CORONAS Y ENGAÑOS

CAPÍTULO 13

DESPERTARES

Ver a Lita agonizando y el sufrimiento que parecía padecer mientras dormía había provocado que Andrew se conmoviera y sintiera empatía por ella.

Pese a sólo conocerla de vista y a que ella en el pasado había sido cortante y grosera con él en más de una ocasión, genuinamente había deseado que se recuperara, y tras la transfusión de sangre que no sabían si sería un éxito o fracaso había estado al pendiente de ella mientras las princesas Ami y Rei comían fuera de los aposentos, pero entonces, para su mala suerte, en un breve momento en que se había quedado a solas con Lita, ella en medio de sus delirios de nuevo había comenzado a implorar por sus padres y por Neflyte, y Andrew, conmovido se había acercado para darle una palmadita y susurrarle un "pronto los verás" que ni siquiera estaba seguro de que ella escucharía, pero entonces, tras esas palabras bien intencionadas, los ojos de Lita se abrieron, y en ellos vio miedo.

—¡No se atreva a tocarme!— Soltó ella amenazante y mirándolo con repugnancia.

Esa mirada que había pasado del miedo a la repugnancia y la amenaza que salió de sus labios a pesar de que estaba en una situación de vulnerabilidad provocó que los sentimientos de compasión que Andrew inicialmente había sentido se disiparan.

Las palabras de la joven le recordaron la discriminación de la que muchas veces había sido víctima en Júpiter durante su infancia por pertenecer al grupo étnico de electroquinesis. Los muchos y desagradables mitos difundidos por muchos jovianos de cloroquinesis ultra religiosos que afirmaban que los hombres jovianos de electroquinesis eran violadores en potencia sólo porque su libro sagrado decía que un dios del trueno llamado Zeus había violado a la diosa que veneraban, y que todos los jovianos de electroquinesis eran descendientes de ese dios violador.

Por si no fuera poco, no sólo estaba el asunto étnico, sino el hecho de que seguramente ella lo miraba con desdén también por el detalle de que mientras ella a pesar de ser bastarda descendía de familia noble, él pese a pertenecer a una familia más acaudalada que la del mismísimo Rey joviano era descendiente de plebeyos.

—¿Tocarte? No es como si estuviera feliz de que estés mi nave— Le dijo él— Tan pronto como te mire la doctora te llevaré de regreso a Júpiter con tu padre o a Terra con Lord Neflyte Sweeney.

El pequeño dragón que yacía junto a Lita lo miró queriendo transmitir amenaza a pesar de que por su tamaño aún era insignificante, así mismo, para Andrew no paso desapercibida la expresión de sorpresa que apareció en el rostro de Lita, pero no pensaba seguir hablando con ella ni tampoco lo deseaba, así que se dio media vuelta y se dirigió a la puerta de sus aposentos para salir de ahí, ignorando al dragón que no dejaba de gritarle que era un grosero e insensible.

-o-o-o-

Lita se quedó perpleja y un tanto asustada después de que Andrew Hansford le mencionara que la llevaría de regreso a Júpiter con su padre o a Terra con Lord Neflyte. Por si fuera poco, los graznidos que lanzaba Thorakar y que ella no podía comprender tampoco ayudaban, lo que sólo consiguió que se pusiera más nerviosa.

Supuso que Andrew Hansford se estaba burlando de ella cuando mencionó la idea de llevarla a Terra con Lord Neflyte Sweeney, pues para nadie de las altas esferas sociales jovianas e incluso fuera de Júpiter era un secreto que hace dos años Lord Neflyte iba a tomarla por esposa y que poco antes de la boda había desistido de desposarla, y de cualquier manera, aunque las intenciones de Andrew fueran verdaderas, Neflyte no la quería en su vida.

Por otro lado, volver junto a su padre era algo que no quería, pues de ser así sabía que seguro la forzarían a estar en el lecho de Lord Aren, además, por si fuera poco seguro también le esperaba un duro castigo por todo lo que había hecho en aras de huir del castillo.

Pese a sentir debilidad y estar un poco adolorida se sentó sobre la cama, y cuando la frazada que la cubría cayó sobre su regazo se sorprendió al percatarse que ya no llevaba puesto el vestido con el que había huido del castillo, sino una prenda de fina seda roja pero de un estilo que nunca había visto en la corte de Júpiter. La extraña prenda era de mangas amplias y fluidas, bastante distintas de los rígidos vestidos que solía usar, y en la cintura llevaba una banda ceñida en color dorado con finos bordados.

Verse con una prenda distinta que ella misma no se había puesto provocó que se asustara y que el corazón le latiera más rápido. Sabía que para estar cambiada de esa manera primero habían tenido que desnudarla, y sintió una mezcla de vergüenza, furia y repugnancia al imaginar que muy seguramente Andrew la había desnudado y que quizá había abusado de ella mientras estaba inconsciente.

Rápidamente echó un vistazo a su alrededor para buscar una ruta de escape, y se sorprendió al notar la elegancia y lo excéntrico de aquellos enormes aposentos llenos de tapices, los exquisitos muebles tallados en madera con incrustaciones de piedras que emitían luz iluminando el espacio sin necesidad de usar velas o antorchas.

Sin embargo, no había tiempo que perder examinando aquel lugar, así que a pesar de sentirse mareada y con algo de dolor, Lita se puso de pie, y con sigilo se dirigió al otro extremo de la habitación de dónde colgaba una elegante cortina dorada tras la que esperaba que hubiera una gran ventana a través de la cual pudiera escapar, sin embargo, grande fue su sorpresa cuando al correrla vio algo que parecía un cielo despejado pero en color lila que parecía en algún punto unirse con un suelo árido y rocoso de color rojizo.

Aquella visión fue demasiado impresionante y ahogó un grito de terror al no tener idea de dónde estaba, pero entonces el grito contenido escapó de su garganta cuando escuchó la puerta abrirse.

Enseguida escuchó una voz masculina hablándole en una lengua que no conocía, y cuando se dio media vuelta se encontró con dos mujeres y un hombre evidentemente extranjeros. Las damas vestidas con un vestuario similar al que ella usaba pero en color rojo y azul respectivamente. En tanto que el hombre vestía una prenda parecida aunque con algunas diferencias pero en tonos gris y negro.

Una de las mujeres, la cual tenía hermosos ojos azules y cabello azulado se dirigió a ella con un tono de voz que parecía amable, pero Lita no fue capaz de entender nada de lo que decía.

Poco después la mujer de cabello azul intercambio un par de palabras con la mujer de largo cabello negro y vestuario rojo, y entonces, está última miró a Lita con un par de penetrantes ojos de un exótico color violeta.

—Dice la doctora que vuelvas a la cama ahora —Dijo la pelinegra en algo que parecía una orden—Aún no estás en condiciones de…

—¡No pienso acostarme con el señor Andrew Hansford, ni con el que las acompaña ni con otro!—La interrumpió Lita—¡Si se atreven a querer tocarme juro por Deméter que la desgracia caerá sobre ellos!

El hombre que acompañaba a las dos damas miró con fastidio a Lita, y con un deficiente Joviano se dirigió a ella.

—¡Cuidar sus palabras con las prince…

Sin embargo, el hombre no pudo continuar hablando, pues la joven pelinegra lo interrumpió hablándole con severidad, y aunque Lita no entendió ni una sola palabra de lo que dijo la pelinegra, por el sonrojo en el rostro del hombre y ver cómo este asentía supo que lo estaba reprendiendo.

Poco después el hombre se retiró, y la joven de cabello negro se dirigió a ella hablándole con más amabilidad que al inicio.

—No tienes nada que temer. En Marte las mujeres no estamos en venta y nuestras costumbres son diferentes que en tu planeta—Dijo la pelinegra en un perfecto Joviano aunque con un acento muy marcado—Mi nombre es Reiko pero puedes llamarme Rei, y ella es Ami, la princesa de Mercurio y la doctora que te salvó la vida. No habla Joviano pero es la mejor médico y yo puedo servir de intérprete.

Lita miró con extrañeza a Rei sin poder dar crédito a lo que escuchaba. Era evidente que las dos mujeres eran de razas distintas, pues una tenía los rasgos propios de los marcianos y la otra bien podía pasar por una dama de Mercurio, sin embargo. ¿En qué cabeza iba a caber que una mujer de la realeza fuera una doctora?

—¿Una mujer de la realeza siendo doctora?— Preguntó desconcertada—¿Y ahora qué sigue?¿Me va a decir que usted es Reiko Hino la princesa de Marte?

La pelinegra inhaló y exhaló aire. Para Lita fue evidente que era una mujer de carácter fuerte, y que en cualquier momento podría perder la paciencia.

—Pues sí, soy la princesa de Marte—Dijo la joven.

Lita río ante su respuesta aunque por dentro estaba muerta de miedo.

—Y aunque su familia me parece bastante desagradable le doy mi palabra de que no permitiría que en mi planeta ni en mi presencia abusaran de usted—Dijo Rei

—¿Y entonces quien me desvistió?

—Fuimos la princesa Ami y yo—Dijo Rei— Y le aseguro que no fue en presencia de Andrew ni de ningún hombre de la tripulación.

Lita no sabía si creer del todo en aquella mujer. ¿Y si acaso eran sirvientas de Andrew queriendo verle la cara? Sin embargo, decidió darles un voto de confianza cuando Thorakar voló hasta donde se encontraban y les hizo una graciosa reverencia y después comenzó a revolotear feliz alrededor de ellas, para finalmente posarse en el hombro de Rei.

—¡Dragoncillo precioso!—Le susurró Rei—Espero que te guste la comida de Martes.

Makoto de pronto sintió que el aire le faltaba y la vista comenzaba a nublarsele, pero por suerte cerca de ella se encontraba un sofá donde se sentó antes de caer.

Las dos jóvenes de inmediato se acercaron a ella, y Rei enseguida interpretó la pregunta que había hecho Ami.

—Dice la doctora que vuelvas a la cama—Dijo Rei—Aún te estás recuperando y no debes hacer mucho esfuerzo.

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Pese a que Haruka se sentía cansada y la noche anterior no había dormido buscando a Lita y Thorakar, no había podido conciliar el sueño ni un sólo momento.

La desaparición de Lita la tenía sumida en una tristeza tan profunda como la que había sentido años atrás cuando su madre había muerto o cuando creyó que su querido hermano Samir había fallecido en su intento de cruzar el vórtice que llevaba de Urano a Neptuno.

Al verla tan abatida, hasta dos de sus sirvientes que se encontraban en su día de descanso se habían unido al resto para recorrer los bosques en búsqueda de Lita y Thorakar, sin embargo la búsqueda había sido infructuosa.

—¡No puedo seguir esperando como una estúpida damisela!—Exclamó limpiándose una lágrima y poniéndose de pie.

—Señora Haruka, pero si no ha cesado de buscarla— Dijo la sirvienta dejando sobre una mesita de centro una charola de plata en la que había un cuenco de sopa—Además, debería comer y dormir un poco.

—¡No puedo, Agnes!—Exclamó Haruka— Lita es como mi hermana. La única que me brindó su amistad cuando llegué a Júpiter sin importar que sea una desviada—Dijo Haruka—Iré al castillo yo misma.

—Pero señora Haruka, eso podría ser peligroso, sobre todo ahora que Urano tiene nuevo Sultán.

—Le ofreceré dinero al Rey para pasar una noche con Lita—Dijo Haruka

—¡Pero señora!—Exclamó espantada la sirvienta— Podría ofender a su majestad, usted sabe que sus preferencias no son bien vistas y…

—¿Y de verdad crees que a ese desgraciado le va a importar que una mujer quiera tener a su hija bastarda en la cama?—Cuestiono Haruka—A esa bestia sólo le importa el dinero. Tanto que vendería a Lita al mismo demonio. Le ofreceré dinero porque sólo así sabré que hizo y …

—¡Señora Haruka!— Interrumpió uno de los hombres a su servicio que había hecho otro rondin tratando de encontrar a Lita

—¿Supiste algo de ella?

—No, señora Haruka, aunque averigüé dos cosas que creo que pueden interesarle—Dijo el sirviente— Al parecer Lord Neflyte Sweeney del Norte de Terra está en Júpiter y fue justamente a visitar el castillo Ios.

Haruka se sorprendió ante aquella noticia.

No conocía a Lord Neflyte Sweeney, sin embargo, incontables veces había escuchado a Lita hablar de él y llorar por él.

Por lo que sabía por boca de Lita ya era suficiente para que detestara a Neflyte y considerara que dicho hombre no merecía el amor ni las lágrimas de Lita, sin embargo, prefería saberla con él que desaparecida.

—¿Se está hospedando en el castillo?

—No, señora—Dijo el sirviente—Se está hospedando en el palacete del duque Jaedite Moon—Aclaró el guardia— Y por cierto, hoy en la plaza me dieron este pergamino.

Haruka tomó el pergamino de las manos del guardia. Sabía que era un documento que seguramente habían escrito los escribas de la familia real, pues llevaba el sello de su majestad.

"¡Estimado pueblo de Júpiter!

Con gran pesar y corazón afligido, debo comunicarles que la noche anterior, una horda de malhechores perpetró un ataque contra nuestro castillo. Este vil asalto resultó en heridas graves a miembros de nuestra guardia real, así como en el secuestro de la menor de mis hijas, mi querida Lita, a quien amo con la misma intensidad que a mi heredera.

Lita, una joven de 19 años, es de tez clara y figura delgada, con ojos verdes y cabello ondulado color caoba. Su ausencia ha dejado un vacío en mi corazón de padre que sólo su presencia puede llenar.

Los perpetradores fueron Jovianos dotados de electroquinesis, quienes, utilizando sus poderes eléctricos, irrumpieron sobre lomos de dragones para asediar nuestra fortaleza.

Quiero enfatizar, amado pueblo, que mi intención no es avivar las llamas del resentimiento entre los dos grupos étnicos que coexistimos en este planeta. Mi único deseo es localizar a estos criminales y rescatar a mi amada hija.

Como su soberano, hago la solemne promesa de recompensar generosamente a aquellos que contribuyan al retorno seguro de mi pequeña Lita.

Con esperanza y gratitud,

Rey Cedrick de Júpiter"

Haruka arrugó furiosa aquel pergamino, pues sabía que cada palabra escrita era vil hipocresía del Rey para despertar la simpatía del pueblo Joviano.

—Mathew, prepárame el carruaje—Pidió Haruka—Habiba Sultana tiene que hacer una visita importante.

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La Reina estaba furiosa tras leer el pergamino, y llena de rabia, lo arrugó entre sus manos y lo dejó caer al piso.

—¿Acaso te has vuelto loco?— Cuestionó furiosa—¡Tu maldita bastarda es la culpable de que nuestra hija casi muera y vaya a quedar parapléjica! ¿Y en vez de hacer de conocimiento público la escoria que es la haces ver como una víctima?

—¡Ni siquiera tenemos la certeza de que ella fuera quien lanzó a Wanda por la ventana y…

—¿A no?— Lo interrumpió la Reina furiosa—¿Entonces quién más sino ella?—Bramó la reina—¡Cayó del balcón de los aposentos de Lita y vistiendo esa ropa de furcia que le había comprado Aren!

—¡Por Deméter, mujer!—Exclamó furioso el Rey —Lita no puede usar poderes y dudo que tenga la fuerza para haberla lanzado por la ventana, además afirmar eso sólo espantaría a Lord Neflyte Sweeney.

—¡Lo que faltaba!— Refunfuñó la Reina—Nuestra hija parapléjica por culpa de esa ramera y vas a premiarla concediéndole el gusto de casarse con Lord Neflyte Sweeney.

—¿Y acaso tengo opción?— Le gritó el Rey— Te recuerdo que hace dos años Lord Neflyte y yo firmamos un contrato en el que consentiría darle la mano de Lita a cambio de una buena cantidad de verdeoro con la que compré la nave real. ¡Suerte tenemos de que aún quiera casarse con Lita aunque ya no sea virgen porque bien podría exigir que le devuelva su dinero solo por ese pequeño detalle! Así que sí, consentiré que se case con Lita si eso me libra del escándalo, y ahora sal de mi vista. En una hora va a venir Arthur Hansford para tener nuestra reunión semanal y necesito revisar unos documentos.

La Reina salió furiosa de aquel elegante salón donde su marido solía recibir al primer ministro y a otros mandatarios.

Si bien no tenía pruebas de que Lita era la culpable del accidente que había tenido Wanda estaba segura que no podía haber sido de otro modo, y furiosa ante la idea que aún con ello Lita tuviera su final feliz casándose con el hombre que amaba dejó escapar un grito de rabia, recordando cómo era ella misma quien se había encargado de que Lita no hubiera podido casarse con Lord Neflyte hace dos años.

Dos años antes…

Saber que un noble acaudalado y apuesto como Lord Neflyte Sweeney cortejaba a Lita en lugar de a Wanda que era la princesa heredera había ofendido profundamente a la reina consorte; pero como si aquello no fuera demasiado para disgustarla, contra todo pronóstico el duque Ned Sweeney de Terra había accedido a que su primogénito tomara por esposa a una bastarda, en tanto que su marido, el Rey Cedrick había otorgado la mano de Lita a Lord Neflyte a sabiendas de que eso ridiculizaría a Wanda tanto por ser la hija mayor como por ser la heredera al trono.

Por supuesto, que su amada hija fuera humillada de esa manera era algo que la Reina no podía permitir, más si esa humillación era infringida por Lita a quien detestaba desde el día en que había nacido, por lo que no soportando que Lita tuviera una felicidad que consideraba inmerecida decidió que haría algo para impedir aquel matrimonio, por lo que sabiendo de la ardiente pasión que su sobrino Lord Aren Campbell sentía por Lita, en una de sus visitas en que se quedaron a solas le hizo una propuesta inesperada a su sobrino.

¿Me estás dando permiso para que tome a Lita, tía?—Preguntó Aren sorprendido

Y Porque no—Respondió la reina—Sé que te gusta mucho.

Tía, sabes que tío Cedrick me mataría.

Para ello Lita necesitaría tener pruebas de que la forzaste—Sonrió la reina— Pero si el encuentro ocurre a una hora inapropiada fuera del castillo y sin testigos nadie podrá acusarte.

Lord Aren Campbell sonrió con lascivia, ante lo cual la Reina también sonrió.

Mañana por la tarde la mandaré fuera del castillo a traerme dos canastas llenas de ambrosía.

¡Por Deméter, tia!—Rió Lord Aren—En invierno es una proeza difícil.

Lo sé—Respondió la reina—¡Se le hará tarde, y como una joviana decente no debe estar fuera de casa en una noche de invierno de nada se te podrá culpar!

Lord Aren comenzó a salivar como quien tuviera un exquisito manjar frente a sí mismo.

¡Sólo una cosa!—Exclamó la Reina

Tú dirás, tía

Supe que el hijo menor del duque Ned Sweeney está en Terra—Dijo la reina— Quiero que él sea el primero que la tome.

¿En qué lugar exacto del bosque, tía?

¿Has visto esa cabaña abandonada que está cerca del lago?

¡Sí!

¡Será por ahí que la mandaré a recoger ambrosía!—Exclamó burlona la reina.

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El lacerante dolor en la entrepierna despertó a Lord Aren, sin embargo, cuando sus ojos se abrieron se dio cuenta de que se encontraba en una oscuridad total.

Aterrado ante la idea de haber recibido un castigo por haber ultrajado sin querer a su prima Wanda y darle muerte se llevó las manos al rostro, y entonces tocó un vendaje que cubría sus ojos.

Sabía que si acaso alguien se había dado cuenta de su crimen debía de huir, por lo que rápidamente empezó a tirar de las vendas, hasta que estas cayeron y se percató de que su sentido de la vista ya no era como antes, pues uno de sus ojos estaba en la oscuridad total.

Desesperado intentó ponerse de pie para huir, pero entonces el dolor en la entrepierna se hizo más fuerte y además ardía como el fuego del infierno mismo, y esta vez no pudo evitar que un quejido escapara de su garganta.

De pronto, la puerta se abrió, dando paso a dos guardias que acompañaban al médico real y a su tía, la reina consorte.

—¡Les juro que fue sin querer!—Gritó tememoroso—¡Yo no quise….

—¡Tranquilo, hijo!— Le habló la reina—Todo va a estar bien. Sigues siendo Lord Aren Campbell y aún podrás tener hijos.

—¿Aún?—Pregunto aterrado mientras jadeaba—¡Aún!

Lord Aren comenzó a tocarse en la entrepierna con desesperación, ante lo cual la reina abandonó los aposentos a pedido de los guardias y de su propio pudor que se lo pedía.

Pese a la insistencia del médico de que no se tocara y de querer ponerle de nuevo el vendaje en los ojos, Lord Aren no hizo caso, y un grito escapó de su garganta cuando al bajarse los pantalones vio que donde antes hubo un miembro viril del cual se sentía orgulloso hoy sólo había un pequeño e insignificante muñón.

—¡No, no!—Gritó aterrado— ¿Por qué me han hecho esto? ¿Por qué?

Ante aquella visión, las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, y los lamentos y gritos de dolor salieron de su garganta haciendo eco en la habitación.

Lord Aren, con su 1.80 de estatura, su rostro apuesto, sus ojos aceitunados y su cabello rojizo siempre había levantado suspiros entre las mujeres de la corte y las hijas de burgueses acaudalados pese a que su fortuna no era tan ostentosa como la de sus antepasados.

Por ello mismo, había conseguido afianzar su compromiso con la hija de un burgués rico que con su dote le devolvería la gloria, sin embargo, no creía que tuerto y habiendo perdido la virilidad los padres de la dama quisieran seguir con el compromiso en pie.

Avergonzado ante la visión, cubrió su desnudez subiéndose el pantalón, y aterrado corrió el balcón.

¡No quería seguir viviendo así!

—¡Lord Aren, no haga eso!—Lo detuvieron los guardias aterrados.

Poco después, mientras luchaba por zafarse y lanzarse al vacío escuchó la voz de su quería tía

—¡Aren, mi pequeño Aren, te imploro que no lo hagas!—Suplicó la reina abrazándolo por la espalda.

Lord Aren se sorprendió al escuchar las súplicas de su tía, pues no estaba seguro si lo ocurrido era un castigo infligido por lo que le había hecho a Wanda.

—¡Te juro por Deméter que esa ramera de Lita pagará por lo que te hizo a ti y a Wanda!—Prometió la Reina con voz llorosa en la que aún se percibía la rabia.

Lord Aren cayó en cuenta de que seguían creyendo que Lita era quien había lanzado a Wanda por el balcón y recordó entonces que su nueva condición era por las heridas que Lita le había hecho al batirse a duelo con él y no algo inflingido por los reyes.

Por supuesto eso no le devolvió la alegría ante su nueva condición, pero si disipó sus miedos de ser torturado por lo ocurrido a Wanda o ser llevado a te la justicia.

—¡Lita la mató!—Susurró con odio

—No—Aclaró la reina— Mi Wanda vivirá, pero no volverá a caminar.

Lord Aren se quedó tan perplejo como aterrado ante aquella noticia.

"¿Cómo era posible que su prima la princesa Wanda sobreviviera a la caída desde el balcón?" Se preguntó en silencio.

Qué su prima siguiera con vida era como una sentencia, pues era cuestión de tiempo para que hablara. Entonces, si revelaba la verdad sería ejecutado, o quizá lo despojarian de su riqueza y lo mandarían a un campo de trabajos forzados dónde sería obligado a trabajar como un esclavo antes de su sentencia.

Sabía que si deseaba salvar la poca dignidad que le quedaba debía abandonar Júpiter cuánto antes, pero al intentar caminar de nuevo el dolor que parecía desgarrarlo por dentro donde antes tuvo un generoso miembro viril se hizo presente, provocando que de nuevo escaparan gritos de dolor de su garganta.

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—¿Entonces no te dijeron más de Wanda?—Preguntó el duque Jaedite Moon con preocupación a su amigo Neflyte.

—Sólo que la dejaron moribunda. No me dijo más y no pregunté—Respondió Neflyte abatido—¡Perdón, pero sólo he tenido cabeza para pensar en Lita!

Hacía dos días Jaedite Moon había llegado desde Marte a Júpiter seducido por la idea de pedir un préstamo en el Emerald Hight Society Club para poder costear las exigencias que la princesa Rei quería para la boda así como pagar la deuda que su familia tenía con Hansford Castle Bank para no ser embargados y evitar caer en la vergüenza, sin embargo, aunque había conseguido un préstamo que le había valido tener que poner en garantía su palacete en Júpiter, su título nobiario así como otras tierra que tenía en Terra, aún necesitaba más para saciar las exigencias de Rei, por lo que había hecho rondines por el templo a Deméter y en el bosque con la esperanza de ver a Wanda y sacarle un poco de dinero, sin embargo, no había tenido éxito, y ahora que su amigo Lord Neflyte Sweeney estaba también en Júpiter y se había presentado en el castillo Ios queriendo volver a reanudar su amorío con la hija bastarda sabía porque: Wanda, en palabras del mismísimo Rey, había sido atacada y yacía moribunda.

—¡Si Wanda se muere estaré perdido!—Regunfuñó—¡Y justo ahora que necesito de…

De pronto Jaedite se detuvo de continuar hablando, pues a punto había estado de mencionar sus deudas y sus apuros económicos, algo de lo que por orgullo no hablaba ni siquiera con Lord Neflyte Sweeney que era su mejor amigo.

—¿Te importa ella o el dinero que podías obtener de ella?— Preguntó Neflyte con un dejó de reproche en su voz. Una pregunta que hizo avergonzar y ponerse colorado de vergüenza a Jaedite.

—Yo…¿Cómo te atreves a…

—¡Por favor, Jaedite, para nadie es un secreto que te casaras con la princesa de Marte para mejorar tu posición social!—Le reprochó Neflyte— Y no dudo de que por lo mismo cortejaras a la princesa Wanda.

—¿Y acaso un matrimonio conveniente no es lo que buscan las personas de nuestra clase?—Le cuestionó Jaedite—¡Eres el único queriendo cometer la estupidez de casarse con una bastarda! Una bastarda que en este momento está en manos de una horda de malhechores que deben de estar gozando de lo lindo entre sus piernas.

Neflyte, furioso ante el comentario de su amigo desenvainó su espada y lo miró amenazante.

—¡No te atrevas a hablar así de ella!

—¿Y en verdad crees que sus captores no deben estar dándose un festín?—Le respondió Jaedite desenvainado la suya— ¡Es absurdo pensar que no disfrutarán de una dama hermosa! ¿Acaso eso quieres por esposa?¿Una bastarda sin dote que ya tuvo entre sus piernas a otros?

¡Algo usado!

Ofuscado, Neflyte lanzó la primera estocada, y pronto Jaedite le respondió en algo que parecía una lucha encarnizada.

De pronto, de un hábil movimiento Neflyte provocó que la espada de Jaedite cayera de sus manos, y tras verlo desarmado soltó la suya y se lanzó furioso contra Jaedite, propinándole un fuerte puñetazo que lo lanzó al piso.

Jaedite lo miró furioso y se levantó dispuesto a defenderse de la afrenta, pero entonces uno de los sirvientes los interrumpió.

—Señores, disculpen que los interrumpa, pero tenemos visitas.

—¡Te dije que no quería interrupciones Aracles!—Refunfuñó Jaedite.

—No es cualquier persona, mi Lord—Aclaró el sirviente— Es la princesa Habiba de Urano.

Jaedite, interesado en socializar con miembros de la realeza se olvidó de la pelea.

—Hazla pasar y pídele al cocinero que prepare un banquete digno de alguien de la realeza.

—En realidad a quien busca es a Lord Neflyte Sweeney, mi señor.

Neflyte se sorprendió ante la respuesta del sirviente. No conocía de nada a la princesa de Urano exiliada en Júpiter más allá de sus escándalos por la desviación que parecía tener, sin embargo, no tenía ganas de socializar con nadie por muy de la realeza que fuera.

—Invéntele que no estoy o que estoy indispuesto porque no tengo interés en verla—Respondió Neflyte.

—¿Ni siquiera si es para hablar de rescatar a Lita?—Los interrumpió una voz lo suficientemente grave como para ser de una dama.

—¡Su alteza, no puede entrar así a…

—¡Déjenla!—Ordenó Neflyte, que ante la mención de su amada entonces sí que sintió interés en hablar con la princesa Habiba—¿Es usted la princesa Habiba?—Preguntó mirando a aquella persona que a simple vista parecía un varón.

—Lo soy—Respondió la recién llegada—Y usted el desalmado por el que mi amiga Lita lloró por tanto tiempo. ¿O me equivoco?

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—¿Y no pueden quedarse Keiko y Kasumi con ella en lo que mandamos a una sirvienta que hable joviano?—preguntó Andrew molesto.

Hacía un par de minutos su nave y aquella que había llevado a Ami y Rei a encontrarse a medio camino habían aterrizado en Marte, y a Rei se le había ocurrido que en lo que se les decidía qué hacer con Lita, Andrew se quedara con ella en la nave.

—Keiko y Kasumi no hablan joviano así que si Lita necesita algo no habrá como comunicarse porque ella no habla marciano—Dijo Rei—Así que eres el único que se puede quedar por si ella necesita algo.

—¡No por favor!—Suplicó Andrew—En Júpiter no es bien visto que una mujer y un hombre que no son familiares estén a solas, y además esa mujer es una racista. Lo primero que hizo cuando despertó fue advertirme que no la tocara como si acaso yo le hubiera hecho algo indecoroso. ¿Y sabes por qué lo hace? Porque asume que todos los hombres Jovianos de electroquinesis somos violadores sólo porque su maldita religión dice que…

—¿Por qué asumes que todo se trata de ti, Andrew?—Lo interrumpió Rei molesta— Quizá lo que te dijo no tiene que ver con tu etnia. ¿No te has puesto a pensar que quizá si reaccionó así es porque precisamente huyó de un hombre que pretendía abusar de ella sólo porque el muy crápula pagó para hacerlo? Ella acaba de pasar por una situación traumática. Es normal que al despertar en una cama que no es la suya y que lo primero que vea sea un hombre de la etnia que sea haya reaccionado así, pero que vas a entender si eres hombre.

—¡Por favor no se peleen!—Exclamó Ami que hasta entonces se había mantenido al margen.

—Andrew, cuando recibí tu mensaje me llevé a Ami y ni siquiera le avisamos a nuestros padres—Dijo Rei—Mi padre y el Rey de Mercurio deben estar asustados buscándonos por todo Marte. Permíteme llevar a Ami con su padre y hablar con el mío. Te prometo que no tardaré en volver y con suerte puedo hospedar a Lita en el castillo. Además no te quedas sólo. Keiko y Kasumi se quedarán contigo por si necesitas testigos de que no estuvieron a solas.

Pese a no estar contento con la idea, a regañadientes Andrew aceptó, y con disgusto vio cómo Rei y Ami bajaban de la nave y se alejaban en un carruaje, dejándolo a solas con la piloto Keiko y Kasumi, una de las sirvientas personales de Rei.

Tras cerrarse la puerta, Andrew se sentó en una de las lujosas salas dentro de la nave y corrió la cortina para perderse en aquel paisaje de arena rojiza y cielo color violeta, pero entonces escuchó un grito de terror proveniente de sus aposentos, y olvidando que no quería estar a solas con Lita se puso de pie y de inmediato se dirigió a la habitación, abriendo la puerta sin siquiera tocar.

Tras entrar, entonces se encontró con Lita que estaba sentada sobre la cama y respirando agitada.

—¿Qué haces aquí?—Preguntó Lita aterrada

—Asegurarme de que sigas viva—Respondió Andrew—Aunque es mi nave y no tendría porque responder a eso.

Por un momento se miraron el uno al otro con escrutinio sin decirse nada. Lita con miedo a que le hiciera daño, y él a la defensiva suponiendo que ella lo miraba como un ser inferior quizá por su etnia, quizá por no ser de la nobleza, o quizá por las dos cosas.

—¿Por qué me trajiste contigo?— Preguntó Lita.

Andrew se encogió de hombros ante la pregunta.

—Ese dragón me amenazó con sacarme los ojos si te llevaba con tu padre.

Lita miró sorprendida a Thorakar, que entonces voló hasta ella y se sentó a su lado.

—Me trajiste aquí porque un pequeño dragón te amenazó—Dijo Lita incrédula, pues Thorakar aún era tan pequeño que era imposible que infundiera miedo— Nadie hace algo por otros gratis, señor Hansford —Dijo Lita—Hablemos claro. Algo quiere de mí. ¿O me equivoco?

Andrew se sentó en un sofá frente a ella, y una sonrisa discreta se formó en sus labios.

—Aunque no lo crea no la traje aquí pensando en pedirle algo a cambio—Aclaró Andrew—Pero ahora sí que quiero algo de usted, princesa.

Makoto sintió su corazón latir más rápido ante el temor de lo que imaginaba que Andrew Hansford le pediría.

No quería que Andrew Hansford ni ningún otro hombre tocara su cuerpo, y aterrada, en un acto reflejo se tocó la cintura queriendo desenvainar alguna de sus cimitarras, pero por desgracia sus armas ya no estaban con ella.

¡Hola queridos lectores!

¿Qué tal el capítulo? Yo espero que les haya gustado pero ya me dirán.

Agradezco profundamente a todos los que me leen, sobre todo a mis amigas Hospitaller Knight, Maga del Mal y Jahayra por alegrarme con sus reviews.

¿Y ustedes que opinan, lectores fantasmas?

Bien, no les digo más por hoy.

¡Nos vemos la próxima semana!

Edythe