Que extraño es volver aquí después de tantos años, pero también me da una alegría enorme ver todo lo que han logrado nuestros mugis y que a pesar de tanto que ha sucedido en la vida de muchos de nosotros, seguimos aquí.
Gracias por leer y ¡Bienvenidos de vuelta!
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Dos años habían pasado desde la Gran Guerra que había cambiado totalmente el mundo, no solo habían llegado a la inalcanzable isla de Laugh Tale, encontrado el mítico One Piece y descubierto los secretos del siglo vacío.
Nunca se hubieran imaginado que esa noche en Onigashima con el despertar de Nika, el mundo, las pequeñas islas de las que habían zarpado y todo lo que conocían hasta el momento dejaría de existir. El caos que invadió el mundo cuando el Red Line fue destruido, el Gobierno Mundial cayó y la Marina colapsó, solo tenía comparación a ese momento hace 800 años cuando el mundo se unió contra un solo pueblo, un pueblo que ahora resurgía de las cenizas gracias al poder de Luffy.
Nami no sabía cómo explicar ese momento, recordaba el rugir del embravecido mar mientras los rayos de una devastadora tormenta surcaban el cielo, rayos que después fueron tomados como si fueran arpones por un Nika de dimensiones descomunales y quien casi cómicamente usó para atacar de lleno Marie Joa comenzando con una destrucción en cadena de toda la franja de tierra roja que atravesaba el mundo como un meridiano.
Ella veía todo desde una distancia relativamente cercana, montada en un gigantesco rey marino de los miles que había ahí y que la princesa Shirahoshi había utilizado para llevar a la superficie el renovado Noa con todos los habitantes de la isla Gyojin en él pues sabían que su hogar sería destruido por completo después de aquella batalla. En el cielo había un gigantesco agujero negro que amenazaba con tragarse todo y a todos a su paso, el miedo que se retorcía en su pecho no solo era de esa terrorifica situación donde tanto ella, sus nakamas y todos los ahi reunidos solo podían observar tan épica batalla sin saber que pasaría a continuación.
Un rayo gigantesco surcó el cielo e iluminó débilmente el agujero negro donde se podía observar unos ojos que conocían muy bien: Im. Luz y Oscuridad, el dios del sol contra la diosa de la destrucción, aquella que había prevalecido en el trono del mundo por los últimos 800 años.
Confusión, caos, un retumbar, oscuridad total y luego el sol brillando entre las nubes mientras estas se dispersaban. Las heridas y la garganta le ardían por la sal, pero eso no evitó que gritara su nombre y que estuviera tentada a saltar al mar cuando pudo observar a una figura caer desde el cielo.
-¡LUUUUUUFYYYYY!- gritó desde el fondo de su pecho y todos voltearon hacia donde apuntaba la mirada de Nami. Momonosuke rápidamente se transformó en dragón y voló hacia él con Yamato y Chopper en su lomo.
Los minutos más angustiantes de su vida fueron en los que Chopper, Law y un Gyojin del Ejército Revolucionario rodearon a Luffy que estaba siendo atendido sobre una gigantesca hoja de nenúfar convocada por Usopp.
Estaba vivo.
¿Destino? Probablemente. Joy Boy prevaleció y el mundo entero celebró en medio del caos. Sabaody que era una de las pocas islas intactas que había quedado en los alrededores se llenó de todo tipo de personas, ya no había sectores, todo era una zona neutral donde todos se recuperaban de sus heridas.
Nami se tocó su hombro derecho. Tenía una profunda cicatriz de quemadura en él. Chopper le había dicho que con el tratamiento adecuado no dejaría marca, pero era lo que menos le importaba, ella solo quería verlo a él.
Las kujas habían montado un campamento alrededor de la zona donde se encontraban los mugiwara y sus aliados descansando, evitando que todos los visitantes de la isla husmearan en el estado Joy Boy.
Usando su habilidad de ladrona, se escabulló sin ser vista ni detectada por las kujas que custodiaban la tienda de Luffy. Lo encontró lleno de vendajes, aún dormido después de 10 días y con su sombrero de paja al lado de su futón. Se sentó junto a él, tomando su sombrero, se veía más desgastado que nunca y se le oprimió el corazón al pensar que su capitán no podría cumplir su promesa de devolvérselo a Shanks, quién después de su traición se había sacrificado para detener a Teach.
Luffy se revolvió un poco entre sueños y giró su cabeza un poco dejando ver algunos mechones de su nuca que ahora eran blancos, no sabía si producto del desgaste de su cuerpo o alguna señal de la prevalencia de Nika, acercó su mano para tocarlos pero Luffy volvió a girar su rostro haciendo que su mejilla se depositara en la mano de Nami que al sentir el roce de su piel la envolvió una profunda calidez procedente de su pecho y que la recorrió entera.
El ceño del mugiwara se frunció y poco a poco abrió los ojos con pesadez.
-N-Na…mi- dijo con la voz cortada y rasposa, mientras trataba de enfocarla. la pelinaranja no pudo evitar sonreír desde lo más profundo de su ser, conteniéndose lo más posible para no soltarse a llorar y lanzarse encima del adolorido muchacho.
-Aquí estoy capitán- respondió con voz suave, inconscientemente acariciando un poco la mejilla del chico con su pulgar, gesto con el que este recargó aún más su cabeza contra ella. Se miraron por unos segundo mientras él iba adaptando sus ojos a la luz. -Creí que te perdería- le soltó, sintiéndose inmediatamente avergonzada.
Luffy, cerró los ojos y comenzó a reír levemente mientras ponía una de sus manos en su estómago como si el acto le provocara dolor por dentro.
-No puedo morir, aún tenemos que cumplir nuestros sueños- dijo fijando su mirada en ella, como si lo que le acaba de decir fuera lo más obvio.
¿Pero cómo cumplirían sus sueños? El mundo estaba totalmente en caos, destruido y entrando en pánico ya que en los últimos 10 días el nivel del mar había bajado casi 2 metros en todo el mundo, comenzando a revelar partes de las islas que se creían perdidas o que ni siquiera sabían que existían cambiando totalmente la geografía de unas, uniendo a otras y muchas otras surgiendo de la nada.
Suspiró. Él siempre era así, egoísta hasta el final. Pensando en lo que quería antes que cualquier otra cosa.
-Tienes razón- le dijo mientras cómicamente su estómago rugió reprochándole por todas las comidas que se había saltado mientras se recuperaba. Ambos comenzaron a reírse, rompiendo un poco el momento. Nami con delicadeza apartó la mano de la mejilla de Luffy para incorporarse. -Espera aquí, iré a decirle a Chopper y a los demás que ya despertaste. ¡Seguro Sanji y Pudding preparan un gran banquete!- dijo, pero la mano del pelinegro la detuvo tomándola de una punta de la yukata que llevaba, pero sin mirarla.
Y así con la mirada baja solamente dijo -Yo también tuve miedo de perderte-. Soltó la yukata de Nami, se recostó dándole la espalda sin decir nada más.
Una gran mesa que abarcaba casi todo el Grove 13 estaba llena de las más bulliciosas personalidades, desde piratas, marines, revolucionarios, alguno que otro gyojin, gigantes y humanos, sentados riendo, disfrutando de deliciosa comida y abundante bebida, festejando el regalo que el dios del Sol les había dado: libertad.
Nami no podía dejar de mirar de reojo a su capitán que comía como descosido sosteniendo en una mano un gigantesco trozo de carne y una enorme jarra en la otra. Reía mientras comía y platicaba con Jimbei y Sabo, ambos también algo maltrechos pero felices de seguir vivos. Robin que estaba junto a Nami, Vivi y Rebecca, no le pasó desapercibida las miradas de la navegante al mugiwara, sonriendo para sí misma, fantaseando de que ahora que tenían un mundo totalmente nuevo por descubrir, por fin sus nakamas se relajaran y admitieran sus sentimientos el uno por el otro. Dió un trago a su bebida y miró de reojo a su nakama peliverde que estaba platicando alegremente con Kin'emon y Mihawk, sus miradas se cruzaron solo por un segundo.
La pelinegra giró rápidamente su rostro mientras reía. -Derishishishi-
Los días transcurrieron lenta y a la vez rápidamente. Todo se precipitaba por momentos, mientras que otros parecían eternos, como aquellas reuniones de los revolucionarios y ex-marines a las que le encantaba asistir a Robin.
Nami estaba pelando cuidadosamente una de sus mandarinas recién cosechada del Sunny mientras estaba sentada en una silla burbuja bastante cómoda. Vió salir de una de las tiendas donde se reunía el "Neo Gobierno" a la arqueóloga, seguida de algunos revolucionarios, incluyendo a Sabo, Koala y a Dragón, cuya presencia aún intimidaba bastante a la navegante, ya que su duro rostro y gruesa voz era totalmente lo contrario al de su despreocupado hijo… que también salió de la tienda seguido por Jimbei, Marco, Momo, Vivi y el rey Riku. Levantó una mano para saludar a sus nakama y amigos, pero todos venían con la mirada baja y preocupación en sus rostros.
-Vivi ¿Pasa algo?- dijo interceptando a la ahora reina de Arabasta.
-Nami… yo…- dijo mientras la tomaba de las manos se las apretaba con suavidad. -Yo iré por mis cosas, debo volver a Arabasta a la brevedad, mi país me necesita más que nunca- le dijo mientras fruncía el ceño y se mordía el labio con preocupación -pero será mejor que te lo explique Robin-san. Espero que nos veamos pronto Nami-chan- la abrazó brevemente y se fue dejándola confundida y ahora también angustiada. Se volvió para buscar a la arqueóloga pero esta se le había escabullido, en cambio se topó con la mirada de Luffy, que la miraba con tristeza, como si algo malo fuera a pasar…
La pelinaranja suspiró. Estos años habían sido bastante complicados. Tomó de su bolsillo unas tijeras de podar y acercó sus manos a una mandarina que relucía bajo el sol del atardecer, en el punto perfecto para ser cosechada. Cortó el tallo a un dedo de distancia del fruto y la tomó entre sus manos, admirándola.
Era una mandarina perfecta, la primera en mucho tiempo se dijo a sí misma mientras miraba a su alrededor los magullados árboles frutales que se notaba que habían sido azotados por unos vientos devastadores.
Se encontraba en Cocoyasi, el pequeño pueblo de la isla Conomi en el East-blue donde se había criado, sufrido y amado.
Después de ese fatídico día donde su capitán los había reunido a todos en el Bar de la Estafa para decirles que necesitaba 3 años para ayudar al Ejército Revolucionario a "arreglar" el caos que había provocado alrededor del mundo, ya que no solo era el hombre que había llegado a Laugh Tale, ahora también era un símbolo de libertad, de esperanza y sobretodo de renacimiento. Los cientos de robots que se habían despertado con el resonar de los tambores de Joy Boy solo podían ser controlados por éste, así que tanto Dragón como Vegapunk le habían pedido su ayuda para investigarlos, que estos no se quedaran como armatrostres gigantes y peligrosos a lo largo de este nuevo mundo sin fronteras ni mares.
Luffy en un principio se había negado rotundamente, si algo él valoraba en la vida y el motivo por el que decidió ser pirata fue para ser el hombre más libre del mundo, pero mientras la reunión avanzaba, se dió cuenta que esto no solo era sobre él, era sobre las ciudades, los países y las vidas de sus amigos. Si bien había hecho lo correcto, las consecuencias habían sido devastadoras.
-¿Qué debería hacer Sabo?- le preguntó a su hermano en una de las pausas que habían hecho durante la reunión. Su hermano, que era el segundo al mando del padre le mugiwara también sintió más que nunca esa pesada carga del destino del mundo en sus hombros. Era el momento de hacer las cosas como siempre debieron ser.
-¿Qué quieres hacer tú, Lu?- le preguntó, evadiendo el darle una respuesta de lo que él creía que era lo correcto, por que aunque fueran hermanos, sus caminos y sueños eran totalmente diferentes.
-Quiero recorrer el mundo con mis nakama, aún tienen sueños que cumplir y es una promesa que a pesar de todo no puedo romper- le dijo -¡Sobretodo Nami! shishishi ¡Va a tener que volver a dibujar todos sus mapas!- sonrió ampliamente imaginando a la navegante enojada con dientes de tiburón, gritando órdenes en el Sunny a diestra y siniestra mientras refunfuñaba por el desperdicio de berries en papel que había hecho.
Sabo sonrió, siempre había un tinte especial cuando su hermano hablaba de la navegante, era algo que notó desde Dressrosa cuando se reencontraron por primera vez.
-Entonces hazlo, ve y cumple los sueños de tus nakama- lo animó a sabiendas de que no sería así de fácil.
-Si… ese es el problema, por que ellos- dijo mirando hacia la carpa- también son mis nakama y sé que todo este caos al final es mi culpa- se tiró al piso molesto con los brazos cruzados. -Todo es culpa de Shanks- concluyó ladeando la cabeza molesto, pues aún no "perdonaba" del todo la traición del que había sido su héroe de la infancia y lo había manipulado de cierta forma para usar su poder para llegar a Laugh Tale.
-Mmmmm - murmulló Sabo mientras ajustaba los botones de sus guantes -Y que tal… no sé ¿Un tiempo?- sugirió - ¿No te tomaste un tiempo para entrenar y ser más fuerte después de la batalla de Marineford?
Luffy lo miró confundido.
-¡Si, pero eso fue diferente! Necesitaba ser más fuerte para proteger a mis nakamas -
-Bueno si, pero ahora necesitas ayudar a tus nakama, de una forma que solo tú puedes -le dijo, no quería sugestionandolo pero era inevitable. La confusión era evidente en el rostro del pelinegro, se estaba concentrando tanto en pensar que hasta se estaba poniendo rojo, Sabo al ver esto le dió una palmada en la espalda que casi le tira hasta el sombrero de paja. Luffy iba a gritarle algo pero antes de que pudiera hacerlo, su hermano le sonrió diciendo -¡Venga ya! ¿Qué acaso no nos queda el resto de nuestras vidas para seguir viviendo aventuras? Aún tienes que cumplir tu verdadero sueño-
Luffy, con el característico espíritu de Joy Boy en su ser, sonrió.
Nami se quitó los guantes de tela gruesa que usaba cuando cosechaba los árboles de mandarinas de Bellemere, los dejó en la canasta donde había estado colocando cuidadosamente las pequeñas mandarinas y se llevó su ahora desnudo dorso de la mano a su frente para limpiar el sudor que el intenso sol le provocaba, y como ya era su costumbre, puso su mano sobre el sombrero de paja que descansaba en su larga cabellera. ¿Cómo no lo iba a extrañar si a diario traía consigo ese objeto tan valioso para él?
-Oi, Luffy… ¿Esto es en serio?- le preguntó un angustiado Usopp a su capitán. Todos tenían diferentes expresiones en sus rostros. Robin y Jimbei que eran los que estaban más al tanto tenían una expresión neutra, Sanji solo fumaba silenciosamente, Zoro al fondo estaba recargado en una pared abrazando sus 3 espadas pero con su ojo examinaba a todos, Usopp y Chopper moqueaban consternados mientras Franky y Yamato estaban estupefactos, mientras que Brook por su falta de piel no se podía saber a simple vista si estaba serio o no. La única que estaba encolerizada era Nami, cerró un puño con coraje mientras Jimbei la veía algo preocupado, pues aún juraba que de alguna forma los puñetazos de Nami tenían haki.
Y Luffy, tan vago como siempre, estaba sentado sobre la barra del bar, con un plato con diferentes embutidos servidos por Shaky a su izquierda, del cual de vez en cuando tomaba unos cuantos pedazos. Pero aunque parecía despreocupado, la verdad es que la decisión no había sido fácil, le había quitado hasta el sueño por varios días, pero eso sí, nunca el hambre.
Volvió a tomar unos cuantos embutidos para comérselos pero entonces dió un vistazo a sus nakamas. Suspiró.
-Si, esto es en serio… quiero ir con Sabo estos 3 años para arreglar un poco todo el desastre que causé con lo que pasó con el Red Line -bajó un poco la mirada hacia sus manos -Creo que es en parte algo que tengo que hacer como Joy Boy… como Nika.. - se pasó una mano por el cabello, como atormentado por sus pensamientos -¿Como un dios? No lo sé -admitió mirando de nuevo a sus compañeros que lo veían ahora preocupados. No era normal ver a su capitán en tal estado de reflexión y angustia. Sólo Jimbei que había estado en ese momento de crisis en que despertó después de la muerte de Ace, recordaba haber visto al mugiwara así. Perdido.
Robin, dió un paso adelante y retomó la conversación.
-Lo que nos enfrentamos es un evento histórico de dimensiones incalculables, no es algo que el Ejército Revolucionario o la Neo Marina pueda resolver tan fácilmente como pensamos, además… ¿No han pensando en ver cómo están sus familias y sus islas ahora que el East Blue, la Reverse Mountain y el Grand Line ya no existen? - les recordó haciendo que cayeran en cuenta de ello. La destrucción del Red Line había convertido a todo el océano en uno solo, haciendo que los puntos cardinales y los magnetismos de las islas se mezclaran en un caos total, aunque parecía ser que los eternal pose seguían funcionando. -Esta… pausa, no solo es para nuestro capitán-san, también es para nosotros. Creo que puedo decir sin equivocarme que todos queremos saber cómo se encuentran las personas que amamos- dijo cerrando un poco los ojos y pensando en Saúl que se había quedado en Elbaf, isla que estaba peligrosamente cerca del Red Line.
Luffy volvió a tomar la palabra.
-Los sombrero de paja seguirán, aún tenemos muchas aventuras que vivir juntos y surcar este nuevo mar -Interrumpiendo a Luffy, Zoro se acercó al centro de la habitación, cargando un barril vacío de sake y dejándolo en el piso con un golpe seco. Los mugiwara del East Blue sonrieron agridulcemente mientras que el resto veía confusos al espadachín.
Luffy puso su pie sobre el barril, de la misma forma que lo había hecho hace 3 años durante una tormenta antes de subir por la Reverse Mountain.
-Aquí y ahora, les prometo que este no es el final de nuestro viaje-
A su mano derecha, Zoro también puso su bota sobre el barril pronunciando -Les prometo que mantendré hasta ese momento mi título como el mejor espadachín del mundo-
Los demás entendiendo la dinámica, se fueron sumando a la promesa.
-Yo seré un bravo guerrero del mar que habrá surcado todos los mares-
-Yo recorreré este "All blue" con ustedes-
-¡Yo seré el mejor doctor de todos!-
-Yohohohoho yo seguiré animandolos con mi música y aún tengo que ver a Laboon-
-Yo me aseguraré de que todos conozcan la historia del Siglo Vacío-
-Yo lucharé por lo gyojin que aún no han sido liberados-
-¡Yo mantendré a punto el barco que recorrerá este mundo nuevoooo! SUPAAAAAH-
-¡Yo viajaré con ustedes a conocer el mundo que Oden también conoció!
Todos miraron a la pelinaranja que era la única que faltaba de hacer aquel extraño ritual. Tomo aire pesadamente.
-¡Yo haré un mapa de este nuevo mundo!-
Sonrieron, ese sería uno de los sueños más difíciles ahora que TODO había cambiado, islas nuevas, islas viejas regresando.
Sin duda sería una gran aventura.
Era una noche fría en el que antes había sido el East Blue que antes se caracterizaba por su clima cálido y dentro de lo que cabía, estable. Ahora estaban en ese punto donde la brisa podía convertirse en nieve en cualquier momento.
La bruja del clima estaba cerca del mascarón de ese barco en el que viajaba, uno de los tantos del Ejército Revolucionario que tenía un dragón tallado.
Si, aunque no lo pareciera, definitivamente eran padre e hijo.
Vigilaba el cielo y la superficie del mar, ya había dado aviso a que echaran anclas por la inestabilidad del clima, además de que la noche estaba próxima a caer y haría difícil la navegación, al contrario del Sunny este barco no era de madera del árbol de Adam. Recargó sus brazos en el barandal y se inclinó un poco para recargar su mejilla en ellos y tener una vista más calmada del sol en el horizonte.
Sentía una profunda tristeza en su corazón. No es como que no quisiera ver a Nojiko, Genzo y a toda la aldea, y claro que estaba preocupada. Pero aún seguía teniendo pesadillas con los ojos de Im-sama, con rayos surcando el cielo y con un muchacho con sombrero de paja hundiéndose en el mar o en su defecto, con su silueta siendo enmarcada por la luna. Esto último se le hacía tan extraño. ¿También ella se sentía diferente hacia su capitán con todo lo que había pasado? ¿Seguía siendo Luffy o su esencia ya era algo más?
Estaba tan confundida con sus sentimientos, con lo que quería o no hacer con ellos que no se dió cuenta cuando el sol se había marchado.
-Oi Nami, hace frío ¿Por qué no entras?-le dijo el pelinegro asustandola porque estaba demasiado cerca y no lo había escuchado llegar.
-¡No me hables así de repente! -
-¿Ehhh? Pero si tengo ya un rato aquí Namiiii- respondió haciendo pucheros -que tu no te hayas dado cuenta por andar bobeando es otra cosa-
Le sonrió queriendo jugar a provocar a la pelinaranja pero ella no captó la broma, seguía perdida en sus pensamientos. El pelinegro suspiró, no le gustaba verla así, pero tampoco sabía que decirle o que hacer para que se sintiera mejor.
Dirigió su mirada al cielo. Había comenzado a nevar. A él le encantaba la nieve y siempre abría la boca para que los copos de nieve cayeran en su boca, sintió un escalofrío ya que solo llevaba una chaqueta ligera y Nami traía un abrigo grueso consigo, recargó su mentón en su hombro, pegando su cuerpo al de ella para robarle algo de calor.
Ella dió un brinco cuando lo sintió a sus espaldas y luego se quedó inmovil por un rato para luego relajarse. Ninguno dijo nada, veían donde el cielo y el mar se fundían, sintiendo el viento helado en sus rostros que pronto se comenzó a sentir como agujas en la piel. También de haber estado ahí por lo que les había parecido horas, los había hecho acumular una ligera capa de nieve sobre ellos.
Aún así era reconfortante, lentamente y sin notarlo, Nami había recargado su cabeza contra la de Luffy y en algún punto los brazos de este se habían colocado también sobre el barandal, dando la sensación de un abrazo pero sin realmente hacerlo.
Nami no pudo evitar que algunas lágrimas recorrieran sus mejillas, no quería que se separaran, ni aunque fuera de forma temporal. La última vez cuando ella tuvo que esperar en Zou a su regreso se le hizo eterno aunque solo fueron un par de días, pero ahora ¿Tres años? Sentía que era casi una vida entera.
-Nami no llores… por favor-
Volteó levemente para encontrarse con unos ojos azabache que la miraban con dolor y preocupación, una mirada que había conocido por primera vez en Drum. Se giró sobre su propio eje y sin que tuviera tiempo para reaccionar abrazó al mugiwara, dejando salir aún más sus lágrimas que se perdían entre los pliegues de su bufanda. Luffy se quedó sorprendido por un momento pero luego la abrazó fuertemente pero sin lastimarla.
Si, era un hombre de goma, casi la reencarnación de un dios, pero se le partió el alma. Sintió su corazón acelerarse al ritmo del Gear Second mientras respiraba el aroma a mandarinas del cabello de Nami.
-No me dejes sola- le suplicó
Era un maldito egoísta, es decir, siempre lo había sido pero nunca se había sentido culpable por eso. "Vivir su vida sin remordimientos" era algo que Ace le había enseñado y sentía que si no le decía a Nami lo que había hablado con Rayliegh antes de dejar Sabaody se arrepentiría toda la vida.
Pero no estaba listo, tenía demasiadas cosas haciendo peso en su cabeza, así que hizo lo único que en ese momento estaba a su alcance para expresar lo que sentía.
Separó uno de sus brazos del cuerpo de Nami y lo dirigió a su cabeza, quitándose el sombrero y haciendo caer un poco de la nieve que los cubría en el proceso. Se lo colocó en su cabeza a la pelinaranja que dió un brinco al sentir el peso de este y se separó un poco pero sin soltarlo para verlo a los ojos.
-Cuídalo estos 3 años- le dijo solemnemente - es mi promesa de que volveré por ti-
Nami tuvo un deja vu de la vez que hizo algo similar en Arlong Park y no pudo contenerse más, una de sus manos se movió hacia la nuca del pelinegro y lo empujó un poco hacia abajo mientras ella se paraba en las puntas de sus pies, cerrando la distancia entre ellos.
Lo besó con todos los sentimientos y las palabras que no podía expresarle en ese momento, cerró los ojos y no se atrevió a abrirlos para ver la cara de Luffy, pero su pecho se llenó de un sentimiento cálido que la envolvió cuando sintió que él torpemente le devolvía el beso. Más lágrimas cayeron por sus mejillas hasta que se separaron, se miraron a los ojos y antes de que el mugiwara pudiera decir algo más, ella hizo uso de sus habilidades de ladrona para escapar de entre sus brazos y adentrarse por un escotilla que llevaba hacia los camarotes del barco.
-¡Nami!- la llamó pero antes de que alcanzara la escotilla vió salir por la misma a Koala, que sin decirle nada simplemente negó con su cabeza, queriendo decirle que dejara un momento a la navegante sola. Ella misma, había pasado por la misma situación con Sabo y sabía perfectamente cómo se sentía la chica.
El amanecer comenzaba a reflejarse en la superficie del mar y los tripulantes del barco poco a poco se fueron incorporando a sus actividades pero el bullicio comenzó cuando se dieron cuenta de que uno de las balsas de emergencia y algunas provisiones faltaban.
-¡Capitán! La navegante de los sombrero de paja tampoco se encuentra en el barco- informó una de las soldado del ER. Sabo se volvió hacia Luffy que estaba también ahí en cubierta sin decir nada ni hacer alboroto por el robo de comida, algo demasiado inusual en él. Se acercó a su hermano con la sospecha de lo que había sucedido. Pero algo le llamó más la atención.
-¿Dónde está tu sombrero de paja?-
-Se fue con ella, es mi promesa- le dijo seriamente y con una media sonrisa. sabía de primera mano que a ella no le gustaban las despedidas, dolían demasiado.
Sabo dió un suspiro. Serían 3 años muy difíciles pero también le dió gusto saber que su hermanito revoltoso ya no era solo un niño.
Les esperaban un sinfín de dificultades y aventuras, algunas muy divertidas, otras que les hicieron hervir la sangre, pero siempre al final del día Luffy siempre le preguntaba a Sabo en qué dirección estaba lo que había sido el East Blue.
La chica había tomado un rastrillo para comenzar a apilar algunas hojas que el viento había tirado de los mandarinos cuando escuchó el sonido de una alarma que habían instalado en el puerto para avisar la llegada de un barco a la isla.
Uno, dos timbres. Era un barco aliado, caminó un poco hacia un acantilado y pudo ver el gran barco que se acercaba lentamente a la isla, muy probablemente no podría atracar en el puerto por la gran magnitud del casco. Reconoció la bandera, era de la República, que era como se hacía llamar el nuevo gobierno instaurado por Dragón donde cada isla o conjunto de islas eran libres de elegir a sus propios líderes.
Su corazón dió un vuelco, siempre que veía uno de esos barcos se imaginaba a Luffy llegando por ella con su característica sonrisa, pero sabía que eso no pasaría, al menos hasta dentro de otro año. Se dió la vuelta para marcharse cuando un grito la hizo girárse tan rápido que casi se cae.
-¡NAMIIIIIIIIII!-
Era el inconfundible grito de su capitán llamándola. se llevó las manos al pecho tratando de contener el llanto.
-¡NAMIIIIIIIIII!- volvió a escuchar ahora más cerca de donde se encontraba. Vió cómo un bolito surcaba a toda velocidad por el cielo y caía cerca de donde ella se encontraba.
Corrió, aun sin poder decir nada y sosteniendo el sombrero para que no se le fuera a caer por la fuerte brisa marina. Llegó a un claro del campo de mandarinas donde habían tenido que retirar unos árboles después de una fuerte helada, pero como se había llenado de pequeñas flores, no habían querido volver a plantar nada ahí.
Y de los árboles emergió un hombre pelinegro, un poco más alto robusto que antes y con más mechones de cabello blanco, ataviado con unos shorts negros y una camisa roja entreabierta
-Nami- la llamó de nuevo al verla. Ella vestía un pequeño overol de mezclilla sobre una playera blanca con girasoles y en su cabeza, sobre su cabello suelto descansaba el sombrero de paja.
Se miraron por unos instantes hasta que la pelinaranja tomó la iniciativa y corrió hacia él, sin pensarlo. Lanzándose a sus brazos.
-¡Luffy!-
La velocidad y el terreno irregular hizo que ambos cayeran al suelo en un abrazo. Luffy comenzó a reír y fue música para los oídos de Nami, extrañaba tanto esa risa y no pudo evitar reír también, separándose un poco de él pero sintiendo que una mano tomaba su nuca para jalarla de nuevo hacia abajo.
La besó, brusca pero dulcemente. Ella le correspondió y colocó una mano en su pecho, sintiendo su calor y un leve temblor. Se separaron lentamente.
-Lo siento, no pude cumplir mi promesa- le dijo a la pelinaranja que no entendía a lo que se refería. -Te dije que volvería en 3 años… y regresé en 2- Nami sonrió. No podía estar más feliz de estar de nuevo con él, con el hombre que al marcharse se había llevado sus sueños y su corazón.
Aunque técnicamente ella había sido la que se había marchado, pero es algo que no quería recordar.
-Eres un tonto- le dijo casi con ternura -yo también te extrañé… mucho-
La muchacha se llevó la mano a su cabeza y se quitó el sombrero de paja, poniéndolo sobre la cara del mugiwara, mientras riendo, se levantaba rápidamente y comenzaba a correr en dirección a la casa que compartía con Nojiko, no podía esperar más para recoger sus cosas y comenzar su nueva aventura junto a su capitán. No sabía si alguien más de sus nakamas lo acompañaba en el barco, pero si querían reunir al resto de sus compañeros, tenían una larga travesía llena de aventuras por delante.
Luffy haciendo pucheros se incorporó y gritando escandalosamente la siguió, y la seguiría hasta el fin del mundo.
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