Capítulo 5: La verdad no peca, pero incomoda.
Carmine tardó en procesar lo que pasó. Intentaba sacar la pokébola de su Morpeko, pero entonces fue lanzada por Violet al lago. Cuando sintió el frío del agua trepando por su espalda salió del agua y quiso gritarle, sin embargo, pronto desistió al ver como el Gyarados había destruido su canoa de un solo golpe, atraído por el olor del cebo. Fue entonces que Violet la llevó a la orilla.
Al llegar pudo ver como Scarlet le miraba con ese rostro engreído, cínico, provocando que su rostro se ciñera y sus puños se cerraran. Quiso atacarla en ese momento, fundir su cerebro, pero Violet y Amarys le detuvieron para que ayudara a los demás miembros de su equipo.
Se mantuvo en silencio en todo el camino, Violet intentó decirle algo, pero ella no dijo una sola palabra, ni cuando Schilly y Scarlet levantaron la copa que tantas veces ella había levantado con orgullo y prepotencia. Había sido ella, Scarlet, le había quitado eso, y estaba dispuesta a planear una venganza.
Pensó mucho en qué hacer, no podía simplemente permitir que la extranjera se llevará aquello por lo que tanto había trabajado y se fuera sin más, debía pensar en una forma de vengarse. Pensó en sus compañeras, Schilly y Platinum, la mejor forma de vencer a un guerrero era mediante su espíritu, pero desechó esa idea, después de todo, esa mocosa fría no podía tener empatía por otras personas.
No concretó nada en específico, pues recordó que al día siguiente, en la noche, sus pases Noroteo serían desechados, y tenía un trabajo que hacer con Violet: subir al Monte Ogro, aquello serviría como una buena distracción para dejar de pensar en Scarlet y su derrota. De inmediato mandó un mensaje a Violet indicando la hora y el lugar.
Cuando sus clases terminaron, Carmine tomó uno de los autobuses que la llevaron al Museo, esperando a Violet justo en las escaleras donde habían visto a Ogerpon. En cuanto dieron cinco minutos después de la hora acordada pudo escuchar como el aire chifló y Violet apareció.
—Llegas tarde —dijo Carmine de manera molesta.
—Lo siento, olvidada donde estaba el túnel de Sou —admitió Violet, rascándose la nuca.
Carmine solo negó con la cabeza, invitándole a que le siguiera por el sendero que los llevaría a la cima del Monte, un lugar que ella conocía muy bien.
Carmine estaba callada. Aunque tenía claro su objetivo, no podía quitar de su cabeza la sonrisa burlona de Scarlet. Deseaba poder acallarla de alguna forma, pero la imagen no dejaba de rondar su mente. Ni siquiera las bellas vistas que se alcanzaban a ver cuándo subieron la primera parte del sendero lograron distraerla de su trance, lo único que pudo devolverla al momento presente fue la voz de Violet.
—Oye, chica linda, ¿estás bien?
Carmine giró la cabeza, el movimiento de sus ojos entrecerrados dejaron mostrar que estaba irritada.
—Ya deberías saberlo —respondió Carmine, con molestia.
—No leo la mente como tú.
Carmine suspiró, molesta.
—Algunas veces eres irritante —dijo, cruzándose de brazos—. Sí, estoy molesta por tú maldita amiga, me venció.
—Bueno, cuando se trata de tomar lo que quiere, Scarlet suele usar todos los medios posibles —reconoció Violet.
Una vena se saltó en la frente de Carmine, parándose de golpe.
—¡¿Acaso la estás alabando?! —gritó Carmine, tomándolo de la camisa.
—¡O-oye, no era esa mi intención! —respondió Violet.
Carmine se quedó mirando a Violet por un rato, con enojo. Decidió entrar a su mente y pudo darse cuenta de que Violet le había hablado a Scarlet sobre el hacer trampa.
—¡Fuiste tú el que le dijiste!
—¡No! —respondió Violet.
—No digas estupideces, vi en tu mente ese recuerdo.
—No, yo solo le pedí un consejo —admitió, avergonzado—. Solo no estaba seguro de hacer lo que me pedías, no me parecía correcto, pero… ella me dijo que si creía que valía la pena, lo hiciera.
La expresión de Carmine se suavizó al escucharle. No pudo evitar sentir una extraña sensación en su pecho, algo reconfortante al escuchar la voz de Violet. Luego de soltarlo sintió un ligero ardor en sus mejillas, ardor que le hizo girarse.
—Sigamos adelante, que no tenemos todo el día.
Si, le había pedido que hiciera trampa y saboteara a Schilly, y en un principio pensó que no lo haría, incluso le había pedido a Haruna que lo hiciera en caso de que no se atreviera, pero lo hizo, y ahora sabía el por qué. Lo miró de reojo mientras avanzaban, se miraba demasiado confiado, alegre, tonto. Era lindo, pero no tanto como los otros chicos que se habían interesado en ella, cientos de ellos, pero ninguno había tenido la fuerza suficiente como para acercarse, invitarla a salir, hacer algún movimiento. Le gustaba mantener esa reputación, sabía que era bella, la más linda de toda la escuela, pero algunas veces, aunque le costara admitirlo, se sentía sola.
Y ahí estaba Violet, no era muy listo, no era tan guapo, pero la seguía, le había ayudado solo por qué se lo pidió, y eso le hizo sentirse extraña, sintiendo un ligero cosquilleo cada que Violet se ponía a su lado y chocaba ocasionalmente su mano, y también sentía su corazón agitarse cada que le llamaba "chica linda". El solo recordarlo le levantaba un poco la sonrisa.
—No es buena idea seguir peleando contra Scarlet —dijo Violet.
Aquello la sacó de sus pensamientos internos, volteando a ver.
—¿Piensas defenderla?
—No es eso, lo que pasa es que una pelea contra Scarlet es eterna, no importa que le hagas, ella responderá de peor manera hasta que ambas terminen en algo malo —admitió, bajando la mirada.
—Hablas como si eso hubiera pasado —admitió, arqueando la ceja.
—Lo hizo, en la academia uva, todo empezó por una pelea y terminó en una expulsión —reconoció amargamente—. Créeme, Scarlet no se detendrá, las cosas escalarán.
—Si yo llevó esto al límite, me expulsan, si ella lo hace, termina en prisión —admitió Carmine, burlándose—. Así que no creo que…
No pudo terminar de hablar, pues Violet le tomó de la mano. Carmine volteó a verlo, confundida, más aún al ver su rostro serio y preocupado.
—Te lo pido, por favor, no sigas —dijo Violet mirándole directamente a los ojos—. Ella es mi amiga y… no quiero que le vaya mal.
El rostro decaído de Violet hizo sentir algo en Carmine, su mirada se suavizó al momento de entrar en su cabeza y leer lo que pensaba. Preocupación, angustia, ansiedad, pero sobre todo, un genuino cariño por aquella chica que parecía tratarlo mal algunas veces. Aquello le hizo soltar una pequeña risa, parecía que a Violet le gustaba estar con chicas que le miraban por encima del hombro.
—¿La defiendes a pesar de cómo te trata? —preguntó Carmine, arqueando una ceja.
—Es mi mejor amiga, es algo dura y fría, pero es una buena amiga —admitió, sonriendo—. Solo no quiero que le pase nada malo.
Carmine suspiró. No era Diamond, no podía sentir las emociones de Violet, pero era obvio como el chico la quería mucho. De cierta forma la hizo sentirse celosa, no estaba segura si Amarys o Haruna dirían lo mismo de ella.
—Scarlet es muy afortunada al tener un amigo como tú —dijo Carmine—. No haré nada, mientras no vuelva a entrometerse.
—¡Gracias, chica linda!
Carmine no reaccionó cuando Violet se abalanzó y la abrazó con fuerza. Aunque la sorpresa inicial le hizo reclamarle, no pudo evitar sentir algo de vergüenza, sus mejillas ardieron al sentir el toque de la cabeza de Violet en su pecho. Luego de un rato pudo hacerlo retroceder.
—No vuelvas a hacer eso, sin avisar —reclamó Carmine, tomando su pelo.
—Lo siento, me emocione —dijo Violet, rascándose la sien.
El camino continuaba por la ladera del Monte Ogro, sin embargo, Carmine pudo sentir como sus pies comenzaban a arder luego de avanzar un poco más. Exhausta, tomó un poco de agua.
—¿Quieres? —preguntó Carmine.
Aunque nervioso, Violet asintió. Carmine aprovechó y se limpió el sudor que yacía en su rostro. El sol se posaba en el horizonte de manera implacable y los Koffing y Slugma descansaban con tranquilidad. Tuvo una idea luego de jadear un poco y sentir que su cuerpo se moría en sudor.
—Oye, la ruta sigue por la ladera, pero es bastante larga. ¿No puedes usar tu singularidad para adelantar el camino?
—¡Claro! —Violet se puso frente a ella y se agachó— ¡Sube!
Carmine miró desconcertada como Violet se inclinó para que esta subiera a su espalda. Cerró los ojos y negó con la cabeza mientras se ruborizaba.
—¡¿Estás loco?! —gritó Carmine, molesta— ¡No pienso dejar que me cargues! Llévame como la otra vez en la academia.
—Pero así es más rápido, además de la otra forma solo funciona si es un camino recto, y este está inclinado —Violet no se movió de su posición—. Así nos movemos Scarlet y yo cuando viajamos a largas distancias.
Una gota de sudor resbaló por la frente de Carmine, realmente le molestaba la idea de subirse a su espalda, pero era peor caminar. Luego de negar con la cabeza la chica aceptó.
—Lo haré, pero no hagas nada raro o te golpearé —dijo, acercándose a él.
Puso sus manos en sus hombros y de un brinco pudo subirse. De inmediato pudo sentir como Violet la tomó de los muslos. Fue un instante, al momento Carmine apretó los hombros de Violet y sintió como un escalofrío recorrió su cuerpo mientras su cabeza se puso roja como tomate. Quiso decir algo, abofetearlo, pero antes de hacerlo Violet avanzó.
De inmediato pudo sentir como el camino parecía moverse como si de fotogramas se tratara, con cada parpadeo avanzaba una increíble cantidad de metros. Luego de unos segundos Violet se detuvo frente a una gran escalera.
—¿Está aquí arriba? —preguntó.
—S-sí, pero ahora…
No la dejó terminar cuando volvieron a avanzar de golpe, llegando hasta la cima de la escalera, directo al Lago Cristalino.
—Llegamos —dijo Violet, soltando a Carmine.
La chica dio un salto hacia atrás, necesitaba procesar todo lo que había pasado. Respiró profundo y tomó su cabello, intentando calmar sus emociones. Cuando se sintió mejor, se dio la media vuelta y tomó a Violet de la camisa.
—Si le dices a alguien que hicimos esto yo…
—Lo sé, ya sé que no debo decir nada de nosotros —dijo Violet, calmado—. Solo quería que fueras cómoda.
Carmine cerró los ojos y suspiró, no podía negarlo, aquello era mejor que caminar tanto.
—Como sea, vayamos por ese cristal.
Violet y Carmine avanzaron hacia el lago. Desde ahí pudieron ver el enorme cuerpo de agua que resplandecía con fuerza gracias a los enormes cristales en su interior. Al caminar por las orillas pudieron sentir como el viento les lanzaba una brisa cálida, golpeándoles con pequeñas gotas de agua tibia provenientes del lago, el agua era muy cálida, los pokémon se arremolinaban para tomar agua y los del lago parecían cómodos escondiéndose entre los enormes cristales.
—Wow, es hermoso —dijo Violet.
—Lo es, mi abuelo nos trajo a mí y a mi hermano una vez —admitió Carmine, inclinándose para tomar un poco del agua en sus manos—. Siempre tan cristalina, y tibia, a Kiki le gustaba echarse al agua mientras los pokémon de mis abuelos nos protegían.
Una sonrisa apareció en el rostro de Carmine. A pesar de no haber estado ahí desde hace tanto tiempo, el lugar le transmitía una enorme nostalgia. Si su hermano no fuera tan impulsivo seguramente disfrutaría estar ahí. Ambos chicos se detuvieron en un pequeño cúmulo de tierra que se adentraba al lago, desde el cual podían ver un enorme cristal.
—Creo que este es el mejor lugar —dijo Carmine—. Adelante, no pensaras que yo me moje para…
No necesitó decirlo dos veces, Violet de inmediato comenzó a quitarse el uniforme para poder entrar al lago. Carmine solo rió ligeramente, cruzándose de brazos. Estaba sorprendida de que no tuviera la suficiente vergüenza para empezar a quitarse la ropa frente a ella, sin embargo, conforme vio que estaba quedándose en ropa interior sintió una enorme opresión en el pecho. Ella se lo había pedido, pero no quería ver el resultado, se dio la vuelta al sentir sus mejillas ruborizándose, intentando distraerse.
—Date prisa antes que…
Un enorme temblor sacudió el piso sobre el que estaban. Fue leve, pero el agua del lago se agitó con violencia, provocando fuertes olas que fueron precedidas por un enorme salpicar.
—¡Cuidado! —gritó Violet.
—¡¿Qué sucede?! —gritó Carmine.
Su respuesta fue contestada de inmediato. El suelo retumbó cuando un Milotic aterrizó en ella. El pokémon, aunque hermoso, lanzó un potente rugido agudo que los ensordeció por unos instantes, estaba molesta por la intromisión en su hábitat. Sin embargo, aquello no les detendría. Ambos se miraron, determinados, sacando sus pokéball.
—¡Ve, Morpeko! —gritó Carmine.
—¡Adelante, Skeledirge! —ordenó Violet.
Ambos pokémon se materializaron, listos para combatir a Milotic. Carmine tuvo clara la estrategia en cuando atacó. Milotic era un pokémon muy defensivo, y atacar con movimientos de estado solo aumentaría ese rasgo. Necesitaba distraer los ataques de agua para Morpeko y que Skeledirge aumentará su ataque especial para atacar por esa parte, solo así tendría una oportunidad. Se lo dijo a Violet y este aceptó sin dudarlo.
Su pokémon esquivaba los ataques de Milotic con cierta elegancia, dándole tiempo al pokémon de aumentar sus estadísticas. Sin embargo, aunque Milotic también atacaba a Skeledirge, Violet también podía comandar para contrarrestar dichos ataques. En efecto, el chico era bueno.
—Eres bueno, pero también tienes suerte que esté aquí —admitió Carmine, confiada.
Violet solo le sonrió, haciendo que Carmine le devolviera la sonrisa, a pesar de la situación, la chica estaba divirtiéndose peleando junto a Violet, le gustaba esa sensación de combatir con alguien más, alguien con el cual se sentía en su ambiente.
—¡Rueda Aural una vez más! —gritó Carmine.
Morpeko volvió a atacar, lanzando a Milotic hasta uno de los cristales del fondo, rompiéndolo en el proceso. Carmine sonrió y cerró su puño, seguramente aquello lograría debilitarla aún más.
—¿Estás listo? —preguntó Carmine.
—¡Listo! —gritó Violet—. ¡Bola Sombra!
Skeledirge cargó su ataque y atacó justo cuando Milotic se levantó. El ataque le dio directo en el rostro, causando una gran explosión oscura que levantó un extraño humo negro. Al disiparse, Milotic estaba en la superficie del lago, apenas manteniéndose flotando y completamente cansada, agitada.
—Aún sigue —dijo Violet—. ¡Skele…!
—¡Espera! —gritó Carmine—. ¡Quiero a ese pokémon!
Tomando una Buceo Ball, Carmine la lanzó. La pokébola cayó al fondo del lago, se giró algunas veces y lanzó unas pequeñas chispas, el pokémon había sido capturado. Carmine no pudo evitar esbozar una sonrisa confiada.
—Bien, siempre quise un Milotic —dijo Carmine.
—¡Lo hiciste! —Violet dio un pequeño salto— Yo iré por ella.
Sin decir una sola palabra, Violet terminó de quitarse su camisa y se lanzó al agua. Carmine se acercó, curiosa, viendo como su compañero parecía nadar con suma elegancia en el lago, tomando la pokébola y varios de los cristales que se habían rotó gracias al ataque de Morpeko. De inmediato subió a la superficie, tomó aire y gritó.
—¡Los tengo!
—¡Bien hecho, Violet! —respondió Carmine.
Usando a su Toucannon, Carmine ayudó a Violet a subir y entregarle la pokébola de su Milotic. De inmediato pudo ver como el pokémon dormía tranquilamente dentro de la pokébola, cansada. Una sonrisa se plantó en su rostro al observar la belleza del ejemplar.
—¡Y mira, conseguí varios cristales! —dijo Violet.
—Si, es lo que no…
Carmine no pudo terminar de hablar. Sus ojos se clavaron fijamente en Violet. El agua recorriendo su cuerpo, su cabello rubio alborotado, sus músculos, aunque no tan prominentes, ligeramente delineados por el agua y su abdomen resplandeciendo ligeramente debido a los cristales que sujetaba. La chica se quedó viendo por un rato, sintiéndose extraña, sonrojada, nerviosa. De inmediato se dio la vuelta, sujetándose el pelo una vez más.
—¡Cúbrete, indecente! —reclamó Carmine, nerviosa.
Violet hizo caso, zarandeándose para quitarse la mayor cantidad de agua posible y vistiéndose, ya podría preocuparse después por alguna pieza mojada. Luego de hacerlo, Carmine finalmente devolvió la mirada, sintiéndose menos extraña con Violet ya vestido.
—De acuerdo, creo que tienes demasiados —dijo, mirando hacia la ladera—. Debemos irnos.
—De acuerdo —Violet guardó los cristales en su mochila—. ¿A la escuela o con tu abuelo?
—Con mi abuelo, ya luego iremos a la escuela.
—Bueno, creo que se la ruta —el chico volvió a inclinarse—. ¡Vamos!
Carmine se sonrojó una última vez al ver a Violet así. Sin embargo, la chica solo negó con la cabeza y se acercó.
—Tienes suerte de que no quiera caminar —admitió—. Vámonos.
Justo en el instante que volvió a sentir las manos de Violet en sus muslos, ambos se fueron del lugar en un parpadeó.
[...]
Luego de su victoria, Platinum organizó una pequeña cena con la ayuda de Diamond en el área de juegos. Scarlet en un inicio no quiso presentarse, sin embargo, la promesa de poder comer lo que quisiera de los platillos del novio de Platinum le hizo ser de las primeras en llegar, permitiéndose dejar la lectura del libro de Platinum al día siguiente.
A la mañana siguiente, luego de sus clases, Scarlet fue al único lugar donde podría estar en calma: el taller de Ruby. Limpió su mesa para no tener ningún distractor, solo su Taran-Bot reposando, esperando instrucciones.
El libro contenía mucha información sobre las transformaciones, no solo estaba la singularidad de Platinum, había muchas otras que, aunque compartían el método para transformarse, eran completamente diferentes. Fue entre esas páginas que finalmente dio con lo que buscaba.
Lo primero que cruzó por sus ojos fue la ilustración de Metalux, exactamente igual al que había visto en su visión, pero con el color del metal más grisáceo. Había un título en la parte baja de la ilustración que rezaba.
—Metalux, el dragón sin amo —leyó Scarlet en voz baja, Taran-bot de inmediato se activó y se acercó a ella para leer el libro.
—¿Metalux? —preguntó Ruby desde el otro lado del cuarto, sin apartar su vista de su costura.
Scarlet arqueó la ceja al escuchar a Ruby, alzando la vista.
—Pensaba que estabas concentrado en tu costura —dijo Scarlet, ligeramente molesta.
—Lo estoy, pero recuerde que estabas investigando sobre eso, ¿encontraste algo?
—Eso parece —replicó Scarlet, hojeando las páginas que le seguían.
Seguida de la ilustración habían tres hojas de texto completo sobre aquella cosa que el libro trataba como una fase intermedia entre pokémon y singular. No tardaría mucho en leerlo, pero necesitaba sacar todo lo importante.
—¿Puedes crear un holograma editable? —preguntó Scarlet.
—Es correcto, ¿desea empezar un canvas en blanco?
Scarlet asintió, el Taran-bot de inmediato se paró en la mesa y de sus ojos LED emanó una pizarra virtual desde la cual Scarlet podía escribir con un simple dedo, con ello podría ir anotando toda la información relevante sobre Metalux, al menos la más importante de aquellas tres páginas.
"Metalux - El dragón sin amo
· Metalux es un concepto, puede ser tanto máquina como hombre.
· Metalux busca siempre un amo al que servir.
· Metalux adquiere las características psicológicas de su amo.
· El último registro de Metalux data del tiempo de los compatrones.
· Metalux se vuelve vengativo si su amo muere"
La chica estaba tan centrada en las letras del libro que no se percató como Ruby se acercó a observar.
—Vaya, sí que es mucho —dijo, terminando de coser un vestido rosado.
—Más de lo que podría esperar —dijo Scarlet, cerrando el libro de golpe—. O es una máquina, o un singular, como si no fuera una entidad fija.
—O tal vez es una máquina generada a partir de un singular, ¿no lo crees?
Scarlet arqueó las cejas, girando a ver como Ruby, a pesar de seguir en lo suyo, prestaba mucha atención a su presentación.
—No esperaba que tuvieras interés en esto —dijo Scarlet.
—Me gusta el chisme —bromeó, terminando su vestido—. Además, te vendría bien una mano, ¿no?
La chica lo pensó un segundo, a pesar de lo que parecía, Ruby era un sujeto muy listo, más de lo que aparentaba, después de todo le había engañado para usar su kimono, algo que pocos lograban. Mordió su dedo, meditando la situación hasta después asentir.
—Estoy empezando a odiar depender de ustedes, pero tienes razón —dijo, devolviendo su mirada—. Si busca un amo, tal vez me busca a mí, lo cual no tiene mucho sentido.
—Bueno, si consideramos que algunos pokémon te eligen y te siguen hasta que los atrapas —Ruby se cruzó de brazos—. ¿Cuántas veces te lo has encontrado?
—Sola una vez, cuando… lo de Thorton —recordó que no le había contado del todo sobre el accidente de Thorton—. ¿Por qué a mí específicamente?
—Tal vez sienta alguna conexión, alguna leyenda antigua, algo.
Scarlet tragó saliva, recordando el mural que había visto en el museo, la pintura que no le había contado a nadie. Sin embargo, algo no cuadraba del todo. Si, la había salvado, pero desde entonces no había tenido ninguna interacción con él, ni una sola. Chasqueó la lengua, intentando averiguar si en realidad la buscaba a ella, y si lo hacía, ¿por qué no había vuelto a aparecer?
—No concuerda, en lo absoluto —dijo, mirando la pizarra—. Vi un mural en el museo, donde Metalux estaba con los compatrones, pero no encontré nada en el libro que los relacione.
—Hmmm, ¿tal vez Metalux ayudó a los compatrones contra el ogro?
—No, lo que vi no era protección, era más como si los atacara —pensó, mirando los puntos—. ¿Y si en realidad protegía al ogro? ¿Y si en realidad el ogro construyó un Metalux para defenderse?
—No sé, se sabe que el ogro era un salvaje, ¿cómo podría crear una máquina tan sofisticada?
—A menos que fuera del tipo de Metalux singular —respondió Scarlet, chasqueando los dedos.
—Es imposible, se supone que el primer singular fue quien combatió al ogro, algo así —dijo Ruby.
—Eso es lo que cuenta la historia al menos, puede que no sea toda la verdad —especuló Scarlet—. ¿Y si el primer singular fue un Metalux que ayudó al ogro contra los Compatrones? Los ganadores escriben la historia, así que no me sorprendería que ese sujeto lo reemplazará como el primer singular.
—Wow, ¿estás diciendo que toda la historia de la fundación de esta región es una mentira?
—No sería la primera ni la última vez, Ruby —respondió Scarlet, mirando su libro.
—Bueno, definitivamente me tienes interesado en esto —reconoció Ruby, sujetando sus gafas—. Conspiraciones secretas, me gusta, quiero ayudar.
—No recuerdo solicitar tu ayuda.
—No lo hiciste, pero igual te la daré —dijo con una sonrisa arrogante.
—Esta investigación involucra trabajo de campo, ensuciarse las manos, no creo que estés dispuesto a eso, ¿o sí?
Scarlet se quedó de brazos cruzados, una sonrisa se dibujó en su rostro al momento que la mirada de Ruby se desconfiguró al imaginarse rodeado de polvo y lodo. Lo había investigado un poco, aunque no fue difícil darse cuenta de ese defecto al ver como se limpiaba las manos constantemente y le pedía que se limpiara los zapatos. Sin embargo, su actitud ganadora se desvaneció en el aire cuando Ruby fue a su guardarropa y sacó un conjunto de ropa.
—Por suerte, siempre estoy preparado —dijo, mostrando su traje blanco de manera fanfarrona—. Admira el traje de investigación, perfecto para trabajo de campo, ¿te gusta?
Una vena se saltó en la frente de Scarlet, Ruby le había ganado. Podría negarse, como muchas veces lo había hecho, sin embargo, luego de haberse aliado con Blue se dio cuenta que cualquier ayuda sería buena, en especial de alguien tan obsesivo como Ruby. Luego de suspirar, derrotada, aceptó la ayuda del de Hoenn.
Con dos mentes, ahora solo faltaba descubrir por qué era que Metalux la buscaba a ella, si es que la quería como ama, como la pintura lo sugería, o si en realidad buscaba matarla como su visión del pasado. Además, debían encajar el mito de Metalux con el de los Compatrones, había algo que no cuadraba, y debía investigar por qué.
—Hay dos lugares donde encontrar información: las ruinas que me dijo Sou, y el parque de los compatrones.
—Blaine está organizando este evento del Día del Contacto, una de las actividades es en el parque, podríamos empezar ahí —sugirió Ruby.
—Suena como una buena forma de empezar —Scarlet chasqueó los dedos—. ¿Cuándo será?
—Mañana, pero aún puedes ver a Blaine para que te dé un papel —dijo Ruby, caminando hacia sus libros—. Mira, te da un pase como estos.
Ruby le mostró a Scarlet el papel arrugado donde relataba la leyenda "Parque de los Compatrones" y una serie de actividades a realizar, con un encargado de grupo. Ver el papel hizo que Scarlet tuviera un sentido de urgencia, debía ir con Blaine antes de que no pudiera participar.
—Taran-bot, ¿sabes dónde puede estar Blaine?
—Rastreando los horarios del señor Blaine —dijo el Taran-bot—. Según los datos disponibles en pocos minutos terminara su clase en el ala sur, salón 24-S
—Eso queda a diez minutos caminando, debo irme —dijo Scarlet, recogiendo sus cosas—. Te mantendré informado, Ruby.
Ruby solo asintió cuando Scarlet dejó el umbral del taller. Taran-bot se colocó en sus hombros, indicándole la mejor ruta para llegar al salón antes de que dieran las dos en punto. Para su suerte el camino de la escuela estaba completamente despejado, llegando justo cuando los alumnos comenzaban a salir.
Mientras esperaba pudo ver un rostro conocido: Ioseph. Aunque lo reconoció, Scarlet no le prestó atención hasta que el chico se acercó a ella.
—¡Scarlet! —gritó Ioseph, acercándose a ella.
Scarlet le dirigió una mirada desganada, arqueando ambas cejas.
—¿Qué ocurre, Ioseph? Estoy ocupada.
—L-lo lamento, solo quería saludarte —dijo con un tono de voz bajo, inclinando la mirada—. Oye, sé que no te gusta ser mensajera, pero… ¿sabes si Schilly tiene pareja para el baile escolar?
—¿Baile? —preguntó de vuelta, no había escuchado nada de eso— No estoy segura, ¿acaso pretendes que le diga que quieres ir con ella?
—N-no, no exactamente, bueno… —Ioseph suspiró, derrotado— Solo quería saber si ella tenía una cita o no, para invitarla a salir.
—No estoy interesada en la vida amorosa de mi compañera de cuarto —replicó Scarlet, viendo como todos los alumnos se habían marchado—. Si me disculpas, necesito ver a Blaine.
—¡Espera! —rogó Ioseph, tomando su mano.
Fue un acto reflejo, al sentir el toque de Ioseph, Scarlet le dio un fuerte codazo en el estómago, mandándolo al suelo, no le gustaba que le tocaran sin previo aviso. Ioseph se quejó, llamando la atención de Blaine.
—¿Qué ocurrió aquí? —preguntó el hombre.
—Ioseph acaba de aprender por qué debe respetar el espacio personal de los demás —replicó Scarlet, molesta.
—S-si, fue mi culpa, lo siento —dijo Ioseph, levantándose con dificultad sin soltar adbomen—. Lo lamento, Scarlet, necesitó sentarme.
Ioseph se levantó y fue a sentarse a una de las bancas cercanas, respirando para disipar el dolor. Scarlet ignoró completamente el asunto, centrándose en Blaine que le miraba con un rostro inquisitivo.
—Oiga, el sujeto tocó mi brazo, algo que no permito.
—Entiendo, tranquila, aunque hay mejores formas de lidiar con eso —respondió Blaine, acomodando sus cosas—. No tenemos clases, así que supongo que vienes a buscarme por algo.
—Es correcto, vengo para inscribirme al Día del Contacto —dijo Scarlet sin rodeos, clavando sus ojos determinados en la mirada sorprendida de Blaine—. ¿Aún puedo participar?
—Vaya, parece que finalmente mi clase te ha hecho valorar el que normies y singulares deben vivir en armonía, ¿no?
—Digamos qué encontré algunos puntos con los que me gustaría apoyar a una coexistencia pacífica —Scarlet trató de mantener un tono tranquilo, sabía cómo tenía que lidiar con Blaine para conseguir uno de esos pases.
—Hmm, el fuego en tus ojos me hace saber que mientes —una sonrisa burlona se dibujó en el rostro de Blaine—. Sin embargo, admiro tu actitud.
Scarlet apretó los dientes, molesta de que Blaine pudiese ver por dentro de su coartada, sin embargo, no dijo nada cuando el nombre comenzó a buscar algo entre su mochila. La mayoría de puestos habían sido asignados con anterioridad, para sorpresa de Scarlet la mayoría de alumnos les gustaban las actividades de contacto con la gente de Noroteo y los cupos estaban casi llenos, excepto por uno, un papel arrugado y algo quemado que Blaine guardaba en un diario.
—Tienes suerte, me queda un lugar —aseguró Blaine, entregando el papel—. Aquí tienes, gracias por inscribirse.
Scarlet tomó el papel con una sonrisa en el rostro. Sin embargo, aquella felicidad se desdibujó de golpe al leer la actividad que se le había asignado.
—"Ayudante del Bazar Meloc" —leyó Scarlet en voz alta, arqueando la ceja—. ¿No tiene alguno para el Parque de los Compatrones?"
—Lo siento, es el último que me quedaba, casi todos los alumnos quieren ir al Parque de los Compatrones —dijo Blaine, apenado—. Además el Bazar Meloc es un buen lugar para ir, la dependienta del lugar es una mujer muy amable, amiga mía.
Scarlet bufó, molesta, esto no se adecuada a sus planes. Además, conocía la geografía de la región, y la Villa estaba demasiado lejos del parque como para poder investigar.
—¿Existe alguna forma de que me asigne a ese otro lugar?
—Bueno, si convences a algún alumno de que cambie papeles contigo —aseguró Blaine—. ¿Por qué el interés tan repentino en el Parque?
—Es un tema personal, me gusta la historia —respondió Scarlet, seria—. ¿Podría decirme de algún alumno que tenga asignado ese lugar?
—Bueno, para tu desgracia, lo tienes ahí.
Scarlet volteó a donde apuntaba Blaine. Suspiró, molesta, no le gustaba para nada la idea de ir con Ioseph, en especial por qué sabía lo que conllevaba, sin embargo, no tenía alternativa después de todo.
Scarlet suspiró con molestia, sabía lo que se venía. Se acercó de inmediato a Ioseph con una mirada seria y una gota de sudor recorriendo el rostro. El chico al verla se deslizó a un lado de la banca, huyéndole a la mirada.
—O-oye, ya entendí, no quiero problemas —dijo Ioseph con un tono asustado.
—Te asignaron el Parque de los Compatrones, ¿verdad? —dijo Scarlet, cruzándose de brazos—. ¿Qué quieres a cambio de que me lo intercambies?
Aquello hizo que Ioseph volteara a verla directamente a los ojos con una mirada sorprendida que se fue transformando en una burlona.
—¿Quieres intercambiar puesto? ¿Qué te tocó?
—Eso no es importante, ¿quieres hacer el trueque o no? —preguntó Scarlet, molesta.
—Bueno, esto es algo inesperado —dijo, intentando contener su emoción—. Sabes que quiero que le preguntes algo a Schilly, pero pedirte que la invites por mí es algo que no quiero por…
—Ve al grano, no tengo mucho tiempo —interrumpió Scarlet.
—D-de acuerdo —dijo Ioseph, tomando aire—. Quiero que le preguntes dos cosas: una es si tiene pareja para el baile, y otra… qué le preguntes qué piensa sobre mí.
Scarlet arqueó la ceja, confundida.
—¿Eso es todo?
—S-si, ¿o crees que necesite otra cosa para saber si Schilly y yo podríamos…?
—Tendrás tus respuestas a la brevedad —dijo Scarlet, mostrándole su papel—. Ahora cambiemos.
—L-lo siento, no tengo el papel aquí —confesó—. Mira, tengo clases hasta tarde, ¿te parece si a las ocho mandas a tu amigo con mis respuestas y yo te entrego mi asignación?
—De acuerdo —Scarlet asintió, mirando a su Taran-bot—. Pero te advierto que si me engañas, la única invitación que Schilly recibirá de tu parte será la de tu funeral.
—O-oye, tranquila cumpliré, lo prometo —Ioseph alzó la mano.
Scarlet se le quedó viendo por unos segundos antes de aceptar el trato, marchándose del lugar.
Eran las tres de la tarde, Platinum debía estar en alguna clase, y Schilly, tal vez, estaría en su habitación. La idea era que Taran-Bot subiera al enorme librero de Platinum y grabara la conversación entre ambas, sólo las partes importantes que involucran las respuestas a las preguntas de Ioseph, no quería que el chico supiera algo que no debía saber.
Schilly parecía disfrutar de un juego de computadora. Con sus audífonos puestos no pudo escuchar como Scarlet entraba y su compañero se escondía en el librero. Además, la de Galar parecía gritar a la pantalla luego de soltar con fuerza el control.
—¡Vamos, que eso fue injusto! —dijo Schilly, molesta, tomando otra fritura de su bolsa de papitas.
—¡Tate! —gritó Scarlet, llamando su atención.
—Oh, amiga —dijo Schilly, quitándose los audífonos—. Llegaste temprano.
—No tuve clase de literatura, la profesora enfermó en circunstancias desconocidas.
—Uy, ¿no fuiste tú, verdad?
—Yo siempre termino el trabajo —respondió Scarlet, acercándose al sillón—. ¿Juegas ese juego súper difícil?
—Sí, llevó casi una hora con ese jefe y pronto tendré que bañarme —reconoció, molesta—. ¿Quieres intentarlo?
Scarlet se negó, necesitaba ir al grano de la conversación, sin embargo, necesitaba manejar un poco de sutileza al respecto. No quería que Schilly se diera cuenta de las intenciones de Scarlet. No tanto por qué le importará que supiera de Ioseph, si no por qué le gustaba siempre hacer un buen trabajo, por más cursi y humillante que le pareciera.
—Escuche que habrá un baile escolar, como si no le faltaran clichés a este lugar.
—¡Si!, es toda una tradición en Nevermore —dijo Schilly, alegre—, mi primer baile fue muy lindo, estaba con Sou, es un increíble bailarín debo reconocerlo, normalmente nos organizamos para ir de una temática específica, este año tocará los tipo hielo, muy romántico.
Scarlet pudo ver un brillo en los ojos de Schilly que hizo que su rostro se descompusiera, sintiendo un escalofrío al imaginar a todos esos alumnos bailando en medio de una pobre imitación disco. Sin embargo, antes de expresar su completo desagrado, solo negó con la cabeza.
—Supuse que eras de las que le gustaría eso —admitió Scarlet—. ¿Tienes pareja para el baile?
Schilly arqueó la ceja, mirando a Scarlet hasta que una pequeña risa juguetona escapara de sus labios.
—¡¿Quieres invitarme a salir al baile?! —gritó Schilly.
Los ojos de Scarlet se abrieron por completo al escuchar aquella pregunta, solo para después sentir como una vena se saltaba de su frente.
—Ni en un millón de vidas, Tate —dijo Scarlet, molesta—. Solo quería saber si estarías libre para ayudarme con una investigación.
—Per-perdón, solo bromeaba —dijo Schilly con un tono arrepentido—. La verdad es que no, pero… creo que Black me lo pedirá, o al menos intentaré que lo haga.
—¿Intentaras que lo haga?
—Es algo complicado, siento que tenemos algo de conexión, pero a la vez… —Schilly se quedó mirando su bolsa de frituras por unos segundos— Es como si no hubiera una chispa, ese algo, ¿sabes a lo que me refiero?
—No tengo ni la más remota idea, Tate —respondió Scarlet, cruzándose de brazos—. Siempre puedes atarlo y torturarlo hasta que acceda a tus deseos.
—Okey, eso suena aterrador —una gota de sudor se deslizó por su rostro—. Solo quiero que llegue y me lo diga, pero honestamente no creo que lo haga, te lo digo, siento que no hacemos match.
—Eres una cobarde por no tomar mi idea —respondió Scarlet—. Sin embargo, aún podrías ir con ese otro chico.
—¿Ioseph? —preguntó, Scarlet solo asintió—. No sé si eso es mejor o peor, pero sé que nunca me lo pediría.
—Sí, es igual de cobarde que tú, están hechos el uno para el otro —dijo Scarlet con una sonrisa burlona.
—Ja Ja, que graciosa, Scarlet —replicó Schilly, molesta.
Scarlet esperaba que Schilly continuara hablando por sí sola, sin embargo, había algo que le frenaba, algo que le hacía mirar al piso con un rostro afligido, moviendo únicamente sus labios para comer las últimas frituras que le quedaban. Al verla, Scarlet solo suspiró e intentó mantener su tono.
—Lo que me parece extraño es que, siendo una chica que le encantan todas las boberías del amor, no hayas intentado acercarte a ese sujeto. ¿Qué opinión en realidad tienes de él? ¿Te desagrada?
—N-no, claro que no —admitió Schilly, rascándose el hombro—. Es solo que…
Schilly se quedó en silencio por unos segundos que parecieron eternos. En la sofocante atmósfera, la chica finalmente se levantó y fue a su cama, sacando de debajo de la misma una caja de cartón.
—Ioseph ha estado mandando cartas desde que corte con Sou —dijo, mostrándole las cartas a Scarlet.
La caja parecía repleta de cartas, tantas que le hicieron pensar a Scarlet que le había entregado una o dos por día. No pudo dejar de sentir un ligero escalofrío al verla.
—Es un acosador.
—¡No! —gritó Schilly— Cualquiera que viera esto lo pensaría, pero… Ioseph es demasiado tímido para eso, incluso para entregarme las cartas en persona.
—Eso no signifique que no te vigile.
—¿No me escuchaste? Ni siquiera puede acercarse lo suficiente sin que empiece a tartamudear, además… él es un buen chico.
Scarlet arqueó la ceja. Si, le parecía algo perturbador el número de cartas que le envió, sin embargo, los ojos de Schilly no parecían reflejar miedo, eran más bien un sentimiento reconfortante que Scarlet no parecía entender.
—Chica rara.
—¡Oye! —gritó de vuelta— Mira, lo se, Ioseph es introvertido, tímido y ansioso, pero… hay algo en estas cartas que… no sé, si tan siquiera me lo pudiera decir directamente.
—Tú misma lo dijiste, ¿no? es socialmente torpe y ansioso, y la única forma de interacción contigo es mediante cartas que te entregaba alguien más.
—Lo sé, pero… desde que Thorton no está, no he recibido ninguna, y creo que empiezo a extrañar esas cartas —dijo Schilly, sujetando una de ellas—. Si solo pudiera hablarme, no sé, las cosas serían diferentes.
—Supongo —dijo Scarlet, volteando a ver el Taran-bot.
Eso tenía que ser suficiente, Scarlet miró a su Taran-bot, indicándole con la mirada que debía terminar la grabación. Mientras Taran-bot se iba, Scarlet necesitaba zafarse de aquella conversación para quitarse la incomodidad de la situación.
—Por cierto, Scarlet, es raro que te intereses tanto en esto, ¿ocurre algo? —preguntó Schilly, arqueando la ceja.
—Ocupaba a alguien para una investigación ese día, y ahora tendré que buscar a alguien que no se deje guiar por estas banalidades —respondió Scarlet, levantándose—. Tal vez Ruby pueda ir conmigo a investigar.
La idea era salir de la habitación, sin embargo, antes de irse, Schilly le detuvo.
—¿No piensas ir con Sou? Seguramente él te invitara.
Sou, había olvidado eso. De inmediato recordó cómo le había dicho sobre el libro de Platinum, así que ahora lo entendía. Lanzó un suspiro cansado y se giró hacia ella.
—Lo sé, y pienso rechazarlo, debo planear una estrategia para sacármelo de encima —respondió, cruzándose de brazos.
—Será difícil, aunque Sou es un buen chico, siento que serían una buena pareja.
—Como el agua y el aceite, Tate —respondió Scarlet.
—Está bien, tranquila —Schilly cerró los ojos por unos segundos hasta que una sonrisa burlona se dibujó en su rostro—. A menos que pienses salir con ese normie, el hermano de Carmine, es al que realmente quieres, ¿no?
La mirada estupefacta de Scarlet se congeló en ese instante, intentando esquivar la mirada burlona de Schilly.
—No tengo tiempo para esto, Tate, necesito investigar un caso.
—Pero no lo negaste —Schilly rió ligeramente.
—Tú pregunta es estúpida, no pienso contestar —replicó Scarlet, molesta—. Iré a comer.
—Claro, está bien, ya entiendo todo —Schilly le guiñó el ojo.
—Te juro que si sigues con esto yo…
—De acuerdo —el rostro de Schilly cambió de golpe, caminando hacia la regadera—. Solo tomaré un baño y seguiré jugando, tú sigue no pensando en que estas enamorada del normie.
Aunque Scarlet se giró para amenazar a Schilly con la mirada, la chica solo corrió hacía el baño. Scarlet intentó mantener la calma, ignorando a Schilly y yendo directo a la cafetería.
[...]
Las alarmas de Nevermore se encendieron antes de lo habitual. Apenas salía el sol y los autobuses estaban listos para recibir a los alumnos que participarían en el Día del Contacto.
Scarlet había conseguido su objetivo. Ioseph le había entregado su pase en la noche, lo que le aseguraba un lugar en el Parque de los Compatrones para investigar con mayor comodidad, solo debía fugarse de la mirada de Blaine y estaría bien. Platinum y Schilly también participaban, pero en locaciones distintas, mientras que Violet estaba con Carmine, a decir verdad no le había hablado desde la Copa Poe, así que la única persona con la que contaba era Ruby.
—Si no fuera por qué estamos investigando, me hubiese gustado estar en el Centro Cultural —dijo Ruby con la boca torcida, mirando por la ventana del autobús.
—Creo que será más satisfactorio encontrar a un monstruo asesino que un montón de telas —dijo Scarlet con desdén, jugando con los hilos entre sus dedos.
—Debatible —bromeó el de Hoenn—. Te he visto haciendo eso, ¿dónde lo aprendiste?
—Lo aprendí con el gremio de cazarecompensas cuando era menor.
—Deberías mostrarme cómo hacerlo.
—No es complicado —respondió de manera calmada—. Te muestro.
Ruby no pudo evitar sorprenderse de la facilidad con que Scarlet decidió mostrarle dicho juego, más cuando no usaba nada de la ropa que él preparaba. Sin embargo, fuera de la sorpresa inicial, el chico sonrió y atendió a la explicación de Scarlet.
El tiempo pasó volando y el autobús finalmente llegó a su destino: Villa Versui. Poco a poco el resto de autobuses fueron llegando y los alumnos fueron al centro del pueblo donde les esperaba un pequeño auditorio organizado por Blaine y Blue. Conforme los chicos terminaron de llegar lo hicieron varias cámaras de televisión y gente de seguridad.
El invitado al pequeño mitin fue el gobernador de Noroteo. El hombre fue recibido entre aplausos de los alumnos y la gente que había alrededor, expectantes al discurso que daría en medio de todo el ruido del lugar.
—Es realmente un honor tener a la academia Nevermore y a su distinguido alumnado con nosotros —dijo el hombre con un tono firme, sujetando su abrigo—. Este día celebramos el Día del Contacto, donde hace cuatrocientos años el primer singular hizo contacto con la gente de Noroteo y nos libró de la amenaza del ogro. Este día nos invita a reflexionar y a darnos cuenta de la necesidad de una sana convivencia entre singulares y normies …
Scarlet no prestaba atención al discurso del hombre. Sus ojos se centraban más en la gente de los alrededores. Mientras los singulares parecían atender a las palabras del político con optimismo, la gente mantenía una actitud más contraría. Podía ver sus caras torcidas al ver a todos los alumnos sentados, murmuraban entre ellos y no apartaban su mirada.
Dos chicos llamaron su atención. Murmuraban con irritabilidad, sus rostros fruncidos y sus manos vueltas puños solo demostraban un profundo odio, odio que escondía un miedo que se reflejaba en sus ojos. Podía verlo en todas las personas, en todas esas miradas con desdén que reflejaban un verdadero miedo. Lo entendía, cualquier singular sin algo de control podría matar a cualquiera de una forma tan brutal que haría ver a un asesino serial como un cura. Suspiró y volteó a ver a Blaine, quién parecía mantener una actitud positiva aun cuando la asistente del gobernador que estaba detrás guardaba distancia.
—"Esto es absurdo" —pensó Scarlet, solo quería que toda esa farsa terminara para poder ir al parque.
Cuando el discurso terminó, todos aplaudieron. Blue y Blaine se tomaron una foto con el gobernador y después les dieron sus indicaciones a todos los alumnos. Scarlet y Ruby subieron por la plantación de manzanas para llegar al Parque, donde los esperaría una trabajadora que los dividiría por sus diferentes quehaceres. Mientras la esperaban, Scarlet pudo notar que tanto Violet, como Carmine, estaban en su grupo, y para su desgracia, también estaba esa chica de pelo azul que se acercó a ella en cuanto la vio.
—Buenos días, Scarlet —dijo Crystal con un tono calmado, sonriendo.
—Crystal, supongo que una alumna modelo no desperdiciaría la oportunidad de unirse a esta farsa —dijo Scarlet.
—Hola Crystal —saludó Ruby—. Tiempo de no verte.
—Ruby, es un gusto verte a ti también —Crystal sonrió con calidez, tomando la mano del chico—. Así que ustedes son amigos, es bueno ver que estás dejando de ser una chica tan fría.
—El cómo sea, o no, es algo que no te importa, Crystal —respondió Scarlet, molesta—. ¿Realmente estas aquí por qué te interesa, o viste alguna visión?
—De hecho no, me gusta ayudar a la gente, en especial en este tipo de eventos, lo que me sorprende es que ustedes estén aquí —dijo Crystal, cruzándose de brazos—. ¿Piensan investigar algo? ¿O tuviste alguna visión?
Scarlet arqueó la ceja, observando a Crystal detenidamente. Aún no estaba del todo segura si debía confiar en ella o no. Ruby no dijo nada, se quedó en silencio esperando la respuesta de Scarlet, cosa que ella agradecía. Luego de pensarlo, Scarlet sonrió de manera burlona.
—Averígualo —dijo, cruzándose de brazos.
Crystal se quedó en silencio por unos segundos. Aunque su rostro serio no se deshizo, lanzó una pequeña risa, negando con la cabeza.
—Te veo el martes, ahora si trae bebidas —dijo Crystal, dándoles la vuelta—. Los veré por aquí.
La trabajadora llegó finalmente al lugar, deteniéndose frente a ellos con una sonrisa forzada que no alcanzaba a sus ojos. Su tono de voz era firme, casi rígido, como si quisiera mantener una distancia emocional.
—Bienvenidos al Parque de los Compatrones —dijo, su voz contenía una ligera aspereza mientras sus ojos los recorría con una mezcla de curiosidad y recelo—. Como parte de las actividades del día, deberán guiar a los visitantes, contar la leyenda de los compatrones, mantener las instalaciones limpias, ahuyentar a los pokémon salvajes y vender algunos suvenires —prosiguió, dejando caer una caja al suelo con un gesto brusco, como si quisiera terminar rápido—. Además, es necesario que todos vayan vestidos de manera adecuada para el evento. Tomen uno y comiencen cuanto antes.
Scarlet arqueó una ceja, captando el leve temblor en las manos de la mujer y la forma en que sus ojos evitaban el contacto directo, notando el disgusto que intentaba disimular. Caminó con desdén hasta la caja, encontrándose con algunos kimonos que juraba haber visto en el día de las máscaras.
—¿Realmente es necesario usar estos diseños tan feos? —preguntó Ruby, extendiendo un kimono con notoria molestia.
—Es un uniforme de uso obligatorio entre los trabajadores, hagan el favor de acatar las indicaciones y tomar sus puestos —dijo la mujer, huyéndole de la mirada.
Ruby bufó, molesto, tomando su kimono junto al resto del grupo. Scarlet hizo lo propio, no tenía demasiadas ganas de pelear cuando simplemente podía acatar las reglas hasta deshacerse de la trabajadora e investigar el enorme recinto de los compatrones que tenía delante.
Mientras Scarlet continuaba en lo suyo, sus dos amigas hacían lo propio en sus lugares asignados. Platinum debía atender el Centro de Visitantes, mientras que Schilly debía organizar inventario en el Bazar Meloc.
La chica llegó al lugar con su habitual sonrisa, cosa que cautivó a la dependiente que, al contrario que lo que pasó con Scarlet, le dio una calurosa bienvenida a ella, asignándole a ella y Black mover algunas cajas.
—Sí que están pesadas —dijo Schilly, cargando una con un rostro compungido.
—Un poco, ¿quieres que te ayude? —preguntó Black.
Schilly se negó, aunque agradeció la oferta. La verdad era que Schilly quería que en ese momento Black finalmente le pidiese ir al baile, sin embargo, no podía encontrar una forma de hacerle entender cómo.
—Si está frío este lugar, espero que no esté así en el baile —dijo Schilly, sujetándose los brazos.
—Bueno, la temática será de pokémon de tipo hielo —respondió Black—. Pero con tanta gente bailando tal vez sea más cálido —el chico sonrió con determinación—. Unos amigos iremos a combatir.
—¿Piensan combatir en lugar de ir? —preguntó Schilly, sorprendida.
—Bueno, eso habíamos pensado Cheren y los demás —respondió, rascándose la nuca—. La verdad creo que el baile es algo aburrido.
Schilly no pudo evitar sentir un escalofrío recorriéndole el cuerpo al escuchar aquello, acariciando su pecho y sintiendo una extraña incomodidad en los hombros.
—¡Cómo puedes decir eso! —gritó Schilly— ¡Ese baile es muy importante para todos!
Black se asustó, retrocedió y cayó al piso mientras el grito hizo eco en la bodega, moviendo ligeramente los refrigeradores. Al darse cuenta de lo que había hecho se tapó con rapidez la boca y se volteó, sintiendo como sus piernas comenzaron a temblar. Luego de calmarse se dio la vuelta y le tomó de la mano.
—L-lo siento —dijo Schilly, ayudando.
—Tra-tranquila, está bien —respondió Black—. No quería ofenderte, es solo que… bueno, no sabía que era tan importante para ti.
—Es que… es algo muy lindo que me gustó desde que llegué aquí, y yo… —la voz de Schilly comenzó a quebrarse— Tengo que irme.
Sin dejarle terminar, Schilly se marchó del refrigerador, dejando a Black confundido.
La chica comenzó a sentir una gran ansiedad, su corazón se aceleró y sus pulmones parecían quedarse sin aire. Se movió con rapidez hasta una pequeña bodega que funcionaba como comedor. Ignorando todo, la chica corrió hasta su mochila. Con sus manos temblorosas tomó un pequeño frasco del que sacó dos pastillas que tomó de golpe, sin agua.
Se recargó en la mesa y cerró los ojos, centrándose en su respiración e intentando calmar su ritmo cardiaco. Cuando sintió los brazos más ligeros dio un fuerte respiro y abrió los ojos, todo parecía en calma.
—"Debo tener más cuidado" —pensó, avanzando hasta su mochila para cerrarla.
—¿Schi-schilly? —dijo una voz tímida del otro lado de la bodega.
Schilly se giró de golpe. Esa voz no era como la de Black, era más ansiosa.
—Ioseph, ¿qué haces aquí? —preguntó Schilly, nerviosa.
—Dis-disculpa, te vi corriendo muy apurada y que-quería ver si estabas bien —de inmediato Schilly notó como el chico se tropezaba con las palabras y sus manos temblaban.
—Estoy bien, gracias por preocuparte —respondió con una pequeña sonrisa—. Solo olvide sacar algo de mi mochila, debemos volver al trabajo.
Schilly sonrió y cerró su mochila, rezando porque Ioseph no le hubiera visto sacar ese medicamento. Al volver a verlo solo notó como le clavaba la mirada, intentando hablar, pero no podía hacerlo, solo estaba ahí, temblando.
—¿Estás bien tú? —preguntó Schilly, arqueando la ceja.
—S-sí, es solo que… bueno… —con voz temblorosa la chica intentó huirle a la mirada— Per-perdón, soy medio torpe al hablar.
Schilly no pudo evitar lanzar una sonrisa tímida, riendo ligeramente.
—Tranquilo, a todos nos cuesta —para su fortuna pudo desviar la mirada—. Mejor volvamos al trabajo, que…
—¡Espera! —dijo Ioseph con firmeza— La ver-verdad es que quería preguntarte algo.
La chica no pudo evitar abrir los ojos por completo, ese cambio de tono es algo que nunca había notado en él. De inmediato se acercó a él, curiosa, la forma en que el chico comenzó a sonrojarse y temblar más al acercarse le pareció algo tierna.
—Si claro, ¿qué pasa?
—Bu-bueno, mira es que yo… ay, no sé cómo decirlo… —el chico cerró los ojos, respiró profundamente e intentó disimular torpemente su nerviosismo— ¿Te gustaría ir al baile conmigo?
Schilly se quedó en silencio por unos segundos. De todas las cosas que esperaba que le dijera, esta era una de las que jamás esperaría. Sus ojos lo examinaron de golpe, el chico aún temblaba, sus ojos estaban fijos en ella, pero apenas podían mantener la vista cuando lo miraba de vuelta, con ese enorme sonrojo que volvía su rostro un tomate. Escuchar la invitación le hizo sentir algo extraño, una pequeña emoción naciente que le hizo sonreír de golpe, tomando la temblorosa mano del chico.
—¡Me encantaría! —respondió, sujetando su mano.
—¿En-enserio? Puedes decir que no si…
—¿Por qué diría eso? —respondió Schilly de manera juguetona— Será algo muy lindo, espero que tengas un buen traje.
—Bu-bueno, conseguiré uno —respondió Ioseph, nervioso—. Gra-gracias.
—No tienes que agradecer, será lindo —Schilly sonrió cálidamente—. ¿Qué te parece si me ayudas a mover unas cajas y nos organizamos?
—¡Claro! —respondió Ioseph con una gran sonrisa.
Ambos continuaron con una sonrisa en el rostro moviendo las cajas repletas de extraños objetos que estaban a la venta, manteniendo una actitud positiva, cosa contraria a la que pasaba Scarlet.
La de Paldea tenía el rol de guía, llevando a los turistas directo a la gran estatua de los compatrones. Con una sonrisa cínica en su rostro, Scarlet hizo una reverencia y les habló a un pequeño grupo.
—Y es aquí donde los habitantes de Noroteo rinden pleitesía a sus leyendas —dijo Scarlet con un tono educado—. Cuenta la leyenda que el primer singular, ayudado por tres pokémon misteriosos, combatieron "valientemente" al ogro y lo desterraron del lugar, dando paso a los bien intencionados nómadas de Johto y Kanto para que terminaran de colonizar estas tierras, arrasar con las poblaciones nativas y, tal vez, adorar a falsas leyendas que se proclamaron reyes de sus nuevas y robadas tierras —ver a las personas extrañadas y asustadas hizo que su sonrisa cínica llegara de oreja a oreja—. Aquí ven su tumba, forjada con el cobre extraído de manera ilegal de sus tierras, una forma elegante de imponer su dominio sobre la identidad local, digna de genocidas —Scarlet se hizo a un lado—. ¿Alguien gusta tomarse una foto para el recuerdo?
La gente se miró entre ellos, se escuchaban susurros y había varias miradas molestas que se movían de un lado para el otro, cosa que dejó a Scarlet satisfecha. Los ruidos llamaron la atención de la trabajadora que señaló con dedo flamígero a Scarlet.
—¿Qué se supone que haces, niña? —exclamó la mujer con un rostro desencajado.
—Pensé que el trabajo era contar la historia de Noroteo sin excusas —dijo Scarlet con tono sarcástico.
—Apégate a la historia oficial, asustas a los visitantes.
—Eso es bueno, de esa forma sabrán que la historia de este lugar está sembrada en mentiras.
La mujer hizo una mueca molesta, sus manos se hicieron puños, pero al ver a Scarlet más determinada que ella solo dio un paso hacia atrás, temblando.
—Mejor ve a asistir a la tienda de regalos, haré que alguien tome tu puesto.
—Se estaba tardando.
Scarlet no le dejó oportunidad de reclamar, solo se dio la media vuelta y se fue hacia donde quedaba el pequeño local donde se encontraba Ruby vendiendo algo a dos chicos. Sin embargo, al acercarse más pudo percatarse de cómo uno de ellos pareció tomarlo del cuello.
—¿Acaso intentas robarme maldito freak? —dijo el chico de pelo rubio.
—Ya te dije que ese es el precio, ahora suéltame —aunque Ruby quería mantener un tono amenazante, su voz temblaba ante el fuerte agarre.
—Enséñale una lección a ese sujeto, quiere estafarnos —reclamó otro sujeto por detrás de él.
—Sí, los de tu clase siempre son así, lástima que no tengas ninguna habilidad fuerte como tus amigos —dijo el chico en tono amenazante—. Te enseñaré qué pasa cuando los raros como tú intentan engañarnos.
Ruby cerró los ojos al ver el puño del sujeto elevarse. Sin embargo, antes de que el golpe cayera, sintió como se soltaba y caía al lodo. Al abrirlos de nuevo pudo ver como Scarlet tenía del brazo al bravucón.
—Más te vale que te largues si quieres conservar el brazo —los ojos de Scarlet se afilaron más de lo debido, sujetando con fuerza el brazo del chico.
Su amigo intentó atacar a Scarlet, pero ella logró derribarlo de una sola patada. Al sentir su brazo a punto de romperse el chico aceptó y rogó porque lo dejara en paz. Scarlet accedió, no sin antes darle una fuerte patada en la espalda que le hizo caer al lodo.
—¡Mal-malditos fenómenos! —gritó el chico, levantándose y huyendo junto a su compañero.
Ambos se fueron, momento en el que Scarlet se giró para ayudar a Ruby, el cual tenía un rostro molesto.
—¿Estás bien? —preguntó Scarlet, sujetándolo.
—¡No! Esos imbéciles me tiraron al sucio fango, ahora esto está arruinado —reclamó, molesto—. Pero… gracias por eso.
—Ven, te ayudaré a limpiarte.
Scarlet llevó a Ruby para adentro del local y usó un trapo para intentar limpiar a su compañero. Ruby no pudo evitar sorprenderse por la amabilidad de Scarlet, ese rostro preocupado y molesto le hizo sentir algo de intriga.
—Gracias, en verdad —dijo Ruby—. No esperaba que me ayudaras.
—Me molestan las personas con egos grandes y que creen que pueden atacar a quién sea —admitió Scarlet, terminando de limpiar—. Ya está.
—Sí, solo les dije el costo de los refrescos y enfurecieron, ni siquiera yo pongo los precios —dijo—. ¿Cómo sigue tu investigación?
—La tumba y el folleto no revelaron nada —reconoció Scarlet—. No parece que haya algo que pueda servir.
Ruby pensó algo por un momento. Al recordar una vieja ubicación llevó a Scarlet a un mapa, que parecía antiguo, dentro de la tienda, enmarcado y protegido por un gran cristal. Aunque Scarlet estaba impresionada de que eso estuviera ahí, lo que más llamó su atención fue una ubicación que no había visto, al norte. Una pequeña entrada a una cueva que citaba: "Templo de los Compatrones"
—¿Sabes de qué es este lugar? —preguntó Scarlet, curiosa.
—No, pero este es el único mapa que tiene esa ubicación —reconoció Ruby—. ¿Tal vez esté por debajo?
—Oh por arriba —dijo Scarlet—. Necesito ir, pero necesito que me cubran.
—No hay problema, socia —Ruby sonrió, alzando la mano—. Puedo cuidar el fuerte, si preguntan estas organizando el inventario, hay demasiadas cajas.
—Eso servirá —Scarlet sonrió, pidiéndole a su Taran-bot que tomara una foto del mapa—. Si me necesitas llámame, espero no tardar demasiado.
—Entendido.
Con eso dicho, Scarlet aprovechó una distracción de la gerente para poder escabullirse entre la gente y subir al Monte Ogro gracias a su Taran-Bot. Esperaba que fuera una forma fácil de entrar a lo que parecía ser un templo olvidado. Nadie la vio, solo Violet que estaba trabajando, ahuyentando a los pokémon de la colina con su Skeledirge.
Para Violet, el trabajo resultó ser algo entretenido. Luego de su combate contra Milotic retomó el gusto por los combates, aunque en menor escala, vencer a los Slugma y Koffing era algo que disfrutaba, en especial estando cerca de Carmine. La chica actuaba con particular alegría, usando su nuevo pokémon.
—¡Bien hecho, chica linda! —dijo Violet al ver cómo venció a cinco pokémon de golpe.
—Enserio soy la mejor —respondió Carmine, acariciando su pelo.
Pronto las hordas de pokémon comenzaron a amainar, ya habían pasado algunas horas desde que empezaron y decidieron tomar un pequeño descanso, sentándose en una banca cerca de la estatua de los compatrones y tomando un poco de refresco de uva.
—Esto es divertido, deberíamos hacerlo más a menudo —dijo Violet, bebiendo su refresco de un golpe.
—Es muy parecido a alejar a los Munchlax del juego de Caza Ogros —replicó Carmine.
—Oh, cierto, eso también era divertido —Violet sonrió—. ¿Podríamos ir luego?
—Sí, será una buena idea, si me dan más pases Noroteo —Carmine suspiró, molesta.
—No te preocupes, puedo llevarte conmigo con mi singularidad.
Carmine arqueó la ceja.
—¿Esa no es una excusa para que puedas volver a cargarme?
Violet alzó las manos, negando rápidamente y sonrojándose al instante.
—N-no, claro que no, solo decía que… —Violet se hundió de hombros y miró a otro lado— Es divertido pasar el rato contigo.
Carmine solo rió, había encontrado una nueva diversión al burlarse de aquel chico. Violet suspiró y miró a los alrededores, esperando decirle algo más ingenioso. Había llegado el punto en el que se sentía cómodo con ella para ser como él era, sin embargo, cuando Carmine tomaba la iniciativa no sabía cómo responder. Mientras pensaba en ello, entre la multitud, pudo distinguir a alguien parado frente a la estatua de los compatrones.
—¿Ese no es tu hermano? —preguntó Violet.
Carmine volteó a ver a la dirección que Violet apuntó. Kieran estaba parado frente a la estatua, con una postura encorvada y sus manos hechas puños. Algo de inmediato saltó a la mente de Carmine, había algo raro en su hermano y en el bulto que llevaba en su espalda. De inmediato se levantó y caminó hacia él, con Violet siguiéndola.
—¿Qué haces aquí, Kiki? —preguntó Carmine, confusa.
—¿Hermana? —Kieran se dio la vuelta, revelando un rostro decaído, pelo despeinado y unas enormes ojeras— Solo estaba observando la estatua.
Violet sintió una sensación rara al ver a Kieran, un escalofrío recorrió su cuerpo conforme el chico se acercaba con un caminar lento, casi arrastrando los pies. Carmine se mantuvo firme, sin embargo, al cerrar los ojos y concentrarse su rostro se desconfiguró de golpe.
—¡Kiki, tú…!
—¡Ya te he dicho que no me llames así, y no leas mi mente! —respondió Kieran, molesto—. ¿Ustedes lo hicieron? Me excluyeron como a Ogerpon lo excluyeron.
Violet vió un ligero brillo en el bulto que Kieran cargaba. Usando su singularidad se puso tras de él, encontrándose lo que temía.
—¡Tú tienes la máscara! —gritó Violet, apuntando hacia él.
Los ojos de Carmine se abrieron por completó. Kieran solo sonrió de manera cínica, revelando la máscara.
—¡Si, lo es! —dijo Kieran, tomando la máscara—. Todo este tiempo ustedes vieron a Ogerpon y me lo ocultaron, me aislaron, te escuche como le dijiste todo eso al abuelo.
—¡Es-esto no es de tu incumbencia, enano! —gritó Carmine, sujetándose el pelo—. ¡Ahora danos esa máscara!
—¡Si lo es! —gritó Kieran de vuelta, llamando ligeramente la atención—. ¡Sabes que ver a Ogerpon ha sido mi sueño, y aun así me mantuviste lejos de esto!
—Kiki, yo…
—¡Deja de llamarme así! —gritó Kieran con coraje, volviendo su mano un puño— Sé que piensan que soy débil, un inútil, pero les probaré que no —dándose la vuelta—. No les daré la máscara, a menos que me derroten.
Violet tragó saliva. Ver a ese chico con la cara roja y la vena saltada en su frente distaba mucho del chico tímido que había conocido con Scarlet. Esa determinación, ese odio era algo que solo había visto en ella, y le hizo temblar ligeramente. Sin embargo, él había puesto la regla, y Carmine no tuvo alguna oportunidad de calmarlo. Sin más opción, ambos aceptaron el combate.
—¡Les demostraré que no soy alguien débil! —Kieran sacó dos pokébolas— ¡Los derrotaré a ambos y le llevaré la máscara a Ogerpon!
Un Furret y un Dripplin aparecieron en la arena de combate. Violet y Carmine hicieron lo propio con los suyos. Ni la llamada de atención de la trabajadora, ni toda la gente mirándolos detuvieron. Violet pensó que aquello sería complicado, había combatido antes con gente en ese estado mental, como Scarlet, y por lo regular siempre se aferraban y daban una gran pelea. Sin embargo, la furia de Kieran poco a poco fue amainando conforme sus compañeros recibían daño.
No era un experto en combates, pero lo notaba, notaba como el cuerpo de Kieran comenzaba a temblar conforme miraba a sus pokémon más cansados, como sus ataques no parecían ser efectivos e intentaba mantener la calma cuando su Furret fue el primero en caer, siendo reemplazado por otro de sus pokémon.
—¡Es que acaso ustedes son los héroes de esta historia! —gritó Kieran, molestó.
—Kieran, por favor, no queremos esto.
—¡Dripplin, Pulso Dragón!
No quería escuchar razones, solo combatir. Violet no dijo nada, no estaba seguro de que podría decir en un momento como este, solo se centraba en las reacciones desesperadas de Kieran, en como tartamudeaba a pesar de gritar con genuino odio. Se llevaba las manos a la cabeza, alborotando su pelo con cada mal movimiento, dándose cuenta de la realidad que tanto le molestaba. En ese momento le hubiese gustado que Scarlet estuviera ahí y calmara a Kieran, aunque seguramente diría que no le importaba.
—¡Skeledirge, Canto Ardiente!
El ataque de fuego fue directo, lanzando a Dripplin fuera de combate, su último pokémon. Kieran se quedó de piedra mirando a su compañero. No hubo reacción de inmediato, el chico solo miró sin una emoción clara, devolviendo a su pokémon a su pokébola.
—¿Por qué no puedo ser tan bueno como ustedes?... —dijo Kieran en voz baja.
—Kieran, yo… —Camine intentó acercarse.
Kieran solo se llevó las manos a la cabeza, alborotando aún más su cabello de forma brusca y gritando con fuerza.
—¡Ahh!
Violet no pudo evitar asustarse, jamás había visto una expresión tan desesperada, ni un gritó con tanta frustración en toda su vida. Kieran estaba molesto, furioso, cuando dejó de jalar su cabello miró la estatua de los compatrones y le dio un fuerte puñetazo. El eco del metal siendo golpeado con fuerza retumbó por todos lados, Violet pensó que se había roto la mano cuando Kieran devolvió el brazo y pudo ver hilos de sangre en la abolladura del metal. Kieran no se quejó, sólo se devolvió a verlos y ocultó rápidamente su mano.
—¡Los odio! —reclamó Kieran, tirando la máscara al suelo— ¡Son los peores!
Sin decir una palabra más, Kieran salió corriendo del lugar, dejando a todos murmurando.
—¡Hermano! —Carmine intentó ir por él, sin embargo, se detuvo a mitad de camino.
—¿No piensas ir por él? —preguntó Violet, preocupado.
—No… —Carmine sujetó la máscara— ¡Escuchen todos, no hay nada que ver, sigan en lo suyo!
Violet arqueó la ceja, confundido por la extraña actitud de Carmine. Había algo en su rostro que ocultaba algo, una especie de secreto o algo parecido. Sin embargo, pronto volvió a sentir ese cosquilleo en la cabeza.
—"Tenemos asuntos más importantes, yo me encargaré de mi hermano después." —dijo Carmine dentro de la mente de Violet—. "No quiero hablar del tema ahora"
Carmine se retiró, ni siquiera le dirigió la mirada a Violet. El chico se rascó la cabeza, no entendía qué estaba pasando, sin embargo, tenía claro que Kieran no estaba bien. Carmine podría ayudarlo, era su familia, sin embargo, se notaba su profundo odio a ella, así que solo había otra persona capaz de calmar su ira, aquella que no había visto todo el espectáculo por estar explorando una cueva.
Para desgracia de Scarlet, en la cima donde debía estar el templo de los compatrones sólo había rocas sin valor, así que el lugar de entrada tenía que ser, por fuerza, subterráneo. Usando la ayuda de su Taran-bot, Scarlet logró encontrar una pequeña entrada a una gruta.
El camino era angosto, húmedo, y varios pokémon de roca avanzaban entre las sombras, atentos al caminar de Scarlet. Aquello no era algo nuevo, había estado en grutas angostas muchas veces, solo necesitaba la luz de su compañero y la pokébola de su Meowscarada para avanzar con seguridad entre las rocas.
—¿Estamos cerca? —preguntó Scarlet.
—Según el mapa descargado antes de entrar, estamos a unos cien o doscientos metros del destino que indicaba el mapa—dijo el Taran-Bot.
Scarlet asintió, esperó que aquel fuera el lugar correcto al solo encontrarse rocas y algunos charcos de agua. Sin embargo, mientras se limpiaba el sudor, pudo darse cuenta como la temperatura bajó de golpe. Una pequeña brisa helada emanaba de los enormes cristales de hielo que se alcanzaban a ver. Scarlet de inmediato sacó su daga, esperando cualquier momento en el que apareciera algún enemigo, agudizando sus sentidos. Cualquier sonido, por mínimo que fuera, debía ser examinado.
La cueva se cubrió completamente de hielo y nieve hasta llegar a una enorme cámara donde yacía un enorme templo. Scarlet avanzó con calma, ese debía ser el templo de los compatrones, lo notó por las tres enormes estatuas de piedra erosionada por el hielo. Aquel debía ser el nido de Metalux.
—Debemos tener cuidado, si escuchas cualquier ruido deberemos pelear —dijo a su Taran-Bot.
—Activando modo ataque —dijo el robot, poniendo sus ojos en rojo.
Scarlet avanzó con cuidado. El templo, aunque en ruinas, parecía conservado gracias a los enormes cristales de hielo que conservaban intactas algunas estructuras, sobre todo algunas pinturas donde se relataba la historia que Scarlet conocía de los compatrones y el ogro. No había nada nuevo en las habitaciones que encontraba, solo los rastros de Metalux arrastrándose, sin embargo, conforme más avanzaba, más se daba cuenta de que el pokémon no estaba ahí.
Finalmente llegó a la última sala, una especie de museo donde había algunos artículos, armas, escudos, pinturas. En una de esas pinturas Scarlet pudo encontrar lo que buscaba. Era una pintura de lo que parecía ser Ogerpon, Metalux, y un extraño hombre, peleando contra los compatrones, el singular original, y una extraño pokémon morado que no podía identificar.
—Taran-Bot, toma una foto.
La máquina asintió, tomando una foto de la pintura y de la extraña escritura en lenguaje Unown. También había otros grabados que mostraban una historia diferente, y sobre todo, una pintura rota que llamó su atención. Era el primer singular, alzando una antorcha frente a un montón de cuerpos tirados, quemándose. Scarlet se acercó y tocó la pintura, sintiendo el frío hielo protector que la mantenía intacta. Taran-bot tomó una foto a esa pintura también, fue el flash de la fotografía que reveló algo detrás de la coraza de hielo.
Un libro, bastante pequeño, suspendido en el hielo. De inmediato Taran-bot logró lanzar un pequeño láser a presión con el cual pudo cortar poco a poco el hielo. Mientras Scarlet esperaba de manera impaciente que el Taran-bot cortara el cristal, poco a poco sintió como el frío comenzaba a aumentar, sintiéndolo en los huesos. De inmediato sujetó su daga con fuerza y se dio la vuelta, sin embargo, antes de poder ver algo, sintió una fuerte corriente eléctrica que le hizo caer al suelo de golpe.
Su vista se nubló. El frío poco a poco desapareció, reemplazándose por el calor de las antorchas en la noche. Ya no había templo, solo un enorme acabado y un montón de gente con antorchas corriendo hasta un punto. Scarlet quiso esconderse al darse cuenta que estaba en una visión, sin embargo, el ver como una de esas personas le atravesó de repente le hizo caminar con seguridad hasta donde estaba el grupo.
Las personas hacían un círculo frente a una niña, la chica que ella había visto en su anterior visión. Estaba en el suelo, siendo amenazada por la bota de un hombre que Scarlet reconoció al instante; el primer singular. El hombre miró con desdén a la niña, escupiendo en la cara.
—Esta engendro de Giratina es la que ha estado perturbando la paz de nuestras tierras —dijo el hombre de aspecto canoso—. Por su culpa, nuestros valientes Compatrones perdieron la vida defendiéndose del malvado ogro y su abominación de acero, ella causó aquella masacre.
—¡Eso es mentira! —gritó la niña, molesta, Scarlet pudo notar como su voz era parecida a la suya— Ogerpon y los demás vivíamos en paz hasta que esos pokémon y ustedes llegaron. ¡Ustedes son los verdaderos monstruos!
—¡Blasfemia!
El hombre abofeteó a la chica, dejándola caer al suelo y revelando unas cadenas sujetas a su cuello. Scarlet se quedó de piedra mirando la escena, no podía interactuar, no podía hacer nada más que observar.
—¡Arceus mismo me ha encomendado la facultad de librar a estas tierras del ogro y de sus seguidores! —gritó el hombre, recibiendo el apoyo de la multitud—. ¡Antes de que murieran, pude escuchar la voz de los compatrones, pidiendo que tuviéramos el coraje de librarnos de todos los singulares que se atrevieran a manchar la paz, y eso…!
El hombre no pudo terminar de gritar cuando la niña se levantó de golpe e intentó apuñalarlo con una flecha improvisada que guardaba en su largo vestido oscuro. Fue rápida, lanzándose al cuello, pero el hombre pudo detenerla con extrema facilidad, sujetándola del cuello. Sin embargo, la desesperación hizo que lograra hacerle sangrar de la mejilla.
El hombre, furioso, maldijo con tono vehemente a la niña, llevándola del cuello hasta el templo de los compatrones, a una sala en el sótano donde yacían muchas personas adoloridas. Luego de lanzarla, el hombre cerró la puerta y gritó.
—¡Que las llamas limpien la pureza de este sacrosanto sitio de oración! —gritó el hombre, lanzando dos antorchas por unos orificios en las paredes.
Scarlet se aventuró a entrar. Su vista se nubló de inmediato por el humo de la habitación. El fuego comenzaba poco a poco a amainar y las suplicas de todas las personas encadenadas comenzaron a volverse ensordecedoras. Sintió su corazón acelerarse al escuchar los gritos de súplica, estaba agitada, asustada. Intentó acercarse con desesperación a una persona y ayudarla, pero sus manos solo atravesaban sus cuerpos, no podía hacer nada, solo podía observar como la chica que había entrado suplicaba a sus padres que le acompañaran, que sabía cómo salir, pero sus ataduras se lo impedían. Las lágrimas comenzaron a emanar conforme la chica aceptaba la situación y se marchaba por un pequeño hueco con el cual se salía al exterior.
Scarlet le siguió, atravesó el pequeño hueco oscuro en medio del humo y la oscuridad hasta dar con una tenue luz oscura que daba a la nada misma, solo una penumbra que se extendía por el infinito. De pronto pudo ver a su ancestra, corriendo de manera desesperada hacía ella.
—¡Debes detenerlos, lo volverán a hacer! —gritó la chica, por primera vez tocó su mano.
Scarlet se quedó de piedra, sin saber cómo responder, sintió un fuerte escalofrío que le impidió moverse, aun cuando aquel primer singular volvió a presentarse frente a ellas, cargando una espada.
—¡No importa cuántas veces se repita el ciclo, las destructoras serán aniquiladas!
El hombre lanzó una tajada contra ambas. Aquello provocó que Scarlet se despertara de golpe en el frío suelo. Pudo sentir cómo su cuerpo estaba completamente helado, sus manos temblaban y su corazón estaba completamente acelerado. Taran-Bot estaba frente a ella, emitiendo una señal de auxilio que nadie parecía escuchar, al ver el robot se acercó a ella, monitoreando sus signos vitales.
—¡Ama Scarlet, su temperatura corporal es alarmantemente baja! —dijo el robot— Activando protocolo de calentamiento.
Unas ventanillas de su parte trasera se levantaron, revelando unas placas de calor que poco a poco comenzaron a calentarle. Sin embargo, el frío poco le preocupaba a Scarlet en ese momento.
—¡La vi, a mi ancestra! —gritó, levantándose con dificultad—. ¿Conseguiste el libro?
El Taran-bot reveló el cristal helado donde reposaba el libro. De inmediato lo guardó en su mochila mientras su Taran-Bot se paraba detrás de ella para calentarle. Sin embargo, mientras lo hacía, pudo escuchar un ruido detrás de ella.
Su corazón volvió a acelerarse, buscó su daga hasta recogerla del suelo y prepararse para el enorme rugido que prosiguió al enorme pokémon metálico. Metalux apareció justo detrás de ella, rugiendo con furia. Scarlet sintió como la adrenalina inundó su cuerpo, el frío había desaparecido y sus músculos se contrajeron al instante de ver al pokémon acercarse a ella con cautela. Comenzó a rodearla. Sin embargo, antes de poder atacarle, Metalux rugió con fuerza y lanzó un Rayo de Hielo detrás de ella, para posteriormente huir.
Scarlet cayó al suelo por el ataque y el retumbar de la sala, sin embargo, de inmediato se levantó y corrió a perseguirlo por toda la cueva. Ni el frío, ni el temblar de la cueva y las rocas detuvieron su andar, estaba decidida a perseguirlo y encontrar respuestas, aun cuando el pokémon era extremadamente rápido y solo podía seguir el rastro de sus enormes patas en el suelo de la cueva. Poco a poco el retumbar de la roca se detuvo, los ruidos amainaron y Scarlet se detuvo cuando las enormes pisadas desaparecieron. En su lugar, ahora había pisadas de pies normales que apenas eran visibles.
—¡Metalux es un singular! —gritó Scarlet.
No hubo mucho tiempo de celebración, pues toda la tierra bajo sus pies comenzó a temblar, resquebrajando la roca. Scarlet no perdió el tiempo y salió corriendo lo más rápido que pudo de la cueva, la cual comenzó a quedar sellada por el enorme derrumbe del techo, dejando a Scarlet en el piso.
—¡Maldita sea! —gritó Scarlet.
Intentó levantarse y quitar las piedras, pero era imposible, la cueva había quedado sellada. Volteó a ver a todos lados, buscando las huellas, pero no encontró nada. Lo único que miraba era el sendero que llevaba a fuera del Monte Ogro, a los pokémon salvajes y a una figura que no esperaba ver.
—¡Scarlet! —gritó Sou.
La chica arqueó la ceja al verlo. Sou llegó de inmediato, su rostro reflejaba preocupación.
—¿Estás bien? —preguntó.
—¿Qué rayos haces aquí? —preguntó Scarlet molesta.
—Yo… me escapé del Día del Encuentro, te había visto entrar y luego sentí el temblor, así que vine tan rápido como pude para ver si estabas bien.
Scarlet no parecía convencida, juraría que no había visto a Sou en todo el día, además, resultaba demasiada coincidencia que él estuviera en ese momento preciso. Había algo raro en él.
—No fue un terremoto, fue ese monstruo —Scarlet se acercó a él—. Metalux provocó eso.
—¿Metalux está aquí? —el chico volteó a ver a todos lados.
—Estaba, huyó —Scarlet comenzó a caminar hacía el Parque—. Intenté perseguirlo, pero no lo logré atrapar.
Sou pareció impresionado por la declaración de Scarlet, volteando a ver hacia adentro de la cueva.
—Sé que es un singular, las huellas se volvieron humanas de repente —dijo Scarlet, sin apartar la mirada de Sou—. El libro de Platinum fue muy útil para entender su naturaleza, gracias.
—Bueno, sabía que te serviría —admitió Sou.
Scarlet se quedó mirando fijamente a Sou, analizando cada forma en la que se movía, como le miraba por el rabillo del ojo y se llevaba las manos a la cabeza, como queriendo pensar en algo cada que le preguntaba algo.
—¿Qué hacías en este lugar exactamente? ¿Me estabas siguiendo como es tu costumbre?
—No, del todo, por aquí está cerca el acceso a las ruinas subterráneas, prefiero buscar armas que estar sirviendo café en Villa Versui —admitió con un tono tranquilo, demasiado tranquilo pensaba Scarlet.
—Qué conveniente
Aquello hizo que Sou arqueara la ceja.
—¿A qué te refieres con eso?
—Nada en particular, Sou, solo es algo curioso —dijo con tono sarcástico—. Ahora que conozco la verdadera naturaleza de Metalux, podré descubrir mejor a ese asesino, y seré la primera en atraparlo.
—Hmmm —el tono de Sou parecía preocupado—. El libro dice que es un ser violento, deberías tener cuidado.
—No es lo más grande a lo que me he enfrentado —respondió, determinada, parándose frente a él—. Esa cosa y yo parecemos estar ligadas, y no pienso permitir que me defina, lo detendré a cualquier costo, sin importar quien carajo sea.
Scarlet de inmediato notó como Sou se quedó helado, sin decir una sola palabra, y con su corazón ligeramente agitado. Luego de unos segundos, dio la media vuelta y avanzó sola hasta el parque, pues Sou se quedó parado mirándola con un rostro contrariado.
Ahora Scarlet tenía el panorama completo. Sabía cuál era la verdadera historia de la fundación de Noroteo, y sobre todo, conocía la mentira que todos los habitantes y singulares replicaban como ovejas. El primer singular, y los Compatrones, no eran más que unos viles colonizadores de estas tierras, los responsables de acabar con parte de sus ancestros, algo que le hizo sentir cólera al ver la enorme estatua en su honor, un recordatorio de las atrocidades por las que se fundó Noroteo.
Scarlet sabía que, cuando un monumento deja de representar los valores con los que se hace, solo es un enorme monigote de metal sin valor. Necesitaba conseguir una retribución, y para desgracia de todos, ella siempre pensaba en grande, en especial cuando vió que los medios de comunicación ponían algunos toldos para un discurso.
Nadie la vio, nadie la oyó, solo desapareció del radar por unos minutos hasta que apareció una vez más entre la multitud que se acercaba a escuchar al gobernador en su acto de clausura. En ese momento no le importaba ni el trato con Blue, o las personas que estaban ahí, solo estaba atenta a cuando las cámaras comenzaron a grabar y el gobernador empezó a decir su discurso. Con una sonrisa en el rostro asintió, señal que Taran-bot reconoció para lanzar su láser a un pequeño charco que estaba detrás de la estatua.
Fue un simple ruido que se convirtió en un poderoso estruendo que sentó el pánico en todos los presentes. Una gran llama se elevó por los aires, envolviendo la estatua en un aura ígnea. Todos los presentes huyeron de inmediato, los gritos envolvieron el lugar y el desconcierto se extendió. Nadie salió herido con la explosión, todos estaban a salvo, exceptuando la enorme estatua de bronce envuelta en llamas que comenzaron con lentitud a fundirla de poco en poco, distorsionando el rostro de los compatrones a una visión que, para Scarlet, los representaba mucho mejor.
[...]
Blue estaba furiosa, alterada, pero sobre todo, estresada. Pasó un largo rato recibiendo quejas y reclamos del gobernador y de la prensa por el accidente, y sabía que aquello solo estaba empezando cuando Pearl le hablara. Por supuesto, estaba lista para reprender a Scarlet, tendría una dura charla con ella, sin embargo, antes debía arreglar el desastre ocasionado. La profesora Yellow fue la primera en presentarse a ayudar, junto a Crystal, para ayudar a los heridos de la histeria.
—No puedo creer que esto haya pasado —dijo Yellow, curando una torcedura con su singularidad—. ¿Habrá sido un terrorista?
—No creo que haya sido un terrorista, eso fue un mensaje —respondió Crystal, ayudando a otro de manera tradicional.
—¿Mensaje de qué? —preguntó Yellow, arqueando la ceja.
—Eso es lo que me gustaría averiguar —respondió Crystal, mirando la estatua de los compatrones—. Si tuviera mi té podría tener alguna visión que revele quién pudo haber sido.
—Eso solo sucedería si el perpetrador ha interactuado contigo, ¿no?
—Y tengo algunas ideas de quién pudo haber sido, pero no pienso acusar a nadie sin pruebas —Crystal asintió con seriedad para después lanzar una sonrisa—. Está listo, puede quitárselo luego de unas horas y su herida sanará.
La mujer que atendía agradeció la atención, retirándose del lugar. Yellow reconoció que había muchas personas, esto iría para largo, sin embargo, eso a Crystal no parecía importarle, le preocupaba más que las personas estuvieran bien, en especial en este día donde las tensiones debían estar al mínimo.
Luego de llamar a otra persona, profesora y alumna sintieron otro terremoto que les hizo caer. Pronto una enorme luz morada comenzó a emanar de por dentro de la estatua, escapando por cada fisura de la misma hasta que fue envuelta en una gran explosión morada. Todos se tiraron al suelo, protegiéndose de los enormes pedazos de metal que salieron proyectados por todos lados.
El humo reveló un enorme cráter del cual emanaron tres extrañas figuras. Yellow se levantó y los reconoció de inmediato.
—¡Son los compatrones! —gritó Yellow.
Crystal se levantó de golpe, observando como los tres pokémon parecían confundidos, estirando sus cuerpos y mirándose contrariados a ellos y a los demás. La gente comenzó a acercarse, curiosa.
—¡Han resucitado! —gritó una persona.
De inmediato la gente comenzó a aplaudir, alegre, vitoreando el nombre de los tres: Okidogi, Munkidori y Fezandipiti. Al escucharlos, los tres pokémon rugieron con orgullo, sonriendo ante las reverencias de la gente. Crystal no pudo evitar sonreír, sin embargo, al voltear a ver el rostro preocupado de Yellow su sonrisa desapareció.
—¿Ocurre algo, profesora? —preguntó Crystal, preocupada.
—Es que… ellos son los compatrones, sin embargo, sus pensamientos… —Yellow se acercó— Esto no está bien.
Al sentirse escuchados los pokémon voltearon a ver a Yellow y rugieron, molestos. Crystal se acercó a ella, poniéndose en modo defensivo y sacando la pokébola de su Meganium en caso de necesitar combatir, sin embargo, los legendarios no hicieron nada, se quedaron quietos, hablando entre ellos y después huyeron hacia el este, dejando a todos confundidos por su extraño actuar, a todos menos a Yellow, quién miró todo el asunto con un rostro preocupado.
—Esto no está bien, esa aura que ellos tienen es… —dijo Yellow— Estamos en problemas, serios problemas.
Tengo un problema... bueno dos problemas... bueno, en realidad tengo muchos problemas.
Intente reducir la duración de este capítulo, de todos, pero no se donde demonios se me van las palabras e.e
De todas formas, me serviría un poco su feedback sobre si les gustan largas o no (?) Ok no, pero si me gustaria saber su opinión sobre la longitud de los capítulos uwu.
Ya vamos casí a la mitad de esta historia :D, y apartir de aquí se empezara a diferenciar notoriamente de la serie.
