Capítulo 1: La inserción en el vagón nueve y tres cuartos.
Las estrellas caían del cielo pronosticando la noche como si cada una de ellas fuera una señora del tiempo con tetas del tamaño justo para no ser consideradas pequeñas. Por la pura fuerza de la gravedad al caer se llevaban la luz del atardecer con ellas y solo dejaban un escenario nocturno en las que solo se podía apreciar las estrellas que estaban más lejos, la masa de esas tetas lejanas no era lo suficientemente pesadas para participar en la danza orbital de las estrellas terrestres.
En ese escenario idílico, yo, Cleopotro Von Way Sacrodermo de la Diana Jonshon...Pérez, junto a mi hermana gemela Melenoras Von Way Sacrodermo de la Diana Jonshon...Pérez y mi mejor amigo Almirante Huevos Grandes, apodado como Hugo, nos encontrábamos en un vagón del tren nueve y tres cuartos. El tren nueve y tres cuartos es un tren de lujo mágico que corre por las mismas vías que el tren dirección a Hogwarts, efectivamente, el motivo de nuestro viaje era la mismísima Hogwarts, anteriormente archiconocida como Escuela de rezos y milagros, aparentemente era una escuela de rezo en la que Dios enseñaba conjuros mágicos, creo, pero tras un terrible incidente con unas drogas, la institución pasó a enseñar magia común y corriente, como la grandiosa magia de transformismo.
Oh discúlpame, todavía no me he presentado apropiadamente, he dicho mi nombre, pero no mi profesión o mis gustos, ni siquiera he dicho si soy mago o maguel. Me llamo Cleopotro, mis amigos me llaman Cleo y soy un estudiante de mago, en principio vengo de una familia mágica pero el tema aún no se ha aclarado, por lo que ni siquiera yo tengo del todo claro mis orígenes, como eso no se sabe vengo a estudiar en condición de maguel. Mis gustos son los órganos sexuales y mis hobbies masturbarme en el mercadona, aparte de leer poemas griegos y quedar con mis amigos para compartir sus extraños pasatiempos, ver telenovelas asturianas. Mi pelo es gris como la ceniza de plata, mi piel es color carne como la carne y mis ojos tienen eterocromatosis, es decir, son de un color diferente cada uno, uno es rojo manzana y el otro azul cielo zafiro, mis pupilas son blanco luz y mis dientes blanco nieve.
Actualmente, y por el resto de mi vida, llevo una camisa gris oscuro con pantalones rojo ceniza quemada, zapatos marrones de color esmeralda marronácea y una corbata color rojo sangre iluminada por la luz del mediodía en un día de invierno del año 0017, después de que Jesucristo se graduase junto a un alumno llamado Turtel.
¿Y tu quien eres? Voy a suponer que una nueva voz dentro de mi cabeza, o podrías ser una nueva personalidad, de momento te llamaré Candelabro. Bien Candelabro, te preguntarás porque te he narrado lo del tren. No lo he hecho por ti, me gusta narrar en mis pensamientos todos los sucesos que veo, me trae un singular cosquilleo que solo puede ser igualado por la sensación de dejar mi esperma en la sección de gambas el día que están de oferta.
-Cleo, me pregunto como nos recibirán en Hogwarts...
Melenoras había interrumpido mis pensamientos mientras dirigía mi mirada a mi persona a través de sus ojos después de haber observado la ventanilla durante 8 minutos.
-Me gustaría no llamar demasiado la atención, pero creo que es imposible, me sabe mal por ellos.
Candelabro, a pesar de que la ceremonia inaugural de Hogwarts comience a las diez de la mañana, este año, por cortesía hacia nuestra familia el director de la institución decidió esperar a mi hermana y a mi, por lo cual no empezaría hasta que llegáramos nosotros, como nadie sabe a que familia exacta pertenecemos decidieron hacerlo de esta manera por si algún casual éramos parte de una familia mágica muy importante. Aprovechando la situación Hugo se nos unió porque tampoco tenía nada mejor que hacer, pero Melenoras y yo pillamos a la primera que tenía un objetivo que cumplir. Llegamos a las doce de la noche.
Al llegara las puertas del lago nosotros tres vimos un cartel
"Estoy hasta los putísimos cojones de esperaros, por mi id nadando, espero que os devoren las pirañas, con amor: el barquero Juanito."
-Aparentemente no podemos esperar a que una barca nos lleve- Señalé la obvia situación.
Hugo propuso lanzar un hechizo simple e ir levitando hasta el portón pero entonces vimos una figura en la penumbra deslumbrando en el río. Su reflejo en el agua parecía estar mostrando sus genitales, pero lo que realmente llamó mi atención es como parecía emitir una luz multicolor, por alguna razón me sentía en paz al contemplar la escena, era digna de un óleo. La maravillosa figura se acercó hacia nosotros y habló.
-¡Hola, mi nombre es Joseph! Me he ofrecido a esperaros porque el anterior barquero ha renunciado por hoy.
-Hola, soy Hugo.
-¡Hola! Soy Melenoras, llámame Mili.
-Encantado de conocerte, me llamo Cleopotro, puedes llamarme Cleo, pero... ¿No podríamos simplemente pasar por ese puente de al lado? -Señalé a la estructura que teníamos a escasos 3 metros, pero Joseph nos dijo que por ser de primer año debemos seguir la tradición, pensé que tradición ni que ostias si no teníamos ni barco.
-Seguro que estás pensando que tradición ni que ostias si no tenemos ni barco, pero no te preocupes, tengo la solución, ¡Arcoíris!
Tras esas palabras, en la superficie del lago se materializó con una luz arcoíris un barco con los siete colores de la felicidad, el barco tenía un forma simple pero agradable a la vista, en la parte delantera exhibía unas hermosas guarriciones del mismo color que la barca, a ojo tenía el tamaño ideal para hacer cualquier viaje muy agradable, al terminar de aparecer calló al agua y la salpicadura entró en mi boca, tenía un característico sabor que conocía muy bien, me pregunto si se debía a la barca o alguien se había divertido muchas veces durante muchos días seguidos en ese preciso lugar en el lago. Joseph nos invitó a subir y por curiosidad puse un dedo sobre uno de los tablones multicolor y luego lo puse en mi boca, si que era la barca. Cuando estuvimos todos sentados Joseph volvió a decir lo que parecía ser su conjuro mágico definitivo y el barco con el mejor sabor del mundo cruzó el lago a una velocidad sorprendente, poco después empezó a echar el vuelo mientras creaba un haz de luz del color del arcoíris mientras surcábamos el cielo. Parecíamos el centro del mundo, los árboles nos miraban, las abejas nos observaban, la luna parecía el ojo de Dios deleitándose con nuestra presencia, nuestro reflejo en el lago parecía formar las fosas nasales del Todopoderoso si la escena fuese fotografiada y girada 90 grados. Me sentía como la única estrella/señora del tiempo con las tetas pequeñas que podía estar en la tierra y las demás estrellas del universo me miraban con indudable envidia, podría decir que no me importaban sus miradas pero la verdad es que disfrutaba mucho el ser el único elegido por la suerte para representar a todas esas estrellas poco tetonas.
Al llegar al punto álgido de la parábola el mejor barco jamás creado cayó y cayó hasta llegar al techo de la sala común y destruirlo completamente, cayó tan rápido que en vez de desperdigar trozos de piedra por la sala, los pulverizó y solo quedaron estrellas de polvo decorando todo el lugar, me pregunto...¿Qué tan grandes tendrán las tetas las estrellas de polvo? Tienen polvo en el nombre, debo suponer que tendrán un buen tamaño. Ese mismo polvo años en el futuro llegará a una ciudad llamada Gorkhon y creará criaturas mágicas que vivirán de la sangre de esa tierra. No conozco esa ciudad personalmente, pero me han dicho mis padres que hace poco se compraron un chalet ahí.
Por suerte, antes de morir por el impacto, Joseph nos ayudó a saltar del maravilloso barco y terminamos a las puertas de la sala común, apunto de entrar. Joseph estaba a punto a de abrir las grandes puertas de la sala, pero antes de hacerlo algo captó nuestras miradas.
Y yo me quedé paralizado, mi cerebro por un momento no procesó lo que veían mis ojos.
Ante mi vi una figura de piel absolutamente blanca, casi incolora, como si la vida hubiese abandonado ese cuerpo, y aún así mostraba una vitalidad que nunca había visto antes. Su pelo era negro como el ébano con mechas rojas como la pasión y púrpuras de un color muy guay, sus ojos eran de un profundísimo azul no me olvides como si su mirada pudiese ver sobre todas las cosas pero no procesarlas en absoluto. Llevaba una ropa gótica exquisita que consistía en medias de oro negro, un corset de tela transparente, zapatos de cristal negro diamante, cinturón con púas azules, pantalones tan cortos como el mismo cinturón y un sujetador que solo tapaba sus pezones.
Nuestras miradas se cruzaron.
Ella también se detuvo un segundo pero luego siguió su camino subiendo unas escaleras, por alguna razón un par de segundos después la vi subiendo por las mismas escaleras por las que la vi subir con anterioridad, esto sucedió un par de veces más, supuse que era por la magia que impregnaba todos y cada uno de los lugares de Hogwarts y los orificios de la gente...y del propio Hogwarts. Me pregunté quien podría ser esa persona a simple vista tan encantadora, pero por desgracia no pude ir a saludarla porque Joseph nos metió prisa para entrar en la sala común. Al abrir las enormes puertas decoradas también con unas guarriciones de excelsa calidad, ante nuestros ojos se extendía una sala infinita llena de gente desnutrida y con la mirada vacía, al vernos, el que parecía ser el directo Dumbeledor se le iluminó la mirada y dio un salto de su asiento comenzando a hablar.
-¡Por fin, sentaos rápido y podremos comer, os estábamos esperando!
Por lo que podía deducir la gente del lugar para mostrar educación decidió no comer nada del gran banquete hasta que llegáramos nosotros, por eso mismo quería que pasasen de nosotros como de la mierda, odio causarle problemas a la gente y con esta espantosa inpuntualidad hemos causado una terrible primera impresión a todo el colegio en su conjunto, por lo que insté a Mili y Hugo a sentarnos pronto para no alargar el calvario de nuestros compañeros. No poder comer teniendo semejante banquete ante los ojos, pagaría por cambiarle el puesto a cualquiera de los aquí presentes, encima con el paso del tiempo del la comida se estropearía y me vería obligado a ingirir comida en descomposición, que pena, una auténtica pena, por desgracia parece que la comida estaba encantada para no pudrirse, eso si que es una auténtica lástima...
La gente mostraba una sonrisa más amplia cuanto más nos acercábamos a nuestros asientos, pero antes de poder sentarnos la puerta volvió a abrirse y pude oír claramente el disgusto de todos en la sala, esta situación es la idónea para ayudarme a descargar mi carga, por desgracia todo el mundo me está mirando, debo aguantarme cuanto pueda.
-Buenas noches, siento haberme atrasado tanto, llegué incluso más tarde que la familia posiblemente más importante del colegio, por favor, disculpen a esta pobre huérfana pobre. -Se disculpó la persona en la puerta.
Y yo me quedé paralizado, mi cerebro por un momento no procesó lo que veían mis ojos.
Ante mi se encontraba la encarnación de la plata, su pelo era como una cascada de plata que brillaba a la luz de la luna llena en una noche de primavera, sus ojos eran como rubíes de un rojo amable y benevolente, su piel era más fina que la porcelana más cara jamás creada y su vestido parecía de novia, pero era más como esos típicos vestidos que llevaban algunas madres para opacar el vestido de su hija en su boda. Llevaba unos tacones de plata de cristal que dejaban las uñas de sus pies pintadas con esmalte de plata, vestía también un corset de plata que referenciaba a las enredaderas de un castillo de ciervos octogenario y unos brazaletes con el mismo patrón.
Nuestras miradas se cruzaron.
Yo me sentía atraído por esos interminable ojos escarlata rubíceos, pero Dembliromo enfadado la mandó a sentarse rápidamente y los dos volvimos a la realidad.
Todos comieron como un gay comería pollas después de no tener sexo en dos días y cuando terminaron de comer lloraron de felicidad, después de secarse las lágrimas el director habló.
-Bueno, hoy íbamos a empezar la presentación de clases y la selección de sombreros, pero como se ha hecho tan tarde es imposible, por hoy os mandaremos a todos a las habitaciones para invitados, dormid bien y mañana haremos todo como se debe, cabronazos.
Con esas palabras el director dejó caer su cabeza sobre el escritorio papal, no se si por el sueño o por desmayarse, ¿no es el sueño una especie de desmayo, la estrellas soñarán, las estrellas soñarán con tetas?
Con esa reflexión todo el mundo abandonó la sala por hoy, pero yo solo podía pensar en tetas y en las dos enigmáticas chicas que vi hoy, me sentía atraído por ellas, no se en que sentido, pero desde luego si que me sentía atraído por sus pechos, de eso no cabe ningún tipo de duda, es una certeza, es tan verdadera mi atracción hacia esos pechos como que el sol sale cada día, pero el sol sale cada día hasta que no haya sol por que explotará en algún momento del futuro y eso lo convertirá en una enana blanca, ¿mi afirmación quedará invalidada cuando ese día llegue? No, estoy convencido de que mi amor por los pechos supera la barrera del sol, la barrera de Dios y la barrera de los hombres.
Con esa firme convicción abandoné felizmente la sala junto a Mili y Hugo.
Fin del primer capítulo: La inserción en el vagón nueve y tres cuartos.
