-Esta es una adaptación de la serie "House of the Dragon" y del libro "Sangre & Fuego" de George R.R. Martin, más específicamente el arco conocido como "La Danza de Dragones". Los personajes pertenecen por completo a Masashi Kishimoto, mas los personajes de carácter secundario, las modificaciones a las personalidades, los hechos y la trama corren por mi cuenta y entera responsabilidad para darle sentido a la historia. Les sugiero oír "Mermaid" de Pauline Skott para Sakura, "Daylight" de David Kushner para Sasuke, "Another Love" de Tom Odell para Baru, "My Love" de Sia para Sasuke & Sakura, y "Remembrance" de Fleurie & Tommee Profitt para el contexto del capitulo.
1-Diálogos en cursiva para "Alto Valyrio".
2-Breves textos en cursiva para pensamientos.
3-Texto con dialogo en cursiva par flashbacks
La mañana siguiente luego de tan vehemente declaración de amor comenzó como cualquier otra; ambos se habían quedado dormidos uno junto al otro como en sus años de infancia, tomados de la mano, Sakura abriendo los ojos muy temprano y recostada sobre el pecho de Sasuke, que tenía sus brazos alrededor de ella; Ino los había encontrado así, abrazados, siendo la primera de sus doncellas en llamar a su puerta por la mañana como siempre, una señal que Sasuke había tomado para retirarse, besando en la frente a su hermana cuando la Yamanaka les dio la espalda, retirándose por el pasadizo secreto de regreso a su habitación. No podían dar cabida a los rumores, el pasadizo secreto que conectaba sus aposentos ayudaba mucho, pero no podían dejar que su madre ni nadie los encontrara juntos o su relación terminaría antes de empezar, por lo que mentalmente Sakura trató de urdir cualquier excusa para la próxima vez que Baru se presentase en sus aposentos para compartir la cama, aunque, con suerte, estaría tan ebrio como siempre que se quedaría dormido nada más presentarse en la habitación. El día transcurrió bajo los quehaceres de siempre; desayunó ligero en compañía de sus doncellas como siempre, disfrutando de la adorable cercanía de Ino, quien era su indiscutible favorita, siempre actuando espontáneamente y con su humor tan característico de la familia Yamanaka, procedentes de Alto Jardín, una familia conocida por su sangre caliente, de hecho, Ino se destacaba en la corte como su doncella por su actitud relajada, altanera—no era arrogante, sino confiada—y desinhibida, pese a tener poco menos tiempo de casada que ella, actuando siempre como si el mundo fuese suyo.
Luego, la princesa acudió a visitar a su padre el rey Tajima, quien se hallaba en cama como siempre y cuyo diagnóstico no mejoraba, encontrando allí a su madre la reina Hanan que como siempre la saludó con un beso en la frente y le deseo un buen día; se encontró con su hermano Baru en los pasillos de la Fortaleza Roja, quien parecía acabar de regresar de otra noche de juerga en los burdeles de Flea Bottom y la Calle de la Seda, y aunque Sakura le dirigió una amable sonrisa a su esposo, su hermano ni siquiera pareció reparar en su presencia, continuando de largo con su camino a sus aposentos y escoltado por uno de los Guardias Reales. Haciendo aguardar a sus doncellas, la princesa se dirigió al Foso de Dragones escoltada por sir Arsen Konohakure su Guardia Consagrado, esbozando una radiante sonrisa cuando Dreamfire emergió para saludarla y Sakura le correspondió con un cálido abrazo, envolviendo sus brazos alrededor de su hocico y recibiendo un arrullo de su dragona, contándole todas las razones para estar feliz, ante lo que la dragona la escuchó atentamente, como si supiera todo lo que había sucedido a la par que compartiendo su alegría. Aunque Sakura deseara quedarse el día entero en el Foso de Dragones, y anhelara salir a montar en Dreamfire—siendo su mayor alegría—, salir en solitario no era como salir a montar junto a su hermano, por lo que le prometió a su querida dragona que ello sucedería otro día, despidiéndose de Dreamfire y pidiéndole a los cuidadores que la alimentaran con una cabra, quedándose en el Foso de Dragones hasta que Dreamfire cocinó con su fuego la carne del animal y comenzó a devorarlo, la princesa despidiéndose al lanzarle un beso al aire y retirándose junto a sir Arsen.
A su regreso a la Fortaleza Roja, acompañada por Ino quien jamás se separaba de ella, la princesa se presentó en uno de los balcones que daban vista al patio de entrenamiento y encontrando a su hermano ahí como cada día, por lo que no pudo evitar quedarse a observar su rutina diaria. Sasuke no sabía si tenía mucho caso entrenar cada día, Baru no se presentaba ni podía alcanzarlo, había aprendido a emplear una espada real en el último tiempo y era bueno con ella…pero, como siempre, había desertado prontamente de ello tras aprenderlo, como de todo; el príncipe tuerto por otro lado tenía más paciencia, evadiendo la trayectoria de ataque de morningstar, el arma predilecta de sir Kakashi, se trataba de un mayal o bola puntiaguda de acero unida a una cadena, semejante a un mazo pero con mucha más movilidad, un arma muy letal y que se rumoraba ya había derrotado a su tío el príncipe Itachi en el pasado, además el Hatake era el guerrero más curtido y experimentado de todos los Guardias Reales y uno de los pocos con experiencia militar real, por lo que Sasuke intentaba aprender continuamente de él. Por otro lado, Sasuke prefería usar la espada y no cualquiera, se trataba de aquella que Sakura le había obsequiado para su décimo tercer onomástico meses atrás y que él había bautizado como Sueña Fuego en honor a la dragona de su hermana, una espada verdaderamente excepcional con su filo detallado de acero valyrio, la única después de las espadas Hermana Oscura que pertenecía a su tío Itachi y que había pertenecido a la misma Mikoto Uchiha, y Fuego Oscuro que había pertenecido al mismo Baru I y que era heredada de rey a rey, por lo que pasaría a su hermano Baru cuando asumiera el trono.
Uno de los Guardias Reales se presentó en ese momento en el patio de entrenamiento para informar de algo a sir Kakashi, por lo que el entrenamiento se vio interrumpido al mismo tiempo en que el príncipe tuerto tenía esos pensamientos sobre su molesto hermano mayor, volviendo la mirada en otra dirección con intención de distraerse, reparando en la figura apostada en uno de los balcones y que lo hizo sonreír ladinamente. Con esa presencia angelical que la distinguía tanto, su hermana Sakura portaba un sencillo vestido verde pastel de escote corazón cerrado por cinco botones de diamante hasta la altura del vientre, falda de velo y mangas ceñidas que se abrían en lienzos a la altura de los codos y encima una chaqueta de encaje de igual color, sin mangas y que se cerraba escasamente a la altura del vientre, con su largo cabello rosado cayendo tras su espalda y sobre su hombro derecho, peinado por una trenza a modo de cintillo y que despejaba su rostro, permitiéndole contemplar la dulce sonrisa que adornaba sus labios. Había sido una lucha para Sasuke dejar los aposentos de su hermana esa mañana, cuando todo lo que habría deseado sería quedarse a su lado a cada momento, pero había sido preciso y Sasuke se dijo mentalmente que debía acostumbrarse a esa idea, porque aunque amase localmente a su hermana, ella no era su esposa, no podía serlo, mas era difícil pensar así y más cuando—corroborando que nadie los veía—Sakura se llevó una mano a los labios y la extendió al aire mientras le sostenía la mirada, como si le estuviera extendiendo un beso, lo que solo hizo crecer la sonrisa ladina del príncipe tuerto, diciéndose que ya no tendrían que fantasear ni suspirar, en solo una noche por fin serían uno solo.
Queriendo corresponder al gesto de su hermana, y agradeciendo que no hubiera nadie más presente a esa hora en el patio de entrenamiento—usualmente a esa hora siempre entrenaba en solitario junto a sir Kakashi—, fuera del Comandante Hatake y del Guardia Real que estaba hablando con él, Sasuke inclinó respetuosamente la cabeza ante su hermana, como haría cualquier caballero ante la dama que había jurado servir y proteger, que era la forma en que él veía a Sakura, no siendo solo una mujer por quien sentía amor, sino la materialización de sus sueños, su razón de existir, la encarnación de todo lo que amaba. Sasuke había hecho una promesa la noche anterior y la cumpliría al pie de la letra, como toda las promesas a su hermana; esa noche, tan pronto como fuera hora de retirarse a dormir, se vestiría con la ropa más desgastada que tenía y saldría de los muros de la Fortaleza Roja, a la Calle de la Seda, al mismo burdel que Baru lo había llevado en su decimotercer onomástico para pedir el consejo de la prostituta llamada Shina y tener claro cómo consumar su relación con su hermana, siendo algo muy serio; sería su primera vez y también la de Sakura, Sasuke quería que fuera especial y quería tener clara toda la teoría para brindarle el mayor placer posible, esperando que una noche bastará para aprenderlo. La sonrisa de Sakura no hizo sino crecer aún más ante su gesto, ante lo que Sasuke se dio por satisfecho, teniendo que regresar al entrenamiento tan pronto como sir Kakashi estuvo libre y Sakura tomó esa señal para retirarse, observándolo por el rabillo del ojo lo más posible y viceversa, lo que solo motivo más al príncipe tuerto para derrotar al Comandante de la Guardia Real, quien le sonrió ladinamente.
Solo una noche más, se dijo Sasuke cargado de esperanza.
La tarde pasó tranquilamente para Sakura, mas su corazón latía vertiginosamente, estaba ansiosa por lo que sucedería a la noche siguiente a la par que nerviosa, temía decepcionar a su hermano, aunque mentalmente se dijo que tal cosa no ocurriría ya que ninguno tenía experiencia en las artes amatorias, aprenderían juntos, e Ino la animó todo el tiempo, convenciéndola de que el tiempo pasaría volando. Tras dar un paseo por los jardines, la princesa regresó a sus aposentos y se concentró en bordar en su bastidor, ideando un pañuelo para su padre que se hallaba tan enfermo, dedicándose a bordar una serie de dragones de color negro como Balerion, el llamado Terror Negro, y que había montado su padre en su juventud antes de que la colosal bestia—hermano mayor de Vaghar—muriera de viejo, tras lo que su cabeza era exhibida dentro de la Fortaleza Roja como recuerdo por su contribución indispensable a la Conquista de los Siete Reinos. Finalmente y cuando se puso el sol, la princesa se cambió de ropa para dormir con ayuda de Ino, vistiendo un sencillo camisón blanco de escote redondo bajo una bata de seda y satín verde oliva con detalles de encaje en los hombros y los lados del pecho para replicar alas de dragón; la princesa se acercó al fuego y despidió a Ino…al mismo tiempo que las puertas de sus aposentos se abrían, revelado a su hermano Baru, quien ingresó cargando una jarra de vino y su copa en la mano derecha, tras quien se cerraron las puertas. No esperaba su visita en absoluto, pero con solo verlo Sakura supo que su madre y abuelo lo habían obligado a visitarla y así cumplir sus deberes de esposo, mas estaba borracho, siempre estaba borracho, dirigiéndose a su escritorio y donde se sentó para seguir bebiendo.
—No creo que debas beber más esta noche, hermano— sugirió Sakura, preocupada por su bien y no deseando que perdiera el tiempo en lo que no lo merecía.
—Simplemente sirve el maldito vino— protestó Baru, no estando ahí por un reproche ni para imaginar a su madre diciendo las mismas palabras.
Aunque sorprendida por la agresividad en el tono de voz de su hermano, Sakura simplemente se mantuvo en silencio y procedió a obedecer, acercándose al escritorio y tomando la jarra para rellenar la copa de su hermano, quien le dirigió una mirada analítica, como si la recorriera de pies a cabeza, lo que no agradó a la princesa, la hizo sentir desnuda aunque usara ropa, apretándose nerviosamente las manos sobre el vientre y tragando saliva cuando su hermano procedió a beber de golpe el contenido de su copa. Baru pensó en decir algo a su hermana, quiso pedirle perdón por lo que debía hacer esa noche—insistencia de su madre y de su abuelo—y las que vendrían, mas se dijo que las sábanas habían estado manchadas a la mañana siguiente de la boda, que ya había cumplido con su deber de esposo al tomar la virginidad de su hermana y que, aunque estaba ebrio, no lo estaba tanto como para no recordarlo esta vez, dejando la copa vacía sobre el escritorio de su hermana a la par que ignorando la jarra que aún contenía vino. El príncipe se levantó de su lugar, observando atentamente a su hermana, situando sus manos sobre sus hombros y despojándola de la bata que cubría su camisón, tomándola de la mano y guiándola hacia la cama, con andar torpe debido a su embriaguez y aturdimiento consecuente; Sakura se puso nerviosa con esa sola acción, nada de aquello estaba planeado, ella seguía siendo virgen, aunque Baru no lo supiera, y no quería compartir la cama con él esa noche, quería esperar a Sasuke a la noche siguiente. Pero, su hermano mayor no le pidió opinión, sino que en su lugar la hizo detenerse junto a la cama e inclinarse sobre esta, colocando su mano en su espalda como énfasis.
—¿Tenemos que hacerlo?— preguntó Sakura, no siendo ese su deseo y asustándose al sentir a su hermano levantarle la falda del camisón.
—Nuestra madre y nuestro abuelo no dejan de insistir— justificó Baru, no siendo tampoco su deseo. —Y no recuerdo nada de nuestra primera noche— agregó, no siendo en absoluto una mentira. —Esta vez no estoy tan borracho— aunque desearía estarlo.
No era ninguna mentira, Baru había visto las sábanas manchadas de sangre y no lo recordaba, y tras una larga instancia de parte de su madre para que volviera a compartir la cama con su esposa, Baru se había decidido a intentarlo, diciéndose que tenía por esposa a una joven mujer muy bella, desabrochándose velozmente los pantalones y sosteniendo las caderas de su hermana antes de guiar su miembro hacia su interior; Sakura cerró los ojos, orando a los dioses de la Antigua Valyria porque su hermano cambiara de opinión y se marchara, o que cayera dormido a su lado, estremeciéndose ante la sensación de sus pantalones contra sus muslos desnudos, él seguía vestido, pero eso no bastó para tranquilizarla, y cuánta razón tuvo. El movimiento fue brusco, como si se rompiera una rama, una comparación muy acertada, porque Sakura cerró los ojos fuertemente y apretó las sabanas hasta escuchar que se rompían bajo su agarre, el dolor fue desgarrador, así como el repentino ardor del miembro de su hermano penetrando en su interior, pero ella se negó a gritar, enterrando el rostro contra las sábanas, orando porque aquel malestar pasara rápido y sintiéndose como una golfa traidora al pensar en Sasuke, por no poder evitar que su hermano mayor le quitara aquello que ella quería darle a su hermano favorito; hasta eso les habían quitado. Aunque tuvo el impulso de gritar de dolor, Sakura se calló, había aprendido a actuar con dignidad y no quería preocupar a sir Arsen, su Guardia Consagrado que velaba su seguridad desde el otro lado de su puerta; Baru no pudo evitar esbozar una sonrisa ladina al bajar la mirada a la zona en que se hallaba unido a su hermana, viendo un hilo de sangre deslizarse entre sus piernas.
—Creo que alguien estuvo diciendo mentiras— Baru ahogó una risa, sorprendido de que su correcta hermana lo hubiera engañado. —Ahora nuestra relación será mucho más honesta— proclamó en voz alta, diciéndose que todo estaba bien ahora.
Sakura siempre era una joven correcta, siempre actuaba como se esperaba de una princesa, mas saber que podía mentir tan bien como él le hizo sentir emoción y verdadera excitación, retirándose lentamente y volviendo a embestir contra el interior de su hermana, gruñendo por lo bajo y debiendo admitir que se sentía muy bien estar con una virgen—ya que nunca había estado con una—, aunque se tratara de su hermana, hundiendo la mano en la parte baja de su espalda, sujetándola y embistiendo más profundamente, ante lo que Sakura ahogó un sollozo que intentó brotar de su garganta, solo quería que las cosas terminaran de una vez, habiendo esperado secretamente que su hermano fuera suave con ella al comprender que era su primera vez, pero sus embestidas adquirieron más fuerza y brusquedad, haciéndole sentir que su crueldad—la misma de que Sasuke hablaba—era interminable, haciendo que los minutos que su hermano paso haciéndola suya se sintiera como una eternidad, una tortuosa eternidad hasta que la princesa por fin lo sintió embestir una última vez y derramarse en su interior. La sensación de la semilla de su esposa en su interior resultó muy desagradable para Sakura, pegajosa, sucia, no le dolía como si había sucedido con sus embestidas, pero solo contribuyó a hacerla sentir peor, era la prueba de que el acto estaba consumado, y aunque supiera que ello alegraría a su madre, Sakura se sintió todavía más destrozada que antes de ser posible; por su parte, la sensación fue sumamente placentera para el príncipe Baru, quien suspiro sonoramente, recobrando el aliento y finalmente retirándose del interior de su esposa, acomodándose los pantalones mientras la observaba.
—Sera mejor que estés embarazada— comentó Baru únicamente, diciéndose que ello les quitaría un enorme peso de encima ambos.
Sakura no dijo nada, solo se quedó quieta, deseando desesperadamente sumergirse en una bañera y quitarse la suciedad que sentía, mas sabiendo que no podía deshacerse de la semilla de su hermano, su madre los había hecho compartir la cama esa noche por esa razón. No consiguiendo entender a su hermana, como de costumbre, Baru simplemente le acomodó la falda del camisón para que cubriera su desnudez y los rastros de su unión, procediendo finalmente a retirarse a sus aposentos, regresando antes al escritorio para recuperar su jarra de vino y copa; Sakura era una joven hermosa y deseable, hacerla suya había sido muy agradable—no mejor que coger con las prostitutas de la Calle de la Seda, sino diferente—, lo suficiente como para no desear abandonar sus devaneos ni pasar todas las noches con ella, con coger una vez esa noche él ya tenía suficiente. Escuchando las puertas cerrarse, Sakura finalmente soltó las sábanas que había estado reteniendo, y gateó sobre la cama para sentarse sobre el colchón, atrayendo sus piernas hacia su pecho, diciéndose que no era la única víctima en ese matrimonio, que Baru estaba tan atrapado como ella, pero la diferencia es que ella quien era torturada y había sido forzada a entregar su virginidad, no su esposo, a quien no amaba como amante sino como hermano únicamente. Lo que sentía por Baru no se parecía en nada a la pasión y deseo que sentía por Sasuke, su amor era diferente, y ello provocó que Sakura se quedara sola en la habitación, debería haber llamado a Ino y pedido que le preparase un baño, pero no tuvo fuerzas para moverse, solo se quedó quieta y con el corazón roto…
Calle de la Seda, Desembarco del Rey
Desconociendo completamente lo que sucedía en la Fortaleza Roja, el príncipe Sasuke recorría las calles de Flea Botton hacia la Calle de la Seda, con la capucha de su capa—uno de los regalos más infames de su hermano, el príncipe Baru, por su decimotercer onomástico, en quien intentó no pensar—cubriendo su cabeza y la mayoría de su atuendo desgastado, no teniendo que preocuparse como lucía, lo que sí debía tender a hacer en la corte, donde todos los ojos estaban sobre él, aunque igualmente tenía una daga colgada de su cinturón, sabiendo que aquellas calles oscuras a esa hora de la noche eran aún más peligrosas que los oscuros pasillos de la Fortaleza Roja, plagada de secretos. Tan pronto como el príncipe tuerto se halló ante la puerta del burdel, llamó a esta, la cual le fue abierta a imagen de meses atrás, pero esta vez no se dejó impresionar ni escandalizar por las mujeres desnudas, la música o la lujuria exhibida en el lugar, simplemente buscó a tientas la bolsa de monedas que llevaba en el bolsillo de su jubón y se dirigió hacia la misma mujer que lo había recibido la primera noche, esperando que la otra mujer llamada Shina se hallase disponible para darle información y que él pagara por sus servicios. A diferencia de su hermano mayor, Sasuke no era un asiduo a los burdeles; por el contrario, los aborrecía, no solo por la religiosidad de su madre y familia materna, sino porque detestaba el olor de la mirra, las sedas brillantes y la forma en que hombres parcialmente dignos y con familia se entregaban a los placeres mundanos de la carne, además, él no buscaba saciar sus pasiones en otras mujeres, en su mente el único foco de cualquier deseo o pensamiento romántico era única y enteramente Sakura.
—¿Puedo ayudarlo, señor?— consultó Leiko, con voz dulce al ver acercarse al príncipe.
—Estoy buscando a alguien en especial, su nombre es Shina— informó Sasuke, tendiéndole una generosa cantidad de monedas de oro.
—Sígame, por favor— indicó la cortesana, no dudando en obedecerlo.
A imagen de la primera noche que había estado ahí, al conducirse por los pasillos del burdel, Sasuke pudo ver a través de las cortinas de seda a las parejas follando en las habitaciones contiguas, escuchaba sus gritos y gemidos, no eran precisamente discretos, pero el joven príncipe no pareció inmutarse por ello, o de hacerlo no lo demostró, esa no era la primera vez que estaba en aquel lugar, por lo que supo ignorar lo que pasaba a su alrededor y dejarse conducir por la encargada hasta una de las habitaciones, manteniendo la capucha de su capa sobre su cabeza en todo momento, recordando las indicaciones de su hermano Baru la noche de su decimotercer onomástico y también no queriendo llamar la atención innecesariamente. Ninguna de las damas presentes en ese establecimiento—si podía llamarlas damas—le interesaba en absoluto, no solo porque las encontraba terriblemente aburridas, sino porque ninguna de ellas era Sakura; era mucho más interesante y satisfactorio para el príncipe tuerto pasar una velada con su hermosa hermana, no necesariamente besándose o intentando devorarse el uno al otro como la noche anterior, podían simplemente leer juntos, practicar el Alto Valyrio o solo hablar durante horas de lo que quisieran, quedándose despiertos hasta tarde como en sus días de infancia. No había una sola dama en ese burdel o en los Siete Reinos que pudiera compararse con su hermana, su corazón ya pertenecía a Sakura, mas ella era la razón por la que estaba ahí y se lo recordó para pedir paciencia, agradeciendo el momento en que la mujer que lo guiaba se detuvo ante una de las habitaciones, corriendo las cortinas y permitiéndole a él vislumbrar el interior.
—Shina, tienes a alguien buscándote— anunció Leiko con una pícara sonrisa. —Disculpe— se excusó, procediendo a retirarse y cerrando las cortinas tras el ingreso del príncipe.
—Joven señor, no esperaba verlo aquí— saludó Shina, levantándose del futón y acercándose para ayudarlo a despojarse de su capa. —¿Es qué cambió de opinión? — consultó arqueando una ceja, ayudándolo a quitarse el jubón para que estuviera más cómodo y en caso de que alguien apareciera; mas valía la pena aparentar.
—No, solo...necesito más información— contestó Sasuke, frotándose los brazos con ligero nerviosismo, sintiendo un escalofrío mientras se acercaba para sentarse en la cama.
—¿La mujer que desea se ha decidido?— más bien afirmó la pelicastaña con una sonrisa.
—Es una locura, pero sí, me quiere como yo a ella— asintió el príncipe tuerto, feliz de poder afirmarlo.
—Mis felicitaciones— correspondió la dama con una sonrisa dulce y muy maternal.
—Pero, también será su primera vez y no tengo una idea clara de qué hacer— explicó Sasuke, teniendo muchas dudas que resolver, —fuera de la teoría que me explicó— agregó, deseando saber más con el fin de complacer a Sakura.
—Póngase cómodo, por favor— instruyó Shina, no teniendo problema con ayudarlo.
No entendiendo bien a que se refería la mujer, mas figurándose que había ojos y oídos en todas partes—como sucedía en la Fortaleza Roja—, Sasuke procedió a quitarse las botas, no estando en confianza suficiente como para quitarse la camisa o los pantalones, aguardando sentando sobre la cama y organizando las ideas que daban vuelta por su mente antes de formular las preguntas que deseaba, mordiéndose el labio inferior con anticipación, deseando no decepcionar a Sakura a la noche siguiente, su primera noche juntos, diciéndose que esta debía ser memorable como ninguna otra, pues sería el inicio del resto de sus vidas. Quizás era una visión mundana de la vida, pero Shina consideraba que los apetitos que surgían a lo largo de la vida debían satisfacerse, al final otros siempre sufrían por esos apetitos no satisfechos y mujeres como ella—y las que atendían en aquel burdel—existían para satisfacer esos deseos, además, el joven príncipe había pagado por sus servicios, su colega Leiko le había entregado su parte del dinero antes de que el joven príncipe ingresara, por lo que no tendría problema en despertar su vigor en caso de que este cambiara de parecer. Shina procedió a servir dos copas de vino a imagen de la primera noche del príncipe en aquel burdel meses atrás, volviéndose con una amable sonrisa y acercándose para sentarse sobre la cama junto a él, tendiéndole la copa e instándolo a realizar un silencioso brindis, tanto por esa noche como por su venturoso futuro para con la dama que había conquistado su corazón; ya más acostumbrado al sabor del vino, pues tenía edad para consumirlo en la corte, Sasuke dio un trago a su copa, mas no siendo en absoluto aficionado a ello.
—Primero debemos discutir las diferencias de tener sexo con una mujer virgen y una que no lo es— inició Shina, observando atentamente al joven príncipe.
—¿Hay alguna diferencia?— preguntó Sasuke con sorpresa, no habiendo pensado en eso.
—Mucha— contestó la dama con una sonrisa divertida. —La gran mayoría de los hombres son egoístas, les surge natural buscar su propio placer; se excitan rápido y quieren placer rápido. Para las mujeres es algo más...sugerente, somos complicadas, satisfacernos cuesta trabajo— comparó, alargando una de sus manos y jugando con el cuello de la camisa del príncipe. —Hay mujeres que sienten deseo como los hombres, pero no todas. La gran mayoría de las mujeres de su clase no tienen idea del sexo, por lo que es difícil que su dama sepa lo que le gusta; muchas mujeres no saben lo que quieren hasta que lo prueban— sugirió pícaramente, siendo algo que pocas lograban hacer en sus vidas.
—¿Y cómo aprendo eso?— inquirió el príncipe, comprendiendo que había más en juego de lo que había imaginado inicialmente.
—De la misma manera que cada cosa que se aprende; tocando, experimentando, besando y siguiendo las indicaciones que ella le dé; como se estremece, como respira, el brillo en sus ojos, el sabor de sus labios— detalló Shina acercando su rostro al del inocente príncipe. —¿Le gusta la música?— consultó, ante lo que el príncipe asintió con extrañeza. —Sus gemidos serán una sinfonía única para usted, y debe buscar siempre las notas más altas, las mejores octavas, esa será su recompensa y le hará saber que lo está haciendo bien— explicó, detonando que el príncipe apartara la mirada, pensativo. —Y le va a doler— agregó, no pudiendo olvidarse de esa parte.
—¿Doler?— repitió Sasuke, preocupado por la mención, no queriendo lastimar a Sakura.
—A casi todas las vírgenes les duele la primera vez— afirmó la dama con tranquilidad, —si tienen suerte y disfrutan siendo complacidas antes del acto, el dolor es mucho menor, pero si se va directo al punto, a la penetración, el dolor es desgarrador— los hombres normalmente tenían modales de bestias. —Mi consejo es que vaya lento, esté atento a sus reacciones, espere a que ella le diga si le gusta lo que hace y continúe en base a ello. Ya las siguientes veces será más fácil— instruyó, esperando que la joven valiera la pena.
La sola mención de la palabra dolor hizo que cada nervio de Sasuke se tensara, tenía clara la mecánica reproductiva, la había aprendido a los once años como sus hermanos—excepto Kagen, obviamente—antes que él, cortesía de los Maestres en sus lecciones al alcanzar la "madurez", pero no tenía idea que ello podía provocar dolor a una mujer, mas teniéndolo claro ahora gracias a la explicación de Shina, cuyas reveladoras palabras lo hicieron pensar y analizar mentalmente si podía proporcionarle placer a su hermana. A su mente venían los recuerdos de la noche anterior, recordaba la voz de Sakura pronunciando quedos gemidos y jadeos entrelazados con su nombre, recordaba su piel estremeciéndose bajo su tacto, su cuerpo arqueándose bajo el suyo, sus piernas envolviéndose a sus caderas…lo que despertó un fuego en su interior y que lo recorrió desde la garganta al pecho y más allá, provocando que carraspeara distraídamente para aclararse la garganta, sintiéndose nervioso e incómodo en presencia de aquella dama, mas diciéndose mentalmente que Shina era alguien de confianza, tanto como para que él se mostrará relajado en su presencia, como no haría con nadie más, ni siquiera con su madre. Las expresiones preocupadas, serias y al mismo tiempo meditabundas del príncipe tuerto resultaron adorables para Shina, era un joven tan inocente y ella se veía tentada a intentar seducirlo, era muy guapo, de sentimientos puros—algo que pocas veces había visto en ese burdel en los años que llevaba trabajando, siendo verdad—y la experimentada prostituta se veía tentada a descubrir qué tan dotado estaba en comparación de su hermano mayor, mas se contuvo por respeto al príncipe.
—Aunque, usted tendrá una ventaja sobre ella, y ella sobre usted— comentó Shina, no siendo en absoluto una mentira.
—¿Una ventaja?— repitió Sasuke extrañado, no viendo como lo beneficiaba aquello.
—Usted nunca ha estado con una mujer, y según me dice, ella no ha estado con un hombre— señaló la dama, ante lo que el príncipe tuerto asintió. —Aunque su relación no funcione y no vuelvan a interactuar, cada vez que usted esté con una mujer, pensara en ella, en lo que ella le hizo sentir; y, cuando ella esté con otro hombre, o solo con usted, será como un dios, nadie ocupara nunca su lugar— detalló con una mirada sugerente, debiendo admitir que sentía envidia por tan bendecida dama.
—¿Y si no fuera virgen?— preguntó el príncipe, sin pensarlo. —Sé que lo es, pero…— se reprendió mentalmente, ni siquiera sabía porque se le había ocurrido preguntarlo.
—Descuide, joven señor, no es un crimen preguntarse eso— sosegó la pelicastaña con una sonrisa, alargando una de sus manos para entrelazarla con la suya. —En ese caso todo es relativamente más fácil, partiendo porque no deberá pensar en que a ella le duela— consideró en voz alta. —De tener ella experiencia con alguien como su hermano, le convendría ser suave, esperar a que ella le diga cómo moverse, el ritmo al que le gusta— esperaba que no fuese así, pero era mejor tenerlo en cuenta. —Debe dejar que ella le diga lo que desea, pero al mismo tiempo usted debe aprender lo que le gusta— agregó, siendo igualmente importante que buscara su propio placer y no solo el de la dama.
En su primera noche en aquel burdel, Sasuke se había pasado la noche entera hablando con Shina y aprendiendo de la teoría del acto amatorio de forma general, resolviendo dudas que sabía jamás podría plantear a los Maestres pues estos se escandalizarían; para todos en Poniente los Uchiha eran una dinastía demasiado peculiar, el incesto ya de por si había sido motivo de polémica desde la era de Baru I y había sido durante la era del rey Naka I que había sido aceptado como medio de continuidad para la sangre pura de dragón, procedente en las venas de sus miembros desde los días de la Antigua Valyria. De igual modo, esa noche se dedicó a resolver dudas, pero ya no de la teoría del acto amatorio, sí que todo lo que aprendía era solo teoría, pero que comenzaría a poner en práctica a la noche siguiente; se dedicó a aprender que podía hacer exactamente para complacer a Sakura, en palabras de Shina su placer se daría de forma gradual durante el acto, pero él poco pensaba en sí mismo, lo que deseaba era darle un placer igual o mayor a su hermana y se grabó a fuego cada palabra o consejo de Shina, a quien no dudó en entregar una generosa cantidad de monedas de oro, diciéndose que esa sería la última noche que visitaría ese lugar, porque el resto de su vida estaría consagrada a la mujer que amaba. Cuando el alba despuntó, Sasuke abandonó el burdel y regreso a la Fortaleza Roja antes que alguien lo viera; había amado a su hermana por tanto tiempo que simplemente se había acostumbrado a ello, y ahora que sabía que ella lo amaba sentía que la vida no podía ser maravillosa y generosa con él, anhelaba tener a Sakura en sus brazos, a ella que era una diosa renacida para él, igual que él había nacido solo para ella.
Necesitaba verla cuanto antes, no podía esperar.
En las profundidades del Foso de Dragones, esa mañana, la dragona Dreamfire no lograba conciliar el sueño, envuelva en sí misma y recostada sobre el agreste pero cómodo suelo, emitiendo un gemido lastimero al moverse, llenando las oscuras profundidades con su fuego de dragón, como si intentase calmarse, sintiendo el mismo dolor que su jinete sentía en ese momento, deseando poder estar a su lado y ayudarla, pero en su lugar estaba recluida en ese foso con los otros dragones. El sol ya había emergido desde el horizonte, pero Sakura ni siquiera se inmuto ante la sensación de este sobre su piel, entrando por las ventanas cuyas cortinas estaban corridas, tal vez porque no podía sentir nada de eso o porque nada parecía importarle, aún sentada sobre el colchón y con las piernas atraídas hacia sí como la noche anterior, con los rastros de sangre y su unión con su hermano ya secas sobre las sábanas o a la falda de su camisón, entre sus piernas, el cabello ligeramente despeinado y uno de los hombros del camisón caído para exponer su hombro derecho. Las lágrimas manchaban las mejillas de la princesa, dejando surcos visibles y sus ojos estaban rojos e hinchados tanto por esto como por la falta de sueño, ya que se había negado a dormir o el sueño no había acudido a ella; no había llorado mientras Baru le robaba la virginidad, pero desde su partida las lágrimas habían surgido sin que Sakura pudiera hacer nada para detenerlas, quizás ni siquiera se daba cuenta de que estaba llorando, apenas y parpadeando, de hecho, cualquiera que la viera quizás pensaría que no estaba viva, que era una estatua, ya que no parecía haberse movido de la posición en la que se había encontrado tras la partida de su esposo.
—Buenos días, Alteza...— deseó Ino, anunciándose e ingresando en la habitación.
Siempre usando el revelador estilo de la familia Yamanaka, Ino ingresó en los aposentos de la princesa portando un sencillo vestido de seda negro, que pasaba desapercibido en su mayoría fuera de la larga falda hasta el suelo, que continuaba en la parte superior por una corta chaqueta sin mangas de igual color, pero repleta de estampados florales—lo que caracterizaba a su familia—color dorado, de profundo escote en V que dejaba entrever la curva de sus pechos. Alrededor de su cuello se hallaba un collar de oro compuesto de tres dijes de oro en forma de rosa, obsequio de la princesa Sakura por su boda hacía menos de un mes y su largo cabello rubio estaba peinado en una trenza cintillo que despejaba su rostro, con dos mechones sueltos y el resto caía tras su espalda, expuesta por un corte en la parte posterior de la chaqueta. Sir Arsen Konohakure le abrió las puertas como siempre, pero Ino apenas advirtió que estás se cerraron a su espalda, congelándose tras cruzar el umbral al ver el semblante de la princesa, avanzando lentamente hacia la cama y mordiéndose el labio inferior para ahogar un sollozo al ver las sábanas con rastros de sangre, como la falda de su camisón; la Yamanaka se lamentó con el alma de haberla dejado sola la noche anterior, había creído que el príncipe Baru y ella solo dormirían juntos, nada más, pero ahora quedaba muy claro que no debería haber dejado sola a su amiga. No era engaño que no hubiera dormido, Sakura simplemente no lo había hecho, mentalmente había contado cada hora tras la partida de su hermano, contó cada una de sus respiraciones, y sintió a su leal doncella sentarse a su lado sobre el colchón, aunque no demostró que ello la afectase.
—Alteza, lo siento mucho— manifestó Ino, alargando una de sus manos y entrelazándola lentamente con la suya, atenta a cada una de sus reacciones.
—Este es mi castigo— contestó Sakura sin apartar la mirada de la nada a la que veía.
—¿Castigo por qué, Alteza?— cuestionó la Yamanaka, sorprendida por oír aquella idea.
—Por desear lo que no debo, a quien no puedo tener— espetó la Uchiha con la voz quebrada, bajando la mirada por primera vez. —Mi maldición es vivir con un monstruo al que no puedo amar— admitió acongojada y cerrando fuertemente los ojos.
No era como Demiya Uchiha, la hermana menor del rey Naka I, quien la había elegido entre todas las damas de la corte tras subir al trono, y ambos habían gobernado juntos, siempre apoyándose, amándose, estando incondicionalmente uno al lado del otro sin importar lo que ocurriera; Sakura cerró los ojos con dolor, diciéndose que su sueño de obtener la felicidad en medio de su matrimonio forzado con Baru había muerto la noche anterior, había creído que si perdía la virginidad con Sasuke esa misma noche—ahora no sabía si podría verlo a la cara—, Baru creería en su mentira de que su boda se había consumado la primera noche, mas ahora todo se había convertido en una pesadilla. Sentía que ya no tenía nada por lo que pelear, ¿De qué servía tener sueños, esperanzas, anhelos o deseos? Estos se desmaterializarían frente a ella, otros los destruirían, le harían ver que era una niña tonta y no una mujer, le recordarían cuál era su lugar y tarde o temprano la apartarían de Sasuke, lo sabía, él era un año menor que ella y por eso había estado a salvo hasta ahora, pero era solo cuestión de tiempo para que preparasen un matrimonio para él y entonces ambos estarían separados para siempre. La princesa Sakura y ella tenían la misma edad, Ino siempre había encontrado puntos en común para animarla y apoyarla, disfrutando de verla imponerse escasamente como el verdadero dragón que era, pero en ese momento los latidos del corazón de Ino parecieron detenerse dentro de su pecho al ver tan desmoralizada a su princesa y amiga, de hecho, estaba segura que se quitaría la vida si alguien no la sacaba del pozo en que se hallaba, hundiéndose en su dolor, lo que ella no podía permitir, entrelazando sus dos manos con las suyas y forzándola a encontrar sus miradas, queriendo que la escuchase.
—Princesa, sé que esto es doloroso— admitió Ino, comprendiendo bien que sentía su amiga, —pero debe recuperarse, no puede dejarse derrotar— instó, siendo muy enfática.
—¿Por qué no?— inquirió Sakura desafiante, sabiendo que no le importaba a nadie.
—Como sabe, me casé poco después que usted— recordó la Yamanaka únicamente, desconcertando a la princesa. —Tampoco amaba a mi esposo y tuve que...resignarme cuando él tomó lo que quiso de mí. No lo disfruté, lo detesté totalmente— sentía asco de recordarlo, y había tenido que buscar su felicidad para poder dejar ese evento atrás.
—¿Cómo seguiste adelante?— cuestionó la Uchiha, sorprendida por aquella revelación.
—A veces hay que matar el pasado para que nazca el futuro— contestó la rubia con la voz cargada de emoción. —Sé que es difícil, pero lo que le pido ahora, por usted, es que luche por lo que merece, que se concentre en el futuro y que busque su felicidad— se merecía eso, nadie tenía el derecho de quitárselo. —Pueden quitarle muchas cosas, pero no eso— ya le habían quitado casarse con quien amaba, no podían quitarle el ser feliz.
—Gracias, Ino— sollozó la princesa con la voz quebrada. —Gracias— se sintió mal por desear acabar con su vida, eso la habría alejado terminantemente de Sasuke.
—Estoy aquí, princesa— sosegó ella, atrayéndola en un cálido abrazo, —siempre voy a estar aquí— prometió en voz alta, negándose a abandonarla.
Como todas las doncellas de la princesa Sakura, damas de alcurnia y familias prestigiosas—la antigua tradición de los "nobles rehenes reales" iniciada por Baru I el conquistador y continuada por sus sucesores Sanosuke I, Daisuke I y Naka I—, Ino era alabada en la corte tanto por su garbo como por su belleza, la habían criado con el propósito de ser una herramienta política, un arma incluso, y lo había logrado al casarse con lord Tokisada Umino, el segundo hijo los veintinueve hijos del Maestre de Leyes Iruka, un hombre diez años mayor que ella y conocido por su gusto por las prostitutas, tanto que se decía que ya tenía ocho hijos bastardos. Una semana después de que la princesa Sakura se casara con el príncipe Baru, Ino se había casado con Tokisada y entregado su virtud como dama honorable, como se esperaba de ella, aunque no hubiera querido hacerlo, aunque ello la marcará para siempre, igual que a la princesa ahora; pero, Ino no había dejado que ello la derrotase, sus exquisitas curvas y actitud deslenguada eran el foco de distracción de muchos lores en la corte, pero lo único más peligroso que sus dotes femeninas era su inteligencia, y que usaba para engañar a su esposo cada vez que este se iba de juerga; mantenía un amorío secreto con sir Sai, el Guardia Real Consagrado del príncipe Sasuke, pero nadie podía saberlo. Sintiendo un nudo en la garganta ante las palabras de Ino, conmovida de que alguien le dijera que su vida valía la pena, Sakura se dejó abrazar por su amiga, dejando fluir las lágrimas, diciendo que quería ser feliz, deseando desesperadamente que Sasuke la hiciera olvidar los eventos de la noche anterior, queriendo que el reemplazará el desagradable tacto de su hermano mayor, queriendo encontrar la felicidad con él, con todo su corazón...
Un Arciano, conocido como árbol de los dioses, era una plata muy particular, ya que se encontraban en escasos lugares y era raro encontrar más de uno, por lo que se trataba de edificar una construcción alrededor, pues se creía que eran sagrados; cuando Baru I había iniciado su conquista de los Siete Reinos, se había encontrado con un Arciano en la ciudad que hoy era Desembarco del Rey y había respetado este al Construir el "Fuerte Baru", la base de actual Fortaleza Roja, y Daisuke I también lo había respetado al iniciar la construcción de su Castillo. El Árbol se hallaba en el centro del patio interior de la Fortaleza Roja, conocido como Bosque de Dioses, un lugar que pocos visitaban y que la princesa Sakura tenía para ella esa mañana, acompañada por Ino. Si de Sakura hubiera dependido, se habría vestido de negro ese día, su ánimo era el de quien asistía a un funeral, pero atraería la atención de su madre por vestir el color del bando enemigo—aunque también era uno de los dos colores de la casa Uchiha, junto al rojo—, lo que no quería, por lo que Ino finalmente la convenció de usar un atuendo gris oscuro; se trataba de un sencillo vestido de seda gris estampado en bordados de igual color que brillaban contra la luz y replicaban el emblema real del dragón de tres cabezas, de escote recto con un recorte de encaje en el contorno, cerrado por seis botones de plata hasta la altura del vientre, mangas ceñidas hasta los codos y donde se tornaban acampanadas y traslucidas, con falda abierta en A bajo el vientre y revelando una falda de velo, con sus largos rizos rosados cayendo sobre sus hombros y peinados en una trenza cintillo para despejar su rostro, revelando unos pequeños pendientes de cristal en forma de lagrima.
Los mitos aseguraban que los Arcianos habían sido creados por los Hijos del Bosque, quienes habían tallado expresiones casi humanas en sus cortezas blancas como la cal y el hueso, y pintado personalmente sus hojas rozas como la sangre; el único otro Arciano conocido en un castillo o edificación real en los Siete Reinos se hallaba en Harrenhal, pero ya que el castillo estaba presuntamente maldito, el jardín no era cuidado y por ende el Arciano estaba a merced de los dioses. Esa mañana, Sakura no había tenido ánimo para visitar a su madre, su padre ni a nadie como de costumbre, en su lugar se había retirado al Bosque de Dioses para buscar refugio en sus pensamientos, permaneciendo en aquel punto de la Fortaleza Roja, sabiendo que eventualmente Sasuke se enteraría que estaba ahí y la encontraría sin que ella lo buscase, y se le formaban nudos en el estómago de solo imaginar su expresión de decepción cuando ella le contase la verdad, ya habiéndole ordenado a Ino que quemase sus sábanas y la prueba de su virginidad perdida, porque nadie podía saber que había mentido. En momentos como ese, Sakura se permitía preguntarse cuan diferente sería su vida si la hubieran casado con su sobrino Junichi—lo que Izumi había buscado concretar para legitimar a su primogénito, sin éxito—, o si Baru hubiera sido más amable con ella, menos borracho y menos cruel, mas al solo pensar en eso, ya sabía que en definitiva habría sido más feliz de haber sido comprometida y de haberse desposado con Sasuke en su lugar; su hermano favorito se estaba convirtiendo en un joven hombre atractivo, inteligente, amable y hábil tanto en la lucha como en montar a su dragón, siendo siempre todo lo que un príncipe debería ser.
Sasuke debería ser el príncipe primogénito, era todo lo que los Siete Reinos deseaban en un heredero, con los clásicos rasgos cincelados, delicados y al mismo tiempo salvajes y aguerridos de la Antigua Valyria, con su rebelde cabello azabache y de reflejos azulados; Sakura no sabía si era traición siquiera considerar la idea, pero estaba convencida de que la vida habría sido más fácil para todos—incluso para el mismo Baru—si Sasuke hubiera nacido primero; él habría sido el futuro rey, ella habría sido su reina y Baru no habría sido miserable por hallarse en una posición que no quería…mas no era así, el camino estaba trazado, el destino estaba escrito, los dragones pronto bailarían y nadie podría evitarlo. No había dormido la noche anterior, hablando por y horas con Shina, quien había saciado su curiosidad intelectual, y Sasuke por fin tenía claro lo que debía hacer en su primera vez, lo que lo hizo sentirse pleno a la par que emocionado, dándose un baño al regresar a la Fortaleza Roja, cambiándose de ropa, actuando con vanidad por primera vez en su joven vida al observarse frente al espejo, queriendo lucir presentable y finalmente abandonando sus aposentos en busca de su hermana, quien no se había hallado en sus habitaciones, por lo que pregunto a los sirvientes por ella, enterándose que Sakura estaba en el Bosque de Dioses. Fue allí donde la encontró, esbozando una irrefrenable sonrisa ladina, volviendo la mirada por sobre su hombro para comprobar que no había nadie cerca, y encontrando su mirada con Ino, quien lo reverencio antes de retirarse para montar guardia en tanto él se acercaba a Sakura, quien se estremeció tan pronto como él situó sus manos sobre sus hombros, no lo rechazo, aunque ello desconcertó igualmente al príncipe tuerto.
—Sakura— suspiró Sasuke contra el oído de su hermana, con voz suave y ronca.
Fue un mero acto reflejo, pero Sakura no pudo evitar estremecerse; era Sasuke a su espalda, no Baru, pero su posición tras ella la hizo recordar vagamente la forma en que su hermano la había tomado la noche anterior, aun cuando sus voces fueran completamente diferentes y ella hubiera extrañado tanto oírla, tan profunda, sedosa y suave a la par que elegante, por lo que la princesa se apresuró en volver su rostro hacía él, esbozando una sonrisa al encontrar sus ojos con su iris ónix y viéndolo sonreír solo para ella, que por fin comprendió cuánto necesitaba eso, lo necesitaba a su lado, no quería nada más. Habiendo pensado en Sakura durante toda la noche, Sasuke inclinó su rostro sobre el de ella para besarla, acunando su rostro entre sus manos, sintiendo a su hermana ansiosa por responderle, y si bien el beso inició siendo suave y tierno como el primero que habían compartido, los consejos de Shina y lo mucho que había extrañado a Sakura hicieron que Sasuke pronto tuviera hambre de más, presionando sus labios contra los de su hermana, quien permitió el ingreso de su lengua en su boca para saquearla, olvidándose de cualquier preocupación y envolviendo sus brazos alrededor de su estrecha cintura. Los recuerdos de su noche con su hermano Baru eran un veneno en la mente de Sakura, pero Sasuke era tan diferente a él, que fue fácil para la princesa dejarse seducir, anhelando que él tomara todo de ella y borrara los eventos de la noche anterior y los reemplazara por recuerdos suyos, que reemplazará eventos que él desconocía por completo, ¿Cómo se suponía que rompiera su burbuja de felicidad y le revelase lo ocurrido?
—Todo está claro ahora, podemos intentarlo esta noche, si quieres— susurró el azabache, rompiendo el beso para recuperar el aliento. —Sakura, ¿Qué pasa?— inquirió, viendo a su hermana apartar la mirada con repentina tristeza. —Dime qué pasa— pidió suavemente, acunando su rostro entre sus manos.
—Baru él...Anoche...— la pelirosa tartamudeo a causa de los nervios y preocupación, no sabiendo bien qué decir. —No fue como entre nosotros, ni siquiera me beso, solo…— se le quebró la voz de solo recordarlo, cerrando los ojos y anticipando su decepción.
Quería contarle todo a Sasuke, como solía hacer en sus años de infancia, quería explicarle cuánto le había dolido que su hermano le quitase aquello que ella solo había deseado darle a él, como se había sentido como poco menos que una yegua de cría que coger para embarazarla—ese era el objetivo de su matrimonio, aunque otros siempre usaran palabras bonitas—mientras su hermano cumplía su deber de esposo sin pensar en ella ni por un momento…pero, no podía poner nada de eso en palabras, ya recordarlo siquiera la hacía sentir enferma, y ello la hizo cerrar los ojos, no pudiendo ver a los ojos a Sasuke por haberle fallado, así lo sentía. El solo hecho de pensar en Baru y Sakura en la cama hizo que algo caliente y desagradable ardiera dentro de él; su hermano no había hablado de su matrimonio con él, lo que era un consuelo para Sasuke, mas en ese momento el príncipe tuerto no necesitó escuchar más de labios de sus hermana, ni tampoco quería que su mente joven e imaginativa pusiera imágenes que no quería en su mente, por lo Sasuke únicamente atrajo a su hermana hacia sí en un abrazo, haciendo que la pelirosa enterrase su rostro contra su hombro, temiendo que ella se desmoronara en cualquier momento. No se imaginó a Baru cogiéndose a Sakura, pero solo imaginar sangre de su hermana en las sabanas, sus sollozos, saber que ella no había querido que ocurriera aquello lo hizo enfurecer como nunca en su vida, lo hizo desear cometer traición y matar a su hermano mayor para apartar a esa bestia de su inocente hermana; otra ofensa se añadió a la lista, otra venganza que cobrar a futuro, así lo vio Sasuke, pero no ofendido por sí mismo, sino por la honra de su hermana, deseando restituírsela.
—Lo mataré— declaró Sasuke diciéndose que era lo menos que podía hacer.
—Sabes que no puedes hacerlo, solo te condenarías— contrarió Sakura rompiendo lo suficiente el abrazo para alzar la mirada hacia su hermano.
—Perdóname, Sakura, lo siento mucho, no creí que...— el azabache acunó el rostro de su hermana entre sus manos, presionando su frente contra la suya. —Perdóname, perdóname por no estar aquí— rogó, sintiendo que le había fallado completamente.
—No habrías podido evitarlo— disculpó la pelirosa, sintiendo que ella debería ser quien se disculpara, mas él ni siquiera le dio la oportunidad.
—Te amo, ¿Lo sabes?— declaró Sasuke sin apartar su atención de sus hermosos ojos.
—Y yo te amo a ti— correspondió Sakura con la voz quebrada de emoción. —Pero, no sé si pueda...Siento como si estuviera manchada, contagiada por algo que no veo...y no quiero que te alcance a ti— admitió, bajando la mirada con angustia y temiendo decepcionarlo.
—Eso nunca— negó él haciendo que alzara la mirada y la encontrase con la suya. —Eres el ser más maravilloso que conozco— declaró inclinándose para besarla en la mejilla. —Te amo— aseguró, rozando su nariz contra la suya y no queriendo que lo dudara.
—Te amo— correspondió ella, olvidándose de completamente todo gracias a él.
Que Sakura fuera virgen era la menor de sus preocupaciones, de hecho, había pedido el Consejo de Shina porque no deseaba decepcionarla con su inexperiencia, porque quería hacer de su primera vez mutua la mejor noche de su vida, pero saber lo que su hermano le había hecho solo lo motivó aún más a entregarse a esa causa, halando el rostro de su hermana hacia sí en un nuevo beso, al que su hermana no dudo en corresponder, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello. Ahora no solo no quería decepcionar a su hermana en la cama, quería que ella olvidara completamente lo que Baru le había hecho sentir, querría borrar su tacto pernicioso, su brutalidad, su crueldad—pues había escuchado que clase de cosas les hacía a las mujeres en los burdeles cuando estaba borracho—, no importándole en absoluto en ese momento si los atrapaban besándose—aunque Ino estaba montando guardia para evitarlo—, ni si los dioses lo castigaban por el amor que sentía por su hermana, no le importaba nada más que tener a Sakura en sus brazos, sintiéndose orgulloso y pleno de los jadeos que se ahogaban entre sus labios y que lo hicieron atraerla aún más hacia sí. No podía olvidar lo que Baru les había quitado de la noche a la mañana, pero los besos de Sasuke y su cálido abrazo hicieron que Sakura sintiera que la sangre en sus venas pareciera fuego corriendo por su torrente, sintiendo que el momento era perfecto, que todo estaba bien estando juntos, que ella le pertenecía y que él podía hacer lo que quisiera, porque ella lo dejaría; cuando el beso se rompió, para que ambos recuperaran el aliento, Sakura encontró su mirada con la de Sasuke, sonriendo por primera y genuina vez en ese día al ver el indeleble amor en sus ojos.
Con Sasuke se sentía como una diosa hecha carne.
El resto del día transcurrió calmadamente, ambos se concentraron en realizar sus actividades diarias como siempre, aunque conteniendo el aliento hasta que llegó la noche, pues no sabían si Baru nuevamente visitaría la habitación de Sakura, mas aquella inquietud por fin se desvaneció cuando Sasuke se enteró por su Guardia Consagrado que su hermano había partido a Flea Botton, que no pasaría esa noche en la Fortaleza Roja, tras lo que el príncipe se retiró a sus aposentos, y luego se dirigió hacia los de su hermana a través del pasadizo secreto. Ino acababa de retirarse, informándole gracias a los dioses que Baru no estaba en el castillo, permitiéndole sentir alivió, apretándose las manos nerviosamente mientras aguardaba de pie tras su cama; portaba un sencillo camisón beige pálido de cuello alto y cerrado por botones gemelos de esmeralda en forma de dragón en la zona del busto, falda de velo y mangas ceñidas que se abrían como lienzos por encima de los codos y sus largos rizos rosados caían libremente tras su espalda. La puerta secreta junto a su cama se abrió, y Sakura se volvió para encontrar su mirada con la de Sasuke, quien cerró la puerta a su espalda, y solo hizo falta que encontrase su mirada con la suya para que cerrar la distancia entre ambos con pasos veloces, acunando su rostro entre sus manos y halándola hacia si en un beso lento y apasionado que hizo sus labios chocar con fervor y deseo reprimido en un beso urgente, lleno de emoción, por lo que este no tardo en profundizarse, Sakura instándolo a ello al envolver sus brazos alrededor de su cuello y él hizo lo mismo envolviendo sus brazos alrededor de su cintura, besándola con anhelo, no importándole si lo que sentían estaba prohibido.
—¿Estás completamente segura?— preguntó Sasuke rompiendo el beso. —No tenemos que hacer nada si no te sientes bien— aseguró, no queriendo obligarla a nada.
—Quiero hacer esto, contigo, quiero olvidar completamente...— contestó Sakura sin siquiera dudarlo. —Lamento no ser virgen— se disculpó bajando la cabeza con vergüenza.
—Nada de eso importa— contrarió él, acunando el rostro entre sus manos y haciéndola alzar la mirada. —Eres tú, solo eso importa— no apartó la mirada de ella como prueba.
A Sasuke no le importaba si Sakura no podía ser su esposa, no importaba que su amor fuera un secreto, él la deseaba tanto que ello lo consumía y todo lo que deseaba era demostrarle lo mucho que la amaba, inclinando su rostro sobre el suyo para reclamar sus labios en un nuevo beso, no dándose por satisfecho hasta sentir como sus jadeos y gemidos morían en sus labios, rompiendo el beso para deslizar sus labios por su mentón y cuello, mordisqueando su piel, reconociendo su anatomía a través de la ropa. Esbozando una tímida sonrisa ante las palabras de su hermano, siendo todo cuanto necesitaba escuchar, Sakura descendió su tacto para entrelazar una de sus manos contra la suya y lo guio lentamente hacia su cama, no teniendo porque postergar más lo que ambos deseaban; Sakura pensó en su noche con Baru e imaginó—por su inexperiencia—que debería inclinarse sobre la cama y dejar que Sasuke la tomase de la misma manera. Pero, la princesa ni siquiera tuvo tiempo de volverse hacia la cama, porque su hermano lentamente se encargó de desabrochar los botones de su camisón, encontrando su mirada con la suya en todo momento, pidiéndole permiso, uno que ella no dudó en otorgarle, sintiendo la tela deslizarse suavemente por su cuerpo hasta caer al suelo; Sakura tuvo el deseo de abrazarse a sí misma y cubrir su desnudez, pero la mirada de Sasuke la detuvo, no era la oscuridad que había visto en Baru, veía hambre en su iris ónix, y su tacto no tardó en situarse sobre sus hombros y descender lentamente, amasando sus pechos y haciéndola suspirar con su tacto, analizando sus reacciones e inclinándose para aprisionar uno de sus pezones entre sus labios, haciéndola arquearse contra él.
Baru había sido un salvaje, no le había pedido su opinión, simplemente había cumplido con su "deber de esposo", y Sakura había imaginado que Sasuke sería más suave, pero que dentro de todo seguiría la misma norma, era lo que su madre le había enseñado que esperar como esposa, pero la sensación del tacto de Sasuke amasando uno de sus pechos, devorando elotro con sus labios la hizo temblar de pies a cabeza, no tenía idea que aquello podía sentirse tan bien, la dicha era tal que Sakura no sabía siquiera si la merecía; Sasuke era tan cariñoso, estaba tan ansioso por complacerla y eso solo hizo que lo amara aún más, deslizando sus manos para acariciar su rebelde cabello azabache. Los celos de Sasuke estaban en su punto álgido, celos por su hermano, deseando que Sakura fuera su esposa y no suya, ¿Cómo es que Baru no podía apreciar a una mujer tan hermosa? Sasuke nunca había sentido deseo por una mujer en su vida, las prostitutas en los burdeles no le generaban nada, pero su hermana…contemplarla en su absoluta perfección y tener clara la teoría de lo harían enardeció sus sentidos por completo, era un pecado no adorar a semejante diosa, cuya piel perfecta era lo mejor que había probado en su vida y lo hacía desear más. Sasuke siempre había sabido que su hermana era hermosa, pero verla en aquel estado tan íntimo y siendo el único en tener ese honor lo hizo estremecer, teniendo que distanciarse para observarla con deseo y devoción, como si fuera lo más hermoso en el mundo, y lo era para él, mas no podía creer que fuera real. Cuando Sasuke se alejó brevemente, cesando en sus atenciones, recorriéndola con la mirada, Sakura no pudo evitar sentirse tímida, temiendo que él no la encontrara atractiva.
—Eres hermosa— murmuró Sasuke, con su voz como una caricia aterciopelada.
—No necesitas mentir— negó Sakura, haciendo que la observara con sorpresa, —sé que...no soy como las otras mujeres que debes haber visto— imaginaba que los burdeles tenían mujeres mucho más bellas y entretenidas que ella.
—Estoy aquí contigo— obvió él, volviendo a acunar su rostro y sosteniéndole la mirada como prueba, —y créeme cuando te digo que eres más hermosa que cualquier mujer que haya visto— sus palabras eran una mezcla de anhelo emocional y carnal, una oda para ella. —Cada centímetro de ti— añadió en voz baja, con la voz ronca de deseo.
Quería memorizar cada detalle de Sakura frente a él, todas sus curvas, la perfección de su satinada piel, porque Sasuke verdaderamente sentía que Sakura era perfecta y verla cerrar los ojos con deleite bajo su tacto solo enardeció su deseo, ella estaba disfrutando lo que él estaba haciendo, por lo que él lentamente la guio para que se sentara sobre la cama, temiendo que él mismo se desplomara de la emoción en cualquier momento. Las palabras eran solo eso, Sakura intentó convencerse de ello, Baru las usaba muy bien por cortesía, pero era salvaje a la hora de demostrar afecto genuino, no sabía cómo hacerlo, mas Sasuke por otro lado usualmente no se expresaba verbalmente, era muy reservado, solo lo hacía con ella y la veía de una forma muy especial, lo que la hizo sentir infinitamente importante en ese momento, haciéndola sonreír, por lo que la princesa no pudo evitar desear retribuirle su afecto, procediendo a desabrocharle lentamente el jubón, sorprendiéndolo, mas el príncipe tuerto no dudo en dejarse hacer, sentándose a su lado para quitarse las botas y el cinturón, dejando su espada—obsequio de ella—junto a la cama. Sasuke tan solo se levantó de la cama cuando Sakura, con tacto tembloroso, intentó desabrocharle los pantalones, por lo que el príncipe decidió encargarse de ello por su cuenta, no perdiendo detalle de sus expresiones en todo momento, dispuesto a parar si aquello demostraba ser demasiado para ella, mas el príncipe tuerto no supo si sonreír o extrañarse ante el sonrojo que pintó las mejillas de su hermana, así como la expresión de sorpresa en sus ojos y que no dudaron en alzarse para encontrarse con su iris ónix, ¿Es que la había decepcionado de alguna forma?
En una ocasión, a los once años, cuando había sangrado por primera vez, Sakura había preguntado a su madre que tenía un hombre entre las piernas, su madre había respondido que "carne" y Sakura no había profundizado en su curiosidad entonces, pero observando el miembro de su hermano estaba convencida de que eso no era simplemente carne, y los tapices en la Fortaleza Roja podían ser muy explícitos en ciertos pasillos o aposentos, permitiéndole tener claro qué esperar de un típico ejemplar masculino; nunca había visto el miembro de Baru, él simplemente se había reservado a cumplir su "deber de esposo" sin verla a los ojos, pero con solo ver a Sasuke, Sakura supo que estaba muy bien equipado y que no tenía motivos para ser humilde, lo que la hizo sonrojar. Si hubiera sido virgen, se habría preguntado si eso cabría en su interior, pero no lo era, por lo que se esforzó por superar su impresión y haló de la mano a su hermano para que se sentase a su lado, sintiéndose muy afortunada porque Sasuke la eligiera para despertar su vigor, pero así como Sasuke veía todo de ella, Sakura no pudo evitar anhelar lo mismo, frunciendo los labios como una niña caprichosa y no tardando en alargar sus manos para desanudar el parche que cubría su ojo izquierdo, quitándoselo y dejándolo caer al suelo junto a sus ropas, esbozando una ligera sonrisa. Sasuke se puso nervioso, no sabía cómo una cicatriz horrible como la de su ojo izquierdo complacería a su hermana, pero él había visto todo de ella y le parecía justo que ella hiciera igual; la carne había sanado, pero él se sentía horrible y desafortunado por su ojo perdido, mas en su lugar Sakura alzó la mano para trazar embelesada la cicatriz.
—No importa cuántas cicatrices tengas, siempre serás hermoso para mí— declaró Sakura con una sonrisa sincera, inclinándose para besarle la mejilla, justo por sobre la cicatriz.
Solo Sakura vería tan horrible cicatriz como algo hermoso y era la misma razón por la que Sasuke la amaba a ella, no dudando en atraer a su hermana en un nuevo beso que pronto los hizo recostarse sobre la cama, el encima de Sakura, deslizando sus labios por su mentón y cuello, besando cada centímetro de ella a su alcance, comenzando por sus hombros y bajando; Sakura no pudo evitar revolverle el cabello cuando sus labios llegaron a sus pechos, devorando uno en tanto acariciaba el otro, encantándose con aquella sensación. Sasuke no pudo evitar preguntarse brevemente si había muerto e ido a los cielos, porque aquello solo había sido posible en sus sueños, mas el tacto de su hermana halando de su cabello le recordó que aquello era maravillosa y milagrosamente real; recordó los consejos de Shina, sobre si era aficionado a la música, y por fin lo entendió, los sonidos de gemidos y jadeos que emergían de los labios de Sakura eran lo más hermoso que hubiera escuchado en su vida y no quería nada más que escuchar más, quería ser la causa de esos ruidos por el resto de la vida, pudiendo ignorar su placer y concentrándose únicamente en el de ella. Los labios de Sasuke continuaron bajando y Sakura no pudo evitar apoyarse en sus codos, haciendo amague de erguirse cuando sintió sus labios en la parte inferior de sus muslos, mordisqueando la piel a su paso hasta su sexo, no teniendo idea que iba a hacer…pero la respuesta llegó por sí sola, haciéndola estremecer y soltar un fuerte jadeo, sintiendo la lengua y labios de su hermano recorrer sus pliegues con cuidado, ante lo que Sakura tuvo que recostarse sobre la cama a causa del placer, echando la cabeza hacia atrás y gimiendo cada vez más fuerte.
Sasuke gruñó roncamente al sentir el tacto de su hermana halando de su cabello, alentando a la par que frenándolo, como si ella ni siquiera tuviera claro lo que sentía. Si para él la experiencia ya era sublime, estar entre las piernas de Sakura simplemente intensificó todo, su sabor era definitivamente exquisito, seductor como la embriagante leche de amapola, era tan fácil emborracharse con su sabor, pero no era suficiente para satisfacer su sed, estaba loco de deseo por ella, era la mejor sensación del mundo, incluso mejor que volar en Vaghar. Acomodando las piernas de la princesa sobre sus hombros, queriendo concentrarse de lleno en su labor, recordando los consejos de Shina la noche anterior, el príncipe devoró la feminidad de su hermana, pasando sus manos por sus muslos, separando sus pliegues con sus dedos, estudiando cada reacción y queriendo que ella disfrutara de la experiencia tanto como lo estaba haciendo él, escuchándola gritar su nombre, intentando ahogarlo al cubrirse los labios, sabiendo que su presencia en sus aposentos debía permanecer secreta. Todo era demasiado intenso para Sakura, que haló de las sábanas hasta sentir que las rompía bajo su agarre, gimiendo ante el tacto de la lengua de su hermano, gimiendo cada vez más fuerte, envuelta en olas de satisfacción, curvando la espalda contra el colchón, levantando las caderas al encuentro de los labios y lengua de su hermano, anhelando más, más de algo que ni siquiera entendía, no habiendo imaginado nunca que pudiera existir un placer así, bajando la mirada el encuentro del iris ónix de su hermano, quien alzó la mirada en respuesta, analizando las expresiones de placer de Sakura, viéndola morderse los labios para no hacer demasiado ruido.
La sola sensación y visión de los labios de su hermano en su feminidad, prodigándole atención y devorándola ansiosamente mientras sus dedos entraban y salían de ella a un ritmo lento y deliberado solo aumentaron el placer que Sakura estaba sintiendo, halando del cabello de su hermano e instándolo a continuar, atrayéndolo hacia ella como si quisiera fundirse en él; a Sakura le habría encantado poder decir algo, lo que fuera, pero su garganta solo emitía gemidos y jadeos sin sentido, como si Sasuke la controlara a su antojo y ella misma disfrutaba de estar a su merced. Los dedos de Sasuke se movieron lentamente, buscando el punto exacto en la feminidad de su hermana para que ella se arqueara y sus gemidos subieran de tono, entrecerrando su ojo derecho con genuino interés al advertir el ligero temblor en sus piernas, el vaivén de sus caderas y como los gemidos de su hermana alcanzaban notas cada vez más altas, sabiendo que era una señal de que el clímax estaba cerca, ante lo que redobló esfuerzo, queriendo que lo alcanzase cuanto antes y que fuera todo lo que Baru no había sabido darle. Sakura se cubrió los labios lo mejor posible, casi deseando morderse la mano ante el desesperado deseo que tenía de gritar, halando una almohada más cerca y mordiéndola para ahogar el fuerte grito que salió de sus labios, arqueándose contra el colchón, abrumada por una sensación que nunca antes había experimentado y que procedía de su interior, mas placentera y fuerte que nada que hubiera sentido antes; contemplar el clímax de su hermana casi hizo que Sasuke acabara en ese mismo momento, pero su lugar enterró el rostro entre los muslos de su hermana, devorando hasta la última gota procedente de ella.
Sakura jadeó fuertemente, agitada como nunca en su vida, teniendo que sentarse torpemente sobre el colchón y observando a su hermano que salió de entre sus piernas, intentando convencerse que aquello era real, que de alguna forma lo que había sido horrible la noche anterior con Baru, ahora era sublime en brazos de Sasuke, mejor que nada que ella hubiera sentido en su vida y ante lo que no pudo evitar volverse adicta, apresurándose en sujetarse a los hombros de su hermano y halarlo hacia sí en un beso desesperado, demasiado abrumada por lo ocurrido así como por la devoción que Sasuke le había dedicado y que le hacía sentir que su corazón estallaría. Sonriendo ladinamente en medio del beso, Sasuke separó los labios de su hermana con su lengua, guiándola para recostarse nuevamente sobre la cama, encima de ella, trazando su anatomía con su tacto, anhelando más de ella, sintiendo los consejos de Shina resonar en su mente, y si el placer que había proporcionado a su hermana ya era grande, no podía evitar anhelar la consumación absoluta, sintiendo los pechos de su hermana chocar contra su torso y cada parte de su cuerpo adaptarse perfectamente contra el suyo; quería que su hermana olvidará lo que había sucedido con Baru la noche anterior, solo quería que pensara en él, en nada más. Sakura tembló cuando el beso tuvo que romperse forzosamente por la necesidad de aire, aliviada como nunca antes en su vida, casi sollozando a causa de la emoción, no teniendo idea de que el tacto de un hombre—su hermano favorito—podía resultar tan pecaminosamente satisfactorio, sintiendo una de las manos de su hermano entrelazarse con la suya y guiarla hasta su pecho, sobre su corazón.
—Siente como mi corazón se acelera por ti— murmuró Sasuke en un susurro apagado, —siente cuánto te deseo— agregó, rozando su nariz contra la suya y viéndola a los ojos.
—Te amo— suspiró Sakura completamente embelesada, sintiéndose en el cielo mismo.
—Te amo— correspondió él, inclinando su rostro contra el suyo para reclamar sus labios.
Si alguien le hubiera preguntado a Sasuke cuántas veces había imaginado esa situación, habría jurado que había perdido la cuenta, pero si le hubieran preguntado cuántas de esas veces había creído que se haría realidad, diría que ninguna, por lo que tener a su hermana en sus brazos era un verdadero sueño hecho realidad, devorando sus labios y sin poder creer que algún día se aburriera de ello. Sus labios chocaron uno contra el otro con hambre, sus manos explorando el cuerpo de otro con idéntico anhelo, como dos llamas que se consumían mutuamente para arder con más fuerza que antes, el príncipe acomodándose entre las piernas de su hermana, abrumado por la forma perfecta en que sus cuerpos parecían encajar juntos; los dioses debían haberlos creado uno para el otro, y ello lo hizo maldecir con mayor fuerza a su familia por separarlos, por no permitirles el estar juntos como cualquier pareja, también maldijo al Septón y a su padre el rey, a su abuelo y a cualquiera que los hubiera separado, que hubieran hecho que Sakura perteneciera a Baru y no a él; Sakura y él estaban destinados el uno para el otro, en cuerpo y alma, y ningún voto jurado ante un septo o una ley cambiaría eso. Sasuke rompió el beso para recuperar el aliento, observando a su hermana debajo suyo, con sus largos rizos rosados enmarcando su rostro como el halo de un ángel, con su piel resplandeciente por la luz de las velas como si fuera fuego de Dragón, aturdido por la felicidad que ella le hacía sentir, inclinándose para besarla en la frente con ternura y devoción, descendiendo para besar sus mejillas y finalmente sus labios, acomodándose entre los muslos de ella y que separó lentamente, diciendo que ella afortunadamente no sentiría dolor.
Sakura no dudo en seguir las silenciosas indicaciones de su hermano menor, dejando que se acomodase entre sus piernas para situarlas a cada lado de su cuerpo, todo era nuevo para ella, Baru jamás la había visto ni tocado como lo hacía Sasuke, partiendo por el hecho de que Sasuke quería verla a los ojos y a Baru simplemente no le importaba, encontrando su mirada con la suya como para pedirle permiso y por fin guio lentamente su miembro hacia su interior. Lo primero que Sakura sintió fue una reminiscencia de lo que Baru le había hecho la noche anterior, era un estiramiento de su interior, pero no era brusco ni agresivo como lo había hecho él, sino lento, pausado, medido, que se hizo cómodo mientras ella se adaptaba y placentero hasta que lo sintió completamente en su interior, haciéndola estremecer y gemir sin darse cuenta, sujetándose a los hombros y espalda de Sasuke, jadeando de sorpresa y habiendo esperado dolor como lo que había sentido con Baru la noche anterior, pero en su lugar se estremeció de placer, sin apartar los ojos del rostro de su hermano en ningún momento. Lo mismo que hizo Sasuke, cuyo iris no se separó en ningún momento del angelical rostro de Sakura, llenando el aire con su deseo compartido, mas nada podría haber preparado a Sasuke para lo increíble que se sentía estar en el interior de su hermana, le había brindado placer hasta ahora complacerla, pero ser uno solo con ella…benditos fueran los dioses por permitirle unirse a ella; no se imaginaba compartiendo ese momento con nadie más, era su primera vez con una mujer y Sasuke se sintió infinitamente afortunado y dichoso por dedicarla a Sakura, no creyendo que pudiera existir mayor alegría que esa.
—¿Cómo te sientes?, ¿Duele?— preguntó Sasuke muy atento a sus expresiones.
—No, continua— negó Sakura con una sonrisa, acunando el rostro de su hermano en sus manos. —Estoy ardiendo…— jadeó, sintiendo placer con solo tenerlo en su interior.
—¿Quieres más?— inquirió el azabache sonriendo ladinamente, envalentonado.
—Sí, dame más— asintió la pelirosa, solo anhelando más de lo que él le estaba dando.
Ardiendo era una comparativa muy adecuada, Sakura verdaderamente sentía como si estuviera siendo consumida por un fuego invisible, cada parte de ella ardía con un nuevo e intenso deseo y su hermano era la causa, solo él podía eliminar ese fuego o intensificarlo para que permaneciera en su interior, como si fueran verdaderos dragones, ¿Así se sentía Dreamfire todo el tiempo? Todo era tan nuevo para ella, y sin embargo tan placentero, haciéndola gemir cuando sintió a su hermano retirarse lentamente y volver a embestir, suspirando su nombre y viceversa, sintiendo los músculos de los hombros y espalda de Sasuke tensarse bajo su tacto y mientras la hacía suya. Las embestidas comenzaron siendo descuidadas y torpes, claramente Sasuke no sabía bien que estaba haciendo y ello solo intensificó el placer de Sakura, mordiéndose el labio inferior mientras escuchaba los gruñidos y gemidos de Sasuke contra el costado de su cuello; no quería ni podía permanecer en silencio, Sakura se encontró gimiendo plenamente, suspirando el nombre, de su hermano, arañando los músculos de la espalda de Sasuke, quien atrajo sus caderas hacia las suyas, chocando entre sí y en respuesta Sakura no dudo en abrir más sus piernas para permitirle llegar más profundo en su interior. Sasuke no dudo en embestir más fuerte y profundamente, hasta entonces controlando sus ansias de reclamar todo de su hermana, pero supo que no tenía por qué contenerse, sintiendo como ella se aferraba más a sus hombros y envolvía firmemente sus piernas alrededor de su cintura, atrayéndolo hacia sí, en tanto el príncipe tuerto intentaba no terminar demasiado rápido—por los consejos de Shina—y calmar su acelerado corazón.
Sasuke apoyó su peso en sus brazos para no aplastar a Sakura, situando una de sus manos al costado de su rostro, no queriendo perder detalle alguno de sus expresiones, queriendo recordarla así para siempre, debajo suyo y gimiendo su nombre, por el resto de sus días; sus embestidas fueron inicialmente lentas, quería saborear cada instante lo más posible y disfrutar de las reacciones de Sakura, sus uñas clavándose en la piel de su espalda y hombros, lo que lo instó a embestir cada vez más rápido y más fuerte, anhelando todo de ella, seducido por el vaivén de las caderas de su hermana, perdido en la sensación del cuerpo de Sakura. La princesa estaba infinitamente conmovida, no creía poder sentirse más feliz, Sasuke la estaba haciendo suya con tanto cuidado, adoración y delicadeza que ella sentía deseos de llorar, lo amaba; amaba la forma en que él deslizaba sus labios por su cuello, como retenía sus caderas contra las suyas para mantenerla en su lugar y le encantaba encontrar su mirada esmeralda con el iris ónix de él, halándolo hacia sí en un nuevo beso, pasando las manos por los músculos de su espalda, jugando con su rebelde cabello azabache, gimiendo contra sus labios. Podrían haber seguido así para siempre, excepto que Sasuke se tomaba muy en serio la labor de complacer a su hermana, repasando los consejos de Shina en su mente, envolviendo sus brazos alrededor de la estrecha cintura de Sakura y cambiando la posición en que se hallaban, sentándose sobre el colchón y atrayéndola a ella para que se hallara a horcajadas sobre su regazo mientras ambos aún se hallaban perdidos el uno en el otro, sintiendo la calidez de la piel del otro, abrumados por el placer que sus movimientos les brindaban mutuamente.
Sakura no pudo evitar gemir a causa de la sorpresa ante el repentino cambio de posición, hallándose encima de su hermano, quien esbozó una sonrisa ladina al encontrar su mirada con la suya, volviendo a recostarse sobre la cama, queriendo que ella tuviera el control, queriendo que ella actuase con toda la confianza que debería tener como la reina que un día sería; naturalmente, Sakura no tenía idea de que hacer, nunca había hecho nada de eso, por lo que Sasuke—quien también estaba aprendiendo—levantó sus caderas para indicarle que debía hacer, en tanto Sakura continuaba embelesada por la forma en que su hermano la adoraba, tocaba y la hacía sentir. Con incertidumbre, pero queriendo retribuir todo el inmenso placer que su hermano le había dado, Sakura se levantó lentamente—sin retirar su miembro de su interior—, dejándose caer con un gemido de sorpresa y placer entremezclado, repitiendo aquel movimiento un par de veces, apoyando sus manos sobre el pecho de su hermano, encontrando su mirada con la suya en todo momento, marcando el ritmo de las embestidas para hacer que estás fueran más rápidas y profundas, deshaciéndose en jadeos de placer, debiendo admitir que le gustaba tener el control de la velocidad y el ángulo de las penetraciones. Si, después de su primera visita al burdel en su decimotercer onomástico, Sasuke se había imaginado haciendo el amor con su hermana, muchas veces, pero en ninguno de esos escenarios fantásticos la había imaginado montándolo, con una ferocidad que él nunca había conocido, una lujuria tal que no le dejaba marco de acción, más allá de aferrarse a sus sugerentes caderas o a sus pequeños pechos y mirarla, sentirla y moverse sobre su regazo.
Todos decían que, como Uchiha, su familia y él estaban más cerca de los dioses que de los hombres, pero Sasuke nunca lo había sentido más que en ese momento, sentándose sobre el colchón y atrayendo a su hermana en un cálido abrazo, moviéndose uno contra el otro y compartiendo su placer, fundiéndose en un beso apasionado; no era solo follar con una mujer lo que le daba placer, era Sakura, ella siempre sería la única que podría hacerle sentir que estaba en el lugar correcto y que amarla era la razón de su vida. Sintiendo por primera vez que estaba a punto de llegar al clímax, Sasuke hizo quedar a su hermana debajo suyo nuevamente, envolviendo sus brazos alrededor de las caderas de su hermana y haciendo que las últimas embestidas se volvieran superficiales, cortas e imprecisas, los gemidos y jadeos de ambos mezclándose en medio del beso que compartían, luchando por respirar, mas negándose a separarse al mismo tiempo; Sasuke sintió las uñas de su hermana en su espalda, arañando su piel cuanto más se aproximaba el clímax, pero ello solo lo estimuló aún más y aumentó su deseo por ella. Rompiendo el beso, necesitando respirar desesperadamente, sintiendo un ardor en la garganta como si fuera el fuego de un dragón, ante lo que Sasuke deslizó sus labios por la piel del cuello de su hermana, gruñendo contra su oído, escuchando los gemidos de ella subir más y más de tono, tornándose aún más sublimes de ser posible; todo lo que importaba era ella y el clímax cada vez más y más próximo, escuchándola suplicarle por más, más, más, sintiendo sus caderas moverse contras las suyas para recibir cada una de sus embestidas, perteneciéndole por completo, sintiendo que iba a acabar en cualquier momento.
—Es demasiado, Sasuke— susurra ella, arañándole la espalda, asustada del descomunal placer que estaba sintiendo y que no dejaba de aumentar.
—Ya casi…Me vuelves loco— murmuró él con voz ronca y llena de necesidad, negándose a acabar hasta que ella lo hiciera.
Con hambre y ferocidad implacable, Sasuke no quería ni podía ser como Baru, necesitaba estar seguro de que le había dado a su hermana el placer que ella tanto se merecía, no quería que ella sintiera insatisfacción alguna, disfrutando de cada uno de los gemidos de Sakura entrelazados con su nombre y arqueándose debajo suyo con un largo gemido de placer al mismo tiempo que la respiración de Sasuke se tornaba entrecortada, envolviendo más firmemente los brazos alrededor del frágil cuerpo de su hermana, reteniendo sus caderas contra las suyas y derramándose finalmente en su interior. Sakura recordó su noche anterior con Baru, recordaba como la sensación de su semilla en su interior le había resultado extraña y repugnante, la culminación de una unión que ella nunca había pedido; en esta oportunidad y apenas sintió a Sasuke derramarse en su interior, la princesa se arqueó contra el cuerpo de su hermano en respuesta, gimiendo su nombre contra su hombro en medio del abrazo que los unía, completamente enloquecida, alcanzando una cúspide de placer con la que jamás podría haber siquiera soñado, mayor que la que Sasuke le había brindado antes y que por fin la hizo sentir completa. Los gemidos y respiraciones entrecortadas de la joven pareja llenaron la habitación, los cuerpos de ambos temblando mientras se recuperaban de tan insuperable experiencia, aun abrazándose; era peligroso, Sasuke lo sabía, que hubiera acabado en el interior de su hermana implicaba que pudiera embarazarla…pero aquello no importaba, estaba con la mujer que amaba y eso era lo único importante, cualquier efecto colateral sería bienvenido y ambos ya lo habían considerado con anterioridad.
La noche anterior, sentir el cuerpo Baru contra el suyo la había aterrado, como todo contacto físico la había hecho sentir nerviosa y que permaneciera vestido durante el acto, que simplemente tomara lo que quisiera de ella, pero no fue así con Sasuke; Sasuke estaba tan desnudo como ella, la estaba abrazando amorosamente, y aunque inevitablemente su peso se desplomó sobre ella, la sola sensación de sus músculos contra su suave piel la hizo y estremecer, era tan vulnerable, tan adorable que la hizo enamorarse todavía más de ser posible y su sonrisa no se desvaneció cuando Sasuke lentamente recuperó el autocontrol. No queriendo molestar a su hermana, Sasuke finalmente apoyó su peso en sus brazos para no seguir aplastando a Sakura, encontrando su mirada con la suya y ante lo que su hermana alzó sus manos para jugar y acariciar su rebelde cabello azabache, teniendo una expresión de completa alegría y fascinación que lo hizo sonreír ladinamente como el tonto enamorado que era, rozando su nariz contra la suya, recibiendo un casto así como cansino beso en los labios de su hermana, desplomándose sobre ella y abrazándola hacia sí, enterrando su rostro contra el costado de su cuello, embriagándose con su dulce perfume; detestaba las cosas dulces, lo empalagoso, pero con Sakura se volvía adicto a todo lo que ella representaba. Sakura envolvió sus brazos alrededor de los hombros de su hermano en un abrazo, sintiendo la esperanza arder detrás de sus ojos, comprendiendo por fin de que había hablado Ino sobre que ella debería buscar su felicidad, habría sido el mayor arrepentimiento de su vida terminar con todo por causa de Baru, pero en brazos de Sasuke se sentía verdaderamente plena, segura y a salvo. Que hermoso era amar a alguien…
La noche fue larga y placentera, Sasuke ni siquiera había podido seguir mentalmente el ritmo a todo lo que habían hecho, solo recordaba que Sakura y él se habían quedado dormidos luego de repetirlo por tercera vez, el sueño había acudido veloz a él luego de ello y ahora sus ojos se abrieron somnolientos tan pronto como la luz del sol le dio en el rostro, era la luz del amanecer que entraba por la ventana, la prueba de que su noche juntos había terminado y que debían separarse; era una fortuna que él acostumbrara a despertarse temprano para su rutina diaria de leer, entrenar o montar en Vaghar, pero en ese momento no quería levantarse de la cama. Una sonrisa se plasmó en sus labios, bajando la mirada hacia su pecho, donde su hermana se hallaba recargada, durmiendo a su lado y envolviéndolo con sus brazos como él la envolvía a ella, escasamente cubierta por una sabana—como él—que únicamente cubría su cintura, dejando sus piernas y pechos expuestos, con la luz del sol danzando sobre sus largos rizos rosados; verla a la luz del sol fue un sueño para Sasuke, demostraba que era real, ella era suya tanto como él era suyo, era un hecho. Como si advirtiera los pensamientos y fascinación de su hermano, Sakura se movió un poco en su lugar, sentía los latidos de un corazón muy cerca de sus oídos y ello la hizo despertar, abriendo los ojos, no tardando en sonreír al ver a su hermano despierto y observándola; su expresión era más suave que cualquiera que le hubiera visto y su cabello azabache azulado estaba más despeinado que nunca, bien por el sueño o por su actividad juntos, lo que en cualquier caso la hizo muy feliz, alzando sus manos para acariciar su rostro, intentando memorizar cada parte de él.
—Buenos días— susurró el azabache contemplando sus hermosos ojos esmeralda, que se enfocaron en él con la misma devoción que él le dirigía a ella.
—Hay luz— comentó la pelirosa ligeramente apesadumbrada y desviando su mirada hacia las ventanas de la habitación, pues ambos sabían qué significaba aquello.
—Solo un poco más, por favor— discutió Sasuke como un niño caprichoso, envolviendo sus brazos alrededor del cuerpo de su hermana, deseando permanecer junto a ella.
—Es peligroso— reprochó Sakura acomodando su cabeza sobre el pecho del azabache e inhalando profundamente su aroma, cerrando los ojos con deleite.
—¿Y está noche?— consultó el azabache, conteniendo el aliento. —No sabemos si Baru volverá a ir a Flea Bottom...— era muy peligroso, pero lo anhelaba desesperadamente.
—Si— contestó la pelirosa sin dudarlo, sorprendiendo a su hermano, —esta noche y las que quieras— prometió encontrando su mirada con la de su hermano, sonriéndole.
No podía decirle que no a Sasuke, no cuando le había dado la mejor noche de su existencia, pero, quizás fuera el hecho de que ella era un año mayor que él, que había tenido que madurar más rápidamente, que era plenamente consciente de su posición y deberes como princesa o el hecho de que estaba casada, pero Sakura tenía muy claro lo que había en juego; tenía la oportunidad que Izumi no, Izumi había sido extremadamente estúpida por comenzar un romance con el fallecido sir Neji Hyuga y quedarse embarazada de éste, cuyos rasgos se habían transmitido a sus hijos y denotaban que no eran verdaderos Uchiha, que eran bastardos; Sakura por otro lado, no debía preocuparse si se quedaba embarazada de Sasuke, su hermano compartía los mismos rasgos Uchiha de Baru, cualquier hijo concebido parecería de su hermano y por ende legítimo. Feliz de tener el consentimiento de su hermana, Sasuke lentamente se irguió del colchón, invirtiendo la posición en que se hallaban y haciendo quedar a su hermana debajo suyo, mas el príncipe tuerto no rompió el abrazo que los unía, simplemente lo cambio, rozando su nariz contra la suya y deslizando sus labios por su mentón, su cuello, sus hombros y quedándose en el valle entre sus pechos, debiendo admitir que era su parte favorita de la anatomía de Sakura y más sabiendo cuánto la complacían sus atenciones. Qué maravilloso era ese pequeño secreto entre ambos, mas ojalá no tuviera que ser un secreto; Sakura había comenzado la noche anterior sintiéndose muy asustada, temiendo decepcionar las expectativas de su hermano, pero ahora se sentía maravillosamente segura con Sasuke recorriendo su piel de besos y demostrándole su afecto con su tacto.
—Di que me amas otra vez— pidió el azabache, encontrando su mirada con la de ella.
—Es una locura y un suicidio— consideró Sakura en voz alta, —pero si, te amo— admitió con una sonrisa, no pudiendo ni queriendo negarlo.
—No puedo ser razonable, te amo demasiado— Sasuke sonrió ladinamente, embelesado con ella, acercándose para reclamar sus labios y encontrando completa aceptación.
Era una completa locura, Baru bien podía tener deseos de volver a pasar la noche con ella esa noche, mas si no lo hacía y volvía a acudir a Flea Botom, esa sería su oportunidad, por lo que Sakura no dudó en entregarse por completo al beso, diciéndose que aún era muy temprano—pasaría alrededor de una hora antes de que Ino apareciera para despertarla como de costumbre—para que alguien los importunase, por lo que los brazos de la princesa se movieron hacia el cuello de su hermano, acercándolo más hacia sí. Sasuke profundizó el beso con anhelo, envolviendo su lengua a la de su hermana, sintiendo como el cuerpo de Sakura se movía en respuesta al suyo, acomodándose bajo él para que hiciera lo que deseara; quería estar dentro de ella, hacerle el amor y escucharla gemir su nombre una y otra vez, rogándole por más y él deseaba más de ella, enardecido mientras sentía a Sakura mover su cuerpo contra el suyo, casi sollozando de placer por lo bajo, anhelando todo lo que él pudiera y deseara darle. Después de su primera vez juntos, había sido fácil para Sakura olvidar su horrible primera con Baru, claro que ello no le había restituido la virginidad ni remediaba lo destrozada que se había sentido, pero haber hecho el amor tantas veces con Sasuke la noche anterior le había quitado un gran peso de encima, sujetando las sábanas firmemente entre sus manos, mordiéndose el labio inferior cuando sintió a su hermano penetrar en su interior hasta la empuñadura, ella no tardando en envolver sus brazos alrededor de sus hombros y espalda, meciendo sus caderas al encuentro de las suyas, teniendo que esforzarse por permanecer en silencio esta vez, pues dejar que los oyeran no era opción, fundiéndose en un beso desesperado...
Aunque Sasuke tuvo que irse cuando terminaron, Sakura se sintió más plena que nunca.
Cuando despertó esa mañana, temprano como todos los sirvientes, Ino contuvo la respiración paso a paso aunque no se diera cuenta, estaba preocupada por la princesa, sabia del amor que la unía al príncipe Sasuke y sabía que él la amaba a ella…pero, e Ino lo había aprendido por cuenta propia, los hombres tendían a ser egoístas, agresivos y bruscos, la gran mayoría no sabía cómo complacer a una mujer ni dedicaba el tiempo a ello, y lo último que Ino quería encontrar al ingresar a los aposentos de la princesa era otra imagen descorazonadora. Sin embargo, cuando ingresó en los aposento de la princesa esa mañana, la imagen que encontró fue otra; sentada sobre la cama, envuelta únicamente por una sábana, la princesa tenía la más luminosa sonrisa que Ino le hubiera visto en su día, de hecho, fue ella quien la saludó con un cantarín "buenos días", pidiéndole muy amablemente que le preparase el baño, lo que la Yamanaka no dudo en hacer, dando órdenes a las demás doncellas antes de que estas se presentasen en la habitación siquiera, y ahora observaba con una sonrisa a la princesa, ayudándola a sumergirse en la bañera, impregnando su piel con aceite de rosas y canela, acabando de despedir a las doncellas por encima del hombro, ya que estás acudirían en busca del desayuno de la princesa. Lo del aceite de rosas y canela era idea de Ino, normalmente la princesa usaba aceite de jazmín en su baño, pero según Ino había aprendido, ese sabor almizclado hacia maravillas para seducir al sexo opuesto en la cama, al menos así había sido en su caso y la Yamanaka se convenció de que a la princesa le serviría igual, interrogándola sobre su primera noche con el príncipe, teniendo el honor de escuchar cada detalle y dándole a la princesa sus propios consejos.
—Ino, para ti todo es muy fácil, tienes esposo— río la pelirosa, sintiéndose infinitamente cómoda por tener una amiga con quien compartir sus secretos.
—Y nunca lo veo— desestimó la rubia con divertimento, feliz de que fuera así.
—También amantes— señaló Sakura con complicidad, comprendiendo sus razones.
—Es mi único vicio— aceptó Ino, no sintiendo vergüenza por querer vivir plenamente.
Actuando siempre como si el mundo fuese suyo, un defecto natural en la familia Yamanaka—su padre lord Inoichi Yamanaka era lord de Alto Jardín—, Ino destacaba dentro de la corte pese a su juventud por su figura seductora, voluptuosa, de piel blanca como la leche, ojos aguamarina y largo cabello rubio ondulado peinado en elegantes trenzas en su coronilla como un cintillo y cayendo tras su espalda, jugando con la porción de piel que no revelaba su atuendo; un vestido de seda celeste claro de profundo escote en V, sin mangas, formando una corta chaqueta superior que se unía a una falda por un broche en forma de rosa hecho con escamas de plata, dejando expuestos los lados de su vientre y la parte baja de su espalda, y la falda se abría en A formando una capa superior. Claro que Ino no lo admitía, como la princesa acababa de decir, tenía esposo y pese a la vida disipada de este, el matrimonio era matrimonio, pero mentiría si dijera que su aventura con sir Sai—el Guardia Real del Príncipe Sasuke, aunque este parecía ser capaz de cuidarse solo—no la llenaba de emociones maravillosas, placer, deleite, alegría y le permitía descubrir cosas que no sabía de ella ni lugares que sabía podían ser tan eróticos. La gran mayoría de las mujeres envejecían pronto debido a los matrimonios, partos, infidelidades…muy pocas aprendían sobre lo que les gustaba de la vida, no tenían ocasión de practicar nada como sí hacían los hombres, Ino podía considerarse afortunada por tener como Maestro y amante a un hombre tan virtuoso en la cama como Sai y de tacto amable, igual que la princesa al tener de amante al príncipe Sasuke; eran mujeres, tenían derecho de tener sus propios secretos.
—El príncipe es un joven muy apuesto, nadie lo cuestiona— aceptó Ino dándole la razón a su princesa, aunque el príncipe no fuera su tipo de hombre.
—No es solo eso, aunque sí que es guapo, el más guapo del mundo— insistió Sakura emocionada, fascinada por la ternura de su hermano, su gallardía y atractivo. —Yo le gusto, él me desea, piensa en mí siempre. Me ama, me ama de verdad— era demasiado emocionante, demasiado significativo. —¿Es que la vida puede ser más perfecta?— preguntó, volviendo la mirada hacia la Yamanaka.
Riendo como una niña, Ino abrazó por la espalda a amiga, quien chilló de emoción, jugando con el agua de la bañera, ante lo que la Yamanaka no dudo en unirse; era egoísta y codiciosa, Sakura lo sabía, pero anhelaba toda la felicidad que sabía su hermano podía darle, lo quería a su lado para siempre, quería que sus labios no la abandonaran nunca, quería las consecuencias, tener un hijo suyo, muchos hijos suyos, quería de él todo lo que no quería de Baru. Continuar con su rutina diaria fue un reto para Sakura, se sentía aturdida mientras acudía a visitar a su padre, a su madre y luego se retiró a sus aposentos por el resto del día, contando el paso de las horas hasta volver a ver a su hermano, no pudiendo concentrarse en nada, tomando un libro e intentando leer las palabras, para solo perderse en…nada, esbozando una sonrisa mientras sus doncellas bordaban, cerrando los ojos, casi pudiendo sentir el tacto de Sasuke sobre ella; sus manos trazando su anatomía, amasando sus pechos, abriendo sus piernas, acariciando sus muslos, jugando con sus rizos entre sus manos, observándola con devoción, murmurando su nombre…se mordió distraídamente el labio inferior, pensando en la sensación de su tacto bajo sus manos, sus músculos que denotaban que se estaba convirtiendo en un hombre, si es que la forma en que habían compartido la cama no lo dejaba lo suficientemente claro. Era una completa locura, su madre desearía matarlos a ambos si supiera que ella había tomado el vigor de su inocente hermano y que a su vez su ahora no inocente hermano había pasado la noche con ella. Sasuke le había prometido que la visitaría esa noche y todas las siguientes, ya sea fuera dormir, hacer el amor o lo que quisieran, y ella lo estaría esperando por las horas que hiciera falta...
PD: Saludos queridos y queridas, prometí que actualizaría esta semana y lo cumplo, esperando como siempre poder cumplir con lo que ustedes esperan de mi, agradeciendo su apoyo y deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado :3 Las siguientes actualizaciones serán "Avatar: Guerra de Bandos" (por solicitud de ZoyeZest), luego "El Rey de Konoha", y por último "Kóraka: El Desafío de Eros" :3 Esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga Ali-chan 1966 (agradeciendo su constante apoyo, consejo y asesoría en cada nuevo proyecto), a Karen Yareli (dedicándole esta historia por ser la primera persona en aprobar la historia), a Isabel Vazquez (agradeciendo su apoyo y hermosas palabras, dedicándole esta historia como agradecimiento), así como a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos, bendiciones y hasta la próxima.
Personajes:
-Sakura Uchiha como Helaena Targaryen (14 años) -Sasuke Uchiha como Aemon Targaryen (13 años)
-Baru Uchiha como Aegon II Targaryen (16 años) -Kagen Uchiha como Daeron Targaryen (9 años)
-Hanan Haruno como Alicent Hightower (37 años) -Kakashi Hatake como Ser Criston Cole (38 años)
-Tajima Uchiha como Vicerys I Targaryen (51 años) -Kizashi Haruno como Otto Hightower
-Izumi Uchiha como Rhaynera Targaryen (28 años) -Itachi Uchiha como Daemon Targaryen (44 años)
-Junichi Senju como Jahaerys Velaryon (9 años) -Lady Shina como Lady Sylvie (35 años)
Primera Vez, Trauma & Amor Verdadero: Todo parecía demasiado perfecto para ser verdad al final del capitulo anterior, con Sasuke y Sakura haciendo planes…solo para que, en este capitulo, esos planes tan idealistas y románticos se desbaraten; Baru reclama lo que es suyo, su primera noche con Sakura, tomando su virginidad, y Sasuke no puede hacer nada para evitarlo, estando fuera de la Fortaleza Roja esa noche, preparándose para su primera noche, sin saber que alguien más—su hermano a quien ya odia—le ha quitado la oportunidad. Por suerte he escrito un par de escenas de violación antes o he tenido que analizar la mentalidad de quien lo vive, pero de todas formas pensar en que una chica de catorce años—la edad de Sakura en este momento—se me hizo indigesto el proceso, por lo que lo hice lo más breve posible, esperando que esto se entienda de igual modo, por lo que no es de extrañar que Sakura tenga deseos de suicidarse al día siguiente, sintiendo que no es dueña de su vida, y solo Ino que ha pasado por lo mismo puede hacerla reaccionar, siendo su punto de apoyo clave a lo largo de la trama como ya ha quedado claro. Sasuke demuestra que la virginidad de Sakura no era lo importante para él sino demostrarle que la ama y dedicarse en cuerpo y alma solo a ella, saliéndonos del canon estereotipo de caballero y doncella que existía en el medievo, ambos pasando una primera noche muy apasionada y que promete continuar en los días venideros, pero eso no quiere decir que los problemas a su alrededor se hallan resuelto, de hecho están a punto de aumentar, y de ellos dependerá "asegurar" la línea de sucesión para defender al Bando Verde para cuando comience la "Danza de Dragones".
También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: un fic inspirado en un What If de la Dinastía Romanov, que aún no tiene título, "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer) :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3
