accedió, aunque dudando un poco.
"¿Es alguno de ellos?", fue la pregunta que siguió.
"Le repito, estaba oscuro y llovía, no puedo señalar a nadie"
"¿Recuerda algo en específico?"
"Se los dije, el sujeto era cojo y se movía con dificultad. Iba en ropa de civil y su barba era muy espesa"
"Dentro de poco usted será médico, así que dígame ¿Es posible que alguien finja una discapacidad?"
"Es posible, pero de haber sido el caso cuando trató de huir habría corregido su postura"
Ante sus respuestas Ivanovich asintió; "Puede irse"
"Gracias, señor"
"Si su presencia es requerida entonces tendrá que volver"
"Si, señor"
"Ahora vaya y firme su libertad", sin ánimo añadió.
Esperando quedarse a solas, Pavlov habló; "Un civil disparó en contra de un oficial y al igual que en los otros casos, el que lo hizo utilizó armas de las nuestras... ¿Sabe que pienso, Ivanovich?"
"¿Qué no hay oficiales inmiscuidos en este asunto?, ¿Qué se trata del mismo tirador?"
"Veo que usted también lo cree posible. Es probable que así sea y estoy casi seguro de que el asesino es uno de ellos", dijo señalando los siete cuerpos. "Llovía y era de noche, es por eso que no puede determinar quién lo hizo"
"Le doy la razón, pero de ser el caso. ¿Por qué murieron tantos oficiales?"
"Quizás porque no quisieron seguir intercambiando armas y amenazaron con hacérnoslo saber"
"Eso no explica la muerte de los civiles… no puedo mantener a los médicos en prisión, así que ordenaré que sean puestos en libertad"
"¿Por qué?", cuestionó Pavlov.
"Porque teniéndolos libres me es más fácil vigilarlos. Si algo saben o están involucrados no tardarán en dar un paso en falso que los delate", concluyó.
(En la prisión)
Nada ganando con continuar despiertos es que Mizuno y Sidorov por fin se rindieron al descanso, donde al menos su pensamiento era libre.
Y habrían seguido en ese estado, sin embargo ambas celdas fueron abiertas.
"Despierten", echando luz sobre sus rostros, ordenó el comandante a cargo de la prisión.
"¿Eh?", terriblemente confundido Sidorov observó en todas direcciones. "Estaba soñando que volvía a casa"
"¿Nos está mintiendo?", componiéndose el uniforme, Mizuno pregunto.
"Lo que escucharon, son hombres libres", el oficial rectifico.
"¿Por qué?, ¿Se trata de una broma?", arreglándose el desaliñado cabello, el médico no pudo evitar cuestionar.
Ante su insistente interrogatorio el comandante resopló y rodó los ojos; "En lugar de hacer cuestionamientos deberías estar feliz. Andando, fuera"
A prisa ambos tomaron sus pocas pertenencias y acto seguido fueron conducidos a la oficina principal para firmar los documentos correspondientes.
No deseando pasar un instante más en ese lugar, con la misma prisa de antes dirigieron sus pasos hacia la salida.
Contemplando la noche y sintiendo el fresco de la madrugada golpeando sus mejillas, ambos no pudieron evitar suspirar.
"Nuestro arresto duró poco más de veinticuatro horas, pero fue lo suficiente como para echar de menos la libertad", él médico señaló.
"Estoy ansiosa por dormir como se debe", dijo la peliazul y luego bostezo.
"¿Vas a llamar a alguien para que venga por ti?", esperando un no por respuesta, Sidorov preguntó.
"Es de madrugada, no deseo molestarlos"
"Y yo no puedo permitir que vayas sola, así que ¿Me permites acompañarte?, ¿Podríamos pedir un aventón?"
Mizuno rió un poco; "Tú mismo lo has dicho, podríamos pedir un aventón, pero a decir verdad prefiero caminar"
"Tienes razón, disfrutemos de que nuestra libertad, sin embargo no has respondido mi pregunta"
"Por supuesto", contestó emprendiendo el camino hacia la clínica.
"Al menos ahora es seguro caminar de noche, no hay alguien que suponga una amenaza para nosotros"
"Cierto"
Y al igual que ellos, todos los médicos y algunos de los otros detenidos fueron excarcelados sin saber que serían vigilados.
Mientras tanto Sidorov y Mizuno continuaban su interesante conversación.
"Hemos llegado"
"Hubiera preferido que el camino fuera más largo, de esa forma podríamos seguir charlando"
"Lo mismo pienso, no lo hacíamos desde que dejamos la universidad"
"Ha pasado mucho tiempo, y ahora que hablo de tiempo no te lo quito más. ¡Adiós!"
"¡Adiós!"
El comenzó a alejarse, pero deteniéndose volvió la cabeza hacia ella. "Espero que pronto podamos volver a vernos, pero en otras circunstancias"
"Yo también", ella replicó agitando su mano.
Así pues Mizuno ingresó en la clínica, tomando por sorpresa a todos los que fueron testigos de su deshonroso arresto.
"¿Estás bien?", apresurandose hacia ella, Mina cuestionó.
"Terriblemente cansada, pero mi fatiga va más allá de lo físico", contestó la cirujano mientras tomaba asiento.
"¿Por qué no nos avisaste para que fuéramos por ti?", ofreciéndole agua, Mina pregunto.
"Muchas molestias ya les he dado. No estuve sola, mi vecino de celda me acompañó"
"Lo importante es que ya estas de vuelta"
"Me dejaron en libertad porque no encontraron nada en mi contra, ¿No sé qué esperaban?"
"Desde el principio lo sabían, pero prefirieron buscar en el lugar equivocado. Voy a traerte algo de comer"
"Antes tengo que ir a ver como esta Fritz"
"En medio de todo esto tengo una buena noticia para ti. Despertó hace algunas horas, está fuera de peligro"
"¿De verdad?"
"Aún se encuentra un poco desorientado, pero sobre todo triste por no haber podido ayudar"
"Ni siquiera el mejor médico hubiera podido hacer algo por ellos. Estaban muertos desde que ingirieron ese maldito veneno", habiendo dicho, a prisa dirigió sus pasos hacia la habitación del joven.
(En algún lugar de la ciudad)
Burlón por los descubrimientos hechos, Helmut ingresó en el ático.
"¿Todo en orden?", bebiendo su acostumbrado trago, Wolf, el cazador cuestionó.
"Si"
"¿Qué pudiste investigar?", dejando a un lado el vaso, observó a través de la mirilla del rifle.
Helmut, de pie a sus espaldas sonrió con cierta malicia; "No mucho, respondió. "Si superas lo que descubrí, sin duda terminaría por enloquecerte", pensó sellando sus labios para no ceder ante la tentación de confesar.
"Entonces no me hagas perder el tiempo, habla"
"Sobre los arrestados están cayendo todas las sospechas, y aún más en los imbeciles que trabajaban en la bodega"
Ante esas palabras Wolf sonrió. "Todo ha resultado mejor de lo que planeé. ¿Ya te deshiciste de ese mocoso?"
"No hizo falta, se encargó de él mismo
El cazador rió un poco y palmeandole la espalda, le ofreció un poco de la embriagante bebida. "Ven, celebremos"
"Si supieras no estarías tan contento. Dudo mucho que algo puedas hacer, ese hombre no es tonto como Ulrich", recordando el destino de ese joven de cabellos castaños, pensó. "¿Cuándo llevaremos a cabo el plan principal?"
"Ten paciencia, hay que dejar que se confíen y crean que el asunto ya terminó. ¿Con cuantos hombres contamos?"
"Somos cerca de cien, espero que para entonces seamos más"
"Cuando lo crea oportuno actuaremos"
"Se hará como tú digas"
"Por supuesto que así será, siempre ha sido así", Wolf contestó llevando la embriagante bebida a sus labios. "¿Sabes?, me apetece salir"
"¿A dónde?"
"A caminar… por ahí", respondió volviendo a beber.
Sabiendo hacia donde iba encaminada esa vaga respuesta, Helmut asintió y torció los labios, formando una forzada sonrisa.
"Vete y por favor afeitate, pareces uno de esos indeseables"
"Como ordene, señor", sus labios dijeron mientras que para sus adentros no deseaba otra cosa más que burlarse de él, luego abandonó el lugar.
Esperando quedarse completamente a solas, Wolf camino hacia el mueble y abriendo los cajones, orgulloso contemplo su negro uniforme militar, luego con asco observo el uniforme del oficial del Sur al que asesino.
"No me queda de otra", tomándolo comenzó a vestirlo.
Quitándose el guante, se tocó la severa quemadura que se extendía desde sus dedos hasta su codo, luego volvió la mirada hacia el espejo.
Observándose en ese uniforme extranjero, con el cabello que alguna vez fue negro y lo irreconocible de su rostro, fue como ver a otro hombre.
"A un hombre joven y guapo el uniforme siempre le sienta bien. A las mujeres siempre les atrae un hombre bien plantado y bien vestido", fueron las malditas palabras que de nuevo resonaron en su cabeza y embargado por la ira, con sus puños rompió el espejo. "Callate, maldito viejo. Tú tienes toda la culpa", gritó.
Recobrando la debida compostura Wolf se acomodo el cabello y colocándose la pilotka, abandonó su cobarde escondite, emprendiendo camino hacia ese bien conocido lugar. Y aunque a su paso se iba encontrando a esos hombres extranjeros, ninguno sospechó que se trataba del enemigo.
Y al igual que con Helmut, apenas arribó se quedó a una prudente distancia.
"La calle está deshecha... ¿Qué demonios significa esto?, ¿Me habré equivocado?..., no, imposible", murmuró observando la única construcción que se alzaba sobre la acera, pero más que las dudas, pesó su ansiedad.
Avanzando hacia ella, estiró su mano para acariciar sus muros.
"Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que nos vimos, desde la última vez que cruce este umbral", sin saber qué esperar estuvo tentado a llamar, pero en cambio se limitó a pegar el oído contra la puerta a la espera de poder escuchar algo. "Es imposible querer llenar el vació de una persona con otra, eso sin importar que tanto se le parezca", murmuró trayendo a la memoria el recuerdo de la joven de cabellos turquesa a la que secuestro de aquella aldea. "Detrás de esta puerta está ella, la mujer que siempre he amado... sería tan fácil... tan fácil... tan fácil", colocando la mano en la cerradura, enloquecido gimió.
Notas de autor;
Siempre se trató de Gunther-hunter-cazador. De algún modo logró sobrevivir.
Michelle; Si, ese sujeto es su eterno enamorado. Michi siempre lo ha sabido, pero nunca fue de su agrado, y con lo que le hizo mucho menos. Si vio que está encinta, por eso desea burlarse de su amigo.
Kaiohmaru; Si, Helmut es ese buitre de la fiesta. Y pensar que su papá si lo quería de yerno, pero como vemos es un poco menos peor que Gunther.
isavellcota; Ellos dos, pero sobre todo Gunther es quien está detrás de todo lo malo que pasa en la ciudad. Ellos y muchos otros civiles están inconformes con los resultados de la guerra y he ahí las consecuencias, no les importa herir a los inocentes.
szer; Helmut es menos tonto e impulsivo que Gunther (y mas cuando se trata de su hermana), así que es mas probable que él termine cometiendo un error. Y si eso ocurre el único que saldrá perdiendo es él. Ojala y se encuentren con Haruka para que les de lo que merecen.
kyoky; Amy es una buena médico, a ella solo le importa ayudar a quien la necesite. Habrá quienes piensen que ayuda a Michi por la posición que ocupa con Haruka, pero la verdad es que lo hace por amor a su profesión, de igual modo Mina, que aceptó ayudar a Rei y a Nicolás a pesar de que él estuvo en su tierra haciendo la guerra. No es que Haruka quiera dejarla sola, pero es que por bien de todos tiene que salir a poner orden.
