—Estás deprimido — sentenció Atsumu al ver a Bokuto tendido boca abajo en su cama.
—No, yo ya no hago esas cosas.
—Esas cosas como ¿ser un ser humano? —preguntó Atsumu, dejándose caer al lado del otro. Repasó con sus dedos la espina dorsal de Bokuto hasta llegar a la nunca, donde empezó a masajearle el cuello con suavidad. Estaba tenso, lo notaba.
Kotaro se ladeó levemente a mirarle, con cierta cara de gusto por el masaje.
—He suspendido otra vez estadística y no sé qué hacer — anunció al fin el motivo de su disgusto.
Bokuto Giró sobre si mismo, poniéndose panza arriba y pensando en que ya estaba en cuarto curso y seguía arrastrando aquella asignatura de primer curso como una capa en su espalda, y no precisamente como un héroe.
—Pues le pedimos a Sakusa que te de clases otra vez y listos —Contestó Atsumu pensando en que a él le gustaba Sakusa. Le gustaba como le hablaba a Bokuto, Dándole órdenes y siendo muy claro y contundente.
Bokuto le miró con cara de cachorro apaleado. Él no odiaba especialmente a Sakusa Kiyoomi, pero ya le había hecho de profesor en tres ocasiones y...
—Es que me grita cuando no entiendo las cosas y mi cerebro se cierra más a aprender — se quejó el mayor. Las matemáticas no le entraban ni con colador, y cuando Sakusa hablaba de aquel modo aún se hacía todo más horrible y pesado.
Atsumu dejó escapar una risa divertida. Realmente aquellas escenas le parecían atractivas. Puso su mano sobre el pecho de Bokuto y le acarició hasta llegar a su abdomen. Se acercó a besarle y deslizó sus dedos desde la cadera de Kotaro hacia abajo.
—Atsumu — se quejó Bokuto con una voz infantil y le apartó la mano de encima mientras se incorporaba y evitaba aquel beso —. No es que no quiera que me toques, pero es que no tengo ganas...
—Pero ¿no decías que no estabas triste?
—Ya pero si soy un ser humano — Bokuto estaba en el punto del berrinche.
Estudiaba psicología, estaba sacando buenas notas en todo y tenía muchas ganas de poder graduarse, especializarse en niños con TDAH, TEA y otros trastornos que muchos profesionales medicaban. Él había sido un niño medicado, dificultándole lidiar con su trastorno una vez adulto. Y todo el mundo se quejaba ¿por qué no eres funcional? "Por qué en vez de ayudarme me dieron metanfetamina y se olvidaron que no podían darme eso para siempre".
Y solo había tenido que aprender a lidiar con emociones, sensaciones y dificultades del día a día...
— Joder, siempre igual — se quejó Atsumu dándose la vuelta en la cama sin mirar a Bokuto y haciéndose una bola en la cama.
Toda aquella historia con Bokuto había empezado genial, pero cada vez que se ponía un poco sensible todo se iba a la mierda. Las múltiples veces que de golpe, en mitad del sexo, Bokuto se deprimida pensado en cualquier situación y tenían que parar. O ni siquiera follando ya, sólo en salidas a restaurantes, fiestas, cualquier cosa, implicaban acabar por ver a Bokuto Kotaro decir que quería irse a casa ya. Todo se quedaba a la mitad... Y estaba claro que no siempre era así, pero muchas veces Atsumu se tenía que callar, olvidarse de lo que él quería y priorizar las necesidades del otro. Se suponía que las relaciones iban a favor de los dos miembros de la relación, eran una negociación, no siempre lo que Bokuto quería.
Era fácil tener paciencia cuando el enamoramiento incipiente hacía que se volviera loco por aquellos ojos dorados, pero poco a poco se le iba haciendo todo una bola demasiado grande para digerir. Parecía que Bokuto solo estuviera dispuesto a arrastrarlo a sus vaivenes emocionales, sin tener en cuenta que quería Atsumu. Porque no, no era cosa solo de no follar o de dejar una cena groumet a la mitad.
—Es que no estoy de humor y... — Kotaro se volvió a sentar en la cama y le acarició el pelo a Atsumu, que le miró de rojo.
Bokuto se tendió en la cama y le abrazó.
—¿Y algún día estarás de humor para mí? — se quejó el Miya sin devolverle el abrazo, pero tampoco rechazándole. Bokuto Le besó en la nuca poniéndole cachondo por algo que claramente no iba a ir más allá—. Vamos a cocinar algo, Samu no nos ha dejado tapers y hoy no estará en casa...
Bokuto recordó la última vez que habían cocinado juntos, en los que una sartén se había prendido y habían acabado por discutir por quien se hacía cargo de aquello. Seguramente él había sido el responsable irresponsable, que encendió el fuego y se fue... Asumía sus responsabilidad en todo aquello, por eso prefería hacer las cosas de otro modo.
—¿Vamos a comer algo al izakaya? Y mejor dejamos estar lo de cocinar — acabó la frase en su cabeza "antes de volver a discutir". Porque todo aquello a Bokuto se le hacía también bola. Para que mentise, a veces hasta tenía miedo de decir lo que pensaba con completa franqueza.
Atsumu se giró sobre su cuerpo y miró a Kotaro. Le besó, aún estirados el uno pegado al lado del otro en aquella cama, deseándole y sintiéndose absurdo.
—Pagas tú.
El izakaya al que Bokuto se refería estaba al girar la esquina. Era un local sencillo y pequeño, con una barra estrecha. Sentados el uno al lado del otro pidieron unos yakisoba y esperaron hablando de él próximo partido que jugarían el equipo de sus respectivas universidades. A Atsumu le gustaba la idea de que se enfrentarán en cierto modo, pero sabía que si su universidad perdía estaría de profundo mal humor.
Por contra si la universidad de Bokuto era la perdedora, el estado de ánimo se iría por los suelos y no querría que le hablasen en dos o tres días mientras "gestionaba" su fracaso mirando el techo y literalmente no haciendo nada. Y aquello aún le ponía más enfermo.
—Promete que no te deprimirás si te gano — Le sugirió Atsumu. Él estaba dispuesto a contener su mal humor si perdía, porque a pesar de todo quería a aquel imbécil.
— ¡Ah! Ya sé — Le cortó de golpe Bokuto como si no estuviera escuchándole. Solo que si lo hacía mientras su mente divagaba entre siete cosas más—. AKAASHI SIEMPRE ME AYUDABA EN EL INSTITUTO CON LAS MATEMÁTICAS.
—¿Akaashi? ¿El Akaashi de Samu? —preguntó Atsumu un poco irritado por el repentino cambio de conversación.
—Si —Bokuto ya estaba cavilando en como contactarle. Con Akaashi la estadística estaría aprobada en la recuperación y no tendría que repetir aquella asignatura otro tedioso año— y no puedo prometer te que no me deprima más allá de ¿Tu puedes prometer que no te pondrás de pésimo humor si te gano?
—No es tan factible que ganes ¿sabes?
—No es tan probable que seas consciente de la realidad que vas a vivir jugando contra nosotros— insistió Bokuto.
Era la primera vez que se enfrentaban y sabía perfectamente que él no quería perder delante de Atsumu. En su equipo ya no estaba Akaashi, claro, ni Sarukui, ni Washio, ni siquiera Onaga. Pero seguía teniendo a Konoha y a Komi, sin contar que sus otros compañeros no se quedaban atrás. Para Bokuto, el juego nunca era un uno contra uno, aunque sabía de su valor, también era consciente del de todos los demás. Se sentía tan orgulloso de él mismo como de sus compañeros.
La chispa en la mirada de Bokuto. Cuando sus ojos dorados mostraban aquel brillo especial, Atsumu no podía evitar sentirse más y más atraído hacía él. Todo, hecho una bola de emociones confusas se desdibujaban, para comprender por qué aquella relación tenía sentido.
Atsumu se mordió el labio con la mirada fija sobre Kotaro, haciendo que este se riera. Miya sonrió con seguridad, fuera un llorón o no, tuviera ganas o no, en aquellos momentos Bokuto Kotaro era suyo. Podía negarse mil veces porque estaba triste, pero al final era tan fácil como hacerle olvidarse de qué le había puesto triste.
— Te qui... —empezó a decir Bokuto antes de que Atsumu le agarrara por la camiseta y le besara cortándole las palabras.
Separaron sus bocas para pedir que les pusieran el pedido para llevar.
Subieron al piso, dejando los yakisobas empaquetados sobre la isla de la cocina. Atsumu le quitó la camiseta a Bokuto abocándose sobre su cuerpo, mordiéndole el cuello y colando sus dedos por sus pantalones. Acarició sus nalgas con intensidad. Bokuto dejó escapar varios jadeos, sintiendo la respiración del otro sobre su cuello.
Caminaron besándose y tocándose por encima de la ropa hasta la habitación.
—Ponte tú encima — ordenó Atsumu.
—No, yo no…— se quejó Kotaro. Estaba bien que cambiasen las posiciones, pero a Bokuto siempre le costaba más tomar el rol activo. No era que no le gustase, pero si tenía que elegir no, no lo elegía nunca.
Miya le empujó sobre la cama. Si iba a tener que hacerlo todo él otra vez, lo haría cómo él quería. Se quitó pantalones y calzoncillos. Bajó los pantalones del otro, sentándose sobre él, sintiendo la erección de Bokuto rozándose sobre la propia piel. Volvió a besarle antes de quitarse la camiseta y aferrarse a él.
Atsumu alargó el brazo, palpando sobre la mesilla de noche en busca de la caja de los preservativos, sin dejar de besar a Bokuto. Sus dedos se aferraron a la caja, que vació sobre el colchón sin mirar, para coger un profiláctico. Lo abrió con los dientes, sin apartar la mirada del otro hombre.
—Tsum tsum ¿por qué siempre como tú quieres? — preguntó con voz dulce Kotaro, sintiendo como Atsumu le ponía el preservativo y se sentaba sobre él. El pene de Bokuto entró en el cuerpo de Miya.
— Porque nunca te impones, — contestó Atsumu dejando escapar un jadeo. Una leve sensación dolorosa por la primera penetración, dio lugar a una placentera ascensión. Decía que siempre era como él quería, pero él siempre sentía que todo era como Bokuto quería—. Hazlo y haremos lo que tú quieras.
Bokuto le agarró por las caderas, redirigiendo el ritmo de subir y bajar de Atsumu a su gusto. Fijándose a si mismo en las caras de su pareja, buscando el punto medio en que ambos disfrutaran de aquello. Kotaro le rodeó por la cintura, y empujó a Atsumu, penetrándole más profundamente. Levantó el cuerpo y lo abocó contra la cama, cambiando la posición y colocándose sobre él, dándole exactamente lo que había pedido. Atsumu se agarró a las sabanas dejando escapar sus gemidos a cada embestida.
Cuando terminaron Bokuto volvía a sentirse miserable. No era que el sexo no hubiera estado bien, lo había estado de hecho. Pero se sentía manipulado una y otra vez, como si cada situación fuera redirigida a voluntad de Miya.
Aquella noche, en la mesa de un fast food Bokuto repartía sus cuatro hamburguesas, poniéndolas en orden de preferencia mientras pensaba en aquello ¿Cómo lo hacía Atsumu para que él siempre acabara haciendo lo que quería?
Si a las hamburguesas se refería, primero se comía las que tenían la salsa que más le gustaba, para continuar con las que tenían sus ingredientes favoritos y por último la que reunía todas las cosas juntas.
—Para eso pide cuatro iguales ¿no? — dijo Konoha que apenas había pedido una hamburguesa y no entendía como o porque Bokuto comía tanto.
—Deja vivir a la gente Konoha, no todos somos pobres — Le sentenció Komi que también había pedido cuatro hamburguesas. Pero en su caso las cuatro eran iguales. Con doble de bacon y mucho queso. En el caso de Komi, ni llegar al metro sesenta, pero quemaba la energía solo con respirar y todos aceptaban que necesitaba comer por cinco o se autodigería.
Empezaron a discutir sobre tonterías y la tendencia a comer de más que al final llevaba a TCAS. Como la mayoría de veces, Komi tomaba una parte real científica y la distorsionaba con su discurso volviendo loco a Konoha. Así mismo, Akinori terminaba formando su opinión en términos reales pero compartiendo muy poco de lo que pensaba de verdad.
A su lado Kuroo Tetsuro se reía, con una única hamburguesa preguntándose donde diablos metían Bokuto y Komi tantísima comida. Si bien era verdad que eran deportistas, no distaba de Konoha o de él...
Estaban allí tras un entrenamiento de la universidad.
— ¿Os puedo preguntar algo? — dijo de golpe Bokuto ignorando completamente la conversación ajena. Se sentía preocupado.
Kuroo asintió fijándose en la cara de preocupación de Kotaro, que miraba las hamburguesas que él mismo había pedido casi desganado.
Bokuto miró a los otros dos, que se miraban con cierto desagrado. No era raro, Konoha y Komi se amaban y se odiaban como dos hermanos que no pueden estar juntos pero tampoco separados.
—El caso es que Atsumu y yo ya solo discutimos y... No sé qué hacer—Empezó a decir Bokuto. No se sentía feliz con aquella relación, sin embargo decir que no quería seguir allí era hablar de más — ¿Debería dejarlo? O ¿Debería encerrarle en una habitación, atarlo en una silla y obligarle a hablar?
—Eso segundo puede ser sexy pero delictivo — sentenció Konoha.
Komi negó con la cabeza.
—¿Como es el sexo? — Le cortó Komi.
—Ausente porque el siempre...
—Déjalo — Le cortó sin más el libero. Para él una relación con poco sexo era una tontería, si sólo quería un amigo tenía solo un amigo.
—Pero no seas bruto — sentenció Konoha. Aunque en su mente se imaginaba que si Tomoko y él dejarán de follar, mayoritariamente discutirán únicamente y la relación sería más agria que dulce.
—No sé, también te tiene que aportar algo bueno ¿no? — Kuroo intentó reflexionar en voz alta. El sexo podía parecer importante, pero para él no era su prioridad— ¿Tu que sientes?
—Yo le quiero, creo.
—Mira, a veces las cosas no son ni blancas ni negras, pero yo te digo si ya no folláis es que ahí hay un problema gordo y con vientres años no es para ir a terapia de pareja, la vida es muy larga— añadió Komi sin dejar hablar a nadie.
Todos lo miraron antes de hablar, esperando a que se metiera algo en la boca. "Cabe la posibilidad de que intente hablar con comida en la boca y nos salpique" pensó Konoha, por lo que se mantuvo callado.
Bokuto dejó ir un suspiro. Miró su hamburguesa favorita, la guardaba para el final pero... Tomó un bocado de esta saltándose su ritual para después continuar con la de salsa barbacoa como si no se hubiera permitido aquel capricho.
—Bueno, antes Atsumu era tu hamburguesa favorita, pero ahora sólo hay salsa barbacoa creo — dijo Kuroo observando a Bokuto. Quizá Komi y Konoha no entendían nada, pero Kotaro sí lo hacía.
—Si, yo creo que eso es lo que te pasa interpretando lo que dices — Konoha creía ver por dónde iba el punto. Si bien él amaba discutir con su novia, y a Tomoko le encantaba discutir también claro. Bokuto no era de disfrutar las discusiones hasta el límite y desear besar a su pareja sólo porque le llevase la contraria—. Se ha ido eso del principio, el enamoramiento principal y estas cuestionando si el afecto merece seguir con algo que ya no está al 100% ¿no?
Bokuto tragó y le Miró reflexionado vagamente si eso podía ser posible. No tenía ni idea. Para él lo del sexo con Miya era una fantasía, iba bien cuando pasaba pero es que no parecían coordinarse nunca para que funcionase bien y no fuera un poco forzado...
—No sé, la verdad es que yo solo quisiera que me entendiera un poco más pero es que hablo y se irrita — la voz de Bokuto sonaba como un lamento.
— Pues déjalo, que la vida es muy larga y solo llevas un cuarto de esta vivo — sentenció Komi metiéndole su hamburguesa favorita en la boca e ignorando que tenía otras tres diferentes en la mesa.
Konoha negó con la cabeza y Kuroo empezó a reírse. Las cosas parecían simples en la teórica, pero a la práctica… Ya era harina de otro costal.
NA:Yo pido perdon, porque literalmente escribo de dos maneras:
1. Aporreando el teclado del pc con lo primero que se me cruza con la cabeza.
2. Escribiendo en el transporte publico con el movil de forma abrasiva hasta el punto de que se muere la pantalla.
Como conclusión, a veces no pienso, pero en ambas cosas hay ARTE intrinseco en sentir sin más lo primero que se me pasa por la cabeza. Y bueno lo disfruto, pero a veces parece no tener coherencia. Pero solo lo parece porque tengo una mente privilegiada que me hace conectar el tocino con la velocidad, ya que el cerdo corre y se pueden medir las pulsaciones a través de un electrocardiograma.
En resumen muy resumen, que perdón por escribir esto, pero no me siento culpable. Trabajo muchas horas, tengo una lesión de espalda, una reunión de sesiónes clinicas en el trabajo pero yo solo pienso en Bokuto y Atsumu follando como cerdos.
Me voy a hacer la Sunación. Bai.
