Caminó como cada día hacia la parada del autobús.
Últimamente solo podía apreciar el panorama mientras se dirigía hacia allí, era una actividad tan cotidiana.
Siempre estaban los mimos árboles, el mismo clima, la misma calle, la misma señal que indicaba que allí paraba su transporte.
Caminaba por la misma acera, veía a los mismos vecinos, tomaba el mismo autobús a la misma hora.
Estaba inmersa en una asfixiante y constante monotonía, cada día sentía las cosas eran exactamente iguales.
Llevaba el mismo uniforme, la misma mochila, ella era la misma como si nunca cambiara en absoluto y nada a su alrededor tampoco lo hiciera.
Aunque ese día en particular algo le pareció inusual al llegar a la parada del autobús, como si algo fuera a cambiar pronto.
Suspiró pesadamente obnubilada por sus propios pensamientos mientras se sentaba en la banca que había en la parada de autobús.
Una banca de madera algo vieja, la misma banca antigua en la que se sentaba siempre del lado izquierdo.
Al hacerlo, miró a su izquierda para poder comprobar que el autobús no estuviera cerca aún. Nada.
Estaba sentada sola en la banca, y mientras unos escasos minutos pasaban su presentimiento de que algo podría cambiar ese día solo disminuía un poco más cada vez.
Luego de unos pocos instantes más, miró a su izquierda comprobando que el autobús ya se aproximaba. Estaba a unos doscientos metros ya que ya podía verlo, era el único autobús que pasaba por allí.
Se levantó desesperanzada, sentía un gran tedio al saber que todo transcurriría igual que siempre. Todo era igual, hasta sentía que podría volverse loca porque todo siempre pasara de la misma forma.
Le hizo una seña al autobús para que parara, la misma que todos los días, el autobús se detuvo. Cuando iba a subirse con resignación, sintió que unos pasos se detenían justo a su lado.
Al voltear vio a un muchacho que parecía ser de su edad. Estaba agitado, al parecer había corrido hasta allí.
No pudo evitar detenerse a pensar en quién era, nunca lo había visto antes. Vivía en un pequeño pueblo que solo tenía acceso a un autobús y en el que no había muchas personas que tuvieran una edad cercana a la suya.
¿Vas a subir?-preguntó el muchacho al ver que ella se había quedado viéndolo, ella asintió mientras volvía en sí y se subía al mismo. Él subió después que ella y pagó su boleto mientras recuperaba el aliento.
Le pareció algo inusual, tenía ropa casual pero que se veía costosa además de que su cabello estaba peinado como si fueran llamas. Lo vio sentarse del lado de los asientos del lado opuesto al que ella estaba.
Ella solo se dirigía a su destino con su uniforme de la escuela de siempre, una camiseta blanca y una falda azul oscuro.
Se sentó tratando de volver a lo que la había estado molestando anteriormente, pero no podía dejar de pensar en él destino al que se dirigía ese joven que se había subido detrás de ella. Después de todo era un cambio, nadie más solía tomar el autobús con ella a esa hora.
Mucha fue su decepción en cuanto tuvo que bajarse sin poder averiguar mucho más sobre él. Apenas y había visto hacia atrás al bajar del autobús, no sabía si él siquiera la había visto.
Había notado que se había fijado mucho en el paisaje que podía verse a través de la ventana en aquel pintoresco pueblo rodeado de montañas que a ella tanto la aburría.
Al regresar no lo vio otra vez, aunque no entendía bien porque sintió cierta decepción. Tal vez el hastío estaba afectando a su ánimo demasiado, al menos había encontrado algo distinto por una vez.
Al día siguiente no vio al muchacho otra vez, había tenido la ilusión de poder averiguar algo sobre él al menos viajando en el mismo autobús. Pero no estaba allí.
Su día transcurrió con normalidad, la tan abrumadora y pesada realidad que tanto la sofocaba con su rutinaria monotonía.
Luego de una semana después de eso, volvió a ver al muchacho, en esa ocasión él perdió el autobús. Ella le reprochó aún sin conocerlo en absoluto el haber llegado tarde para tomarlo. Se preguntó si se trataría de alguien impuntual o irresponsable, cómo era o a dónde iba, eran cosas que tal vez nunca sabría.
Miró por la ventana de atrás del autobús cómo él se alejaba ya que el autobús avanzaba. Aunque sabía que las cosas no eran así, sentía como si él se le escapara y se reprochó a sí misma por no haber hablado con él la primera vez que lo había visto.
Paso al menos una semana y media desde ese suceso, se dirigió a tomar el autobús nuevamente. Aunque en esta ocasión era a otra parada de autobús ya que tenía que regresar a su casa, había salido de su escuela hace poco y había tenido un día bastante malo.
Mientras iba camino a la parada de autobús miró el cielo, el clima le decía que algo andaba mal. El cielo estaba soleado pero había muchas nubes alrededor, como una especie de ambivalencia entre dos opuestos que chocaban.
Las nubes parecían oscurecerse de a poco a pesar de que el cielo aún contaba con la presencia del sol.
De un lado había nubes completamente grises mientras que los rayos solares intentaban persistir en la escena, realmente era algo extraño de ver para ella. Hasta el clima solía permanecer de forma consistente en ese pueblo.
Cuando ya se encontraba a varios metros de la parada de autobús, pero no tantos como para que no pudiera verla a la distancia, comenzó a llover repentinamente. Era una lluvia algo rara, hacía un poco de calor y el sol seguía insistente iluminando todo lo que se encontraba a su alcance.
Comenzó a correr hacia su destino tratando de mojarse lo menos posible, en poco tiempo logró acercarse a la parada de autobús.
Llegó corriendo a ella mientras se cubría con una de sus manos, se detuvo apenas pudo notar que se encontraba bajo el techo que protegía el banco de madera que había allí de la lluvia y el sol.
Al dejar de preocuparse por la lluvia, vio que el muchacho que había visto los días anteriores estaba allí. Se encontraba sentado en el banco de madera que ella usaba siempre que esperaba el autobús allí.
Sintió una inusual sensación en el estómago que la hizo dudar de sentarse junto a él para esperar también. Había olvidado como se sentía, el agridulce sabor de la incertidumbre.
No había pensado en que podría encontrarse con él allí ya que no había sucedido antes, probablemente el lugar donde él se bajaba siempre estaba cerca de allí.
La lluvia seguía cayendo mientras el sol la hacía brillar como un testigo partícipe resplandeciente y estoico del fenómeno climático que estaba transcurriendo.
El muchacho de cabello en forma de llamas la miró de reojo al ver que había llegado corriendo ahí, lo hizo nuevamente cuando la chica de cabello azul se sentó a su lado en el banco de madera. Su ropa tenía marcadas varias gotas que habían logrado alcanzarla y su cabello goteaba un poco a causa de lo mismo.
Bulma lo miró de reojo cuando sintió que él no la miraba, no podía decidir si hablar con él era lo correcto. Después de todo, no se conocían de nada y tampoco es que lo viera todos los días a pesar de que él había ocupado buena parte de sus pensamientos los últimos días.
Los dos miraron la lluvia empapar sin piedad todas las cosas que los rodeaban, y ver eso iluminado por el sol hacia que el ambiente se sintiera diferente. Era inusualmente hermoso, como si dos opuestos se cruzaran y convivieran entre sí en una extraña pero funcional sintonía que al final resultaba en algo bello y armonioso.
Bulma sonrió ligeramente mientras miraba el panorama nuevamente, a pesar de que ya lo conocía a la perfección sentía que el aire era distinto, el aroma, la luz, el cielo y las nubes. No sabía si era a causa de ese clima tan peculiar o de la compañía nueva que tenía a su lado, eligió pensar que sería la primera opción ya que la segunda sonaba a algo demasiado ideal para alguien como ella.
Clima extraño-opinó el muchacho para sí mismo, Bulma volteó a verlo al escuchar que él había hablado primero. Sentía que era su oportunidad para hablar con él, tal vez sus pensamientos no eran tan rebuscados como creía.
Nunca sucede esto-le aclaró ella, era un espectáculo natural hermoso en su opinión. Si bien si solía llover de vez cuando no solía suceder que saliera el sol al mismo tiempo.
¿Siempre tomas este autobús?- preguntó el muchacho, parecía que el transporte tardaría un rato.
Sí, nadie más suele tomarlo a esta hora- respondió ella, sabía que tenían un bien rato hasta que llegara- Tardará un rato, no tiene tan frecuencia-le avisó, suponía que él no sabía mucho de ese lugar. Sabía que era nuevo en el pueblo.
Los dos se quedaron en silencio por algunos segundos, Bulma retomó la conversación ya que no sentía que el ambiente estuviera denso. El ruido de la lluvia lograba disipar un poco el silencio que se había formado entre ellos.
¿Cómo te llamas? Yo soy Bulma- le preguntó con curiosidad.
La mirada seria de aquel muchacho la había intimidado un poco al principio ya que no lo hacía ver como alguien agradable, pero luego de que él había hablado podía sentir que no era alguien hostil. Más bien parecía que un aura de misterio lo rodeaba.
Vegeta- respondió él, la miró al responder aunque no parecía ser alguien que hablara mucho- Parece que este autobús tarda una eternidad- opinó con algo de fastidio.
Sí, vi que el otro día lo perdiste. Debiste haber esperado mucho hasta poder conseguir tomar el próximo- dijo Bulma pensativa con tono amable.
Él pareció sonrojarse al notar que ella recordaba el día que había perdido el autobús, al parecer lo había visto.
No sabía los horarios del autobús- se excusó el muchacho, Bulma no pudo evitar reír ligeramente al escuchar su respuesta.
El autobús no es muy frecuente, debes llegar a la hora indicada o llegaras tarde- le aseguró ella- Puedo decirte a qué hora pasa si quieres, ya lo sé de memoria- le ofreció, el aceptó al escuchar el ofrecimiento.
Los dos siguieron hablando allí, con la lluvia como un manto que los cubría y el sol que le daba ese destello de calidez a la escena.
Se reunían en el cielo de ese pueblo apartado, juntos para presenciar un comienzo.
Era un encuentro entre dos naturalezas diferentes que experimentaban una transición. Un nuevo estado de lo desconocido a lo conocido, de lo imposible a lo cotidiano, de lo inesperado a lo esperado.
La constante se había cortado por un momento, se había reanudado y se había vuelto a cortar en el segundo en el que habían hablado por primera vez.
Esta vez, cuando tomaron el autobús se sentaron cerca esta vez ya que seguían conversando naturalmente como si fuera algo cotidiano, como si una conexión se estableciera de inmediato entre ellos.
Ya que estamos cerca podríamos vernos alguna vez, generalmente no hago nada después de esta hora. El pueblo es aburrido-le sugirió ella con algo de nerviosismo, sabía que faltaba poco para que tuvieran que bajar.
Sería bueno conocerlo mejor, he visto tan poco de él que todavía me pierdo aquí-respondió él, aunque fingía estupidez podía notar que algo sucedía entre ellos dos- Tú lo conoces bien, podrías enseñarme algún lugar hoy. Ya dejó de llover- agregó, Bulma lo miró sorprendida porque hubiera aceptado su ofrecimiento.
Sí, podemos ir hoy-dijo Bulma sonriente, sintió que algo de calor subió a sus mejillas aunque eso no quitaba que su emoción crecía al saber que saldría con él a pasar el rato. Nunca le había pasado que alguien llamara su atención así, había pensado mucho en eso los últimos días- Estamos rodeados de montañas, podría llevarte al monte de los Espíritus susurrantes. Supongo que todavía no has ido allí-agregó como suposición.
Todavía no, ese nombre suena extraño, aunque el clima lo está más -dijo Vegeta mirando por la ventana, no quería mirarla directamente ya que se había puesto algo nervioso por lo que había dicho. Aunque no la conocía sentía que podía confiar en ella, por alguna razón habían tenido una fluida conversación sin siquiera haberlo planeado.
Sí, pero me gustan los arcoíris. No suelen verse muy seguido-dijo Bulma mientras los dos apreciaban el arcoíris que se formaba en el cielo, luego de que la lluvia se hubiera disipado los arcos de colores se habían presentado en el cielo indicando que todo transcurría como debía ser.
Los dos bajaron del autobús y comenzaron a caminar. Bulma quería mostrarle todos los lugares que ella ya veía como parte de su cotidianidad, pero aunque ya se los sabía de memoria había algo diferente al andar con ese chico que parecía ser un citadino recién llegado.
Luego de subir varias escaleras que parecían antiguas y recorrían una de las montañas que rodeaban el pueblo, se encontraron en un lugar alto desde el que había una gran vista.
Al final de las escaleras se podía visualizar una playa tranquila y un poco desierta. Una particularidad de ese lugar era que las montañas estaban muy cerca de la playa. El mar brillaba reflejando los rayos dorados del sol y los colores naranjas y rosas que ahora el cielo mostraba como un aviso de que el atardecer estaba aconteciendo.
Dicen que los espíritus susurran aquí de noche, aunque nunca he venido a comprobarlo-le explicó Bulma, notó que Vegeta se había detenido a ver el paisaje por varios segundos antes de voltear a verla a ella otra vez.
Debería hacerlo, este pueblo no parece un lugar peligroso- dijo Vegeta pensativo, realmente ese lugar parecía algo enigmático- Aunque seguro me perdería de noche- opinó ya que no conocía muy bien la zona.
Nunca tuve a nadie con quien venir, en el pueblo no hay más personas de mi edad-le aclaró- Pero ahora podría considerarlo, si te atreves- dijo haciendo referencia a la presencia de su acompañante allí.
No suena muy aterrador-dijo Vegeta aceptando el desafío de la chica de cabello azul, Bulma sonrió al escuchar su respuesta. Aunque era algo tosco cuando hablaba parecía ser alguien muy interesante, podría divertirse mucho andando con él.
Los dos se sentaron cerca de unas rocas mientras veían cómo el ciclo del día avanzaba, el sol seguía su camino al horizonte mientras ellos conversaban entretenidamente hasta que pudieran cumplir lo que se habían propuesto hacer.
Bulma sonrió mientras conversaba con él, se sentía tan relajada, estaba libre del tedio que tanto la había estado persiguiendo últimamente y un inesperado rubor adornaba sus mejillas mientras hablaba con aquel muchacho que conocía hace tan poco.
Ahora todo lo aburrido se veía nuevo, todo lo conocido era visto bajo otra luz más cálida y renovada, lo imposible era algo real y lo inesperado algo que querían que volviera a ocurrir.
Fin.
Hola! Espero les haya gustado este oneshot que se me ocurrió, en realidad quería que fuera un drabble ya que me parecía una idea algo corta, pero supongo que yo no puedo controlar tan bien la cantidad de palabras que necesito para estas cosas.
No fue un oneshot planeado y creo que tarde una hora o un poco más en hacerlo. Realmente sentía que la idea quería escaparse de mi cuando la estaba pensando así que tuve que escribirla, no es muy precisa ni delimitada pero disfrute mucho dejándome llevar y escribiendo lo que se me venía a la mente mientras la hacía. Espero haya sido de su agrado.
Nos leemos pronto.
Niebla.
