7. Celos en la sombra

Akane se desperezó sobre su cama a la mañana siguiente, somnolienta y con cara de haber salido a divertirse la noche anterior. Estiró los brazos y el cuerpo como un gato, deseando quitar las tiranteces de los músculos y los nudos de las articulaciones. Al poco tiempo, giró hasta quedar tumbada de perfil hacia el interior de la habitación. Vio la hora en su despertador: las once y media de la mañana. «Madre mía, pues sí que es tarde… Me he perdido el desayuno como una campeona», pensó aún entre sueños. «¿Y lo bien que me lo pasé anoche con Yuca, Sayuri y el resto de las chicas?». Sonrió felinamente al recordarlo. Habían ido a cenar, a tomar algo a un par de bares y después a bailar a una discoteca. Acabó acostándose pasadas las tres de la madrugada. «Por Kami, me encantaría seguir durmiendo...», se dijo remoloneando bajo las sábanas. «Pero al mismo tiempo debería de ponerme las pilas y aprovechar algo el día. Estaría bien entrenar un poco en el dojo, que lo echo mucho de menos». Centrada como había estado en sus estudios había dejado de lado su entrenamiento físico, en especial lo relacionado con las artes marciales.

Cerca de las doce del mediodía Akane se asomó al jardín por la amplia apertura del salón, disfrutando del aire fresco de la mañana y del espléndido día que hacía. Ya se había aseado y tomado un desayuno ligero, que había incluido una pieza de fruta y un zumo, junto a su hermana Kasumi en la cocina.

¡Ding dong!

Se escuchó el timbre de la entrada principal.

—¡Ya me encargo yo! —gritó Akane hacia el interior de la casa para avisar a su hermana. Pegó un pequeño salto al suelo y se encaminó hacia el portón de la fachada.

—¡Gracias, Akane! —se oyó decir a lo lejos a Kasumi.

Al llegar a la entrada, la menor de las Tendo abrió la gran puerta y se encontró con la figura de una adolescente vestida con un chándal de colores vivos en naranja y verde-lima. La miró de arriba abajo, percatándose de que se trataba de una chica muy atractiva, de facciones suaves, y con un pelo largo del color de la miel.

—¿Sí? —preguntó expectante.

—¿Está Ranma? —respondió jovial la muchacha.

A Akane se le cruzó la cara al ver que aquella visita preguntaba por su prometido. No sólo eso, sino que sintió sobre sí la extraña mirada de la pipiola. Al mirar hacia abajo, se dio cuenta de que aún iba en pijama y con las zapatillas de andar por casa. «¿En serio?», pensó con sorna, negando con la cabeza. « ¡Bah, qué más da! Estoy en MI casa».

—Depende de para qué… —murmuró Akane de mala gana, alzando con dignidad la cara. «¿Quién será esta niñata? ¿Una "amiguita" de Baka?», juzgó con los celos empezando a esparcir el veneno por su torrente sanguíneo.

—¿Qué? —preguntó la chica confundida, parpadeando un par de veces rápidamente—. He quedado con él —añadió.

Con la mano con la que aún sostenía la puerta abierta, apretó con fuerza, haciendo que la madera crujiera. Necesitaba liberar la tensión que se estaba acumulando en su interior cual el nacimiento de un tornado a raíz de una gran tormenta. «He quedado con él», repitió Akane de forma burlona en su mente.

—Pasa y espera aquí —le indicó con nulo entusiasmo, abriendo un poco más el portón para dejarla entrar.

—De acuerdo, gracias.

Asimilando la escena que acababa de presenciar, Akane entró en casa y le comunicó a Kasumi que había una visita para Ranma. Pasaba de buscar a su prometido para avisarle. «¡Qué se ocupe él de sus asuntos!». Sin ánimo de cambiar sus planes, Akane enfiló hacia su habitación en el segundo piso y se cambió de ropa.

Con el uniforme de judo bien puesto, tiró del nudo del cinturón con determinación a la vez que se miraba en el espejo que había en una de las puertas del ropero. «¡Vamos a entrenar!», se dijo con arrojo, sonriéndose en el espejo.

Al acercarse al dojo, comenzó a oír voces de fondo, reconociendo la de su prometido.

—Repítelo de nuevo, pero esta vez con más fuerza, proyectando tu energía a lo largo del brazo —le escuchó decir en una voz serena, pero firme.

—De acuerdo —respondió una voz femenina.

Llena de curiosidad, aunque anticipando la imagen de la que iba a ser testigo, Akane se movió de forma sigilosa, llegando hasta una de las paredes del dojo. Se asomó de refilón para poder observar la escena. Efectivamente, la jovencita a la que le había abierto la puerta de su casa estaba allí practicando artes marciales con Ranma haciendo de instructor. «¿De qué va todo esto? ¿Desde cuándo se trae Ranma a "amigas" a entrenar al dojo?», pensó molesta.

Durante unos minutos, la menor de las Tendo se dedicó a espiar, viendo como Ranma corregía a la adolescente, a veces deteniendo el entrenamiento para enseñar con un ejemplo cómo debía de hacerse el movimiento. No le gustó ni un pelo que la chavala llevara puesto un conjunto de mallas y un top, todo pegado a su cuerpo, dejando poca imaginación a las líneas de su femenina figura.

En el interior, Saotome sintió la presencia de alguien en los alrededores. Mirando de reojo, queriendo saber de dónde provenía, pilló a su prometida husmeando detrás del marco de la entrada al dojo. «Vaya, vaya… Mira quién está despierta». Una leve sonrisa apareció sobre sus labios, encontrando divertido su comportamiento. No le dio importancia y siguió a lo suyo, centrando de nuevo la atención en su alumna.

En un momento dado, Akane vio a Ranma mirando en su dirección y se apartó de inmediato, como un resorte, para no ser pillada. El corazón le latía a mil, como piedras corriendo cuesta abajo por una carretera, su pecho subiendo y bajando rápidamente. Cuando se cercioró de que su prometido no la había descubierto, viendo que todo seguía normal, se asomó de nuevo, ingiriendo por los ojos cada pequeño detalle que se daba entre maestro y aprendiz.

—Hagamos una pausa —dijo Ranma después de un rato, adoptando una postura más relajada.

La chica asintió, yendo a continuación a por su botellín de agua cerca de uno de los laterales para refrescarse. Ranma se quedó en el centro del dojo estirando los músculos de los brazos.

—¿Quieres un poco de agua, Sensei? —ofreció la joven mirándole con admiración, esperando que aceptara, ya que no había traído nada.

—No, gracias. Estoy bien, Sakura —respondió Saotome, sin cambiar la postura de estiramiento—. No hace falta que me llames así, ya lo sabes. Tengo camino por delante antes de convertirme en un verdadero Maestro.

A pesar de saber que era muy bueno como artista marcial, Ranma no era ingenuo y tampoco se engañaba. El día que venciera a Happosai con todas las de la ley, y no antes, entonces podría quizás considerarse un Sensei de verdad. No sólo eso, sino que también se había dado cuenta que enseñar el arte conllevaba una serie de habilidades que no había tenido muy pulidas unos años antes, cuando empezó a dar clases.

—¡Pero si eres muy bueno! Me gustas mucho más de profesor que Takanori —comentó la chica refiriéndose al instructor que estaba en ese momento de baja. Dejó la botella en el suelo y cogió una pequeña toalla que había traído para quitarse parte del sudor—. ¿A qué edad comenzaste a practicar las artes marciales?

«Menuda pelota está hecha», pensó Akane aguantándose las ganas de entrar para romper la conversación. Lo cierto es que estaba disfrutando de poder observar y escuchar sin ser descubierta.

—Ya en el vientre de mi madre —contestó con guasa Saotome dejando caer los brazos y agitándolos un poco para soltarlos tras el estiramiento. Escuchó la carcajada de Sakura resonar en toda la estancia—. Nah, es broma. Pero sí que empecé desde muy pequeño, con Kung Fu y Wushu.

«Y el idiota de Ranma siguiéndole la corriente… ¡Serás cretino!». Akane se movió inquieta en su escondite, incómoda ante lo que estaba presenciando. No le gustó nada ver cómo Ranma hacía reír de aquella manera a otra mujer.

—¡Alucinante! —exclamó la adolescente tirando la toalla al suelo, dando a entender que estaba preparada para retomar la sesión—. ¿Y eras ya entonces tan guapo?

Aquellas palabras crearon un gran silencio, dejando a Ranma fuera de juego, y también a Akane en el exterior.

Sakura le miró encandilada por un segundo para acto seguido apartar la mirada con las mejillas coloreadas, riendo nerviosamente, consciente de que había arriesgado con aquel halago.

El joven de la trenza mostró también una sonrisa entre nerviosa y agradecida ante aquel piropo inesperado. Miró en la dirección en la que sabía que se encontraba su prometida, sorprendido de que no hubiese entrado hecha una furia. «Quizás ya no le importe tanto como antes…», caviló con un cariz de tristeza. «Pero si es así, ¿por qué nos está espiando?». Volviendo al momento presente, carraspeó un par de veces antes de tomar de nuevo a hablar.

—Sakura, vamos a centrarnos —dijo en un buen tono, aunque poniendo los brazos en jarra, queriendo proyectar más seriedad y autoridad.

—No he dicho nada que no sea verdad, es un hecho —intervino con diversión la chica, acercándose a él, para nada intimidada—. Haruka, de clase, quiere saber si tienes pareja —agregó con una sonrisita.

Akane se cruzó de brazos en el jardín, tras la pared del dojo, comenzando a enojarse de verdad. «¡Esto es el colmo! ¿En serio? ¿De verdad está coqueteando con él delante de mis narices?». Gruñó internamente.

Ranma puso los ojos en blanco, volviendo a sonreír. «Cómo se nota que está en la edad del pavo», se dijo sin perder el humor y con comprensión. «De acuerdo, lo utilizaré a mi favor», maquinó con perspicacia.

—Si quieres conseguir la respuesta tienes que ser capaz de darme un golpe —le desafió, haciendo un gesto con la mano de "ven a por mí".

La mirada de Sakura adquirió un brillo lleno de determinación.

—Está bien —dijo asintiendo la alumna, para un instante más tarde abalanzarse sobre él.

El chico de la trenza se sintió satisfecho al ver que aquello había sido motivación suficiente para volver a meter a la pupila en la clase.

«¡Ya no puedo aguantar más toda esta pantomima!», pensó Akane irritada, haciendo crujir los nudillos de las manos. «Hora de hacer mi entrada triunfal y cortar este teatro romántico».

Dando un par de zancadas, se puso a la vista y entró al interior del dojo, su mandíbula fuertemente apretada y su aura encendida como un volcán en erupción.


Nota (28.08.2024): ¿Qué os ha parecido el giro de acontecimientos? Sé que hay lectores que esperaban ya un acercamiento meloso entre Akane y Ranma, pero hay que esperar un poquito más. En cualquier caso, ya no queda mucho para llegar al final, dos o tres capítulos como mucho. Espero vuestras impresiones. ¡Gracias!