El cuarto progenitor
El tren se deslizaba lentamente por la vasta llanura nevada, su maquinaria metálica resonando a través del silencio helado. Desde las ventanas, se podían ver las montañas cubiertas de blanco y los árboles desnudos de hojas, cubiertos por una delgada capa de escarcha. Los pasajeros, algunos relajados y otros tensos, apenas notaban el paisaje. Entre ellos, un grupo particular viajaba en silencio, con la mirada fija en sus propios pensamientos. Era el equipo RWBY, acompañado de Nora, Ren, Pyrrha y Qrow. Su misión era crucial, y la tensión en el aire lo dejaba claro. Habían salido de Haven con la reliquia en su poder, dirigiéndose a Atlas, donde esperaban entregar el preciado artefacto. Sabían que el viaje sería largo y peligroso, pero no había otra opción. Las fuerzas del mal los seguían de cerca, y cualquier desvío o retraso podría significar su fin.
A pesar de la urgencia de su misión, todos compartían una preocupación más cercana y personal: el bienestar de Jaune. Desde que abandonaron Haven, había incertidumbre sobre su destino. Jaune había quedado atrapado durante el derrumbe de la cámara de Haven, y aunque no había evidencia clara de su muerte, tampoco había pruebas de que estuviera vivo. Era una incógnita dolorosa que cada miembro del equipo procesaba a su manera. Nora, en particular, se mantenía en silencio, con la mirada perdida en el suelo, mientras Ren, siempre sereno, apretaba sus puños en señal de tensión contenida. Todos estaban visiblemente preocupados, aunque intentaban mantenerse centrados en la tarea que tenían por delante.
Sin embargo, no todos compartían la misma inquietud. Ruby y Pyrrha, apartadas del grupo, intercambiaban susurros en el rincón del vagón. Ruby miraba por la ventana, con el ceño fruncido, mientras hablaba en voz baja. "Sé que Jaune está vivo," dijo, su voz apenas audible sobre el ruido del tren. "Pero eso no significa que no esté preocupada por él. No sabemos en qué estado se encuentra" Pyrrha, siempre la figura calma y serena, intentaba consolar a Ruby. "No debes preocuparte por su muerte," le dijo suavemente. "Recuerda, Jaune es inmortal ahora. Desde que se convirtió en vampiro, las reglas han cambiado para él. Su muerte no es algo que debas temer."
Ruby suspiró, pero no parecía completamente aliviada. "Lo sé, Pyrrha. No es su muerte lo que me preocupa. Es la idea de que esté atrapado bajo una montaña de escombros, sin poder salir. Que esté ahí, solo, sin ayuda, sin manera de regresar con nosotros." Pyrrha asintió, comprendiendo el temor de Ruby. Ella también había tenido esos pensamientos, pero sabía que debían mantenerse fuertes. "Jaune es mucho más poderoso ahora, Ruby," le recordó. "No es el mismo chico que solía ser. Sus habilidades como vampiro le han dado una fortaleza increíble. Debes confiar en que él encontrará la manera de salir de esa situación y volver con nosotros, como siempre lo ha hecho."
Justo cuando Pyrrha terminaba de hablar, un estruendo sacudió el tren, interrumpiendo la conversación. El vagón tembló por unos segundos, lo suficiente para que todos los presentes miraran alrededor con alarma. "¿Qué fue eso?" preguntó Nora, poniéndose de pie rápidamente. Los demás también se levantaron, tensos y vigilantes. Ruby y Pyrrha intercambiaron una mirada antes de asomarse por una de las ventanas, buscando la causa del temblor. Lo que vieron fuera no les dio ninguna tranquilidad. A lo lejos, acercándose rápidamente, había una horda de Grimms. Las criaturas oscuras y feroces se movían con velocidad, sus ojos brillando con una maldad implacable. "Grimms," murmuró Qrow, entrecerrando los ojos.
No había tiempo que perder. Todos salieron rápidamente hacia el techo del tren en movimiento, el frío viento gélido azotando sus rostros mientras se preparaban para la batalla. Cada miembro del equipo tomó su posición, las armas desenfundadas y listas para enfrentar a las criaturas. El tren seguía su curso a través del paisaje nevado, pero ahora tenían que protegerlo, no solo por ellos, sino por los civiles que viajaban a bordo. Ruby, con su Crescent Rose en mano, se colocó en la parte delantera, liderando al grupo. Qrow, con su semblante serio, ocupó su posición junto a ella. Los demás, Nora, Ren y Pyrrha, también se prepararon para el combate.
La primera oleada de Grimms fue brutal. Las criaturas treparon al tren con una velocidad aterradora, lanzándose contra ellos con todo su odio. Nora, con su característico martillo, golpeaba a los enemigos con una fuerza demoledora, mientras Ren la cubría, eliminando a las bestias que se acercaban por detrás. Pyrrha, con su lanza en mano, luchaba con una gracia letal, derribando a cada Grimm que osaba acercarse. Ruby y Qrow, trabajando juntos, utilizaban su velocidad y precisión para deshacerse de los enemigos que venían en masa. Fue una batalla intensa, pero el equipo RWBY y sus aliados lograron salir victoriosos, acabando con la primera oleada.
Jadeantes, pero aliviados, todos miraron a su alrededor, pensando que la amenaza había pasado. Pero no fue así. Desde el horizonte, una segunda oleada de Grimms se acercaba rápidamente, más grande y peligrosa que la anterior. Los rostros de todos se endurecieron al ver la nueva amenaza. "No puede ser," murmuró Pyrrha, mientras observaba la creciente horda. "¿Cuántos más van a venir?" Qrow, con su habitual tono cínico, escupió al suelo y dijo: "Es por la reliquia. Mientras la tengamos, seguirán viniendo. No podemos seguir así. No duraremos mucho más si seguimos luchando en el tren."
Las palabras de Qrow pesaron sobre el grupo, que comenzó a dudar sobre cuál era el mejor curso de acción. Si continuaban luchando en el tren, no solo pondrían en peligro sus vidas, sino también la de los inocentes pasajeros que no tenían manera de defenderse. Ruby miró a su equipo, sabiendo que debía tomar una decisión difícil. "Debemos alejarnos del tren," dijo finalmente. "No podemos seguir poniendo en riesgo a los civiles. Si los Grimms están aquí por la reliquia, debemos llevarla lo más lejos posible."
Los demás se miraron entre sí, sorprendidos por la propuesta. No era fácil abandonar el tren en movimiento, menos aún cuando atravesaba un acantilado cubierto de nieve, pero las palabras de Ruby tenían sentido. "No me gusta esta idea," admitió Ren, "pero no veo otra opción mejor." Nora asintió a su lado. "Si eso es lo que tenemos que hacer, lo haremos. Pero más nos vale sobrevivir a esto." Qrow, con una expresión grave, también dio su aprobación. "Está bien, saltaremos. Pero no será fácil."
Uno a uno, se prepararon para lo inevitable. El tren avanzaba rápidamente por un pequeño acantilado, y la nieve caía con mayor intensidad, dificultando la visibilidad. Cuando llegaron al borde del precipicio, sin más tiempo que perder, todos saltaron del tren en movimiento, lanzándose al vacío con un salto de fe. La nieve amortiguó sus caídas, y mientras se levantaban, sacudiéndose la helada del cuerpo, miraron hacia el tren que se alejaba en la distancia. Para su sorpresa, los Grimms comenzaron a dispersarse, aparentemente desorientados por la desaparición de la reliquia.
Ruby se puso en pie, observando el tren hasta que desapareció por completo en el horizonte. Pyrrha se acercó a ella, poniéndole una mano en el hombro. "Tomamos la decisión correcta," le dijo con firmeza. Ruby asintió, aunque una parte de ella seguía preocupada. "Espero que sí," murmuró.
Mientras el viento helado continuaba soplando con fuerza sobre la nieve, el equipo RWBY y sus aliados comenzaron a caminar lentamente, alejándose del acantilado y del tren que ya no podían ver en el horizonte. La decisión de saltar del tren había sido necesaria, pero ahora enfrentaban una nueva serie de desafíos. El terreno nevado era traicionero y, sin transporte, sabían que el viaje a pie hasta Atlas sería aún más arduo y peligroso de lo que habían anticipado. Aún con la reliquia en su poder, la amenaza de los Grimms seguía latente.
Nora, que normalmente era la chispa de energía del grupo, caminaba en silencio, con la mirada clavada en la nieve. Parecía más reflexiva que de costumbre, algo que no pasó desapercibido para Ren, quien se mantuvo cerca de ella, ofreciéndole apoyo con su mera presencia. Mientras avanzaban, Pyrrha, siempre observadora, se acercó a Ruby, que lideraba la marcha. "¿Qué crees que deberíamos hacer ahora?" preguntó en voz baja, manteniendo el tono confidencial que habían compartido antes. Ruby frunció el ceño, concentrada en la vasta extensión blanca frente a ellos. "Primero, necesitamos encontrar refugio," respondió Ruby, deteniéndose brevemente para mirar a su alrededor. "No podemos seguir caminando a este ritmo en medio de esta tormenta. Si no descansamos, no llegaremos a Atlas."
Pyrrha asintió, aunque ambos sabían que encontrar refugio en un desierto nevado no era tarea fácil. La nieve comenzaba a caer con más fuerza, reduciendo la visibilidad. Qrow, siempre con una actitud estoica pero cansada, se adelantó un poco, mirando al horizonte como si esperara que la tormenta se calmara. "Este lugar es un maldito infierno helado," murmuró, sacudiéndose la nieve del cabello y echando un vistazo hacia el grupo. "Pero Ruby tiene razón. No podemos seguir caminando sin rumbo. Debemos encontrar un lugar donde reagruparnos y pensar en nuestro siguiente paso."
Los minutos se convirtieron en horas mientras el equipo avanzaba con dificultad a través de la nieve. El paisaje alrededor de ellos no cambiaba; solo había más nieve, más montañas y más viento. Sin embargo, Ren, con su aguda percepción, fue el primero en notar algo fuera de lugar. "Esperen," dijo, levantando la mano para que todos se detuvieran. "Hay algo... ahí adelante." Nora se acercó a él, siguiendo su mirada. A lo lejos, apenas visible entre la neblina y la nieve, se levantaba una estructura, parcialmente enterrada bajo el hielo.
"¿Será un refugio?" preguntó Ruby, su voz cargada de esperanza. "No lo sé," respondió Ren, frunciendo el ceño. "Pero parece un edificio. Tal vez podamos resguardarnos ahí por un tiempo." Sin más opciones a la vista, el grupo decidió avanzar hacia la estructura. El viento arremetía contra ellos, haciéndoles cada paso más difícil, pero la promesa de refugio los impulsaba a seguir.
Al acercarse, vieron que la estructura era lo que quedaba de una antigua estación de tren abandonada, sus paredes parcialmente derruidas y cubiertas de nieve. A pesar de su estado deteriorado, ofrecía algo de resguardo del viento y la tormenta. "No es mucho, pero es mejor que nada," dijo Qrow, inspeccionando el lugar con la mirada cansada. Entraron al interior del edificio, sacudiéndose la nieve de encima y buscando cualquier rincón que les brindara algo de calor o seguridad.
Una vez dentro, encendieron una pequeña fogata con lo poco que encontraron, usando algunos viejos tablones de madera que habían resistido el paso del tiempo. La luz y el calor del fuego ofrecieron un respiro muy necesario al equipo, que se sentó alrededor, compartiendo el escaso calor y tratando de mantenerse optimistas. Ruby observaba las llamas, su mente claramente ocupada en algo más. "¿Crees que fue lo correcto saltar del tren?" preguntó, mirando a Pyrrha, quien estaba a su lado. La guerrera pelirroja asintió, aunque con un aire pensativo. "No teníamos otra opción, Ruby. Salvar a los civiles era lo más importante. Y los Grimms habrían seguido viniendo por la reliquia si nos quedábamos."
Ruby suspiró, claramente insatisfecha con esa respuesta, pero sabía que Pyrrha tenía razón. Lo que más le preocupaba ahora era Jaune. "Debemos encontrar a Jaune," murmuró, más para sí misma que para los demás. "Él es parte de esta misión tanto como cualquiera de nosotros." Pyrrha le dio una mirada de comprensión, pero no dijo nada. Ambas sabían que encontrar a Jaune no sería fácil, pero también sabían que él era crucial para lo que venía a continuación.
El silencio se apoderó del grupo por un momento, solo roto por el crepitar del fuego y el aullido del viento afuera. Qrow, siempre atento, decidió romper el hielo. "Tenemos que planear nuestro próximo movimiento," dijo, mirando al grupo con ojos cansados pero decididos. "No podemos quedarnos aquí mucho tiempo. La tormenta pasará, pero los Grimms no dejarán de buscarnos."
Ruby asintió, consciente de la urgencia. "Mañana al amanecer, continuaremos hacia Atlas," dijo, su voz firme a pesar de la fatiga. "Estamos más cerca de lo que parece, y una vez que estemos allí, podremos entregar la reliquia y reunirnos con los refuerzos." Los demás asintieron en silencio, sabiendo que no había tiempo para dudas ni vacilaciones. Sin embargo, en el fondo de sus mentes, todos compartían la misma preocupación: la incertidumbre sobre el destino de Jaune y los peligros que aún les aguardaban en el camino.
Con el plan establecido, el grupo decidió turnarse para vigilar durante la noche, mientras los demás descansaban. El cansancio era palpable en todos ellos, pero sabían que necesitarían cada fragmento de energía para lo que venía. Pyrrha fue la primera en ofrecerse para el primer turno de vigilancia, mientras los demás se acomodaban cerca del fuego. Ruby la miró antes de cerrar los ojos. "Gracias, Pyrrha," dijo en voz baja, dejando que el sueño la venciera poco a poco.
y otro capitulo, espero que les este gustando, no duden en dejar un comentario.
