Drabble: Uróboros
—Ya no estoy tan segura de querer este empleo –le confesó por teléfono a su madre.
—Elena, a ti, nunca nada te viene bien –bufó —es tu primer empleo en el hospital, ten paciencia, recién llevas una semana.
—Sí, lo sé, pero es escalofriante.
—¡Estudias medicina, no tienes por qué temer a los cadáveres, Elena, eso es ridículo, esa gente está muerta y lo sabes!
—Sé que están muertos, pero igual es escalofriante, me asusto de cada ruido que oigo.
—Dijiste que sería interesante trabajar en la morgue, y ahí estás, trabajando en la morgue como tú quisiste, pero ahora te da miedo…
—Que va –dijo colgándole.
Era claro que su madre no la comprendía.
Quisiera verla a ella en mi lugar, si no estaría asustada en un sótano oscuro repleto de cadáveres; pensó Elena.
La alarma de la puerta trasera sonó, asomó su rostro por la pequeña ventana, un paramédico le hizo señas.
—¿Tienes los datos del fallecido? –consultó al abrirle.
—No hay muchos datos, caso en investigación, mujer de identidad desconocida.
Llenó el formulario de aceptación, mientras el paramédico colocaba la camilla con el cadáver en una bolsa negra a su lado.
—¿Qué le sucedió?
—La asesinaron —leyó el legajo —dice que su muerte está ligada a un ritual.
A Elena se le erizó la piel —¿Magia de ocultismo?
—Sí, eso es pura basura, ¿no crees, o sí?
—Uhm, no, claro que no –mintió para no parecer una tonta.
—Recuerda no alterar la evidencia, no debes tocarla, ni lavarla, la autopsia es muy importante para la investigación.
—Solo la pondré en un cubículo y el médico patólogo asignado se encargará del resto.
—Bien –estrecharon manos y se retiró con rapidez.
Ató una tarjeta identificadora con el número de legajo a la bolsa.
JANE DOE – N06606
Utilizó ese nombre porque aún era un cadáver sin identificar.
Notó que el número 6 se repetía tres veces, se frotó los brazos con incomodidad como si le pincharan con agujas.
Al acercar la camilla al cubículo, un susurro la hizo voltear.
—¿Qué fue eso? –rasqueteó sus oídos, quizás solo había sido el zumbido de un mosquito; pensó.
Respiró hondo para relajarse, sacudió sus manos en el aire —¿Por qué soy tan asustadiza?
Abrió el cubículo y retiró la bandeja donde debía poner la bolsa con el cadáver, con cuidado deslizó la bolsa.
Saltó del susto cuando sintió el cadáver moverse.
—¡Ay, no! –chilló tirándose para atrás.
¿Acaso había sido su imaginación?
Siendo racional se acercó nuevamente al cuerpo para verificar su pulso, quizá los paramédicos se habían equivocado.
Deslizó el cierre hacia abajo con la mano temblorosa, entrecerró los ojos con algo de temor.
Se quedó boquiabierta, horrorizada, al descubrir que el cadáver de esa mujer era exactamente igual a ella.
Le marcó a su madre apresurada.
—Esto es de locos –murmuró denotando en el pecho de la joven, un tatuaje de una serpiente que se traga su propia cola.
Acercó su rostro para analizarla con más detalle, ambas tenían un lunar debajo del ojo izquierdo.
¿Quizá su madre había tenido gemelas y le mintió todos estos años?
De repente los ojos del cadáver se abrieron, eran completamente negros.
—¡Ahhhhhh! –gritó Elena en cuanto la sujetó del rostro con sus manos ennegrecidas.
—Hoc corpus volo* –susurró apretándola con fuerza.
—¿Elena? –su madre respondió la llamada —¿Hija? ¿Por qué gritas? ¿Estás bien? ¡Respóndeme!
—Estoy bien mamá –respondió crujiéndose el cuello.
—¿Segura?
—Todo perfecto –respondió el demonio dentro del cuerpo de la joven Elena.
El cadáver sobre la camilla ahora comenzaba a pudrirse, y el tatuaje del uróboro* se estaba dibujando sobre el antebrazo de Elena como por arte de magia.
Fin
En latín significa: Yo deseo poseer este cuerpo.
Uróboro es una serpiente que se come la cola, simboliza el ciclo eterno de las cosas
