Capítulo I: Noche de tormenta.

Cuando has logrado tus objetivos, ¿Qué sigue después?, bueno esa pregunta ha estado carcomiendo a Sebastian desde que finalizó su contrato con aquel niño, aquel joven conde que tenía un alma exquisita que está seguro de que nunca volverá a encontrar, ¿o tal vez sí?

[Londres, Inglaterra, marzo del 2024]

La noche tormentosa, un pequeño bebé llora fuera de la catedral. Sebastian después de años ha logrado pasar al mundo mortal sin necesidad de una puerta, todo Inglaterra ha cambiado demasiado desde la última vez que estuvo en el mundo mortal.

Sebastian se acerca por curiosidad a la fuente del sonido, encuentra a un bebé dentro de una caja de cartón, las puertas de la catedral están cerradas y con el ruido de la lluvia y los truenos de la tormenta es casi imposible escuchar el débil llanto del bebé, no parece tener más de dos semanas de nacido, es pequeño y parece tener problemas para respirar, hay un ronquido marcado en su pecho y la pequeña respiración es inestable.

Sebastian al tomar en brazos al bebé siente algo que nuca habría imaginado sentir en toda su inmortal e infame existencia, esa pequeña alma que late en el bebé es una que reconoce de inmediato, su pequeño conde, un alma que disfrutó y que ha tenido la dicha de volver a encontrar.

Sin perder tiempo el demonio busca el hospital más cercano, pide asistencia médica para el bebé, informa que lo encontró abandonado fuera de la catedral sin ninguna nota sobre quienes podrían ser los padres del niño, la enfermera de turno recibe al bebé y hace el llamado protocolario a las autoridades, le pide a Sebastian que espere para que haga nuevamente su declaración a la policía y poder comenzar la investigación correspondiente.

Sebastian se queda esperando en las sillas incómodas del hospital, las paredes blancas no le gustan, pero debe ser paciente, toma un poco más de una hora, un hombre de la tercera edad junto a dos más jóvenes llega al edificio, lo llaman para confirmar su identidad.

Las preguntas son aburridas para Sebastian, responde todo de forma mecánica, algunas preguntas se repiten para comprobar si dice la verdad y si mantiene una declaración consistente, cuando parecen satisfechos envían un aviso a la base central para comenzar con la búsqueda de los padres, revisan en los registros sobre algún bebé extraviado o secuestrado sin encontrar nada que coincida con el bebé.

Finalmente, uno de los oficiales que fue a investigar a los alrededores de la catedral informa haber encontrado el cuerpo de una adolescente flotando debajo del puente, al parecer cometió suicidio y encontraron el celular de la joven en el puente, un agente de ciberseguridad comienza a analizar el dispositivo, identifican a la joven como Lisa Chambel, 15 años, en los mensajes había un registro de una conversación de ese mismo día unas horas antes de ser encontrada.

Ella es la madre del bebé, los registros incluyen fotografías del infante, el otro contacto es el padre del bebé que ha negado la legitimidad del niño, además de informar por mensajes que se iría del país para continuar con su formación académica en Francia, lo cual orilló a la joven madre a cometer suicidio ya que los padres de la joven estaban fuera del país por asuntos comerciales y volverían hasta dentro de dos meses, la joven estaba al cargo de un tío que al parecer no estaba al tanto de la existencia del bebé.

Ella lo dejó en la catedral donde las monjas podrían cuidarlo hasta conseguirle un hogar mejor y unos padres correctos, comienzan el registro para enviar al bebe a un orfanato local cuando le den el alta, pero Sebastian está en contra.

-"Quiero ser el padre del bebé, yo lo traje al hospital, yo pagaré los gastos, los orfanatos no me generan confianza, además el bebé es muy pequeño y en el orfanato hay demasiados infantes para que las cuidadoras puedan prestar atención al bebe que necesitará medicamentos a ciertas horas y cuidados más exhaustivos"- Sebastian argumenta esperando la respuesta de los policías.

La enfermera de recepción está a favor de Sebastian, cometa la situación a varios residentes y doctores del mismo hospital haciendo una excepción y logrando así dejar la custodia del bebé en manos de Sebastian, crearán el registro oficial del bebé y esperan a que Sebastian decida el nombre para su hijo.

-"Ciel, Ciel Michaelis"- Sebastian dice el nombre sin dudarlo, borrando el legado maldito de los Phantomhive, el pequeño Ciel tendrá la vida que debió haber vivido, Sebastian se asegurará de eso.

La estadía de Ciel en el hospital es larga y Sebastian se siente impaciente incluso para él la espera para volver a ver esa alma tan especial que alguna vez tuvo el placer de consumir parece eterna, finalmente después de 72 horas le permiten ver a Ciel, el pequeño bebé está en una incubadora, Sebastian tiene que usar un traje azul y mascarilla ya que es el área de cuidados intensivos para infantes.

Sebastian abre con cuidado uno de los espacios de la incubadora para extender su mano y tocar la suave mejilla de Ciel, es un toque ligero como las alas de una mariposa, la carita regordeta y tierna del bebé se arruga ligeramente haciendo un suave puchero por la mano ligeramente más fría que lo toca.

-"Ya pequeño… Nos hemos vuelto a ver, mi lord. No… mi hijo, mi Ciel"- Sebastian habla, se siente tonto, pero de alguna manera no le molesta estar haciendo el ridículo frente al bebé.

Sebastian utiliza todo el tiempo permitido para estar cerca del bebé, hay muchas cosas que Sebastian debe aprender del nuevo mundo, principalmente en el ámbito médico ya que ahora hay más oportunidades y tratamientos para el asma, el pequeño Ciel no podría ser tan perfecto, ese débil cuerpecito es igual de perfecto que el original, Sebastian suspira cuando escucha los pasos de una de las enfermeras del área neonatal.

-"¿Tan pronto? No creo poder separarme mucho tiempo de él"- Sebastian comenta cuando la enfermera se acerca, la mujer parece comprender, pero el bebé necesita recuperarse, le brinda el horario de visitas para que Sebastian pueda volver a la mañana siguiente.

Son semanas en las que Sebastian tiene que ir al hospital, también hace las formalidades para comprar cosas para Ciel, adapta una casa decente, no muy pequeña pero tampoco una mansión, la habitación de Ciel es en tonos cálidos y neutros, Sebastian tiene un escalofrío cuando finalmente dan a Ciel de alta, claramente debe haber un seguimiento en la salud del bebé y la siguiente cita será en un mes aproximadamente.

Una vez en casa Sebastian siente que le falta el aliento, finalmente están solos, finalmente puede sostener al bebé sin una enfermera vigilando y finalmente puede sonreír. Por primera vez en su existencia Sebastian siente lágrimas empapar sus mejillas, pero no le importa, lo único que le importa es ese pequeño corazón latiendo contra su pecho.

Sebastian se toma un momento para admirar al bebé, se quedan así por unos momentos antes de finalmente moverse de su posición, lleva al bebé a la habitación donde deja las cosas que le fueron entregadas en el hospital, es momento del primer biberón en la comodidad del hogar, Sebastian es diligente y deja el biberón a la temperatura adecuada y sostiene con delicadeza la cabeza de Ciel para que no tenga dificultades al pasar la leche desde la tetina del biberón.

Ciel parece muy animado bebiendo del biberón, termina las cuatro onzas de leche, sin esperar mucho Sebastian lo coloca suave y gentilmente sobre su hombro para comenzar a dar suaves palmadas en la pequeña espalda del bebé, frota en círculos hasta que escucha un eructo satisfecho, va por el chupete que dejó previamente esterilizado antes de ir a recoger a su hijo al hospital y lo ofrece al bebé para que no se lleve sus propias pequeñas manos a la boca.

Ciel parece calmarse muy bien con el chupete, no tarda en cerrar sus ojitos y tomar la primera siesta en casa y en brazos de su padre, Sebastian no tiene la voluntad de llevar al bebé a su cuna, se queda con el bebé en brazos por horas que para él son tan efímeros que los siente como minutos, la paz se interrumpe con un sonido en el techo, Sebastian lo sabe y reconoce ese maldito olor a incienso y flores para difunto, además de esa risa que le pone los nervios de punta.

-"¡Sebas-chan!"- Sebastian no lo piensa y arroja el florero directamente a la fuente del ruido mientras comienza a mecer con suavidad a su bebé durmiente, mira con odio y fastidio a la pelirroja frente a él.

-"Guarda silencio, mi hijo duerme."- El demonio revisa que el bebé esté descansando antes de dejar un suave beso en la coronilla del pequeño, lo arropa mejor evitando que el calor escape de su pequeño cuerpecito.