2. Cansada de esperar

Akane iba sentada en el tren admirando el paisaje que iban dejando atrás a través de la ventana. Los inicios de la primavera se reflejaban en campos llenos de flores y en un cielo de un azul intenso coronado de nubes algodonadas. Estaba muy ilusionada de por fin volver a casa después de un duro e intenso trimestre en la universidad. Aunque aún no sabía las notas finales, que estarían disponibles en los próximos días, estaba satisfecha de haber dado lo máximo estudiando y en los exámenes. «Ahora sólo queda recoger los frutos», pensó para sí misma.

Como ocurría siempre que se alejaba de casa, había echado de menos a su familia, aunque en esta ocasión más que otras veces. Era normal, pues siempre se había sentido muy apegada a ella, a pesar de sus particulares y rarezas. Al mismo tiempo, tenía que admitir que esa independencia que le había dado el vivir fuera de su ciudad natal le había proporcionado unos aprendizajes y unas experiencias que le habían hecho crecer como persona. Sin embargo, había una persona en especial a la que había anhelado de mil formas y a la que estaba deseando ver. Sí, un atractivo artista marcial que, insólitamente, le había robado el corazón unos años antes: «Ranma», suspiró en su cabeza.

Si bien su relación como prometidos no había variado mucho desde el intento fracasado de boda tres años antes, Akane sí sentía que había mejorado a nivel de amistad y de tolerancia el uno con el otro. Lo ocurrido en los manantiales de Zhou Quan Xiang en China, donde habían estado a punto de perder sus vidas, había cambiado drásticamente las reglas del juego, y Akane ahora se alegraba de ello. Ambos habían mejorado en algunos de sus puntos flacos. Ranma ya no se metía tanto con ella y Akane intentaba no juzgarle antes de tiempo. Eran capaces incluso de contarse cosas personales sobre su día a día en los mensajes de texto que se mandaban a través del móvil o en las llamadas telefónicas que compartían. «Pero nunca cruzamos la línea de la amistad. No avanzamos. Estamos estancados en este "quiero y no puedo" y llevamos así tres años. Estoy cansada de esperar…». Su memoria viajó a la conversación mantenida con sus amigas hacía unas semanas.

Alrededor de un mes antes…

—¿Y esa cara, Akane? —preguntó Rumiko al ver a la chica volver del friolero exterior con un semblante serio—. ¿Todo bien?

La estudiante de Nerima había salido fuera de la cafetería cuando Ranma la llamó por teléfono, para tener más intimidad.

—Sí, nada, no te preocupes —respondió Akane volviendo a sentarse, queriendo quitarle importancia.

Saori, Hideko y Rumiko, amigas de la universidad y de carrera, vieron que había más de donde rascar antes de dar por zanjado el asunto.

—Vamos, Akane. Estabas animada antes de que te llamaran y ahora pareces triste. Era Ranma, ¿verdad? ¿Qué te ha dicho? —quiso saber Hideko antes de darle un bocado a uno de los pastelillos que les habían traído en una bandeja.

—Sí, Akane, cuéntanoslo. A lo mejor podemos ayudarte —añadió Saori, siempre dispuesta a echar una mano a quien lo necesitara.

—Más bien es lo que no ha dicho y no ha hecho —dijo Akane comenzando a desahogarse.

—¿A qué te refieres? —preguntó Rumiko. Sostenía en sus manos una taza de té caliente.

—No me ha felicitado por el Día Blanco, ni tampoco me ha regalado nada —se quejó la aludida, suspirando después, pensando en la mala suerte que tenía por querer a un chico que no la valoraba lo suficiente. Había estado pendiente de recibir alguna carta o paquete, pero nada, su buzón había permanecido vacío—. Vale que no lo hizo ninguno de estos dos años anteriores, y no me ha importado, pero esperaba que en este por fin se animara a dejarme ver que le importo, sobre todo después del acercamiento que tuvimos en Navidades y, en especial, de haberle enviado por San Valentín una caja de bombones —continuó, cruzándose de brazos malhumorada. Los chocolates los había comprado, sabiendo que su mano a la hora de cocinar no era la mejor, y también para ahorrarse los comentarios estúpidos de su prometido al respecto—. No sé, estoy cansada de esmerarme, de guardar las formas y de no saber si realmente le intereso o no. Quizás esté perdiendo el tiempo y debería romper el compromiso… —lo dijo en alto para dejar salir el enfado, pero en el fondo sabía que era algo que no le gustaría hacer y que le dolería muchísimo en el caso de que sucediera.

Las amigas se miraron entre sí un instante antes de iniciar el plan de socorro.

—Creo que Ranma necesita que le des un toque de atención —comentó Rumiko.

—Estoy totalmente de acuerdo —agregó Hideko—. Tienes que hacerle saber cómo te sientes para que espabile.

—Yo opino igual, chicas —dijo Saori tomando la palabra—. Sin embargo, no es por justificarle, pero a los chicos, por regla general, les cuesta ser más detallistas y darse cuenta de los pequeños detalles. Puede que se le haya olvidado…

—Es bastante probable —estuvo de acuerdo Akane pasándose un rebelde mechón de pelo por detrás de oreja—. Pero aún siendo así me molesta. A Tomo y a Yuto no se les ha olvidado —dijo refiriéndose a los novios de Saori y Rumiko.

—Por la cuenta que le trae, más vale que no —habló Rumiko divertida, lo que hizo que sus compañeras rieran.

—Los dos últimos años de instituto Ranma sí que me hizo un regalo y me encantó, la verdad, pero desde que empecé la universidad… —informó Akane, confundida respecto a que su prometido hubiera dejado de felicitarla en condiciones desde que se fuera de casa para estudiar fuera.

—¿Ranma es consciente de que te gusta? ¿Lo sabe? —preguntó Hideko.

—Tiene que saberlo, estuve dispuesta a casarme con él —respondió Akane.

—Uff, Akane, los tíos a veces no se dan por esterados a menos que se lo des todo masticadito —indicó Rumiko cogiendo otro dulce de la mesa—. Hay que ponerle las pilas a Ranma y te vamos ayudar.

Las tres amigas asintieron.

—¿Qué me sugerís? —inquirió la joven de Nerima mirando a sus amigas. Uno de sus miedos era acabar la carrera y que Ranma y ella siguieran en aquel limbo emocional que ni florecía ni se marchitaba. Necesitaba ayuda desesperadamente para hacer despertar a su prometido.

—Yo tengo un plan y creo que puede funcionar —expresó Hideko con una sonrisa traviesa—. A ver qué os parece —dijo para un segundo después lanzarse a detallar su estrategia.


Nota (08.07.2022): estoy sorprendida por la cálida acogida a este fic, así que os doy las gracias. Lo estoy escribiendo sin mucha pretensión, así que no esperéis gran cosa. Los capítulos serán cortos, por lo que espero poder actualizar más rápido, aunque no me comprometo a hacerlo en un tiempo determinado, ya que ando bastante ocupada. Echaba mucho de menos escribir. Recordaros que en mi Instagram (cassio_ffn) contesto aquellos comentarios de usuarios no registrados. ¡Hasta el próximo capítulo!