Bell se quedó en silencio mientras ajustaba la armadura a su cuerpo, tomando el casco y observándolo detenidamente. Aunque cubrir su rostro y tapar su boca, impidiéndole usar su habilidad para comer, parecía contradictorio, el albino sintió que era el paso correcto. Giró el casco y, con una respiración profunda, se lo puso. Luego tomó su espada y escudo, empuñándolos firmemente, y se miró en el espejo.
Su figura ahora parecía más fuerte, más imponente. Frente al espejo, Bell se veía como un caballero poderoso. Sonrió debajo del casco, asintió lentamente, satisfecho. Tomó su mochila, aunque llevaba la armadura completa, seguía necesitando una. Consideró cambiarla por algo más conveniente, tal vez un cinturón con varias bolsas para guardar objetos, pero decidió no pensar en eso ahora. Terminó de alistarse, envainó su espada en la funda semi escondida entre los faldones que cubrían desde sus caderas hasta sus tobillos, y se preparó para lo que viniera.
Usando el tiracol (la correa más larga de un escudo), Bell se colgó el escudo al hombro y finalmente salió de la habitación que compartía con Hestia. Pronunció una despedida que fue correspondida por una adormilada diosa, apenas empezando su día.
Al salir, los rayos de sol que caían en cascada desde el cielo lo recibieron, reflejándose en su armadura y haciéndolo parecer un auténtico caballero. Sin embargo, a Bell no le importaba mucho eso. Simplemente retomó su camino hacia el calabozo con un paso tranquilo, complacido de que su equipo no produjera ruido al caminar.
Esto le había preocupado al considerar la compra del equipo. Si fuera demasiado ruidoso, atraería la atención constante de los monstruos en el calabozo. Aunque eso podría ayudarle a hacerse más fuerte mediante el combate, no era algo que quisiera poner en práctica deliberadamente.
Por un momento, se detuvo y se quitó el casco. Los rayos del sol iluminaron sus ojos rubíes y su piel blanca como la nieve. Su cabello se agitó ligeramente con el aire fresco de la mañana, permitiéndole sentir la frescura de un día que apenas comenzaba.
Se detuvo frente a la taberna La Anfitriona de la Fertilidad, mirando al interior con una sonrisa antes de continuar su camino. Dio un par de zancadas más hasta llegar a la puerta del establecimiento.
—¡Ah! ¡Bell! —la voz de una chica conocida hizo que Bell sonriera. Al girar, vio a Syr, la camarera, barriendo el local antes de su llegada—. Espera un momento, no me tardo.
Bell levantó la mano para saludar, pero antes de pronunciar palabra, Syr salió volando hacia la cocina, buscando algo que él pudiera llevarse como desayuno al calabozo.
—¿Equipo nuevo?
—Sí, lo compré ayer… Espera —Bell miró al interior del local y se sorprendió al ver a una elfa rubia sentada en una de las mesas.
Era la primera vez que Bell veía la mitad inferior del rostro de Vendaval. La elfa siempre llevaba una máscara que cubría parte de su cara, por lo que verla sin ella le resultaba extremadamente curioso. Era extraño encontrar a alguien en el pub a esa hora, antes de la apertura, pero ahí estaba ella, sentada con su espada de madera apoyada a un lado del asiento.
Ryuu estaba comiendo lo que Bell identificó como un pastel de frutas. Observando sus movimientos, Bell quedó hipnotizado al ver cómo ella separaba un fragmento del dulce con el tenedor y lo llevaba a su boca. Le resultó sorprendentemente atractivo de mirar.
Ryuu estiró su mano para tomar una taza de café sobre la mesa. En ese momento, una voz en la cabeza de Bell, proveniente de Alfia, lo hizo notar algo que no esperaba ver en una aventurera del calibre de Vendaval.
—Tienes un brazo protésico…
Ryuu se detuvo un momento, luego retomó su acción, levantando la taza con tranquilidad y bebiendo un sorbo. Miró a Bell con una mezcla de indiferencia y comprensión.
—Hace mucho tiempo, una familia nos tendió una trampa a toda la familia Astraea. Tuvimos suerte y algo de ayuda, pero al final logramos salir con pocas pérdidas —dijo ella, suspirando mientras volvía a comer su postre—. Una de esas pérdidas fue mi brazo derecho.
Bell la miró con una nueva comprensión y respeto, reflexionando sobre las dificultades que Ryuu había superado para seguir adelante.
El chico asintió lentamente al entender sus palabras. Lion suspiró mientras continuaba comiendo con calma y luego lo miró a los ojos.
—¿Frecuentas este lugar?
—Sí, gracias a Syr. Me gusta mucho la comida de aquí, así que empecé a venir regularmente por un desayuno que ella me da.
—Supongo que en eso nos parecemos. Yo también suelo venir aquí a desayunar, gracias a Syr.
—Pero nunca te había visto...
—Nunca entras. Era normal que no me vieras.
El albino asintió lentamente, comprendiendo que había sido él quien había perdido la oportunidad de conocerla antes, simplemente por no entrar al establecimiento. Observó cómo ella tomaba un poco más de su postre y lo comía con calma. Cada vez le resultaba más difícil apartar la mirada de ella, sin entender completamente por qué, pero sintiendo un cierto atractivo.
Antes de que pudiera decir nada o tomar asiento, Syr regresó con una pequeña caja de almuerzo y se la ofreció. Bell aceptó gustoso el desayuno, guardándolo en su mochila. Tomó su casco y, manteniéndolo en sus brazos, miró un momento al interior.
—Nos vemos, Syr. Nos vemos, señorita Vendaval.
—Para tu carro, terminé —dijo Ryuu, levantándose de la silla y dejando el pago en la mesa junto al plato y la taza vacíos, con algunos restos del dulce y la bebida—. Gracias, Syr. Saluda a Mía de mi parte.
Con esas palabras, ella salió del pub, colocando su espada de madera en el cinturón y ajustando sus guantes. Bell la miraba sorprendido y algo extrañado mientras ella volvía a ponerse la máscara.
—¿Qué esperas? Te voy a acompañar a Babel. Sé que vas al calabozo, yo tengo que hacer una patrulla.
Bell se sorprendió un poco por las palabras de Ryuu, pero asintió y se despidió de Syr mientras se ponía el casco, levantando la visera para dejar ver su rostro mientras ambos caminaban. Mantenían un paso tranquilo, sin apresurarse, pero tampoco estaban paseando, ya que ambos tenían responsabilidades que cumplir.
Conforme se acercaban a Babel, más aventureros con equipos poderosos aparecían, lo que inevitablemente hizo que Bell los mirara con un poco de envidia. Sin embargo, no les deseaba mal. Al final, él estaba feliz con su equipo y ahora tenía una pieza que sabía que era muy poderosa.
Bell miró a su lado y se encontró con la mirada de Ryuu, quien lo observaba con curiosidad.
—¿U-Uh? ¿Qué sucede?
—Nada, solo… me parece demasiado extraño estar hablando contigo. No sé si conoces la historia que tuve con Alfia, pero realmente me hace algo de eco que seas tan parecido a ella.
Bell parpadeó, intrigado por la revelación. Sentía una mezcla de respeto y curiosidad por la conexión que Ryuu mencionaba. Sin querer parecer demasiado insistente, decidió mantener la conversación ligera mientras caminaban.
—¿Cómo es que te parezco tan parecido a ella?
Ryuu suspiró suavemente, ajustando su máscara mientras caminaban.
—Alfia era una persona muy fuerte, tanto en poder como en espíritu. Y tú, Bell, parece que tienes esa misma determinación que ella tenía. Es algo que no se ve a menudo, y es... reconfortante, en cierto modo. Sólo no te parezcas demasiado, por favor.
El albino inclinó su cabeza en clara sorpresa por sus palabras pero no dijo mucho, un recuerdo sobre el tiempo que pasó con la tía que él consideraba una madre apareció y cruzó por su mente, dándole un instante para una amarga reflexión sobre ese pasado que ahora lucía tan distante, pero a la vez tan cercano.
Y de la misma forma, Bell fue regresado a la realidad por un grito en medio del bullicio, viendo a la fuente del grito.
Lili se encontraba en el suelo, con su enorme mochila tirada al lado suya mientras que el aventurero con el que ahora estaba hablando parecía realmente molesto, ya que ella había negado de forma cordial el ser una soporte para este aventurero ahora el mismo arremetía con furia contra ella.
No era algo nuevo, solía pasarle, pero en esta ocasión él realmente lucía molesto, puesto que ahora incluso había desenvainado su espada. Era claro que no la iba a matar, no estando rodeados de aventureros que, aunque pocos moverían un dedo por defender a una soporte, estaba segura que alguno lo haría en claso de que de verdad atentara contra su vida.
Lili pudo ver cómo el golpe del aventurero se levantaba en el aire por la fuerza del mismo, y entonces un fuerte impacto metálico la hizo abrir los ojos, el ataque había rebotado en un escudo que permaneció firme y fuerte, algo que ella no esperaba que pasara y es que frente a ella había un caballero completamente armado, dándole la espalda por lo que no podía ver su rostro aunque estaba segura de que aunque estuviera de frente no podría verlo.
El atisbo de esperanza surgió en ella cuando el caballero empujó con el escudo al contrario, haciéndolo retroceder un par de pasos.
—Hey, no la atormentes.
Esa voz hizo que el cerebro de Lili inmediatamente se pusiera a correr a toda velocidad cosa que no era para menos, reconocía la voz, era aquél chico que la había salvado hacía dos tardes, pero ahora estaba portando verdadero equipo de aventurero, o por lo menos, en su mirada, parecía así.
—¿Ah? ¿Es tu puta o algo por el estilo? ¿Por qué defiendes a una mierda que desobedece a los aventureros?
La ira chispeó en los ojos de Bell mientras mantenía su posición firme, mirando al aventurero a través del casco como un león observando a su presa. El aventurero del otro lado del escudo comenzó a sentirse intimidado. Bell bajó el escudo y llenó su pecho de aire antes de hablar.
—Discúlpate con ella.
La voz de Bell fue directa y autoritaria, sorprendiéndose a sí mismo por sonar tan diferente a lo que normalmente sería. Tal vez era la armadura, el escudo, o el hecho de tener el rostro cubierto. Sentía una fuerza de voluntad que le permitía enfrentarse a otro aventurero para
defender a alguien. Aunque lo haría sin esta repentina valentía, no tendría el valor de hablar como lo estaba haciendo ahora.
Con una postura rígida, digna de cualquier paladín, Bell se preparó para lo que pudiera hacer su adversario. Y, como esperaba, el aventurero mostró furia en sus ojos y se lanzó al ataque.
—¡A ver si aprendes a respetar! —gritó el hombre, lanzando un corte descendente contra Bell. El albino lo bloqueó con su escudo.
Bell tomó una postura fuerte para recibir el impacto, aunque sintió dolor por la fuerza del golpe. Su resistencia no era lo suficientemente alta para aguantar muchos de esos impactos, pero estaba decidido a proteger a Lili. Se preparó para el siguiente ataque, manteniendo el escudo en posición.
La furia del aventurero se reflejaba en sus movimientos erráticos y violentos. Bell bloqueó otro golpe, sintiendo que su brazo comenzaba a entumecerse por el esfuerzo. El aventurero, aunque de nivel uno, era sorprendentemente fuerte y sus golpes eran rápidos y furiosos.
Bell movía su escudo en todas direcciones, bloqueando cada ataque que venía hacia él. El dolor en su brazo aumentaba con cada impacto, pero se mantenía firme, decidido a no ceder terreno.
El enemigo comenzó a perder la noción de sí mismo, lanzando un aluvión de golpes que Bell tuvo que bloquear sin moverse demasiado. Permanecía firme y fuerte, con Lili refugiándose a su espalda. Si el albino se movía de su posición, estaba seguro de que ella sería el siguiente blanco del furioso aventurero.
Bell tenía mucha fuerza y podía mantener el escudo en alto, pero su resistencia estaba empezando a flaquear. El dolor no era algo que pudiera ignorar en este punto. Sin embargo, en ese momento crítico, el "Gif Blessing" llegó al rescate, incrementando su fuerza excepcionalmente. Con un fuerte impacto, Bell empujó con el escudo y golpeó al aventurero en la cara con su propio puño.
Bell apuntó su mano y pronunció una sola palabra, lo que hizo que el aventurero enemigo sintiera que el mundo le daba vueltas.
—Gospel.
Una onda de choque lo hizo retroceder, con los oídos zumbando. Bell no había hecho tan fuerte el "Satanás Verión", por lo que solo fue un impacto a sus sentidos, sin intención de lastimarlo gravemente. Aprovechando la brecha, Bell pateó las piernas del rubio, elevándolo del suelo y haciéndolo caer directamente al suelo. No fue todo; como un león, Bell se abalanzó sobre el aventurero en caída.
El arma defensiva se volvió ofensiva. Bell golpeó al rubio con el borde del escudo y lo azotó contra el suelo, derrotándolo tan rápido que nadie pudo preverlo. Apenas vio al hombre en
el suelo, Bell retrocedió uno o dos pasos, manteniéndose en pie frente a Lili. Luego, se dio la vuelta para ver a la chica en el suelo, arrodillándose para hablar con ella.
—Espíritu de la tierra, espíritu de la atmósfera, sean nutrientes para sanarme… Therapeia Teleios.
Un aura cubrió al aventurero caído, curando el daño que había recibido. Se levantó, visiblemente más enojado que antes, listo para saltar sobre el albino. Bell, ahora en algunos aprietos, se mantuvo firme, decidido a proteger a Lili hasta el final.
Con una postura sólida, Bell se preparó para el siguiente asalto. La furia del aventurero era palpable, pero Bell sabía que tenía que mantenerse fuerte. No podía permitirse flaquear ahora.
El aventurero rugió de rabia y se lanzó hacia Bell. El albino alzó su escudo una vez más, sintiendo la fuerza y la determinación fluir a través de él. Sabía que, sin importar lo que pasara, tenía que proteger a Lili y demostrar que era digno de ser llamado aventurero.
El choque fue inevitable, pero Bell, con su voluntad inquebrantable y la fuerza renovada, estaba listo para enfrentarlo.
Su posición no era la más favorable, el ángulo era pobre y el golpe del rubio caería en el escudo pero probablemente lo lanzaría al suelo. El rubio se levantó como poseído, listo para atacar al albino. Justo antes de que el segundo asalto comenzara, un destello verde fue suficiente para que el rubio cayera al suelo, completamente inconsciente. Bell ni siquiera vio qué pasó, pero Lion estaba de pie al lado del alborotador caído, envainando su espada de madera.
—Enoch, capitán de la familia Aeshma y aventurero de tercera clase... No es la primera vez que este sujeto hace una escena —dijo Lion mientras miraba al sujeto en el suelo y lo levantaba con suma facilidad. Luego, miró a Bell—. Bien hecho ahí, aunque te acabas de enfrentar a un aventurero de nivel dos. Siéntete orgulloso.
Bell se sorprendió al mirar a Ryuu, tratando de asimilar que acababa de enfrentarse a un aventurero más fuerte que él. Aunque más que una pelea, lo que ocurrió fue un enfrentamiento breve y caótico.
Lion, por su parte, cargó al hombre con extrema facilidad y empezó a caminar con él hacia la sede de su familia. Siendo una Astraea, era oficialmente una de las fuerzas de la Ley y debía cumplir con su deber.
—U-uhm... —Bell redirigió su atención a la chica frente a él. Lili lo miraba directamente a través de la visera del casco. Bell levantó la visera para mirarla a los ojos—. ¿Por qué... me ayudó?
—¿Eso? Je, bueno, ¿realmente es necesaria una razón para ayudar a una chica? —dijo Bell mientras se ponía de pie y le ofrecía la mano a la Pallum. Lili, tras mirarlo por unos momentos, bajó un poco la cabeza y aceptó su mano.
Se levantó con la ayuda de Bell y, de forma inesperada para ambos, comenzaron a escuchar aplausos a su alrededor. Bell se sorprendió por las ovaciones, sintiendo cómo Lili tiraba de uno de los faldones de su armadura.
—Gracias, Bell... —susurró Lili, visiblemente emocionada.
Bell sonrió, sin saber muy bien cómo responder a los aplausos y la gratitud de Lili. A pesar del dolor en su brazo y el cansancio de la batalla, se sentía feliz de haber podido ayudar.
X X X X
—Nuevamente te digo que no es no.
—Como digo, Astraea, en serio deberías darme a esa chica. Le irá mejor en mi familia que en cualquier otra —dijo un dios de cabello rojo oscuro, discutiendo una vez más con Astraea. La discusión era la misma de hace días. Aeshma quería a una chica de alto rango de la familia Astraea. Había agotado todas las vías posibles sin recurrir a un juego de guerra.
Le había hecho ofertas generosas de dinero, territorios, alianzas e incluso ofreció entregarle a una de sus mejores "productos", como él llamaba a la chica. Aeshma era conocido por tratar de crear al aventurero perfecto, un aventurero con los mejores genes que pudiera pelear contra todo y llevar a su familia al cénit del poder en la ciudad.
Sin embargo, su método para alcanzar este objetivo era la crianza selectiva. Juntaba a los mejores aventureros que podía adquirir para producir descendencia entre ellos, lo que causó indignación clara en las familias que conocían sus trabajos. Aunque, de forma paradójica, muchos de los que repudiaron sus métodos siguieron estudiando los resultados.
El problema del conflicto de poderes y la doble moral no era lo que importaba ahora. Lo que importaba era que Aeshma otra vez se iba a ir con las manos vacías, algo que lo hacía considerar declararle la guerra a Astraea. Pero, considerando el poder de ambas familias, sabía que saldría perdiendo. Al final, se levantó de la silla y miró a Astraea a los ojos.
Antes de seguir hablando, la puerta se abrió de forma irrespetuosa. Al voltear la mirada, ambos se encontraron con la chica que Aeshma estaba tratando de negociar con la diosa virgen: Ryuu Lion, el Vendaval Justiciero.
—Ryuu, ¿qué sucede? —preguntó Astraea, sin apartar la vista de Aeshma.
—Disculpe mi interrupción, pero tenemos un problema en el distrito comercial. Un aventurero ha sido atacado por uno de la familia Aeshma —respondió Ryuu con firmeza, sin dejar de mirar al dios de cabello rojo oscuro.
Aeshma esbozó una sonrisa irónica mientras se acomodaba la ropa.
—Vaya, vaya. Parece que mis muchachos están bastante activos hoy. Quizás deberían aprender a ser más obedientes —dijo con un tono de burla, hasta que vió al aventurero que Ryuu llevaba con ella —¿Enoch?
—Oh, Ryuu, ¿qué ha pasado? ¿Por qué has traído a ese chico así? —preguntó Aeshma con sorpresa, mirando a la elfa rubia que acababa de dejar al hombre en el suelo, quien levantó la mirada con frustración evidente.
—Bueno, estuvo haciendo alboroto en la plaza de Babel, además de pelear contra otro aventurero que defendió a una víctima indefensa.
—Oh, entiendo que interrumpiste la pelea.
—No, yo solo lo arresté después de que perdiera.
Aeshma levantó la mirada para encontrarse con los ojos de Ryuu. Sabía que Lion no mentía, ya que a un Dios no se le puede engañar fácilmente. Sintió una mezcla de furia y decepción interna mientras observaba a Enoch, quien trató de negar inmediatamente su derrota.
—¡Ese chico no me ganó! ¡Iba a levantarme del suelo cuando ella intervino!
—Una derrota sigue siendo una derrota.
—... Como digo, los inútiles en mi familia no son aceptados, Enoch... ¿Quién era el chico? —Aeshma se mostró interesado de repente, haciendo que Enoch sintiera un nudo en el pecho.
—Uh, es Bell Cranel. —dijo Ryuu.
—... Como digo, no me suena el nombre, ¿tiene algún alias? Supongo que debe tenerlo.
—Es un aventurero novato, no ha subido de nivel para que se le otorgue un alias —intervino Astraea en ese momento, sonriendo al notar la expresión de Aeshma ante sus palabras.
Aeshma se levantó de su asiento con molestia y abandonó la habitación sin decir más. Enoch miró a su Dios alejarse y se puso de pie para seguirlo, sabiendo que el castigo seguramente sería severo.
Mientras tanto, Astraea sonrió tranquilamente, mirando a Ryuu. Sabía que la intervención de Lion había sido suficiente castigo para Enoch. No tenía necesidad de imponer una pena adicional; bastaba con hablar con el gremio para que tomaran medidas contra la familia Aeshma.
Sin embargo, no podía prever las consecuencias que esta discusión podría desencadenar en el futuro.
X X X X
Una sombra de hierro se movía entre los monstruos del octavo piso, incesantes golpes y cortes feroces cómo las garras de un cazador hambriento entre su presa. La hoja plateada destellaba tenue bajo la luz del calabozo, desmembrando, decapitando, acabando con vidas una tras otra.
Los monstruos se volvieron locos ante la ferocidad del caballero, que manejaba su espada con una destreza y velocidad extraordinaria para alguien enfundado en una armadura completa. Corrió entre ellos, cortando cabezas y deshaciendo cuerpos en un abanico mortal.
Las fauces fueron usadas cómo armas, tras comerse la cabeza de un monstruo independientemente de que su casco estuviera en medio estorbando.
Cuando los monstruos atacaban, su escudo aparecía cómo una barrera sólida. El brazo del caballero se movía con ferocidad, rompiendo las defensas enemigas mientras su espada, Ignis Heros, segaba vidas con cada golpe certero. Los ataques sorpresa no eran una excepción; una piedra lanzada por un goblin impacto en su casco con un eco metálico, pero no logró detener su avance.
Con una rápida respuesta, el caballero lanzó una onda de choque que pulverizó al goblin, reduciéndolo a cenizas antes de volver su atención a la batalla, sin conceder más importancia al monstruo caído.
Lili se movía ágilmente entre los cadáveres en el campo de batalla, sorprendida por la destreza de Bell como combatiente novato. Observaba con admiración cómo manejaba su espada con maestría, preguntándose si acaso Bell había sido aventurero antes sin que el gremio lo supiera.
La pelea pronto terminó con una gran cantidad de monstruos caídos. Bell limpió su espada con un movimiento experto, dispersando la sangre al suelo.
— ¡El Amo Bell es increíble! —exclamó Lili con una sonrisa mientras empezaba a extraer las piedras mágicas con habilidad. Bell la observaba asombrado; solía tardar mucho más en recolectarlas.
En poco tiempo, Lili guardó las piedras en una bolsa y recogió los drops con determinación. Bell notó lo extraño de la situación; rara vez había visto tantos drops tras una sola pelea. Estaba seguro de que valdrían una buena suma de dinero.
Al levantar la vista, se encontró con los ojos llenos de asombro de Bell. Inclinó la cabeza, curiosa.
— ¿Qué ocurre, Amo Bell?
— Perdón, Lili. Me impresiona tu rapidez para recolectar el botín. Eres realmente talentosa. A mí me tomaría mucho más tiempo hacer lo mismo.
Bell rió suavemente y continuó avanzando, apreciando cómo su escudo había mejorado su estilo de combate, permitiéndole evitar golpes que antes eran inevitables.
A pesar de los beneficios de integrar el escudo en su estilo de combate, Bell enfrentaba un desafío considerable: el dolor resultante de cada impacto se transmitía a través del escudo, afectando su brazo. Aunque no recibía el daño directo, el constante rebote empezaba a incomodarlo seriamente. Aun así, sabía que este sacrificio podría fortalecer su resistencia a largo plazo, lo cual era una ventaja considerable.
Sin embargo, en un momento de pausa, Bell levantó la mirada, sintiendo una repentina oleada de hostilidad y odio desmedidos fuera dirigida hacia él.
¿Qué nuevos desafíos enfrentaría este joven héroe en el futuro?
