El sonido de la multitud volteando a ver hizo que Bell tuviera que incorporarse nuevamente, y es que no era para menos; Lo habían retado a un duelo, algo que se hacía bastante poco en la ciudad pero cada que pasaba se volvía un espectáculo que todos volteaban a mirar. Y en esta ocasión no era para menos, todo el mundo estaba viendo, por lo que Bell tuvo que actuar de forma cautelosa y mirar al chico directamente a los ojos.
— ¿Por qué pelearía contigo? — preguntó el albino mientras miraba al hombre que ahora estaba apuntándole con la mano.
Enoch por su parte chasqueó la lengua antes de abrir la boca, quería gritarle al albino pero no podía hacerlo, tenía que mantenerse en papel aunque cada vez le costaba más.
— Eres un verdadero fraude, Bell Cranel, la última vez que tú y yo peleamos hiciste Trampa — declaró mientras miraba a todos los aventureros a su alrededor, levantando las manos cómo si quisiera señalar a cada persona que mirara la interacción. — Eres un tramposo, Bell Cranel, y por eso es que ahora quiero demostrarle a todos que no eres más que un ¡MALDITO FRAUDE! — Enoch lo señaló con rabia mientras trataba de mantenerse en papel, aunque estaba seguro de que no iba a tener sentido.
El albino suspiró mientras lo miraba, calmando su mente de la furia que lo estaba empezando a invadir, manteniéndose estoico frente al hombre, con valentía y sin permitirse ceder ante lo que estaba por pasar o a lo que en realidad podía pasar, el sujeto enfrente suya podía perder la cabeza en cualquier momento y atacar a Lefiya o a Lili.
— Bien, entonces dime las condiciones del duelo — el chico habló claro y simple, manteniendo un tono fuerte, claro y conciso.
— Bien… El duelo termina cuando el enemigo diga que se rinde o caiga inconsciente — Enoch dictó las reglas, pero eso fue todo lo que dijo.
Una pelea sin cuartel, uno a uno, hasta que uno de los dos no pudiera más.
Bell apretó los dientes, pero asintió al chico antes de hacer un movimiento con la cabeza, causando que la visera del casco bajara con un golpe metálico, el albino entonces desenvainó su espada, para mirar a Enoch y apuntarle con el arma. Bell no era fan de los duelos, pero no iba a dejar que este pudiera lastimar a sus amigas, Lili y Lefiya estaban bajo su protección.
— Bell…
— Amo Bell… no tiene que hacer esto, no es necesario que.
— Por favor, vayan a ponerse a salvo — fueron las palabras de Bell saliendo del interior del casco.
Todo Orario lanzó una ovación, no tenía idea de cuándo los rodearon pero ahora tenía más testigos de los que le gustaría tener, sin notar que incluso entre la multitud había una cabellera rubia.
— No planeas escapar eh… ¡Te has puesto engreído! — fueron las palabras de Enoch antes de avanzar con todas sus fuerzas.
El albino miró a los ojos al rubio, moviéndose de golpe para escapar de su avance cómo si lo hubiera toreado, Enoch golpeó el aire en ese instante, haciendo que Bell pudiera lanzar un fuerte golpe con su escudo directamente al rostro de Enoch. El aventurero de cabellos dorados se sintió ligeramente aturdido, pero no era todo lo que podría hacer. Recuperándose inmediatamente antes de lanzar un fuerte puñetazo contra Bell.
El albino levantó su escudo en el aire, lo que lo hizo recibir el golpe directamente en el arma defensiva, recibió el impacto de lleno antes de retroceder un par de pasos, la fuerza de Enoch era realmente enorme, lo que le dijo al albino que el rubio estaba peleando en serio en esta ocasión.
Entre los expectantes el corto choque hizo que se levantara un grito de ovación, no había un bando cómo tal, en un lado estaban los que apoyaban al Hijo Prometido y del otro estaban los que querían con todas sus fuerzas que Lion Heart pusiera en su lugar al ex capitán de la Familia Aeshma.
Bell miró a Enoch a través de la visera y se preparó para el siguiente asalto, empezando a caminar lentamente, sin despegar la mirada de Enoch quién ahora estaba quieto, sonriente mientras miraba al chico. El cabello había caído sobre su rostro mientras se preparaba para lo siguiente.
El albino por su parte estaba acechando, miraba a Enoch mientras caminaba, esperando un momento, su mirada hubiera dicho mucho de su pensamiento, pero cómo nadie estaba mirando los ojos del albino nadie podía saber lo que él estaba pensando. Sus piernas por un momento le recordaron a "ese momento".
Por un instante Bell volvió a ver a ese majestuoso animal rodeándolo lentamente.
Y en ese momento lanzó su rugido de guerra. El grito de batalla del albino resonó en el interior del casco, haciendo que sonara cómo una especie de bestia, avanzando en un asalto poderoso que Enoch realmente no esperaba, la espada de Bell se movió cómo si se tratara de las garras de un león, cortando profundamente en el hombro de Enoch y desequilibrándolo. Bell no tardó en golpearlo con el borde de su escudo.
Enoch se vió empujado por el golpe en su rostro, Bell no se detenía, avanzando con fuerza, puesto que ahora estaba potenciado por el uso de Gif Blessing, el Limit Off lo lanzó a una fuerza que Lefiya, en su lugar, pudo identificar cómo de la cima del nivel dos. Enoch lanzó un golpe tratando de pasarlo por sobre el escudo de Bell, pero el albino reaccionó, el salto lateral que dió era cómo el de una liebre de la sabana, saltando para esquivar los feroces ataques de las bestias de esos ambientes.
Enoch no vió cuando la espada del albino hizo un corte en su rostro, antes de empujarlo y que el aventurero cayera al suelo, rodando en lo mismo para alejarse de Bell, tomando espacio del albino que inmediatamente siguió empujando.
No sabía en qué momento había pasado de depredador a presa.
El asalto de Bell era fiero, lleno de toda la fuerza que el albino poseía en ese momento por lo que Enoch no tardó en responder antes de lanzarle un golpe al caballero que ahora le estaba recordando a los animales que había visto una vez en uno de los libros de Aeshma.
En la lejana región de Dedine existía uno de los desiertos más ruines y traicioneros, pero no era un desierto solamente, puesto que en Dedine también había sabana, la región árida era hogar de monstruos peligrosos, pero también era el hogar de bestias que ahora sabía que eran reales.
Enoch levantó su mano para aprovechar un descuido y golpear a Bell en el pecho, haciendo retroceder al guerrero para aprovechar el momento que abrió en el implacable asalto que imponía la dominancia del albino. El rubio retrocedió para aprovechar el tiempo que había generado para reagruparse y prepararse, pero también preparándose y tratar de asimilar.
"¿Qué demonios fue eso…?" se preguntó mientras se llevaba la mano al hombro, sintiendo la sangre fluir por su mano antes de mirar al albino que había regresado a caminar con lentitud, hacia la derecha, mirándolo fijamente cómo si lo estuviera acechando.
Lefiya por un momento no podía creer lo que estaba viendo, Bell en este momento estaba peleando de una forma totalmente diferente a lo que había estado viendo alguna vez, seguía peleando con fuerza, empujando a sus rivales y buscando someterlos en el combate, pero ahora era más natural, ahora realmente estaba viendo a Bell pelear.
— El amo Bell es impresionante… — dijo Lili mientras miraba al albino caminar lentamente, cada paso que daba era algo que Enoch ahora miraba profundamente, cómo si esperara su reacción.
Por un momento Bell se quedó quieto, viendo a un Enoch que estaba poniéndose de pie nuevamente, el rubio miraba al caballero con los ojos bien abiertos mientras el mismo se encorvaba lentamente, poniendo su escudo hacia el frente mientras la punta de la espada bajaba casi hasta rozar el suelo.
— Lo es… Pero el hijo prometido no ha usado sus mejores ataques… Ekrixi Teleios es una magia que tiene el potencial de volverse la mejor de la ciudad en el futuro… — ella sonrió al darse cuenta de sus palabras. — Lástima que Bell sea el peor enemigo de los magos.
— Espíritu de la tierra, espíritu de la atmósfera, sean nutrientes para sanarme, Therapeia Teleios — El rubio inmediatamente sanó sus heridas, antes de que el rugido nuevamente lo hiciera levantar la cabeza, viendo al albino avanzar con fuerza.
Enoch tuvo que levantar ambas manos para detener la carga del escudo, pero no esperó que en el momento en el que detuvo el escudo del albino, este diera un salto empujando todo su peso al frente para luego atacarlo con su espada, el golpe de la hoja le dió en el rostro, Enoch tuvo que girar la cara para evitar salir más herido, pero cómo resultado, tal vez por instinto natural de retroceder, Enoch cayó al suelo, momento en el que Bell continuó atacando.
Estaba en desventaja, se sentía cómo una presa que estaba siendo sometida por una bestia superior y eso… realmente lo estaba enojando. ¿Cómo era posible que esto pasara? ¿No se suponía que Bell Cranel era un aventurero de nivel uno? Un maldito novato no podría moverse así, era cómo ver a una más de las bestias de Dedine con un poderío físico que rivalizaba con el suyo.
— Levántate, héroe de antaño — Enoch apenas pudo murmurar su encantamiento mientras se defendía de los ataques que le hacía el albino. — ¡Hoplizon Teleios!
Lefiya chasqueó la lengua al reconocer esa magia, viendo cómo Enoch tomaba la espada de Bell y la desviaba al suelo, logrando ponerse en pie para lanzar un golpe al albino, el rubio había fortalecido su cuerpo, gracias a su magia, Enoch ahora era demasiado fuerte para el albino, o por lo menos eso quería creer puesto que Lefiya sabía que Bell tenía colmillos.
Bell recibió el golpe en el costado del casco, su cabeza giró por un momento pero entonces aparecieron frente a él, los colmillos de Al Questa, la habilidad de Bell para pelear más fieramente, Enoch no se esperaba eso, pero pronto su sorpresa fue reemplazada por dolor, los colmillos se clavaron en su brazo, atrapándolo cómo una bestia antes de ser sacudido y lanzado al suelo, Bell estaba moviendo todo su cuerpo, sujetando con sus colmillos a la presa que había atrapado.
El rubio por un momento sintió que el dolor en su brazo crecía hasta que escuchó un crujido poderoso, Bell lo soltó en el suelo antes de que un trozo de carne desapareciera en el aire, junto a un sonido por parte del albino, era el sonido que uno hace al tragar. El hueso del brazo de Enoch había sido ligeramente expuesto y su ropa arrancada.
Sin embargo la ligera distracción de Bell fue aprovechada por Enoch, para levantar su mano sana y apuntarle al albino, no le importaba el poder que tuviera que utilizar, incluso si habían civiles detrás del albino, lo iba a usar y no le importaba nada.
— ¡Exploten, Olas del cielo! — Enoch gritó antes de que el poder mágico se acumulara en su mano.
Bell no tardó en levantar su escudo al darse cuenta de lo que estaba por pasar, pero era sólo una finta, antes de hablar él mismo.
— Ataraxia — dijo, algo que fue escuchado por Enoch y toda la ciudad.
— ¡Ekrixi Teleios! — gritó Enoch con una sonrisa, sabía que Bell no podía completar su canto.
— Silentium Eden… — o tal vez si podía.
Una poderosa ola de poder eléctrico salió disparada de la mano de Enoch, era el poder de la magia de ataque del Hijo prometido, era su mejor golpe, aunque era algo que podía lanzar múltiples veces puesto que era de canto súper corto tenía un poder absurdo para eso mismo. Eso era lo que hacía que todos tuvieran que refugiarse al escuchar su nombre puesto que su poder mágico era suficiente para destruir una amplia zona.
O por lo menos eso hubiera pasado si se enfrentara a cualquier rival que no fuera Bell Cranel.
Cuando las olas del cielo golpearon al escudo, las mismas se desintegraron en un fulgor impresionante sin hacer un sólo daño contra el escudo o contra el albino, cómo si una barrera anti-magia hubiera surgido del chico para detener de frente todo el poder de su rival, pero no, nada más alejado de la verdad, era una armadura anti magia completamente invisible, y Bell era la barrera que salvó a todos los que estaban detrás suya.
El hijo prometido abrió los ojos con sorpresa al ver que su rival estaba intacto, Bell desactivó a Silentium Eden y entonces arrancó con un ataque que Enoch no esperaba.
Deus Ambrosia estaba haciendo efecto desde el momento que Bell comió.
Un golpe con el escudo obligó a Enoch a levantarse del suelo, antes de que la espada de Bell lo cortara primero en el hombro, luego en el pecho. Bell no tardó en golpearlo en el rostro con el escudo mientras lo empujaba con cada golpe. La fuerza de Bell era tal que con cada impacto Enoch sentía que el mismo suelo debajo de él se estaba sacudiendo.
Un golpe en las costillas con el escudo lo hizo doblarse sólo para que el puño de Bell, que todavía sostenía su espada, lo hiciera levantar la cabeza nuevamente. Bell lanzó un grito que resonó cómo un rugido dentro del casco, aunque Lefiya pudo identificar lo que dijo gracias a su desarrollado oído.
— ¡Gospel! — un bloque de sonido y su onda de choque lanzó un fuerte golpe que todos sintieron cuando Enoch fue a dar al suelo con los oídos reventados, sintiendo un abrumador dolor.
Bell entonces, al tener a su rival en el suelo puso su pie sobre su pecho y le lanzó un fuerte grito que sonó cómo un rugido nuevamente.
Enoch sintió finalmente algo que nunca habría identificado porque en el pasado no lo había sentido, era algo nuevo, algo que lo había atacado cómo la bestia contra la que ahora se estaba enfrentando.
El miedo.
— ¡ME RINDO! — finalmente Enoch gritó, causando que Bell se detuviera, mirándolo a los ojos con la respiración fuerte y dificultosa, sus hombros subían y bajaban.
Bell había ganado.
Lion Heart había derrotado al Hijo Prometido.
Bell apagó Gif Blessing mientras daba un paso atrás, la pelea había sido algo fuerte, pero ahora no sentía el desgaste que sentiría gracias al abuso de esta habilidad en el pasado, mirando al enemigo que ahora estaba reposando en el suelo.
Entonces la multitud estalló en vítores, algo que hizo que Bell regresara en sí, tomando la visera de su casco para levantarla y buscar con la mirada a Lili y a Lefiya, yendo a verlos rápidamente mientras limpiaba la sangre que había terminado en su espada por culpa de la pelea, enfundando la espada.
— ¡Lili! ¡Lefiya! ¿¡Están bien!? — preguntó el Albino al llegar con ellas, mirándolas a ambas a los ojos, recibiendo asentimientos por parte de las dos, suspirando antes de sonreír.
— ¡Amo Bell, usted es impresionante! — Lili no perdió el tiempo en elogiarlo.
Lefiya por su parte sonrió antes de hablar.
— Pensé que iba a salir peor, pero lograste ganarle a un aventurero de tercera clase, por segunda vez…
El albino sonrió antes de girar la mirada para ver a Enoch en el suelo que estaba tratando de reponerse, sentía dolor en todo el cuerpo, pero aún así, Bell tomó un momento, había confirmado que sus aliadas estaban bien, por lo que se acercó al guerrero derrotado mientras tomaba un vial en una de las bolsas del cinturón que había comprado recientemente.
Era una poción, la cuál ofreció al hombre con una sonrisa.
— Toma, buena pelea — le dijo mientras dejaba la poción a su lado, para darle la vuelta y regresar hacia sus compañeras.
Enoch por su parte miró el vial con rabia, antes de empujarse del suelo y levantar su mano hacia el albino con furia.
— ¡EXPLOTEN- !
Bell giró inmediatamente al escuchar el inicio del canto de un Enoch que ahora lo iba a atacar por la espalda, sin embargo.
— Uriel.
Pronto un impacto ardiente golpeó a Enoch, haciendo que perdiera el control de su poder mágico y causara un Ignis Fatuus que le explotó en la cara, saliendo al suelo nuevamente. Sintiendo un nuevo dolor enorme en su cuerpo.
Apenas estaba despierto, sin embargo pudo reunir el poder para levantar la mirada, encontrándose con la lanzadora de magia, en ese momento, sólo en ese momento, sintió que las lágrimas escapaban de sus ojos.
— Opal… Tú no… — declaró antes de finalmente perder la conciencia, escuchando las palabras de las personas a su alrededor.
— ¿Esta era la promesa de la familia Aeshma…? Vaya decepción…
X X X X
Bell ahora estaba sentado en uno de los bancos de la plaza de babel, sintiendo que su cuerpo se estaba relajando mientras dejaba su casco a su lado en la banca, las chicas estaban a su lado mientras lo miraban. El albino por su parte las miró con una sonrisa.
— Gracias señorita Opal, en serio me tomó por sorpresa su ataque por la espalda.
— Atacar a traición… — dijo Lili mientras suspiraba. — Menudo hijo de…
— No fue nada, ver que Enoch iba a atacar a tración me hizo reaccionar inmediatamente.
La chica rubia no perdió el tiempo en sentarse al lado del albino, acercándose bastante al chico, aunque tenía una sonrisa extraña, Lefiya en ese instante carraspeó fuertemente, había visto la acción de la sacerdotisa.
— Gracias, Bell, en serio nos salvaste de una gorda — declaró con una sonrisa antes de hablar. — Soy de un nivel superior al de Enoch, pero incluso así hubiera salido perdiendo la pelea si él y yo hubiéramos peleado uno a uno.
— Necesitas más confianza en tí misma, creo que si hubieras podido darle un impacto de Arcs Ray le hubieras ganado sin lugar a dudas — le dijo el chico con una sonrisa.
Mientras hablaban, Lili se acercó a Bell antes de tomar uno de los faldones de su armadura y tirar de eso, logrando que la atención del albino fuera directamente hacia ella, sonriendo con calma.
— ¿Si? ¿Qué sucede Lili? — preguntó el albino con una sonrisa mientras la miraba a los ojos.
— ¿Por qué…?
— ¿Uh?
— ¿Por qué sigue peleando para salvarme…?
El albino sonrió al escuchar sus palabras, antes de acercarse a la chica y ponerle la mano en la cabeza, acariciando su cabello.
— Eres una amiga para mí, Lili, no podría dejar de salvarte ni aunque me pidieras que dejara de hacerlo, porque tú me importas.
Liliruca miró al albino a los ojos, sintiendo que las lágrimas estaban queriendo escapar de sus ojos, por alguna razón sentía que esas palabras pesaban más de lo que podía atribuirle, apretando un poco sus puños para luego empezar a llorar en silencio, pero con la certeza de algo.
Ella no podía abusar de la confianza de Bell, alguien como ese chico no merecía que ella le hiciera eso, por lo que, no, no estaba dispuesta a traicionar a Bell. No lo haría ahora, ni lo haría nunca.
X X X X
Enoch estaba abriendo los ojos, sintiendo su cuerpo sin ningún tipo de dolor pero el cansancio estaba realmente molestando. Al cobrar la conciencia plena, lo primero que hizo fue levantar la mirada para encontrarse con el techo de Yasna, el techo de la casa de la familia Aeshma.
— Gracias, Opal, puedes regresar a tus actividades — la voz de Aeshma lo hizo recuperarse, sentándose en la cama para ver el vestido blanco puro saliendo de la habitación, en el interior de Enoch sintió una leve punzada de dolor recordando las acciones de la sacerdotisa pero no iba a pensar mucho en ello, puesto que al girar la mirada se encontró con un hombre.
Aeshma lo miraba con absoluta furia, en sus ojos podía encontrar la mirada que el dios normalmente le daba a los incompetentes de la familia, algo que a él le había dolido puesto que Enoch no era un incompetente, él no era cómo los otros miembros de la familia.
— ¿Te has esmerado en traer la vergüenza a la Familia? ¿Enoch? — preguntó el dios mientras lo miraba, cruzando los brazos y guardando silencio para darle oportunidad al hombre de hablar.
— ¡No! ¡Claro que no lo he hecho! — dijo el rubio mientras se levantaba de la camilla, su ropa rasgada por la pelea con Bell lo hizo sentir ciertamente adolorido, pero no se detuvo. — ¡Estoy seguro de que ese chico hace trampa! ¡No es un nivel uno cómo dice!
— Todo el mundo piensa que es un novato, y que tú siendo un nivel dos perdiste contra un chico recién llegado a la ciudad — declaró el hombre mientras lo miraba con enojo. — ¿Qué intentaste hacer? ¿Trataste de recuperar tu fama al demostrar que ese chico era un tramposo? ¿Pensaste que podías derrotarlo sólo por ser un nivel uno?
— No, yo…
— Mira, Enoch, la situación está bastante sencilla, yo siempre he dicho que los incompetentes no tienen lugar en mi familia, así que o te comportas y evitas seguir siendo mi mayor vergüenza, o te vas al demonio — le dijo Aeshma mientras tomaba un arma que estaba recostada de una esquina en la habitación, Enoch la reconoció, era la espada del castigo, antes de poder estar listo para lo que venía, Aeshma le hizo un corte con el arma directamente en el pecho al rubio.
El guerrero cayó al suelo mientras se retorcía del dolor, le dolía el corte, pero la maldición del arma, eso era lo peor; Estaba sintiendo un dolor abrasador, cómo si su carne fuera rasgada una y mil veces. Era la maldición castigadora, la penitencia de cualquier miembro de la familia que hubiera fallado a su dios. El rubio estaba siendo castigado por su incompetencia, y por haber atraído todavía más la vergüenza a la familia.
— Por lo menos tu inutilidad me ha servido de algo — le dijo mientras lo miraba en el suelo. — Esperemos que hayas tenido razón y que ese chico sea superior al nivel que han dicho, porque en dado caso podría extorsionar a Hestia con el dinero que le van a sacar a su familia. Pero dónde esto falle otra vez… bueno, no sé qué voy a hacer contigo.
El dios finalmente abandonó la habitación, dejando a Enoch en el suelo, sufriendo completamente solo, viviendo una tortura por la maldición de la espada mientras miraba el techo, retorciéndose para abrazar sus propias piernas y pensando, pensando lleno de rabia.
Pensando en todo lo que Bell le había arrebatado, su honor, su prestigio, todo lo que había ganado gracias al entrenamiento de sus padres, de esos dos aventureros tan poderosos que vieron en él al futuro de la familia.
La crianza que le dieron desde niño, el entrenamiento, las palabras de apoyo, todo eso fue pisoteado por Bell, un chico que no podría saber lo que significaba estar en su posición, Enoch estaba lleno de odio, odio puro.
Pero ahora ese odio se volvía inútil, Bell lo había dominado en combate, había tomado su territorio, sus hembras. Ahora había un nuevo león en la sabana.
Enoch sentía odio puro y no quería dejar que esto se quedara así, pero, ¿Qué podía hacer para lograr ganarle a un hombre que era casi literalmente una bestia?
En ese momento finalmente el hombre se rompió, empezando a llorar lágrimas amargas en el suelo.
X X X X
Aiz siempre ha tenido un problema.
Hay una llama negra que arde en su interior, una ominosa y horrible llama que arde con furia para tratar de consumir todo lo que la rodea, el poder interno de la rubia, era la furia de alguien que había perdido todo lo que tenía. Sabía lo que había visto, pero aún así sentía que ese poder era algo que no podía llegar a ver en nadie más.
Hasta ese momento.
Aiz estaba segura de que nadie que no hubiera vivido lo que ella podría tener una llama cómo la suya, sin embargo, aunque no vió una llama, vió algo que realmente la hizo pensar en lo que ese chico debió haber vivido.
Una armadura arañada prueba de las batallas que tenía constantemente, un escudo que había recibido tantos ataques que jamás hubiera podido contar.
El movimiento del joven, la hizo pensar en él más de una vez.
Aiz quería hablar con un joven que había visto a la muerte a los ojos más de una vez, y que había desarrollado en su interior a una bestia que permanecía sigiloso, acechante hasta el momento en el que tuviera que salir, haz no había visto una llama en Bell, pero vió a un León solitario que caminaba por la sabana, un león que era amigo de un conejo.
No tenía sentido lo que estaba diciendo. pero sabía lo que había visto en esa espada, en esa forma de pelear, Bell no era un guerrero normal, no sabía por lo que había pasado, pero ahora sabía que ese chico había vagado tanto tiempo entre bestias que, seguramente y sin darse cuenta, se había convertido en una de ellas.
Por eso ella vió todo el duelo, pero no pudo hablar con él tal cómo le hubiera gustado hacerlo, porque vió a Lefiya con el chico, recordó que ella no tenía espacio para entrar en esa pelea, pero, de la misma forma, sintió que en serio necesitaba acercarse aunque fuera un poco, necesitaba saber.
Qué es lo que él había visto…
