Ranma 1/2 no me pertenece. Todos los derechos están reservados a su autor original, Rumiko Takahashi. Esta obra es escrita sin fines de lucro. One shot AU basado en la canción 20 cm de Tomorrow X Together.
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20 cm.
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Caminaba al lado de la joven más bella e increíble que jamás haya podido conocer. Estaban en la época del Sanno Matsuri, por lo que ella vestía un yukata de color rosa, mientras que su pelo corto estaba adornado con una diadema blanca. La joven tenía en sus manos un bolsito tejido de color negro, al igual que el peluche de un puerquito con una bandana amarilla, y admiraba con esos ojos tan hermosos la delicada decoración del templo.
Akane Tendo, su mejor amiga desde la infancia, era una chica sumamente atrayente para muchos hombres. Ya tenía diecinueve años, y se encontraba estudiando la universidad en el mismo instituto que él. Se conocían desde pequeños, gracias a que, durante una excursión en el jardín de infantes, ambos se perdieron en el museo al que asistieron. Desde ese acontecimiento, se volvieron cercanos. Compartieron muchas cosas, como por ejemplo, peleas con otros niños. O también las veces en las que organizaban pijamadas para poder ver sus caricaturas favoritas.
De hecho, ambos entrenaban artes marciales gracias a que sus padres, curiosamente, fueron amigos de la infancia. Entrenaban comúnmente en el dojo del padre de Akane, y cada vez que lo hacían, terminaban discutiendo amistosamente. Les encantaba retarse, pero aunque pareciera que se peleaban, lo cierto es que no era así. Todo iba bien durante su niñez, porque se consideraban como la uña y la mugre. No había ni un solo día en el que no se hablaran, en el que no compartieran sus secretos más íntimos, como las pequeñas travesuras que hacían a escondidas de sus padres.
Pero luego, la adolescencia les comenzó a golpear fuertemente a los dos.
Akane empezó a experimentar un proceso de crecimiento distinto. Su cuerpo se encontraba en pleno desarrollo, y su estatura creció. En cambio, para Ranma todo fue distinto. No había logrado dar el estirón de manera adecuada, estancándose en el metro con sesenta centímetros que Akane medía. Y bueno, se le veía escuálido, sin fuerza. Akane, a diferencia de él, se veía más grande, y poseía fuerza y rapidez.
Pero así como los cambios en el cuerpo se esperaban, Ranma debió haber previsto que también los sentimientos serían distintos.
No sabía desde cuando, ni porque, pero su corazón había comenzado a latir por Akane. Cada vez que la veía sentía las dichosas mariposas en el estómago, y sus sonrojos comenzaron a ser evidentes. Claro que lograba disimularlos bien al inicio, pero con cada día que pasaba, le era más y más complicado. Eso dificultó su relación con su amiga, porque decidió que era mejor poner distancia. Sabía que eso le hacía daño a ella, y que no era lo mejor. Pero si que lo era.
Y claro, todo desencadenó una serie de dilemas. Akane, por su parte, comenzó a ser pretendida por los chicos, cosa que a Ranma no le agradaba. Pero, de nueva cuenta, le resultaba la mejor idea no hacer nada para evitarlo.
Cuando cumplieron catorce años, llegó una noticia devastadora para los dos: Ranma tendría que mudarse a China, por cuestiones familiares. No fue una decisión fácil, pero tuvo que acatar las órdenes de sus progenitores.
La despedida en el aeropuerto aún la tenía tatuada en su corazón, porque Akane no dejaba de llorar en sus brazos, lamentando tener que separarase. En ese día prometieron mantenerse en contacto, y así fue. Con la tecnología al alza, no era complicado mantenerse al día. Obviamente que se acompañaron, de manera virtual, a través de su crecimiento. Ranma le prometía que, algún día, volvería a Japón y así podrían volver a tener las mismas aventuras de siempre.
Y así fue. Hacía unos meses que había regresado a Japón a estudiar la universidad, por lo que su rencuentro se veía venir. La sorpresa fue mayor cuando ambos se enteraron que estudiarían la misma carrera en el mismo plantel. Casualidades que resultaban amenas para ambos.
Realmente estaba feliz, pues su llegada trajo de vuelta a los viejos amigos que eran.
—El festival es realmente lindo. ¿No crees?— Preguntó Ranma tratando de hacer ambiente entre los dos. Se suponía estaban en una salida de amigos, pero estaba planeando llevar las cosas al siguiente nivel. Solo que eran simplemente eso, planes. No había hecho nada en toda la noche, porque la timidez y vergüenza le estaban ganando la batalla.
Akane asintió. —Demasiado. Gracias por invitarme.— Sonrió con amabilidad, desarmando al chico de trenza.
Akane estaba feliz de estar al lado de Ranma. Lo había extrañado durante tantos años, aun cuando se comunicaban a través del internet, no era lo mismo. Para Akane, ese chico de ojos azules representaba una figura importante en su vida. Había sido participe de muchas travesuras junto a ella, y se habían visto crecer. Cuando Ranma le informó de su regreso hacia un par de meses se sintió en las nubes.
Ranma Saotome era más que un simple amigo para Akane. Ella se había enamorado perdidamente de él. Intentó frenar esos sentimientos, pero le fue imposible. Muchas veces rechazó a los chicos que le invitaban a salir, porque mantenía la esperanza de que, algún día, ella o él darían el primer paso para avanzar más allá. Porque no era ciega. Notaba como ese chico parecía caer rendido por ella, incluso, su padre y hermanas lo veían de ese modo. Sin embargo, no quería arruinar la amistad que durante años habían cultivado, por eso se detenía para intentar acercarse a él.
—Sabes que quería pasar el rato contigo. Por cierto, no pensé que te sobrepasaría en tamaño. Resultaste ser un gnomo.— Comentó burlándose de ella juguetonamente.
Akane se enfadó pero sin realmente enojarse. Desde que comenzaron la universidad y se reencontraron, Ranma solía molestarla con su altura. Si, ella se había estancado, pero en cambio, él creció demasiado. Algo que se veía venir para todos, pero aparentemente él no parecía ser consciente de ello. —Y tu creciste como una jirafa gigante.— Sacó la lengua.
—¡Boba!— Tomó el peluche del puerquito y comenzó a correr en dirección hacia una de las secciones apartadas del festival.
—¡Hey! ¡Devuélveme a P-chan!— Gritó Akane, siguiendo a su amigo y esquivando a las personas que pudiese.
Los dos corrían entre la gente con sonrisas divertidas. Se sentían como si estuvieran siendo los mismos niños de preescolar que solían retarse mutuamente. La brisa veraniega era refrescante, y las luces de los faroles brindaban un ambiente de total amenidad. Esa era la época preferida de ambos.
Ranma se desvió de camino, yendo en dirección hacia una pagoda cercana del templo. Akane le siguió jadeando. ¿Desde cuando ese chico escuálido y de menos fuerza se había convertido en un hombre bastante fuerte, rápido y alto?
—¡Devuélveme a mi P-chan!— Volvió a gritar sin temer que alguien los regañara, porque ya estaban quedándose solos.
Ranma entró a la pagoda, y una vez ahí, comenzó a esquivar los ataques de Akane. Patada tras patada, puñetazo tras puñetazo. —Que nombre tan patético. P-chan. Sigues siendo la misma chica torpe que no sabe poner nombres originales.
Akane seguía atacándole en círculos, pero era fallido. Ranma parecía evitar bastante bien los ataques que él le lanzaba. —¡Diablos! ¿Dónde estuviste entrenando?
—En China, cerca de unos manantiales. Te lo había contado por mensaje. Aparte de boba, distraída.— Se mofó, picando más el temperamento explosivo de su amiga.
—Ranma Saotome, ven acá.— Inútilmente saltaba para tratar de alcanzar el peluche de puerquito, pero el idiota lo estaba elevando con sus kilométricos brazos. —¡Jirafa!
—¡Duende!
—¡Ahora verás!
Akane decidió lanzar una patada lateral, pero esto fue un grave error. Perdió el equilibrio y cayó irremediablemente al suelo. En cuanto eso pasó, Ranma dejó el juego. Ese peluche de cerdito quedó tirado en el piso, y entonces él se apresuró a ayudarla a levantarse, con gesto preocupado en su rostro. Le tendió la mano, y cuando ella se la dio, él la levantó sin mucha dificultad. Quedaron cerca uno del otro, mirándose fijamente.
—¿Estás bien?— Preguntó él, un poco aturdido porque podía oler el shampoo que Akane usaba. Desde esa altura, ella se veía realmente adorable.
—Si...— Murmuró. No se había dado cuenta ni en el aeropuerto, pero Ranma le sacaba una diferencia bastante grande de estatura. —Vaya... ¿Cuánto dices que mides?
—Un metro con ochenta centímetros.— Respondió honesto.
—Me llevas veinte centímetros de ventaja.
Se miraron, envueltos en la cómoda quietud de la pagoda. Las lamparitas colgadas a los alrededores les brindaban una atmósfera única, casi romántica. Ranma ya no resistía más. Todas las noches sus sentimientos hacia Akane crecían como su altura, demostrando que su corazón era gigante y que no tenía fondo. Quería tocar su cabeza, necesitaba hacerle cosquillas con su barbilla. Ahora mismo los separaban veinte centímetros de diferencia, y eso no le agradaba. Era un poco vergonzoso, pero debía admitir que se sentía como un pez fuera del agua gracias a la altura que había adquirido.
—Akane... tú... ahm...— No sabía por donde empezar, porque no quería arruinar nada de nada.
—¿Si?— Sus mejillas se sonrojaron, y su estómago le indicaba que las mariposas se estaban liberando.
—Bueno... ¿T-tienes novio?
—¿Eh? ¿Por qué la pregunta?
Un poco apenado miró hacia otro lado, pero sin separarse de ella. —Es que... bueno... aunque nos comunicábamos, yo... bueno... no sé...
Soltó una pequeña risa. —No. No tengo ninguno. Ni siquiera he dado mi primer beso.
Ranma se sorprendió un poco. —¿De verdad?
—Si. ¿Y que hay de ti?— Un poco desconfiada trató de indagar en ello. Aunque prefería no saber, porque no estaba segura de poder soportar una verdad así.
—Estamos iguales.— Susurró. ¿Estaría bien si se acercaba un palmo más hacia ella?
—Vaya...
No dijo nada. Lo había decidido.
Tan pronto como su valentía le atacó, acortó los veinte centímetros que los separaban. Su cabeza se agachó, y unió sus labios con los de ella, cerrando los ojos por el extremo nerviosismo de lo que acababa de realizar. Pero lo que le sorprendió, fue que ella le correspondió abiertamente. Torpes comenzaron a mover sus bocas en sincronía. Ranma tocó la cintura de Akane, rodeándola con sus fornidos brazos. Y aunque su cuello estaba doliendo un poco por tener que agacharse para poder besarla, estaba dispuesto a pagar ese pequeño precio por la dicha que experimentaba.
Akane le rodeó con sus brazos el cuello, gustosa por lo que estaba ocurriendo. Trató de ponerse de puntitas para que Ranma se sintiera cómodo, pero él no se lo permitió. Adoraba a ese chico, porque nunca permitía que se arriesgara, o que siquiera hiciera un esfuerzo enorme. Era como cuando ella necesitaba bajar algún libro de los estantes de la biblioteca. El siempre le ayudaba.
Se separaron sin querer hacerlo realmente. Les faltaba el aire, y por lo tanto era mejor para ambos tomar un pequeño respiro. Con las mejillas sonrosadas, Ranma decidió armarse de valor. —Akane... Me gustas desde hace mucho tiempo. Este ha sido mi primer beso, y yo... bueno...
—Tú también me gustas...— Acarició sus mejillas, y esta vez, poniéndose de puntitas, comenzó a darle otro beso tierno a Ranma.
El chico de trenza, totalmente encantado, correspondió a aquella muestra de cariño. Sus labios se habían vuelto un tesoro que, estaba seguro, sería resguardado por él para siempre. Y cuando se les volvió a acabar el aliento, sus brazos se buscaron, fusionándose en un gran y cariñoso abrazo. Akane era pequeña, si, pero parecía estar hecha para amoldarse a la estatura gigante de Ranma.
—Me gustas.— Pronunció de nueva cuenta el chico.
—Y tu a mi.— Contestó, aferrándose más a su amigo, y escondiendo su cabeza en el fornido pecho de él.
Sonrió, mirando hacia el techo de la pagoda.
Desde ese momento en adelante, se aseguraría de no permitir que los separaran veinte centímetros de distancia.
Sanno matsuri: Celebración sintoista realizada entre el 7 y el 17 de junio.
¡Hola a todos!
Perdonen, pero quería sacar este pequeñísimo AU inspirado en la canción 20 cm de TXT. Es que en X mi timeline estaba invadido totalmente por imágenes RanKane comparando su estatura en el nuevo opening del remake, y la verdad, me acordé de esa canción. La letra quedaba perfecto para un AU, así que este fue el resultado. No es un relato largo, puesto que mi idea no era demasiado compleja, pero aún así me ha gustado como quedó. Y espero que a ustedes también les haya agradado.
De nueva cuenta les agradezco su apoyo. No me cansaré nunca de decirles que aprecio sus comentarios, favoritos y seguidos. Eso me alimenta y me da fuerzas para seguir escribiendo.
¡Que tengan un gran día!
Con amor, Sandy.
