6. Dioses, dadme fuerzas

Tras el tenso y misterioso intercambio con Akane en el mercadillo de Shinagawa, Ranma prefirió volverse por su cuenta a Nerima, habiendo avisado antes a su madre y a Kasumi, para que estuvieran al tanto.

Durante el trayecto de vuelta sentado en el tren, el chico de la trenza le dio vueltas en su cabeza a qué se podría estar refiriendo Akane con "Rebobina en el tiempo y seguro que das con ello". Intentó pensar en las fechas, apuntalar la época en que comenzó a notarla más fría por teléfono cuando aún estaba en Osaka, en la universidad. «Quizás debería de volver a quedar con los chicos para ver si me pueden echar un cable, porque estoy muy perdido». Decidió escribir a Daisuke e Hiroshi por el móvil, en el chat de grupo que tenían, para ver si podían verse: Me urge un poco, chicos. Tiene que ver con Akane, les escribió.

Alrededor de dos horas más tarde, las cuatro mujeres aparecieron por la puerta de entrada de la casa Tendo, charlando y comentando entre risas una escena divertida que había tenido lugar en el mercadillo. Justo en ese momento, Ranma salió descalzo del dojo, vestido con sus habituales pantalones negros largos y una camiseta de tirantes blanca cubriendo su torso. Una pequeña toalla colgaba de su cuello, con la que el joven iba quitándose el sudor de la cara.

Akane, desde el otro lado del jardín que contenía el estanque, no pudo evitar que se le fuera la mirada hacia su esbelto y bien trabajado cuerpo, cautivada por aquella belleza salvaje e imponente que poseía su prometido. Sin ser consciente se mordió el labio inferior. «¿Cómo puede ser tan atractivo?», se dijo internamente, acalorada ante tal sensual visión. «Dioses, dadme fuerzas para lo que queda de semana», suspiró en su cabeza.

—¿Has estado entrenando, hijo? —le preguntó Nodoka, mostrando una sonrisa orgullosa.

Ranma se acercó a saludarlas.

—Así es, Madre —contestó poniendo los brazos en jarra—. ¿Qué tal se ha dado el resto de la mañana en el mercadillo? ¿Habéis hecho más compras?

Tanto su madre, como Kasumi y Nabiki, aprovecharon la oportunidad para mostrar alegres sus nuevas adquisiciones, sacando los artículos de las bolsas. Akane, sin embargo, se escabulló silenciosamente por el lateral del grupo hasta desaparecer en el interior de la casa, algo que no pasó desapercibido al artista marcial.


Durante la comida familiar que tuvo lugar a continuación, en la que estuvieron también presentes el maestro Happosai y Ono Tofu, Ranma y Akane volvieron a ignorarse, como en la cena de la noche anterior. Gran parte de la conversación giró en torno a la esperada boda del año que consagraría el matrimonio entre el doctor y la hermana mayor de los Tendo. La fecha del gran día ya estaba fijada para otoño y, aunque ya se habían empezado los preparativos, aún quedaba un listado extenso de temas de los que ocuparse.

Ni Ranma ni Akane pudieron evitar las bromas y los comentarios bienintencionados de los distintos miembros de sus familias acerca de que, con suerte, ellos serían los siguientes en comprometerse y casarse, continuando así el linaje de artes marciales de Lucha Indiscriminada. Akane intentaba salir del paso dando respuestas evasivas como "primero tengo que acabar la universidad" o "¿podemos dejarlo ya?", o cambiando directamente de tema. Ranma, por su parte, impávido, centró su interés en la exquisita comida casera. Ya había soportado en infinidad de ocasiones la retahíla de "¿Cuándo os vais a casar?" de sus familias. «Nada nuevo bajo el cielo».

En la sobremesa, Ranma comprobó en su móvil que, aunque Hiroshi ya tenía planes para lo que quedaba de fin de semana, Daisuke sí que podía quedar aquella misma tarde para tomarse unas cervezas. «¡Bingo!», pensó, esbozando a continuación una sonrisa. El chico de la trenza aceptó de inmediato, acordando con su colega el punto de reunión en un bar que ambos conocían de Nerima.

Sentada a su lado en la mesa, Akane ojeó de reojo a su prometido, intrigada de con quién estaría chateando. «¿Y esa sonrisa?», se preguntó con celos, imaginando que podía ser por una mujer. Volteó los ojos, queriendo mostrar indiferencia. «¡Qué más da!», se dijo para quitarle importancia. «Debería estar pensando en qué me voy a poner esta noche para salir con las chicas…».


Alrededor de las siete de la tarde, ambos jóvenes se encontraron en una calle concurrida del barrio, en la entrada de una taberna japonesa.

—¡Me alegro de verte de nuevo, Saotome! —saludó Daisuke, estrechándole la mano junto con un semi-abrazo. Se habían visto apenas una semana antes, cuando le habían infundido ánimos para declararse a Akane—. Toda una hazaña que hayamos podido coincidir, con lo que nos cuesta quedar…

—Así es, 'Suke. —Ranma le devolvió el saludo—. Una pena que Hiroshi no se haya podido unir, pero entiendo que estaba fuera este fin de semana, ¿no? —preguntó a la vez que hacía un gesto hacia el interior del local—. Entremos dentro.

—Sí, tenía un compromiso familiar —comentó su compañero a la vez que buscaban un hueco en la barra del bar para sentarse. Dieron con dos taburetes al fondo del establecimiento.

Una vez se asentaron y pidieron las bebidas, ambos comenzaron a hablar de las novedades que habían tenido lugar desde la última vez que se habían visto. Trabajo, anécdotas familiares, y travesuras de la mascota de Daisuke y su novia, entre otras. A mitad de la primera cerveza, Daisuke se giró hacia Ranma y le miró:

—Entiendo que este encuentro express es por una emergencia con Akane. —Vio a Ranma cerrar los ojos y asentir con un gesto de resignación—. Cuéntame qué ha pasado —pidió a su amigo.

—A ver por dónde empiezo…

El artista marcial le contó lo acontecido desde la noche anterior, desde la llegada de Akane a casa hasta lo ocurrido aquella misma mañana en el mercadillo.

Daisuke se quedó unos segundos pensando tras terminar de escucharle.

—Es obvio que para ella he hecho algo mal, pero sinceramente no sé qué puede ser —comentó el joven de la trenza en un tono frustrado.

—¿Puede ser que le dijeras algo en alguna de vuestras llamadas de teléfono? Todos sabemos que puedes ser un bocazas —constató Daisuke en un tono divertido, algo que Ranma no negó—. Dijiste que la habías empezado a notar con un humor diferente hará como un mes.

—Sí, así es. Yo no recuerdo haberle dicho nada fuera de lugar, pero a saber… —expresó Ranma encogiéndose de hombros—. Es perfectamente posible que Akane se haya tomado algo a mal sin que yo me haya enterado, que parece ser el caso.

—¿Todo iba bien en Navidades con ella? —continuó profundizando su colega.

—¿En Navidad? —repitió Ranma rememorando por un momento—. Sí, en Navidad y en fin de año todo estaba bien. —«Tuvimos incluso un momento de acercamiento», pensó para sí.

—¿Y en San Valentín? ¿Te regaló algo Akane?

—Me envió una caja de bombones, y se lo agradecí. Estaban buenísimos —respondió con una suave sonrisa sobre sus labios al recordarlo.

—Entonces por ese lado todo bien —dijo Daisuke antes de darle un sorbo a su cerveza—. Imagino que tú le harías un regalo por el Día Blanco, ¿verdad?

Así como en San Valentín son las mujeres las que en Japón dan el primer paso regalando chocolate a los hombres con los que tienen un lazo afectivo, en el Día Blanco, que se celebra justo un mes después, son los hombres los que devuelven el gesto con regalos por un valor dos o tres veces por encima de lo que recibieron un mes antes.

—Mmm… —Ranma se quedó callado unos instantes, tratando de encontrar la forma de explicarse—. Regalo como tal no le envié, pero no es que se me haya olvidado.

La expresión en el rostro de Daisuke reflejó su estupor.

—Venga, macho, ¿no me digas que no le has regalado nada a Akane? —le reprochó, frunciendo el ceño.

—Espera, deja que me explique —pidió Ranma levantando las manos en alto—. No es lo que parece.

—Más te vale, porque si no puede que esto haya sido el detonante del cambio en Akane —argumentó Daisuke con la mosca detrás de la oreja.

—Se me pasó la fecha —reconoció el joven de la trenza, y ante la mirada asesina de su amigo, se apresuró a continuar—, pero no me olvidé de ello. Le compré un regalo a Akane, de veras, lo tengo guardado en casa —enfatizó—. Como lo compré tarde, pensé en dárselo la próxima vez que volviera a Nerima, es decir, esta semana.

—Pues ya estás tardando en dárselo, Ranma —dijo con urgencia Daisuke—. Cuando una chica no recibe su regalo en el Día Blanco lo que piensa es que pasas de ella. —Se restregó una mano por la cara, alucinando con la situación—. Tío, en serio, pareces nuevo. Es una cagada bastante grande a estas alturas del juego. Tienes que enmendarlo cuanto antes.

Resistiendo lo que decía el que había sido su compañero del instituto, el chico de la trenza se puso a la defensiva, cruzándose de brazos.

—¡Estás exagerando, 'Suke! ¿Cómo puede ser que Akane esté actuando así por esta tontería? Pero si ya ha habido otros años en los que no le he regalado nada.

—En este punto me da igual lo que hayas hecho en el pasado. Lo que importa es este año. Akane debe de estar perdiendo la paciencia. Ahora me cuadra todo —se dijo más para sí mismo que para Ranma—. Y ya no estamos en Furinkan. Estos deslices ahora se pagan caros.

—A mí me habría dado igual que no me hubiera enviado los bombones —comentó Saotome como si nada, aunque en el fondo enfurruñado.

—Ya, claro. Y también te habría dado igual si se los hubiera regalado a otro hombre que no fueras tú.

Esta vez Ranma sí que afiló sus facciones, dando a entender que aquel último comentario no le había gustado nada. Al darse cuenta, Daisuke se apaciguó e intentó hacerle comprender.

—Que el gesto de regalar no sea importante para ti no significa que no lo sea para Akane —explicó—. Puede, y es lo más probable, que para ella signifique mucho recibir algo así de ti.

Incapaz de replicar un razonamiento así, Ranma inspiró hondamente y se descruzó de brazos, dándole a continuación un largo trago a su bebida.

—¿Y qué hago, darle el regalo? —preguntó una vez apoyó el vaso sobre la barra.

—Sí, y te aconsejo que cuanto antes mejor. Discúlpate por no haberlo enviado en su momento —le sugirió Daisuke—. Hacerlo te servirá para dos cosas: una, enmendar tu error, y dos, comprobar si su comportamiento hacia ti cambia tras recibir el regalo.

—Está bien —asintió Ranma, ligeramente a regañadientes. «Al menos es un plan de acción, algo que no tenía antes de quedar con Daisuke»—. Así lo haré. Ya te contaré qué tal me va en el proceso.

—Creo que con esto se solucionará todo entre vosotros, ya lo verás —le dijo cándido su amigo, mucho más relajado, dándole un apretón en el hombro con una mano en señal de ánimo.

—Eso espero —comentó Ranma deseando que aquel movimiento desarmara a Akane y detuviera la frialdad que había mostrado hacia él.


El joven de la trenza llegó a la casa de los Tendo alrededor de las nueve de la noche, cuando el cielo ya se había oscurecido por completo y las farolas estaban encendidas. Fue al abrir el portón principal de la fachada que se encontró de sopetón con su prometida, que se dirigía hacia la salida.

—¿A dónde vas así vestida? —preguntó sin pensar, mirándola de arriba abajo, quedándose con la boca abierta.

Ataviada con un vestido corto de mangas abullonadas con estampado floral y escote cuadrado, Akane relucía juventud y belleza a raudales. Las sandalias con algo de plataforma y el bolso a juego completaban el estilo primaveral que lucía.

—¿De dónde vienes tú? —respondió con otra pregunta Akane, deteniéndose delante de él, ya que le bloqueaba el paso. Disfrutó de llamar su atención, reflejado en su incrédula expresión. «Eso, que vea lo guapa que me he puesto y lo que se está perdiendo», razonó internamente con un rintintín altanero.

—De tomarme algo con Daisuke. —Viendo que no le iba a contestar a lo primero, insistió—: ¿No cenas en casa entonces?

Ya más cerca de ella Ranma apreció que además se había maquillado un poco. Estaba increíblemente preciosa. No podía apartar los ojos de su seductora apariencia.

—No. ¿Me dejas pasar, por favor? Tengo un poco de prisa —pidió Akane señalando la puerta.

Saotome se apartó, haciéndose a un lado para dejarle paso. «Está claro que esta noche no voy a poder darle el regalo», se dijo a sí mismo, asimilando el cambio de planes. Cuando la vio abrir el portón, la llamó:

—Akane.

—¿Si? —dijo volviendo la cabeza para mirarle.

—Si tienes algún problema, llámame —ofreció franco—. No importa la hora. —Lo que había pasado hasta entonces era agua pasada, y además ya se sentía más tranquilo tras conversar de todo ello con Daisuke.

Por unos segundos, Akane se quedó sin habla a la vez que sintió cómo se derretía por dentro. Ranma tenía una mirada tan… tan de ir en serio, como si de verdad le importara ella y su seguridad. Asintió como buenamente pudo y salió escopetada de allí.

«Cada vez me cuesta más hacerme la dura. Por Kami, esos ojazos azules que tiene son arrolladores. No voy a poder aguantar otra escena como esta, con tanta tensión no resuelta», pensó con el corazón palpitando furioso de camino a la estación de tren. Agitó la cabeza, queriendo recomponerse, ignorando las miradas de algún que otro hombre que se cruzaba. «Tengo que dejar de pensar en él. Lo importante ahora es pasármelo genial con mis amigas esta noche», caviló, como si eso lo hiciera más fácil. En el fondo, sabía que quitarse a Ranma de la cabeza era prácticamente algo imposible.


Nota (18.07.2024): Me adelanto al Rankane Week de la próxima semana :). Me habría encantado contribuir con alguna pieza, pero he preferido centrar mis esfuerzos y limitado tiempo en avanzar con este fanfic. Espero poder participar en otra ocasión. Creo que no os podéis imaginar lo que va a suceder en el próximo capítulo. ¿Alguna teoría que se os pase por la cabeza?

¡Qué subidón al ver el tráiler de la nueva versión del anime de Ranma ½! Me esperaba otra cosa en el dibujo, algo más pulido, como en los OVAs antiguos, pero la fluidez de las escenas de lucha parece tremenda. ¡Qué ganas de que llegue octubre!