Nuevamente escribo de ellos desde el anterior flufftober - el primero que participe - me ha quedado ganas de escribir sobre ellos. Aunque es más un amor unilateral, creo que Nappa sería del tipo que queda colado de la joven señora Briefs, por su cierta amabilidad - o creo que estoy delirando XD


Desde que la caravana del príncipe llegó a la Capital Oeste, la atención de Nappa fue captada por un ser mágico que desprendía cierta luz.

El rey le había asignado el deber de protegerlo, a pesar que ya no era heredero de la corona. El príncipe Vegeta había renunciado a la corona para estar con una ciudadana sin título de la realeza, pero con un apellido que podría equivaler a cualquiera de la realeza. Estaba muy seguro que el vago de Vegeta había planeado vivir una vida sencilla a costa de que una familia adinerada le pagué sus caprichos.

— ¿Qué estás haciendo aquí? — Vegeta le recibió en el ala de la sala. Sin una pizca de felicidad de volver a verlo.

— El rey me ha enviado, necesitarás un guardaespalda — Nappa hubiera continuado con su monólogo, pero él lo detuvo levantando una mano para callarlo.

— A mi no me importa tener un guardaespaldas de mi padre, la seguridad aquí es bastante eficiente — señala con un tono mordaz — largo de mi vista.

Nappa así lo hizo, sin embargo, siendo su orden proteger a Vegeta y su nueva familia, que aún no se unían al matrimonio. Se quedó en el patio delantero, bajo la sombra de un árbol.

Pensó que ahí estaría por meses hasta años, bajo el sol y la lluvia. Empero, un ser de luz salió de la ostentosa mansión, se acerca a él con divina gracia.

— el joven Vegeta me comentó que usted es el nuevo guardaespaldas de la familia — si no fuese que estaba perdido en la belleza que resplandecía este ser, le hubiera corregido.

— Sí, sí — responde torpemente. Sin embargo, estaba nublado.

— Entonces, le enseñaré la casa.

Sin pedir permiso, abraza con cariño el enorme brazo suyo, y él sin resistencia se dejó guiar.

...

Vegeta no estaba dichoso con su presencia, su mirada fruncida, que estaba más de lo normal, lo evidenciaba. La prometida de él, le daba igual, hasta había llegado a la conclusión de que si el rey había mandado uno de sus guardaespaldas reales, significaba que había una pizca de que aceptará su relación.

Nappa y Vegeta, sabían que eso era imposible para el orgulloso rey. Vegeta había humillado a la familia real al denegar ser el sucesor de la corona. Tanta preparación al tacho de la basura.

Sin embargo, a Nappa eso ya no le importaba.

Después de todo, gracias a ese capricho del ex príncipe, pudo conocerla. Y lo que más le gustaba era poder admirarla en el jardín, dónde ella, la madre de Bulma, regaba las flores con una parsimonia y tranquilidad envidiable. Hasta los pájaros se acercaban para escuchar su entonada tranquila, tarareaba una canción que no conocía pero Nappa podía jurar que era la mejor canción.

Sintió un fuerte golpe en su espalda, alarmado miró atrás encontrando el cabello oscuro en pico, al bajar más la mirada, se encontró con una mueca seria de Vegeta.

— Te recuerdo que está casada, es madre de mi prometida — le recuerda.

— Es intocable — salió de su boca, tan apagado pero con los ojos aún sobre ella.

— Debería enviar una carta a mi padre para que envié otro guardaespaldas.

Aquello le alarmó.

— No, por favor Vegeta — suplicó apremiante —. No haré nada, te lo prometo.

Y prometió un montón de cosas solo para que lo dejen tan cerca y a la vez lejos de su ninfa.

Vegeta hizo una mueca, ignorando sus palabras. No creía que fuese correcto que su viejo tutor y ahora guardaespaldas, esté haciendo esto. Lo había vivido, pero se armó de valor para dejar todo y luchar por ella. Le fue bien, pero no creía que Nappa tuviera la misma suerte.

La señora Briefs era amable, hasta con un vagabundo. Coqueta pero discreta. Risueña. Jovial. Y su pareja era tan despistado, anciano y dejado. Era evidente que la mujer había escalado en el sitio que estaba no por amor, o eso concluyó. Después de todo no era ajeno que las mujeres solían ser ambiciosas, que sacrificaban hasta el amor verdadero por un buen título o una vida adinerada.

...

Nappa desde que fue descubierto, se había mantenido lo más alejado de la señora Briefs. Sin embargo, no podía cumplirlo al pie de la letra. Cierto tiempo, cuando estaba sólo, la buscaba y a ocultas la observaba en el jardín.

Pero, aquel día no estaba. Intento recordar si ella tenía alguna cita, pero en su mente solo había la sonrisa encantadora de ella.

— Oh, que bien que lo encuentro — su dulce voz lo despertó.

— Señora Briefs — nervioso gira a verla — ¿En qué puedo servirle?

— Tan encantador como siempre — ríe suavemente —, necesito plantar algunas flores que compré está mañana.

— Por favor, cuente conmigo para cualquier cosa — soltó en tono tan adulador que Vegeta estaría asqueado. La juzgadora mirada de Vegeta le hizo callar, a pesar que solo estaba en su mente. Torció su sonrisa en una mueca.

— Que bien que dice eso, venga — y nuevamente se abraza a su fuerte brazo y lo guía hasta el depósito del jardinero — a mi me encanta cuidar de mis plantas, y sobre todo plantarla. Le di una merecedora vacaciones al jardinero, después de todo mis plantas están bonitas, y gracias a su arduo trabajo — Nappa escuchó cada palabra, sin perderse ninguna.

— Si me permite contradecir — Nappa galante interviene —, el jardín es hermoso no por el jardinero, es todo obra suya. Su gran dedicación ha hecho que el jardín rebose de una imagen magnífica, casi como salido de un cuento de hadas.

— Oh — la mujer ríe y da una palmada suave —, basta, me hará sonrojar — dijo risueña.

Nappa sonríe dichoso, ganador.

La señora Briefs, le pidió amablemente que lo ayude a cargar los costales de abono. Nappa sin dudarlo y sin esfuerzo cargo con ellos, los llevó hasta donde ella lo necesitaba.

— he notado que a usted también le gusta mucho el jardín — Nappa se sorprendió de sus palabras.

— ¿Ah? — avergonzado de que sea descubierto, no se voltea a verla — ¿A qué se refiere?

— Lo he visto pararse en el pórtico mirando el jardín, por muchas horas — Nappa ríe nervioso, su calva la sintió sudar —, un hombre amante de las flores, es una joya casi difícil de encontrar — la mujer ríe por sus ocurrentes palabras.

Nappa sonríe sin saber que decir, si supiera la verdad que la única flor que miraba era ella.

— Le enseñaré todo lo que sé sobre el cuidado de las flores — dijo en un tono muy seguro. Para Nappa significaba pasar tiempo con ella, y muy cerca. Sonríe y asiente.

— Me encantaría eso, aprender — agrega — nunca creí que las flores fueran algo que captó mi atención, pero ya sabe, la vida es un misterio — trago saliva por su monólogo inventado.

Panchy aplaudió dichosa, sus palabras eran ciertas.

— La primera lección es plantar, y luego vamos a cultivar.

Ese día fue el mejor para él, estuvieron el resto del día juntos en el jardín, primero plantando las nuevas flores y arbustos que ella había comprado. Y para finalizar el espléndido día, Panchy cortaba algunas flores, y las dejaba reposadas en el brazo de Nappa que la seguía como un abejorro.

Bajo la luz del atardecer, Nappa miraba el rasgo fino y delicado de su musa, y escuchaba en primera fila su tarareó. Suspira, alcanzando el aroma de las flores mezclado con el dulce perfume de ella.