Una larga noche
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El beso fue tentativo al inicio, más explorador que cualquiera de sus otros besos compartidos desde que llegaron. Tal vez se debía a que estaban completamente solos sin ningún público cautivo que los observará con detenimiento.
Sacando delicadamente su lengua le dio una suave lamida a su labio inferior, ella se abrió de inmediato a él... el beso subio de tono rápidamente, una extraña necesidad de estar cada vez más cerca que se había estado gestando entre ellos cada hora que pasaban juntos.
Kagome se sento sobre su regazo, lo que lo hizo gemir y a ella suspirar sonoramente. La sostuvo con más fuerza metiendo las manos debajo de su blusa para sentir la sedosidad de su piel de porcelana, sus garras arañaron suavemente su columna lo que la hizo gemir con fuerza y moler su entrepierna contra la suya.
Tenía que estar seguro de que ella queria lo mismo, que estaban dentro de la misma pagina, la misma sintonía, no quería tomarse libertades que no serian bienvenidas.
— Kagome… ¿Estas segura?
— Callate Inuyasha por favor.
Ambos murmuraron entre besos nunca dispuestos a soltarse del todo. Sus movimientos se volvieron frenéticos, la necesidad entre ellos quemaba queriendo salir a la superficie. Las manos fueron rapidas y se despojaron de toda la ropa con la mayor torpeza, parecían adolescentes inexpertos y cuando dejaron de besarse para desprenderse de los pantalones, Inuyasha hizo lo menos sexy del mundo, en medio de toda la vorágine practicamente se estrello de cara en el edredón rosado de la cama. Kagome se rió con una breve carcajada pero lo ayudo a enderezarse y lo sostuvo por los brazos en lo que arrojaba el pantalón en algun lugar de su habitación.
La empujo a la cama y se recostó sobre ella, ambos solamente en ropa interior, las manos errantes acariciaban y apretaban de manera tentativa buscando arrancar la mayor cantidad de suspiros y gemidos. Inuyasha meció su dura erección justo entre las piernas suaves de su compañera haciéndola arquearse y gemir con lascivia.
Su olor era picante y adictivo, quería saborearlo todo. Con sus labios y lengua bajo por su mandibula y su cuello saboreando su piel con avidez por primera vez, sabia delicioso, dulce y salado al mismo tiempo. Un sabor al que definitivamente podía volverse devoto con facilidad.
Necesitaba más de ella, todo de ella. Con una de sus garras rompió su sujetador negro de algodón justo por el centro dejando sus hermosos pechos libres para que su vista bebiera de ellos. Eran suaves, llenos y rosados, sin perder más tiempo metio uno de sus pezones en su boca y chupo con fuerza, los quería ver sonrojados, hinchados de sus atenciones, el pecho que no estaba entre sus labios estuvo entre sus dedos. Los gemidos estaban aumentando de volumen en la pequeña habitación, el olor a lujuria era espeso.
— Inuyasha deja de burlarte de mi por favor— el gemido de Kagome fue delicioso, el sonido viajo directamente a su polla.
— ¿Qué es lo que quieres nena? — necesitaba escucharlo de ella.
— Pruébame, follame… haz lo que quieras conmigo.— se lamentó.
El pecado con piernas debajo de él continúo arquendo su espalda para ofrecerle los senos como tributo a su lujuria compartida. Si era lo que ella quería definitivamente estaba dispuesto a cumplir cualquiera de sus fantasias. Con sus garras desgarro sus bragas húmedas de su cuerpo en un rápido movimiento, Kagome jadeó fuerte demostrando que le gustaba lo que estaba haciendo con ella y su ropa interior. Siguió descendiendo por su cuerpo, besando y mordiendo, marcandola con chupetones oscuros que le dieran un recuerdo tangible de lo que estaba sucediendo esta noche.
Al llegar a su vientre sus movimientos fueron pausados, fue donde puso más atención, recorriendo cada pequeño espacio de piel con sus colmillos haciéndola temblar de deseo por él. Cuando llego a la fuente de su olor picante no pudo evitar dar una larga y lujosa lamida hasta su clítoris donde jugo con la punta de su lengua.
— ¡Oh dios mio!— su quejido fue entrecortado y sin aliento.
Sus exploraciones continuaron, chupando y lamiendo toda la piel disponible, quería saber cada pequeña cosa que la volvia loca. Se la comió como si no existiera otra oportunidad de repetir lo que estaban haciendo, intercalaba entre introducir su lengua en su suavidad para lamer toda su miel y mordisquear la delicada piel con sus colmillos. Cuando la sentía que estaba al limite después de haber jugado con su clítoris abandonaba el lugar por nuevas partes de su piel para saborear. Ella temblaba entre sus manos, ansiosa por el orgasmo prometido y al mismo tiempo negado.
Él mismo se sentía a punto de explotar en sus calzoncillos, necesitaba estar dentro de ella, sentir como lo apretaba su suavidad interior tratando de exprimirlo hasta dejarlo seco.
— Inuyasha deja de burlarte de mí o te pateare el trasero en este instante. ¡Oh dios!...
La declaración tan audaz le arranco una carcajada pero estaba dispuesto a cumplir con gusto cada una de sus demandas. Regreso a chupar sus labios y su clítoris con la intención de hacerla terminar definitivamente. No hizo falta demasiado, unas cuantas lamidas, un arrastrar de sus colmillos y ella se deshizo llorando de manera entrecortada.
Se alejó unos centímetros para ver su vagina contrayéndose, estaba ansioso por sentir el mismo movimiento alrededor de su dureza. Quería enterrase hasta el fondo y hacerla gritar su nombre. La dejó recuperarse por unos momentos besando sus pechos, su cuello y finalmente regresar a sus labios rosados, suaves labios que siempre estaban dispuesto a recibirlo. Kagome volvió a gemir de necesidad y comenzó a bajar su ropa interior queriendo liberarlo de su prisión.
— Fuera, fuera. Llevas demasiada ropa puesta…
— No tengo condones conmigo.— se quejó entre besos.
— Tengo el DIU, por favor no te detengas, te necesito muy dentro de mi. – gimió.
— Joder Kagome, me vuelves loco.
No necesitaba más permiso que ese. Rapidamente se deshizo de su ultima capa de ropa, manos pequeñas y suaves lo agarraron con fuerza, lo acariciaron arriba y abajo, definitivamente lo estaba volviendo loco, tuvo que quitar sus dedos de su circunferencia para evitar que esto terminara antes de tiempo. Sosteniendo sus manos sobre su cabeza la mantuvo cautiva para que no lo siguiera poniendo en el límite con sus caricias. Moviendo sus caderas en círculos froto sus jugos combinados y cuando sentía que estaba lo suficientemente cubiertos se movio hasta alinearse en su entrada. Empujo lentamente, centímetro a centímetro, sintiendo su interior como seda recibirlo y acariciarlo. Kagome temblaba y respiraba de manera entrecortada, susurrando su nombre con suavidad. Cuando estuvo enterrado hasta la empuñadora se detuvo un momento para disfrutar de la sensación. Se sentia completo por primera vez en su vida. Dos piezas que encajaban…
— Inuyasha por favor…
Sus caderas pulsaron con suavidad, movimientos cortos más enfocados en provocar que satisfacer. Cuando la pequeña mujer debajo de su cuerpo gruño con molestia como un gatito furioso le dio todo lo que ella quería, fuertes movimientos que la hicieron rebotar cada vez más cerca de la cabecera de la cama. Fuertes embestidas que la hicieron clamar por más. Solo esperaba que nadie hubiera regresado a casa aún. Para mantener el volumen bajo, la beso con exigencia, tragando cada una de sus suplicas y menciones de su nombre, quería mantener todo de este momento solo para ellos dos. Le solto las manos para tomar sus caderas, sentándose sobre sus rodillas moviéndola sobre su erección a su antojo, sacaba la totalidad de su polla hasta dejar dentro solo la cabeza antes de entrar con un fuerte golpe de caderas. Kagome seguía jadeando y gimiendo, sus paredes se apretaban a su alrededor dejándole saber que estaba cerca, con golpes aún más rapidos acompañados de moliendas de su clítoris sobre su pelvis con el propósito de hacerla ver estrellas. Su nombre en un fuerte y ronco jadeo la abandono cuando sus paredes se apretaron a su alrededor.
Mordiéndose los labios con fuerza para distraerse de su placer al sentirla salió con rapidez de su interior pulsante antes de darle la vuelta con un rápido movimiento y ponerla sobre sus rodillas. En esta ocasión no le dio tiempo para recuperarse, se envaino de nuevo en ella y comenzó a embestir con abandono, quería hacerla desmoronarse de nuevo. Quería escuchar más de esos sensuales sonidos que solo ella podía hacer y que lo tenían con la piel erizada, Kagome estaba mordiendo una almohada para amortiguar sus gritos desesperados, gritos lascivos que dejaban saber lo que estaba sucediendo en su cuerpo dispuesto para su disfrute. Una de sus manos solto el fuerte agarre que tenía sobre sus caderas y la rodeo para jugar con su clítoris, solo hicieron falta pocos círculos antes de que el grito más obseno la abandonara, sus paredes de adhirieron con fuerza a su longitud prácticamente impidiéndole abandonar su interior por lo que sus últimos movimientos fueron más cortos, se sintió pulsar dentro de ella, gruñendo su liberación y queriendo enterrarse aún más profundo, pero ya estaba dentro de ella hasta la empuñadura.
Respirando agitadamente se derrumbo sobre su espalda, tuvo que tomar un par de alientos profundos antes de salir de su suave interior que seguía pulsando, no quería aplastarla, asi que de mala gana tuvo que abandonar su posición. Se recostó a su lado completamente satisfecho, Kagome seguía jadeando y respirando como si hubiera corrido el maratón de su vida y él estaba muy orgulloso de poderla dejar sin aliento.
La tomo entre sus brazos para que se recostara sobre su pecho en lo que recuperada el aliento.
— Ni siquiera recuerdo la última vez que tuve sexo, eso fue hace años. — declaró
— ¡Tienes que estar bromeando! — Kagome se sostuvo sobre uno de sus antebrazos para mirarlo a los ojos— con ese rostro las mujeres tiene que caer por montones.
— La personalidad las ahuyenta – resopló entre risas.
— A mi no.— lo miró con seriedad.
— Tienes razón, a ti jamás.
La recostó para que estuviera de nueva cuenta debajo de él, besarla se estaba volviendo tan necesario como respirar. Se separo de sus labios para observarla a ella y ese hermoso sonrojo que se estaba volviendo cotidiano cada que compartían un momento privado, la sonrisa de Kagome era tan feliz que hacía que las mariposas revolotearan en su estomago sin parar.
— ¿Me enseñaras ese tatuaje?— recorrió su clavicula con uno de sus delicados dedos— Tuve un breve vistazo pero quiero verlo completo.
Asintió y se sentó dándole la espalda para que pudiera ver su tatuaje en todo su esplendor. Era una enorme espada más parecida a un colmillo rodeado de flores y petalos de cerezo. La espada existía en realidad, una vieja reliquia familiar que conservaba en su casa, parte de la herencia de su padre.
— ¿Tiene algún significado?
— Son mis padres, la espada es una herencia que me dejó, mientras que las flores de cerezo simbolizan a mi madre, era su flor favorita. Simplemente parecía correcto llevar algo de ellos siempre conmigo.
— Es hermoso.
Su declaración fue acompañada de un beso sobre su espalda, besos que fueron subiendo hasta llegar a sus hombros y cuello, arrastrar de labios y lengua que le estaban prendiendo fuego rapidamete de nuevo.
— Kagome.— gimió.
— Shhh... silencio, ahora es mi turno.
Lo hizo girar para estar rescostado sobre las almohadas, mientras ella exploro con su boca y sus manos su cuerpo. Sentirla tocar y lamer tentativamente, buscando que le daba placer y cosquillas por igual lo estaba enloqueciendo. Cuándo llegó al lugar dónde más la necesitaba era su turno de quedarse sin aliento. Gruño y jadeó ante esa lengua talentosa. La noche estaba lejos de terminar para ellos.
Ok, antes que nada una disculpa por tardar tanto en subir este capítulo, estaba listo hace mucho, pero si soy sincera, creo que es el smut que más vergüenza me ha dado, y eso que la mayoría de mis historias tienen smut.
La historia está pronto a concluir, Gracias por acompañarme. Mil gracias a NadaOriginal, tus reviews son mi joya de la corona. Al igual que a Vale, me haces reir horrores con tus ocurrentes reviews!
