CAPÍTULO LXXXI
INCERTIDUMBRE
Y de nuevo esas malditas palabras retumbaron en su cabeza, provocando en su corazón un terrible dolor y dejando en su alma una herida.
"¿Ya tiene que volver?", no deseando escuchar un sí por respuesta, titubeante pregunto.
"No he recibido notificación, pero hace mucho tiempo el estado se ofreció a comprar mi granja, cosa a la que me negué. Sin embargo hace algunos meses hice la petición y han accedido"
Sabiendo que la granja perteneció a su familia durante generaciones, la joven frunció el entrecejo; "¿Por qué?... Lo lamento, coronel. No debí preguntar", mordiéndose los labios desvió la mirada.
"Porque ahí no me queda nada, tan solo un montón de tierra", trayendo a la memoria aquel maldito día, ligeramente negó con la cabeza, como si de alguna forma ese simple gesto le fuera a permitir olvidar. "Si ellos vivieran estarían esperando por mi y yo no sabría qué hacer… Como sea, no puedo regresar", recordando que sus vecinos no hicieron nada por ayudar a su familia y como lo acusaron de forma injusta, lleno de ira apretó el puño. "Estoy seguro de que creen que estoy muerto… no les tengo miedo, pero si me volviera a encontrar con ellos sé que mi actuar no sería el más prudente prudente", muy pensativo se quedó.
"Sé cómo se siente, cree estar solo, pero si él me lo pidiera jamás volvería a estarlo. Por siempre nos tendrá a nosotros", deseando hacérselo saber, en lo más profundo de su alma Michiru guardo sus más íntimos pensamientos y sentimientos.
"¿Cuánto falta para que el bebé nazca?", rompiendo con el tenso silencio que del comedor se apoderó, él preguntó.
"No mucho, estoy ansiosa", acariciando su vientre contenta contestó.
Titubeante el rubio asintió de forma ligera; "Podría ir y estar de vuelta para cuando ocurra"
"¿Lo cree posible?", no muy segura la aguamarina cuestionó.
Comprendiendo que todo acto de la naturaleza estaba fuera de su control, Haruka no fue capaz de responder.
"Si así lo desea no tiene de qué preocuparse, estaremos bien", sonriendo para devolverle la confianza perdida, la aguamarina señaló.
"Lo sé, Mizuno es una excelente médico", replicó. "Te prometo que volveré a tiempo"
Ella asintió, perdiendo el apetito y guardándose las lágrimas.
"De tener oportunidad voy a investigar qué sucedió con tu hermano. Espero que alguien pueda darme respuestas. Por favor dame todos sus datos y de ser posible una fotografía"
"¿De verdad puede hacerlo?"
"No prometo mucho, pero peor es no hacer nada"
"Muchas gracias, coronel"
(Mañana siguiente. En la prisión)
Resignados a su condena, la cual pudo haber sido peor, es que Morozov y sus cómplices en la elaboración de alcohol cambiaron sus uniformes verde olivo por los carcelarios.
"De héroes de la nación pasamos a ser criminales", profundamente afligido él se lamentó.
"Te recuerdo que fue tu maldita idea, es tu culpa que estemos aquí"
"Yo habría preferido morir antes que cargar con esta vergüenza"
"Conocíamos los riesgos y aún así seguimos adelante"
"Cada uno es responsable de la decisión buena o mala que tomó"
"Es verdad, al menos el comandante ya fue liberado"
"Ustedes, silencio", ordenó el encargado de la prisión.
"Tres años, solo serán tres años", esperando que ese tiempo fuera lo más llevadero posible, Morozov murmuró.
(En las granjas)
Y de nuevo la indecisión volvió a hacerlo presa, impidiéndole concentrarse.
"No creo que irme en este momento sea lo mejor, quizás deba esperar a que el bebé nazca. Aunque estoy seguro de que decida lo que decida ella pensara que me estoy alejando. ¡Maldición!, ¿Qué debo hacer?", murmuró y acto seguido se llevó las manos a la cabeza.
Entonces ese diálogo con él mismo fue interrumpido por el oficial que llamó a la puerta; "¿Coronel Haruka T.?"
"Soy yo, ¿Qué pasa?", temiendo que se tratara de algo referente a la situación de Mizuno, titubeo.
"Tengo un mensaje para usted", expresó mientras le entregaba el sobre.
"Puede retirarse", ordenó y una vez que se quedó a solas, se dispuso a leer el contenido. "Una invitación al teatro. Lo había olvidado, pronto será el cumpleaños del viejo Volkov"
(En algún lugar de la ciudad)
Bastante pensativa por lo que él le dijo la noche anterior, la joven realizaba sus compras.
"Quizás pretende abandonarme cuando más lo necesito", víctima de terribles ideas, concluyó.
Y fue que avanzando un par de calles más, sus pasos tropezaron con los de su buena amiga, la pelinegra Rei.
"Hace mucho que no nos veíamos, que gusto encontrarte"
"Lo mismo digo", olvidando por un instante sus terribles penas, contenta la aguamarina replicó.
"¿Cómo has estado?"
"Bien y veo que tú también"
"La verdad es que sí, pero dime ¿Tienes tiempo para que vayamos a beber un refresco?", Rei cuestionó.
"Por supuesto"
Continuando su interesante conversación, ambas arribaron a un lugar bien conocido, el cual más de una vez funcionó como centro de reunión para los más altos líderes del partido, pero aquello formaba parte de un pasado que a toda costa Gunther intentaba desenterrar.
Así pues ambas se sentaron a disfrutar de los más dulces y deliciosos postres.
"¿Para cuando nace tu bebé?"
"Diría que ya es cuestión de días, cada vez estoy más ansiosa", colocando la mano sobre su vientre, orgullosa Michiru respondió.
"Que alegría, el mio va a la mitad", la pelinegra replicó dejando escapar una ligera risa. "Pero dime, ¿Lo que dicen es verdad?, que enviaron a prisión a muchos médicos y oficiales luego de lo que pasó", conociendo la "privilegiada" posición de su amiga, en voz baja cuestionó.
"No sé mucho porque no es algo de lo que él hable conmigo, pero la médico en jefe Mizuno fue arrestada sin motivo alguno. Ella es la superior inmediata de la teniente Aino, tu amiga"
"¡Vaya!"
"Lo bueno es que ya fue liberada"
"¿Qué hay de ti?, ¿Ya te sinceraste con ese hombre?"
Ante su pregunta la aguamarina se encogió de hombros; "Desde que nos conocimos lo único que he hecho es darle problemas. Aunque demuestre que no, muy en el fondo debe odiarme"
"Por favor no digas eso, tampoco te hagas daño"
"Es la verdad", contestó guardandose lo sucedido hacía una semanas.
"Sabes que te quiere, tienes que admitirlo", Rei dijo antes de llevar un bocado a sus labios.
"No lo creo, pero al menos se preocupa mucho por nosotros dos"
"Más bien pienso que no te das cuenta, o él sabe fingir muy bien"
Recordando las palabras de la noche anterior, la joven negó con la cabeza; "Me ha dicho que tiene que ir a la capital de su nación. Me jura que estará de vuelta antes de que el bebé nazca, pero no sé porque siento que si se marcha, jamás volveré a verlo", permitiendo que unas cuantas lágrimas libres fluyeran, expresó. "No quiero que se vaya, pero no puedo decírselo"
"Si te lo prometió entonces confía en él"
"Porque lo amo es que tengo que aceptar que se tiene que ir, porque lo amo es que debo aceptar que quizás no regresará"
"Dime, ¿Cuántas veces te ha mentido?"
Michiru se quedó pensativa y luego negó con la cabeza; "Jamás"
"Entonces no te tortures más, mujer. Confía en su palabra"
Recordando su retorno a ella luego de que el tren diera la vuelta y como después renunció a la oportunidad de volver a su patria, se limpió el llanto. "Es verdad"
Fijando la mirada en la de su amiga, Rei sonrió; "Ahora dime, si él te pidiera ir con él y no regresar jamás, ¿Aceptarías?, ¿Aceptarías ir a vivir a su lugar de nacimiento?"
Ante su pregunta la joven profesora asintió; "Iría con él a donde lo pidiera y sin importar si es lejos o cerca, o si es a un palacio o a una caverna"
La pelinegra sonrió satisfecha; "Espero y pronto se lo diga, lo único que con su silencio logra es hacerse daño. De seguir así para cuando lo decida podría ser demasiado tarde"
(En la clínica)
En medio de la tristeza, el dolor y el odio había casos en los que aquellos malos sentimientos eran opacados por el cariño, la alegría y la esperanza, y es que contrario a lo sucedido hacía varias noches, durante la madrugada nuevas vidas llegaron a poblar aquella desolada ciudad, cosa que a Mizuno y a los demás emociono.
"¿Contento?", la peliazul cuestionó a Fritz.
"Y mucho", replicó el futuro médico mientras sostenía a uno de los bebés. "Que bueno que volvió a tiempo, capitana", agregó agradeciendo también el haber estado despierto para ayudar en los nacimientos.
"Por favor no te extralimites, aún tienes que descansar"
"Como ordene, señora"
Por su parte y sin mucha expresión en su pálido rostro, la rubia y siempre hermosa mujer contemplaba a los pequeños.
Amy, notando su semblante, cautelosa dirigió sus pasos hacia ella; "¿Estás bien?"
"Por supuesto", contestó limpiándose el molesto sudor que acudió a perlarle la frente.
"¿Estás segura?"
"Si, solo un poco cansada… Los del lado izquierdo son los que quedarán bajo la tutela del estado. Mañana vendrán por ellos"
La peliazul negó con la cabeza; "Es muy pronto, tengo fe en que alguna de ellas se arrepienta de su decisión"
"Tienes razón, luego podría ser demasiado tarde", contemplando a uno de ellos, se mordió los labios.
"Voy a llamar y pedir que vengan hasta el fin de semana"
"De acuerdo", respondió la rubia enfermera.
Nada convencida la joven médico asintió y sin decir nada más, regresó a sus ocupaciones. "Hay heridas que nunca sanan, y puedo ver que la suya está más abierta que nunca"
Y de nuevo embargada por la tristeza más grande que una mujer puede llegar a padecer, en sus brazos Mina acuno a uno de esos desafortunados; "Jamás voy a perdonarme por haberlo pensado, ni por habérselo pedido a Mizuno, pero Dios y tú saben que no fue mi intención. Espero y un día puedas perdonarme", imaginando cómo habría podido ser su vida, se lamentó.
(En casa de la aguamarina)
No deseando importunarla con esa conversación que tarde que temprano tendrían que retomar, prudente el rubio se dirigió a su amada.
"¿Sabes?, dentro de algunos días el teatro será reabierto, converge con el cumpleaños del general Volkov y me llegó una invitación y quería saber si me harías el honor de acompañarme", nervioso pidió.
Ante tan inesperada petición la aguamarina se quedó sin saber qué responder. "¿Yo?"
"Si. Desconozco cual es el programa, pero sin duda será una velada maravillosa. ¿Qué dices?"
"Por mi encantada, coronel, pero ¿Está bien que yo vaya con usted?, ¿No preferiría que alguna de las capitanas o la teniente lo hiciera?", deseosa de darle un sí por respuesta, prudente pregunto.
"No, es mi deseo que tú vayas conmigo. Pero si no quieres entenderé", desilusionado, de forma ligera se encogió de hombros.
Por su parte la joven se mordió los labios. "No me mal entienda, coronel, pero ¿Seré bienvenida?... ¿Será bien visto que un oficial de su rango se haga acompañar por una civil?, no deseo acarrearle más problemas, tampoco deseo que piensen mal de usted"
Haruka negó con la cabeza; "No tienes de qué preocuparte, saben que estás conmigo. Además la invitación es para dos y en ninguna parte menciona restricción alguna, pero si te molesta que te vean a mi lado…", no alcanzó a decir.
"Para nada, coronel. Aceptó ir con usted y adonde me lo pida", fijando la mirada en la suya como esperando que también le pidiera acompañarlo en su viaje al Sur, replicó.
Emocionado el rubio recobró la confianza y sonriendo, de forma gentil le acomodo el cabello que cayó por su frente; "Usaré mi uniforme de gala, de igual modo tú debes llevar un precioso vestido que dudo y pueda resaltar aún más… Lo que quiero decir es que mañana a primera hora ve y compra todo lo que necesites, todo lo que tú desees. Ni siquiera veas el precio, que envíen la factura a mi oficina"
Ruborizada asintió. "Gracias, coronel"
"Esa noche voy a pedirle que se case conmigo, si acepta entonces podremos ir juntos al Sur, aunque dudo que esté en condiciones de hacer un viaje tan pesado… Sea como sea verá que mi intención es regresar a su lado para jamás volver a separarnos", pensó mientras le besaba la mejilla.
(En el ático)
La noticia de que dentro de unos días el teatro sería reabierto fue algo que emocionó a todos porque tal y como Volkov dijo, era una clara señal de que las cosas estaban en orden.
Por su parte Gunther, sin imaginar lo que estaba a punto de escuchar y como ya era su costumbre, bebía sin moderación alguna mientras coreaba los himnos que alguna vez enaltecieron el poderío de su ejército.
Helmut, que ya era conocedor de tan magnífico evento, ingresó en el lugar.
"Supongo que tú presencia se debe a algo importante, ¿o no?", al borde de la inconsciencia él alguna vez pelinegro cuestionó.
"Aciertas", el cojo hombre contestó y avanzando hacia la mesa, se sirvió un trago. "Creo que el momento de llevar a cabo el plan por fin ha llegado"
"¿A qué te refieres?", extrañado el otro se reincorporo y frunció el entrecejo.
"En tres días el teatro será reabierto, lo que converge con el cumpleaños del anciano que tienen por general. Así que para celebrarlo, a la primera función sólo asistirán los más altos rangos del ejército. Ya sabes, coroneles, tenientes coroneles y demás civiles importantes. Sin embargo estos últimos son lo de menos, ¿no?"
Ante sus emocionantes palabras Gunther abandonó su asiento; "Sin duda debe tratarse de una señal enviada por ÉL y los dioses… ve y llama a los miembros principales, pídeles que sean discretos a la hora de transmitir mis órdenes. Diles que ha llegado la hora de recuperar el control de esta ciudad"
"Sabía que mi noticia te pondría de buen humor", el alguna vez castaño dijo y acto seguido llevó la embriagante bebida a sus labios.
"Eres menos tonto de lo que imaginaba, ahora ve y haz lo que te ordene", palmeandole la mejilla, señalo.
"Sí, señor", haciendo ante él el debido saludó, con la misma prisa que arribó abandonó el lugar.
Contemplando su negro y gastado uniforme militar, Gunther inflamo el pecho en el mas puro orgullo; "Este mundo volverá a ser uno habitado por la raza superior, cumpliremos con la misión que nos fue encomendada. Nos desharemos de todos ellos y de sus hijos, que no representan otra cosa más que nuestra vergüenza", gritó. "Pronto, Michiru, pronto pondré a tus pies el dominio de esta nación", enloquecido agregó y frente al espejo como en los viejos tiempos, de forma grotesca alzó el brazo.
Notas de autor;
Michelle; En efecto, Gunther no tiene escrúpulos. Solo piensa en él y cree que lo que hace está bien al punto de importarle poco si hiere a alguien. ¿Por qué Gunther se alejó?, porque no es tonto, de haber seguido adelante habría echado a perder lo que ha venido planeando.
Kaiohmaru; No te preocupes, luego abordaremos qué fue de Mileva. Helmut sospecha que Gunther la ama, pero no sabe que no son hermanos. Así que verlo rabiar lo satisface. Ha sabido resistir y no decirle todo lo que sabe.
Isavellcota; Como podemos darnos cuenta, Gunther tiene cierto grado de locura, el verdadero problema es que mas que estar demente, es un sádico en toda la extensión de la palabra. Si bien es cierto que está enamorado de su hermana (de una forma totalmente enfermiza y sabiendo lo que le hizo a esa mujer por parecerse a ella) si él llegara a saber que está al lado de su enemigo ¿Tú crees que sería capaz de herirla?. ¿Podría más la ira que ese "cariño"?
Isabelle; Hola y bienvenida. Me alegra mucho que mi historia te guste y te hayas tomado el tiempo de comentar. Es verdad, entre los dos no se hace ninguno y pues más vale que Michi hubiera estado sola, que cerca de alguno de los dos.
Kyoky; El único punto a favor de Gunther (y no lo estoy defendiendo xd), es que nació en la época equivocada. La atención psiquiátrica poco hubiera podido hacer por él, además el contexto que le tocó vivir alimento más su sadismo y locura. Haruka no aprende la lección, ve lo que pasó con Amy y ahí va a buscar problemas, pero lo hace por ayudar a su amiga.
szar; No te preocupes, Gunther no le apuntó a Mako.
Muy cierto, siempre se utiliza la defensa de "segui órdenes", "si no cumplía a mi me harían lo mismo". En el 45 se llevó a cabo un juicio (creo que fue el primero en contra de a criminales n*z.s) y una de las acusadas al ya no poder defenderse con ese alegato (porque le era en vano), dijo algo así "Si H. es culpable, entonces yo también", pienso que al decir esas palabras, esa persona acepto su grado de responsabilidad, pero culpando a alguien más de lo que tuvo que hacer. Pareciera que los únicos que están destinados a enfrentar a la "justicia" son los que están en la base de toda pirámide. Los que orquestaron todo o ocupan lugares importantes, o murieron o escaparon. Aunque duela decirlo, pareciera que el mal está destinado a triunfar sobre el bien.
