¡Bienvenido a mi FanFiction de Rio! - FeelTired

N/A: Me emociona bastante empezar en el mundo de la escritura para el Fandom de RIO, llevo muchos años leyendo muchos Fics de este estilo, y me alegra publicar mi primer proyecto de este formato. ¡IMPORTANTE! Antes de que empieces con mi historia, te recomiendo leer estas aclaraciones:

1. Para comprender este Fic, tuviste que haber visto al menos la primera película de la Saga (Lo cual es un poco obvio, si te estás sumergiendo en la comunidad de Rio).

2. No esperes un producto de primera clase, como lo mencioné es mi primera vez escribiendo en FanFiction y es probable que encuentres un puñado de aspectos a mejorar (Los cuales puedes comentarme en una Review). Aun así, me esforzaré en mejorar mi escritura mientras pase el tiempo.

3. Este Fic no se salvará de un par de conveniencias para la trama, de las cuales soy consciente como autor, pues las considero necesarias para el desarrollo en la trama que estoy pensando desarrollar.

4. ¡El idioma oficial de la Historia es el Español!, así que no deberías preocuparte en hallar muchas fallas ortográficas o un lenguaje neutro e insulso. Aunque no soy el mayor perfeccionista, me agrada dar siempre una revisión a lo que escribo, y un poco de actitud a todos mis personajes.

Odio tener que hacer una tan larga y aburrida introducción, pero espero que no halla sido una gran molestia. ¡No te distraeré más! ¡Disfruta del FanFiction!


Capítulo 1 - Deseos del Pasado


"Ves... ¿Quién necesita volar?"

"Las aves... Las aves necesitan volar. Volar es, libertad y no tener que depender de nadie mas... ¿No quieres eso?"

Yo... Me hubiera encantado poder sentirlo, sentir el fresco viento abrazando mis alas, al inmenso cielo presentándose ante mí... Se escuchaba como vivir un mundo mágico junto a emociones que lucían tan satisfactorias.

Me duele mucho pensar que en esos momentos aún conservaba mi inseguro conformismo, quince años en Minnesota me hicieron pensar que había encontrado lo que llamaba verdadera comodidad, sin darme cuenta que estaba encerrado en una rutina bastante lamentable. Esa misma noche tuve un sueño muy especial, era algo... Distinto, a lo que solía imaginar mientras vivía en mi pequeña librería.

Éramos nosotros, surcando el vasto cielo en búsqueda de una nueva vida para los dos, mi cabeza hizo que mis alas puedan moverse por si mismas, permitiéndome disfrutar la bella experiencia en todo su esplendor.

Solo tu y yo, juntos en búsqueda de un nuevo futuro para ambos, acompañados de una tierna melodía que nos encerraba en un ambiente romántico. Volando los dos hacia un inconcluso devenir, dejándome algo hermoso para recordar aquella noche, la maravillosa noche donde al despertar me di cuenta de algo...

Me estaba enamorando.

Con mis sentimientos escondidos detrás de una túnica de inseguridad y temor, viví la mejor aventura en toda mi vida junto a la mas hermosa ave que pude conocer, teniendo algunas trabas en su camino, que pude superar gracias a una nueva motivación que había encontrado para mi vida... Eras tú...

Tomaste el lugar en mi corazón donde guardaba un sentimiento el cual pensé que nunca sería correspondido por nadie. Mientras vivía en mi pequeño hogar, siempre imaginé una vida solitaria, únicamente teniendo la compañía de la humana a quien consideré mi única compañera, pero llegaste, a iluminar un nuevo rumbo para lo que ahora era mi nuevo futuro. Uno que deseaba, junto a ti... Mi linda Perla.

Pero...

Hay ocasiones donde el mundo puede ser cruel con seres que solo anhelan una vida de felicidad, y parece que en esta ocasión decidió golpearme a la cara, trayendo consigo uno de los peores castigos que alguien de mi clase puede sobrepasar.

Y a pesar de ello, decidí continuar mi rumbo, en favor al ave que mas me necesitaba, y a la que más amaba.

Esto no fue tu culpa, las decisiones que tomé para nosotros, fueron lo mejor que pude pensar en ese momento tan decisivo... No puedo reclamarle nada a la vida, tengo que aceptar el pasado, lo mejor sería olvidarlo, pero es difícil sabiendo que estas condenado a una vida de este modo.

Aún lo recuerdo perfectamente, el día donde todo ocurrió...


Brasil, Rio de Janeiro 2011

La tarde hacía presencia para la enorme metrópolis brasileña, resguardando debajo de ella a una de las fechas mas importantes del año, los ruidos emanados por el intenso evento eran audibles a kilómetros de distancia. Sería un cruel eufemismo describir el ambiente como algo mas del montón, pues toda la ciudad estaba reunida alrededor de las calles con un mismo propósito. Celebrar los carnavales de Rio.

Pero incluso en los ambientes mas emocionantes que puede entregarnos el mundo, jamás se salvará de las dolorosas situaciones que algunos pueden estar viviendo.

Un viejo avión surcaba el cielo hacia un rumbo desconocido, dejando atrás a una pareja de civiles, ambos con disfraces típicos del carnaval. Pero algo andaba mal, la joven mujer comenzó a sollozar en el hombro de su acompañante, antes de que las lágrimas empezaran a fluir de sus ojos. ¿Qué podrá estar ocurriendo?

Sufrían tras fracasar en el último desesperado intento de rescatar a los dos últimos guacamayos azules del planeta. Ver alejarse al avión cada vez más, solo los hacía sentirse peor con ellos mismos, no pudieron hacer nada más que lamentarse en silencio.

Todo estaba perdido...

La situación al interior del transporte no parecía mejorar las cosas, tres crueles contrabandistas llevaban a un grupo de aves hacia diversos compradores ilegales, destruyendo la vida de indefensos con tal de llenar sus manos de un sucio dinero. El triste sonido de gemidos y llantos entre todas las deprimidas aves era lo único que podía percibirse.

Sabían que su libertad había sido tomada permanentemente, la fe de una última oportunidad desaparecía lentamente mientras más se alejaban de su tierra natal. Tendrían que ser vendidas a distintas personas que las encerrarían para siempre, condenándolas a una vida de pura agonía y penuria. No había mas opción, tendrían que aceptar su triste destino.

Nada podría llegar a salvarlas... ¿O tal vez, aún había una gota de esperanza entre ellos?

-Lo siento Eva... No llegaré a casa para cenar- Resonó del pico de un tucán toco llamado Rafael, encerrado en una jaula en compañía de otras dos pequeñas aves. Nico, un canario amarillo, y Pedro, un cardenal rojo.

Era deprimente que las cosas no salieran como lo esperaban, todos sus amigos, incluyéndolo, compartían la misma situación de las demás aves en aquel horrible lugar. No volverían a ver a su familia y conocidos, los llevarían lejos de su hogar, y era doloroso pensar en las cosas que podrían llegar a hacerles los humanos.

Una raza que puede llegar a ser lo mas cruel conocido en este mundo.

Clank... Clank...

Pero un curioso sonido metálico llamaría la atención de la mayoría de los presentes, haciéndolos girar la mirada hacia la jaula de un ave como ellas. Un guacamayo de spix se negó a permanecer con los brazos cruzados, y parecía estar intentando algo con uno de los ganchos, realizaba un plan que era desconocido para todos.

Todos, a excepción de el.

La astuta e inteligente ave, Blu, se esforzó en tomar la cuerda que sostenía su jaula y separarla de su enganche. Con todas sus fuerzas la manipuló a su favor hasta hacer llegar uno de sus extremos a solo unos centímetros de un extintor que estaba al lado de su prisión metálica. -Hrk... ¡Vamos, ya casi!- Hasta que en pocos segundos logro unirla con un orificio en el extintor. Dejando a sus amigos con la duda de lo que parecía ser un intento de escape.

Finalmente, tiró por última vez de la cuerda para lograr engancharla a uno de los muchos barrotes finos de hierro que tenía la jaula, admirando con orgullo su logro y primer paso de su elaborado plan.

-¿Qué estas haciendo?- Preguntó una voz detrás de Blu, que provenía de Perla, la spix que habían atrapado con objetivo de unirlo al macho. Escuchar esas palabras provenientes de la chica que estaba atrapando su corazón, lo hicieron cambiar por unos instantes su atención hacia ella, sonriendo en el proceso.

-Esta jaula voy a desplumar y de aquí de voy a sacar- Dijo antes de golpear con su cuerpo una de las paredes de su jaula, el impacto hizo temblar a la prisión de metal, que sería seguido por otro, y otro, y otro fuerte golpe hacia la misma pared.

Debido a los constantes temblores, pronto la jaula se empezó a mover en dirección al extintor, el cual sucumbió fácilmente a su agarre luego de recibir un leve empujón. El objeto cayó, y la gravedad junto a la polea unida a uno de los barrotes hicieron que la jaula se abriera por la parte superior. Blu dio unos saltos de emoción al ver que esto apenas estaba comenzando.

Por todas las aves que deseaban su innegable libertad... Por los grandes y primeros amigos que formó en tan pocos días en la hermosa Rio... Y finalmente, por el ave que poco a poco robaba su corazón con tan solo su agraciada presencia...

Con un salto llegó al borde alto de su prisión, saliendo de forma silenciosa para no llamar la atención de los contrabandistas. -¡Eso, fue asombroso!- El silencio sería interrumpido por los elogios de Nico, junto a las miradas asombradas de decenas de aves por ver a un ejemplar capaz de hacer algo que a cualquiera le sería imposible.

Inmediatamente se dirigió a la jaula de Perla, sacaría primero a quien mas apreciaba. -Listo, ayudemos a los demás- Dijo Blu, decidido al ver la sonrisa de su contraparte femenina al ser liberada. Ella asintió impresionada, y ambos salieron disparados a las jaulas de los demás prisioneros.

Perla tuvo que recordar la forma en la que vio a Blu abrir este tipo de jaulas anteriormente, así que luego de un rápido intento, logró abrir la primera jaula.

Jaula que sería solo el inicio de una cadena de liberaciones para todas las aves, que cambiaban un semblante melancólico y derrotado a uno de esperanza y felicidad. -¡Rápido, vamos!- Pasó menos de un minuto cuando se aseguraron de haber sacado de sus jaulas a la totalidad de los pasajeros aviares.

Todo hasta ahora iba a la perfección.

Blu se apoyó de un par de cajas, para tomar una cuerda con su pico y balancearse hacia una de las palancas encargadas de abrir la compuerta trasera del avión. Pensó por unos segundos si esta decisión era la mas razonable, perdería tiempo valioso en meditarlo con su cabeza. Pero ver la felicidad y desesperación de la multitud, y los ojos llenos de lágrimas vivas de todas las aves, lo hizo bajarla sin pensarlo por mas tiempo.

-¡La compuerta está abierta!- Gritó Tipa, uno de los contrabandistas, a la par que la puerta bajaba lentamente, mostrando el hermoso atardecer de Brasil. -¿Qué...?- El jefe de los malhechores, Marcel, giró su cabeza a la pequeña ventana de la cabina, confirmando su temor, la mercancía estaba a punto de escapar de su poder para siempre.

Intentó salir a intervenir, pero afortunadamente la montaña de jaulas apiladas en la entrada no le dieron siquiera la oportunidad de abrir la puerta, dejando a las oportunidades de el y Pepillo, su malvada mascota, muy desfavorables.

Blu, Perla, sus amigos y el grupo de aves, de distintos tamaños y colores, observaron llenos de emoción como la vista hacia el exterior era ampliada lentamente a sus ojos. Añadiendo a los graciosos quejidos de un murciélago pal toparse con la luz solar -¡Ay, la luz!-

Se escuchó otro fuerte empujón en la puerta, Blu volteó rápidamente a ver lo que estaba ocurriendo, notando con horror que la garra de Pepillo estaba a punto de salir de la cabina del piloto. Instantáneamente saltó al frente de todas las aves para ordenarles que volaran fuera del avión antes de que sea demasiado tarde para hacerlo.

Esto estaba a punto de terminar.

-¡Vuelen! ¡Vamos, ahora!- Gritó para todos los presentes, quienes graznaron de emoción al impulsarse en vuelo al exterior de aquel infierno. -¡Libreees!- Exclamó Pedro con una inmensa felicidad, para también salir volando junto a Nico y Rafael a su propia libertad. Blu los vio salir con una sonrisa marcada en su pico, no tuvo tiempo para comprender que las cosas ahora eran mas complicadas, pensó en la heroica salvación de los demás...

¿Pero... Qué hay de el?

No sabía volar, los traumas del pasado le impidieron dar un salto hacia aquella utópica experiencia, el avión se estaba vaciando fugazmente por la constante retirada de los plumíferos, y un sentimiento de angustia empezó a formarse dentro de él.

Mas sus pensamientos fueron cortados cuando sintió a una suave ala tomando la suya, cuando sintió que alguien lo animaba hacia la gratificante salida. -¡Rápido, tenemos que salir!- Escuchó un grito lleno de felicidad en su delante, la hermosa voz de Perla, estaba tan distraída en su emoción que no pudo notar a donde lo llevaba. Por lo que Blu, con un fuerte miedo en su interior, tuvo que detener el apresurado acto que su ave soñada estaba por cometer.

-¡Espera, espera! ¡No puedo!- Dijo separándose de Perla, comenzó a agitarse gracias a la incertidumbre por su discapacidad, estando al borde de dejar brotar lágrimas de sus ojos. Aún quedaba la opción de que Perla escapara del avión y que pueda regresar a su vida en Rio, en cuando a el...

No había mucho que hacer, tal vez estaba condenado a un destino perecedero.

"Entonces así acabarán las cosas, ella debe irse... ¡Rayos! ¿Porqué no pensé en esto antes?"

-Ahm- Pero otro sonido emanó de la hembra spix, ganando la atención de Blu hacia lo que estaba a punto de decirle, lo que pensó podría ser una triste despedida para ambos. -Descuida... Oye. Está bien, resolveremos esto juntos... ¿No?- Unas bellas palabras salieron de su pico, dejando impactado emocionalmente a Blu.

Perla no lo abandonaría, se imaginó una última despedida de su parte, antes que se volteara para salvar tu propio pellejo. Sintió como ella tomaba nuevamente su ala con una mayor suavidad, tratando de calmarlo, le ofreció una apasionante sonrisa de la cual instantáneamente marcó una imagen viva en su cabeza. Ella estaba decidida a acompañarlo hasta que ambos pudieran superar el problema.

Juntos.

Su corazón empezó a latir mas rápido, pareciese que estaba por formarse una emotiva escena, pero cierta ave cruel estaba por intervenir ante la bella escena. Pepillo, que había logrado colarse a través de la puerta, saltó agresivamente encima de Blu al ver la oportunidad, sin que ninguno de los dos lograron siquiera darse cuenta de su escape.

Perla fue la primera en notar al villano, dando un pequeño grito por el susto y apartándose instintivamente hacia un lado para evitar a la cacatúa. Quien, aprovechando que su víctima estaba de espaldas, envió a Blu directamente hacia el suelo con la fuerza de sus garras, el mismo presionaría su cuello con intenciones de asfixiarlo lentamente.

Aunque su intento fue poco sensato, tal vez el odio característico en su actitud impulsiva no le hicieron razonas. Pues mientras se reía con un maniático por encima del guacamayo, olvidó que aún había una spix hembra en escena, que no le permitiría salirse con la suya tan fácilmente.

-¡Suéltalo!- Gritó Perla a la par que se lanzaba a impedir que la desalmada ave continuara torturando a su amigo, y quizás algo más. Calló en la parte posterior de Pepillo, empezando a rasguñarlo y patearlo para que dejara en paz a Blu.

Pero aún así Pepillo no permitiría que se lo menospreciaran de esa manera, movió su cuerpo bruscamente hacia la izquierda lanzando a la guacamaya fuertemente contra una de las paredes. Ante el impacto, la ave junto a muchos objetos detrás de ella cayeron bruscamente al piso, donde desafortunadamente Perla caería en una mala posición, sin poder imaginar lo que estaba a punto de ocurrirle.

¡Crack!

Una gran jaula aplastó una de sus alas en su totalidad, acompañado del grito ahogado de la hembra al sentir como su extremidad se rompía ferozmente.

-¡Perla!- Gritó Blu con el peso de tener a Pepillo aplastando su pecho, pero sintiendo con mas fuerza un golpe emocional al ver a su amiga formando lágrimas en sus ojos por el inmenso dolor que empezaba a sentir. -Ah, mi ala...- Sollozó Perla, respirando con menos control.

-Que pena, ahora tenemos dos aves que no puedes volar- Escuchó Blu del pico de el depravado Pepillo, que comenzaba a aplastar su cuello para ahogarlo hasta la muerte. La ira que el momento y situación formaron en el macho lo hicieron ver a su alrededor, rogando en su mente detectar algo útil para un último intento de salvación.

Necesitaba algo para derrotar a este desgraciado, capaz de hacerle daño al ave que mas apreciaba, daría hasta su ultimo aliento solo por ella...

Deseo que fue cumplido.

Blu notó a un extintor a punto de estallar, el mismo que utilizó para abrir su jaula, el cual estaba lo suficientemente cerca de su garra para que el pueda hacer un último movimiento. Tomó la cuerda que anteriormente unió al extintor, y rápidamente la enganchó en una de la patas de Pepillo, haciéndolo soltar un gemido de confusión antes de comprender la inteligente jugada que estaba por recibir.

-¡Esto no esta bien, nada bien!- Dijo orgullosamente Blu segundos antes de quitar el seguro del extintor, que salió disparado instantáneamente, con el villano atrapado en el. Una serie de sucesos en cadena hicieron que atravesara la ventana frontal del avión, dejándolo en la peor posición que cualquiera pudiese imaginarse.

Un horrible grito, fue lo último que pudo escuchar el guacamayo spix antes de oír unos tétricos sonidos del impacto de un ave contra la hélice del avión, solo restando un par de plumas que vio fluir en el aire por unos instantes. No se alegró por la muerte del malvado Pepillo, pero no sintió remordimiento alguno por su acción.

-¡Vamos a caer!- Exclamó Tipa al interior de la cabina del piloto, lo único que a los tres presentes les importaba era salvar su propio pellejo. Dieron su mirada al único paracaídas que poseía la vieja aeronave. -Ok, ok. ¡Piedra, papel!- Dijeron Armando y Tipa cómicamente, decidiendo quien usaría el único objeto de salvación.

Pero ambos no notaron que su jefe aprovechó las tonterías de sus secuaces para robárselo y abrir la puerta lateral, estando a punto de saltar -Hasta la vista tontos- Se burló Marcel mientras saltaba al vacío riéndose de ellos, y seguidamente se lanzaron los otros dos humanos en un intento de atraparlo. -¡Oye espéranos!... ¡Ahí voy!...-

Tras el abandono de los pilotos, solo quedaban los spix a bordo.

Dos pobres almas sumergidas en una terrible situación, Blu estaba perdido entre sus pensamientos, preocupado por su hembra y sin saber que hacer por ambos. Pero la peor parte la obtuvo Perla, su ala estaba totalmente rota y no podría intentar volar. No importaba que ocurriese luego, solo deseaba que algo pueda salvarla.

Salvarla de una inevitable muerte.

Podrían tomar unos fugaces segundos para pensar en algo rápido, pero todo se iría por la borda en el instante que el avión sufrió una fuerte turbulencia, agitando al objeto pesado y haciéndolo caer lentamente al océano a falta de un humano que lo maneje. ¿Qué será de nuestros amigos?

Blu sintió el temblor apenas comprendió que empezaban a perder altura. Estando distraído, giró su cabeza hacia el interior de la aeronave, para notar que las jaulas y cosas empezaban a deslizarse hacia la ahora abierta puerta. Se sintió afortunado por unos instantes de no tener problemas en caer por algún descuido, así que pensó en ir deprisa a una esquina del avión y rogar por sobrevivir al impacto.

Pero... Antes de comenzar a moverse, sintió que su corazón le gritaba que algo faltaba. Que debía preocuparse primero por alguien muy especial para el.

Que podría...

-¡Ah!.. ¡Ah, no!- Escuchó un grito aterrador proveniente de la compuerta, su cerebro recordó en un instante lo que no recordaba hasta ahora. Giró su mirada y observó con un rostro lleno de horror como Perla, incapaz de sostenerse ante la lisa pendiente, estaba a punto de caer de la aeronave.

-¡Blu!- Gritó nuevamente Perla cuando daba todas sus fuerzas e intentaba subir nuevamente al avión con solo una de sus alas. El corrió lo mas rápido que pudo, para intentar alcanzarla antes de que sea demasiado tarde para ella, sintió como sus ojos estaban por soltar unas lágrimas causadas al fuerte impacto.

Mas sus esfuerzos fueron trágicamente en vano, cuando estaba a solo unos centímetros de tomar el ala de Perla, miró con dolor como ella sucumbió a su único agarre. -¡No!- Gritó inmediatamente al verla caer al mar sin poder moverse. La viva imagen lo traumó de inmediato.

El solo verla intentando flotar con su única ala sana, lo cual le sería imposible, causó que una fuerte voz de su cabeza interviniera en el momento para hablarle con una corta pero directa frase.

"¡Ve por ella!... ¡Ve con ella!"

Escuchar eso le hizo sentir una sensación similar a la que vivió con Perla en su primer encuentro, cuando la vio cantar en el Club de Samba, cuando dio su mejor intento en confesarle sus sentimientos. Cuando... Se prometió que daría hasta su último aliento solo por ella. Un sentimiento que no había entendido hasta la mitad de su aventura, que le haría olvidar todos sus miedos en ese momento, y haría que su cerebro tomara la decisión correcta.

No lo pensó por más tiempo. Iría con ella, sin importar las consecuencias.

Dio un salto hacia el vacío, una acción que lo condenaría irremediablemente. Pero a Blu no le importaba, esto no lo hacía por el, esto era por Perla, se prometió que nunca la abandonaría, y cumpliría su promesa hasta en momentos como este.

Blu cayó en picada a una velocidad mayor a la hembra, por unos segundos tuvo un flashback de la dolorosa caída que marcaría su primer trauma en su vida. Pensamientos que ignoró apenas recordó lo que acababa de hacer, mirando en dirección al mar y dirigiéndose hacia Perla para lograr alcanzarla.


"Entonces... Así es como termina mi vida... Moriré sola, sin cumplir lo que prometí antes de perderlos... Lo siento mamá, lo siento papá, pero no pude continuar con mi vida libremente hasta su final, tal vez pronto nos podamos volver a ver en algún otro lugar"

Resonaron esas deprimentes palabras en la cabeza de Perla, daba unos inútiles aleteos con su ala sana con la fe imposible de que pudiera volar nuevamente. Estaba arrepentida de muchas cosas en su vida, pero ahora era muy tarde para lamentarse, solo quedaban unos kilómetros antes de perder la vida al caer contra el inmenso océano.

Toda su vida se transmitió en su cabeza en menos de un segundo, apenándola con un inmenso dolor. Pero un par de días con cierto guacamayo torpe y cariñoso se mostraron como unas últimas imágenes de despedida, sonrió débilmente por no arrepentirse de haberlo conocido, tal vez algo entre los dos hubiera funcionado, a pesar de que ahora todo eso le sería imposible. Soltó una lágrima a su nombre, Blu, la única ave que logró ganar su cariño en tantos años.

Estaba a punto de cerrar sus ojos, aceptando su destino, y para dejarse llevar por la gravedad a su tumba en el fondo del mar. Pero un fuerte abrazo la interrumpió e hizo gemir por el choque, confundida giró su cabeza sin entender que había sucedido hacia quien ahora estaba junto a ella.

No podía creerlo.

¡Blu estaba abrazándola!... La inmensa impresión hizo que por unos momentos pensara que estaba alucinando, pero su pico se movió antes de que pudiera hacer algo. -¡Blu, estas loco! ¿¡Qué estás haciendo!?- Reclamó mirándolo a la cara con preocupación y miedo. ¿Se estaba intentando suicidar?

Pero unas pocas palabras la harían cambiar inmediatamente de parecer.

-¡No podía dejarte ir! Somos aves encadenadas... ¿Recuerdas?- Dijo Blu mirándola a los ojos, esos ojos de los que se enamoró la primera vez que la vio. El corazón de ambos latió con mucha mas fuerza mientras ambos se encontraban frente a frente.

El mismo sentimiento regresó en el para recordarle lo que sentía, amor, se había enamorado de una ave con la que decidió caer al mar para morir unidos, tal y como los tuvieron antes de que pudiera sentirlo por primera vez.

Los hermosos ojos de Perla se abrieron sobresaltados al escuchar esas palabras, tan solo unas palabras que harían que su corazón también logre entender lo que estaba sintiendo. También se había enamorado de este torpe pájaro, la única ave que la vio mas allá de su atractivo cuerpo, que jamás intentó aprovecharse de ella, y todo lo que le mostraba era un inmenso cariño que tenía solo para ella.

A su alma le dolió saber que era un poco tarde para darse cuenta, ambos estaban por abandonar el planeta de los vivos gracias a unos horribles seres que tuvieron que cruzarse en su camino, y ahora condenaron sus vidas.

Pero estaba feliz de que su aventura ocurriera, fue aquel secuestro lo que la hizo pasar mas tiempo con la mejor ave que pudo conocer. Ahora el había decidido saltar hacia la muerte solo para no abandonarla, verlo a los ojos era un sueño hecho realidad, tener en estos pocos segundos a su verdadero amor.

A su Blu...

No dejaría que ambos perecieran solo mirándose con emoción, su corazón le ordenó a su cuerpo adelantar su pico hacia el macho. Y ocurrió, juntaron sus picos en un beso lento y apasionado, el primer beso para nuestra pareja de tortolitos, ambos gimieron del placer mientras disfrutaban el momento. El cual podría ser el último para siempre.

Blu sintió la lengua de Perla intentando adentrarse en su pico, y le permitió entrar sin ninguna protesta. Estaba sintiendo la mejor sensación en toda su vida, abrazando a su herido único amor por el cual entregaría sus últimos momentos con tal de acompañarla a su lado. Le deprimía pensar que de esta manera terminaría la historia de ambos, tal vez estar juntos por siempre y formar una familia no era su verdadero destino.

Perecerían al fondo de un infinito vacío, al menos con la alegría de saber que se amaban. ¿Cierto?

Quizás, aún había una última oportunidad, la cual podría ayudar al menos a uno de ellos. Sería una sentencia de muerte para el intentarlo, una idea que no tenía sentido para su cerebro en estos momentos tan intranquilos, pero prefirió escuchar a otra voz, la voz que lo hizo saltar por Perla.

-"Tienes que pensar con esto... No con esto"- Le dijo un tucán aquel mismo día, esos consejos que imaginaba como absurdos al escucharlo de un recién conocido. Pues aún no comprendía a que lo llevarían esas palabras, y lo estaba viviendo ahora mismo, junto a la hembra que adoró desde el primer momento que la vio volar hacia el.

Esa corta meditación era todo lo que necesitaba. Por lo que empezó a sentir una emoción previa a sus acciones, ignoró todos los impulsos que le ordenaba su cuerpo en su contra, ahora tenía solo una prioridad. Dar una nueva vida que tanto deseaba a la única y mas hermosa spix de toda la tierra, su adorada Perla.

-Perla... Te amo- Dijo Blu mientras se separaba del romántico beso que acababa de compartir con la chica de sus sueños. -Yo también, Blu- Respondió ella, su corazón estallo con solo escuchar aquella declaración, Perla cerró sus ojos que emanaban lágrimas de felicidad sincera.

Sus pequeños sollozos fueron acallados por la voz de Blu. -Perla, acuesta su cabeza en mi pecho, tengo una idea algo... Especial- Le ordenó el spix, confundiendo y preocupando a Perla por lo que su compañero estaba por hacer.

-¿Pero que hay de ti?- Preguntó muy angustiada. -Perla, te ruego que esto lo hagas por mí, hazlo por el amor que tengo por ti- Respondió el macho soltando lágrimas de la intensa emoción.

Ella dejó de pensar e hizo caso a su pedido inmediatamente, inclinó la cabeza para luego resguardarla en su pecho. Blu la envolvió totalmente con solo su cuerpo y alas, dándole un agradable calor, acompañado a las pequeñas gotas de sentimiento que fluían a través de sus ojos. Apartó un poco su cabeza para no hacerle daño por el impacto.

Y ahora la tenía totalmente protegida, deseaba poder salvarla sin importar las consecuencias, rogó al mundo una esperanza para la chica de sus sueños.

Entregando a cambio, su propia vida.

"Esto es por ti Perla, aún tienes mucho por que vivir... Diste un giro completo a mi vida en tan poco tiempo, y te devolveré todo lo que siento por ti... Mi amada ave encadenada. Te quiero"

-Toma aire, Perla- Fue lo último que escucharía la spix antes de que el inevitable choque, que podría matarlos, llegara a acabar con ellos.

La velocidad aumentaba mientras ambos pájaros caían directo hacia una muerte segura, Blu abrazó con mucha mas fuerza a la hembra segundos antes de que ambos impacten en seco contra el agua. Ambos dieron un fuerte chapoteo contra el mar, y desaparecieron entre la inmensa masa de agua.

¿Así acabaría todo?... Pues parece que no. No pasaría mucho tiempo antes de que un pequeño cuerpo emerja entre la enorme mancha azul llamada océano, el cual tosió muchas veces apenas logró hacer llegar un poco de aire a sus pulmones, respiró agitadamente por el shock del momento, y empezó a emocionarse.

-¡Dios, aún estoy viva! ¡Sigo viva!- Gritó Perla, con una gran sonrisa en su pico, sin poder creer que había logrado sobrevivir a una fatal caída de este estilo.

Pero la emoción del momento le duraría por solo unos instantes, recordó que ella no fue la única ave en caer del avión, su rostro quedó helado al pensar en la principal razón por la cual el choque no la mató. Se asustó mucho al no ver a ningún Blu a su lado, volteando a todas las direcciones con la esperanza de saber algo de él.

Pronto lo vio a unos metros de distancia, estaba flotando en el agua sin dar alguna señal de proseguir con vida. Con el inmenso dolor en su ala, Perla usó todos sus esfuerzos para fluir hasta el lentamente, estando a su lado soltó un grito de angustia, tratándolo de hacer despertar. -¡Blu, Blu, no me hagas esto, porfavor!- Pero sus súplicas no funcionaron, se empezó a desesperar pensando en algo que hacer por su amor apenas declarado.

Se lo llevó con ella, imaginó que en algún momento alguna corriente podría empujarlos hacia tierra firme. Y si eso no era posible, nadaría junto a el hasta que algo pudiese rescatarlos, antes de que la llama de vida de ambos se apague.

Habían pasado muchos minutos desde que la guacamaya empezó a nadar con su ahora pareja aparentemente muerta, minutos en los que Perla experimentó un horrible agotamiento que en poco tiempo podría llegar a matarla. Pero parecía que la distancia recorrida no los estaba llevando hacia ningún lado.

-Blu... Aguanta un poco más, te lo ruego- Le decía Perla a su pareja cada minuto para tratar de calmarlo, si es que la estuviera escuchando. Ya había pasado media hora de nado para la hembra, 30 minutos de una horrible tortura física y emocional para la pobre spix.

Un curioso ruido la distrajo de lo que estaba haciendo. provenía de sus espaldas, así que giró su cabeza sin dejar de sostener a Blu en ningún momento. Lo último que pudo observar fue a una enorme ola golpeándolos, tomando mucho aire y abrazando a Blu, ella cerró los ojos antes de que todo se hiciera negro.

¡Despierta!

Perla se levantó sobresaltada, analizó donde se encontraba ahora, se sorprendió al notar que ya no había agua a sus alrededores. Todo parecía como si alguna fuerza los hubiera lanzado fuera del cruel océano. Estaban en las orillas de una playa, a las cercanías de la costa de Rio. Era un verdadero milagro.

Tosió un poco, antes de olvidarse su emoción y centrar su atención hacia su compañero, que afortunadamente aún estaba a su lado, intentó levantarse, pero... -¡Mi ala! ¡Agh!- Gimió Perla cuando el dolor comenzó a intensificarse, cayó a la cálida arena con su extremidad por delante, transmitiéndole una pequeña sensación de masaje que ayudaría al menos a relajar sus heridos músculos.

Sin importarle la molestia, tomó a Blu y trató de hacerlo escupir toda el agua (De forma similar a cuando el se estaba asfixiando con un pétalo) que debió tragar mientras estaban en el agua. Un poco de líquido salió del pico de Blu, Perla esperó que eso ayudase un poco a que lograra despertar. -¡Despierta Blu!- Rogó que él volviera con ella.

Pero él aún lucía sin vida. Sin saber que hacer, Perla dejó caer su cabeza en el pecho de su amante, empezando a llorar amargamente. -Blu, perdóname porfavor... ¡Todo esto es mi culpa! ¡Yo debería morir, no tu!- Maldijo al cielo, un mundo que le había arrebatado a quien pudo convertirse en su pareja para toda la vida. La playa estaba desolada.

Solo con ellos dos.

-¡No debí tratarte tan mal! No sabía que te amaba, hasta que te fuiste... Te lo suplico, regresa- Sollozó con dolor mientras sus deprimentes lágrimas caían en el pecho del macho, humedeciendo sus plumas en poco tiempo. No sabía por quién viviría desde ahora, había perdido a la única y primera ave que logro obtener su corazón.

-Siempre te seguiré amando Blu... Lo siento tanto- Pensó Perla. Antes de resignarse a la realidad, decidió hacer un último acto de despedida para el inmóvil guacamayo.

Ella le daría un último adiós, con un beso. Igual al último beso que ella pudo ofrecerle mientras aún vivía, una vida que sacrificó solo por ella. Su pico se acercó lentamente al de él, y lo tocó suavemente, solo deseaba poder sentir su lengua una última ocasión. Pero estaba totalmente rígida, luciendo sin señales de vida.

Lo abrazó con dolor, soltando más lágrimas a la par que lo besaba mas fuerte, con una pequeña esperanza de que pudiese volver.

¿Terminó su vida? En su mente se repitieron unas tristes palabras, mientras le pedía a la nada que viniera a ayudarla. -Te lo ruego... Déjame estar contigo- Deseaba ir al lado del macho que la enamoró, no sabía que hacer con su vida a partir de ahora. Solo deseaba una última posibilidad.

Un deseo, que fue escuchado en todo el mundo.

Y parece que el milagro llegó a ocurrir. La lengua de Blu se calentó un poco, y una de sus alas empezaba a moverse con debilidad. Ella no podía creer que esto pueda estar pasando, solo prefirió continuar con su apasionante acto, brindándole el mismo afecto que él le entregó durante todo este tiempo.

¿Estaba despertando?...

Lucía como un sueño. Empezó a crear lentamente unas pocas fuerzas para decirle a su amada que seguía aquí, subió su ala izquierda para abrazar su costado. Abrió los ojos para ver a una hermosa ave, que lloraba de felicidad mientras imaginada que este beso la estaba haciendo alucinar unos últimos momentos junto a él.

-¡Blu! ¡Estás vivo! ¡Realmente estás vivo!- Gritó la guacamaya llorando de felicidad, su último deseo le fue cumplido. -Te prometí que jamás de abandonaría, eres parte de mi. Te amo- Dijo Blu en voz baja, algo cortada, y sin mucha fuerza.

-También te amo Blu... Perdóname por todo lo que te hice- Respondió Perla con una voz nostálgica, bajó su rostro otra vez, apoyándolo en su pecho emplumado. -No hay nada para perdonar... Perla, esto no fue tu culpa- Dijo Blu, estas palabras la relajaron, y sintió como él acariciaba tiernamente su cabeza utilizando su ala izquierda.

Incluso con toda la emoción del momento, Perla siguió con algo de preocupación por su pareja, decidida a hacerle una pregunta. -Blu. ¿Te sientes bien?- Exclamó mientras lo revisaba con la mirada, pesando en lo que el duro golpe pudo hacerle.

Pero Blu solo le daría una poco confortante respuesta. -No estoy muy seguro, no puedo sentir mi ala derecha... Y duele demasiado- Comentó mirando su ala rígida, causando un rostro de miedo en su compañera.

Así que pensó en una declaración para tranquilizarla, ya que odiaba verla preocupada. -No debes preocuparte por mi, bonita. ¿Tu te sientes bien?- Dijo con cariño.

Perla soltó una lágrima más, incluso en momentos como este, él no dejaría de pensar en ella. Era la ave mas amorosa y gentil con la que pudo chocar caminos. -Solo me duele un poco el ala- Respondió con una sonrisa sincera.

Empezó a frotar su cabeza contra el pecho de su macho de forma romántica, tratando de mostrarle su agradecimiento y deseo por acompañarlo. -Gracias Blu... Te debo la vida, eres lo mejor que pudo ocurrirme... Gracias- Le susurró con cariño y un tono conmovedor. -Todo por ti... Mi hermosa ángel- Respondió Blu, las dos aves juntaron sus picos en una muestra de amor. Al interior de sus corazones, un sentimiento los unía en cuerpo y alma.

Un hermoso amor que florecería sin detenerse.

-Te amo Perla- Dijo Blu, apoyando su mejilla en la cabeza de Perla, que ahora estaba acostada en su pecho. -Yo te amo más... Blu- Le respondió ella, frotando su cabeza contra las suaves plumas de su pareja, el pájaro que la acompañaría por el resto de su vida.

Sus sonrisas se cruzaron mientras se miraban con una pasión intensa. Blu acarició nuevamente a su contraparte femenina, dando un suave beso en su cabeza.

Luego de este bello intercambio de actos y palabras, ambos sucumbieron al cansancio de la situación, quedando profundamente dormidos. Se podía observar la vívida imagen de un spix abrazando a su pareja, que se encontraba acostada bajo la protección de su compañero.

No debían de temerle al futuro, ahora sabían que contaban con la compañía eterna de el otro. Un par de pájaros del amor que no querían separarse.

Finalmente, ambos estaban descansando, de la manera en que desearon tanto...

Juntos.


Era una hermosa vista bajo los cielos de la bella ciudad de Rio de Janeiro, las espectaculares calles estaban empezando a vaciarse tras el fin de la mayor celebración en Brasil para lo que iba del año, el carnaval había terminado. Muchas personas regresaban a sus hogares, estando casi todas cansadas o emocionadas tras vivir en carne propia la mejor fiesta que pudieron celebrar. Todos los alrededores parecían saltar de una fuerte alegría inevitable.

Todos parecían sentirse bien, a excepción de unos pocos humanos que caminaban desanimados entre el litoral de las playas brasileñas, dos adultos jóvenes de géneros distintos, siendo acompañados por un pequeño niño en su delantera. ¿Qué podría haber ocurrido?

Los tres estaban resignados, fracasaron en su desesperado plan de salvar a los últimos ejemplares de la especie de guacamayo spix. Desafortunadamente habían sido secuestrados por unos malvados contrabandistas, y probablemente ahora se encontraban volando hacia algún terrible destino desconocido.

El joven niño, llamado Fernando, los estaba llevando por un pequeño atajo hacia un paradero de autobuses, y que ambos mayores pudieran regresar a la clínica de aves. Lamentablemente llegarían con unas muy malas noticias, no pudieron hacer mucho mas por esas dos pobres aves.

Linda estaba totalmente desconsolada, el dolor de perder a su emplumado amigo para siempre la hizo llorar al ver como la aeronave se alejaba de ella. Volvió a sollozar al recordar esa imagen en su mente. -"Lo siento Blu... No pude salvarte"- Pensó en su cabeza, con el arrepentimiento aumentando cada vez más.

Pero sintió una mano familiar tocando su hombro, era la de Tulio, el hombre que la acompañó en la búsqueda de su guacamayo hasta el último intento. No sentía ninguna molestia hacia él ni Fernando, comprendió que enfadarse con ellos no sería lo correcto, así que solo le devolvió una sonrisa fingida al hombre adulto.

Quien inmediatamente comenzó a hablar.

-Perdóname Linda, todo esto es culpa mía- Dijo Tulio, con un rostro lleno de pena y remordimiento. Escuchar esas palabras de él, hizo que empatizara con sus sentimientos, el también sentía mucha tristeza por lo ocurrido, y nunca quiso que así terminara. -No es tu culpa Tulio- Respondió firmemente Linda, con un mismo tono.

Ella acercó sus brazos a los costados de él para abrazarlo, estaban a tan solo de unos centímetros de hacer contacto, cuando escucharon un fuerte grito delante de ellos.

Giraron sus caras algo sonrojadas hacia Fernando, quien misteriosamente se dirigía corriendo hacia la playa, volteándose para hacerles una rápida seña para que lo siguieran. Lucía muy emocionado, dejando pensando a los dos jóvenes, preguntándose qué podría ser la razón de aquella extraña actitud.

Lo siguieron algo confundidos hasta una parte muy cercana al océano. El niño dio un suspiro de asombro mientras se arrodillaba frente a lo que parecía ser un objeto extraño, Linda y Tulio aún no sabían que es lo que había encontrado, así que siguieron caminando a un paso acelerado en dirección a Fernando.

El pequeño estaba sin palabras. Se tapó la boca con sus manos y quedó rígido como una estatua, completamente atónito.

-Fernando. ¿Qué es lo que pasa? ¿Porqué nos hiciste correr hasta aquí?- Preguntó Tulio, agotado por el pequeño maratón que acababan de realizar. Se acercaron hasta el lado del niño, pudiendo distinguir dos pequeños cuerpos que los dejaron marcados al instante.

Definitivamente esto lucía como un milagro dado por los dioses, los tres humanos vieron a los dos guacamayos que supuestamente acababan de perder hace tan solo unas horas. El hombre mayor sintió a sus manos temblar, y la mujer empezó a soltar lágrimas de emoción, ambos no podían creerlo. Blu y Perla estaban vivos frente a ellos, descansado en la arena caliente abrazándose el uno al otro con unas grandes sonrisas en sus picos.

Tulio sería el primero en poder decir algo ante el impacto. -¡Es imposible!- Gritó a los cuatro vientos, antes de estirar sus manos y tomar con ambas a los dos pájaros ahora dormidos, no era tiempo de una emotiva celebración.

Era tiempo de actuar, y ahora.

Miró rápido a sus acompañantes, quienes asistieron ante la misma idea. Los tres humanos salieron inmediatamente disparados en búsqueda de un transporte hacia la clínica para aves de la ciudad.

Clínica de Aves "Rio de Janeiro", Brasil 2011

Múltiples rayos del sol impactaban en las paredes del establecimiento, cuando el tétrico silencio fue interrumpido por la llegada de un taxi donde se encontraban Linda, Tulio y Fernando. La puerta del vehículo se abrió bruscamente antes de que la mujer le pagara desesperada al chofer y los tres corrieran a las puertas de la clínica.

Tocaron la puerta desesperados, para ser recibidos por un pequeño grupo de veterinarios vestidos con ropa callejera y accesorios para la ocasión, aún tenían las secuelas del gran carnaval. Inmediatamente se comenzaron a reír de la joven pareja al verlos con unos disfraces de spix tan cómicos, uno de ellos, el hombre mayor, dio unos pasos al frente para reclamarle a sus compañeros. -¿¡Acaso es muy gracioso!?- Gritó mostrando con un rostro de molestia a las dos aves aún dormidas.

Todas las risas se esfumaron al momento, Tulio les pidió a todos que prepararan dos salas de operación rápida, la vida de estas pobres almas podría estar en un fuerte peligro sin que ellos lo supieran. Giró sus ojos hacia la muy ansiosa mujer, que empezaba a temblar del pánico junto a un preocupado niño que le hacía compañía.

-Linda, Fernando, los dos vayan a la sala de espera por favor- Le sugirió con un tono algo estricto pero asertivo, incluso con toda la presión del momento, trató de mantener una buena compostura. -Está bien. Vamos Fernando- Respondió Linda con algo de miedo, pero segura en que su amigo haría todo lo posible para ayudar a Blu, y a Perla.

Cuando ellos abandonaron la habitación, el doctor miró nuevamente a las dos aves que tenía en sus manos. No sabía que pudo haberles ocurrido ahí afuera, pero un rápido análisis a su aspecto le indicó que no fueron cosas para nada lindas. Esperaría unas expresiones llenas de estrés y terror, pero sorpresivamente ambos pájaros mostraban una gran calma, se veían tan felices en la compañía del otro.

Daría su mayor esfuerzo en mantenerlas a salvo, no dejar que nada malo les vuelva a ocurrir a esta linda pareja enamorada, volteó su cuerpo en dirección a la puerta que lo llevaba a la sala de operaciones, donde se encontraban sus compañeros.

Abandonó la sala que hace poco estaba llena de risas y conversaciones, dejándola totalmente vacía. El silencio era lo único que podía escucharse entre las paredes de aquel local, que definiría la vida de las dos aves más raras e importantes para el país, y también para todos nosotros.

La revisión médica estaba por comenzar. Nada sería sencillo a partir de ahora.

¿Cierto?...

(Mañana Temprana) 12 Horas Después...

Cayó la mañana en la Clínica de Aves "Rio de Janeiro", dejándonos presenciar al ambiente silencioso de la sucursal, todo lucía totalmente desolado en un primer momento. Siendo la excepción por unos leves pero repetitivos sonidos característicos del ambiente, un pequeño pitido resonó, seguido de otro, y otro más.

Dejando la duda de qué podría ser a fuente de tan molesto ruido. El cual provenía de un cuarto cerrado sin rastros de vida, a excepción de dos pequeños cuerpos dormidos en sus camillas médicas. Ambos estaban parcialmente vendados, lo cual era razonable luego de la ardua operación que les realizaron tan solo en la noche del día anterior. El mayor de ellos empezaría a despertar, haciendo algunos pequeños movimientos erráticos.

"¿Que?... ¿Qué fue lo que pasó?"

Unas palabras resonaron en la cabeza de un pequeño ser. Su nombre, no era otro que Blu, solo podía hablar consigo mismo en sus propios pensamientos, sin conocer que estaba ocurriendo a sus alrededores. Descansando bajo un entorno hospitalario lo suficientemente grande como para permitirle libertad cuando despertara, aunque ese no era el caso ahora mismo.

Después de decir unas cuantas frases sin sentido en su cabeza, intentó devolverse la calma y tratar de levantarse del sitio donde estaba, tenía algo de miedo e inseguridad al no poder ver que estaba ocurriendo.

Trató de abrir sus ojos, quienes después de un par de intentos fallidos, reaccionaron ante sus mandatos para poco a poco permitirle visualizar el sitio. -Ah... ¿Dónde estoy?- Preguntó confundido al momento que se le permitió hablar nuevamente, todo lucía como un intenso "deja vú" de recuerdos, como si hubiera estado aquí antes.

Blu estaba desorientado, probablemente por los sedantes que le suministraron para la operación de emergencia. Lentamente recuperó la compostura (Al menos la de su cerebro), permitiéndole organizar sus pensamientos en búsqueda de una explicación para su situación.

Lo cual funcionó.

Logró recordar las cosas que había vivido tan solo hace menos de 24 horas, el había recatado a muchas aves y también a sus amigos de los malvados contrabandistas. Pero principalmente, había rescatado al ave que más quería en ese momento, la salvó de una muerte segura pensando en sacrificarse, y había vuelto para no abandonarla luego del heroico acto. Todo eso, en menos de dos horas.

-"¿Realmente hice todo eso?"- Pensó confundido, dedujo que él podía convertirse en alguien totalmente diferente, especialmente cuando se trataba de personas que amaba. Suspiró con felicidad mientras aún se mantenía acostado.

-Ese no era yo... Jeje. Era alguien, distinto, aún sigo sin poder creer que fui capaz de hacer eso por ella...- Dijo con algo de torpeza, para luego cambiar sus pensamientos hacia su compañera, se preguntaba que podría haberle ocurrido. -¿Perla, estás por aquí?- Preguntó con voz baja, girando en todas las direcciones.

Hasta que finalmente la vio tan solo a un par de metros de distancia, acostada en una camilla igual a la suya, dormida con un aspecto bastante tierno. Blu enmarcó una gran sonrisa de calma en su rostro, sin apartar la mirada de su actual pareja. Ya habían declarado sus sentimientos mutuos antes de caer en el sueño.

Parecía que dormía tranquilamente por primera vez en días, también la vio descansar aquella vez que pararon en una pequeña atalaya, pero ahora lucía con una real calma y alegría en sus sueños. Los recuerdos del mejor día de su vida se marcaban en la cara de una hermosa guacamaya, dormida al lado del pájaro que la amaba más de a nada en el mundo, alucinando en algún futuro próximo.

Dio un suspiro enamorado. -Es tan linda cuando duerme...- Para empezar a observarla con atención por unos segundos, antes de abrir su pico otra vez. -Gracias por permitirme estar contigo bonita, una nueva vida a tu lado es un sueño que no puedo esperar a...-

Pero sus fantasías serían interrumpidas por el primer ruido fuerte en la habitación, este provenía de afuera de la puerta, dejando con la duda al spix de lo que podría estar pasando. Dejó de hablar, para tratar de oír mejor. Lo que sea que halla sido aquel estruendo, debía ser algo importante, o al menos eso le aseguraba su lógica apresurada.

Era una voz bastante conocida, conversando con otra muy familiar. No tardó mucho tiempo antes de identificarlas, y sorprenderse. -"¡Linda y Tulio! ¿Qué es lo que están diciendo?"- Exclamó en su cabeza, para hacer silencio y agudizar su audición hacia a la interesante conversación.

-¿De verdad estarán bien?- Preguntó Linda en un tono bastante preocupado, no había podido ver a su amigo desde que el doctor se lo llevó a la sala médica. -Todo indica que ambos sobrevivirán Linda. ¡Esto es impresionante!- Dijo Tulio con una voz emocionada.

-¡Los análisis indican que tuvieron una fatal caída, y míralos aquí! ¡Están vivos y coleando!- Añadió con una actitud positiva.

Blu no escuchó perfectamente las palabras que siguieron luego de esas, pero supuso que Linda le agradeció honestamente a Tulio por poder salvarlos a el y su pareja, ella era alguien muy sentimental en cierto punto. Sintió como ambos se abrazaban llenos de júbilo ante el buen camino que parecía tomar el caso.

Un buen... Un buen camino. ¿Cierto?

El guacamayo estaba por graznar en satisfacción de la conversación. Pero el tono de habla de Tulio repentinamente decayó a uno más serio, dejándolo con cierta inconformidad. -Linda escúchame. Ellos lograron salir con vida... Pero los estados de ambos, no son nada buenos- Le susurró el hombre, captando la atención de Blu.

Se concentró en escuchar lo que estaban por decir, parece que no se trataban de muy buenas noticias. -Perla tiene un ala rota, sus huesos están dañados- Comentó el hombre con cierta tristeza.

-¡Dios!... ¿Podrá volver a volar? ¡Ella parecía ser tan vivaz!- Le preguntó Linda con mucha preocupación.

-Lo hará Linda... Tomará un tiempo, pero una debida rehabilitación la ayudará a poder despegar otra vez- Respondió, para luego sentir la calma de su amiga, y tal vez algo más, en frente de él. Antes de que exclamara algo contenta. -Me alegra saber eso-

Oír esa parte de la conversación hizo que Blu pudiera liberar el estrés que tenía respecto a la situación de Perla, la miró una vez más descansar en esa camilla, como una verdadera perla del océano. Para susurrarle que todo estaría bien, y que él estaría a su lado hasta el momento donde ella lograra volver a surcar los cielos como la inalcanzable ave libre que es.

Pero parece que la situación tenía otros planes, pues al poco tiempo de que el silencio regresó al cuarto, Blu escuchó otra pregunta de su amiga Linda. -¿Y que hay de Blu? ¿Tampoco tiene nada grave cierto?- Dijo confiada, mas la expresión de Tulio indicaba otra cosa, comenzó a rascarse la nuca mientras miraba hacia el suelo.

-Tulio... ¿Qué ocurrirá con Blu?- Preguntó nuevamente Linda, con un tono más duro que antes. -Linda. Yo... No se como decirte esto...- Exclamó inseguro, Linda colocó sus manos en los hombros del hombre y le pidió nuevamente unas explicaciones. Si algo que pasaba a su Blu, que consideraba un hijo, estaba en su derecho saberlo.

Tulio le enseñó una mirada de pena, preocupando más a la joven adulta. -Yo... No se si te gustará saberlo Linda- Comentó con vergüenza y temor. -¡Tulio. Debes contármelo! ¡Si algo le pasa a Blu, es mi responsabilidad!-

Gritó Linda con impotencia, ella era una persona muy sensible, la situación no la hacía tranquilizarse. Tulio finalmente se rindió a sus pedidos, explicándole con tristeza la situación del macho.

-Lo que pasa es... La operación de Blu nos mostró que su ala... Está...- Dijo el hombre adulto, viendo como el rostro de su amiga expresaba un semblante deprimente. -Estaba muy maltratada para que pudiéramos hacer algo, el golpe debió dañarla para siempre, sus músculos están casi muertos e inactivos. Hicimos lo que pudimos Linda, enserio, pero es probable que Blu...- Añadió con cierto temor de continuar sus palabras.

-¿Blu qué?... Tulio...- Exclamó ella con una voz que lucía apunto de quebrarse en melancolía. -El... Tal vez Blu no pueda volar para siempre- Terminó su oración con un sentimiento empático hacia la desconsolada mujer, que empezó a sollozar suavemente ante la cruel noticia. -No... Debes estar bromeando...-

El doctor fue rápidamente a abrazarla, sentía el fuerte peso sentimental que estaba atravesando por saber que nunca pudo ayudar a su amigo a aprender algo tan importante para la aves, y que ahora quizás perdería de su alcance para siempre. Pensó en la reacción del spix al saber que viviría una vida en el suelo, sin poder acompañar a quien parecía convertirse en su futura pareja, viendo un futuro doloroso para el pobre guacamayo.

¿No... No podría volar?

Blu quedó congelado en ansiedad tan solo oír esas pequeñas palabras, suponía que esa sería su respuesta desde el inicio, pero se negaba a pensar que podría volverse una realidad. Dejó caer su cabeza por la incredulidad, derramando también un par de lágrimas ante la fuerte declaración, ya no podía oír las voces de Linda y Tulio.

Tan solo hace unos minutos soñaba con un escenario donde el y Perla volaran juntos hacia una nueva y desconocida vida para los dos, pero solo una conversación destruiría instantáneamente todas las esperanzas ficticias que estaba creando en su tonta cabeza. -Que... Que podré...- Susurró con debilidad sin dejar de mirar hacia un punto fijo en su cama, había abandonado el plano real, se había apartado hacia su confundido interior.

Solo estaba él y sus pensamientos, batallando por calmarse en contra a esta nueva realidad. ¿Cómo se suponía que haría las cosas en este nuevo país? ¿Cómo viviría una vida normal, sin tener que vivir con el constante miedo de ser una presa fácil ante todos?... No sería más que, una tonta mascota no voladora.

Pero una pregunta resonaba con más dureza en su cerebro. ¿Cómo podría seguir al lado de Perla ahora? ¿¡Estaría constantemente molestándola gracias a que viviría adherido al suelo!? ¿Ella seguiría queriendo estar junto a él cuando se enterara de todo esto? ¡Puede querer abandonarme!

Con más preguntas que respuestas, Blu volvió a la cruda realidad que lo recibía con la misma vista que tenía antes de perderse para el mundo. Miró hacia la ventana abierta que tenía el cuarto, hecha para el paso de unos pocos rayos solares, pudiendo solo ver con dolor al inmenso y majestuoso cielo de Rio.

Una utopía, que perdería irremediablemente.

Con su rostro repleto de lágrimas y una mirada llena de temor, miraba a un mundo que se separaba de él para siempre, burlándose de su actual situación. El soñó con poder surcar ese admirable mundo para las aves... Deseaba centrarse en aprender a hacerlo un día pronto a su llegada a la ciudad...

Pero ahora, esos deseos no existían.


"Las aves... Las aves necesitan volar. Volar es, libertad y no tener que depender de nadie mas... ¿No quieres eso?"

"Si quiero... Pero ahora, solo es una triste fantasía para mí"

Eso... Eso es todo lo que puedo recordar.