Capitulo 14
Desde que comenzaron a hablar, habian descuebiero las video llamadas. De vez en cuanto, ambos se ponian enfrente de sus monitores y, ambos sonrojados, hablaban de todo y de nada. A Sakura le gustaba mucho hacerlo sonrojar. Le causaba mucha gracia. Siempre le habia sido mas facil a ella hacerlo sonrojar de lo que habia sido para el.
Esa tarde conversaron de la escuela y estaban pasando un momento agradable, hasta que Syaoran solto una bomba.
—Me gustas.
—¿Que? —pregunto Sakura sorprendida. El estaba sonrojado.
—Me gustas mucho, Sakura. Se que es raro porque no nos hemos visto en persona en casi 3 años pero, en verdad, jamas me habia gustado alguien como me gustas tu. Eres mi mejor amiga. Sabes casi todo de mi y yo de ti. Y todo lo que se de ti solo hace que me gustes mas. No quiero perder tu amistar por esto entonces si no sientes lo mismo lo entendere y me gustaria que todo siguiera igual que antes.
Ella se quedo mirandolo unos segundos que para el parecieron horas cuando…
—Tu tambien me gustas, Syaoran.
Me senti temblar cuando senti su respiracion sobre mi rostro. Aqui estaba ese gran y aterrador momento y no sabia si lo queria o no.
El ladrido que Kero nos hiso saltar y nos saco del momento en el que estabamos. Yo lo mire con las mejillas sonrojadas y el me regreso la mirada, sus ojos aun oscurecidos.
—Este, voy a ver que quiere Kero.
Practicamente sali corriendo de ese baño. Era una jodida cobarde pero no me importaba. Senti una punzada de culpabilidad por haber estado tan cerca de besar a Syaoran cuando ya tenia un novio. Un novio guapo, e inteligente, y gracioso, y casi perfecto. Me patee mentalmente.
Al parecer, Kero penso importante dejarme saber que ya no estaba lloviendo. El sol habia aparecido y eso dejaba apreciar mas la destruccion de la calle por culpa de la inundación. Entendía porque Syaoran tendría que quedarse. Aunque la tensión estaba por matarme.
Me sentía confundida. Acaba de pasar un momento muy fuerte y aquí estaba este hombre alborotandome las hormonas. El teléfono sonó de nuevo y gruñí internamente.
—Hola, Dai, —conteste.
—Ey, ¿todo bien? —pregunto. —He intentado llamarte desde hace una hora pero apenas ahora entro la llamada.
—Si, estoy bien, —le asegure. —Lastima que no podamos salir, ¿no?
Me encamine a la cocina para terminar la comida mientras balanceaba el telefono entre mi oreja y mi hombro.
—¿Tu calle esta inundada? Aqui conmigo llovio pero al parecer vivo en terreno muy alto. No me inunde para nada.
Abri la lata sin derramar esta vez y la eche en los fideos.
—Si. El pobre Kero está triste porque no puede salir al patio de atrás. Creo que si me tendré que quedar encerrada por 24 horas.
Trate de no dejarle saber que alguien más estaba aquí. No quería que se repitiera la escena con Tomoyo.
—¿Necesitan algo?
—No gracias, Dai, —escuche un gruñido detras de mi y voltee para encontrarme con Syaoran. —Este, me tengo que ir. Pero gracias por checar que este bien. ¿Todo bien contigo?
—Si. Por favor, no dejes de avisarme si puedo hacer algo por ti. Adios.
—Adios, —colgue y mire a Syaoran. —Ya esta la comida, —anuncie evitando su mirada.
El casi beso seguia en mi mente, tambien el hecho de que Syaoran no sabia nada sobre Dai y yo. ¿Deberiamos hablar de eso? Tomoyo y Meiling dirian que si pero justo por eso no lo haria. Me gustaba llevar la contraria. Syaoran tampoco lo saco a flote por lo que probablemente se habia arrepentido de lo que iba a pasar. Eso hizo que se me estrujiera el pecho pero no quería pensar en eso tampoco.
La pequeña charla dio paso a una sinfonía de historias compartidas. Nuestros trabajos, las alegrías y los desafíos se desarrollaron como melodías familiares. Me sentí cautivado por sus historias sobre los niños que cuidaba, su voz cálida con afecto genuino.
—Te lo digo, Sakura, son las almas más valientes y muy cariñosas, —dijo sobre ellos con tal cariño que pude sentirlo a través de sus palabras.
—Los niños tienen una manera de colarse en tu corazón, —estuve de acuerdo.
Recogieron los platos, nos dirigimos a la sala de estar y la conversación fluyó sin problemas. Películas, programas, libros; Los detalles de un pasado compartido, antes secretos susurrados, ahora resonaban cómodamente.
—No fueron tan malos…— me defendí a medias.
—¿En serio? La nueva Star Wars es basura y no puedes convencerme de lo contrario.
—No son las precuelas, pero son encantadoras a su manera, —respondí aunque sabía que era una batalla perdida.
—Simplemente amas demasiado a Disney, —sonrió.
El tiempo se disolvió, una melodía olvidada sonaba de fondo. Levantamos la vista, sorprendidos, y encontramos que el reloj marcaba burlonamente la 1:00 a.m. Había pasado una eternidad desde que nos deleitábamos con el lujo de las conversaciones nocturnas. Las brasas de nuestro vínculo latente durante mucho tiempo, avivadas por la suave brisa de las experiencias compartidas, volvieron a la vida, prometiendo una calidez que tanto habíamos echado de menos.
A pesar de la hora, me nació una pregunta que me había estado carcomiendo por muchos años y que jamás había tenido la oportunidad o el baño de preguntar.
—¿Syaoran?
—Dime, —podía escuchar el cansancio en su voz.
—¿Por qué no me respondías los mensajes? —pregunte. El me miró confundido.
—Sakura, la que cortó la comunicación conmigo fuiste tú, —me recordó.
—No, —aclare. —Me refiero a cuando volví a Japón. Paso un año entero de mí mandándote mensajes y ser ignorada hasta que me rendí. Después me contactaste tú, pero nunca supe el porqué.
El se quedó callado un momento antes de contestar.
—Me dolía.
—¿Qué cosa?
—Acordarme de ti, —contestó. —Cuando me mandabas mensajes, solo podía pensar en que no te podía ver. No podía hacerte reír o tomarte de la mano para ir a algún lado. Físicamente yo… No se, me sentía débil. Pensé que quizá el sacarte de mi vida por completo haría que se fuera ese dolor de no tenerte cerca.
Ahora fue mi turno de quedarme callada. Considere sus palabras y una nueva pregunta nació en mi.
—Entonces, ¿por qué mandarme mensaje después? ¿No te habías acostumbrado ya a no hablar conmigo?
—Fue Meiling, de hecho, —admitió avergonzado. —Dijo que estabas muy bien y que eras feliz, pero que siempre le preguntabas cómo estaba. Que me recordabas con cariño. Me sentí como un patán y pensé que el dolor que pudiera sentir valía la pena si podía mantenerte en mi vida de alguna manera. Perdón por eso. Siento que hay muchas cosas por las que debo seguir disculpándome.
—Si, —acepté. —Pero por suerte para ti, ya te perdoné.
Nos quedamos mirando unos momentos y decidí que era peligroso estar así. Anuncié que me iría a dormir. Ya antes le había traído cobijas y una almohada. Syaoran se me quedo viendo como si esperara algo más pero simplemente le di las buenas noches y sali corriendo a mi cuarto con Kero siguiéndome. No me podía arriesgar. No supe cuánto tiempo tarde en quedarme dormida pero incluso cuando llegó la dulce liberación del sueño, Syaoran estuvo presente en cada momento.
Policía, miedo. Hospital, desesperación. Funeral, vacío.
Syaoran.
Me desperte igual que todos los dias pero sabia que el estaba ahi abajo. Trate de quedarme en mi cuarto lo mas posible pero tampoco queria ser una mal anfitriona; y Kero tambien tenia que hacer sus necesidades.
Me cambié rápido y salí junto con Kero. Syaoran se encontraba dándome la espalda hablando por teléfono. Al estar distraído, pensé que no quería interrumpirlo. Mire hacia la calle y parecia que el nivel del agua habia bajado significativamente por lo que quiza no tendriamos que estar encerrados mas tiempo. Al menos mi patio parecia estar listo para que Kero pudiera salir.
—Buenos dias, —dijo Syaoran llamando mi atencion.
—Hola, —salude. —¿Pudiste descansar?
—Algo, —respondió mirando hacia la ventana con un ligero sonrojo. —Tenía algo en la mente que no me dejaba dormir. Ayer yo, bueno, nosotros estuvimos por… lo que quiero decir es que…
—Lo se, —interrumpí. —Fue un día de emociones fuertes. No era algo que quisiéramos de verdad.
Habia practicado mis palabras meticulosamente.
El me miró unos segundos y suspiró. Probablemente estaba aliviado, eso me dio un estirón en el corazón pero traté de ignorarlo. Besar a Syaoran no sería buena idea. De hecho, sería una terrible idea. Desastrosa.
—¿Quieres desayunar algo? —ofrecí caminando a la cocina para poner distancia.
—Con café estoy bien. ¿Te ayudo en algo?
—No, creo que ayer aprendimos la lección sobre cocinar juntos, —me reí. —Tu ropa probablemente está lista si te quieres cambiar. La ropa de mi hermano se te ve rara.
El rió pero entendió la indirecta. Yo necesitaba espacio y en este momento su presencia no me dejaba pensar. Una vez que Syaoran dejó el cuarto escuché que alguien tocaba la puerta. Al parecer viajar ya no era peligroso.
Joder.
—¡Dai! —exclamé sorprendida. —¿Qué haces aquí?
El me regaló una sonrisa encantadora.
—Estaba pensando en ti. Quería ver si estabas bien y si necesitabas algo.
—No es el mejor momento. Apenas me levanté y tengo que encargarme de algunas cosas. Lo siento no es buen momento ahora —tenía que deshacerme de él antes de que se encontrara con Syaoran y le diera la idea equivocada.
—Oh, —pude ver la decepción en sus ojos. Eso me hizo sentir culpable.—Disculpa, Sakura. Debí llamar primero. Te mando mensaje después.
Comenzó a caminar hacia su carro y salí corriendo tras el.
—¡Dai, espera! —lo tome del brazo y el volteo a verme. —Lo siento. Ayer fue un día estresante para mi. Sigo tratando de hacer que todo haga sentido. Pero si he pensado en ti.
De nuevo me senti culpable.
—¿Ah, si? —sonrió coquetamente. —¿Y qué has pensado? —Me rodeó la cintura con sus brazos y pensé que mis piernas se convertirían en gelatina. Era tan jodidamente sexy.
Pense en que Syaoran y yo casi nos besabamos.
—Solo cosas, —dije mirando hacia abajo. Su presencia era intoxicante.
Sentí la mano de Dai en mi barbilla levantando mi rostro hacia él de él.
—Sakura, —el susurro acercándose. —Por favor detenme, porque yo no podre parar.
Comencé a sentir algo de pánico. Era una emoción similar a lo que había sentido con Syaoran pero, a su manera, diferente. Pero si queria detenerlo. No estaba lista para esto, en especial despues de lo que habia pasado ayer.
Antes de poder detenerlo, un portazo hizo que nos separaramos. Syaoran salió de mi casa hecho una fiera. Tenía puesta su ropa del día anterior.
—Tengo que irme, Sakura. Gracias por el café, —sentí una punzada de culpa. Nunca lo prepare.
—¡Li! —dijo Dai sorprendido. —¿Que haces aquí?
Oh no. Esto era justo lo que quería evitar.
—Hola, Kato. Vine temprano a ver cómo estaba Sakura por lo de la tormenta.
No sé lo dijo. No le dijo que había pasado la noche.
—Me tengo que ir. Me han llamado del hospital. Permiso.
Azoto la puerta de su carro y se fue a toda velocidad mientras yo veía como se iba con la culpa invadiendo mi cuerpo. Pero, ¿por qué me sentía culpable?
