Pareja: Albus y Scorpius
Tropo: amigos a amantes
Aviso: universo del día 11
Cuando vio a Ted volver solo del jardín, le entregó su vaso a Scorpius. Pero antes de que se alejara un poco, su novio lo sujetó por la chaqueta.
— ¿Qué piensas decirle? tu hermano ya tiene bastante mortificación, no lo empeores.
— Solo quiero saber donde está James.
— Ya. Te creería si no te conociera, Sev. Voy contigo.
Resignado, Albus lo cogió de la mano y entrelazó sus dedos, sintiendo la reconfortante sensación que siempre le subía por el brazo hasta el corazón cuando sus magias se saludaban al tocarse.
Quería eso para su hermano, el confort, el cariño, el calor. El amor de Scorpius era todo, lo llenaba todo y deseaba que James tuviera la oportunidad de vivirlo después de tantos años esperando en vano por la atención de Ted.
— ¿Dónde está? —le preguntó sin rodeos en cuanto estuvieron frente al ahijado de su padre.
— Ha dicho que se encontraba mal y se iba a casa.
— ¿Y le has dejado irse solo? —cuestionó, inclinándose hacia él porque Scorpius lo sujetaba para que no hiciera nada de lo que deseaba, que incluía romper esa perfecta nariz que James adoraba.
— Me ha dicho que me quedara y me emborrachara, que es lo que voy a hacer para rematar esta mierda de día.
— Tú… —se erizó Albus.
Pero antes de que dijera ninguna burrada, Scorpius tiró de su mano hacia atrás y se acercó él mismo a su primo.
— Eso es una mala idea, Edward. Y también lo es haber dejado a James irse solo —le indicó con voz calma—. Deberías asegurarte de que está bien.
Sorprendentemente, Ted obedeció. Los miró a los dos, se pasó la mano por el cuello, dejó el vaso y se despidió con una inclinación de cabeza para salir de nuevo de la carpa.
— ¿Qué ha sido eso? —exclamó Albus, perplejo.
— Eres condenadamente Potter.
— Esa frase es de tu padre.
— Pero es que el tuyo y tú sois iguales en esto, embestís como toros. —Lo agarró por el brazo y caminó con él lentamente hacia el mar, huyendo del ruido de la fiesta— Sois nobles y valientes, pero este es un caso de mano izquierda, de cultivar un jardín.
Albus se sentó en una gran roca en el límite del jardín, mirando al mar y lo atrajo para que se sentara en su regazo.
— ¿Cultivar un jardín? —preguntó, intrigado.
Scorpius sonrió y se acurrucó un poco contra él para evitar la brisa húmeda.
— Sí. Eso requiere paciencia, quitar piedras, remover la tierra, sembrar, regar y esperar.
— Cariño, sabes que respeto tu sabiduría, pero no entiendo nada.
— Es como tú y yo.
— ¿Nosotros?
— Sí. Cuando te conocí el primer día de escuela —Le pasó los brazos tras el cuello y besó con suavidad la mejilla morena— supe que serías mi jardín. Que allanaría el terreno para llegar a ti y tu alta muralla, que eliminaría las piedras en el camino y sembraría. Regué y esperé a que vieras las flores.
— ¿Las flores son tu amor?
— Por supuesto, hermosas y llamativas para que reflejaran todo lo que siento por ti. El amor es así, se siembra.
— ¿Y qué tiene que ver con Ted y James?
— James ha preparado el jardín sin saberlo, estos meses siendo el soporte de Teddy. Le he dado un empujoncito a mi primo para que vaya a ver las flores. Si hoy no lo aclaran, te prometo que el próximo día te dejo romperle la nariz.
Albus lo miró boquiabierto.
— ¿En serio crees que esto va a funcionar?
— Claro. Esto y que los Black estamos irremediablemente destinados a amar a los Potter. Fue así con tu abuelo y el tío Regulus, con nuestros padres y con nosotros, él no va a ser menos.
Las manos fuertes de Albus le sujetaron con cuidado la cara antes de besarle.
— Te amo, Scorpius Malfoy. Gracias por cultivar el jardín y no perder la fe en mí.
— Nunca, mi Sev. Si estás preocupado por James, podemos ir.
— ¿No te importa?
Pareja: Albus y Scorpius
Tropo: amigos a amantes
Aviso: universo del día 11
— Para nada. A decir verdad estoy ya un poco harto de boda. Podemos volver a casa y después de verificar a James… —Se puso de puntillas y susurró algo al oído de Albus que le hizo sonreír de oreja a oreja y volver a besarlo, esta vez bastante más fuerte.
— Eso parece un sí. ¿Vamos pues? —le invitó, ofreciéndole la mano.
— Vamos.
Nada más aparecerse en casa de Harry y Draco, quedó claro que desde luego algo había germinado, a tenor de los significativos sonidos que salían de la habitación de James. Con una sonrisa divertida, Albus lanzó un hechizo insonorizador, más que nada por si sus padres volvían pronto, y tiró de la mano de Scorpius hacia su propio dormitorio para celebrar la sabiduría de su novio.
