Capítulo 7

Después del Viaje.

Tres días habían pasado desde que el viaje terminó y Rin estaba sentada frente a su computadora meditando por milésima vez la posibilidad de mandar un correo electrónico o no.

El tiempo desde la última vez que supo de Sesshoumaru se le había hecho eterno con todo y que se esforzó por mantenerse ocupada, hizo todo, desde limpiar su casa hasta inscribirse en un curso de dibujo, pero nada funcionaba.

Ella prometió no apegarse, nada de sentimientos… y no es que los tuviera, por supuesto que no estaba enamorada de él, pero extrañaba la compañía. Sus días solitarios eran tan normales que no debería sentirse mal, pero así era. Y como obviamente estar en contacto con Kagome y Sango no era una opción… quería verlo a él.

Revisó su texto y la imagen que había adjuntado… se le tiñeron de rojo las mejillas nada más en pensar que esa fotografía saldría de sus manos e iría a parar por siempre a las de alguien más. Por lo menos conocía lo suficiente a Sesshoumaru para saber que no la publicaría.

Respiró profundo y dio un simple clic para enviar el correo. Listo. Estaba hecho y su corazón se desbocó de los nervios y la emoción. Una parte de ella deseaba quedarse mirando a la pantalla hasta que él respondiera, pero era más inteligente que eso, así que cerró todo y decidió aprovechar que se estrenaba una nueva exposición de arte en un museo. Se puso un suéter y salió decidida a olvidarse por completo de Sesshoumaru esa noche. Ojalá pudiera lograrlo.

..

Sesshoumaru llegó temprano a su oficina y empezó a caminar en círculos. Las cosas no estaban saliendo tan bien como se suponía que lo hicieran. Le tomó más de un día entero poder entrar en contacto con la persona que le informó sobre las acciones que deseaba adquirir y de él no obtuvo más que respuestas vagas. Al parecer el precio de las acciones sería más alto de lo esperado y la venta se estaba retrasando. Según su informante los actuales dueños intentaban hacer un último intento por reestructurar la compañía y no perderla. Él pensaba que era una tarea imposible, pero mientras quisieran hacerlo le darían problemas.

Si las acciones conservaban el precio más elevado, entonces ni con lo que obtuvo de la herencia sería suficiente para tener control absoluto, poseería una parte considerable, pero no era lo que él deseaba. Intentó pensar en otras posibilidades, revisó todos los casos que manejaba en su trabajo actual deseando detectar algo que le diera dinero extra, pero no tuvo suerte. También buscó opciones a través de los bancos pero un préstamo de la cantidad necesaria sería muy arriesgado si algo salía mal.

Él siempre tuvo cierto talento para las inversiones y un instinto insuperable para detectar los puntos débiles de las personas y las estructuras corporativas. Por eso era que tenía un trabajo que pagaba tan bien y los contactos necesarios para que su futuro sonara aún mejor… pero de todas formas estaba teniendo el contratiempo. Y odiaba esperar.

Se quedó quieto ante la ventana de su oficina y miró hacia la ciudad por un momento. Pensó que le caería bien alguna distracción esa noche. Trabajaría el día entero y después saldría para olvidarse del mundo y dejar que las cosas siguieran su curso, de todas formas no tendría más noticias hasta el lunes.

Al final miró al reloj y vio que debería estar haciendo algo productivo, por eso fue y abrió la computadora. Como de costumbre comenzó por abrir su correo electrónico y lo que encontró ahí los sorprendió. La chiquilla loca le había mandado algo con un archivo adjunto.

Lo abrió y leyó las cortas líneas. Eso no le pareció muy importante en comparación a la imagen que le mandó. Al instante supo que tendría problemas para concentrarse todo el día.

Supongo que nunca te mandé la fotografía que me pediste ¿no es tarde ya?

Si ya no la necesitas sólo elimínala ;)

Por cierto… estaba pensando en usar eso mismo este viernes por la noche.

En el archivo adjunto estaba ella, una imagen tomada frente al espejo en la que vio las líneas sutiles de su cuerpo cubierto apenas por lencería roja. Su cabello estaba despeinado y sus ojos castaños brillaban con inocencia y atrevimiento. Ni siquiera supo cuánto tiempo pasó observándola.

Consideró cómo responder a eso de una manera adecuada. A cualquier otra mujer la hubiera ignorado considerando el correo y la foto como un intento desesperado por llamar su atención, pero a Rin quería responderle en ese mismo momento, tomar su auto y visitarla para pasar todo el día metidos en la cama ¿qué le hacía esa mujer?

Frunció el seño con desagrado hacia sí mismo y se preparó para responder con algo sencillo pero directo, que no le hiciera ver a la chiquilla loca lo mucho que estaba interesado pero que le asegurara tenerla a su disposición esa noche.

Escribió apenas un poco y lo mandó. Después, vio la fotografía un par de minutos más antes de ser capaz de poner el asunto a un lado y regresar a su trabajo. Era la primera vez que alguien se interponía así entre sus ideas, que le robaba el tiempo con el siempre hecho de existir. Pensaría que estaría molesto con ella, pero no, sólo tenía unos enormes deseos de tenerla a su disposición sin una sola prendía encima.

..

Rin POV

Era viernes, justo como la noche en la que nos conocimos y de la misma forma estaba de pie en la puerta de un lugar que nunca antes visité e iba arreglada hasta la médula de los huesos… quizás un poco más. Sin embargo la diferencia más básica era que ya no tenía miedo sino las más grandes ansias por encontrarme con él.

Después de que le mandé mi fotografía en ropa interior Sesshoumaru me respondió de la manera más directa del mundo, como todo un hombre de negocios, sólo con una dirección, fecha y hora para vernos, como extra agregó una clave extraña y la instrucción de anotarla y entregarla en la puerta.

De este sitio yo no conocía el nombre y al parecer era algo más privado que el bar anterior pues no tenía letreros y la fachada era blanca y lisa. Por la puerta abierta se notaba luz tenue y música suave, el guardia de pie ahí bien podría pasar por un comensal, pues no llevaba traje negro ni nada parecido.

Respiré profundo en cuanto mi taxi se fue y me acerqué, ya llevaba la dichosa clave en la mano y sólo se la entregué el guardia cuando me miró inquisitivo, él la recibió y sacó su teléfono para ver algo, luego de unos segundos se hizo a un lado para que pasara.

- ¿Has estado aquí antes? –me preguntó en el tono más casual del mundo, como si fuéramos viejos amigos.

- No. –le contesté sin saber exactamente a qué tipo de lugar me había llevado Sesshoumaru. Aún se veía como un café sin mucha personalidad pero era imposible pasar por alto la atmósfera de misterio.

- Puede que te pierdas. –me informó y justo en ese momento iba pasando una chica vestida tan informal como él ¿es que no debí ponerme un vestido? - ¡Ana! –le gritó y ella de inmediato fue con una sonrisa. – La señorita nunca nos ha visitado antes. Va al restaurant, la última mesa ¿puedes acompañarla?

- Por supuesto. –inclinó un poco la cabeza amanera de saludo e hice lo mismo, luego la seguí.

Me pareció un poco extraño que si la instrucción era tan sencilla el guardia pensara que podía perderme, pero conforme fuimos avanzando la verdad es que agradecí no ir sola. Por un lado porque definitivamente jamás hubiera dado con la ubicación del restaurant, ese lugar era como un laberinto. Y por otro… hubiera estado aterrada. La construcción tenía un estilo algo antiguo diseñado como un pasillo intrincado que tenía varias habitaciones, unas cerradas y otras abiertas, y ramificaciones que no sabía si llevaban a algún sitio o no.

Después de varias vueltas llegamos a un área más abierta que tenía algo así como cubículos redondos algo separados los unos de los otros, además quedaban aislados por cortinas, me condujo hasta el fondo y me señaló uno de ellos, yo asentí y la vi marcharse, no sabía qué hacer.

Se suponía que Sesshoumaru estaba al otro lado de la cortina pero… ¿y si no? ¿Tan difícil hubiera sido encontrarnos en otro lado? Respiré profundo y con mucho cuidado fui abriendo la tela poco a poco. Para mi gran desconcierto y alivio, ahí estaba él sentado en una de las mesas más raras que hubiera visto jamás.

El cubículo era de estilo oriental, la mesa quedaba casi a nivel de piso y era redonda, el lugar para sentarse era un sillón amplio con la misma forma que estaba algo así como un poco enterrado para que al sentarte de manera normal pareciera que lo hacías en el suelo raso sobre tus propias piernas.

- ¿Te gusta? –inquirió con una media sonrisa dibujada, se estaba divirtiendo de lo lindo con mi expresión de incredulidad.

- Es extraño. –contesté sin saber qué más decirle y me quedé observando el lugar en un intento por tratar de descifrar cómo demonios sentarme sin romperme algo, el vestido entallado y los tacones de aguja no fueron la mejor idea.

- Ven acá. –me llamó y me extendió la mano, supuse que querría ayudarme y por lo menos eso se lo agradecí.

Di dos pasos en su dirección y entrelacé mis dedos con los suyos, él me haló hasta que quedé cerca de él pero por el desnivel del sillón su rostro quedó a la altura de mis muslos. El muy tonto sólo me mordió. No es que me doliera, al contrario, pero me tomó tan por sorpresa que me asustó.

- Relájate. –murmuró contra mi piel y sentí su lengua recorrer un patrón circular suave hacia la cara interna de mi pierna.

Por un lado sentí mis piernas aflojarse un poco, pero por otro me daba pánico que algún mesero entrara en ese instante cuando él bien podía estar a punto de darme el sexo oral que tanto estaba esperando. Por lo menos me felicité por no llevar medias.

- Quiero sentarme. –le dije intentando sonar firme, pero creo que salió más bien como una súplica.

- ¿Te pusiste la lencería? –inquirió mientras su mano libre acariciaba mi otra pierna, al mismo tiempo siguió con los besos.

- Sí. Pero si no me ayudas a sentarme ahora mismo, te juro que no la vas a ver.

Él se detuvo en seco y me miró a los ojos, sentí resplandecer algo de ira en los suyos, esa era su parte dominante, ese empresario que no tomaba órdenes de nadie. Pues bueno, de mí iba a tener que aceptarlas cuando intentaba cometer locuras como tener sexo en la mesa del restaurant.

- Aquí. –me señaló al otro lado suyo y vi una parte que no era sillón sino piedra, un escalón. Justo lo que necesitaba.

Aún apoyada de su mano bajé y me senté, él se movió un poco para dejarme espacio y asentí en agradecimiento. Iba a hacerle un comentario sobre su elección para esa noche pero no me lo permitió, sus labios atacaron los míos tan pronto como me tuvo a su alcance.

Y fue en ese momento cuando me di cuenta de que mi cuerpo también estaba ansioso por verlo… y sentirlo. Sin dudarlo enredé ambas manos en su nuca y junté nuestros torsos, restaurant o no, deseaba sentir sus músculos y su respiración agitada. Él deslizó sus manos hasta mi cadera y me tomó para sentarme sobre su regazo. Una pequeña parte de mi mente se sorprendió porque hubiera espacio suficiente para estar en esa posición.

No supe cuánto tiempo estuvimos así, pero cuando por fin se detuvo yo estaba en una nube, queriendo tener a Sesshoumaru dentro de mí y sabía que él deseaba exactamente lo mismo, la erección prominente en su pantalón lo delataba.

Le sonreí y me quité de su regazo para sentarme a su lado de manera normal, si es que se podía hacer eso en ese lugar tan raro y me mentalicé para ser paciente durante toda la cena, ya después podría disfrutarlo a él.

..

- ¿Agua mineral? -cuestionó Sesshoumaru a su pareja y ella sintió, luego utilizó un botón para llamar al mesero, quien estuvo ahí muy pronto para tomar su orden. Otro wiskey para él, agua mineral para la señorita.

Al retirarse el mesero se aseguró de dejar la cortina perfectamente cerrada al rededor, Rin lo notó y se le hizo extraño, pero antes de que pudiera preguntar el motivo de todo el diseño escuchó ruidos provenientes de la mesa más cercana, no eran conversaciones, sino exclamaciones de placer.

- ¿Qué es eso? -le preguntó a su acompañante sorprendida y ruborizada.

- Asumo que es la primera vez que vienes a un club swinger. -aseguró Sesshoumaru curvando la comisura de sus labios. Rin de repente perdió todo el color del rostro ¿es que quería intercambiarla con otro hombre? - No te pongas pálida, te ves mejor sonrojada.

Él se acercó lentamente para dejar un beso sobre su cuello mientras una de sus manos subía por su pierna desnuda, pero Rin no perdió un gramo de tensión.

- Sí eras un psicópata después de todo. Hasta me hiciste creer que no.

- Un aventurero, más bien. Chiquilla loca. -susurró en su oído y ella se estremeció contra su voluntad.

- No tan loca como para irme con otro hombre. -afirmó con toda la determinación plasmada en su voz.

- Jamás lo intentaría. Te quiero para mí. -él sin perder la calma ya habiendo presentido que ella podría llegar a aquella errada conclusión, siguió besando su cuello y su oído. - Pero aquí se pueden hacer cosas que en otros restaurantes, no.

Antes de que Rin pudiera procesar qué podría significar eso, él inmiscuyó una mano por debajo de su vestido hasta acariciar la lencería. La sintió húmeda y se deleitó mientras plantaba suaves caricias.

- Pueden venir. -se quejó ella sin muchos ánimos, ya habiéndose olvidado de lo que estaba escuchando unos momentos antes.

- No. Sólo si los llamo. -le aclaró mientras hacía a un lado la tela de fino encaje para inmiscuirse un poco, ella exclamó y se mordió el labio inferior para no gritar. - Puedes hacerlo. -le dijo él sabiendo que ella se esforzaba por guardar silencio.

Rin no respondió, pero dejó de luchar contra la parte coherente de su cerebro y se dejó llevar, sólo disfrutó de los labios de Sesshoumaru en su cuello y sus dedos diestros en su interior, una y otra vez, hasta que la hizo alcanzar un orgasmo de una forma en la que jamás se hubiera imaginado.

- Va a ser divertido. -le aseguró el hombre mientras se retiraba de su cuerpo y llamaba al mesero, casi de inmediato la cortina se abrió y les entregaron sus bebidas, Sesshoumaru no dudó en hacer la orden para los alimentos mientras su compañera aún trataba de asimilar lo que acababa de suceder. Esta vez con el rostro enrojecido de pura emoción.

- ¿Por eso tienen tantos cuartos? ¿La gente está teniendo sexo en todos lados? -lo cuestionó mientras daba un sorbo a su bebida.

- Agrandes rasgos, sí. No existe una fórmula única. No todos son iguales. Inclusive aquí puedes encontrar diferentes opciones.

- Ilumíname. -le pidió riendo sin saber todavía si iba a entusiasmarse o asustarse.

- Tienen una alberca que es zona común, un salón muy grande donde también se permite cualquier cosa. Además en las puertas que pasaste de camino hay habitaciones para grupos pequeños, generalmente cuatro personas que van a intercambiar parejas y les gusta mirar. Hay un cuarto para la autosatisfacción donde no se puede tocar a nadie más. Y, desde luego, el restaurant, donde la privacidad visual es absoluta, pero la auditiva no tanto.

Rin meditó un poco todo lo que acababa de escuchar y trató de imaginarlo sin juzgar, al final comenzó a reírse y él levantó una ceja para cuestionarla.

- No sé si en verdad soy yo la loca, por nunca haber pensado que existían estos lugares, o si los locos son todos los demás que, al parecer, lo vuelven un lugar muy rentable.

- Tu locura es un punto bien establecido desde el principio. -le aclaró Sesshoumaru con un atisbo de sonrisa antes de atacar sus labios de nuevo.

Rin le correspondió el beso y en un intento osado por averiguar si en verdad sería capaz de seguirle el juego le abrió los pantalones y recorrió su ropa interior lo necesario para dejarlo expuesto. Él pensó que se divertiría provocándolo, pero no. Al instante la joven se sentó sobre él a horcajadas y sin dejar pasar ni un momento lo guio hasta la entrada de su cuerpo sorteando apenas el encaje que no la cubría casi nada.

Sesshoumaru la tomó por la cadera para seguir su ritmo y ni siquiera se molestó en tratar de suprimir los sonidos que escapaban de su pecho. Él conocía más de una de las habitaciones de ese club, pero nunca antes el mero hecho de estar ahí con alguien logró incitarlo así, tanto, que se olvidó por completo de los preservativos y ni siquiera le importó cuando los recordó.

Rin continuó con los movimientos rítmicos, besándole el cuello y disfrutando cada instante, no supo de dónde salió esa mujer osada, pero le gustaba ser así y continuó disfrutándolo a cada segundo hasta que lo sintió derramarse en su interior y también se dejó ir.

- Interesante. -le susurró al hombre todavía con la respiración entrecortada.

- No tienes idea. -respondió él con su tono de hielo, pero Rin pudo escuchar la sonrisa en su voz.

Cuando la joven se sintió capaz de moverse, se retiró para sentarse a su lado otra vez y acomodarse el cabello, empezaba a anticipar, más que a temer lo que le depararía el resto de la velada.

...

Después de quedarse en el club hasta altas horas de la madrugada Sesshoumaru la llevó a casa y no dudó en subir con ella cuando lo invitó a pasar. Habían tenido varios momentos furtivos de placer, pero bien podría disfrutarla de nuevo y, de paso, aclarar un punto que comenzaba a molestarlo ahora que tenía la cabeza más fría.

- ¿Y cómo va la compra de tu nueva empresa? -lo cuestionó sonriendo Rin mientras llegaba con dos vasos de limonada fría. Él pensó en llevar unas botellas de vino para tenerlas ahí y de inmediato se reprimió a sí mismo. No debería estar anticipando pasar ahí mucho tiempo.

- Complicada. -contestó sin ganas de abordar ese tema.

- Si necesitas más dinero sólo dilo, tengo algo de cambio en el bolsillo. -bromeó Rin y él casi sonrió.

- Lo tomaré en cuenta.

Para ese momento la incomodidad de Sesshoumaru era evidente, por lo menos para la chica que ya había aprendido a interpretarlo más de lo que a él le gustaría y no deseaba retenerlo más allá de lo que él deseara estar ahí.

- Si tienes que irte, hazlo. No creas que me voy a ofender. -le aclaró y él le puso los ojos en blanco.

- Todavía no termino contigo. -le aseguró recorriendo su cuerpo con los ojos. - Pero hay algo importante qué hablar. En el restaurante no utilizamos preservativo.

- ¿Tienes algo que contagiarme? -le preguntó frunciendo el seño.

- ¿Tienes un útero que se pueda embarazar? -regresó él la pregunta y Rin se rio.

- No te preocupes por eso. -aseguró tranquila, pero de inmediato se dio cuenta de su error, no deseaba que él indagara. - Por lo menos hoy no hay problema.

Ella se encogió de hombros en un ademán tan confiado que Sesshoumaru se olvidó de esa preocupación y decidió que bien valdría la pena, si estaban en un día seguro, terminar de aprovechar la noche.

Aunque tuviera que volver a casa después del amanecer, valdría la pena por cada hora de placer que pasara con Rin.

Sin darse cuenta en las últimas semanas muchas cosas habían cambiado para Sesshoumaru. Y todo tenía que ver con la chiquilla loca del internet.

Después de las dificultades iniciales para concretar la compra de la farmacéutica lentamente todas las piezas cayeron en su lugar y ahora era dueño de la mayor parte de las acciones y, por lo tanto, podía hacer lo que él deseara. Ya estaba trabajando en un plan para sacarla a flote y hacerla una de las empresas más rentables del país, todo gracias a la parte de la herencia que pudo obtener con su falso compromiso.

Y además, también sus noches de fin de semana habían cambiado, hacía mucho que no iba a un bar en búsqueda de la mujer más hermosa y dispuesta a marcharse con él, sino que a media semana siempre recibía un correo electrónico con una fotografía no apta para todos los ojos y luego la citaba en algún sitio.

En un inicio sólo fueron los viernes, después repitieron los sábados y esa semana no sería la excepción. No era que le apeteciera mezclar sentimientos, sabía perfectamente que era capaz de dejar ir a Rin en cualquier momento, pero la deseaba demasiado todavía.

De repente, mientras iba manejando hacia su departamento sonó su teléfono y vio el nombre de su padre en el identificador, no era la primera vez que llamaba, así que no sería prudente ignorarlo de nuevo.

- Padre. -contestó preparándose para las mentiras que tuviera que decir.

- Sesshoumaru, me alegra que me contestes. Estábamos empezando a preocuparnos ¿cómo están? -inquirió algo aliviado y su hijo de inmediato notó el plural, claro que se refería a él y a su "futura esposa".

- Bien. Voy de camino al departamento. -afirmó no queriendo elaborar más respuestas falsas de las estrictamente necesarias.

- ¿Cómo está ella? ¿Ya inició su tratamiento, cierto?

- Sí. Está bien. Sólo cansada.

- Izayoi quiere hablar con ella, te llamo en una hora, hijo, para que puedan conversar.

Inu no Taisho terminó la comunicación y él lo maldijo por dentro. Dentro de todo su plan perfecto nunca llegó a plantearse la posibilidad de que todos se encariñaran con la actriz y desearan saber más, pensó que sólo mantendrían la cortesía más simple, pero se había equivocado.

Suspiró buscando en su mente alguna forma de eludir la situación, pero antes de que algo se le ocurriera recibió otra llamada, esta vez de la misma Rin.

- Psicópata. -lo saludó entusiasmada, pero su voz sonaba algo extraña. - Lamento ser portadora de malas noticias, pero no creo que sea buena idea seguir con nuestros planes hoy, tengo un resfriado o algo así.

- Tienes que venir. Hoy no puedes enfermarte. -la regañó, pues le estaba sumando aún más inconvenientes a su noche. Sin dudarlo dio vuelta en la siguiente esquina y emprendió camino para recogerla.

- Ya estoy enferma. No creo que quieras contagiarte.

- Mi padre acaba de llamar y en una hora Izayoi va a hacerlo para hablar contigo. Voy por ti, puedes estar enferma en mi departamento todo el fin de semana si quieres. -le espetó con furia contenida.

- Oh. Entiendo. Pero... ¿qué se supone que le voy a decir?

- Inventa algo.

- Pues, te recuerdo que ya no me estás pagando. Así que no puedes ponerte exigente. Te espero abajo, no tardes.

Sesshoumaru se sorprendió, como siempre, de la astucia de esa chiquilla loca y comenzó a considerar la posibilidad de elaborar un nuevo contrato, con un nuevo pago por llamadas telefónicas ilimitadas.

…..

Rin POV

En verdad no me sentía del todo bien pero odiaba estar enferma y sola, por eso decidí aceptar ver a Sesshoumaru, su atractiva propuesta de pasar el fin de semana enferma en su departamento fue demasiada tentación. Aunque todavía estaba meditando qué otros beneficios podría obtener si él requería de mis servicios como mentirosa profesional.

Me apresuré a guardar algunas cosas esenciales en una mochila y bajé a esperarlo, él llegó tan pronto que estuve segura de que se había pasado más de un semáforo en rojo.

- Más te vale que no nos matemos de regreso. -le advertí en cuanto estuve dentro del auto, poniéndome el cinturón de seguridad.

- Claro que no. Si mueres ahora, tendría que regresar el dinero. -replicó él muy serio, pero al final me sonrió un poco.

- Excelente. Por lo menos así sé que no vas a descuartizarme hoy. Pero todavía no sé qué se supone que va a pasar en esa llamada. -me quejé cruzándome de brazos.

- Haces un poco de conversación y das evasivas cuando te pregunten sobre doctores y tratamientos.

- Si pretendes siquiera que mi cooperación sea una posibilidad, necesitas ordenar comida china para cenar y empezar a planear una buena oferta.

Él se quedó en silencio el resto del camino y yo también. Sabía que Sesshoumaru estaría pensando en más dinero, pero yo acababa de decidir qué quería a cambio de las mentiras que tendría qué decir. No continuaría forjando el daño de su familia con mi culpa por algo tan vulgar como dinero.

Llegamos a su departamento y aunque no debiera, me sorprendí de lo lujoso del edificio. Bajamos a un estacionamiento privado con entrada automática y de ahí tomamos un elevador hasta el piso más alto. En el interior los pasillos eran sobrios, pero con cristales que dejaban ver todas las luces de la ciudad. Además en algunos puntos colgaban cuadros sofisticados y pasamos una mesa con flores frescas. Este hombre vivía en un mundo paralelo al resto de la población.

Cuando entramos por su puerta pude sentir el cambio a mi alrededor. Este espacio sobrio definitivamente iba mucho más con todo lo que Sesshoumaru deseaba proyectar siempre, aunque no estaba muy segura de que mostraba quién era en realidad. Me guio por el lugar y señaló su estudio y el baño de visitas, al fondo era su habitación, grande y espaciosa con un vestidor que era del tamaño de mi sala, de inmediato tumbé mi mochila en una silla y yo fui a la cama para recostarme, agradecida de poder descansar.

- En verdad estás enferma. -afirmó como buscando algo en mis ojos.

- Te lo dije.

- ¿Ya fuste al médico?

- No. Odio los hospitales. -me reí por aquella ironía dadas las circunstancias de mi falso cáncer. - Pero sólo es un resfriado. Quizás algo de fiebre.

Sesshoumaru extendió un mano y me tocó la frente, sólo un instante, después fue y de uno de los cajones sacó un frasco de medicamento y me lo llevó junto con una botella de agua que tenía por ahí.

- Voy a pedir la cena. Toma la medicina, definitivamente tienes fiebre. -me ordenó sacando su teléfono para hacer su parte. Yo miré el nombre en el frasco y vi que se trataba de medicina común para el resfriado, tomé dos con un sorbo de agua después de sentarme y esperé para que él se desocupara y poder iniciar con nuestra negociación.

- Ya sé qué quiero. -le anuncié cuando tuve su atención. - Además de obviamente pasar aquí el fin de semana, como ya muy amablemente me ofreciste antes.

Sesshoumaru levantó una ceja y fue a ponerse de pie frente a mí.

- Estás intoxicada de poder. -apuntó sin sonreír en lo absoluto, pero yo sí me reí bastante, él tenía razón. - ¿Qué quieres?

- Algo que todavía no has hecho. Quiero sexo oral.

Por un momento no pude descifrar qué estaba pensando, sus facciones no se alteraron en lo más mínimo y su respiración no cambió. Para ese punto yo era muy capaz de intuir cosas que él ni se imaginaba, pero justo en ese instante estaba tan a ciegas que casi me retracto de todo cuando sentí que me sonrojé.

- Pensé que estabas enferma. -cuestionó después de varios segundos.

- Sólo es un resfriado. Voy a vivir. -me encogí de hombros y él se acercó hasta mi oído para susurrar.

- Por ese precio vas a tener que darme algo más que una llamada telefónica.

- Deja que me ponga la pijama y vas a querer que lo repita cada vez que esté aquí.

Sabía que trataba de engañarlo un poco con mi respuesta y fue difícil no sonreír. Él besó mi cuello y se alejó con una media sonrisa. Lo tenía donde lo quería.

…..

Sesshoumaru POV

Rin se cambió de ropa y se alborotó un poco el cabello, después fue hasta el lugar donde yo guardaba las medicinas y sacó varias cosas al azar para colocarlas en un buró junto con la botella de agua que le di antes, yo no lo entendí. En ese momento mi teléfono sonó.

- Es mi padre. -le informé para que estuviera preparada.

- Dile que haga una videollamada. -se mordió el labio un segundo y fue a meterse entre las cobijas, su plan me pareció perfecto.

- Padre. -lo saludé mientras Rin encendía la lámpara del buró para mejor visibilidad.

- Hijo ¿ya estás en casa?

- Sí. Rin podría hacer una videollamada con Izayoi.

- Perfecto. A ella le va a encantar. La llama enseguida.

Terminó esa comunicación y le pasé el teléfono a la chiquilla loca que volvía a ser mi compañera de negocios, aunque esta vez la moneda de cambio no fuera precisamente dinero.

Cuando el teléfono sonó y ella lo respondió pude ver un cambio impresionante en su semblante y no supe si de verdad de sentía muy mal por el resfriado o estaba mal gastando sus talentos sin ganar un premio Oscar.

Yo decidí sentarme cerca, pero no demasiado, sólo lo suficiente para escuchar por si era necesario hacer alguna intervención. Pero para nada lo fue. Las dos mujeres tuvieron una plática de lo más normal y trivial, Rin eludió todo lo de la enfermedad con bastante éxito, pero le dejó ver el montón de medicinas a su lado, Izayoi inclusive le dijo que se veía un poco más delgada y casi me reí.

En algún momento el portero me avisó que el repartidor había llegado y le di el acceso para recibirlo en la puerta. Cuando regresé Rin ya había terminado la llamada de más o menos media hora y me esperaba sentada en la cama con una amplia sonrisa.

- Comiendo de la palma de mi mano. -afirmó sin que yo se lo preguntara.

- Te ganaste la cena. -afirmé extendiéndole una mano para que se pusiera de pie.

- Y algo más, también.

Se levantó y fuimos hasta el comedor para cenar. No estaba muy seguro sobre todas las libertades que se tomaba ella sobre mi vida, pero el único culpable de aquello era yo, que con la vista fija en un objetivo hice todo lo necesario para conseguirlo. Ahora que era mío lidiar con las consecuencias resultaba inevitable.

La idea de tenerla ahí todo el fin de semana era casi perturbadora. Definitivamente me iría a dormir al estudio, de todas formas tenía mucho trabajo por hacer, pero aún así, nunca nadie además de mí se había quedado tanto tiempo en ese lugar.

Eso por no mencionar la parte de su cobro por la llamada. La idea de probarla me resultaba atractiva, demasiado, pero era uno de los límites más claros que siempre tuve con mis amantes, no deseaba llegar ese nivel de intimidad con nadie, era una forma de siempre mantener la distancia y las reglas claras.

¿Qué tanto más tendría que ceder antes de que nuestra convivencia terminara?

...

Era sábado al medio día cuando Rin despertó lentamente. Sintió la luz a través de los párpados y se estiró mientras recordaba que no estaba en su cama, sino en la de Sesshoumaru. Obviamente la otra mitad estaba vacía y sin haber sido tocada en toda la noche porque él aún no aceptaba la intimidad de descansar a su lado.

Suspiró y se sentó, tenía la tela de la pijama adherida al cuerpo, había estado sudando la fiebre durante la noche, y le desagradaba bastante la sensación. Entonces decidió ir directa a la ducha. Ya después averiguaría dónde estaba el hombre y haría planes para que él cumpliera su parte del trato, ya que la noche anterior fue su cuerpo adolorido el que la llevó a la cama sólo para descansar.

Se bañó rápido y se envolvió en una toalla para salir. Todavía tenía el cabello empapado y finas gotas de agua sobre su piel cuando empezó a andar descalza por el pasillo. Justo como lo supuso el hombre de los ojos dorados estaba en su estudio, pegado a la computadora. Lo observó unos momentos antes de que él la notara y lo vio que iba sin camisa y al parecer también casi recién salido de la ducha.

- ¿Cuándo te bañaste? -lo cuestionó entrando para sentarse en el sofá cama destendido que estaba ahí.

- Hace rato, en el gimnasio de la azotea. -le aclaró sin despegar los ojos de la pantalla. - ¿Ya te sientes mejor?

- Bastante. -le sonrió cuando él sí dejó de prestarle atención al trabajo y la miró. - ¿Vamos a desayunar?

- Yo, voy a desayunar.

Afirmó levantándose de la silla para acercarse despacio, con movimientos casi felinos y Rin lo miró relamiéndose los labios en gesto ausente sintiendo un cosquilleo tenue en todo su cuerpo sólo de pensar en él.

Cuando Sesshoumaru estuvo muy cerca se arrodilló en el suelo sin quitar sus ojos dorados de los cafés de ella y desató los bordes de la toalla que la envolvía. Su piel blanca y su forma esbelta quedaron a merced de los labios masculinos que no perdieron tiempo en aproximarse a besarla.

Inició por su cuello y bajó pronto hasta sus pechos, prestándoles atención de la forma justa para volverla loca, Rin inclinó la cabeza hacia atrás y llevó una mano hasta su nuca para enredar los dedos en su cabello, estaba ansiosa y él lo sabía por eso se demoró más de lo que planeaba. La acarició también con las manos en ambas piernas, incitándola para que las separara un poco y ella no se resistió.

- ¿Impaciente? -le preguntó entre un beso y otro bajando hacia su abdomen. Rin lo soltó sólo para tomarlo de un hombro y encajarle un poco las uñas, ansiosa. – Eso pensé. -murmuró él disfrutando todo aquello mucho más de lo que había pensado.

La escuchó suspirar y contenerse, también notó el ritmo acelerado de su respiración y la notó arquear la espalda cuando él, por fin, llegó con su camino de besos al lugar que ella quería. La tuvo rendida entre sus labios mientras reconoció su esencia y le dio placer ya sin preocuparse en torturarla un poco más, pues él mismo estaba apresurado.

Rin se estremeció con cada caricia, quiso decir su nombre, pero no fue capaz de hilar palabra alguna, la pasión la arrastró sin tregua, hasta que muy pronto alcanzó un clímax que la dejó sin aliento, sumida en una espesa niebla en la que apenas registró a Sesshoumaru regresando también con besos hacia su abdomen y sus pechos, paseándose en su cuello y tomándola por la cintura para colocarla en el centro de la cama.

- Rin. -murmuró en su oído. - ¿Es seguro? -preguntó rozando la entrada de su cuerpo apenas. A ella le tomó un segundo entender que se estaba refiriendo a posibilidades de embarazo.

- Hazlo. -le rogó y él no se demoró en complacerla.

Unieron sus cuerpos en uno solo, incapaces de contenerse y sin desear hacerlo, una vez más alcanzando el éxtasis como en cada ocasión desde la primera vez.

…..

Rin POV

Era domingo por la tarde cuando Sesshoumaru me dejó en las puertas de mi edificio, habíamos pasado prácticamente todo el fin de semana juntos y las sensaciones que me invadían eran abrumadoras.

Por un lado estaban el vacío y la soledad que siempre me acompañaban cuando dejaba de estar a su lado, pero por otro me sentía algo aliviada.

Esos días habían sido un torbellino para mi cuerpo que oscilaba entre la fiebre por la enfermedad y el placer por nuestros acercamientos íntimos. No extrañé en nada visitar algún lugar de moda como siempre lo hacíamos, pero desee que él se hubiera quedado a dormir a mi lado en lugar del estudio.

Odié en particular la culpa por esa videollamada con Izayoi, donde mentí y oculté cosas, pero amé el poder que eso me dio sobre Sesshoumaru y me felicité por no haber utilizado dinero para negociar.

Ahora que todas las emociones se habían calmado, todas excepto la soledad, podía preocuparme más por el futuro próximo. Yo ya había cambiado mi teléfono y redes sociales para ocultarme de su familia, pero después de esa nueva interacción e inventar un pretexto tonto sobre haber perdido mi teléfono sabía que tendría que establecer contacto otra vez más adelante. Y además, cada vez tenía menos claro qué iba a pasar con Sesshoumaru y conmigo.

No era tonta, por supuesto que desde el viaje yo le representaba un bien, como una cosa valiosa, y disfrutaba nuestras noches, pero eso no significaba nada más, por lo menos no de su parte y de la mía… no tenía idea.

Hacía años que ni se me ocurría apegarme a alguien, ya había dejado a un amor antes, a alguien con quien desee pasar toda mi vida y nada podría ser peor que eso, pero la sola idea de no volver a ver a Sesshoumaru me dejaba un dolor extraño en el pecho, como si algo me cortara desde el interior y eso no podía ser bueno.

Quizás lo mejor sería ser inteligente y tratar de alejarme ya, después de todo ya no le debía nada, nuestros tratos se habían cumplido de ambas partes y estábamos a mano. Y sin embargo, sabía que no sería capaz.

Rin Iba entrando al lujoso restaurante donde conoció a Sesshoumaru muchas semanas atrás. Aunque todo era diferente porque no iba por un potencial negocio, sino para una cita que terminaría en la cama. Como siempre que se reunían. Ya había perdido la cuenta de todas las veces que se vieron desde el viaje a la playa, todos los viernes, y algunos sábados, inclusive un par de domingos. Y jamás se llenaban el uno del otro.

- Te adelantaste. -le dijo a Sesshoumaru cuando llegó a la mesa y vio que ya tenía una botella de agua mineral esperando por ella. Él le dedicó una media sonrisa y se puso de pie para abrirle la silla y besarle el dorso de la mano. -Qué caballeroso ¿te vas a comportar así toda la noche?

- Sólo te estoy endulzando para más tarde. -respondió disfrutando que el sentido del humor algo retorcido de Rin le permitiera hablar con honestidad.

- Si lo que quieres es endulzarme, te va a funcionar mejor quedarte a dormir conmigo.

- Ese no fue un buen intento. -replicó Sesshoumaru sin inflexión en la voz pero ella se echó a reír, recordando cómo la semana anterior también falló.

FLASHBACK

Era viernes por la noche, algo tarde para salir de la oficina y Sesshoumaru iba de camino a su auto apenas, todavía pensando más en pendientes que dejaba que en otra cosa. Sus días se consumían como la gasolina en el fuego desde que estaba manejando los planes para su empresa farmacéutica y el trabajo que hacía desde antes. Entonces, la cabeza y los días apenas le daban para malabarear todo.

Se subió al auto y de inmediato trató de recordar a dónde debía dirigirse y si ya iba tarde o no, pero su mente se quedó en blanco. Sabiendo que debería tener todo en un correo electrónico buscó desde su teléfono, pero no encontró nada. Él no se dio cuenta antes porque Rin ni se le cruzó por la cabeza en toda la semana, pero era la primera vez que no le enviaba una fotografía a media semana y luego quedaban de verse. Sin dudarlo sólo la llamó mientras arrancaba el auto y salía a la calle sin saber su destino todavía.

- Psicópata. -lo saludó con una sonrisa en la voz.

- Me debes una fotografía. ¿A dónde voy por ti? -le aclaró directo al grano, sin deseos de nada más que de iniciar su noche de pasión con ella.

- En realidad estoy en casa. No pensaba salir.

- Estoy ahí en media hora. Llevo la cena. -afirmó él.

- Aquí tengo algo que te va a encantar, pero puedes mejor traer algunas cosas para quedarte a dormir. -le sugirió en tono casual, quizás esperando que él no reaccionara a su intento por romper las reglas, pero no hubo tal suerte.

- Buen intento. Te veo en media hora.

Sesshoumaru terminó la llamada y sonrió mientras se detenía en una tienda de conveniencia que estaba de paso para comprar una botella de vino y preservativos. Al final decidió que bien valía la pena adquirir extras de ambas cosas para ocasiones futuras. Sólo por ser práctico.

Fin del FLASHBACK

Rin inició la conversación contándole algunas trivialidades sobre un curso de costura básica que acababa de iniciar y después trató de preguntarle por él, pero fue muy evidente que por lo menos en ese momento él no quería hablar de lo único que llenaba sus días, el trabajo, y volvieron a hablar de otras cosas mientras cenaron.

- ¿A dónde quieres ir después? -inquirió Sesshoumaru cuando su plato estuvo vacío y el de ella a medio llenar pero con todo revuelto, él la había observado lo suficiente para notar cuando ya no iba a comer más.

- A casa. Estoy cansada. -argumentó con apenas una media sonrisa y él notó las leves ojeras que tenía. – Mis clases son muy temprano, no me gusta madrugar. -le extendió la explicación y él le puso los ojos en blanco antes de llamar al mesero y pedir la cuenta.

Llegaron al departamento de Rin y siguieron su rutina, apenas cerrar la puerta se besaron y se dejaron consumir por la pasión, como casi siempre ni siquiera se trasladaron a la habitación, la sala era tan buen lugar como cualquier otro para desahogar las ansias que tenían de tocarse luego de tantos días.

Cuando hicieron una pausa, rato después, Rin fue a la cocina y él se dirigió a su habitación. Ahora eso también les era muy cotidiano. La joven sirvió dos trozos de pay de limón, algo de jugo y una copa de vino y los llevó para concluir su cena. Desde la primera vez que Sesshoumaru probó su repostería no lo vio comer algo dulce que no hubiera preparado ella y muy en secreto amaba que así fuera. Poder darle algo que él elegía por encima de todo lo demás.

- ¿No has tenido más noticias de tu familia? -preguntó la chica revolviendo la comida en su plato.

- Hasta ahora, no. Espero que ya hayan desistido de ti.

- ¿Por qué? ¿Voy a morir trágicamente y sin funeral?

- Todavía no. -le respondió casi sonriendo y ella le correspondió.

En ese momento sonó el teléfono de Sesshoumaru y él respondió, era algo de negocios y por la hora podría quizás tratarse de una emergencia. Se puso de pie y comenzó a pasear por la habitación mientras escuchaba a su interlocutor. Al final todo el asunto debió tomarle unos quince minutos nada más, pero cuando volvió a prestarle atención a Rin la encontró dormida sobre las cobijas.

Por un momento meditó en despertarla para seguir su noche, pero decidió no hacerlo. Sólo quitó de la cama los platos y se marchó en silencio. De cualquier forma él podría usar ese tiempo extra para leer unos documentos que tenía pendientes.

Continuará...

Holi! Muchas gracias por todo su apoyo. Espero les haya gustado este cap. Si tienen un momento dejen un comment, me hacen el día.

Spoilert (engañoso) alert. El próximo capítulo se titula "La verdad".

Nos leemos el sábado.