Notas del autor:
Hey. ¿Cómo andan? espero que muy bien, creo que la idea original de actualizar cada dos semanas, se ha ido de sabático, lamento haber tardado tanto, pero en mi defensa este capitulo se me extendió demasiado, tanto que he decido cortarlo... ¡Lo siento! y antes de que me odien lo bueno es que el siguiente capitulo debería estar listo para la siguiente semana, puede que incluso antes pero bueno, espero que este capitulo pueda darles algunos minutos de entretenimiento. Disfrutadlo.
Reviews:
fabianemmanuel15: Pues, es cierto, lo único que he visto que nombran en la serie sobre estas "escuelas" de cazadores, es el nombre, neta no recuerdo que nombran algo mas trascendental sobre estas instituciones, así que la verdad ni idea de que les enseñaran, que conste que no me he terminado los libros oficiales, así que no se si en algunas de esas historias mencionaran algo. Pero que se le hace ¡Disfruta del capitulo!
Notas del Editor "Jeznncz": ¯\_(ツ)_/¯
"Todo comenzó en una celda..."
El eco de los pasos del guardia resonaba por los fríos pasillos, un ritmo constante que se mezclaba con el zumbido de los insectos. Era difícil saber cuánto tiempo había pasado en ese agujero.
El tiempo, al igual que los recuerdos de la persona que fui alguna vez, me habían abandonado hace mucho. Lo único que me quedaba, lo único que aún me pertenecía, era mi nombre. Y me aferré a él como si mi vida dependiera de ello.
"Nimrod, Nimrod, Nimrod..."
Repetirlo me ayudaba a recordar que, al menos en algún rincón de mi ser, todavía existía. Temía que, si dejaba de pronunciarlo, aunque fuera por un segundo, perdería mi humanidad. Las paredes de la celda parecían cerrarse cada vez más, opresivas, como si el propio aire conspirara para robarme lo poco que me quedaba.
Entonces, un sonido distinto rompió la monotonía. El tintineo del metal golpeando el suelo.
Levanté la mirada, sorprendido por la interrupción. A través del techo derruido, vi una figura, una armadura plateada prolija que estaba sobrepuesta a la luz del sol. El brillo de la armadura contrastaba tanto con la oscuridad de mi celda que, por un instante, pensé que estaba soñando. No pude ver su rostro, solo el resplandor del metal que parecía casi etéreo. La figura simplemente asintió antes de desaparecer, como si nunca hubiera estado allí.
—¿Qué...? —murmuré, notando cómo mi propia voz sonaba áspera y rota, como si hubiera olvidado cómo usarla. El fétido olor de mi aliento me recordó el estado de mi cuerpo.
Gateé hacia el objeto metálico que había caído. Mis manos, ahora putrefactas, apenas podían sostener mi peso. Mis huesos crujieron, protestando por el desuso, mientras avanzaba hacia lo que había caído.
Era una llave. Una simple llave de metal oxidada, como si el tiempo mismo la hubiera dejado olvidada junto conmigo.
La sostuve entre mis dedos temblorosos, incapaz de creer lo que tenía delante.
Me levanté con dificultad, cada movimiento parecía que podía desmoronarme. Metí la llave en la cerradura temiendo que se rompiera. La puerta se abrió con un chillido desgarrador.
Me quedé allí por un momento, respirando esa libertad casi imposible de comprender. Pero no había tiempo para la contemplación. Salí de la celda, impulsado por la esperanza, o tal vez por una simple necesidad de no morir allí.
Abrí los ojos. El sonido del bosque me devolvió al presente. Las hojas crujían bajo mis pies mientras me adentraba cada vez más en el corazón del peligro. Pero comparado con aquella celda, este lugar, con sus monstruos acechando, no era nada. Nada podía serlo.
Los aullidos resonaban con más fuerza a medida que avanzaba, incrementando el dolor en mi cabeza. Fue entonces cuando escuché una pisada suave detrás de mí, lo suficiente como para advertirme de lo que venía. Luchar era inevitable.
El Beowolf se lanzó a la espalda de Nimrod, sus garras listas. Pero el encapuchado ya lo había anticipado. Con un movimiento fluido, giró sobre sus talones y clavó su cimitarra directamente en las fauces de la criatura en mitad del salto.
"Mmm..."
Otro Beowolf emergió de entre los arbustos, cargando con fuerza. Nimrod lo vio venir, se agachó, levantando su escudo. Justo antes del impacto, empujó su escudo con fuerza, usando el propio impulso del Grimm para lanzarlo por encima de su cuerpo. La criatura cayó de espaldas con un golpe seco, su garganta expuesta. Un tajo limpio fue suficiente para acabar con él.
Mientras tanto, Glynda observaba atentamente el video de seguridad, sus ojos evaluando cada movimiento de Nimrod. "Parece que sabe defenderse. Tal vez Ozpin no haya mentido del todo sobre él... pero está claro que oculta algo", pensó. Sus ojos se dirigieron hacia la espalda del director, quien, sin inmutarse, continuaba mirando el horizonte mientras hablaba a través de su pergamino.
—¿Seguro que el doctor Oobleck y usted son suficientes para controlar el fuego? —preguntó Ozpin a través del pergamino, su tono calmado como siempre—. Sé que el incendio del año pasado lo pudo apagar usted solo, profesor Port, pero la actividad Grimm es más alta esta vez... Bien, confío en ustedes dos. Buena suerte.
El director se despidió, guardando el pergamino en el bolsillo de su abrigo con un gesto suave.
El viento soplaba suavemente, moviendo los mechones sueltos del cabello de Glynda mientras ella observaba la imagen en su pergamino con el ceño fruncido. En la pantalla, Nimrod se sujetaba la cabeza con ambas manos, su rostro crispado de dolor.
"¿Será un episodio de estrés postraumático?" pensó, mientras veía cómo Nimrod comenzaba a retorcerse. Por un momento, tuvo la impresión de que, en cualquier segundo, podría empezar a golpearse la cabeza contra el tronco de un árbol. "Esto no está bien."
—Ozpin —llamó Glynda, su voz tensa mientras mantenía los ojos fijos en la pantalla—. ¿De verdad crees que Nimrod podrá manejar esto solo?
El director, con las manos detrás de la espalda, giró la cabeza lentamente en su dirección. Sus ojos se clavaron en el video, donde Nimrod tenía el rostro enterrado entre sus brazos. Frunció el ceño, sus pensamientos claramente sumergidos en un debate interno.
El silencio se alargó más de lo que Glynda hubiera deseado. Podía sentir la incomodidad creciendo en su pecho, pero no dijo nada. Sabía que el director siempre tenía algo en mente, un plan que rara vez compartía por completo. Sin embargo, esta vez, la duda la carcomía.
Finalmente, Ozpin soltó un leve suspiro, casi imperceptible.
—La noche que conocí a Nimrod, me di cuenta de que tiene la capacidad de enfrentar lo que otros no pueden —dijo finalmente, su tono pausado—. Aunque no conozco su pasado, y se ha mostrado reacio a compartirlo.
Glynda mantuvo su mirada fija en el director, mientras recuerdos de momentos inquietantes cruzaban su mente: la manera en que Nimrod había percibido la fractura en el alma de Amber, o el hecho de que parecía no necesitar comer ni beber para sobrevivir.
—Ozpin... —dudó por un momento, pero luego su pregunta salió firme—. ¿Qué es Nimrod?
Hubo una pausa. Un momento pesado en el que el viento pareció detenerse, y el silencio se volvió casi opresivo. Ozpin no respondió de inmediato. Su mirada se perdió en el horizonte, y cuando habló, su tono era grave.
—No lo sé.
El dolor invadía cada parte de mi ser. Había arrancado mi capucha mientras rascaba mi cabeza con una furia incontrolable. Desde el momento en que asesiné a esas criaturas, supe que algo andaba mal. Sus almas eran demasiado débiles, casi vacías, pero había algo más... algo detrás de ellas, y ahora intentaba apoderarse de mi mente.
Mis dedos estaban húmedos, me había arrancado pedazos de piel en el proceso, pero no me importaba. El dolor físico era insignificante comparado con la batalla que se libraba en mi interior. Sentía esa fuerza oscura, familiar, pero a la vez distinta, susurros, distorsionados y guturales, con promesas de poder, de descanso eterno si solo me rendía..., visiones de una ciudad derruida y mohosa, los cuerpos de los inocentes apilados unos encima de otros, condenados por la ambición de sus reyes.
¡No pasé por todo eso para volverme hueco ahora!
Apreté los dientes, conjurando una bola de fuego en mi mano. La aplasté contra mi pecho, dejando que las llamas recorrieran mi alma. El dolor fue inmediato, intenso, pero familiar. No era como el fuego de la Primera Llama; este no podía consumir mi alma... pero el dolor era igual de real. El fuego había calcinado mi cuerpo incontables veces, pero dejarlo tocar el alma era una agonía que solo los desesperados comprenderían.
Grité mientras las llamas hacían su trabajo, purgando aquella presencia oscura que intentaba aferrarse a mi ser. La oscuridad luchaba por permanecer, pero el fuego la consumía, poco a poco, hasta que no quedó más que cenizas.
Finalmente, el fuego en mi interior se extinguiro, llevándose consigo los susurros y las sombras. Me quedé arrodillado, jadeando y quemado, pero libre de nuevo... por ahora.
—Aún no —murmuré, arrastrando las palabras con dificultad—. Aún no me has ganado.
Me puse de pie con esfuerzo, tambaleándome ligeramente. Apreté los puños y volví a mirar alrededor. El rastro del Grimm seguía adelante, las huellas profundas y las marcas de garras aún frescas en el suelo. Era hora de seguir.
Con un último suspiro, recogí mi capucha y la ajusté, continué mi marcha. Mi cuerpo estaba agotado, pero mi mente estaba enfocada. Ozpin tiene que darme algunas respuestas sobre estas criaturas.
Mientras Nimrod continuaba su marcha solitaria, el ambiente en otra parte del bosque era muy diferente.
Jaune trataba de seguirle el paso a Pyrrha, pero era algo más fácil decirlo que hacerlo, la campeona se movía rápido y sin descansos.
"Agradezco a mi familia por sacarme de campamento, sin esa experiencia, estoy seguro de que ya me habría dejado atrás" Jaune, pensó sin darse cuenta de que Pyrrha, apartaba una rama para poder caminar.
—¡Auch! — la rama golpeó a Jaune como un látigo, dejando un pequeño corte en la mejilla.
Jaune se frotó la mejilla, sintiendo el ardor del pequeño corte que la rama le había provocado.
—¡Jaune! Lo siento —dijo Pyrrha, deteniéndose. Al ver que la sangre comenzaba a brotar, notó también los moretones que todavía decoraban su rostro desde su accidentado aterrizaje—. ¿Por qué no usas tu aura para curarte?
Un escalofrío recorrió la espalda de Jaune. Se sintió pequeño bajo la mirada inquisitiva de la campeona.
—Ah... —murmuró— No tengo mi aura desbloqueada.
Pyrrha se detuvo, sus ojos se abrieron en sorpresa.
—¿En serio? —preguntó, claramente confundida—. No sabía que podías ingresar a Beacon sin aura.
—¿Eh? — Levantó la vista, más nervioso que antes.
—Bueno, cuando postulé a Beacon me aceptaron de inmediato, no tuve que pasar por ningún examen o entrevista —explicó Pyrrha, rascándose la nuca con una leve sonrisa, algo avergonzada. Jaune podía notar que ni siquiera ella estaba cómoda con ese privilegio.
Jaune no pudo evitar pensar: "Ser famoso debe tener sus ventajas". Aunque ese pensamiento no le daba mucho consuelo.
Un silencio incómodo cayó entre ellos por un momento, pero Pyrrha, siendo la persona que era, rápidamente rompió esa tensión.
—¿Te gustaría que desbloqueemos tu aura? —preguntó de repente.
Jaune parpadeó, sorprendido.
—¿Ahora? ¿Aquí? —Preguntó Jaune, algo desconcertado, mirando a su alrededor—. ¿Es seguro?
Pyrrha sonrió tranquilamente, su expresión llena de confianza.
—No hay mejor momento que el presente. Si vamos a enfrentarnos a más Grimm, será mejor que estés en tu mejor forma. —dijo, extendiendo su mano hacia él—. Confía en mí, Jaune. Esto te ayudará.
Jaune la miró por un segundo, su corazón latiendo con fuerza. Algo en su interior le decía que esto era más que solo una simple activación del aura. Era el primer paso para demostrar que podía ser más que un chico torpe. Era el primer paso para volverse más fuerte.
Finalmente, con una leve sonrisa nerviosa, tomó la mano de Pyrrha.
—Vale... Hagámoslo.
Pyrrha, colocó su mano en la mejilla de Jaune.
—Ahora cierra los ojos y concéntrate.
Jaune hizo lo que le indicaron, sintiendo como la expectativa corría por sus venas.
—Porque es en el paso del tiempo que logramos la inmortalidad. A través de ello nos convertimos en un parangón de virtud y gloria para elevarnos, sobre todo. Infinito en distancia y no limitado por la muerte, libero tu alma, y con mi hombro te protejo.
Jaune abrió los ojos, su piel brillando con una luz blanca tenue que poco a poco fue apagándose hasta desaparecer. Sentía una calidez que nunca había experimentado, algo profundo y reconfortante, como si su cuerpo estuviera protegido por algo más grande que él.
—Wow —murmuró, todavía atónito. Era como si pudiera sentir la energía fluyendo a través de él, llenándolo de una sensación de fuerza.
Pyrrha sonrió suavemente, quitando su mano de su mejilla.
—Ese es tu aura —dijo con calma—. Te protegerá, curará tus heridas menores, y te dará la fuerza necesaria para enfrentar lo que venga.
—Es... increíble —dijo finalmente, sus palabras cargadas de asombro. Luego, levantó la vista para encontrarse con los ojos verdes de Pyrrha—. Gracias.
—Ahora, estás listo para seguir adelante —dijo, dándole una palmada en el hombro—. Veo mucho potencial en ti, tienes una gran cantidad de aura.
Jaune tragó saliva y asintió, sintiendo que las palabras de Pyrrha eran más que una simple cortesía. Era un recordatorio, una promesa de lo que podría llegar a ser. Y por primera vez, creyó que tal vez, solo tal vez, podría cumplirla.
—Vamos, tenemos un templo que alcanzar —añadió Pyrrha, dándose la vuelta para continuar el camino.
Pero justo en ese momento, tropezó, casi cayendo al suelo.
—¡Pyrrha! —Jaune se apresuró a su lado, la preocupación adornando su rostro. Al acercarse, notó que la campeona estaba sudando y jadeando levemente, algo que no esperaba de alguien tan fuerte como ella—. ¿Estás bien?
Pyrrha se apoyó brevemente en un árbol, respirando hondo antes de sonreír débilmente.
—Sí, no te preocupes... —respondió con voz algo entrecortada—. Desbloquear tu aura requiere sacrificar parte de la mía. Solo necesito unos momentos para recuperarme.
Jaune la observó, sorprendido por lo que ella había hecho por él.
—Pyrrha... yo... no sé qué decir —dijo finalmente, su voz temblorosa por la mezcla de gratitud y culpa.
Ella sonrió con calidez, sus ojos Esmeralda, suavizándose mientras se enderezaba.
—No tienes que decir nada, Jaune. Esto es lo que hacen los compañeros de equipo —respondió con un brillo en los ojos—. Ahora, sigamos adelante. Estoy bien.
—Vamos, Renni, si no hubiera sido por mi estrategia, ¿quién sabe qué compañeros tendríamos ahora?
—Supongo que fue mejor que tu idea del perezoso, pero... ¿era necesario que aterrizaras encima de mí? —respondió Ren, masajeando el costado donde aún sentía el impacto.
—¡Por supuesto! Cien por ciento de probabilidades de verte primero.
Ren dejó escapar un suspiro. Sus costillas, por otro lado, no estaban de acuerdo.
Ambos jóvenes recorrían el bosque con un paso rápido, pero mientras Ren avanzaba con una fluidez, casi etérea en sus movimientos, siempre alerta al entorno, Nora rebotaba de un lado a otro sin molestarse en ocultar su entusiasmo.
—¡Este bosque es enorme! —exclamó Nora, girando su martillo con una mano mientras seguía saltando por el camino—. ¡Me encanta! ¡Estoy segura de que nos esperan un montón de Grimms para aplastar!
Ren no respondió de inmediato, sus ojos escudriñaban cada rincón, siempre vigilante. Sabía que mantener el enfoque era clave, especialmente con alguien como Nora a su lado.
—Nora, mejor mantén la calma por ahora —dijo con su tono sereno—. No queremos atraer atención innecesaria.
Nora detuvo sus saltos un momento, fingiendo sorpresa.
—¿Calma? —dijo llevándose una mano al pecho dramáticamente—. ¡Yo soy un rayo, Ren! Los rayos no se calman, solo atacan.
Ren suspiró, pero no pudo evitar esbozar una leve sonrisa. Sabía que Nora no iba a seguir su consejo, pero a veces, su energía desbordante era lo que terminaba ayudándolos a superar situaciones inesperadas.
—Lo que sea, solo... trata de no atraer a todo el bosque
—¡Eso sería genial! Así podríamos aplastar a todos los Grimms de una sola vez. ¡Bum!
Ren negó con la cabeza, sin dejar de caminar. Sabía que discutir con Nora era inútil, pero en el fondo, también sabía que no habría preferido a nadie más a su lado en este tipo de situación.
Un crujido en el follaje a su alrededor los puso en alerta. Ren levantó una mano, indicándole a Nora que se detuviera. El silencio se apoderó del bosque y el aire se volvió pesado. Ambos tensaron los músculos, listos para lo que pudiera venir.
—¿Lo escuchaste? —susurró Ren, manteniendo los ojos fijos en las sombras entre los árboles.
Nora asintió, bajando su martillo, pero una sonrisa se dibujaba en su rostro.
De repente, una sombra se deslizó entre los árboles, moviéndose rápido, casi demasiado rápido para ser vista claramente. El corazón de Ren latió con fuerza, pero antes de que pudiera reaccionar, Nora ya había cargado con su martillo listo para golpear.
—¡Ren, déjame aplastar lo que sea que esté ahí!
El martillo de Nora cayó con una fuerza devastadora. El sonido del impacto resonó en el bosque como un trueno, sacudiendo las ramas cercanas. La criatura que había salido de las sombras, un Beowolf, no tuvo ninguna oportunidad. El martillo lo golpeó directamente, estampándolo contra un árbol, que también se derrumbó al no poder soportar el impacto.
Ren se acercó, observando los restos del Beowolf (o lo que quedaba de él). Nora se quedó de pie, su martillo descansando sobre su hombro mientras sonreía satisfecha.
—¿Viste eso? ¡Bum! —exclamó Nora, con entusiasmo.
Ren solo pudo suspirar, aunque no pudo evitar admirar la fuerza de su amiga.
—Podrías haber atraído a más Grimms —dijo con calma, observando el entorno en busca de más enemigos.
—¡Que vengan! —respondió, balanceando su martillo con un brillo de emoción en los ojos—. ¡Podemos aplastar a todos los que quieran aparecer!
Como si una plegaria acabara de ser escuchada, los aullidos comenzaron a resonar en la distancia, pero se acercaban con rapidez, hasta que Ren pudo sentir el suelo vibrar ligeramente bajo sus pies, a la vez que un aire más denso y pesado invadía el bosque, típico cuando los Grimms se acercaban.
Ren se llevó una mano a la cara.
—Supongo que no va a ser un paseo tranquilo —murmuró para sí, mientras desenfundaba sus pistolas automáticas con un movimiento fluido.
Nora soltó una pequeña risa, como si estuviera ansiosa por la batalla.
—¡Exactamente como me gusta! —dijo, clavando su martillo en el suelo con fuerza.
El sonido de más criaturas atravesando los arbustos llenó el aire. La pelea que se avecinaba prometía ser intensa, pero, para Ren, era sólo otro día normal al lado de Nora.
De entre el follaje vio emerger una manada de seis beowolf, su compañera como siempre, se abalanzó hacia ellos con temeridad.
Ren la siguió desde atrás, aún cauteloso de su alrededor, pues el sonido de los arbustos nunca se detuvo. Sabía que algo más estaba acechando en las sombras.
Justo en el momento en que Nora aplastaba al Beowolf que lideraba la manada, un Ursa salió de entre los árboles, cargando contra ella con una fuerza descomunal.
—¡Cuidado!
Pero su advertencia llegó tarde. El Grimm embistió a Nora, lanzándola fuera de la vista de Ren, y justo detrás de ella, otros dos Ursas emergieron de la espesura, persiguiéndola rápidamente.
Ren apretó los dientes y comenzó a correr tras ella, pero tres Beowolves le cortaron el paso, sus ojos rojos brillando con furia mientras le gruñían, hambrientos de sangre.
—Tsk —Murmuró, levantando sus armas con una fluidez que parecía casi natural, calculando sus movimientos con calma. Sabía que no podía permitirse perder tiempo.
"Los Grimm están mucho más coordinados de lo habitual ¿Por qué?" Reflexiono mientras esperaba que las criaturas hicieran el primer movimiento.
Un Beowolf se lanzó, pero Ren, con precisión meticulosa, disparó directamente a sus patas delanteras, haciendo que la criatura tropezara. Aprovechando el momento, giró, esquivando las fauces de otro Beowolf que trataba de atacarlo por el costado, mientras disparaba a quemarropa, dejando que una lluvia de balas atravesara a la criatura.
El tercer Beowolf saltó sobre él con un rugido salvaje, pero Ren giro, pateando a la criatura en el hocico, dándole la oportunidad de ejecutarlo con un disparo en la cabeza. El Grimm se desplomó, antes de comenzar a desintegrarse.
—Esto me está retrasando demasiado —murmuró con su mirada fija en la dirección donde Nora había sido lanzada.
Ren apenas tuvo tiempo de alzar los brazos cuando notó un movimiento serpentino por el rabillo del ojo. El golpe lo alcanzó de lleno en el costado, lanzándolo varios metros atrás. Sintió un dolor agudo recorrer su torso cuando aterrizó sobre el suelo lleno de ramas rotas.
Se incorporó rápidamente, jadeando levemente, su mente aun calculando la situación. Alzó la vista para encontrarse con un Grimm que no había esperado: una King Taijitu, una enorme serpiente bicéfala, le siseaba con ambas cabezas.
Ren chasqueó la lengua mientras observaba a la criatura. "Esto es malo..."
Ren no se movió al principio, evaluando la distancia. Sabía que ambas cabezas atacarían al mismo tiempo desde distintos ángulos. Decidió dar un rápido vistazo a su entorno, encontrando solo árboles, rocas y un par de arbustos.
"No parece que esos árboles puedan detenerlo, pero..." No tuvo tiempo de seguir pensando antes de que una de las cabezas se abalanzara hacia él con ferocidad. Ren lo vio venir. Saltó hacia un lado, rodando en el suelo para evitar las fauces que se cerraban con un chasquido.
Disparó dos veces en rápida sucesión, las balas impactaron en el costado de la mandíbula de la serpiente, haciéndola retroceder con un chillido.
No tuvo tiempo para celebraciones. La segunda cabeza lo atacó desde el otro lado, más rápido de lo que esperaba. Ren apenas logró levantar las armas para bloquear el golpe, y fue enviado volando hacia atrás, chocando con un árbol caído. El aire escapó de sus pulmones, y un dolor agudo atravesó su espalda.
"Tengo que moverme antes de que..."
El sonido del movimiento rápido a su izquierda lo alertó. La segunda cabeza venía de nuevo. Esta vez, Ren saltó hacia arriba, corriendo por la rama caída y girando en el aire mientras disparaba a la base del cráneo de la criatura. El impacto hizo que la serpiente soltara un siseo furioso, pero no fue suficiente para detenerla.
"No puedo seguir así" Pensó hasta que vio un árbol bastante más grande que los demás. "Tal vez pueda usarlo"
Ren corrió hacia el árbol, sabiendo que no tenía otra opción. La serpiente lo siguió de cerca, sus movimientos cada vez más rápidos y descontrolados. Pudo llegar al tronco justo a tiempo, con la King Taijitu pisándole los talones. No había margen para errores.
Sin detenerse, saltó hacia el árbol con la serpiente detrás, pero apenas sus pies tocaron el tronco, se impulsó hacia la dirección contraria. El cuerpo enorme del Grimm no tuvo tiempo de detenerse y golpeó el árbol de lleno, haciendo que la madera crujiera bajo el impacto.
Ren aterrizó sobre la cabeza aturdida, sus botas clavándose en las escamas mientras sacaba sus armas para disparar. La serpiente retorció su cuerpo, soltando un chillido ensordecedor, pero Ren no perdió el equilibrio. Estaba listo para darle el golpe de gracia, apuntando justo entre los ojos de la criatura.
Un sonido sibilante a su espalda le heló la sangre.
La segunda cabeza de la King Taijitu se lanzó hacia él con las fauces abiertas, sus colmillos brillando bajo la tenue luz del bosque. El mundo pareció ralentizarse por un segundo.
Ren empujo toda su aura hacia sus brazos, atrapó los colmillos de la criatura, la cual luchaba por devorarlo de un bocado.
El sudor le corría por la frente y empezaba sentir como su cuerpo perdía el efecto de la adrenalina, pero no se rindió.
Con sus últimas fuerzas, tiro de los colmillos de la criatura, arrancándolos de golpe, la serpiente chilló de dolor, pero Ren lo dio tiempo a recomponerse, corrió hacia ella y clavó los colmillos en uno de los ojos del Grimm, antes de que pudiera huir, golpeó los colmillos, hundiéndolo aún más profundo en la cabeza del Grimm.
La cabeza cayó pesadamente, teniendo algunos espasmos post mortem.
Ren estaba de rodillas, su respiración agitada y su corazón latiendo desbocado. Se permitió una pequeña sonrisa que fue borrada rápidamente por el siseo de la primera cabeza, que se había recuperado del golpe y que no estaba nada feliz por la muerte su hermano siamés.
Un escalofrío subió por la espalda de Ren. Estaba agotado, no lograría esquivar a la serpiente con tan poca distancia, así que levanto los brazos preparándose lo mejor que pudo para el golpe.
La serpiente se abalanzó hacia él con rabia desmedida, su cuerpo musculoso deslizándose a través del suelo con una velocidad y fuerza imparables. Ren cerró los ojos, esperando el impacto. Su respiración era errática, y su cuerpo ya no respondía como él quería. Los brazos le temblaban por el esfuerzo.
Pero el golpe nunca llegó.
Un estruendo resonó en el aire, y algo enorme pasó volando sobre su cabeza. Ren abrió los ojos con sorpresa, justo a tiempo para ver la segunda cabeza del King Taijitu ser golpeada con una fuerza brutal, haciendo que el Grimm rodara por el suelo, soltando un siseo desgarrador.
Frente a él, su compañera Nora Valkyrie llegaba para ayudarlo de una forma que solo a ella se le ocurriría, cabalgando sobre un Ursa, como si se tratara de un corcel en plena carga. La criatura Grimm, con su rostro marcado por cicatrices y furia, estaba siendo controlada de alguna manera por Nora, que tiraba de su pelaje con una sonrisa desbordante en el rostro.
—¡Ren! —gritó ella, levantando su martillo sobre su cabeza—. ¡Traje ayuda!
Antes de que Ren pudiera procesarlo, Nora hizo girar su martillo con fuerza sobre el Ursa que estaba montando, aplastando la cabeza restante de la King Taijitu justo en el momento en que iba a devorar a Ren. La cabeza serpentina explotó en un chorro de humo negro, y la serpiente se desplomó en el suelo, inerte.
Ren se quedó allí, jadeando y mirando incrédulo cómo su mejor amiga usaba a un Ursa como si fuera una montura. Nora siempre encontraba la forma de sorprenderlo
—Nora... —empezó, y luego se permitió una pequeña sonrisa—. Llegas siempre en el momento justo, pero ¿en serio? ¿Un Ursa?
El Ursa, claramente no tan complacido con su nueva situación, trató de sacudirse, pero Nora le dio un golpe en la cabeza con la base de su martillo, dejándolo aturdido.
—¡Oh, este chico solo me dio un aventón! —respondió ella alegremente mientras le tendía la mano, claramente esperando que la tomara para ayudarlo a subir a su "corcel".
Ren soltó una breve risa, antes de estrechar la mano de su compañera.
—Solo a ti, se te ocurriría esto
Nora le guiñó un ojo mientras lo ayudaba a subir.
—¿Ves? ¡Es más rápido que caminar! Y, además, ¡es divertido! —dijo entre risas. Pero entonces, su expresión cambió cuando vio el estado de Ren. Su mirada se tornó seria, con una pizca de preocupación—. Oye, ¿estás bien?
Ren asintió, aunque claramente estaba agotado.
—Estoy bien, gracias a ti.
El rostro de Nora adquirió un ligero tono rojo, desviando la mirada de Ren.
—¡Hey! ¿No crees que hace calor? ¿Qué tal si corremos para que la brisa nos dé en la cara? —dijo rápidamente, enredándose un poco con las palabras mientras evitaba el contacto visual.
—¿Eh? Espera, ¿qué? ¡Nora! —Ren apenas pudo reaccionar antes de que Nora clavará los talones en los costados del Ursa, provocando que la bestia comenzará a correr a toda velocidad.
Ren tuvo que sujetarse de la cintura de su compañera para no resbalar, algo de lo que Nora no parecía quejarse.
¡Gracias por leer! Si te gusto no dudes en dejar una reseña, realmente me motivan bastante a escribir, ¡Hasta la próxima!
