Capítulo 15: Auténtico Balance, parte II
El Emperador no los vería venir. Era el único motivo por el cual Jacen se había arriesgado a confiar en los chiss a sabiendas que, privado de su sensibilidad a la Fuerza, quedaría totalmente a su merced.
Las extrañas criaturas que colgaban ociosamente de armazones en los techos de las naves chiss,ysalamires, apenas reaccionaban al ajetreo del puente de mando. Thrawn los había mandado a criar a bordo,décadasatrás, precisamente para un día como aquel: un día para rebelarse contra el Imperio.
- Transmisión enviada –anunció Brona desde la estación de comunicaciones-. Retransmitiendo.
Alejándose del radio, la joven chiss estiró la mano a uno de los armazones colgantes para acariciar la barbilla y oreja de un ysalamir. Éste saltó a enroscarse sobre sus hombros buscando más caricias. Jacen meneó la cabeza. Pese a su respeto y gratitud, el contrabandista en él aún quería respuestas.
- ¿Podrían explicar al menoscómoespiaron las transmisiones de la UAL y la Primera Orden?
Brona había sugerido al conocerse que sus encriptados eran débiles, peronadalo había preparado para, minutos atrás, escuchar la voz de Leia ordenando a Ayr'lar que moviese la flota hacia Coruscant.
- No –fue lacortésréplica de Argonis, de pie ante el ventanal que daba al hiperespacio-. Mas no debes preocuparte, Jedi Syndulla. Por honor, la Ascendencia nunca inicia conflictos galácticos.
- Pero sí los termina –añadió Brona con una sonrisita-. Saldremos en diez. Deberías ir a tu nave.
- Iré porque quiero, no porque lo ordenas –Jacen le hizo una elaborada reverencia a la pequeña tirana, quien le puso mala cara. El aprendiz sonrió-. Pero ya en serio... gracias, por su apoyo.
Por angustiantes horas, había creído que lo estaban engañando. Solo la desesperación, y un poco de la inocente confianza de Nix en la bondad de los extraños, lo habían hecho persistir en esa locura.
- Gracias a ti, y a la UAL –Argonis respondió-. Por permitirnos saldar una deuda con el Imperio.
Los TIE se separaron por el cielo al recibir la primera andanada de disparos del Escuadrón Negro. Nix eligió su objetivo y voló tras él soportando las protestas de Chopper por dejar la lanzadera de Hera.
- Fue su orden, si los generadores fallan y el escudo cae, todo sus esfuerzos serán en vano.
-¿Está Chopper dándote problemas, Negro Cinco...?–la voz de Hera era un cariñoso regaño.
- Está siendoencantador–Nix disparó al TIE, fallando por un pelo-. A diferencia de estos cazas.
El droide gruño y redistribuyó energía a sus escudos, otro TIE había empezado a seguirla. Nix hizo una pirueta para quitárselo de encima, el humo, el cielo y la torre del tercer generador girando a su alrededor. En cuanto quedó detrás de su persecutor, liberó una descarga de rayos... que éste esquivó.
-¡Ugh! Estos cazas son escurridizos–bufó Jess a través del radio.
- Dímelo a mí –Nix soltó, lanzándose a disparar a otro TIE peligrosamente cerca del generador.
Esta vez, su andanada de disparos sí logró abatir su objetivo, que estalló sin causar daño a la torre.
-Si el escudo no cierra pronto seguirán llegando más–avisó Snap-.Debemos acabarlos, ahora.
-¿Les echamos una mano...? –terció la voz de su novio.
Y Nix habría gritado de alegría, mas no podía distraerse, otros dos TIE se precipitaban al generador listos para atacar. Se elevó girando a encontrarlos, el fuego cruzado hizo un espiral. Chopp chilló que sus escudos se gastaban velozmente, pero disparos desde arriba hicieron a los cazas rivales estallar.
-¿Jacen...?–Karé jadeó de alivio-.¿Traes refuerzos?
-Vienen conmigo, pero aún no celebren...–repuso el aprendiz Jedi-. Lanzaderas de la Flota Sith están tratando de ingresar al planeta. Hay que terminar de cerrar el escudo antes de que pase.
-Ya en ello–Hera terció-.Hay seis generadores, ¿puedes enviar algunos chiss a resguardarlos?
La risa de su novio a través del radiocanal era todo lo que estaba bien en el mundo. Nix cargó con renovado ímpetu contra cada caza rojo que aparecía a su alcance, Chopper chillando de satisfacción.
-Les transmitiré sus órdenes, general.
Ypor supuesto, su madre había pasado de prisionera a primera línea de defensa del planeta en su ausencia.Clásico de Hera. Jacen no sabía de dónde sacaba la audacia de llamarloa él,temerario. El aprendiz lanzó su caza entre dos TIE que bajaban en picado para estrellar un tercero que lo perseguía.
Sintiendo la explosión a sus espaldas soltó una risa entre dientes. El fruto no caía lejos de su árbol.
Al retomar altura, la marea de TIE que infestaba el cielo al fin parecía reducirse ante un despliegue de desgarradores chiss: cazas redondos inspirados por la tecnología Imperial, cuyas alas curvas eran el toque de la Ascendencia. Se le ocurrió a Jacen que su color no era casualidad.Blancas contra rojas.
- Justo como un juego de tablero... –murmuró, antes de lanzarse nuevamente a disparar.
Lejos de los ysalamires, los reflejos de Jacen regresaban a él, un instinto más preciso que cualquier sentido,humano o twi'lek. La Fuerza le decía instantes antes dónde doblar, dónde atacar, dónde caer.
Y fue la Fuerza que delató la presencia de Nix en uno de los X-Wings que protegía ese generador. Una mezcla de orgullo y temor se apoderó de él... se forzó a dejarlos ir, para enfocarse en el presente.
Los cazas Sith ya rara vez bajaban lo suficiente para disparar, pero seguían siendo demasiados. A través de la ciudad siniestrada veía el complejo militar: los desgarradores, elHalcóny los cañones de defensa de la torre apenas los contenían. Jacen empezaba a perder la cuenta de cuántos TIE había estallado cuando una nueva porción del cielo adquirió el tenue resplandor azul del escudo planetario.
Dejando solounsector expuesto. Las lanzaderas Sith, de burlar sus defensas, atacarían por ahí.
- ¿Quién más está con Hera...? –preguntó, de súbito inquieto.
Extendiéndose a la Fuerza, un escalofrío lo atravesó. ¿Desde cuándo la superficie era tan... fría?
Los temblores de Jon eran mitad frío mitad nervios al operar el panel del último generador. Desde lo alto de la torre del distrito industrial, y a las cuatro direcciones del horizonte de fábricas, se insinuaba el tenue brillo azul del escudo de otras antenas. Solo quedaba abierta el área justo sobre sus cabezas.
- Ya cazi... –Aaggo masculló, echando ansiosas miradas al extenso trozo de cielo expuesto.
Éste había atraído a múltiples lanzaderas y TIE enemigos, tratando de ingresar al planeta antes de que el escudo cerrase. La flota chiss había enviado sus propios cazas para repelerlos, pero mientras los minutos pasaban, más entraban. Cada nave era un nueva posibilidad de destruirlos desde adentro.
-¿¡Cuánto para que se active!?–la voz de Hera destilaba apremio desde el comunicador.
La lanzadera aguardaba a unos metros ya lista para volar, la general que la pilotaba rabiando por unirse al rugiente caos de disparos en el cielo. Sunrider no podía apurar el encendido de la máquina.
- Ya casi –repitió, mirando impotente al alien, y luego a su preocupación más urgente.
Los restos del destructor estallado alcanzaban una cercanía crítica, y si aquel generador fallaba, en minutos, sus escombros sobrecargarían el escudo incompleto y caerían en el distrito de gobierno. A lo lejos, TIE rojos y blancos se enzarzaban en un feroz combate por el dominio del complejo militar.
Una andanada de rayos pasó rozando la azotea, y el TIE rojo responsable estalló abatido por un caza chiss. El corazón de Jon dio un vuelco, y girándose a revisar el panel, notó que ya se encendía.
Vibrando, el generador vomitó un chorro de energía azul. Jon observó sin respirar como dos tercios de las naves que luchaban en el cielo, amigas y rivales, eran golpeadas y fulminadas por la barrera extendiéndose hasta el horizonte. El tercio restante maniobró veloz para esquivarla y quedar adentro.
Por un latido, los disparos en el cielo cesaron. Jon efectuó un conteo fugaz y captó que la mayoría de los cazas restantes eran rojos.Sith. La certeza de la muerte le regaló una súbita sensación de paz.
- Lo hicieron bien... –un estruendo hizo a Jon mirar a la lanzadera, Hera había dejado caer un gran contenedor por la rampa a la azotea. La mirada que dedicó a él y Aaggo era solemne-. Ahora recae en nosotros mantener este escudo activo... por todo el tiempo que podamos.
- Lo haremos, general... –asintió Jon, sobreponiéndose a las oleadas de miedo que lo invadían.
Hera se metió en la nave, que se elevó a disparar a los TIE reagrupándose en el aire. Aaggo abrió el contenedor y extrajo varios lanzacohetes. Le dio uno a Jon, quien intentó recordar cómo se usaban. Por sobre el rugido de los cazas que bajaban a disparar, el impacto de los escombros contra el escudo retumbó en todos los rincones de Coruscant. Sunrider apuntó a un objetivo, casi suspirando de alivio.
Luchando contra los TIE rojos que quedaron dentro del escudo, Nix era vagamente consciente de la poderosa barrera de energía que tronaba y destellaba al repeler los restos del destructor al espacio.
-¡Los escombros impactaron un destructor Sith!–Snap exlamó por radio, Nix percibió el destello, pero siguió enfocada en perder al TIE en su cola-.¡Quedan cada vez menos cazas, sigan así!
Chopper chillaba que sus deflectores llegaban al nivel crítico, le ordenaba que no se dejara abatir. Dispersos por el cielo, los cazas rivales eran incansables en su intento de volar el tercer generador.
-Las lanzaderas–Karé siseó de pronto-.Ya no veo las lanzaderas de los Sith, ¿dónde están...?
-No sé, pero el distrito industrial requiere refuerzos ahora–terció Hera con voz tensa-.Los cazas enemigos nos superan considerablemente, se están acercando demasiado al sexto generador.
-Dejen a los chiss defender éste–resolvió Snap-.Jacen, informa el cambio. ¡Escuadrón, vamos!
-Hecho-Jacen soltó, y el TIE siguiendo a Nix estalló, de seguro por sus rayos-.Voy con ustedes.
Nix abatió un último TIE y echó a volar al distrito industrial, su novio y el resto del Escuadrón Negro retirándose a su vez para que los desgarradores chiss se ocuparan de contener las incursiones Sith.
Volando a través del desolado planeta, el humo se mezclaba con hielo residual de los reguladores de atmósfera dañados. Nix respiraba inquieta; apenas visibles en órbita, la UAL, los chiss y la Primera Orden al fin reunían una fuerza equiparable a la Flota Sith. Más restos caerían, el escudo no podía...
La antena del distrito industrial surgió en el horizonte ahí donde los TIE rojos se arremolinaban para caer disparando a la torre. Misiles diminutos salían ocasionalmente de ésta cuando los desgarradores y la lanzadera no lograban defenderla. Una explosión sacudió el rascacielos unos pisos bajo la azotea.
-¿¡Qué fue eso!?–exclamó Jess, mientras algunas naves enemigas volaban a recibirlos.
Nix eligió un objetivo entre ellos y empezó a disparar pese a los chillidos de protesta de Chopper.
-Un TIE abatido se usó a sí mismo como proyectil–Hera explicó, su lanzadera describía círculos sobre la torre mientras disparaba incansablemente al cielo-.Falló, pero otros podrían imitarle...
Otras dos explosiones se sucedieron a lo lejos, al mismo tiempo que Nix abatía su TIE y pasaba al siguiente. El radiocanal de Hera se cortó de súbito, y un grito de Jacen le heló la sangre en las venas.
-¡Abatieron a Hera!–gritó Karé, y Chopper dejó escapar un aullido.
Mentira. Nix derribó a otro TIE y giró con su X-Wing para observar la antena de la torre,intacta.
Pero sin rastro de la lanzadera.
-Algo pasa con los TIE...–murmuró Snap.
Paralizados a varios metros sobre la torre, los cazas rojos se comprimían y estallaban sin motivo. Nix inhaló brusco.Jacen. Buscando su X-Wing en el aire, casi cae por los restos en llamas de un TIE.
Chopper ya no reclamaba al respecto.
- Jacen, ¿estás haciendo eso? –la voz de Nix se agudizó de pánico-. ¡Cuidado con el generador!
Cayendo cerca de la antena, escombros rebotaban contra el chorro de energía y salían disparadas.
-Encontré las lanzaderas Sith–Karé anunció sombría-.Se dirigen a la base de la Primera Orden.
-Acabaré con todos–gruñó Jacen, apagando su radio.
¿Con quiénes?Nix vio el caza de Jacen precipitarse al distrito de gobierno dejando un sendero de estallidos de cazas TIE a su paso. Presa de un terrible presentimiento, ella echó a volar tras su novio.
Las lanzaderas los tomaron por sorpresa, atacando no desde arriba sino desde abajo. Demasiado rápido, un segundo cañón de la torre de defensa fue destruído, los lanzacohetes apenas funcionando.
En el ensordecedor estruendo de los disparos cayendo a su alrededor, Jannah vio como parte del parapeto se desprendía a su izquierda, dejando su flanco expuesto. El rugido de un TIE acercándose a toda velocidad atenuó todo lo demás, y ubicándolo en el cielo, la joven entendió que aquel era el fin.
Alguien la agarró por la derecha, y con fuerza descomunal la tiró de la silla. El estallido a apenas dos metros la sacudió de pies a cabeza, la arrojó por los aires, cortándole la respiración en la caída.
Incapaz de ver u oír nada, luchando por mantenerse despierta, le pareció que el suelo bajo ella vibraba con un patrón muy familiar. Jannah tosió y sintió el sabor de la sangre en la boca.Sí, pensó, aliviada de recordar de dónde venía el ritmo.Era una marcha. Los stormtroopers ingresaban a la base.
¿Serían esos sus aliados o rivales...?Fue lo último que se preguntó antes de perder la conciencia.
Jacen sintió la presencia de Hera disolverse como una gota de lluvia en el océano. Llenó el vacío que ella dejó con furia, solo para no desmoronarse. Impulsó su voluntad a través de la Fuerza, a través de los cielos:su madre había muerto. La pérdida hizo de su carrera a la base un borrón de destrucción.
Los cañones de la torre de defensa estaban destruidos, dos lanzaderas rojas ocupaban la azotea. Con elHalcóny los desgarradores acosados por los TIE en el aire, Jacen hizo llover rayos de plasma. La primera nave, desprotegida, explotó al instante. La segunda alcanzó a elevarse antes de estallar. No fue suficiente para aplacar su desolación. Cegado por ésta, aterrizó el X-Wing entre los escombros.
Bajando del caza con el viento de aguanieve revolviéndole el cabello, las naves se debatían por el control del cielo. Debió llegar antes, usar la Fuerza antes, para evitar la invasión y acabar con los Sith. La ventisca no era nada, un frío poder lo quemaba por dentro buscando salir.Su madre había muerto.
Ahora,ellosmorirían también.
Extendió su voluntad a través de la Fuerza, más inflexible que el duracero. Los TIE más cercanos rugían en pleno vuelo cuando los comprimió. El chirrido del metal y los estallidos no fueron suficientes. Respirando agitado, intoxicado por el frio poder del lado oscuro, Jacen bramó al cielo buscandomás...
- ¡JACEN! –el grito asustado de Nix llenó la azotea, e instintivamente él volteó a buscarla.
La encontró a unos metros, el rostro de un verde ceniciento, un blaster en sus manos.Apuntándolo.
- Este no eres tú –siseó, y Jacen notó que no sentía miedo por él,sino de él-. Es el lado oscuro.
Y pese al vacío que lo desgarraba por dentro, pese a sus deseos demás, él se forzó a tranquilizarla.
-No–ocultando sus crispadas manos tras la espalda, suavizó el tono-. Es una parte de mí, de todos. Luz y oscuridad, como dice Rue –al ver que no se relajaba, añadió-. No vas a disparar...
Nix disparó al cielo y por instinto él tomó y activó su sable. La inquieta mirada de su novia se sintió como una bofetada, ellaeraquien lo estaba apuntando. Jacen se acercó un paso, y la joven retrocedió.
- El hombre que amo es más fuerte que su oscuridad. Déjala ir, Jacen –demandó, seria-. Antes de que ésta te cambie por completo. He visto como te afecta, vi lo que le hiciste a esos TIE...
- ¿¡Viste que mataron a Hera!? –él estalló, furioso-. ¡Lasentídesaparecer, Nix!¡Ya no está aquí!
- Lo siento –y si bien sus ojos se suavizaron y sus labios temblaron, el blaster seguía entre ellos-. Ella te crió mejor que esto. Sé que estás dolido, pero si sigues este camino,voya detenerte.
Agraviado, Jacen consideró desarmarla. Un blaster no era rival para el poder que su furia proveía...
Y se vio a sí mismo perdiéndola a ella también: su dulzura, su risa, su bondad que hacía a la galaxia un lugar más luminoso, más cálido.
Le hizo recordar cómo se sentía vivir más allá de aquel frío poder... Le hizo recordar que aún tenía una familia a la cual volver.
No se arriesgaría a perder eso hoy también.
Jacen apagó el sable. Respiró hondo para despejar su mente, dejar su furia pasar a través de él.
-Tienes razón–aún a la defensiva, Nix lo miró fijo-. Hera se ha ido... pero sus enseñanzas, no.
Lentamente, ella bajó su blaster. Los afligidos bipeos de Chopper tras ella la privaron de responder.
- ¿Cómo que el centro de comando está bajo ataque...? –Jacen espetó al traducirlos del binario.
-Kriff–sin ceremonias, Nix corrió hacia la maltrecha puerta de la azotea-. ¡Leia está allá abajo!
Jacen maldijo y la siguió con Chopper deslizándose tras él. Adentro se oían disparos, provenientes del nivel principal. Precipitándose a un turboelevador, los tres bajaron en silencio, alistando sus armas.
- No vuelvas a asustarme así –susurró Nix de súbito, sin mirarlo-.No puedescaer al lado oscuro.
- No caeré –él prometió, observándola de reojo-. Honestamente... mi vida está en la luz, contigo.
Nix asintió levemente, sus ojos aún recelosos, fijos en la salida. Jacen se prometió convencerla,luego. El turboascensor se detuvo, y en una muda señal, se prepararon para el abrir de las compuertas.
El nivel principal los recibió en plena refriega, stormtroopers rojos se alejaban por el pasillo a cruzar las puertas del centro de comando, del cual eran repelidos con disparos. Los tres llegaron a atacarlos por detrás: Nix con el blaster, Jacen desviando y cortando con el sable, Chopper taseando a los caídos.
Los gritos de C-3PO les hicieron apurarse, y Nix, Jacen y Chopper alcanzaron las puertas solo para ver la destrucción del interior, los sobrevivientes, orillados pormásstormtroopers rojos hacia un rincón.
Leia encabezaba esa defensa, desviando todos los rayos de plasma que podía con un sable azul.
- ¿¡Leia puede hacereso...!? –Nix jadeó, disparando y corriendo a cubrirse detrás de un mesón.
- ¡SOCORRO! –gritaba 3PO, oculto por oficiales de la Primera Orden disparando a los invasores.
Jacen se lanzó a los stormtroopers dejando caer arcos de plasma verde sobre blasters y armaduras por igual. Sumergido en su enfoque Jedi, fluyó con la Fuerza a hallar el fin de cada uno de sus rivales. En cuestión de minutos, el último soldado era abatido, y el centro de comando quedó libre de hostiles.
Los sobrevivientes rápidamente fueron a reforzar la compuerta con mesones. Respirando agitado por el esfuerzo, Jacen recorrió la estancia con la mirada. Nix, Chopp, Leia y 3PO se veían maltratados, pero bien. Sobre el ruido de alarmas, el general que parecía estar a cargo suspiró viendo a la canciller.
- Tener ese poder... –miró su sable apagado, a Leia, apenas recobrando el aliento-. Y no usarlo.
- El poder... es una responsabilidad... –resopló ésta, yendo a recargarse a un mesón-. Debe ser usado... con sabiduría... y solo por necesidad... –sus ojos se fijaron en el aprendiz, cálidos pero tristes-. Gracias, Jacen, por traer a los chiss, y venir a ayudar. Lamento mucho tu pérdid...¡ah!
Leia medio colapsó contra el mesón y Jacen trastabilló en su intento de acercarse, de súbito presa de una desesperación que no le pertenecía. Era como si un grito rasgase la Fuerza. Apretó los dientes.
- Canciller... –Nix corrió a sujetarla, volteándose a interrogar a Jacen con la mirada-. ¿Qué pasa?
- Ben y Rue... –jadeó Leia, clavando sus ojos en Jacen-. Están peleando contra el Emperador.
Era pura agonía. Dolor, ira, odio, soledad que nubló sus mentes, insoportable, y sin embargo la voluntad del Sith, su terrible poder, retorcía la Fuerza para aferrarse a esa imitación de vida. El precio era un hambre voraz, consumir para ser, y los consumiría a ellos... Rue y Ben rompieron la conexión.
-Otra vez–ordenó Anakin mientras ellos recobraban el aliento. La sombra se agitó con renovada ira-. No hay tiempo, no rompan la conexión. Usen su vínculo como ancla, sosténganse con él.
El poder de dos. Acordando con una mirada, Ben y Rue volvieron a conectar con el Sith. Éste reptó a través de ellos, buscando dominarlos con el glorioso sufrimiento que abrumaba sus sentidos... Eraenloquecedor. Pero el vínculo, la díada, existía a pesar de ello como un hilo en un mar de sombras. Al sentirlo, recordaron que ya no estaban solos. Que la Fuerza los rodeaba y atravesaba, que unía todo...
Pero a diferencia del kyber, el Sith no quería armonizar. Comenzó a vibrar, intentando liberarse...
- No podemos forzarlo a cambiar –gruñó Ben, sintiendo sus oleadas de frío poder sobre la piel.
- No es su trabajo forzarlo, no se trata deustedes–Anakin indicó, severo-. Deben vaciarse de todo ego, todo deseo de control e individualidad. Abran sus mentes. Dejen que la Fuerza entre, completamente, luz y oscuridad... solo entonces serán balance, la pausa entre respiraciones...
- ¡No hay tiempo parametáforas! –siseó Rue- ¿Cómo reconocemos el balance? ¿Qué se siente?
- Lo sentí –Ben soltó de súbito-. Durante mi duelo contra el Emperador, y tú, contra los guardias.
No había forma de transmitir aquella sensación, solo podía experimentarse. La danza de opuestos, no inmóvil como teoría, sino practicada, fluyendo, siempre cambiante... Rue asintió. Lo había sentido.
Paz y pasión. La energía del Sith vibraba cada vez más fuerte contra sus cuerpos heridos.Inhalar y exhalar.Rue aceptó el dolor, el cansancio, reviviendo el ritmo de aquella pelea.Defender y atacar.Su corazón latía agitado mientras sostenían la conexión con Sidious.Luz y oscuridad.Eso eran ellos.
La sensación primitiva en las entrañas,el pulso del universo, latía en Rue, en Ben, en su vínculo, y cada emoción, cada decisión, cada evento de sus vidas se entretejía con un propósito: la voluntad de la Fuerza. Y lo único que pudieron hacer ante ésta fue rendirse, soltar, y dejar ir, dejar ir, dejar ir...
Hasta disolverse, y volverse nada.
Hasta volversetodo.
La Fuerza rompió sus mentes y se volvieron cada objeto, energía y ser que existió, existe y existiría.
La Fuerza fluyó como un torrente a través de la díada, un hilo de crudo poder opacando el del Sith.
La Fuerza atravesó la nube de energía oscura con todo lo que era: vida y muerte y tiempo y espacio y luz y oscuridad y caos y armonía, y lo único que el Sith pudo hacer fue rendirse, disolverse en ésta.
En la pausa entre respiraciones, el Emperador se hizo uno con la Fuerza.
Y ellos recordaron quiénes eran en verdad: ira, bondad y miedo, dolor, esperanza y amor.Mortales, canalizando un poder más allá de su alcance, se desplomaron como extraños en sus propios cuerpos.
¿Acaso sus sentidos humanos siempre habían sido así de...limitados...?
Todo dolía. Desparramada sobre la fría roca, Rue apenas pudo moverse a chequear que Ben aún respiraba. En el mismo penoso estado, éste hacía un torpe esfuerzo por señalar tras ella sin su mano.
-En el nombre de los primeros Je'daii–recitó Anakin, y a su serena voz se sumó la de Luke y el resto de fantasmas, su coro reverberando y entibiando la recámara Sith la voluntad de la Fuerza. Ben Solo, Ruya Kanata, les proclamamos Caballeros Jedi. Protectores del Balance...
Se disolvieron en el aire al acabar. La oscuridad de la inconciencia nunca fue más reconfortante.
