Hello gente estas semanas he sido una persona muy feliz después de enterarme del Remake de Ranma , que es la razón por la que inicié a leer mangas y honestamente es gracias a su "final" que me dejó deseando un verdadero cierre; que empecé en el mundo de la escritura.
Para aclarar ni Ranma 1/2 , ni ninguno de sus personajes me pertenece, ellos son de la grandiosa (y algo sádica) Rumiko Takajashi.
¡La amamos!
Deseo
Sus manos grandes y callosas recorrían su piel dejando a su paso un calor insoportable, despertando una necesidad en su bajo vientre que amenazaba con consumirla, entre jadeos guturales, Akane trataba de recuperar la cordura que perdió en el momento que su impetuoso y muy torpe prometido la había besado.
Akane sabia que lo que estaban haciendo estaba mal, que ellos no habían aclarado nada, que Ranma aún tenía al trio de locas y autoproclamadas prometidas tras él y que ella misma estaba más confundida de nunca, que lo que hacían iba contra la moralidad que tanto su padre como su hermana mayor Kasumi se habían encargado de inculcarle desde niña.
Pero ni todas esas razones, una más valida que la anterior podrían detener lo que estaba sucediendo entre esas cuatro paredes en aquel viejo templo…
5 horas atrás…
Akane caminaba cabizbaja, ese día había sido una completa locura desde que pisaron ella y su prometido las Instalaciones del Furinkan. Primero el director había aparecido diciendo un montón de tonterías como siempre, pero que aun así había alterado a todo el cuerpo estudiantil.
—Ya lo escucharon mis queridos jóvenes…JA JA JA— dijo el director desde el improvisado pódium que había armado a la entrada del colegio.
—Este año nuestra querida y muy digna institución participará en la famosa competencia de la semana cultural interescolar; tendremos visitantes de muchas escuelas, por lo que cada curso deberá organizar una actividad en su salón. —de la nada apareció una pantalla gigante por detrás el director, donde apareció una proyección de cortos videos de lo que había sido las semanas culturales de los años anteriores.
En los videos se podía apreciar el esfuerzo de los alumnos; drásticamente lo que había iniciado como videos de estudiantes felices y disfrutando de múltiples actividades, se convirtió en un video lúgubre donde aparecían los testimonios del sufrimiento de los participantes.
Participante 1: apreció un chico en pantalla con un uniforme escolar, sobre su rostro habían aplicado un filtro de distorsión para proteger su identidad, pero ni ese filtro podría cubrir del todo las múltiples heridas, él chico parecía ido y no para de repetir; —"no paran de llegar", "no paran de llegar"…. "no paraaaan….". — el chico lo repetía abrazándose a sí mismo y dando la apariencia de un loco trastornado.
Después del chico en el video, aparecieron otros jóvenes en igual o peor condición. Y antes de que nadie pudiese decir nada, el director había desconectado el proyector y reía como loco.
—Oh mis queridos muchachos, no presten atención a…. —antes de que el director pudiese completar la oración un apuesto joven de trenza se había lanzado sobre él y cayendo de pie sobre la cabeza del director lo había enviado al suelo.
—Ja, ¿Qué le hace pensar que participaremos? —dijo Ranma con tono desafiante y sin bajarse de la cabeza del director.
—Saotome… —gruño el director poniéndose de pie rápidamente. —Lo tendrán que hacer muchacho o si no…
—¿O si no qué? —preguntó el trenzudo cruzándose de brazos.
—¡Todos van a reprobar!… JAJAJJA —anunció el director en un megáfono. —Y si repruebas el pelo te cortaré.
Dijo el director mientras sacaba sus maquinas de cortar el cabello y perseguía a lo loco a Ranma.
Al resto de alumnos y a Akane se les resbaló una gotita de sudor en la cien.
—Esos dos no cambian… —murmuro Akane con algo de fastidio y sin darle más importancia fue con sus amigas y compañía al salón.
Al llegar al salón todos estaban tratando de dar su opinión sobre que deberían hacer.
Algunas chicas proponían hacer un karaoke, pero la idea fue rechazada por los chicos, otros decían que una obra de teatro estaría genial, pero al ver que nadie quería esforzarse tanto lo dejaron de lado.
—¿Y si hacemos un café temático? —preguntó Sayuri.
Todos la miraron y nadie tuvo nada que decir.
—Yo podría hacer mis deliciosos okomiyakis. —Dijo Ukyo, pensando que podría salir beneficiada en más de una forma con esta idea.
—Eso estaría bien… ¿pero cuál sería la temática?
—¿De mucamas y mayordomos? —dijo Hiroshi, imaginando como lucirían las chicas en faldas cortas de volantes y corsets ajustados.
Las chicas lo fulminaron con la mirada, al ver como algo de baba se escurría de su boca, mientras el chico seguía fantaseando.
Akane rodó los ojos, pero la idea en general no le pareció tan mal.
—Ya sé. —gritó Yuka. —Podemos hacer un café temático de la era feudal, con mikos y onis.
La idea complació a todos y activo su espíritu de trabajo.
Después de eso todo empezó a organizarse, desde el menú, hasta que otras cosas podrían ofrecer a sus visitantes.
Yuka que había sido la delegada para anotar que puesto ocuparía cada uno; se acercó a Akane que en ese momento algo distraída observaba a través de la ventana.
—Hey Akane, que papel quieres desempeñar, ¿miko u oni?
Ranma que ya había regresado de su encuentro con el director, rio de lado maliciosamente, pensando en jugarle una jugarreta a su prometida.
—No entiendo para que le preguntas Yuka, es bastante evidente que papel debe tener ella…
Akane que hasta entonces no había dicho nada miró fijamente a su prometido, como esperando a que soltara una tontería.
—¿Qué papel debería tener? —pregunto con inocencia Yuka, creyendo que por fin Ranma diría algo amable de su prometida.
—Es obvio… un oni malhumorado y muy violeto… JAJAJA —rio Ranma, chocó su mano con su palma como si se hubiera dado cuenta de algo muy importante. —Es una oni con habilidades especiales, la oni venenosa que convierte cualquier cosa comestible en una peligrosa arma mortal…
—Ja… como si me importara lo que un baka como tu dice —dijo Akane muy dignamente, mientras giraba su rostro a otra dirección.
A todos se les escurrió una gotita de sudor por la nuca al ver a Ranma enterrado en el suelo con un mazo de más de 50kg en la cabeza, él pobre tenia remolinos en los ojos y parecía como si le faltaran un par de dientes…
—Se…serás una miko. —dijo Yuka algo nerviosa.
Akane asintió ya un poco más relajada.
Luego de ese episodio las cosas no hicieron más que empeorar, cuando llegó la hora del almuerzo todas las auto aclamadas prometidas aparecieron, exigiendo tener una cita con Ranma. A esa aparición se le sumó Kuno, queriendo "salvar a su amada fierecilla de las garras del mujeriego Saotome" y como cereza del pastel de locura, el maestro Hapossai salió de la nada cargando un gran bulto de su recién adquirida nueva colección y con una multitud de chicas enfurecidas tras él.
Akane fue espectadora de todo y a diferencia de otras ocasiones, esta vez solo le dio la espalda al caos en el que Ranma casi siempre se veía envuelto.
Y se marchó.
Ranma sabía que las cosas con Akane no estaban bien…
Después de la boda fallida él imaginó que las cosas entre ellos avanzarían y que, de apoco esos muros de orgullo que ambos habían construido para protegerse, se irían, sobre todo después de lo de Saffron. "Dar tu vida por alguien debía significar algo". Pensó el trenzudo.
Pensó que sus enemi-amigos y su entrometida familia, por fin les darían el tiempo extra que ellos necesitaban para ya por fin consolidar su relación… que equivocado había estado. Al contrario, las entrometidas de las autoproclamadas prometidas estaban más insistentes que nunca. Era como si ellas se hubiesen dado cuenta que se estaban quedando sin tiempo y que dentro de muy poco el chico les daría a conocer su elección.
Por otro lado, Akane parecía distinta, últimamente pasaba mucho tiempo en su habitación sin hablar con nadie, lo más preocupante era que cuando él estaba en una de esas situaciones. Que. Nunca. Eran. Su. Culpa…
Y que bueno, Shampoo o U-chan se colgaban de él o se aproximaban demasiado, ella no hacía nada. No lo mandaba a volar o le lanzaba cualquier objeto que sus "delicadas manos" se convertía en un peligro proyectil, su aura de batalla no explotaba cargada de celos. Ella solo se detenía, se daba la vuelta y abandonaba la habitación. Como si ya no le interesara. Como sí él ya no le importaba.
Y era eso lo que precisamente tenía al ojiazul tan alterado.
Ella no podía dejarlo de lado, no después de todo lo que habían pasado juntos, no después de haber hecho que la amara como la amaba. No podía hacer como hizo con el Dr. Tofu y un día levantarse y darse cuenta que ya no sentía nada por él.
Akane estaba dejando sus zapatos en el casillero y preparándose para ir a casa justo cuando Yuka la intercepto.
—Akane, gracias a Kami que aún no te has ido. —dijo la castaña algo agitada por la carrera.
—¿Qué sucede? —pregunto algo extrañada Akane.
—Necesito que me hagas un favor. —dijo Yuka poniendo sus manos en posición de súplica. —Necesito que vayas al templo más cercano y que compres amuletos de la buena suerte y de protección; queremos usarlos como decoración.
Akane dudo por un instante, pero al ver la mirada suplicante de Yuka acepto.
—Muy bien, yo iré por esos amuletos. —Murmuro Akane
Yuka le sonrió algo maliciosa —Tal vez si esperas un poco aparezca Ranma y puedan ir los dos, aprovecha y hagan las paces…
Akane solo sonrió y prefirió no contradecir a su amiga, después de todo el baka de su prometido había desaparecido desde la hora del almuerzo y no daba señas de que fuese aparecer.
Akane se despidió de Yuka y se dirigió al que ella consideraba el templo más cercano.
—Maldición no le dije a Kasumi que llegaré tarde… seguro se preocupa. —murmuro la peli azul. —Y el muy idiota sin aparecer… le habría pedido que avisara a casa. Seguro que está con Shampoo o Ukyo. —dijo por lo bajo y con el ceño fruncido.
Akane suspiró con cansancio, como tratando de sacudir todos esos sentimientos contradictorios que últimamente la invadían; por un lado, ella estaba irremediablemente enamora de Ranma, con todo y sus insultos, maldiciones, carácter infantil, tímido e inocente. Ella lo amaba, y esa también era la razón por la que verlo en los brazos de sus otras prometidas era insoportable.
Por otro lado se había cansado de repetir los mismos patrones, ellas aparecían, decían algo él decía o hacía algo incorrecto y ella lo mandaba a volar…
Akane no podía continuar con esa misma dinámica, no después de lo de Jusenkyo y de la boda fallida. Para ella esos eventos habían sido un punto de inflexión, y un motivo para tomar varias decisiones. Ella esperaría a que él se decidiera y ya no se interpondría en lo que él hiciera o no con sus otras prometidas.
Si él decidía irse con otra, ella no se interpondría, aunque con su partida le destrozara el corazón. Si no se iba. Ella lo esperaría por lo menos hasta terminar la escuela… Y si al terminar la escuela él aún no hacia su movimiento ella tomaría cartas en el asunto, si bien para iniciar una verdadera relación y construir un futuro juntos o para terminar el compromiso he irse a la universidad, entonces ella lo olvidaría y se buscaría un amor que si la corresponda.
Dejó escapar un nuevo suspiro. —Todo es tan difícil. —murmuro.
La peli azul estaba tan metida en sus pensamientos que no noto que su prometido la seguía desde hace varias cuadras atrás. Así como tampoco notó a la señora mayor que impacto contra ella.
—Por kami, discúlpeme señora. —Dijo Akane mientras sujetaba a la mujer para que no se caiga.
—Pero vaya niña, con que prisas ibas.
Akane la ayudó a estabilizarse y luego hizo una profunda reverencia como disculpa, al bajar la cabeza notó que había varias cosas esparcidas por el suelo. Y de inmediato se dispuso a recogerlas.
Eran amuletos de la buena suerte.
—Oh vaya. —Dijo Akane al notar lo bonitos que eran.
—¿Te gustan? —preguntó la señora mayor.
Akane asintió, los amuletos que eran muy bonitos, la tela era delicada como seda de alta calidad y las letras doradas le daban un aspecto costoso y brillaban como el oro.
—Son los amuletos más bonitos que he visto en mi vida, ¿Dónde los consiguió? Me gustaría comprar algunos —preguntó la peli azul.
La mujer mayor sonrió con satisfacción y un brillo siniestro apreció en su mirada, pero pasando desapercibida totalmente desapercibida para Akane.
Ranma que desde hace rato venía siguiendo a su prometida entrecerró los ojos y miró con sospecha a la vieja con la que hablaba su marimacho. La forma en que la anciana miraba a la menor de los Tendo hizo que todas las alarmas en su cabeza resonaran con fuerza.
—Estos amuletos son de mi santuario. —Respondió la anciana.
—¿De su templo?
—Sí soy la cuidadora en un antiguo santuario cerca de aquí…
—Oh vaya, no tenía idea que hubiese un templo cerca. Si es su santuario ¿usted me podía vender estos amuletos? —pregunto la Akane, pensado que había tenido suerte al encontrarse con la anciana.
La mujer sonrió. —Lamentablemente, estos son un pedido muy especial por lo que no puedo vendértelos.
La cara de decepción de Akane se hizo presente de inmediato.
—Pero, si gustas me puedes acompañar, justo ahora me dirijo al santuario y allá tengo más amuletos que con gusto puedo darte.
Los ojos de Akane se iluminaron y dejó escapar una de esas sonrisas que a su prometido tanto le gustaban.
—Eso realmente me encantaría. —Akane tomo las bolsas que la señora había estado cagando.
Ambas mujeres emprendieron viaje acompañadas de una amena conversación, pronto llegaron hasta una estrecha calle que estaba llena de tiendas comerciales. Continuaron caminando hasta llegar a lo que parecía una colina, ornamentada con una escalera de piedra y que en la parte superior contaba con la típica entrada a un santuario, grandes pilares rojos que completaban un arco.
—Si hay un santuario… —murmuro Akane. —Siento que he pasado muchas veces por esa calle pero nunca había visto esta entrada.
La anciana sonrió. —Las cosas buenas se ocultan a simple vista niña… y nuestro santuario es famoso por cumplir con las peticiones de sus creyentes, además nuestros amuletos te suerte 1 vez.
—¿Una sola vez? —preguntó con curiosidad Akane.
La anciana asintió, con un tono serio y solemne como de quien va a revelar el secreto mejor guardado del mundo. —Digamos que todas las mañanas te quedas dormida no importa cuantos despertadores uses, si duermes con nuestro amuleto a lado, al día siguiente te garantizo que te levantaras a tiempo.
Akane casi se cae para atrás al escuchar a la anciana hablar con un tono tan serio, de una situación tan trivial y que fácilmente se la podría endosar a mera suerte. Varias gotitas de sudor aparecieron en su frente; pero rápidamente decidió que igual había sido bueno encontrar un santuario tan cerca, sin importar la eficiencia de un solo uso de los amuletos.
—Como las ondas que provoca la lluvia en el mar pueden causar un sunami… un pequeño golpe de suerte te puede cambiar la vida de los mortales. Recuerda mis palabras niñas.
Akaen sintió como un escalofrió le recorrió por completo la columna y como un sentimiento ominoso se instaló en su pecho. En ese instante tuvo muchos deseos de darse la vuelta y alejarse rápidamente de aquella anciana, pero al darle un rápido vistazo y dejar escapar un suspiro. Pensó que solo estaba exagerando y que seguramente lo que sintió fue producto del profundo trauma que tenia al enfrentarse casi a diario a un sin número de situaciones inverosímiles.
—Vamos niña, no perdamos más tiempo… te daré un recorrido completo por el santuario… ya verás como nos divertimos.
Akane asintió emocionada por conocer el lugar, que solo desde el inicio de las gradas se podía apreciar lo bien cuidado que estaba.
Aun con las bolsas en mano Akane subió todas las gradas que la conducían al torii1.
—A todo esto, no me dijo a que Deidad sirve su santuario… —Dijo Akane antes de cruzar el umbral del torii.
—Oh mi… ¿no te lo dije? — Preguntó capciosamente la anciana. —Este es el santuario de la deidad del deseo.
—¿Deidad del deseo? —Preguntó curiosa Akane atravesando por fin la entrada… sin fijarse en los símbolos tallados en el torii que a penas la peli azul puso un pie adentro comenzaron a brillar. Al cruzar, Akene sintió como su corazón palpito y como una extraña energía ingresaba a su cuerpo haciendo que cada movimiento de su cuerpo se ralentizará.
—¿Q… qué demonios? —exclamo Akane, dejando caer las bolsas que hasta ese momento había sostenido, mirando sus manos y luego con rapidez subió su mirada, hasta encontrarse con unos enigmáticos ojos rojos que la miraban con amabilidad.
La que antes tenía apariencia de anciana, ahora era una bellísima mujer, con piel de porcelana y de extraños cabellos plateados.
—¿Qué… qué me pasa? ¿Quién demonios eres tú? —logró preguntar con mucho esfuerzo Akane, pues sentía como su cuerpo no le respondía.
—Todo a su tiempo niña… aun esperamos a un invitado más, y no quiero tener que repetir una y otra vez lo mismo… —dijo la mujer ahora, observándose las uñas de una manera exasperante.
Ranma que había estado siguiendo a su prometida a una corta distancia, pudo percibir el cambio en el ambiente al momento en que Akane atravesó el torii. Desde el momento en que su prometida se había cruzado con aquella vieja, el ojiazul tuvo un mal presentimiento, pero por como estaban las cosas con su marimacho que ella descubriese que él la seguía a escondidas podría dar como resultado una gran pelea y que ella le dejara de hablar por un buen tiempo. Y eso era lo último que él deseaba.
Por esa razón había decidido no intervenir en ese momento y seguir manteniendo oculta su presencia, protegiendo a su prometida desde las sombras.
—Oh mira… justo acaba de llegar. —Dijo la mujer de cabello blanco.
Akane observó en la dirección señalada por la mujer y para alivio de su parte, pudo observan como su prometido haciendo uso de su gran destreza saltaba por sobre las escaleras hasta posicionarse frente a ella en una postura protectora.
—Ranma… —murmuró la menor de los Tendo.
—Oye tú maldita vieja… ¿Qué le hiciste Akane? —preguntó el muchacho adoptando su típica posición de pelea.
La mujer sonrió —Muy bien, ahora que los actores principales están presentes… es momento de levantar el telón. —Haciendo un ademan con la mano la mujer les dio la espalda y empezó a caminar hacia el interior del santuario.
Ranma que hasta entonces había mantenido la posición de pelea, pronto se empezó a mover en contra de su voluntad, como si fuese una marioneta. Tanto él como Akane siguieron a la mujer tal y como ella había ordenado.
Los prometidos luchaban con todas sus fuerzas para librarse del control de la mujer, más sus intentos fueron vano, el control que la mujer ejercía sobre sus cuerpos era absoluto. Ambos gritaban improperios contra la antes anciana, exigiendo que los liberara.
La mujer sonrió con malicia.
—Esa boca… guarden sus energías para más tarde mis niños, porque la van a necesitar. —Murmuro la ultima parte dejando escapar una risa burlona, que le crispo lo nervios a Ranma y Akane.
—¡Tú maldita!, ¿qué mierda crees que haces? —gritó Ranma, grosero como siempre.
Los siguientes minutos la mujer ignoró todas las "lindezas" que le soltaba el par de prometidos, y para sorpresa de ambos trataba de comportarse como una anfitriona atenta y no como extraña bruja de cabellos blancos que los había secuestrado, ella empezó a darles un recorrido por el santuario, como si de una guía de turistas se tratara.
—Esta es la sala de oración para el público, siempre tiene que estar ordenada y limpia, si no se cuida con regularidad puede ser un mal augurio… y por aquí, los malos augurios siempre se hacen realidad—. Dijo la última parte con pesar.
—Ejem… —carraspeó un poco. —Este pasillo nos lleva al salón donde se hacen nuestros famosos amuletos, los visitantes no están permitidos en esta área…
—¿Por qué hace esto? —interrumpió Akane con un tono de voz más tranquilo, al darse cuenta que por la fuerza no lograrían nada.
La mujer se detuvo y los barrió con la mirada como indecisa de contestar o de seguir en lo que estaba, dejó escapar un suspiro cansado. —Es obvio niña, es mi deber como la anterior doncella del santuario. Debo enseñarte.
—Maldita vieja… ni quien quiera ver tu estupi… ¡Ay!
Ranma no pudo continuar, porque Akane le dio un doloroso codazo en las costillas.
—Marimacho ¿qué crees que haces? —preguntó molesto el ojiazul.
—Cállate idiota, ella no nos ha hecho nada, hasta ahora, tal vez lo único que quiere es darnos un recorrido y luego nos dejará ir.
Ranma la fulminó con la mirada. —Tonta, no seas tan ingenua. ¡Puede ser un oni y nos esta arrastrando a su guarida para comernos!
—¡Baka! ¿a quién le dices tonta?
—Pues a ti TONTA. MARIMACHO. PECHO PLANO. ¡TON-TA! —Gritó Ranma.
Con una vena palpitándole en la frente Akane, que ya había perdido la poca paciencia que tenía se tronó los nudillos y estaba lista para saltar sobre su prometido para darle una merecida paliza, cuando una risa estridente la detuvo.
–JAJAJAJA, que niños tan graciosos. Bien dicen que los que más pelean más se desean…
Ranma fulminó con la mirada a la mujer, aunque no tuvo mucho efecto pues el sonrojo en su cara lo delataba y dijo. —Yo no le veo lo gracioso.
—¿Cuándo termine el recorrido, nos dejará ir? —preguntó Akane, aprovechando que la mujer parecía de mejor humor.
La mujer sonrió. —Al terminar el recorrido los liberaré de mi control.
—Ja… ¿Cómo sabemos que no está mintiendo?
—¡Ranma! —lo amonestó Akane.
—No lo saben, pero tampoco tienen otra opción.
—¡Tú!
—Que jovencito tan impetuoso. —la mujer del santuario meneo la cabeza en desaprobación. —Las respuestas llegaran en su momento, por ahora continuemos con el recorrido.
La mujer hizo de oídos sordos las protestas de ambos adolescentes y les dio un detallado recorrido de más de una hora, explorando cada área del santuario y complementado el recorrido con una detallada explicación de como mantener el cuidado de los espacios.
—Y detrás de estas puertas está el salón ceremonial.
Los tres estaban parados frente a dos enormes puertas rojas, que por alguna razón llenaban de misticismo el ambiente.
Akane observó fijamente las puertas, sintió como su corazón se aceleraba cada vez más, había algo en este santuario que la llamaba, algo que hacia que su sangre corriera más rápido en sus venas y que aceleraba el latido de su corazón. Un sentimiento de anticipación se apoderó de ella.
—¿Entonces este es el final del recorrido, si entramos, nos podemos ir? —preguntó él oji azul que ya estaba aburrido y tenía hambre.
—Sí y no… si quieres tú te puedes ir ahora, pero Akane debe ingresar al salón ceremonial. —Respondió la mujer de cabellos plateados sin quitar su mirada de Akane.
—Oye… oye… ¡ese no fue el trato, Akane viene conmigo!
La mujer hizo caso omiso a las palabras de Ranma y se acercó con cuidado a Akane, que a medida que pasaban los segundo se veía cada vez más agitada.
—¿lo sientes, verdad niña?
Akane le devolvió la mirada, que hasta ese momento había estado fija en las enormes puertas rojas. —No entiendo ¿qué me pasa?, —preguntó en un susurro y abrazándose a si misma como tratando de contener todas las sensaciones que estaban embargado a su cuerpo.
—El santuario te eligió para tu seas su nueva guardiana. —Al terminar de decir eso las puertas del salón ceremonial se abrieron de par en par, rebelando un camino de velas que formaba un gran circulo y en el centro se podía distinguir con facilidad un futón2.
—¿Qué demonios significa eso? —preguntó Ranma con exasperación y sin perder tiempo se acercó a su prometida y con la voz cargada de preocupación le preguntó. —¿Akane qué te pasa?, ¿qué sientes?
—Yo… yo. —trató de responder la peli azul, sin llegar a emitir ni una sola palabra coherente.
Pronto Ranma la tomó por los brazos para examinar su rostro mas de cerca, notando lo sonrojada que estaba su prometida. Y que cada tanto su cuerpo temblaba.
—¿Qué demonios le pasa a Akane?, ¿qué le hiciste? —preguntó al borde de un ataque de pánico Ranma, sobre reaccionando como cada vez que de Akane se trataba.
—Su cuerpo se prepara para el ritual de iniciación como doncella del santuario del Deseo. —respondió sin más la mujer.
—¿Ritual de iniciación? —¿Doncella del santuario del Deseo?
Preguntaron Ranma y Akane al mismo tiempo.
La mujer se acercó a Ranma y Akane, tomó a Akane de la mano y la separó un par de pasos de Ranma. Este se quedó inmóvil, debido que aun se encontraba bajo el encantamiento de la mujer.
—Felicitaciones niña. —dijo en tono maternal acariciando el rostro de la peli azul. —Fuiste elegida como la nueva doncella de este santuario. Vamos… vamos tienen que ingresar allí e iniciar el ritual, el santuario tiene docenas en pedidos de amuletos, que hay que cumplir.
—Es… espere de qué ritual habla. Preguntó algo temerosa la peli azul, sospechando que sea lo que sea la mujer de cabello blanco dijera no le caería bien.
—Oh… por supuestos, la doncella debe tener sexo por primera vez en el salón ceremonial, sobre el futón de llamas carmesís.
—¿QUÉ? —gritaron al unisonó Ranma y Akane.
—Dije: sexo por primera vez en el salón ceremonial, sobre el futón de llamas carmesís… —Repitió con cansancio. —¿qué no me escucharon la primera vez?
—¡VIEJA LOCA… ALEJATÉ DE MI PROMETIDA!
—Esa boca niño… controla esa boca, no me colmes la paciencia.
—No puedo… yo no —dijo la peli azul empezando a entrar en pánico. —No… no, no puedo ¿porqué… porqué yo?
—Es obvio, cumples con todos los requisitos.
Akane parpadeo sin entender.
La mujer de cabello blanco resopló exasperada.
—Eres virgen, tienes una gran energía interna, eres una buena persona y lo más importante. —dijo la mujer por lo bajo para que solo Akane la escuchara. —Ya encontraste a tu destino. Las doncellas del templo podemos ver el hijo rojo que conecta a las personas, yo veo el tuyo y esta conectado al del grosero de la trenza.
Los ojos de Akane se abrieron más, entendiendo lo que la mujer decía.
—¡Maldita… aléjate de Akane! ¡Y tú!, ¡maldición, Akane reacciona!
Sin escuchar a Ranma la mujer guio a Akane hasta el centro de la habitación y la dejó allí, la peliazul parecía aun estar en shock. La mujer salió y se dirigió hacia Ranma que no había dejado de gritar por su prometida ni por un segundo.
—¿Entonces muchacho, vas entrar allí con tú prometida? O ¿tengo que buscar a alguien más?
—¡Tú vieja bruja, déjame ir!
La mujer chasqueo los dedos, y al instante Ranma sintió como si la energía que lo había estado reteniendo desde que ingresó al santuario, desapareciera.
—Te puedes ir… estoy segura que a unas pocas cuadras encontraré a un jovencito de pañoleta que estará encantado de ocupar tu lugar.
Al escuchar eso Ranma cegado por la rabia intentó atacar a la mujer. Sin embargo, una gran ráfaga de aire lo lanzó e hizo que se estrellara contra la pared del frente.
La mujer de cabello blanco meneo la cabeza en signo de desaprobación.
—No me puedes hacer daño, no aquí, el santuario me protege y de esa misma forma, no permitirá que te lleves a Akane hasta que se cumpla con el ritual.
Akane que había observado todo desde dentro del salón ceremonial gritó —¡Ranma!
Ranma cayó al suelo agotado, después de muchos intentos de atacar y ser lanzado y con la voz cargada en desesperación rogó. —Por favor no… no lastimes a Akane.
La mujer se acercó con paso solemne. —No… esa no es mi intención, este es el santuario del deseo y del amor, aquí por muchos años han llegado los más devotos y soñadores creyentes, suplicando por encontrar a su verdadero amor. Nosotros como guardianes de este santuario tenemos el deber de otorgar un golpe de suerte a esos fieles devotos, les damos un amuleto y ese los guía a su verdadero amor. Cada cierto tiempo la guardiana cambia y el santuario escoge una nueva. Porque veraz, para hacer estos amuletos se requiere mucho poder… y no hay en el mundo poder más grande que el amor y el deseo.
—Akane es mi prometida… ella no puede… ¡MALDICIÓN NO! ¡No la voy a dejar!, ¡nadie tocará a mi prometida!
—La amas ¿verdad? —preguntó la mujer conociendo ya la respuesta. —Si la amas, entra allí y se un guardián junto a ella. Rápidamente tengan sexo y completen exitosamente el ritual.
Ranma se puso completamente rojo, de la nada pareció recuperase y empezó a saltar como loco, murmurando cosas inentendibles…
La mujer de cabello blanco rodo los ojos ante el evidente nerviosismo del muchacho.
—Oye… oye… No tengo todo el día ¿vas a entrar o no?
—Bueno… yo si… pero y ella, y si no… ella… ¿ella no me ama?
La mujer harta de la actitud del de la trenza lo empujo hacia adentro sin ningún tipo de compasión y cerro las puertas dejando al par de prometidos encerrados.
—Pero que par de alborotadores. —murmuró la mujer con cansancio, de repente se dio con la palma en la frente. —Oh maldición, de tanto dar vueltas me olvide de decirles que el contrato como cuidadores del santuario es de solo un año, al menos que quieran un contrato extendido el par de pillines; como mi querido y yo… oh que buenos tiempos aquellos. —murmuro la mujer soñadora.
—Oh mi tampoco les dije que el contrato termina si ella se embaraza. Demonios eso era importante. —Soltó un suspiro y se acarició la panza aun plana. —tampoco le conté sobre las ventajas de ser un Gurdián… a lo mejor si hubiese iniciado por allí… bueno como sea les dejaré una nota con indicaciones y mi teléfono por si tienen una emergencia.
La mujer de cabello blanco siguió murmurando las cosas que olvidó decirles, mientras se alejaba de las enormes puertas rojas.
Mientras tanto Ranma que había sido empujado hacia el interior de la habitación sin un gramo de delicadeza, había caído de cara contra el suelo, siendo observado por Akane.
El joven de la trenza se incorporó con rapidez, pero los nervios le jugaron en contra y nuevamente volvió a besar el suelo.
Akane se acercó apresuradamente a él. —Ranma ¿estas bien? —preguntó con clara intención de ayudarle a incorpores, pero en el ultimo instante se detuvo.
Ranma decidió quedarse sentado en el piso y observó a Akane, ella estaba muy sonrojada y su voz se escuchaba extrañamente agitada.
—Yo estoy bien… ¿pero y tú? ¿estas bien Akane?
La chica no respondió al principio y se sentó al igual que el en el piso sin mirar a su prometido, y dejando un buen espacio entre ellos.
—No sé… —dijo en un susurro agitado y se abrazó las piernas. —Tengo mucho calor… mucho calor.
—Akane estas muy roja ¿tienes fiebre? —dijo Ranma y extendió la mano con clara intención de tocarla, pero de inmediato Akane se apartó.
Ranma frunció el ceño.
—Oye mal agradecida yo solo quería ver si tenías fiebre…
Akane observó a Ranma y sus preciosos ojos castaños se llenaron de lágrimas, que empezaron a caer incontenibles.
—Oye… oye ¿porqué lloras? —preguntó algo asustado el muchacho de la trenza.
—No podré irme si no completo el ritual y tu… tengo mucho calor Ranma, es como si me quemara por dentro. —confesó la peli azul.
—Akane si tu quiere yo… yo—. Dijo Ranma acercándose a la peli azul, pero si llegar a tocarla, la miró a los ojos, esos ojos que parecían chocolate fundido que tanto amaba.
—Ranma yo…
Pero antes de que Akane dijera nada más, Ranma la había besado, o bueno juntado sus labios y se había quedado estático. Akane de la impresión se había quedado paralizada y antes de tener tiempo a corresponder, su prometido ya se había apartado y de un salto a estaba a unos pocos metros, respirando por la boca y muy agitado como si todo el oxigeno de la habitación se hubiera consumido con aquel brevísimo contacto.
—Ranma… —murmuró Akane.
De inmediato el chico de la trenza se había posicionado frente a ella en su ya muy conocida posición del tigre caído.
—Lo siento Akane yo… no sé que me pasó… tu estabas ahí… linda y yo… yo…calor… no-no-no controlar…
Akane al se quiso molestar después de escuchar ese "lo siento", pero después de ese balbuceó más o menos pudo entender lo que trataba de decirle su prometido, y como si de un rayo se tratase todo en lo que había estado meditando llegó a su mente, lo de vivir su romance si el oji azul por fin dejaba aun lado su timidez.
Y el valor que siempre la caracterizó Akane agarró a Ranma de la trenza y le estampo un beso de verdad, al principio algo tímido y dando a denotar su timidez, pero a medida que pasaban los segundos y el calor aumentaba, lo beso con todo lo que tenía. Acaricio sus labios con su lengua y degusto el sabor de la boca de su prometido incitándolo a hacer lo mismo. Por otro lado Ranma había entrado en el paraíso y no lograba entender como la menor de las Tendo podría ser tan hábil besando.
Sus labios eran suabes, tibios y su aliento era dulce. Se separaron cuando la necesidad de respirar era inaudible, ambos con la respiración agitada y el corazón a mil.
—¿Có… cómo? Eres mejor que yo.
Akane que entendió a que se refería, sonrió al saber que había algo más en lo que le ganaba al insufrible y egocéntrico de su querido prometido. —No sé… talento natural supongo.
—¿Segura que no has practicado? —preguntó algo mosqueado y entrecerrando los ojos.
Akane se molestó mucho y le dio un puñetazo que lo alejó un par de metro de ella. —Imbécil… yo no soy como tu que se deja besar por cualquiera.
Ranma se incorporó de inmediato y se acercó a su chica —Sí lo sé… es solo que es difícil de creer que una marimacho torpe como tú, me pueda superar en algo.
—¡Ranma! —murmuró Akane lista para saltar sobre el muchacho, pero ya no para besarlo, sino más bien para arrancar ese par de preciosos ojos azules que la observaban con diversión.
Ranma la agarró antes de que ella lo volviese mandar a volar y la beso tiernamente. —Yo no me dejé besar, esos fueron totalmente en contra de mi voluntad.
Akane lo observó y prefirió no decir nada.
Ranma volvió a besarla y esta vez de la misma manera que ella lo había hecho, le dio un beso apasionado y húmedo, de esos que te agitan el corazón y hace que te tiemblen las piernas. Sin dejar de besar la apretó a su cuerpo, sintiendo cada una de sus maravillosas curvas.
Con un rose de su lengua en el labio inferior Akane pidió permiso y de inmediato Ranma la imitó, pues en los besos como en las artes marciales el chico de la trenza era un rival astuto y formidable.
Pronto sus leguas se exploraron mutuamente, ambos aprendiendo del otro su sabor y adoptando el ritmo que más disfrutaban. La intensidad de los besos compartidos y el hormigueo en su entrepierna hizo que Akane perdiera fuerza y se arrimara con todo su peso en el cuerpo de Ranma.
Ranma haciendo uso de su fuerza la tomó entre sus brazos, para que antes que la peli azul se diese cuenta, ambos estaban sentados en el piso de duela del salón ceremonial, con ella sentada sobre las piernas de su prometido.
Akane sentía que el calor que antes le recorría todo el cuerpo, ahora se concentraba en su centro más profundo, llenándola de una necesidad abrumadora. De una sed que amenazaba con consumirla. Y dejándola con las bragas empapadas. Dejándose guiar por su instinto, cambio de posición, sentándose a horcajadas sobre su prometido. Su vestido azul se recogió por el brusco movimiento, dejando que las bragas de Akane estén en contacto con el pantalón de Ranma.
Las manos de Ranma qué antes se habían quedado quietas en la cintura de su prometida, pronto se volvieron inquietas por sentir cualquier pequeña porción de piel qué estuviese a su disposición.
Su recorrido inicio en los brazos de su prometida, sintiendo con las yemas de sus dedos la textura aterciopelada de la piel. El tacto era nuevo y electrizante. Akane nunca imaginó que roces tan pequeños e inocentes le causaría tales sensaciones.
Pero las manos inquietas de Ranma no se quedaron ahí, volvieron a la cintura de su prometida para iniciar un recorrido por la espalda de esta. Y aunque la tela era un gran impedimento, la sensación de calor que iban dejando a su paso, hizo que Akane se mareara.
La suavidad y dulzura en el tacto de Ranma, enloquecían a Akane, y el calor que desde hace rato se había instalado en su cetro, ahora parecía una llama incontrolable qué amenazaba con consumirla. Era tanta su necesidad, qué en su búsqueda por calmarla se presionó contra la entrepierna de Ranma. La peli azul abrió sus ojos y dejó salir un gemido gutural, al sentir la excitación de su prometido chocando contra su muy necesitado centro.
—R…Ranma.
El movimiento de su prometida fue tan excitante para el ojiazul que de inmediato coloco sus manos en las caderas de la chica para aumentar la presión entre sus intimidades.
Ranma podía sentir a través de su pantalón, el calor que emanaba la intimidad de su prometida y la humedad, que ya no sabia si era de ella o era la muestra de su propia excitación y locura.
Akane se aferró mas a Ranma y repitió varias veces el mismo movimiento.
—Ah… Ah…. Ranma.
—A…Akane…
Era tanta su excitación que Akane sintió que solo necesitaba un par de roses más para llegar al clímax, podía sentir como su intimidad palpitaba y se mojaba cada vez más. Pero inesperadamente su prometido la detuvo, sujetándola de las caderas y con un poco más de fuerza de la necesaria. No era que la lastimase, pero Akane estaba segura de que ese apretón le dejaría un par de cardenales al día siguiente.
Ranma tomó una gran bocanada de aire, para tratar de tranquilar el acelerado latido de su corazón y así mismo tratado de controlar el deseo que solo la jovencita que ahora dócilmente tenía entre sus brazos.
—A… Akane. —Dijo con la voz enronquecida y tomándola del rostro para que la chica que parecía suspendida en otra realidad le prestara atención.
—Ranma, ¿qué… qué pasa?
Ranma la miró con esos ojos tan azules que parecían querer consumirle el alma y que la hacían olvidarse del mundo y de todo lo que les rodeaba. Siempre tenían el mismo efecto en ella
—Yo… ¿estás segura? —preguntó inseguro el de la trenza.
Akane frunció el ceño y trato de alejarse al pesar que él la rechazaba, si el no la quería y por mucho que se estuviera quemando por dentro, ella no era una rogona como las otras "prometidas", y así se tuviese que meter a una bañera de agua y hielo ella se controlaría… No importase que ese significara quedarse encerrada en aquel maldito santuario.
Ranma la apretó más a su cuerpo impidiéndole a su arisca prometida que se alejará, ya no podía dejarla ir, no cuando habían llegado tan lejos y él había probado el dulzor de su boca y la calidez de su cuerpo.
—Akane… no habrá marcha atrás, si continuamos ya no me podré detener ¿comprendes?
—Ranma yo… yo no sé que me pasa. —dijo Akane recuperando un poco la cordura. —Es como si me quemara por dentro.
Dijo en un susurro lastimero la peliazul, haciendo un gran esfuerzo por controlar las lagrimas que amenazaban con caer de sus ojos.
—Es este maldito lugar… la vieja bruja dijo… ella dijo—. Tartamudeo Ranma y agachó la cabeza de pronto sintiéndose invadido por una gran timidez.
Akane conociendo a su prometido colocó sus manos sobre sus hombros y presionó suavemente como tratando de infundirle seguridad. —¿qué te dijo Ranma?
—Que si no cumplimos con el ritual… no podremos salir de aquí. —dejo escapar en un suspiro.
Akane no dijo nada pues ella lo había sospechado, y sintió un pinchazo en el corazón al pensar que lo que ella consideraba especial, solo estaba ocurriendo porque no tenían otra opción, y que su prometido como tantas otras veces estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por salvarla, incluso "sacrificarse" a sí mismo.
—No tienes que hacer esto Ranma, yo… encontraré la manera de salir de aquí sin… sin bueno ya sabes. —dijo algo cabizbaja la chica e intentando nuevamente levantarse. Pero sin lograrlo, pues su prometido no parecía tener intenciones de soltarla.
Ranma frunció el ceño y no pudo evitar que unos absurdos celos lo invadieran, ella no podía hacer eso con otro pensó el chico "solo yo… solo yo puedo estar contigo Akane, maldición ¿por qué esto es tan difícil?"
—No te tienes que sacrificar para intentar ayudarme. —terminó de decir Akane sin imaginar todas las cosas que pasaban por la mente del chico de la trenza.
—¿Sacrificarme? ¡Maldición Akane! No es eso… es solo que, ¡maldición! Sí tú quieres, entonces yo… yo… ¡Yo lo haré! —casi grita el chico.
—Ranma… pero y tú ¿tú quieres?
Ranma completamente rojo asintió con la cabeza. —Yo no quiero hacer nada que te lastime y no quiero que te arrepientas… pero soy tu prometido, y bueno yo… y tú algún día… casados y yo… entonces.
El chico estaba tan nervioso que no lograba que una solo frase tuviese sentido. Pero Akane lo comprendió, el baka de su prometido estaba preocupado por ella y a pesar de todo, incluso de su bocota la estaba tratando de cuidar.
Akane dejó escapar una risa cantarina. Y Ranma frunció el ceño al imaginar que se estaba burlando de él.
—Oye marimacho ¿se puede saber de qué te ríes? —preguntó algo mosqueado.
Akane no le dijo nada, solo lo observó y pensó en todas las cosas por las que habían pasado juntos, las aventuras y los malos entendidos y pensó que sin importar lo que sucediera mañana… ese era su momento y quería vivirlo.
—Hablas mucho BAKA. —Dijo la peli azul antes de tomarlo bruscamente por la trenza y estamparle un beso que lo dejo más tonto de lo que ya estaba.
Las acciones de su prometida para Ranma habían sido claras, ella también quería que eso pasara, y eso lo puso eufórico, aunque el oji azul esperaba también que ella supiera que una vez que ella fuese de él ya nunca la dejaría ir… bueno no es como si antes hubiese permitido que ella se alejase.
Las manos de Akane ahora también tomaron protagonismo y sin dejar de besar a su prometido, llevó sus manos a su pecho y empezó a desabotonar los botones de la típica camisa roja que tanto le gustaba a su prometido y antes de que se dieran cuanta, ya le había quitado tanto la camisa roja como la casetilla blanca interior. Ranma siguió el ejemplo de su prometida y llevo las manos a la espalda de esta y con un hábil movimiento bajó el cierre del vestido y se lo sacó por en sima, ella colaboró alzando los brazos.
Pronto Ranma tuvo un primer plano del pecho de su prometida, que aunque no eran tan grades como los de su forma femenina, eran perfectos para el pequeño cuerpo de Akane, parecían tener el tamaño ideal para sus manos y un color lechoso que lo invitaba a probarlos y él quería, vaya que quería y desde hace mucho, moría por probar esa zona de su prometida.
Akane se sintió algo cohibida por la penetrante mirada del chico e intento hacer un ademan de cubrirse.
—¡No! No, déjame verte, por favor. —pidió casi suplicante el chico.
Akane miró en otra dirección, pero ya sin intentar cubrirse.
—Yo… no son muy grandes, pero…
Ranma la interrumpió antes de que ella pudiese decir nada más. —So.. ¡son perfectos!
Al escucharlo Akane le regaló una tímida sonrisa y Ranma aprovecho para sacarle también el sostén que aun cubría las simas de la chica y antes de que ella pudiese decir nada o protestar ya la estaba mirando directamente.
—Son blancos como la leche y los botones pequeños y respingones del color de las flores de cerezo o de los melocotones maduros. —murmuro para sí él oji azul, sin pensar mucho en lo que decía, pues la vista lo había dejado como hipnotizado.
—Muero por probarlos, ¿sabrán a flores o a melocotones?
Las cosas que de pronto le decía su prometido hizo la pequeña de las Tendo se pusiera completamente roja, pero al mismo tiempo hizo que su centro se mojara aún más, la manera en que Ranma la veía, como si fuese uno de sus postres favoritos y quisiera devorarla, la estaba excitando más de ser posible.
Ranma acercó su rostro al cuello de su prometida e inhalo una gran bocanada de aire… su olor lo estaba enloqueciendo, con la nariz acarició la delicada dermis y con sumo cuidado empezó a dejar pequeños besos en el cuello femenino, besos que de apoco bajaban más y que iba intercalando con descaradas lamidas.
—Melocotones, sabes a dulces melocotones… pero tienes ese enloquecedor olor a flores. —dejó escapar Ranma, perdiendo un poco más la cordura.
Al llegar con su recorrido al valle de los pechos de la chica, el artemarcialista, no se contuvo más y con la mayor confianza empezó a chupar lo que estuviese a su paso, se llevó uno de los pezones de la chica a la boca, mientras masajeaba al otro pecho con la mano.
—¡Ah! —gritó de placer Akane, ya sin contenerse. —Ran… Ranma.
Akane lo abrazó disfrutando de cada una de las caricias que le otorgaba su prometido. Y ella misma dejándose llevar por su instinto empezó moverse sobre él, rosando sus intimidando y buscado calmar esa necesidad que se había instalado en su vientre y que amenazaba con consumirla.
Las manos de Ranma bajaron hasta las caderas de su prometida ayudándola a marcar un ritmo que los satisficiera a ambos, y aprovechando el momento, el de la trenza pudo cumplir usa de sus más grande fantasías, masajear el redondo y voluminoso trasero de Akane. La manoseó con premura, apretando las carnes descuidadamente y sintiendo la suavidad de la piel de la chica contra el calor de sus manos. Las manos callosas por años de entrenamiento presionaron a la chica contra su dureza, deseando que la estorbosa ropa desapareciera y no existiese ningún obstáculo para su unión.
Su miembro clamaba por que lo liberara de la prisión que se habían vuelo sus pantalones y el ojiazul que no es conocido por su paciencia, en un arrebato recostó a su prometida sobre el futón ceremonial y antes de seguirla se aseguró de eliminar las capas de la estorbosa ropa, pronto sus pantalones y boxers quedaron olvidados en una esquina del salón ceremonial.
Akane parpadeo algo desconcertada por los bruscos movimientos de su prometido pero al verlo como sin una gota de pudor se bajaba los pantalones, quedó maravillada por la vista. Ella siempre había sido consiente que su prometido era un chico atractivo tanto en su forma femenina como masculina, sin embargo, verlo descaradamente desnudo era otra cosa. Todo su cuerpo estaba perfectamente bien trabajado, sus brazos fuertes y ese pecho que desde hace un tiempo para atrás se moría por darle una mordida, ni que decir de su abdomen de tabla de chocolate, la v que se formaba en sus caderas y que estaba segura que la llevarías zonas que de su prometido que, hasta ahora, le eran desconocidas. Akane siguió bajando la mirada y se topo con el miembro de Ranma, que había sentido duro contra su intimidad, era grande y estaba totalmente erecto, era venoso, la cabeza se ensanchaba dándole una curiosa forma de seta, y en la base había dos sacos se veían pesados.
Akane jamás imagino que el cuerpo de un hombre desnudo le resultada tan fascinante y atractivo e inconscientemente presionó sus muslos, como tratando de calmar un poco su excitación.
Ver a su prometido tal y como vino al mundo era una imagen que guardaría en su mente para siempre.
Ranma que no había perdido detalle en la forma que Akane recorrió su cuerpo con la mirada, sonrió presumido, sabiendo que su esquiva prometida al fin había caído ante el encanto Saotome. Akane puso sus ojos en blanco al ver la socarrona sonrisa en la cara de su prometido.
Ranma con suavidad acarició los muslos de Akane, y la miró a los ojos, como pidiendo permiso para continuar, ella suavizó la presión en sus piernas y permitió que él poco a poco se las abriera, hasta quedar totalmente expuesta.
La luz de las velas iluminaba cálidamente todo el salón, creado juegos de luces y sombras. Su prometida expuesta, totalmente desnuda con las mejillas arreboladas mirándolo tímidamente, recostada en el futón esperando a por él. Era una imagen que Ranma quería grabar en su mente y guardarla como su más grande tesoro hasta el último día de su vida. Ranma fascinado observó el lugar más secreto de su prometida y tuvo la urgencia de probar esa sabia que emanaba de ella.
El quería probarla toda, cada parte de la piel de la peli azul, él quería explorarlo y marcarlo como suyo. Ranma acercó su rostro a la intimidad de su prometida y antes de que ella reacciona le dio una lamida probando el néctar que escurría de su profundidad.
—¡Ranma! —jadeo Akane tanto por la sorpresa como por la descarga de placer que la recorrió entera. —¡¿Qué haces?!
El chico que hasta ese momento había estado concentrado en recorrer a su prometida, se detuvo y preocupado preguntó. —¿No te gustó?, que raro la revista que leí decía que esto definitivamente te daría placer.
Akane frunció el ceño y se incorporó, agarro a Ranma por la cara y le preguntó. —¿Leíste una revista para… para saber cómo darle placer a una mujer?
Ranma trago saliva, sabiendo que si no contesta adecuadamente, no solo se quedaría con las ganas, sino que lo más probable sería que moriría virgen.
—Yo… yo quería ya sabes avan… avanzar. —respondió tímidamente y mirando hacía otra parte.
—¿Pensabas seducir a una de tus prometidas? —preguntó la chica con la voz apagada.
—¿qué? No… no, no pienses mal yo contigo… yo quería… tú yo… después…boda.
—¿Querías saber por mí? —ella preguntó en un tono más suabe.
—Hiroshi dijo que la primera vez de una mujer duele y bueno… yo no quiero lastimarte de ninguna manera.
Akane observó enternecida al baka de su prometido, que, aunque era un tonto la mayor parte del tiempo, siempre buscaba la manera de cuidarla.
—¿y cuando lo pensabas poner en práctica? —preguntó maliciosa logrando que al de la trenza se le subieren los colores a la cabeza.
—Bueno… tu sabes que en casa siempre están planeando como casarnos…—Murmuró algo torpe Ranma, pues ni loco confesaría que era algo que estaba esperando con ansias y que la próxima vez que su alocada familia confabulara para casarlos, él mismo se encargaría de que ellos lograsen su cometido; así tuviese que hacer un trato la usurera de su cuñada para dejar fuera de juego a las supuestas prometidas y a todos los pretendientes. —Yo solo pensé que si una de esas veces lo lograban era mejor estar preparado.
Akane le sonrió de esa manera que a él le encantaba y besó con mucha delicadeza y dulzura sus labios, poco a poco se fue recostando en el futón llevándose a Ranma con ella. Poco a poco el poco el beso se fue intensificando, sus lenguas se hicieron participe de la sublime entrega, Ranma se acomodó entre las piernas de Akane. Y una de sus manos viajó hasta la cadera de su prometida y con una lentitud desesperante su mano hizo un corto recorrido hasta llegar a la entrepierna de la chica, con sumo cuidado acarició la intimidad de la joven, buscado la pequeña perla que, al acariciarla, sabía, llenaría de placer a la jovencita, preparándola para lo siguiente.
Los gemidos de Akane no se hicieron esperar, haciéndole saber a Ranma que lo que estaba haciendo estaba funcionando y muy bien. Ranma continúo acariciando con suavidad el clítoris de su prometida, disfrutando como cada vez que la tocaba, ella parecía casi convulsionar de placer. Incorporándose un poco y con la otra mano empezó hacer círculos alrededor de la entrada de su prometida, que para ese momento estaba ya completamente empapada y palpitantes, con suma delicadeza introdujo uno de sus dedos dentro de ella. Y él pudo observar como la chica con los ojos cerrados levantaba el torso y gemía de placer.
Ella estaba muy apretada y eso preocupó un poco al joven, él no era para nada pequeño y ella parecía llenarse con un solo dedo y aunque estaba completamente mojada, lista para recibirlo. Él quería asegurarse que ella disfrutara de la entrega de ambos. Así que continuó masajeando su clítoris y con cuidado metió otro dedo en el interior de su prometida. Las estrechas paredes parecían succionarle y apretarse palpitantes alrededor de sus dedos. Eso estuvo por llevar al limite al artista marcial. El moría de ganas de enturbiar sus dedos por su ansioso miembro, y le tomó todo de sí para contenerse. Quería que su chica alcanzará el máximo placer antes de penetrarla. Así que, para estimularla más, se inclinó sobre ella tomando uno de sus pezones dentro de su boca y succionó con fuerza.
Akane jadeaba descontrolada, todas las cosas que le hacia su hábil baka a su cuerpo la estaban llevando al límite. Sentía como algo se estaba construyendo en su bajo vientre y como corrientes de placer la invadían, tan irresistibles que la obligaban a levantar su cintura y tensionar y encorvar sus pies. Los dedos de Ranma que se movían con total desinhibición dentro de ella y la boca de Ranma sobre sus pechos eran demasiada estimulación para su hasta entonces virginal cuerpo. Todo el placer que su prometido había logrado construir con su boca y manos, la catapulto al más sublime paraíso, sus profundidades palpitaron fuera de control alrededor de los dedos de Ranma, lo que pareció emocionar más al chico pues en vez de detenerse intensificaron la velocidad de las penetraciones. Akane fue cegada por un poderoso orgasmo que la hizo temblar de pies a cabeza y la dejó suspendida en un languideciente más de placer.
Ranma que fue testigo del climax de su prometida y supo que ese era el momento exacto, pues sus dedos estaban empapados del dulce néctar de amor de su prometida.
Y sin pensarlo dos veces se acomodó entre sus piernas y con una profunda envestida que se llevó con él la pureza de la muchacha.
—¡Ranma! —gritó sin poder contenerse Akane.
Ranma dejó salir un gruñido gutural, el placer era tanto que estuvo a punto de correrse solo con haberla penetrado.
—Akane…—murmuró el chico. —¿Estas bien?
Akane que sintió un pequeño ardor en su entrepierna y algo de incomodidad pues se sentía llena, estirada como una banda casi al límite de romperse, sentía como sus paredes trataban de adaptarse al intruso de gran tamaño…
—Yo… yo estoy bien. —respondió al fin la chica. —Solo dame un minuto para acostumbrarme.
Ranma la observo, los ojos cristalinos de la chica dejaron escapar un par de lagrimas y el se sintió el idiota más grande por sentir tanto placer cuando obviamente la había lastimado.
—¿Estas segura?, —preguntó preocupado.
Akane le regaló la sonrisa más brillante que había visto hasta ahora, e hizo que su corazón casi se detuviese de la emoción.
—Estoy segura… bésame Ranma—. Pidió la chica.
Ranma no se hizo esperar y besó a la chica con todo el amor que había estado guardando celosamente solo para ella, con toda la pasión que le nacía en el pecho.
Akane enredó sus dedos en la frondosa cabellera masculina y le devolvió el beso con la misma pasión de su prometido. Ranma puso una de sus manos alado de la cabeza de la chica para no dejar caer todo su peso sobre ella y con la otra mano buscó masajear el trasero de Akane. Apretó las nalgas con deleite mientras soportaba el atroz deseo de querer mover sus caderas y penetrar sin control y salvajemente a la chica.
Akane sintió como otra vez se empezaba a construir algo en su bajo vientre y en un impulso apretó su interior para acomodar mejor al gran intruso.
—A… Akane. —Siseo Ranma, casi poniendo los ojos en blanco por el placer que sintió su miembro al ser presionado por la suaves y húmedas paredes su prometida.
Akane observó fascinada como el artemarcialista sobre ella parecía estar disfrutando, el tenía los ojos cerrados y jadeaba sonoramente. Ella observó su masculino perfil, y las gotitas de sudor que rodaban por sus cines. Y se sintió sobrecogida por el inmenso amor que sentía por él.
Ranma sintió una suave caricia en su mejilla y abrió los ojos, topándose mi la mirada castaña más dulce y bella que le hubiese dirigido su pequeña marimacho.
—Ya puedes moverte.
Akane gimió sonoramente al sentir como Ranma daba su primera envestida, suave y poco profunda, así le continuaron más, se notaba el esfuerzo del chico por tratar de ser delicado con ella, y a pesar que esos suaves envistes había funcionado y estaban haciendo que Akane disfrutase nuevamente del acto, no era suficiente para la chica. Ella sabía que su prometido era un guerrero fuerte y un caballo salvaje e indómito, ella misma era una guerrera y lo quería todo de él.
—Ranma, puede moverte más… —gimió en el oído del muchacho.
Ranma observo a su hermosa marimacho, con la piel perlada y brillante, era tan bella y era de él… por fin era de él y así seria para siempre. Ranma con más confianza dio una profunda envestida sintiendo como su miembro se hacia espacio en las apretadas paredes vaginales de Akane, estas los succionaban hacia adentro como pequeñas ventosas. Y él deseo quedarse así para siempre, dentro de su prometida él encontró su lugar favorito en el mundo.
Su grueso miembro entro nuevamente en Akane y ella hizo la cabeza hacia atrás dejando escapar un gemido de placer, Ranma al observar que su prometida disfrutaba nuevamente del acto fue motivado por entrar en ella con mayor rapidez, soltando por completo su férreo autocontrol.
Akane abrazó a su prometido y en los momentos donde parecía que el placer acabaría con ella, enterraba inconscientemente sus uñas en la espalda del chico, dejando finos arañazos.
Ranma movía sus caderas frenéticamente buscado la tan anhelada liberación, escuchando como la dulce voz de su prometida llenaba la habitación jadeando de placer.
Akane se aferro a la sabana del futón apretándola en un puño mientras su prometido se movía con mucha rapidez y contundencia sobre ella, la peli azul sintió como nuevamente se construía esa sensación en su bajo vientre, sus paredes vaginales se apretaron alrededor de él y Akane dejó escapar un gritó con su nombre al llegar al climax.
Ranma que no estaba mejor que su prometida, al sentir como su miembro era presionando dentro de la resbaladiza y suave cavidad dio un par de envestidas más y se dejó ir, soltando todo su cimiento dentro de las profundidades de Akane. Ranma llegó a propio climax, aun sintiendo como las paredes de Akane palpitaban alrededor se su miembro, casi como si lo estuvieran ordeñando.
El chico se dejó caer como peso muerto sobre su prometida, descansando un poco después de la apasionada entrega. La chica sin sentirse incomoda lo abrazó, aun con la mente nublada por el climax y con la respiración acelerada.
—No quiero salir… —murmuro Ranma en el cuello de Akane, depositando pequeños besos. —¿nos podemos quedar así?
Akane dejó escapar una risita. —Me gustaría… pero en realidad no eres nada liviano.
—Puedo solucionar eso…. —dijo el muchacho y en el acto se dio la vuelta para que la chica quedase sobre él, y aun con sus partes íntimas conectadas.
—¿Cómoda?
Akane levantó su cabeza para mirarlo y asintió. —Ranma… yo ¡te amo!, y sin portar que me hubiese quedado aquí encerrada por siempre, yo no me habría acostado contigo sino te amara.
Al chico le palpitó como loco el corazón al escuchar la declaración de su prometida y se sintió como un tonto, por que una vez más ella había demostrado sr la valiente en esta relación, mientras que el confabulaba para tenerla con él, sin mostrarle su corazón, ella venia de frente y lo desarmaba por completo, dejando al fiero guerrero como un gatito asustado y necesitado de su dueña.
—Tonta…
Akane frunció el ceño.
—Marimacho poco romántica yo quería ser el primero en decírtelo. Y para que lo sepas yo no hubiese permitido que nadie se te acercará, aunque hubiese tardado años en convencerte de que él único para ti soy yo. ¡Te amo!
Akane sonrió, su prometido era un idiota, pero era su idiota.
—Baka… ¿a quién llamas marimacho? Y para que lo sepas tú eres el no está siendo nada romántico.
Ambos se miraron a los ojos sabiendo que de ahora en adelante sin importar lo que les deparara su siempre impredecible futuro, ellos estarían juntos.
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A las afueras del santuario una hermosa mujer observaba como una corriente de energía recorría todo el lugar, dándole vida nuevamente al Santuario del Deseo y amor.
—Ja, sabía que ese par no se resistiría mucho, si se veía a leguas que se tenían ganas. Espero que no tarden mucho y que lean mi carta, bueno aunque se tarden el Santuario se encargara que nada y nadie lo pueda molestar…
FIN.
Hola!
Aquí les dejé este fic… debo decir que me costó un poco volver a escribir sobre este par, que, aunque son mi pareja favorita, tienen personalidades "complicadas" y no puedo no poner un poco de su esencia en mis fics.
Espero que se notara mi esfuerzo.
Esta es una historia un poco rara, no tiene continuación y se sitúa un tiempo después que finaliza el manga. No involucré mucho al resto de personajes, porque me quería enfocar en i pareja favorita y en el Canon. En todo caso tenía ganas de escribir algo picante (culpen a las novelas chinas, me he vuelto algo adicta a ellas)
Esperaba hacer un poco más… pero cuando escribo y sin dame cuenta suavizo mucho el lenguaje y las acciones… será para la próxima supongo.
Quiero escribir un fic de estos dos, caliente, picante y algo sucio jejejeje. No es tan fácil, así que acepto recomendaciones.
Otra cosa, perdonen si tengo errores ortográficos, no tuve tiempo de revisarlo, porque lo quería subir antes de que terminara el mes y para mi mala suerte mi amado país está atravesando una terrible crisis de energía y paso más hora sin luz q con luz, a eso súmale que soy un adulto responsable con cuentas que pagar TT_TT
Dejando las penas de ser un adulto a un lado…
Me encanto volver a meterme en la piel de este par de revoltosos prometidos.
Como sea, espero que les gustara, sobre todo la parte del lemon JiJiJi… es sextember, no podía regresar a los fics en septiembre sin un lemon…
Gracias por leerme… Nos vemos en otro fic, espero… pronto Jejeje.
Si quieres apoyarme para que le dedique más tiempo a escribir: (copia el link y quita los espacios)
Buymeacoffee kag . akane
1 Un torii es la puerta de entrada al recinto sagrado de un santuario sintoísta.
2 Es un tipo de colchón tradicional japonés que se usa comúnmente como cama. Consiste en una estructura rellena de materiales naturales, como algodón, lana u otros materiales similares, que se coloca directamente en el suelo o sobre una plataforma baja llamada tatami.
